Medio golfa (2)

No solo lo volvi a ver, sino que lo dejé penetrarme y encima me saco la confesión de mi primera vez.

Pues bien, como les prometí aquí esta la continuación de las cosas que viví mientras anduve con Javier. Quiero agradecerles mucho a todos los que me han escrito feicitándome, en verdad me dan ánimos para seguir relatando mi historia.

Pues después de aquella primera vez que nos vimos pasaron cuatro dias sin tener noticias e él. Hasta que al 1uinto dia sonó el teléfono de mi casa, mi mama contestó y escuche el grito de: "Susana, es para ti". Creía que sería mi novio o alguna amiga de la escuela, y casi se me sale el corazón cuando contesté:

-¿Bueno?- y escuché del otro lado

  • Hola coñito, como amaneciste.-

-Hola- le respondí sin animarme a decir nada mas por temor a que mi mamá sospechara algo.

  • Oye quiero verte de nuevo, te invito a comer mañana-

-Esta bien- le respondí. Ahí estaba yo otra vez! Actuando como una imbécil, pero en fin, honestamente debo decir que había estado pensando mucho en el en esos dias, no solo en lo que habíamos hecho sexualmente, había algo de él que me atraía mucho y me hacía sentir despierta.

Al dia siguiente fuimos a comer a un restaurante, él se portó muy lindo conmigo, platicamos muchísimo, me contó de su trabajo, de sus aspiraciones y sobre todo ablamos mcho de su niña, me enseñó fotos y parecía ser una chica muy agradable de 6 años, no sé porqué pero durante esa plática me imaginé por momentos viviendo con Javier y siendo la madre sustituta de su niña, preparándoles la comida, paseando juntos; sonará muy estúpido pero creo que comencé a enamorarme de él.

En aquella cita no hubo ninguna insinuación sexual de ningún tipo, él fue muy agradable y atento y terminó por convencerme de que quizá iba enserio conmigo.

Fue por ello que, dos dias después, cuando me llamó de nuevo para invitarme a comer, no lo dudé y acepté de nuevo encantada, recuerdo que me pidió que me arreglara porque ibamos a ir a bailar después, incluso aquel dia falté a la escuela para que pudieramos tener mas tiempo juntos. Ecuerdo que me puse muy bella par la ocasión, pero sobre todo sexy, quería esforzarme por hacerlo olvidar a su esposa y dejara por mi. Me arreglé con zapatillas, una faldita y una blusa de licra muy ajustada que resaltaba bastante mis senos.

El me recogió en su auto a unas cuadras de mi casa, durante el camino hablamos mucho como siempre de cómo le iba en su trabajo y a mi en la escuela, y aunque iba distraída en la conversación no pude evitar darme cuenta de que esta vez no me llevaba a una zona comercial sino que estabamos en la Avenida Tlalpan (para quienes no lo sepan es una avenida que se distingue por estar llena de hoteles y prostitutas) sin decir nada se metió en el estacionamiento de un hotel bastante pequeño y a juzgar por la mala pinta, bastante barato. Yestaba bastante extrañada y comencé a sentir una punzada en la boca del estomago pues ya maginaba lo que estaba a punto de pasar.

Cuando el auto se detuvo me ordenó que me bajara, me tomó de la mano y caminamos juntos hacia la recepción del hotelucho.

-Un cuarto- le dijo al viejo que atendía el lugar. El tipo se me quedó mirando con mucho morbo y un tanto sorprendido, supongo que por mi edad, yo no podía soportar a vergüenza y miraba para todos lados tratando de disimular.

  • ¿El cuarto es para desocupar mañana o para dejarlo hoy mismo? – Que pena! Era bastane obio que aquel hotelucho estaba lleno de pareas que iban a quitarse las ganas, me pregunté si Javier habría llevado ahí a otras chicas antes de mi.

-Pues déjeme ver…- Dijo Javier fingiendo que lo pensaba, volteó a verme y me barrió de arriba abajo con los ojos, yo estaba que me moría de pena y permanecía de pie con las manos cruzadas por enfrente.

  • Para dejarlo hoy mismo, solo la voy a usar unas 3 o 4 horas después es toda suya… la habitaron, claro-

Disculpe- recuerdo que dijo el anciano - ¿la joven tiene dentificación?, no quiero tener problemas, ya sabe…-

Javier volteó a verme y me preguntó:

-Coñito, ¿traes identificación? –

Aquello ya era mucho, sin atreverme a levantar la mirada busqué con los dedos nerviosos mi credencial de elector y se a estiré a Javier. Él se la enseño al encargado y después del dijo:

-¿Vende condondes?-

-Sí-

-Deme cinco-

Y después, volteando a verme, me comentó:

-Si hacen falta al rato bajas por mas ¿no? –

Aquello era en verdad increíble, yo sólo asentí con la cabeza deseando que de una vez por todas nos fuéramos de ahí.

El tomó las llaves, me tomó de la mano y me condujo a la habitación, yo podía sentir aún la mirada del anciano hurgando morbosamente en cada centímetro de m cuerpo mientras caminábamos por el pasillo.

Cuando entramos al cuarto l pregunté de inmediato:

-¿Qué crees que estas haciendo?-

-Nada, trayendote a un hotel para cogerte, no me digas que es la primea vez que pisas un hotel, beba –

-Pues sí, si lo es-

-Huy! Y yo que te traje al mas barato para que te sintieras mas a gusto, creí que estabas acostumbrada a estos-

-Jódete!- le contesté con mucha rabia.

  • Tu eres la única que va a ser jodida aquí mi amor – y diciendo eso arrojó los condones a la basura y comenzó a desvestirse.

-¿Qué estás haciendo? – le pregunté horrorizada

-Mira cabroncita – me dijo con un tono de verdadero fastidio- Empieza a desvestirte a la de tres o te parto la madre mi amor-

No sabía realmente que hacer, miré hacia la puerta con la clara intención de salir de ahí, pero Javier adivinó mis intenciones y se avalanzó sobre mi, comenzó a besarme muy apaionadamente y a meterme mano por debajo de la ropa, yo por momentos me resistía y por momentos lo dejaba hacer, él me gustaba mucho pero no entendía porque tenía que tratarme asi, y mas delante de la gente, y menos podía entender porqué yo se lo permitía.

Mientras me quitaba la blusa y bajaba a medias mi falda me decía:

-Hoy la vas a tener para ti solita, Susy, y por ningún motivo te vas a salvar de darme tu coño-

Diciendo eso me arrojó a la cama terminando de quitarme la falda me removió las braguitas y se sacó el miembro. Estaba durísimo y muy hinchado, me pareció mucho mas grande que la última vez que lo había visto, comencé a sentir muchos nervios, ya no me quedaba ninguna duda: aquella tarde iba a ser penetrada no había poder humano que lo impidiera, pero lo que en verdad en aterró fe ver como se montaba en mi y comenzaba a acomodarse en la entrada de mi rajada… sin condon!

-¡Esperate!- le dije casi como una súplica- ponte un condón-

-No seas estúpida, los condones los compré de broma-

-Por favor..- le repetí, entonces él me silenció con una bofetada suave.

-Ya callate mami… además, el que se arriesga soy yo, quien sabe cuantas vergas ya habrán estado aquí adentro antes-

Y sin mas preámbulos se dispuso a poseerme inmediatamente; me la clavó rudamente sin molestarse en acomodarla, recuerdo que fue una penetración casi brutal, la primera de nuestra relación, todo lo que hizo fue tocar los bordes de mi cavidad para separar los labios antes de sumergirme su monstruosa virilidad.

Los ojos se me abrieron como platos cuando aquella verga se hundió profundamente y de golpe, sentí cómo mi vagina se estiró esistiéndose a aquel sorprendente grosor y tamaño. Quise suprimir un grito mordiéndole el labo inferior y todo lo que escapó de mi garganta fue un agudo gemido que creo que debió escucharse hasta la recepción, en ese momento aqruee la espalda y abrí aún mas los muslos por miedo a que mi sexo fuera incapaz de tragarse aquel pene. Javier me la metía cada vez mas hondo mientras yo continuaba mordiénole el labio y tragando en seco al sentir aquel dulce dolor del nacimiento de ese tronco frotándose contra mi pubis. Todo lo que creía saber acerca del sexo se esfumó esa tarde, muy tarde me di cuenta de que mi edad y mis pocas experiencias eran claramente insuficientes para responderle a aquel hombre como lo que el buscaba en mi: Una verdadera hembra.

Ahí estaba yo, clava como mariposa a un alfiler, Javier se deleitaba con los gemidos que escapaban de mi garaganta y con la forma en que yo trataba inútilmente de acallarme a mí misma.

Cuéntame una cosa zorra: ¿Cuántos años tenías cuando te desvirgaron?-

Aquellas palabras me llegaban muy a lo lejos, me costaba mucho trabajo responder algo, toda mi concentración estaba puesta en el punzante dolor que tenía en medio de las piernas.

-¡Contesta!- me dijo dandome un ligero empellón con su macana que me hizo volver a la realidad de golpe.

  • Ca…catorce- le respondí arrepintiéndome casi en el acto, pero el dolor sencillamente no me dejaba tratar de inventar otra respuesta.

Javier hizo una pausa para acomodarse y ajustar su descomunal miembro mientras su ojos frios y penetrantes se fijaron en mis asombradas y dilatadas pupilas. Con sus manos rozó mi rostro y las bajó hasta posarlas en mis senos agitados por la entrecortada respiración.

Que joven, osea que desde niña has sido bien puta ¿no?-

No pude responder nada, comencé a retorcerme y revolcarme cuando él tomó mis inflamados pezones y los pellizcó casi con crueldad. Por pura inercia recuerdo que reaccioné apretando las paredes de mi conejito en torno a aquel rígido invasor. Ya no estaba controlando mi propio cuerpo, era muy claro que él sabía como obtener todo lo que quería de mi.

Javier comenzó a besarme el cuello y me decía al oido:

Que rico hoyito tienes, la aprietas bien rico…escuincla caliente… putita de quinta…-

Y mientras me ofendía con todas aquellas palabras su cañón se enterraba en los rincones mas lejanos de mi intimidad, jamás creí que un pene pudiera llegar tan hondo, por momentos temía que me fuera a razgar, no sé si era mi imaginación pero cuando comenzó a bombear creo que la sentía golpeandome la bolsa del estómago.

-Dime… como te… desvirgaron… ¿eh? – me decía acompañando cada embestida con una de esas palabras. Yo no estaba con humor de hablar de nada, mi mundo se había reducido a aquel órgano poseyendome y el chirrido de la sucia y húmeda cama acompañando cada embestida como un mecánico recordatorio de lo que estaba ocurriendo. Pero a él le encantaba hacerme hablar mientras me jodía, me sujetaba de los cabellos y me hacía volver en mí con un par de ligeras cachetadas.

-Dime!-

Para entonces mis músculos vaginales se habían puesto en movimiento instintivamente, contrayéndose y dilatándose, trabajando alrededor de aquel tolete sin que yo tuviera que mover las caderas. Al principio habia temido que la estrechéz de mi sexo fuera a causarme aún mas molestias o fuera un obstáculo inconveniente que causara la ira de ese hombre, pero muy al contrario de lo que yo había temido aquello se estaba convirtiendo en una ventaja, mi vagina masajeaba y exprimía aquel tronco mientras yo permanecía inmóvil. No era necesario mover mi cuerpo pues él parecía estar gozando de lo lindo, sin embargo sus ojos seguían muy clavados en mí amenazadoramente, pues aún esperaba una respuesta:

-Fue..en la… secun…- Comencé a decir haciendo realmente un esfuerzo por concentrarme en aquel recuerdo tan íntimo a la vez que estaba siendo penetrada con tal energía.

-¿Qué mas?...seguro… se las diste…ahhh!... al conserje ¿no?-

-No… me lo hizo… mi padrastro…- "¡Estupida!, ¡estupida! ¡estupida!" me dije.

Aquella confesión hizo que él detuviera sus embestidas por unos segundos, yo estaba arrepentidísima pues jamás en mi vida le habia contado eso a nadie, pero la situación sencillamente no me dejaba pensar en una mentira que inventar, estaba roja de vergüenza a más no poder, desvié la mirada de aquellos ojos penetrantes y giré la cabeza mientras sentía como el pistoneo sobre mi se reanudaba.

-Cuentame bien… todo… buscona…-

Mientras me bombeaba comence a relatarle con palabras entrecortadas y la voz quebradiza.

Había sido n mi propia casa. Yo acababa de cumplir los 14 y mi mama tenía ya seis meses de andar con ese tipo cuando lo llevo a vivir a nuestra casa.

Al principio todo era muy normal entre los tres. A noche que ocurrió eran casi las 12 de la noche cuando un ruido muy leve y constante me despertó. Eran unos débiles gemidos que venían del cuarto de mi madre. Me quedé impactada pues sabía que era lo que estaba pasando, pero jamás hasta ese dia se me había ocurrido pensar que mi madre practicara el acto sexual, ingenuidad de la edad supongo.

Después de varios minutos los gemidos sesaron, esuche cuchicheos entre mi madre y s novio y después oí como se abrió la puerta de su cuarto y los pesados pasos de aquel hombre caminando por el pasillo camino al baño. Pero súbitamente los pasos se detuvieron. Para mi increíble sorpresa la puerta de mi cuarto se entreabrió y alcancé a ver la amplia sombra de aquel hombre en frente de mi cama, pudo darse cuenta de que yo estaba despierta y entró a hurtadillas a mi cuarto, la sorpresa y el miedo se apoderaron de mi y me quedé de una pieza mientras el se metía rápidamente en mis cobijas acostándose muy cerquita de mi, sení nítdamente su virilidad aún tiesa y mojada buscando mi cuerpo, mi corazón latía muy rápido, el me tomo suavemente del cabello y me susurró que si había escuchado todo, yo le contesté que no con la cabeza pero el, sin hacer caso, me dijo:

-Es normal entre la gente que se quiere… tambien te quiero mucho a ti Susanita-

Se encaramó sobre mi y me bajó las panties

Súbitamente volví a la realidad, a aquel cuarto maloliente, a aquel colchón chirriante y a la intensa embestida que estaba recibiendo. Una oleada de calor incontenible en medio de las piernas me habia traído a la realidad de nuevo…"¡Maldita sea!" pensé: "no puedo tener un orgasmo, no aquí… no con él". Yo estaba totalmente abierta e indefensa cuando Javier me tomó por las piernas y me las levantó hasta que mis tobillos estuvieron a la altura de mi para entonces sudoroso rostro. Podía sentir su virilidad hinchada al máxim, era evidente que mi confesión lo había excitado mucho.

-¿Y te la metió? –

-…Sí…-

-¿Rico?-

-¡No!...era mi padrastro…-

-Pinche chamaquita incestusosa…ahhh mami!... mueve las caderas un poco… guarra…-

Le seguí contando como mi padrastro se había metido en mi sin mucha dificultad, pues su riata estaba previamente húmeda con lo que supongo eran los fluidos de mi propia madre; aunque recuerdo que el dolor fue punzante y me hizo llorar no duró por mucho tiempo, pues mi padrastro temía mucho que mi madre se levantara y nos encontrara ahí en plena cópula, así que después de una docena de vergazos se salió de mi y mientras buscaba sus calzones me advertía que jamás dijera una sola palabra de aquello.

No fue la última vez.

Me poseyó al menos unas 6 veces más, a veces en mi cuarto como aquella noche, despertandome después de las 12 para que le abriera las piernas, en alguna ocasión en la parte trasera de la casa mientras yo tendía la ropa

-Ahhh coñito!.... - musitaba Javier- … te ves tan linda… con la verga dentro…-

Yo ya estaba muy próxima a venirme, a pesar de los sollozos que me provocaba tanto el recuerdo como su hinchado miembro dilatándome el conducto vaginal, logré sobreponerme al dolor e instintivamente ajustarme a las embestidas de mi conquistador moviéndo las caderas al compás de cada embestida y buscando aquel orgasmo que se anunciaba como el mas grande de mi vida. Fue entonces cuando Javier detuvo su ataque súbitamente y clavó sus dominantes ojos verdes en mis ojos.

-¿Qué fue eso?- preguntó molesto. Yo no sabía de que estaba hablando, me quedé de una pieza.

-¿Qué?-

-No te hagas pendeja – Me dijo tomándo mi rostro con su mano y apretándome las mejillas hasta deformar mis labios en una mueca de puchero.- ¿Te ibas a venir, verdad puta?-

Entonces me tomó del cabello y mirándome fijamente me dijo:

-Tu no tienes derecho de venirte hasta que yo te de permiso golfa, si tienes un orgasmo sin mi permiso vete olvidando de esta linda carita de angel, porque te mando al hospital, oiste mamona?-

No tuve voz para responder, solo pude asentir con la cabeza. Era claro que hablaba muy en serio y no me atrevía a desafiarlo para nada.

Entonces él continuó ensartándome cada vez con mayor velocidad y profundidad. Yo lloriqueaba y gemía sin podermelo impedir mientras sentía con angustia como mis jugos iban inundando mi cavidad, me mordía el labio luchando por contener ese delicioso orgasmo que gritaba por salir, trataba de cocentrarme en la escuela, en aquel techo lleno de manchas, en cualquier cosa que no fuera él y su órgano poseyéndome sin control.

Asi pasó mucho tiempo. Él no se venía y yo comenzaba a temer que aquel demonio de lujuria no tuviera orgasmos y llegué a pensar que iba a estar jodiéndome la noche entera. Sin embargo, de un momento a otro, Javier me agarró firmemente del cabello y arqueando su ancha espalda se hundió por última vez en mi, tan profundo que pude sentir un latido recorriéndome la columna vertebral, él se quedó completamente quieto y de improviso chorros espesos de leche comenzaron a chocar contra mi útero desencadenando de nuevo en mi un incontrolable calor que me nacía en el vientre, no sé de donde saqué el aire para reguntarle con un hilo de voz:

-¿Me puedo venir yo también?-

-¡Si chinga!- Me respondió con furia, quizá por haberlo distraido mientras eyaculanaba. Sin embargo su respuesta ya no era necesaria, apenas acababa yo de preguntar mi cuerpo estalló en un salvaje y tumultuoso orgasmo. Confieso que por primera vez en mi vida alcancé las estrellas, estaba exhausta y mareada cuando, unos instantes después, recobré aterrada el conocimiento… ¡él estaba eyaculando dentro de mi sin condón! Por supuesto que yo estaba fértil y en plena edad… maldita sea!

Pero sencillamente no habia nada que hacer entonces, me estaba regalando su semilla en inmensas cantidades muy dentro de mi intimidad, jamás creí que un hombre pudiera venirse en esa forma. Cuando al final se salió de mi se tumbó a un lado de la cama, y luego de recobrar el aliento me dijo:

Vete por un condón aquí al mostrador del hotel-

Pero…-

¡Ve Susana!-

Aquello era verdaderamente increíble. Apenas tuve fuerzas para abandonar la cama y ponerme encima la blusa y la falda; estaba tan mareada que caminaba con dificultad y al poner los pies en el suelo me di cuenta de que mi pélvis estaba muy adolorida por tantas horas de intenso bombeo, así que me vi forzada a caminar lento y con las piernas un poco abiertas, era imposible que la gente no notara lo que yo acababa de hacer.

Tan rápido como pude fui al mostrador donde el viejo miraba la televisión.

-Déme un condón por favor- Le dije muriéndome de vergüenza, el anciano me miraba de arriba abajo con descarado morbo y deleite, apenas lo puso encima del mostrador lo tomé y le deje ahí el dinero sin esperar cambio.

Cuando regresé a la habitación Javier ya estaba de pie y poniéndose los pantalones, cosa que me extrañó muchísimo, aunque a la vez me alivió pues ya teníamos mas de 4 horas ahí metidos y yo necesitaba llegar a casa.

-Espérame- Le pedí- déjame bañarme antes-

-No, asi vámonos, tengo que hacer unas cosas urgentes…ah! Y otra cosa- dijo, y se dio vuelta caminando hacia mi. – Si acaso llegas a quedar panzona ni se te ocurra venir a llorarme a mi, ¿entiendes?. Si quedas embarazada es tu problema y tu verás como lo arreglas. Yo no soy el único que te echa la leche dentro, de seguro el puto de tu novio también te llena el hoyo de semen en el asiento de atrás de su coche y tu encantada de la vida.-

-¡Eso no es cierto!- le contesté con coraje y las lágrimas a punto de escurrirseme.

-Pues a mi no me consta, asi de fácil como me abriste las piernas a mi… o a tu padrastro, se las has de abrir a otros.-

Y sin agregar nada mas tomó el resto de mis cosas, prácticamente me las aventó en el pecho para que yo las sujetara, y tomándome de la muñeca me sacó del cuarto y me condujo de nuevo al auto. Yo iba detrás de él casi dando zancadas para seguirle el paso; me molestó muchísimo que cuando me abrió la puerta del copiloto colocó unas servilletas en el asiento, evidentemente para que yo no fuera a mancharle la tapicería derramando la basura que él mismo me había echado. Pero peor aún fue cuando, apenas habiendo avanzado un par de cuadras, detuvo el auto súbitamente junto a la entrada del metro y se estiró para abrirme la puerta.

-¿Qué estas haciendo?- Le pregunté en el colmo de la ingenuidad- ¿No vas a dejarme en mi casa?-

-No puedo beba, tengo que pasar a otro lado, luego nos hablamos ¿si?-

Sin poder hacer nada me bajé del auto y lo vi alearse a toda velocidad y dejarme ahí, con el cabello medio enmarañado, la ropa mal acomodada y lo peor, un espeso hilo de semen que claramente comenzaba a resbalar perezoso por mis muslos. Sentí mucha vergüenza, coraje… y una mezcla de excitación y entrega total también.

Apreté lo mas que pude las piernas y caminé hacia el metro pues no llevaba dinero para un taxi, sólo esperaba que el olor a sexo no fuera tan intenso en mi como para pasar desapercibida en el vagón.

Bien, espero que les haya gustado mi historia, algunas veces no es tan facil contarla, pero la verdad es que tampoco fue tan desagradable vivirla. Si quieren hacerme comentarios pueden escribir a sussy_ment86@hotmail.com

Besos!