Medidas drásticas

La situación era ya insostenible. La orden era clara y sencilla, pero la perra la incumplía con demasiada facilidad.

La situación era ya insostenible. La orden era clara y sencilla, pero la perra la incumplía con demasiada facilidad ¿Tan difícil es obedecer una cosa tan sencilla como "prohibido correrte"?

Lo peor es que incluso había probado a cambiar yo, a dejar de follarla por el coño, a ver si así aprendía. Pues nada, era meterla cualquier cosa por el culo o el coño y tardaba segundos en correrse. No podía disimularlo, aunque lo intentó un par de veces y pronto descubrió que era mala idea. Eso si, cada vez que se corría sabía que había cometido una grave falta y se arrepentía profundamente, llorando desconsoladamente.

Así no íbamos a ningún sitio, así que fui subiendo el nivel de los castigos. En contra de lo que suelo hacer, le anunciaba por adelantado cual sería su castigo por correrse sin mi permiso. Así, pronto pasé de los castigos corporales (principalmente azotes y látigo) a corto plazo a castigos de mayor duración, como hacerla dormir atada en una incómoda postura o en el maletero del coche. Inútil.

Pasé entonces a las humillaciones: exhibirla en cam (se corrió mientras la follaba delante de la cam), hacerla llevar ropa humillante en público. Igual de inútil.

El caso es que el juego de subir el nivel me iba gustando y creo que a ella también. El caso es que no solo no se quejaba si no que me los agradecía, ya que sabía que era por su bien.

Como cada vez me gustaba más, comencé a plantear temas más duros: que la usasen desconocidos, tatuarse una marca de esclavitud, anillarse los pezones. La lista siguió: anillarse los labios vaginales, prostituirse, agujas...

Viendo que seguía corriéndose, llegué a plantearme abandonarla, pero preferí ir un paso más allá y plantearla el siguiente paso:

  • Perra, viendo que no mejoras, que sigues siendo la sucia puta que se corres con tocarla, solo se me ocurren dos alternativas: Una, que te pongas de pié, salgas por esa puerta y no vuelvas a verme. La segunda, que des el paso definitivo y te conviertas en mi perra 24/7 sin limites. Creo tener la solución para que dejes de correrte pero lo que no quiero es tener que ir poco a poco, así que tu eliges. Si aceptas, te quiero ver el viernes (era lunes) con una argolla en la nariz, en el tabique nasal y la cabeza rapada.

El viernes estaba puntual en mi casa. Había cumplido mis instrucciones y estaba dispuesta a ir más allá.

Las siguientes semanas fueron de papeleo, haciendo "desaparecer" a la perra de su vida anterior y preparándola para la nueva. Bueno, en realidad ella se pasó casi todo el tiempo en la jaula del sótano. Al cabo de una semanas volví a ocuparme de ella.

Lo primero fue grabarla a fuego la palabra "perra" en el culo y en el pubis. Mandé sustituir las anillas de los pezones y de los labios por unas gruesas argollas, que estiraba sus tetas y su coño hasta hacerlos grotescos. Por último, añadí a su decoración otra anilla en la lengua.

"Hasta aquí la fase de añadir cosas", le dije a la perra. "Ahora viene la de quitar" Me miró con cara de horror pero no se movió ni un milímetro de la postura en la que estaba.

Es noche la até fuerte, la amordacé bien y le avisé "Perra, a partir de esta noche no te correrás más, así que aprovecha ese orgasmo, es posible que sea el último" Mientras me miraba con una mezcla de horror y alivio, me la follé hasta que se corrió. Después, até un hilo fuerte alrededor del clítoris y estiré. Até el hilo de tal manera que el clítoris quedaba estirado varios centímetros, mientras la perra gemía y sudaba como una cerda.

Con el clítoris así de estirado, no tuve más que coge unas tijeras bien afiladas y esterilizadas y, lo más cerca del cuerpo posible, cortar de un tirón.

La perra se desmayó y para cuando se despertó unas horas después ya estaba curada y con unas gasas protegiendo la zona.

  • A partir de ahora, eres una perra sin orgasmos – le dije - ¿contenta?
  • Mucho, mi señor, mucho. Gracias por corregirme.