Medio-pensionista (11)

Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.

MEDIO-PENSIONISTA

(11-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Puse el paraguas en una esquina para que se secara y me dirigí a la cocina. Allí no estaba Pepi, pero si la comida hecha. Luego me dirigí hacia el dormitorio y allí estaba ella dándole de mamar al bebé.

. - oh, lo siento. Te dejo sola.

. - no seas tonto. Pasa y ven.

Ella estaba sentada en una silla con el bebé mamando de su pecho izquierdo.

. - siéntate a mi lado.

Lo hice y admiré como irradiaba felicidad por todos los poros de su cara al dar de mamar a su benjamín.

Se subió del todo la camiseta y sacó el otro pecho.

. - venga, tómate tu lechita también.

. - Pepi, que vamos a comer las lentejas.

. - después comes las lentejas. Ahora un poco de leche. ¿Me vas a hacer un feo?

. - no, claro que no.

. - entonces disfruta mamándome. Se lo que os gusta a los hombres.

. - Eres una cabrona, ¿lo sabías?

. - lo sé –me incliné hacia el pezón y ella me puso la mano en la cabeza apretándome contra su pecho. Yo mamé su pezón y obtuve el premio lácteo de su pecho.

. - me gusta que mis dos hombres me mamen. No se lo digas a nadie, pero me estoy corriendo en estos momentos.

. - serás guarra… –dije levantando la cabeza un momento, para luego ella volver a apretármela hacia su pecho-.

. - no me digas que no disfrutas. Yo no doy de mamar a cualquiera. Tú eres la excepción, porque te lo mereces. Esto y mucho más. Aaaaahhhhh…, que bien me siento –se había corrido de nuevo-.

Dejé de mamar y me pasé la lengua por los labios.

. - Salvi, querido. ¿Me haces un favor?

. - tú dirás.

. - ¿me comes el coño, por favor?

. - pero Pepita, si estás aún convaleciente. Seguro que lo tienes bien grande aún.

. - y lo tengo, pero me gustaría que me lo comieras. Hazlo con cuidado, sobre todo, comete el clítoris, estoy que exploto.

. - ¿no será perjudicial para tu higiene personal?

. - mira que te haces el remolón. Cualquier tío se tiraría de cabeza si una mujer le pide algo así. Porfa...

. - hay que joderse –dije y colocándome entre sus piernas, le aparté la bata. Tenía el coño aun inflamado y no tenía vistas de que se le desinflamara en varios días. Aun así, cumplí como un hombre y me comí cuanto coño pude. Sobre todo, el clítoris-.

Pepita gemía de placer cada vez que un orgasmo le venía y yo me enteraba allí abajo, pues era yo quien se tomaba su corrida. Aaahhh…, ah… aaahhh... Sigue…, sigue…

Cuando la lengua ya estaba cansada, me salí de allí y le tapé el chumino con la bata de nuevo. Me senté a su lado y volví al pecho de antes. Así me tomé medio cántaro de leche más.

Con cierta cantidad de leche en mi boca, la llevé a la de Pepi y besándola suavemente, le traspasé su propia leche que se tragó. Luego un largo beso prosiguió hasta que me encendí y alzándome, me bajé los pantalones y los calzoncillos. Mi polla estaba a punto de explotar, pero le obligué a frenarse lo suficiente para ofrecérsela a una Pepi, que tenía sus ojos relampagueantes de fuego.

Me la cogió con su mano libre y se la llevó a la boca. La mamó como si fuera la última polla que se pudiera comer. Cosa que no me gustó demasiado, pues me haría correr antes, así que la tranquilicé.

. - despacio, Pepi, no tenemos prisa.

. - lo siento.

Y aminoró la velocidad mamadora. Ahora sí que estaba yo a gustito. Me la estaba poniendo por corbata. Así hasta que exploté sin avisarle.

Si creía que se iba a poner a decir burradas, me equivoqué. Se deleitó bucalmente con la lengua para paladear mi leche para después tragársela. Todo ello con mi polla en su boca. Siguió y siguió sacando goterones de semen hasta que mi polla se salió por su propio peso más que escurrida, escurridísima.

Un último morreo buscando algo de leche que llevarme a mi boca, pero fue en vano, pues ella se lo había tragado todo.

. - veo que te ha gustado mi corrida.

. - ya lo creo y también que me comieras el chichi. Lo haces muy bien, se nota que has practicado.

. - no soy virgen, si es a eso a lo que te refieres. No eres la primera, sin duda.

. - me ha gustado y mucho. No sabía si llegaríamos a algo, pero veo que vamos por buen camino.

. - Pepi…, Pepi…, ni se te ocurra meter en tu cabecita el quererme hacer pasar por la vicaría. Ni loco, te lo digo muy en serio. Me gusta saltar de flor en flor y así ha de seguir mi vida.

. - nadie te ha pedido que te cases conmigo, pero sí tener relaciones sexuales, que las noches son muy frías y tú me gustas.

. - y tú a mí, Pepi. Así que recuerda, nada de compromisos, por favor.

. - como quieras.

. - y no quiero que me eches en cara si un día me traigo sexo a casa. Lo he hecho otras veces y no voy ahora a dejar de hacerlo.

. - ¿si me tienes a mí para tener sexo, para que necesitas traer de fuera?

. - no lo has entendido, ¿verdad?  –le dije tapándole el pecho que dejé de mamar-.

. - ¿el qué no he entendido?

. - que me gusta la variedad.

. - sigo sin entenderte. Mujeres de todos los tamaños y colores, ¿te refieres a eso?

. - añade a eso, que también, lo de hombres de todos los tamaños y colores. A eso me refiero con la variedad y de que me gusta saltar de flor en flor.

. - vaya, ahora sí que lo he cogido. Te van los tíos y las tías. ¿Es eso posible?

. - soy la respuesta viviente a esa pregunta.

. - no me lo creo, lo dices para fastidiarme aún más.

. - no, Pepi. Me gustan los hombres tanto como las mujeres. Soy bisexual y me gusta serlo. Disfruto con ambos sexos. Hasta hace poco tuve relaciones con una pareja de hermanos. Con los dos al mismo tiempo.

. - joder, Salvador. ¿Qué eres?

. - solo un hombre que le gusta disfrutar sin hacer mal a nadie, pues todo es consentido por las dos partes.

. - bueno, tendré que aguantarme. Es tu vida y es tu casa.

. - te lo agradezco. Si no quieres que vuelva a suceder lo que ha pasado hace un instante, no volverá a ocurrir y no haré que te vayas, te quedas aquí el tiempo que quieras.

. - si te gustan las mujeres también, te gusto yo, ¿no es así?

. - así es. Me gustas y mucho. Ya te lo dije antes.

. - entonces ¿qué tal si actuamos como si fuéramos una pareja, aunque no lo seamos en la realidad?, ¿Me entiendes?

. - explícate bien, no quiero malentendidos.

. - hablo de joder. Quiero joder contigo a todas horas. ¿Lo entiendes ahora?

. - muy explícito. Lo he cogido. Por mí no hay problema. De ahora en adelante, seremos compañeros de piso y de cama y actuaremos como tal. Pero si decido tener un rollo con amigos o amigas, no quiero que pongas malas caras ni a mí ni a mis amigos o amigas.

. - de acuerdo. Lo intentaré al menos.

. - vale, espero que cumplas.

. - ¿me puedes besar de nuevo?

. - claro, sin problema –dije y nos cominos la boca-.

Luego el bebé dejó de mamar. Lo puso en su canastilla y bien arropado, marchamos a la cocina a comernos las lentejas.

No estaban nada mal aquellas lentejas con sabor a cilantro y así se lo hice saber con un beso.

. - me alegro de que te gusten.

. - se parecen a las que hacía mi madre, pero sin tantos potingues. Se le solía ir la mano con la cebolla a mamá, fuera de eso, estaban muy buenas como las tuyas de hoy. Quiero darte por detrás –dije sin venir a cuento-.

. - ¿cómo has dicho?

. - ya lo has oído, quiero usar tu puerta trasera, ya que no puedo usar tu vagina de momento.

. - Dios, nunca la he usado para tener sexo. Sexo anal creo que se llama.

. - así es, y es tan placentero como el vaginal. Solo que tardan en disfrutar los que lo reciben, pues el dolor es grande al principio, no así, cuando se acostumbre uno.

. - no sé, Salvador. Tengo miedo.

. - lo haré con cuidado. Te dolerá, pero cada vez menos. Eso si te lo puedo prometer, pues yo ya lo pasé las primeras veces.

Pepita llenó sus pulmones de aire y lo soltó despacio.

. - ¿cuándo?, ¿ahora?

. - cuando quieras, ahora o esta noche en la cama.

. - esta noche. Esta noche será mejor.

. - de acuerdo. Usaré vaselina comestible para que no te duela tanto.

. - no sé si me arrepentiré, pero lo haré por ti. Aparte de mamarnos y sacarnos leche de los pezones, sé que también os volvéis locos por darnos por culo.

. - mujer, lo dices de una manera que…, es sexo como otro cualquiera, si no, mírate el Kama Sutra, hay muchas posturas diferentes y todas es para disfrutar del sexo. Así que no hay nada inventado en lo que te pido.

. - está bien, lo entiendo, pero…

. - lo haré con cariño. Ya verás que, a la larga, serás tú quien me lo pidas.

Acabamos con las lentejas y lavamos los cacharros. Luego oímos un fuerte trueno muy cerca de la casa.

Echamos un sueño reparador hasta la tarde. Ninguno habló, solo nos acostamos abrazados, así hasta que nos despertó David con sus esperríos.

Pepi le dio de mamar, mientras, yo me fui al salón a echarle un vistazo a la calle por la ventana. Arreciaba la lluvia. El viento también aumentaba de intensidad. Para colmo, se fue la luz. Sin duda, algún poste se había ido al garete. Aunque aún era temprano, la oscuridad de la calle hacía difícil la visión a lo lejos. Pronto no se vería nada cuando llegara la noche si no se restablecía el fluido eléctrico. En eso sonó la puerta. Cuando la abrí, allí estaba Alberto.

. - se fue la luz en toda la casa –me espetó según abrí-.

. - lo sé, aquí también –lo cogí por un hombro y lo llevé cerca del ascensor- óyeme bien lo que te voy a decir…

Me puso la mano en la boca y me besó como si nos fuéramos a despedir. Cogió aire y me lo soltó.

. - regreso a casa.

. - pero si…

. - no puedo hacerle eso a los viejos. Se han portado conmigo demasiado bien, para hacerles esto a ellos. Además, con esta tormenta estarán preocupados por mí. Seguro que llaman a mis amigos para ver como estoy.

. - para una vez, tienes razón. Tus padres no se lo merecen. Vuelve con ellos, yo mismo te dejaré ante tu casa.

. - ¿harías eso por mí?

. - chico, empezamos fatal, pero te he cogido cariño, solo espero que no vuelvas a las andadas y te preocupes más por ir por el buen camino.

. - no será un adiós definitivo. Te haré alguna visita de vez en cuando y recordaremos lo bien que lo hemos pasado.

. - aquí tendrás un culo esperándote –le guiñé un ojo, para luego darle un morreo morrocotudo- recoge tus cosas, voy a decirle a Pepi que voy a llevar a un vecino con sus padres-.

Nos separamos y regresé con Pepita. Seguía con el bebé en brazos.

. - Pepi, tengo que salir un momento con el auto.

. - ¿con este tiempo?, por Dios, es peligroso.

. - no tengo más remedio. Un vecino ha de regresar con sus padres, le llamaron que tienen problemas con el agua y debo ser un buen vecino, no sea que un día me haga falta a mí.

. - sí, tienes razón. Ten mucho cuidado, cariño. No querría perderte ahora que he encontrado un ángel –dijo llamándome hacia ella con un dedo. Me acerqué y nos besamos, para luego besar primero y mamar el pezón libre después-.

. - si tardo, acuéstate sin mí.

. - no tardes, ya sabes que me da miedo este tiempo.

. - el tiempo de ir, echar un vistazo y volver. Dile a David que me deje algo de tu sabrosa leche.

. - David ya sabe que un pecho es tuyo, ¿verdad, mi amor? –Dijo besando a David en la frente-.

Sonriendo, salí de la habitación y del apartamento.

De camino a la casa de Alberto, no pudo el chico evitar sacarme el pene mientras conducía y darse y darme placer.

. - eres de lo que no hay, Alberto, pero me gusta. Mama, sigue mamándome querido –decía mientras le acariciaba la cabeza. Acabó, como no, sacándome la leche y traspasándosela a su garganta-.

La dirección que me dio me costó llegar a ella, pues había calles anegadas y era imposible atravesarlas. Tuvimos que sortearlas por calles adyacentes. Cuando estaba cerca, aparqué a unos cien metros de su casa. Todo el barrio estaba a oscuras.

. - es aquel edificio de allí.

. - muy bien, cariño. Y ahora soy yo quien quiere tragarse tu leche.

. - coño, perdona. Mira que soy un cabrón. ¿La quieres en la boca o en el culo?

. - en mi culo. Pasemos atrás.

Sin salir del auto, pasamos por en medio de los asientos. Allí nos bajamos los pantalones. Mientras yo me tendía con el culo en pompa, Alberto se colocó detrás y me la clavó hasta sus huevos. Fue una follada bajo la lluvia, algo nuevo para mí. Bajo una lluvia que no mojaba al estar dentro del auto.

Una vez se corrió en mi culo, se la tomó con su lengua chupadora de ojetes.

Una vez limpio de leche el trasero, me limpió el orto con papel desechable, para después sentarme y tragarme su polla, la cual contenía leche aún, la cual fue toda a mi despensa.

Con el servicio completo, nos comimos la boca y la verdad, no tenía maldita gana de separarme, lo mismo le pasaba a él.

. - es momento de que nos separemos, chico.

. - sí, es el momento.

Me pasé al volante. Él se quedó detrás arreglándose la ropa. Arranqué y aparqué en la entrada de su casa. Cuando paré el motor, el silencio se hizo en el auto. Mierda puta, me dije atrayéndolo hacia mí. Volví a besar aquellos labios carnosos. Fue un beso inacabable, pero alguno de los dos debía terminarlo y tuve que ser yo.

. - vete o no respondo de mí.

. - te quiero, Salvador. Te quiero como no sabía se podía querer a una persona. Cuídate, ya nos veremos de nuevo el día que menos te lo esperes.

Un beso de una décima de segundo por su parte a mis labios y abriendo la puerta, salió corriendo hacia la casa. Abrió y desapareció de mi vista.

Cabronazo de Alberto. Muy poco tiempo lo he tenido entre mis piernas, pero como si hubiera sido media vida. Si no viene a mí de nuevo, lo buscaré yo. Le daré tiempo, pero no mucho.

Arranqué el auto y sorteando árboles y letreros en la carretera por el viento, me encaminé a casa. Allí me esperaba otra persona que había hecho mella en mí. Miento, eran dos personas, una de ellas aún era un bebé, pero llegaría a ser todo un hombre.

Al pasar por un puente, tuve que ir a paso de tortuga. O era mi imaginación o el puente se movía. No, debía ser cosas de la cabeza, que el corazón no entiende, ¿o es al revés?

Sea como sea, iba despacio y aun así casi golpeo un auto que estaba detenido a un lado del puente. La luz era nula en todo el contorno. Pese a mis faros y el limpia cristales, la visión era escasa por la fuerte lluvia.

Adelanté el auto y continué. Con el rabillo del ojo creí ver a alguien que me hacía señas por mi lado derecho, pero pronto dejé de ver lo que fuera, si es que había visto algo. Proseguí hasta salir del puente y enfilar hacia casa a mayor velocidad.

Pero una cosa me reconcomía la cabeza. ¿Y si había alguien llamando mi atención e hice caso omiso?, Podía estar en peligro, siendo que estaba bajo un puente con el consiguiente peligro por las riadas que se estaban produciendo.

Tengo que volver, me dije. Frené a un lado y casi me salgo de la carretera, pero pude arreglarme hasta dar la vuelta, con marcha atrás incluida.

Regresé al puente y aparqué cerca de donde había o creía haber visto algo. El viento era demasiado para sacar el paraguas, no fuera a sacarme un ojo con sus alambres o salir volando junto con él.

Me iba a poner de pena, pero ya no podía volverme atrás. Salí del auto e intentando que el viento con lluvia no me llevara, me agarré de una farola y miré bajo el puente. No vi una mierda. Así que grité.

. - ¿hay alguien ahí?, ¿Hay alguien ahí? –Grité con todos mis pulmones-.

. - aquí, aquí abajo –oí que gritaban a lo lejos. Era una voz de mujer que apenas podía entender por el viento-.

Me solté de la farola y avancé hacia abajo, agarrándome donde podía. El agua bajaba en cantidades industriales por la ladera, embarrándolo todo.

. - ¿dónde está? –Le grité a la voz de mujer-.

. - bajo el puente. Estamos bajo el puente.

Joder, ¿qué coño hacían bajo el puente con este puto tiempo?

A diez metros ya pude distinguir a dos figuras. Cuanto más me acercaba, más nitidez. Al final y estando a su lado, pude ver que eran dos mujeres, una mayor y otra más joven de parecido similar.

. - por Dios, ¿qué hacen aquí con este tiempo?

. - vivimos aquí. Cuando quisimos salir, no podíamos.

. - arriba tengo mi auto, las llevaré a un lugar seguro que el gobierno tiene habilitado.

. - gracias, muchas gracias. El agua sigue subiendo y ya no creía que nos íbamos a salvar. El barro me ha impedido subir por la ladera para pedir ayuda.

. - la cosa sigue mal, si no peor, pero intentaré ayudarles a subir la ladera. Un poco más abajo he visto que no está tan empinada. Primero la chica, luego vendré a por usted.

. - mamá, no quiero ir.

. - hija, no podemos quedarnos aquí, el agua sigue subiendo. Ve con el caballero, por favor.

. - no tengas miedo, cuidaré de ti.

No dije más, le tendí mi mano. La chica, de no menos de 22 años, llorando, me cogí la mano. La cogí con mi brazo derecho y la arropé para poder caminar con ella a mi lado.

El barro casi nos hizo caer en un par de ocasiones, pero pudimos seguir avanzando.

Cuando tenía el auto en la perpendicular, avancé más metros para encontrar un lugar mejor para subir. Fueron unos cinco metros, para luego poder subir hacia la carretera. Una vez arriba, nos llegamos al auto.

El viento arriba era mucho más fuerte que en el barranco, pero con mucho cuidado, conseguimos llegar hasta el auto. Abrí la puerta y metí a la chica dentro.

. - voy a por tu madre, no te muevas –le grité, pese a estar a su lado-.

No esperé respuesta y cerré la puerta. Marché a por la madre. Un golpe de viento me lanzó dos metros y casi salgo ladera abajo. Me levanté y resbalando, llegué abajo y caminé hacia donde estaba la mujer que me esperaba.

Bien abrazados, hice el mismo recorrido que con su hija. Al ser más pesados entre los dos, el viento no nos zarandeó tanto como cuando llevé a su hija al coche, aun así, no fue fácil tampoco.

Una vez en el coche, salí de allí, pero el camino que había cogido antes ya se había inundado y tuve que desistir de cogerlo o nos quedaríamos atrapados a merced de las aguas que bajaban como un torrente.

. - no podemos seguir por aquí. Hay que guarecerse hasta que pare de llover y veamos por dónde ir. Iré a una zona más alta –dije en voz alta, aunque la verdad, no tenía intención de oír su opinión, en aquellos momentos era lo más sensato-.

Encontré una casa que el agua y el viento casi la habían destrozado. No podría usarla interiormente, pero estaba en una subida que nos podía servir para no ahogarnos.

Aparqué junto a la casa, cerciorándome antes de que no se nos vendría encima, sobre todo porque ya estaba casi toda ella en el suelo, pero al menos nos protegería lo suficiente del viento. Puse el freno de mano y corriendo, salí del auto y abrí el maletero. Sabía que allí tenía un par de mantas que nos haría falta, pues al estar empapados de agua, si no nos calentábamos, íbamos a coger una pulmonía.

. - hacedme un hueco, chicas.

Cuando entré con las mantas me coloqué entre las dos. Tendí las dos mantas para cubrirnos bien los tres.

. - tenemos que quitarnos las ropas mojadas o cogeremos una pulmonía –dije quitándome la camisa primero-.

Ellas se miraron. Cuando vieron que me descalzaba para sacarme los pantalones, se pusieron nerviosas, pero viendo que me dejé los calzoncillos que no tenía muy mojados, respiraron.

La madre hizo una señal a su hija de asentimiento. Así que ambas se sacaron la ropa mojada de encima, dejándose solo el sujetador y las bragas.

Los tres, en paños menores estábamos ya y temblábamos de puro frío.

. - pegaros a mí, así nos calentaremos más y mejor chicas.

Ante otra mirada de la madre asintiendo, las dos mujeres se me pegaron, dándome sus calores corporales y yo el mío a ellas.

Pasaron los minutos, pero aquello no funcionaba. Seguíamos tiritando los tres.

. - chicas, esto no funciona como debiera. Habrá que hacer algo más drástico.

. - ¿el qué?, ¿quitarnos toda la ropa? –Dijo la madre-.

. - no. ¿Qué parte de mi cuerpo está más caliente, aunque estemos tiritando de frío?

. - ¿la entrepierna? –Dijo la hija-.

. - más o menos. El pene y alrededores. Yo ahora mismo estoy súper empalmado y no es por ninguna de las dos, que conste, sino por el frío que tengo encima que me la ha puesto así. Así que no penséis mal. Si lo deseáis, podéis usarla para entrar en calor.

. - ¿quieres que te cojamos el pene para entrar en calor?, ¿ha dicho eso? –dijo la madre asombrada-.

. - ni más, ni menos. Esta caliente y nuestras manos congeladas.

. - no podemos hacer eso –insistió la madre-.

. - mamá, por favor, me voy a morir de frío –dijo tiritando la chica, la cual no pensaba en nada sexual, solo en salvar la vida como fuera- por favor, mamá, no puedo más-.

. - hija, pero…

. - no quiero morir, mamá.

. - Está bien hija. Que sea lo que Dios quiera.

Con mis dos manos metidas alrededor de mi pene, la chica metió las suyas y cogiéndoselas, le hice coger el pene cerca de la punta, yo puse mis manos encima de las suyas. Luego aparecieron las de la madre y se las coloqué en la parte del pene más próxima a los huevos y allí se las dejé.

Con tres pares de manos alrededor de mi pene y los huevos, las manos se nos fueron calentando. Aquella era una situación que, si se cuenta fuera de contexto, dirían que me estaban haciendo una paja madre e hija, pero no, solo pensábamos en calentarnos, al menos yo.

Pero que mentiroso soy, claro que me gustaba tener aquellas manos allí abajo. Solo me faltó coger las cuatro manos y pajearme la polla con ellas, pero no era plan, aunque mi mente era todo un torbellino de sensaciones calenturientas, algo que me hizo calentarme el resto del cuerpo a más velocidad aún que si lo hiciera solo con la temperatura que irradiaba el miembro viril por sí mismo.

La respiración de los tres aumentó un 50%. Nadie dijo nada, no había nada que decir.

Poco a poco dejamos de tiritar.

. - parece que funciona –dijo la madre, ahora más calmada, aunque no tan seca en sus partes íntimas, pues, aunque no quería, se había corrido silenciosamente-.

. - ¿qué hacían ahí abajo?

. - hace dos días que vivíamos ahí. Nos han desahuciado por no pagar la hipoteca de la casa –dijo la madre-.

. - vaya, cuanto lo siento. ¿Y cómo no salisteis cuando empezó esta tormenta?, ¿No sabíais que era peligroso quedaros ahí?

. - cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde. El barro no nos dejaba salir.

. - cuando escampe un poco y pueda ver por dónde voy, os llevaré a un puesto de socorro.

. - gracias, ¿cómo te llamas?

. - Salvador.

. – yo, Sofía y mi hija, Candy.

. - tanto gusto, chicas. Si no os importa, dejaré las manos donde ahora están, que se me están calentando bastante bien.

Los tres reímos, por no llorar.

. - ¿tenéis alguna herida que deba saber?

. - no, estamos bien.

. - ¿y qué pensáis hacer ahora?

. - no lo sé. Lo poco que teníamos, se lo llevó el agua.

. - ¿no tienes marido?, ¿otra familia?

. - de ahí viene nuestras penurias. Falleció en un accidente de autos y no nos entraba dinero en casa. Aparte de mi marido, estábamos solas y ahora más que nunca.

. - ¿no os han dado una indemnización por el accidente?

. - no cuando se conduce borracho como iba mi marido.

. - lo siento.

. - no tienes la culpa. Siempre le gustó empinar el codo, aparte de eso era un buen hombre.

. - vivo con una chica que ha tenido un bebé recientemente. Tengo un par de habitaciones libres que os puedo dejar durante unos días. Si queréis, os invito a venir conmigo.

. - ¿no se disgustará tu compañera?

. - no lo creo. No os puedo dejar en un albergue y largarme. Cuando se termine allí la estancia, tendréis que volver a este u otro puente y seguiréis sin tener nada y en casa al menos tendréis una cama caliente donde dormir y un plato de comida.

. - gracias, te lo agradezco. Es lo mejor que me han ofrecido en días.

. - ¿entonces os venís conmigo y mi compañera?

. - ¿tú que dices, hija?

. - sí, mamá. Tengo mucha hambre y quiero dormir en una cama caliente.

. - de acuerdo entonces, iremos con usted a su casa.

. - perfecto. Habrá que esperar aún. No para de llover. Voy a ver si funciona el móvil.

Saqué mis manos y busqué en la camisa el aparato. Vi que tenía una sola raya. Menos daba una piedra. Llamé a casa. Tuve que re-llamar en un par de ocasiones más hasta que Pepi lo cogió.

. - ¿dónde estás, cariño? Estoy preocupada por tu tardanza.

. - cariño, estoy bien. Prepara…, Pepi, ¿me oyes, Pepi?, mierda, se ha cortado.

Volví a llamar, esta vez a la tercera lo volvió a coger.

. - dime, cariño. Se cortó.

. - Pepi, prepara una habitación, llevo dos invitadas a dormir. ¿Puedes hacer algo de comida para ellas, por favor?

. - de acuerdo, prepararé algo. ¿Cuándo regresas?

. - no lo sé aún. Estoy esperando a que deje de llover, aquí no se ve nada. En cuanto escampe un poco, voy para allá, pero no llegaré antes de una hora al menos, está todo muy mal para circular.

. - ten cuidado, mi amor. No te hagas daño. Un beso.         . - otro para ti. Hasta luego.

Corté la llamada y guardé el móvil en medio de los dos asientos delanteros, encima de una cajita con tapa que usaba para guardar los papeles del auto y las lámparas de repuesto.

. - es un poco miedosa con los rayos y truenos –dije- ¿estáis entrando en calor?

. - sí, gracias. No es algo muy ortodoxo el método, pero funciona, que es lo importante –dijo la madre colorada aún-.

. - esto lo vi en una película y no era una porno, os lo aseguro –sonreí. Volví a poner la mano encima de las de ellas para seguir calentándome. Candy sonrió toda roja por primera vez- vaya, si hasta sabe sonreír la Candy-.

. - ¿cuánto nos va a cobrar por la habitación, Salvador?, no tengo nada con que pagar.

. - nada tenéis que pagar. Esto es una emergencia y estoy echando una mano, solo es eso. Es por si me pasa a mí, que me echen una mano también, porque nunca se sabe.

Las tripas de ambas mujeres sonaban de vez en cuando. Ellas disimulaban, pero una de las veces fue demasiado alto el sonido que no pudo ocultarlo. Fue el estómago de la madre.

. - lo siento. Apenas hemos comido hoy.

. - no lo sientas, cuando lleguemos a casa, os dais una ducha, coméis y dormiréis hasta que queráis. De momento, mi compañera y yo cuidaremos de vosotras dos.

. - ¿dónde estabas hace dos días? –Se preguntó Sofía en voz alta-.

. - tranquilas, volveréis a recuperaros y salir adelante.

. - Dios te oiga.

. - Dios está dormido –dijo Candy-.

. - hija, no digas eso.

. - mamá, ¿por qué nos pasa esto a nosotras?, no hemos hecho nada malo. Dios se ha olvidado de nosotras.

. - somos muchos y tiene que estar en muchos frentes. Habrá pensado que hay personas en peor situación –dijo su madre conciliadora-.

. - sí, mamá, como tú digas –dicho lo cual se acurrucó más en mi pecho-.

(Parte 11 de 16)

FIN