Médico de pueblo 8 (texto revisado)

Toda historia tiene un final. Federico debe hacer su elección.

Médico de pueblo 8 ( Texto revisado)

Suspiré con pesar, empezaban de nuevo las complicaciones, me sentía acosado. Montse entró en mi despacho y se paro frente a mi, tenía los ojos húmedos de las lágrimas que estaba intentando a duras penas reprimir, se acercó más y me abrazó con fuerza. No quise corresponderla, ella lo notó con pesar, sentí como sus hombros se encogían y la caricia se congelaba en su mano. Recordé las palabras de mi amada Elvira "si tienes algún sentimiento por ella, debes ayudarla, si no lo haces te sentirás culpable". ¿Culpable? Estaba claro que los dos éramos culpables. Pero que cada palo aguantase su vela. ¿Quien era de verdad Montse? Creo que ni ella misma lo sabía. ¿Debía yo hipotecar mi vida con una mujer de la que estaría desconfiando constantemente? Se que es un sentimiento perverso y egoísta, quizás ella quería realmente cambiar y yo resulté ser un hombre adecuado para ayudarla, pero que pasaba con mis deseos y con mis sentimientos, ya no tenía la ilusión de unirme a Montse. No sentía amor, solo afecto por ella. ¿Se puede vivir íntimamente con alguien en quien no confías y a la que ya no amas? Puede que otros si lo puedan soportar, por no perderlas, pero no me considero de esa clase de hombres.

  • Fede...te veo muy bien, por lo visto la vida en el campo te sigue sentando de maravilla. Te he echado mucho de menos, no sabes cuanto...aunque me duele que en estos momentos mis palabras no tengan mucho valor para ti. Tenemos que hablar los dos con tranquilidad, déjame al menos...- Intenté interrumpirla pero me tapó la boca con su mano.

  • Te debo una explicación sincera. Juré una vez, hace mucho tiempo, no volver a hablar nunca más de mi pasado, pero tú lo vas a conocer todo, por doloroso que me resulte explicártelo. Soy consciente que eso me va a acarrear aun más tu desprecio, pero siento que te lo debo. Quiero que sepas que pase lo que pase... desde que te conocí te he amado.- Me separé de ella y procuré mantener una cierta distancia. Estaba turbado, su olor, tan familiar para mi y su voz cálida y sugestiva empezaban a descentrarme de nuevo, era una maestra en el arte de la seducción.

  • No se ya que pensar de todo esto Montse, mi vida sentimental se ha vuelto un verdadero caos. ¿Quien es la copiloto pelirroja?, no me suena su cara. ¿Por que ha venido contigo?, si tanto interés tienes en que reflexionemos juntos sobre nuestra relación, creo que traerte a una tercera persona solo resta tiempo al poco que tendremos para hablar. Te recuerdo que yo estoy trabajando y no dispongo de tanto tiempo libre como me gustaría.

  • Lo se cariño, pero no podía negárselo. Se llama Margaret y es la hija de unos buenos amigos que tiene mi padre hace años, viven en Boston. Ellos fueron los que se ocuparon de nuestro acomodo y nos han ayudado mucho durante nuestra estancia allí. Mi amiga tenía enormes deseos de visitar España y cuando supo que yo tenía que volver por motivos personales, no se lo pensó dos veces, me quiso acompañar, sus padres la apoyaron con entusiasmo, la otra opción era bucear en los atolones llenos de tiburones. La verdad... en el estado que estoy ahora, reconozco que ha sido una gran compañía, un buen apoyo y consuelo. No te preocupes, es una tía de puta madre. Es bióloga marina y por lo que he escuchado, una verdadera aventurera. Ha buceado en medio mundo. Es muy sencilla y tratable. Sabe porque estoy aquí y no interferirá en nuestros asuntos.

Me las llevé a comer a la fonda. Valeria y Simona se pasaron toda la tarde bufando como dos gatas acorraladas. Con las visitantes, reconozco que fueron correctas y atentas, pero cuando me podían mirar a mí sin tapujos, su lenguaje corporal se volvía muy agresivo conmigo. Yo estaba perplejo, nunca antes las había visto perder tanto los nervios, sobre todo conmigo. Estaban muy alteradas, joder...pero si conocían de sobra la visita de Montse, yo mismo se lo había dicho el mismo día del telegrama.

  • ¿Se puede saber que os pasa a las dos...he dejado impotente a algún parroquiano sin darme cuenta y era amante vuestro? Por favor...estoy hasta las cejas de mierda en estos momentos, solo me falta que os pongáis vosotras también en mi contra.- Se lo dije a Simona mientras la cogía del brazo.

  • Fede, eres como un niño pequeño, que rabia me da a veces ver lo inocente que puedes llegar a ser, parece mentira que seas tan listo para según que cosas y tan...mejor me callo, déjame ahora, tengo trabajo, ya te lo explicaré luego. – Se soltó con algo de brusquedad y se fue gruñendo por el pasillo. Volví a reunirme con mis invitadas, cada vez estaba más nervioso.

  • Bueno Federico, debo reconocer que el interés personal de Montserrat por ti está más que justificado, tiene buen gusto la condenada. – Me quedé flipado escuchándola, hablaba el castellano con acento argentino, pero gramaticalmente era muy correcto. Supongo que mi cara de sorpresa la hizo reír.

  • Gracias por el cumplido, pero soy yo quien está disfrutando de la compañía de mujeres bonitas, por cierto, tu castellano es muy bueno Margaret.

  • Mi nombre completo es Margaret Rodríguez, mi padre es argentino y mi madre de la costa oeste. Menos mal que no me has criticado, sino... estabas perdido. – Se puso a reír con demasiado entusiasmo, el vino de Cariñena estaba comenzando a hacerle efecto y se le empezaba a trabar algo la lengua. Cuando ya íbamos por el postre, la pelirroja, con una sonrisa en la boquita que le llegaba de oreja a oreja, se dedicaba a beber con bastante ansia. Su mirada estaba ya tan vacía como la botella de vino que reposaba junto a ella

  • Margaret, guapa...vigila, este vino es fuerte y se sube con rapidez a la cabeza, sobre todo si has comido poco. Estás algo chispada, es mejor que los sorbos los acompañes con un poco de alimento. – Me miraba concentrada, como solo lo sabe hacer un borracho que intenta disimular su estado. Mientras yo le soltaba la parrafada, picoteó con los dedos, creo que más por el efecto de mi comentario que por el hambre que pudiese tener.

  • Os han preparado una habitación muy acogedora y vuestras maletas están ahora allí. Cuando queráis...podéis iros a dormir, supongo que el viaje en coche ha sido largo y cansado.

  • Para nada Fede, lo hemos hecho en cinco días y hemos aprovechado para hacer algo de turismo y conocer la gastronomía del país. Estamos bien... ¿no quieres que duerma en tu habitación? Que poco tardó en disparar a matar. Directa y sin rodeos, como siempre. Si en ese momento claudicaba, volveríamos otra vez a las andadas. Me miraba con algo de ansia esperando mi respuesta.

  • Montse, creo que es mejor que antes tengamos una larga conversación tú y yo sobre todo lo que ha estado pasando durante este tiempo. Además, no vas a dejar sola a tu amiga esta noche, creo que le está cogiendo demasiado gusto a la viticultura. La pelirroja estaba bastante ausente, empezaba a notar que su cabeza pesaba más de lo habitual y decidió aguantársela apoyada en su brazo, nos miraba a los dos con cara de sueño y fingida atención.

  • Tenemos tiempo de todo si al final somos capaces de aclararnos. Creo que es lo mejor. – Vi que no le había gustado nada mi negativa, pero al mismo tiempo intuí que no se iba a dar por vencida con tanta facilidad, menuda era Montserrat. Si la veías retroceder, es porque pensaba tomar impulso para saltar de nuevo.

Una hora más tarde me tuve que ausentar, había una urgencia en el dispensario. Un vecino había decidido dejarse parte de las nalgas pegadas en el asfalto de su calle. La mobilette quedó siniestro total, estampada contra una fuente gótica. Me dediqué a limpiarle y curarle las heridas, al piloto aficionado se le caían unas lágrimas como puños de grandes. Lo reconocí, era un capullo bebedor y mal educado que acostumbraba a tener un comportamiento poco digno con mis rumanas favoritas en particular y con cualquier mujer bonita en general. Le habían tenido que parar los pies en varias ocasiones. En una de ellas, solo mi intervención evitó que Valeria probara la resistencia del rodillo de cocina estrellándoselo contra su cráneo. Después de eso, no volvió a vérsele más por la fonda, si lo vuelve a pillar Valeria...seguro que no se escapa de unos cuantos puntos de sutura, no veas la mala leche que gastaba mi niña .Y ahora...mira por donde, aquí lo teníamos, con el culo en pompa y unas heridas que debían hacerle rabiar de dolor. Eso creía el, pero aun se podía rabiar mucho más, vaya que si, yo se lo demostraría en unos minutos. Joder...como iba a disfrutar contándoles la movida a mis amigas.

  • Procure no moverse, esto le va a escocer un poco. – El fulano me miró con cara de "estoy cagao de miedo". Dejé en la repisa el suave e indoloro Betadine, en esos momentos mi mirada era más la de un niño a punto de hacer una trastada que la de un doctor ejerciendo responsablemente su profesión. Cogí con una sonrisa perversa la tintura de yodo. Total, lo iba a desinfectar igual de bien, pero en vez de sentirse en medio de un vals, con la tintura, iba a ponerse a bailar rock duro.

Empecé a untarle el culete con entusiasmo, sin escatimar medicamento, contando mentalmente los segundos que faltaban para el inminente grito desgarrador. Na... hay que ver lo poco que aguantó el machote. Joderrr.... que berrido, estaba bien de los pulmones ...me aguanté la risa como pude mientras el energúmeno saltaba y movía el pandero como una bailarina de barra americana perseguida por una avispa. Que bueno....Intenté con todas mis fuerzas controlar mis ganas de carcajearme. Se giró con la cara arrasada por las lágrimas y no me quedó otra que justificarme.

  • Ya se lo dije...esto pica de cojones, pero desinfecta en profundidad. Es lo que hay, no haberse caído..., no me mire así, no esperará que le sople en la zona, no soy su madre. Por cierto... ahora le tengo que poner una dosis de Antitetánica. – Le zumbé un pinchazo con tal violencia que no tenía nada que envidiar a las dolorosas inyecciones que yo había recibido en mi niñez a manos del tembloroso y octogenario practicante municipal de mi pueblo. Me encogí de hombros y le puse mi mejor cara de inocente. – Es que tiene ahora mismo la zona muy sensible, seguro que ha debido notar la aguja ¿verdad?.- Pues a joderse, pensé. Le tapé el desperfecto con apósitos y le dejé con unas ganas locas de rascarse el culo.

  • Ni se le ocurra tocárselo con las manos, sus uñas infectarían las heridas, queda advertido o habrá más yodo de este.- Se lo dije con mi dedo señalando amenazadoramente el bote de tintura. – Mañana vuelva que la enfermera le hará una nueva cura. Durante diez días lo quiero de visita para ver como evoluciona, ah... procure no mojárselo – Tenía pensado meterle algunas dosis más de desinfectante y que me bailara de nuevo un rato para mi la danza del vientre.

  • Pero... ¿como voy a dormir? Doctor, esto pica de cojones.

  • Pues en mi opinión, va ha dormir bastante incómodo durante unos días, pero le recomiendo de duerma sin apoyar el trasero o va a ver las estrellas. Ya sabe que lo que pica cura...(se lo creyó y todo, vaya chorrada que acababa de decir...en fin.)

Aun me estaba riendo del culo del motorista cuando entrando en la fonda me pareció escuchar unos desacompasados acordes cantados por unas féminas lamentablemente borrachas. No hacía falta imaginarme quienes eran. Margaret estaba con los brazos cruzados y la cabeza apoyada en ellos, tarareaba un éxito de moda acompañada en el canturreo por una voluntariosa y bastante bebida Montse. Sobre la mesa del pequeño comedor una nueva botella vacía acompañaba a la primera. También vi varias copas de licor. Se habían puesto a tono. Les dije que estaba agotado y que me iba a dormir. Entré en mi dormitorio y cerré la puerta con llave. No pensaba ceder y menos follar con ella estando como estaba borracha. Me di una ducha rápida y me metí en la cama. Llevaba ya una semana donde todo el mundo se había puesto de acuerdo en no dejarme dormir más de cuatro horas seguidas. Caí rendido al momento. Me desperté de repente... alguien me estaba hablando, Montse me susurraba algo al otro lado de la puerta. Me acerqué pero no quise abrir.

  • Por favor... Montse, no. No, hasta que tomemos una decisión, no, porque volverás a hacerme caer en tus trampas, que te conozco y no, porque hasta que decida que hacer, mejor que no nos volvamos a meter en la cama. Esta vez no pienso ceder, de verdad. Vete a dormir... por favor. No me lo pongas más difícil.

  • Fede, venga, no seas tan tonto, déjame entrar...no haremos nada que no quieras pero necesito mucho estar un rato contigo...venga no seas tan cabezón. Déjame hacerte compañía. –me lo susurraba con la voz pastosa. Estaba bastante bebida. Abrí de repente la puerta y la cogí de la cintura con delicadeza pero sin intención de soltarla, le dije que estaba borracha y no era el momento adecuado para eso, yo estaba sobrio, de mal humor y muy cansado. La acompañé a pesar de sus protestas hasta su habitación. Le di un beso en la mejilla y la acosté en su cama. – Mañana hablamos....venga, duerme un poco.

Me volví a acostar de nuevo e intenté cerrar los ojos, cosa realmente difícil últimamente. Escuché el ruido de mi puerta exterior abrirse con lentitud. ¿Dios... y ahora que pasa? La cara de Simona apareció por la rendija, vio que estaba solo y entró con Valeria a la zaga. Lo que me faltaba, me incorporé, estaba claro que no me iban a dejar dormir en toda la noche, todo el mundo estaba confabulado para mantenerme despierto, me acomodé la almohada tapando mis partes, estaba muy desnudo y me senté en la cama esperando con resignación la bronca que con seguridad estaba a punto de recibir. Venían en bata de noche y zapatillas. Me dio rabia que estuvieran tan vestidas y yo tan desnudo. Simona se dirigió a la puerta principal de entrada y comprobó que estaba cerrada. Satisfecha, se sentó junto a Valeria. Me sonrieron las dos casi sincronizadamente, mala cosa, seguro que estaba a punto de caérseme el pelo. Mi cara de circunstancias seguro que las debía divertir mucho porque se estaban descojonando por lo bajito.

  • Vale...vale...venga, soy todo oídos, desembuchar lo que estáis pensando de mi, total, me lo vais a decir me guste o no. Lo de que soy tonto, ya estoy al corriente gracias a Simona, a parte de eso ¿hay alguna novedosa opinión que sea muy desagradable sobre mi persona? - Me armé de paciencia, me dijeran lo que me dijeran, no levantaría nunca la voz con ellas, las quería demasiado para imponerme de esa forma tan primitiva. Valeria con su habitual desparpajo, tomó el toro por los cuernos.

  • Fede, eres demasiado buen tío y te dejas a veces manejar como un pelele. La pécora esa, te torea todo lo que quiere y tú a penas eres capaz de mantenerte a flote sin ahogarte en sus mentiras. ¿No ves lo hipócrita que es? Mira...esto tiene que acabar, Simona y yo hemos hablado mucho sobre ti y te vamos a hacer una propuesta que no vas a poder rechazar. ¿Se lo digo yo o quieres hacerlo tu?.- Se volvió hacia Simona.

  • Fede – Simona se aclaró las ideas y continuó: - esto es una guerra y nosotros tres la vamos a ganar, te aseguro que vamos a luchar por retenerte junto a nosotras a toda costa. No me mires con esa cara de empanado que haces cuando no sabes que contestar o estás desorientado, te lo estoy diciendo muy en serio. Las dos te queremos demasiado para andarnos con tapujos y estamos dispuestas a compartirte sin limitación alguna. Yo no quiero separarme de Valeria y las dos estamos enamoradas de ti. Ya ves, las cosas que pueden pasar sin que nadie se lo proponga. Solo tu puedes alejarnos si nos rechazas, pero deseamos que eso no pase nunca ni tampoco creo que sea eso lo que tu quieras hacer. Quizás nuestra propuesta te ha dejado desconcertado pero no queremos que terceras personas se interpongan en nuestros sentimientos ni en nuestro futuro. Piénsalo todo el tiempo que necesites, pero a partir de este momento... olvídate de irte a dormir sin que te demos un buen repaso. Dile a tu mentirosa novieta que esto es lo que va a pasar cada noche a partir de ahora hasta que se marche, nos da igual si tarda años en hacerlo, y no..no nos vas a rechazar aunque te tengamos que atar...ya sabes que nos manejamos con algo de práctica. Si quiere follarte, que busque otro horario. Eso, si es que te quedan aun ganas, que sinceramente, lo dudo, te aseguro que nos vamos a emplear a fondo.- Su mirada y la de su compinche expresaban con claridad la determinación de sus deseos. Se ve que necesitaba que me apretaran las tuercas. Las dos tenían unas buenas llaves para hacérmelo.

  • Queridas y amadas mías...no se que decir. Conseguir sorprenderme ya se ha convertido en una costumbre para vosotras. Me siento feliz pero confundido, no se si estoy preparado para lo que me proponéis, es algo inusual y nuevo para mi, las relaciones a tres no creo que funcionen, aunque... de verdad, me resultaría muy doloroso separarme de vosotras. No se expresarlo mejor...tengo que pensar todo lo que me habéis dicho...joder, porque todo tiene que ser tan complicado y difícil.

Estaba aun intentando digerir una situación que, por haberla imaginado muchas veces, nunca antes la había considerado realmente en serio, hasta ahora pensaba que solo era una quimera o una fantasía erótica. Se empezaron a desnudar con naturalidad. Me gustó con que clase y gracia se desvistieron mutuamente. Cuando ya estaban con el traje de Eva al completo, se metieron en la cama, me despojaron de la almohada y se abrazaron a mí, lo hicieron con mimo, como si mi cuerpo fuera para ellas su mejor refugio.

  • Fede, estate quieto y déjanos hacerlo todo a nosotras. Esta noche te lo vas a pasar de miedo, al fin y al cabo, es en cierta forma nuestra primera noche juntos los tres. - Simona empezó a trepar por mi pecho, sus morenos y bonitos muslos se situaron sobre mi cara, estaba espatarrada encima de mi boca, mirando de frente a su amiga mientras frotaba sus labios vaginales contra los míos. Sentí intensamente su olor y su sabor con toda la fuerza con la que una hembra joven y excitada puede transmitirlos. Estaba deliciosa. Me esmeré con ganas en secarle a lengüetazos el coño, misión totalmente imposible, su capacidad de generar jugos era tan buena como la mía tragándomelos. Valeria le daba unos lametones tremendos a mi aparato, lo empujé para incrustado en la profundidades de su garganta, no se puso nerviosa, se lo tragó por voluntad propia aun más de lo que yo pretendía, me demostró que ella siempre iba siempre un paso por delante de mis deseos. Que burra era a veces, no podría aguantar mucho, demasiado buenas ya por separado, si se juntaban, un pobre mortal como yo estaba muerto... y enterrado. Viendo que no aguantaría mucho tiempo, mi experimentada rumana me presionó la base del pene con tanta fuerza que me cortó la corrida. Me quedé mirando el techo y las nalgas de Simona, estaba jadeando como un condenado. Empezó a cabalgarme con ganas, yo hice un esfuerzo y girando con dificultad mi cara, pude ver en el espejo del vestidor como se estaban las dos besando con verdaderas ganas. Esta vez no fingían, para nada, estaban en plena comunión íntima. No quise interrumpirlas. Me limité a lamer y aguantar. Cuando lo consideraron oportuno, cambiaron las posturas y Simona fue la que le tocó recibir mi corrida en lo más profundo de su coño. Valeria, mientras tanto, se corrió a lo bestia, como siempre lo hacía, me inundó la boca de flujos cuando al borde su orgasmo decidí follarle el ano con mi dedo pulgar. Pensé que sus nalgas me iban a partir la mandíbula, que fuerza tenía la condenada. Al final, casi con desesperación, la levanté el culo de mi cara como buenamente pude mientras boqueaba como un pez.

  • Hostia ya...Valeria... que daño me has echo, joder..casi me ahogo, controla un poco esas nalgas coño...un día me vas a romper el cuello.- Ella se hacía la loca mientras se reía, me empezó a besar con cara de falso arrepentimiento, no tenía cuento la muy zorra. La acaricié y le di un bocado en su nalga, tenía toda la espalda con la piel de gallina. Simona se recostó junto a mí. Su amiga se dejó caer a su lado y la abrazó.

Yo estaba algo sorprendido con su comportamiento...en la otra ocasión, fue todo una especie de teatro para excitarme. Pero ahora...no sabía que pensar. Tampoco me importaba, la verdad, hay que presenciar al menos una vez en la vida como dos bellas mujeres se aman con pasión para entender la belleza plástica y la enorme carga erótica de esa fusión. A mi me estaba molando la situación una barbaridad. Que morbazo me daban las dos abrazadas entre si...como se besaban, como se acariciaban, era tan erótico el encuentro que me puso de nuevo el rabo como un misil. Valeria se acercó al chorreante coño de Simona y lamió sin asco alguno la mezcla de líquidos que brotaban de el. No pude más, esto ya era demasiado para estarse quieto, me puse detrás de ella y la penetré con urgencia. Valeria seguía a lo suyo, de vez en cuando, mis pollazos la hacían perder la concentración y se quedaba pasiva con la boca haciendo un vaivén sobre el coño de Simona. Fue realmente una maravillosa noche de sexo y pasión, magistralmente conducida por personas que sabían dar placer y también cariño. No puedo expresarlo mejor. Fue sublime.

Tomé una decisión, la más trascendental hasta ahora. No fue solo el tema pasional, desde la muerte de Elvira mi afecto por las dos había sido aun mucho más profundo y casi posesivo. Recuerdo como si la estuviera escuchando ahora mismo, Elvira, poco antes de morir me aconsejó al respecto –"las dos son unas chicas excelentes, cada una en su estilo, si al final te decides por alguna de ellas, no te equivocarás, te harán un hombre feliz, te lo aseguro y yo me alegraré mucho, lástima que una de ellas tenga que sufrir, las dos te quieren, lo se porque me lo han dicho.". Ahora, esa conversación me resultó profética, ellas llegaron a esa misma conclusión, la solucionaron a su manera. Se me habían ofrecido voluntariamente en cuerpo y alma, no tuve que elegir, estaba realmente emocionado. Las besé con los ojos húmedos y les dije: – Os quiero a las dos junto a mi...he decidido aceptar vuestra oferta, ah... vais a saber el primer secreto de mi infancia...me jode dormir solo por las noches...por lo del miedo...ya me entendéis.- Se rieron de mi haciéndome todo tipo de payasadas.

En ese momento creí escuchar unos gemidos, provenían del pasillo. Salté con rapidez de la cama y haciéndoles un gesto de silencio, abrí la puerta con brusquedad. Montse estaba apoyada contra la pared, sollozaba con las manos tapando su cara. Nos había estado espiando, supuse que estaba totalmente al corriente de mis intenciones, seguro que había escuchado todo.

  • Lo siento...pero las quiero y no las pienso abandonar, ni siquiera por ti, es difícil explicarlo, pero es así. Se que te estoy haciendo daño pero no quiero seguir con esta comedia, es mejor que te marches y te acuestes. Va...por favor Montse, ves a dormir y mañana hablamos con tranquilidad, no es el momento para recriminarnos nada.- Se fue alejando con pasos abatidos. Cuando cerró la puerta de su habitación me volví a meter en la cama. Mis anfitrionas me esperaban, estaban mirándome con cara interrogante. Me encogí de hombros con cansancio, - lo sabe todo, venga vamos a dormir un poco.- Cerré los ojos. Su calor corporal era tan agradable y su olor tan dulce que me dormí al momento como un bendito.

Me despertó el zarandeo brusco de Valeria, a veces tenía reacciones más propias de un camionero que de una mujer, tenía una fuerza sorprendente..., me movía como un sonajero y yo soy bastante grandote.

– Fede, corre, levántate, tus invitadas se han marchado esta madrugada, hay un sobre con tu nombre en la recepción. Quizás sea bueno que lo leas, no vaya la chica a hacer alguna tontería, ya me entiendes. – Me levanté y con la sábana envuelta en mi cintura fui corriendo a buscarla. Sentado en la butaca de Elvira me sumergí en la carta.

Fede cariño, siento marcharme de esta forma sin ni siquiera despedirme de ti, pero no puedo seguir contigo en estas condiciones. Se que no he sido la mujer que tu esperabas que fuera. Demasiados secretos, demasiadas mentiras, demasiados malentendidos para que te sientas a gusto conmigo.

Mi peor pesadilla ha sido el error de no ser franca contigo. Ahora creo sinceramente que ya nada se puede hacer al respecto, quizás hasta me odias, pero no puedo cambiar mi pasado, veo que has tomado tu decisión, para mi es equivocada, pero es tu decisión, la escuché de tu boca ayer por la noche.

Quizás con el tiempo podamos ser al menos amigos. Quiero que sepas que siempre te voy a querer, me trajiste de nuevo a la vida como dice la canción. No puedo evitar tener esos sentimientos hacia ti. Apareciste cuando más lo necesitaba. Nos veremos, espero que pronto. Te amo.

Montse

Reconozco que me sentí en ese momento algo desgraciado. Montse siempre había sido una chica muy especial para mi, quizás en otras circunstancias yo habría vuelto mansamente a su redil. Solo el poderoso influjo ejercido por mis amadas caseras minó sus posibilidades. Ellas se decidieron por fin a jugar fuerte. Estaba moralmente desolado pero feliz al mismo tiempo. Pero siempre ha sabido que...para que alguien gane, alguien tiene que perder. Me levanté y me fui a desayunar con ellas. Me vieron serio y ausente, a penas comí. Les dejé leer la carta. Debían saber lo que pasaba. Ya me sentía casi obligado a no esconderles nada. Me miraron con preocupación, mi rostro estaba pálido y abatido. – Volverá a la carga, la conozco....- Me fui a buscar otro café. El móvil sonó de repente, me sobresaltó. Faltaba media hora aun para empezar las consultas. Era Catalina. Otra urgencia...seguro.

  • Catalina..hola ¿sucede algo?

  • Doctor...por favor...tiene que venir a mi casa, me encuentro....mejor venga rápido. Dios mío es...terrible lo que me ha pasado.

  • Tranquila mujer, en cinco minutos estoy allí, no te preocupes más. Simona por favor, avisa al centro que Manolo se encargue de las consultas, voy a casa de Catalina. Parece que se encuentra mal. Dile que igual no viene a trabajar.

Cuando entré en su casa, Catalina me recibió en bata, estaba llorosa y se estremecía de dolor. Andaba encogida, estaba sudorosa y muy alterada. La quise sentar, pero se negó en redondo permaneciendo de pie,le di un vaso de agua con unas gotas de solución para calmarla un poco. Parecía más una crisis nerviosa que otra cosa, aunque había algo físico muy extraño. Se encogía como si sufriera dolor, pero no se... tampoco estaba claro el origen.

  • Catalina...venga dime que te sucede mujer, sino no puedo ayudarte, confía en mi, te veo muy alterada. ¿Que es lo que te pasa?.

  • Doctor...que vergüenza más grande tengo. No se ni por donde empezar. Soy soltera y tengo mis necesidades íntimas, como toda mujer. A Ud. creo que se lo puedo explicar con confianza. No quiero que los hombres me hagan daño. Ya he sufrido demasiadas malas experiencias en mi vida, me apaño con el sexo solitario. Ayer por la noche vi por primera vez una película porno donde había escenas de sexo anal. Tengo...que vergüenza doctor, ...un vibrador que uso para ya sabe.... la base no tiene tope y bueno...en un momento de pasión se introdujo como si fuera un supositorio por el culo. Pero es un supositorio gigante Federico, de 16 cm y 5 de diámetro. No puede retenerlo con mis dedos, se coló de repente, la culpa fue mía por perder el control, estaba muy excitada por las escenas y cada vez me lo metía más y más...y ahora, lo tengo profundamente hundido en mi recto y no soy capaz de expulsarlo. Lo he probado todo pero no puedo sacarlo. ¿Que me va a pasar doctor?, se cual es la solución habitual, pero si la gente se entera de esto, voy a ser la comidilla de todo el mundo.

Bueno...bueno, seguro que mi cara era en esos momentos un poema. Que desperdicio de mujer, siempre sola y rodeada de solteronas aburridas que no le llegaban a la suela de los zapatos.

  • Catalina...venga, estate tranquila, soy una tumba y tú lo sabes. Nadie se va a enterar de nada si consigo sacártelo yo mismo ahora. Solo tienes que hacer exactamente lo que te diga en cada momento. Debes confiar en mí. Ven, vamos a la bañera. Supongo que si usas esos aparatos debes tener algún lubricante a mano ¿no?, tráelo y quítate la ropa interior. Voy a llenar la bañera con agua caliente y quiero que te tumbes un buen rato y te relajes.

-Doctor, tengo tanta vergüenza que... . – Me miraba con la expresión totalmente abatida, aceptó nerviosa un relajante muscular y un vaso de agua que le proporcioné. A los veinte minutos, Catalina estaba bastante adormecida. El agua empezaba a enfriarse. Las copitas que con los nervios de antes se había tomado, unido al efecto de la pastilla, la habían dejado algo colocada y soñolienta. Mejor así, incluso, para mi sorpresa, se empezó a reír de la cómica situación en la que estaba inmersa.

  • Doctor...si me dicen hace tiempo que ahora estaría desnuda delante de Ud., a punto de que me extraiga una polla de plástico del culo, le juro que me habría puesto a reír como una histérica.

  • Catalina, deja ya de llamarme de Ud., si después de esto no me tuteas, me parece que tendremos que acostarnos juntos para superarlo.- Le di un pellizco en la mejilla y me puse manos a la obra.

Bueno...mejor que se lo tomara con humor, si le iban las emociones fuertes, esta mañana iba a sufrir la experiencia más fuerte de su vida. Le dije que se pusiera en pompa y que intentara relajar su ano todo lo posible. Con delicadeza empecé a esparcirle la vaselina por su enrojecido agujero. Poco a poco, con paciencia y sin intentar forzarla, me dediqué a introducirle los dedos, notaba ya como el extremo posterior del aparato reposaba en las puntas de mis yemas. Aun estaba vibrando a baja intensidad. Joder... Catalina había agotado las pilas del consolador mientras zumbaba como un abejorro dentro de su culo. No quiero ni saber la de orgasmos involuntarios que el aparatito le había regalado. Luego vino supongo el accidente, llegaron los nervios, el miedo y su ano se cerró como la puerta acorazada de un banco.

Me fijé que tenía un cuerpo muy lozano para su edad, estaba poco trabajada, sin parir, sus tetas aun conservaban buena parte de sus lozanos encantos. El coñito lo tenía peludo pero arreglado. Buen culo, bueno, blanquito y bastante duro. Una barriguita bonita y armoniosa. Era atractiva de cara. Piernas trabajadas y bastante bonitas. Que lástima de mujer...un verdadero desperdicio y como se disfrazaba de bien para ahuyentarnos, ahora entendía su estrategia, se afeaba para no llamar la atención de los hombres, joder... esta mujer lo que realmente necesitaba es que la montaran día si y día también, ya verías como mejoraba mucho su humor y su vestuario. Continué introduciendo la mano intentando ensanchar lo máximo posible el esfínter anal para poder extraérselo. Si no funcionaba mi plan, solo quedaba sedarle el culete, abrírselo con un dilatador y extraer el objeto. Menudo lío.

Catalina gemía como si la estuvieran matando, sobre todo cuando conseguí coger con las puntas de mis tres dedos la base del consolador, su ano estaba totalmente dilatado. En ese momento le dije " apreta como si quisieras hacer caca", "ahora". Lo hizo con todas sus fuerzas, le metí los cuatro dedos de la otra mano hasta el fondo del coño y presioné la pared vaginal iniciando un movimiento para ayudarme con los dedos que tenía insertados en el ano, casi se desmaya, el pollón de plástico salió a presión, , se me resbaló mientras intentaba cogerlo con mis pringosas, un chorro de líquido me salpicó de materia fecal la cara y la camisa, el vibrador pasó rebotando entre mis piernas y se estrelló contra los azulejos. Se quedó junto a la pared, aun se movía como si tuviera vida propia. Catalina estaba como sin sentido, espatarrada y apoyándose con los codos en el suelo. Gemía muy bajito. Creo que a pesar del dolor inicial... se había corrido las patas abajo por lo menos en dos ocasiones. Se giró con dificultad y cuando vio el estropicio, su cara horrorizada se tiñó de un rojo intenso.

-Perdón... oh...Dios mío que desastre, como te he puesto querido, lo siento mucho Federico. Deja que te limpie, muchas gracias por todo...de verdad...estoy en deuda contigo, lo has hecho muy bien. – Sinceramente, en ese momento no estaba realmente escuchándola, mi rabo, a punto de reventar de lo duro que lo tenía me presionaba el vaquero. Un pitido llamando a la batalla sonaba sin interrupción en mi cabeza.

Catalina ajena a su desnudez y a un más a mi tremenda erección, preocupada por el bochorno de haberme manchado de mierda, se puso a quitarme la camisa y el resto de mi ropa sucia. Me quedé solo con el slip y los calcetines. Me limpió la cara con una toalla mojada. Quitándosela de las manos le di un beso apasionado, no me rechazó, la giré de espaldas y la hice apoyar los brazos en la pileta del lavabo. No se resistió, sabía perfectamente lo que iba a pasar, estaba tan caliente que daba hasta miedo como me miraba. Se la clavé sin demora, con fuerza, su chorreante coño encajó la estocada con estoicismo. Notaba mi polla tan dura como el granito, está visto que si hay algo que me excita como a un toro es...una buena madura. No se resistió a mis embestidas, solo bufaba y respiraba entrecortadamente. Empecé a meter de nuevo mis dedos en su dilatado ano, me entraban ahora con mucha facilidad, mi enfermera, algo mareada aun por el relajante y sintiéndose invadida por sus dos agujeros se empezó a tambalear y a gemir con más fuerza. No me quise correr en su coño, no creo tomara precauciones. Saqué de su ano los dedos y los sustituí por mi desbocado pepino. Se encogió al notarse completamente empalada, pero al momento siguió apretando las nalgas con fuerza contra mi pubis.

Me vacié en el culo de una mujer que nunca pensé que pudiera excitarme tanto. Se giró con dificultad y me abrazó, estaba desfallecida. No me quería mirar a los ojos, sentí su respiración entrecortada, ves a saber cuantas horas llevaba sin dormir. También la notaba avergonzada, nuestra relación personal acababa de dar un salto en el espacio tiempo, de la nada absoluta a la penetración anal, todo en cuestión de minutos. La cogí con delicadeza en mis brazos y la deposité en su cama. Su cuerpo brillaba perlado de sudor. Me acerqué más y la besé con ternura.

-Duerme Catalina, hoy te lo vas a tomar como un día libre, sabes que te vas a sentir cansada y con sueño durante unas cuantas horas, bueno.., conoces lo que te he dado antes. Procura no irritarte más el culo, si quieres seguir practicando, espera al menos un par de días si lo piensas volver a hacer por ese agujero. Mejor no uses ese vibrador, me ha costado bastante sacarlo. Ya se que yo no soy el más indicado para darte tantos consejos, he contribuido mucho a que lo tengas tan irritado, pero...espero que te haya gustado, a mi me ha encantado hacerlo contigo y además hemos solucionado el otro espinoso tema. Mañana hazme caso y ves a ver a las chicas. Creo que ya es hora de modernizar tu vestuario, de verdad, escúchalas al menos, deja ya de esconderte detrás de esa imagen anodina y antigua, es absurdo, eres apasionada y cariñosa, con ese cuerpo y tu sonrisa vas a brillar como un sol, disfruta un poco de la vida. -La volví a besar y le di un cachete cariñoso en la nalga.

  • Gracias Fede...me lo pensaré lo del cambio que dices, espero que esto podamos repetirlo otra vez, bueno... a mi me apetecería que pasara, de forma discreta claro, lo del consolador no ..por supuesto, buscaré algo más adecuado, cierra al marcharte. - Se giró con timidez y pudorosamente se tapó con la sábana. Miré el estado en que había quedado mi ropa y comprobé que la había limpiado bastante bien.

Estaba realmente perplejo. Me senté en el coche, pero no arranqué aun el motor, necesitaba pensar. El círculo parecía que volvía a estar completo. Una madura atractiva aparecía de nuevo en mi vida y por supuesto...también estaban mis amadas Valeria y Simona. No olvidemos que Montse volvería más tarde o más temprano a la carga, quizás no...pero, la sinceridad no era precisamente su fuerte, si decía que no vendría más, significaba seguramente todo lo contrario. Espera...y Elena, como me gustaba Elena, la echaba de menos. Entre todas, me habían convertido en un vicioso adicto al sexo.

Bueno...no nos pongamos tampoco tan dramáticos, que donde no llegaban ellas para convencerme, ya estaba yo para echarles una mano...aunque fuera a las nalgas, por decir algo. Si es que uno no es de piedra, en mi caso concreto y vista la experiencia, estaba demostrado que tengo la dureza y el temple de un bizcocho mojado en leche caliente. Me acerqué a mi apartamento y entré por la puerta del parking, quería ducharme y cambiarme de ropa.

Note la presencia de innumerables objetos de uso femenino esparcidos por toda mi habitación. Las dos no habían perdido el tiempo ni un segundo y ya se habían instalado en su nuevo dormitorio. No se yo...la cama se iba a quedar pequeña con tanta gente durmiendo en ella. Ves...ahí sin más ya tenemos a la vista una de las dificultades de vivir con dos mujeres. Una de dos por dos metros sería la adecuada para dormir y jugar a los médicos con ellas. Otros se distraen con el parchís, nosotros me temo que no.

Reconozco que la habitación nunca había lucido tan colorida ni olía tan bien como ahora. Había hasta ramos de flores y todo, joder...con la ligera alergia que le tengo al polen, tendría que prohibirles toda decoración floral, si les gustaba el ambiente que daban, que las compraran de plástico, mi alergia se lo agradecería, entre eso y la manía que tenían las niñas de meterme la cara entre sus tetas, especialmente Valeria, seguro que moriría asfixiado cualquier noche.

Entré en el lavabo y contemple horrorizado la invasión sufrida en todos mis dominios. Una variedad desconocida para mi de todo tipo lápices de labios, esmaltes de uñas y un largo etc. atiborraban mis hasta ahora vacías estanterías. Como coño iba a encontrar mis cosas en medio de este caos de botes y cremas de todo tipo y tamaño. En fin, me resigné, con paciencia, seguro que me podría afeitar si era capaz de encontrar la maldita espuma en medio de esta colección de botes. Y..¿donde coño habían guardado la cuchilla?.

A partir de ahora estaba bien jodido. Anda...que gracia...la frasecita tenía su guasa, pues de eso se trataba, que me jodieran mis morenas todo lo que quisieran. A mi amiguito, la palabra "joder" por lo visto le activaba todos los hidráulicos, noté que se empezó a encabritar de nuevo...tendría que buscarle un desahogo urgente. Alguna de mis doctoras privadas me solucionaría la inflamación, como ellas mismas me repetían machaconamente cada día – cuando te apetezca solo lo tienes que pedir, porque nosotras nos vamos a servir cuando nos plazca. – Vale...pues me lo pienso tomar al pie de la letra.

Apoyado en el marco de la ventana, contemplé con añoranza el frondoso bosque que nos rodeaba, había sido mudo testigo de mis paseos con ella durante muchos atardeceres. A veces, me parecía aun verla, hermosa y altiva, observándome con una sonrisa enigmática desde los viejos robles. Noté otra vez esa sensación ya casi familiar, nunca lo he comentado con nadie. La temperatura del pasillo estaba descendiendo de forma sobrenatural. No me quise girar. Ya me había ocurrido otras veces, solo sucedía cuando estaba solo. No sentí miedo alguno, la presencia no me producía ningún temor, solo tristeza y la sensación de pérdida. Noté un aleteo en el aire junto a mi mejilla, juraría que era una especie de caricia, siempre se repetía. Yo tenía los ojos cerrados, si los abría, la magia del momento desaparecía y su presencia también.

  • Elvira cariño...gracias por venir, ya ves el lío tengo montado, soy un desastre, seguro te debe hacer mucha gracia todo esto. ¿Por que la muerte te arrancó tan pronto de mis brazos? Nada de esto habría pasado estando tú a mi lado. O quizás si...pero tu habrías sabido buscar la solución.

Crome