Medio-pensionista (10)

Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.

MEDIO-PENSIONISTA

(10-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Ya en la calle, fui a por el auto. Me quedé un rato al volante sin encender el motor. Sonreía. Aquella era una nueva experiencia que estaba teniendo y no marchaba nada mal. Si hasta tenía un ahijado y todo. Entonces me acordé de que el bebé un día u otro volvería a casa y no tenía donde dormir. Tendría que comprarle una cama de esas de bebé. Si, arranqué el auto y me fui al centro comercial. Allí busqué y encontré una tienda de bebés. Joder, la de camas que había allí y la de precios que tenían las muy putas. Tuve que echar mano de la tarjeta. Compré una de precio medio. No era un Ferrari en cama, pero tampoco un Seiscientos.

Con la caja enorme de la cama desarmada, me largué de allí. Una vez en casa, me costó meterla en el ascensor y subirla.

Cuando llegué arriba, abrí la puerta del ascensor y allí me encontré a un conocido en la puerta de casa. Estaba medio dormido y acurrucado. Saqué la caja y una vez junto a la puerta, le di una patada al dormilón.

. - ¿qué coño haces tú aquí?

. - me dijiste que si necesitaba cobijo…

. - ¿dije yo eso?

. - lo dijiste. Y hasta me diste una nota con tu dirección. La tengo aquí -dijo enseñándomela-.

. - sí, ahora lo recuerdo. Toma, abre la puerta y ayúdame con esta caja.

Mientras sostenía la caja, el mendigo abrió la puerta. Luego me ayudó con la dichosa caja y la metimos dentro. La llevé a mi dormitorio, que era el más grande.

. - aquí está bien.

. - ¿esto es lo que creo?

. - sí, eso mismo. Una cama de bebé.

. - no sabía que estuvieras casado y tuvieras un bebé.

. - ni lo uno, ni lo otro. Estoy viviendo con una ex preñada.  Acaba de tener un hijo.

. - ah. Entonces yo…

. - tú, ¿qué?

. - ¿no voy a poder quedarme aquí unos días hasta que todo se arregle?, me dijiste que…

. - sí, ya sé lo que te dijiste. Ya lo recuerdo perfectamente. Que, si un día querías cobijo, follar o llorar en un hombro, aquí me tenías, pero no sabía que volverías tan pronto, joder. ¿Has vuelto a las andadas?

. - no, lo juro. Lo que pasa es que me reconoció uno al que… ya sabes, le ofrecí mi… polla. Fue hace tiempo, lo juro. Pues me persiguió hasta casa de mis padres y no me atreví a entrar para que papá no se enterara y me acordé de tu proposición de ayuda.

. - también te dije que no iba a follar contigo, si antes…

. - sí, si antes no me hacía un test de veneras. Lo tengo por aquí. Me lo hice ayer. Puedes verlo.

Se lo cogí y si, era de ayer. Negativo en venéreas. También ponía la fecha de nacimiento, tenía 21 años.

. - ¿y por qué pedias para comer a cambio de tu polla y de tu culo, si tenías una familia que te podía acoger?

. - me echaron de casa hace tiempo, pero después de lo bien que me trataste, volví con ellos y lo arreglamos. Todo fue por…

. - no me lo digas, por favor. Vale, ¿cuánto tiempo vas a estarte?

. - no sé, ¿cuántos días me puedes dejar?

. - ¿qué pasa con tu familia cuando no vayas a casa?, van a creer que has vuelto a las andadas.

. - les llamaré y les diré que estaré unos días con unos amigos en la montaña. No les importará. Mientras no me meta en problemas, no les importará.

. - pues llámalos ya. Te quedas unos días en la vivienda de al lado.

. - gracias. Le pagaré religiosamente con sexo.

. - ya sabes que no voy a tener sexo contigo porque me debas nada. Te quedas y listo.

. - no, por favor, ahora soy yo quien deseo… follar con usted. Si alguien ha de ser quien me desvirgue, quiero que sea usted, quien no me pidió nada a cambio de ayudarme. Usted será el primero que… me dé por culo, los otros, solo me la mamaron por algo de dinero para comida.

. - de acuerdo, acepto tu ofrecimiento sexual, porque creo que es sincero. Durante tres o cuatro días no te morirás de hambre. Cuando pueda, te llevaré de comer lo que hagamos aquí. No des golpes y sé discreto. Si preguntan, le diré que eres un inquilino de unos pocos días. ¿Estamos?

. - de acuerdo. Gracias. ¿Quieres follar ahora?

. - ahora no, prefiero que me ayudes con la cama. Seguro que me van a sobrar piezas. Además, la parienta no volverá en dos o tres días al menos. Durante ese tiempo, vivirás aquí conmigo. ¿De acuerdo?

. - de acuerdo.

. - bésame.

. - eso está hecho.

Se me acercó y nos besamos largamente. El chico parecía sincero besando. Y eso que no era maricón, que si lo hubiese sido…

Nos dedicamos en cuerpo y alma a armar el rompecabezas que era la cama. Pequeña, pero matona la muy puta. Salimos sudorosos. Encima yo olía a demonios por no haberme podido duchar esta mañana cuando regresé de hacer footing por lo de Pepita.

. - démonos una ducha, Alberto Saravia

. - sí, no huelo muy bien -dijo oliéndose el sobaco-.

. - ¿no has traído ropa?

. - ya te dije que no pude entrar en casa. Solo tengo la que llevo puesta.

. - bueno, te dejaré ropa mía. Alguna te servirá. Como le hagas un agujero, te las verás con mi polla.

. - descuida, la cuidaré bien –dijo sonriendo-.

Ya en el baño, menos ducharnos, hicimos de todo. Su culo primero y luego el mío, fue perforado a conciencia y no con la esponja, sino con un cuarto kilo de carne fresca de la mejor calidad.

El entusiasmo que ponía el cabroncete cuando follábamos me estaba mosqueando.

. - oye –dije en un momento en que dejé de comerme su boca- ¿tú no serás homosexual?

. - lo soy –Dijo con desparpajo-.

. - pero yo creía...

. - soy homosexual y virgen. Bueno, ya no. Solo mamadas por dinero para comidas. Y sí, me ha dolido un rato, pero es igual, ya puedo decir que soy homosexual completo. Y todo, gracias a ti.

. - ¿entonces te va la marcha?

. - antes no, pero ahora… -dijo sonriendo y viéndome la polla mirando al cielo- ¿A que tú también eres marica?

. - sí y no. Me va la marcha sí, de tíos y de tías. A mí todo lo que tiene dos patas y se menea, me lo tiro.

. - yo solo a tíos de dos patas a partir de ahora.

. - anda, vuélvete a dar la vuelta. Y yo que tenía cuidado de no hacerte daño al encularte. Ahora verás lo que vale un peine, mariconazo de mierda.

. - tu madre.

Alberto se agachó y sin miramientos esta vez, se la clavé hasta los huevos a todo lo que podía. Se quejó, pero no gritó, ni nada parecido. Así continué follándome aquel culo que no deseaba dejar de hacerlo nunca. Tanto me lo follé, que me corrí dentro de su ano, por lo que me agaché y usando mi lengua y un par de dedos, succioné mi corrida para tomármela toda, todita.

. - te toca.

Me incliné y me la endiñó del mismo modo. Me entraba como Pedro por su casa. Moví mi culo para añadir placer extra a su enculado. Así y todo, me gustaba tenerla en mi culo más tiempo del que tardó en correrse.

Igual que yo antes, se tomó su leche desde mi culo. Una vez duchados correctamente, salimos de allí. Secos y en pingo nos metimos en mi cama, donde solo fue un descanso provisional, pues nuestras bocas siguieron disfrutando y haciendo disfrutar. Todo ello hasta que llegó la hora de las visitas al hospital y no pensaba faltar.

Saqué las sábanas de la cama y las metí en la lavadora. La puse en marcha y le enseñé al chico lo que tenía que hacer, pues yo me largaba al hospital.

. - le das tres pases y luego la sacas y la tiendes. No ha de quedar pruebas de que me he tirado a un tío en la cama que compartimos.

. - no hay problema. Aunque si como dices vendrá en dos o tres días…

. - es igual. La limpieza es importante. Las próximas veces nos damos gusto en la otra vivienda. Allí también hay lavadora. Ahora me visto y me largo. ¿Puedo confiar en ti para dejarte la casa?

. - por favor, si nos hemos dado por culo. ¿Qué más confianza que ésa?

. - sí, tienes toda la razón. Perdona –dije besándole los labios y no querer dejarlo de hacerlo ninguno de los dos-.

Me obligué a separarme y me vestí. Luego salí de casa con dirección al hospital.

Una vez ante la puerta de la habitación, noté que había trajín. Había varias enfermeras allí, un par haciendo la cama de al lado, otras dos con la cama de Pepita, mientras ella estaba vestida con su ropa del bolso y sentada con el bebé en brazos. En cuanto me vio, su cara se transformó en una sonrisa.

. - mira, David. Ha llegado el tío Salvador.

Mira que era pesada con lo de tío Salvador. Me obligué a no echarle en cara de nuevo tamaña desfachatez.

. - buenos días. Hola Pepita y David –dije dándole un beso en la frente a Pepita. Ella sonrió más aún.

. - nos vamos a casa, Salvador. Me dan el alta por overbooking. Han llegado más madres a punto de parir y necesitan mi cama y como yo me encuentro bien…

. - entiendo. Pues mejor que mejor. ¿Estás ya preparada para irnos entonces?

. - sí, cuando tú quieras. Coge el bolso y podemos irnos, ya he firmado todo lo que había que firmar.

. - pues entonces nos vamos. Gracias a todas, señoras y señoritas –les dije a las enfermeras que sonrieron y respondieron un “ de nada ”. Cogí el bolso y ayudé a Pepita a levantarse. Luego salimos de allí-.

Por el camino noté que no iba muy católica Pepita, así que se lo hice notar.

. - ¿seguro que estas bien? No te veo muy derecha. Déjame al niño, debe pesar un quintal y tú no estás para llevar peso.

. - no, ya lo llevo yo.

. - no seas tonta, Pepi. No te lo voy a quitar y salir corriendo. Déjamelo, por favor.

. - bueno, pero ten cuidado.

. - ni que fuera el primer bebé que cojo en brazos.

Le cogí el bebé y llegamos a la calle. Respiré hondo, el olor de los hospitales me ponía enfermo. ¿Lo cogen?

Hoy había tenido suerte y no tuve que pagar por aparcar el auto, pues encontré un hueco detrás del hospital. Solo caminamos un poco y llegamos rápido. Ella iba cogida de mi brazo y estaba muy feliz.

. - oye, ¿tenemos en casa las cosas que necesitará el bebé cada día? Leche supongo que no, ¿pero pañales y demás potingues?

. - tengo algunas cosas, pero me faltan muchas más, no lo esperaba hasta dentro de quince días más o menos.

. - entonces habrá que comprarlo, ¿no te parece?

. - vayamos primero al banco a sacar el dinero.

. - vale. ¿Nos llevamos el bebé a comprar o…?

. - o nada. Se viene con nosotros. No quiero separarme ni un segundo de David y tú no sabrías qué comprar. Hay tantos tipos de pañales y demás cosas de bebé que hasta yo me hago un lio.

. - bueno, como quieras. Mira, ahí está el auto -le abrí la puerta y le ayudé a entrar- ponte el cinturón, por favor. El niño debería ir detrás en su sillita, pero como no tenemos ninguna de momento, lo llevarás tú, pero es lo primero que vamos a comprar, una sillita para el auto y otra para ir por ahí-.

. - sí, tienes razón. Dame a David.

Se lo entregué y cerré con cuidado y dando la vuelta, subí al auto. Una vez en la carretera, me acordé de que tenía en casa a un enculado cabroncete, Alberto.

. - pasaremos antes por el surtidor.

. - vale –dijo sin mirar que el contador de la gasolina estaba más de mediado-.

La más cercana la encontré un par de minutos después. Aparqué ante los surtidores y al ser de autoservicio, yo mismo abrí y eché carburante. Una vez eché una cantidad, fui a pagar.

Después de pagar al de la tienda, me fui a la otra esquina del bazar y saqué el móvil. Llamé a casa. No lo cogía. Se cortó y volví a llamar. Ahora sí que lo cogió.

. - Alberto, soy yo.

. - ah, hola. Casi no lo cojo, no sabía si debía o no.

. - está bien. Mira, coge la llave de la vivienda de al lado y métete dentro. Voy para allá con la chica con la que convivo. Los médicos le han dado el alta ya, porque les faltan camas. Así que no quiero verte en la casa.

. - vale, como quieras. ¿Puedo coger algunas películas de tu videoclub privado?

. - coge las que quieras.

. - ¿la otra casa tiene reproductor?

. - pues no, no lo tiene.

. - entonces me llevo también el que está aquí.

. - vale, haz lo que te dé la gana, pero desaparece de ahí, coge también algo de comida para hoy. Vale, corto.

. - okey, nos vemos.

Colgué y salí del bazar.

. - joder, sí que has tardado en pagar, tienes detrás una cola de autos.

. - que se jodan. Otras veces tengo yo que esperar. Tuve que hacer una llamada, eso es todo. ¿Nos vamos al banco, entonces?

. - sí, vayamos.

Conduje hasta la sucursal de su banco. Una vez allí esperé a que me diera el bebé.

. - es mejor que vayas tú.

. - no, vete tú. Es tu banco y tu número secreto.

. - te doy el número y la tarjeta.

. - ¿confías en mi para darme el pin?

. - si no confiara no te hubiera dejado darme una mamada, ¿no te parece?

. - como quieras. Dame la tarjeta y el pin entonces.

. - es el 1, 2, 3, 4.

. - pero mujer, ese no se pone nunca. Es fácil de que te la cojan y te dejen limpia. Te la cambiaré por la fecha actual, ¿te parece bien? Así solo tienes que recordar el día que nació tu hijo.

. - vale, me gusta. Hazlo así.

Salí y entré en la sucursal. Había cuatro cajeros y dos estaban ocupados. Cuando salí de allí, había sacado casi todo el dinero y cambiado la clave.

. - aquí tienes la tarjeta y el dinero. Dejé un remanente, es por las comisiones que estos cabrones te cobran sin decirte nada. Si no tienes un duro, se te pone en rojo la cuenta y te cobran más intereses aún. Lo dicho, unos mamones de cuidado.

. - sabes mucho de muchas cosas, Salvador. Eso me gusta.

. - y a mí, no te jode –sonreí-.

Arranqué y nos dirigimos al centro comercial cercano, otro diferente al que fuimos la otra vez, pero de igual tamaño, pero de diferente dueño, éstos eran vascos.

Cogimos un carro grande y directamente nos pusimos a coger cosas de bebé. Vaya negocio el de los críos recién nacidos. Y caro, muy caro todo lo de los bebés. Entre más pequeños eran los artículos, más caros lo eran también.

Salimos cargados de material. Joder con los bebés de los cojones. Si nos habíamos dejado la paga de Pepita y parte de la mía.

Ya en el coche, pusimos al bebé en una canastilla de espaldas en el asiento trasero, con su madre al lado.

. - gracias de nuevo, Salvador. Sin ti no sé cómo hubiera pasado todo esto. Te recompensaré, no sé cómo, pero lo haré.

. - no te preocupes ahora por eso. Os tengo una sorpresa en casa.

. - ¿sí?, ¿qué es?

. - ya la verás. Paciencia. ¿Te has puesto el cinturón?

. - si.

. - y el niño, ¿va seguro?

. - sí, muy seguro. Gracias de nuevo.

. - serás pesada. Nos vamos.

Conduje con cuidado y alevosía. Ya en el garaje me costó la leche meter todo en el ascensor. No pude. Al final tuve que dejar parte para un segundo viaje. Subimos y mientras frenaba la puerta con el carro de cuatro ruedas del bebé, le abrí la puerta y la dejé entrar. Luego recogí las cosas y las metí en la casa.

Volví a por el resto y cuando todo estuvo de puertas adentro, asomó Alberto las narices, haciéndome señas. Tuve que ir a ver que quería este cabronazo que no sabía ser discreto.

Entré un metro y le espeté.

. - ¿qué te dije de discreción, mamonazo?

. - solo quería besarte, lo siento.

. - joder, Alberto. Que está ahí al lado.

. - pues bésame y ponme los cuernos con ella –dijo como si estuviera enfadado y poniendo morritos-.

Claro que le besé y re-besé. Casi me lo como a besos. Tanto, que hasta me agaché una vez sacada la pinga del chico. Me la comí y comí hasta que explotó en mi boca. Luego me saqué la mía y el chico me la comió hasta hacerme explotar también a mí. Una nueva comida de boca y tuve que separarme por cojones, pues Pepita había encontrado el regalo y la oía gritar de alegría-.

. - sé más discreto, mamonazo.

. - yo también te quiero –dijo intentando besarme de nuevo, pero yo ya no estaba ahí. Entré en casa y cerré la puerta.

. - Salvador, le has comprado una camita al bebé, Oh, gracias, gracias –dijo abrazándome y besándome los labios, hasta que se dio cuenta que se estaba extralimitando en el agradecimiento y dejó de hacerlo, pero luego siguió sonriendo- me has hecho muy feliz y al bebé seguro que también. ¿Pero por qué lo has puesto en tu habitación?

. - porque es la más amplia y tiene un pequeño baño que puedes usar con el bebé. Yo usaré la tuya.

. - no, para nada. Dormiremos juntos, como anoche.

. - ¿estás segura?

. - claro que estoy segura. Confío en ti, -dijo y me besó de nuevo en los labios como quien no quiere la cosa- hoy voy yo a prepararte la comida. Dijiste que te gustaban las lentejas, pues a mí me salen divinamente-.

. - tu procura no echarle muchos potingues, sobre todo cebolla pequeñita, échala bien grande, que la odio.

. - la haré como a ti te guste. Te lo debo por lo que estás haciendo por mí y por David.

. - también lo hago por mí. Egoísmo puro. Me gusta tener alguien en casa con quien poder hablar y discutir. Mierda, ya empieza otra vez la lluvia y aun es mediodía.

. - ahora no tengo tanto miedo estando contigo.

. - es que no debes temer tanto a los rayos y a los truenos. Las casas modernas son más seguras que nunca.

. - aun así…, bueno, voy a hacer las lentejas.

. - no te olvides echarle cilantro, le da un sabor que no veas.

. - también le echaré cilantro, no te preocupes.

. - voy a darme una ducha.

. - vale.

Una ducha y me quedé como nuevo. Con bata, me llegué a mi dormitorio. Allí estaba David durmiendo como un bendito en la canastilla encima de la cama. La verdad era que era feo de cojones, pero supongo que para su madre sería el mismo Adonis.

Me saqué de encima la bata para cambiarme. En ese momento entró Pepita y claro, esta vez me cogió en pelotas ella.

. - uy, lo siento –dijo mirando hacia otro lado- vine a ver como andaba David-.

. - mujer, no te preocupes. Yo te vi a ti desnuda en el baño, es justo que tú me veas a mí. No tengas problema. El niño está durmiendo como un bendito –dije sentándome en la cama y colocándome los calzoncillos. Aun así, Pepi le echó un vistazo.

. - te dejo para que sigas vistiéndote.

. - gracias.

Se fue colorada y con una sonrisa en los labios. Una vez en la cocina y al pelar las papas casi se saja un dedo al estar pensando en cierta parte que me había visto. Se obligó a dejar de pensar en ello o se quedaba sin dedos.

Una vez vestido me pasé por la cocina.

. - Pepi, salgo un momento.

. - ¿con la que está cayendo?

. - me llevaré el paraguas. Además, hasta esta noche no viene la gorda. Estaré en una media hora más o menos.

. - como quieras, pero no tienes que avisarme si sales o no sales, es tu casa.

. - lo sé, pero así me gusta hacerlo. ¿Te molesta?

. - no, al contrario, me halaga. Me haces parecerme a la mujer de la casa.

. - es que lo eres. Si no, no estarías en la cocina preparando la comida de ambos.

. - ya sabes que no es lo mismo.

. - quiero pensar que sí. Bueno, me voy entonces.

Cogí el paraguas y salí, no hacia la calle, sino hacia la vivienda donde estaba Alberto. Abrí la puerta y allí estaba con la polla en la mano viendo una de mis películas porno.

. - joder, vaya susto me has dado –dijo levantándose y yendo hacia mí. Nos besamos los labios. Él quería más, pero lo aparté.

. - ¿cómo estás de comida?

. - te cogí latas y alguna fruta.

. - estamos haciendo lentejas, ¿te traigo un plato después?

. - ¿lentejas?, quita pa’llá . Las odio, lo mismo que todo tipo de potajes.

. - como quieras. ¿Qué estás viendo?

. - una de porno. El tío se folla a todos los animales del corral. No veas como la tiene el caballo y cuanta leche suelta el muy cabrón.

. - sí, ya la vi. ¿Qué haces con la polla fuera?

. - la película me puso caliente de nuevo.

. - joder, si hace nada te la mamé y me la mamaste. Yo aún estoy en recuperación.

. - debe ser la edad, pues yo estoy de nuevo completo. ¿Te la sirvo en tu culo?

. - no digo que no, siempre es de agradecer.

Me saqué los pantalones y me senté en el sofá. Alberto se metió entre mis piernas y con un morreo previo, se la mamé unos segundos, para luego metérmela hasta el tronco.

. - cómo me gusta follarte, Salvador.

. - y a mí que me folles, carajo. No te corras en mi culo, la quiero en mi boca.

. - descuida, pero déjame disfrutar primero.

. - disfrutamos ambos, así que tarda todo lo que puedas.

Los gemidos de ambos duraron bastante hasta que Alberto se vio abocado a correrse, aunque no quisiera. Me la sacó y directamente, me tragué su polla. La leche corrió de su polla a mi garganta, para después mantener su polla y mamársela hasta escurrirle bien si miembro, una polla que no se cansaba de fabricar leche a destajo.

. - joder, me has dejado seco, ¿te puedo llamar “ mi amor ”, Salvador?

. - mejor no, no se te vaya a escapar sin querer, llámame Salvador a secas y listo.

. - como quieras, Salvador. Me gustas, me gustas un montón.

. - me alegro de que te guste. Oye, ¿por qué me elegiste a mí en aquel callejón?

. - vi a un tío guapo y me la saqué, rápidamente. Quería comer y de paso…, que me la mamaran.

. - si me entero de que vuelves a hacerlo, ya no tendrás cobijo en mi casa y mucho menos, en mi culo, eso te lo juro.

. - ya te dije que no lo haría más y lo voy a cumplir. Déjame mamarte la polla, se te está poniendo morcillona.

. - no, déjamela como está. Voy al baño a limpiarme el culo y tú vente también para que te limpies el rabo.

. - pero si me lavé después de lo de antes.

. - y cada vez que follemos y eso no es si quieres o no, es obligatorio. Una cosa que odio es la hediondez de las personas. ¿Dónde crees que la has tenida metido hace un minuto?, en mi culo y los culos no huelen precisamente bien, así que, hala, a ducharse, joder.

. - vale, vale. Lo haré, pero no te pongas así.

. - me pongo así porque me ponéis enfermo los guarros. Antiguamente se duchaban cuando llovía, pero no estamos en esos tiempos.

. - lo sé, pero déjame darte una mamadita. Te prometo que no haré que te corras.

. - vale, adelante entonces.

Alberto se arrodilló entre mis piernas. Lo primero fue comerme el ojete e ir subiendo para comerse los huevos y luego la polla. Una polla que estaba ya en todo su apogeo viril.

Le dio unas cuantas mamadas que casi me vuelven loco. Tuve que separarlo o me corro en su boca.

. - vale ya Alberto o me corro.

Se salió de inmediato.

. - cómo me gusta comerte la polla. Tanto, como darte por culo.

Me levanté y fui hacia el baño. Alberto me siguió. Allí me desnudó del todo y me metí en la ducha. Alberto hizo lo propio. El agua recorrió nuestros cuerpos. Alberto fue quien me metió mano bien adentro para limpiarme con el champú. Yo le lavé la polla. Una vez la ducha completa, salimos y nos vestimos de nuevo.

Vestidos ambos, nos sentamos frente al televisor y la película porno.

Ni pude, ni quise dejar de darme el lote bucal con Alberto. Nuestras bocas no se separaron en diez minutos y es que me gustaba besar aquella boca y él la mía, sin duda.

Al final se recostó sobre mi pecho mientras terminábamos de ver la peli porno.

Cuando terminó la película, Alberto puso otra porno. Miré el reloj, ya había pasado la media hora de largo.

. - te dejo, ya deben estar las lentejas.

. - déjame darte otra mamadita, please.

. - déjate de más mamaditas. Aprende a hacerte auto-mamadas y si no sabes lo que es, búscalo en internet. Si yo tuviera la flexibilidad que tienen alguno, estaría siempre auto-mamándome la polla, pero como no lo soy…

Me levanté y cogí el paraguas. Me acerqué a una de las ventanas y la abrí. Saqué el paraguas fuera y lo mojé bien mojado. Luego lo escurrí y me dirigí hacia la puerta. Le hice un guiño con el ojo derecho a Alberto que entendió a la segunda y sonrió el muy majadero.

No me fui del apartamento sin darnos un último morreo morrocotudo. Luego salí y me llegué hasta la puerta de casa.

(Parte 10 de 16)

FIN