Médico Familiar
Derivado de una molesta enfermedad, tuve la experiencia sexual mas excitante de mi existencia, como lo es el incesto, y desde entonces la repito a cada oportunidad que tengo.
Médico Familiar
Por Georgina del Carmen
Soy Silvia y actualmente tengo 21 años, soy estudiante universitaria e hija única en mi familia. Mi madre es Ingeniera bióloga, catedrática universitaria en la carrera e investigadora en la materia, es nacionalmente reconocida en su campo y constantemente dicta conferencias y diplomados en todo el país. Mi padre es médico cirujano con especialidad en gastroenterología, por las mañanas atiende en un Hospital privado y por las tardes en su consultorio particular.
Nunca una enfermedad te dejara algo positivo, excepto una que hace aproximadamente un año me dio, era un principio de infección intestinal o algo así, el asunto es que tenia un gran dolor de vientre y no pude levantarme para ir a la escuela. Teniendo doctor en casa mi padre enseguida me atendió, prescribiéndome entre otras cosas unas inyecciones para el dolor, en virtud de que la presentación inyectable es la que hace más rápido efecto y me urgía que se me quitara el dolor.
Mi padre preparaba la jeringa para inyectarme y yo tomé la pose tradicional boca abajo, me levanté el camisón descubriéndome una nalga, no tuve que bajarme las pantaletas en razón de ser éstas tipo tanga y naturalmente estaban metidas entre mis nalgas por lo que no estorbaban para la aplicación del medicamento.
Sin embargo cuando mi padre se acercó a mí me levantó todo el camisón hasta la cintura poniéndome la inyección y luego sobándome en donde había sido el piquete con el consabido algodón. Al quedarme a solas recapacité en que mi padre me había visto todas las nalgas al natural por efectos del tipo de pantaletas que uso. Seguramente no era la primer vez que me las veía ya que cuando era bebe seguro lo habría hecho, pero ahora, a mi edad, era diferente.
Toda la mañana estuve pensando en ello y terminé por excitarme al imaginar que quizá a mi padre se le habrían antojado mis nalguitas y por ello me descubrió todo el trasero al inyectarme.
Recordé que hacía tiempo escuché, por casualidad, decir a mi madre por teléfono a una amiga, que mi padre tenia un miembro de colosal tamaño, en mi súbita cachondez trataba de imaginar como sería el falo de mi padre y lamenté no posar mi mirada en su entrepierna para ver si su miembro se había erectado al verme las nalgas. Entre la inyección y mi cachondez ayudaron a que el dolor pasara rápidamente.
Pero me había prescrito 4 inyecciones, así que por la noche al llegar del consultorio fue a verme para preguntar como seguía, el dolor había vuelto aunque más leve. Mi padre se preparaba para inyectarme nuevamente y tal como lo había pensado durante el día me preparé para mirarle la entrepierna en busca de su verga. Yo misma me levanté el camisón a la cintura y puse ante su vista mis nalgas devorando las pequeñas pantaletas, incluso saqué un poco la cadera para que mis glúteos se vieran mas pronunciados.
Luego del piquete me sobaba con el algodón, pero mañosamente le dije que también me sobara en el contorno ya que me dolía, mi padre dejó el algodón y con la palma de la mano me sobaba casi toda la nalga, como lo tenía pensado fijé mi vista en su entrepierna y efectivamente tenía una protuberancia no acostumbrada, de inmediato pensé que se le estaba parando la verga, que le había excitado verme las nalgas y sobarme una de ellas con toda la mano. Cuando quiso retirar su mano de mi nalga le dije que continuara ya que me seguía doliendo el piquete, en tanto yo no quitaba la mirada de su "Paquete", que me parecía crecía más.
Me puse muy cachonda y mi vulva empezaba a expeler flujo vaginal mojándome los calzoncitos, cuando por fin mi padre se retiró me tuve que dedear el clítoris para calmar un poco mi cachondez, sin embargo no dejaba de pensar en que había excitado a mi propio padre.
A la mañana siguiente me tocaba la otra inyección y la esperaba con ansiedad. Durante la noche había planeado algo mas contundente, así que le esperaba sin camisón, me había cambiado las pantaletas y me había puesto un coordinado de bikini y brassiere de media copa en color negro totalmente transparente. En cuanto mi padre entró a mi habitación sentí como me puse caliente, cuando él estaba preparando la jeringa me bajé los tirantes del brassiere para que mis tetas se vieran más y cuando mi padre se acercaba a mí, me destapé totalmente y me bajé las pantaletas a mitad de los muslos exhibiéndole mis nalgas con descaro.
Me apoyé en mis codos para darle oportunidad de verme buena parte de las chiches y procedió a inyectarme, como la vez anterior pude ver como su verga se empezó a hinchar formándosele el "paquete" bajo su pantalón, como la vez pasada le pedí que me sobara ampliamente y él obediente me frotaba toda la nalga con la palma de la mano. Se sentó en la orilla de la cama para disimular su erección con lo que podía verme mas de la mitad de mis tetas, sus ojos se alternaban para mirarme las nalgas y las chiches y yo estaba clavada viendo el "bulto" en su entrepierna. La sobada o ¿cachondeada?, duró más de cinco minutos.
Cuando mi padre se retiró tuve que masturbarme, ahora estaba segura de que mi padre se excitaba al verme semi desnuda, mi curiosidad por conocer su "colosal miembro", como dijo mi madre, iba en aumento y la cachondez me animaba a dar pasos definitivos para tal fin.
Largo se me hizo el día esperando la próxima inyección, había que tomar una acción definitiva ya que sería la última inyección. Por fin llegó la hora, le tenía una sorpresita a mi "Médico familiar". Como era de esperarse cuando llegó del consultorio fue a verme a ver si había mejorado y también a inyectarme.
Mi padre había preparado la jeringa y se dirigía a mí, en un rápido movimiento me quité las sabanas por completo quedando ante su vista totalmente encueradita, no me había puesto camisón, ni brassiere, ni pantaletas, estaba desnudita para él. Pude ver como su verga se paró como impulsada por un resorte formándole el gran "Bulto", adopté la pose anteriormente usada para que me viera las chiches ahora por completo, me inyectó y no hubo necesidad de pedirle que me sobara, él lo hacía solito, sentía en mi nalga una leve presión que antes no aplicaba, nuevamente se sentó en la cama, pero no trataba de ocultar su erección solo me miraba las chiches y su mano se extendía "sobándome" también la otra nalga. Sus caricias lascivas en mi trasero eran evidentes y yo me dejaba complacida con leves movimiento de cadera, suficiente para indicarle que me estaba encantando.
Antes de que tratara de dar por terminado el masaje, me puse de costado mostrándole con todo descaro mis tetas así como mi abultado y velludo Monte de Venus, mi padre se quedó inmóvil por unos momentos recorriendo mi desnudez y haciendo prolongadas pausas en mis tetas y en mi peluda panocha.
-"Tómame la temperatura, me siento muy caliente"- Le dije con fingida ingenuidad y manifiesta voluptuosidad, separando un poco la pierna que quedaba encima de la otra, como si lo invitara a meter su mano entre ellas, para que comprobara lo caliente que tenia la papaya.
-"¿Te sientes caliente?"- Solo acató a decir sin hacer ningún movimiento.
-"Muy caliente papi, muy caliente"- Dije ondulando voluptuosamente mi cuerpo en la cama, pasando mi lengua por mis labios y con una mano acariciando uno de mis senos. Mas claro no podía ser, le deseaba sexualmente y él lo sabía y me deseaba con la misma lujuria que yo a él.
Mi padre se notaba indeciso, así que me tiré a fondo.
-"¿Este es el termómetro?"- Le pregunté tratando de que mi voz sonara ingenuamente, y en audaz movimiento le agarré la verga por encima del pantalón tratando de frotársela.
-"Tócame y dime si tengo fiebre"- Le dije sin soltar su verga y con la otra mano tomé una de las suyas llevándola a mi cuerpo empezando por mis senos. Mi padre se despabiló y empezó a acariciarme las tetas, su mano fue bajando lentamente a mi abdomen y a mi vientre hasta que llegó a mi velluda pelvis. Tuvo un titubeo, pero tomé su mano y la puse entre mis muslos, en mi húmeda papaya y nuevamente me empezó a acariciar buscando con su dedo medio mis labios vaginales.
-"Estas hirviendo, Chivis"- Me dijo por mi diminutivo "Chivis", ya con confianza, o más bien con cinismo, le empecé a bajar el cierre de la bragueta metiendo mi mano para palpar en directo su endurecida verga, mientras mi padre me dedeaba el clítoris y mojaba sus dedos en mi vagina con la miel que me brotaba, levanté un poco mas mi pierna para que pudiera recorrer la vulva y llegar a mi culito. Pasaba con suavidad su dedo en el contorno de mi culo y volvía a mi papaya para regresar a mi ano momentos después.
-"Déjame ver el termómetro"- Le dije mientras me manoseaba, le desabroché el cinturón, el pantalón y le saqué la vergota, mi madre tenia razón, era ¡Enorme!, mi mano se veía chiquita ante la colosal vergota de mi padre. Por la pose que guardaba tenia su enorme camote a escasos centímetros de mi boca, moría por besar aquel "monstruoso" instrumento de placer.
Ya no había por que reprimirme, acerqué mi rostro besando el glande de su sabrosa enormidad, pasaba mi lengua por la cabeza de su ricura y le daba chupetes para lo cual tenia que abrir toda mi boca, metí entre mis labios lo mas que me cabia de su tremenda macana mamándosela.
-¿"Tengo calentura Chivis?... ¿Que dice el termómetro?"- Me dijo.
-"Dice que estas tan caliente como yo... ¿Qué se hace para quitar este tipo de calentura?"- Le dije sacando momentáneamente su rico camote de mi boca, tratando de parecer ingenua de manera premeditada, aunque más bien sonaba a procacidad y cachondez.
-"Tócame toda para que veas lo caliente que estoy"- Le invitaba a manosear todo mi cuerpo, le solté la vergota y me extendí en la cama, mi padre se volcó en mí besando y lamiendo todo mi cuerpo haciendo énfasis en mis tetas, nalgas, vulva y mi culito, me tenía al borde del orgasmo.
Le sugerí que se recostara en la cama y me puse en el tradicional "69" para que me chupara la jugosa papaya y el culito, mientras yo me metía lo más que podía de su vergota en la boca y se la mamaba con vehemencia. Estabamos entregados a la lujuria, no pensábamos en ese momento que estabamos cometiendo incesto, el placer prohibido e inmoral, pero el más delicioso que pueda existir.
-"Méteme el termómetro para que se nos quite la calentura... Cógeme Dady... Haz tuyo mi cuerpo... Cógeme toda con tu enorme ricura"- Le repetía con cachondez extrema. Mi padre dejó de mamar mi vulva y se echó sobre de mí separándome las piernas, encaminó su enorme caramelote a mis labios vaginales y poco a poco me fue penetrando. Sentía que me partía en dos cuando iba entrando tamaña vergota en mi vagina, pero era mayor mi lujuria que el dolor que podía sentía.
Una vez que solo sus tremendos güevotes quedaron fuera de mi cuerpecito, me levantó las piernas juntas colocándolas en uno de sus hombros y el incontable vaivén de su colosal ricura en mi sexo no cesaba, haciéndome venir en acallado orgasmo. Aun quería más camote y le animaba con frases cachondas alusivas a lo rico que me estaba haciendo sentir un su descomunal vergota paterna.
Mi padre también estaba enloquecido de lujuria, me cambiaba de pose constantemente dándome descomunales envergadas con su formidable camote llevándome al orgasmo en cada pose. Cuando me tenía de "Perrita" me metía el dedo pulgar en mi culito alabando mi pequeño agujerito y me sacaba la vergota de mi vagina para besar mi culo y volverme a envergar la papaya deliciosamente. Varias veces intentó meter su enormidad en mi culito, pero su vergota es demasiado grande para mi apretada colita y no logró encularme ese día, sino hasta meses después luego de innumerables intentos.
Mi padre no pudo resistir mas y bruscamente sacó su monumental ricura de mi cuerpo bañando mis nalgas de esperma, aun tuve arrestos para dar medio giro y meterme la aun babeante vergota de mi padre en la boca chupándole los residuos de semen que aun le escurrían y succionándole lo que le quedaba en los conductos internos de su tremendo cetro sexual, saboreando su leche y pasándome la punta de su caramelote por mis labios como si fuese un lápiz labial.
Nos pusimos en pie y mientras mi padre se arreglaba la ropa, yo me limpiaba su abundante semen de las nalgas y me ponía un baby-doll transparente que originalmente pensaba usar para seducir a mi progenitor.
-"Que buen termómetro, me quitó lo caliente, ¿verdad?"- Le dije con todo cinismo.
-"Cuando te vuelva la fiebre me avisas, para eso son tu médico familiar"- Dijo mi padre con más cinismo aun y una tremenda carga de lascivia que me invitaba a tener calentura todos los días.
Como despedida nos besamos en la boca y él me pasaba sus manos por mis nalgas.
Nada había finalizado, por el contrario era solo el principio que había de reanudarse a la mañana siguiente y continuar hasta la actualidad.
Georgina del Carmen
Relato redactado con datos proporcionados por la ciberamiga Hairy, quien asegura son reales y autoriza su redacción y publicación, por lo que lo pongo a su consideración.