Médico de pueblo 7

Si ya héramos pocos, apareció la pelirroja...

Médico de Pueblo 7

Durante el vuelo de vuelta, me sentía bastante confuso y desanimado. Somos como somos, no tiraré yo la primera piedra… pero más que su infidelidad durante nuestra convivencia, lo que más me cabreó del asunto eran sus mentiras ¿Por qué mí novia había creado ese personaje tan distinto a la Montse real?¿Para pasar la página de una adolescencia loca y disipada? ¿Contentar a la familia, casándose con un tipo normal como yo, seguir con su aparentemente ordenada vida mientras…siempre que se diera la ocasión y con mucha discreción, continuar con sus líos y sus citas? ¿No habría sido mejor sincerarse conmigo? ¿No abría sido mejor sincerarme yo con ella y contarle mis dudas y mis miedos sobre nuestra relación?

Pero todas esas chorradas de serme fiel en EEUU, que si su corazón me lo quedara yo…. No se, lo veía todo tan artificial que no entendía nada. No hacían falta tantas alforjas para ese viaje. Lo mejor para los dos era que cada uno continuara con su vida, dejarnos de hacernos daño y pasar página.

Tampoco entendía lo obsesionada que estaba conmigo. Una mujer como ella, guapa, muy marchosa por lo visto, de buena familia, podía estar con quien quisiera. ¿Por qué intenta mantener una relación tan viciada ya en estos momentos? Soy un tipo normal, sin demasiado dinero, destinado en un pequeño pueblo, lejos del estilo de vida y ambiente que le gusta a Montse.

No pude coger el autobús, el maldito avión llegó con retraso y me dejó tirado en la ciudad. Llamé a la fonda, pero no lo cogía nadie. Era la hora de la cena inaugural de principios de temporada y por las fotos que había visto colgadas en el comedor, esa fiesta tenía gran aceptación entre los parroquianos y habituales. Luego las llamo, pensé, ahora deben estar liadas.

Cené en un hotel bastante acogedor que he frecuentado en ocasiones y le rogué al conserje que me guardara la maleta. Hablando con el, me comentó que hacía unos días que se había inaugurado una nueva discoteca en la ciudad . Le pregunté que tal era. Me dijo que realmente estupenda y con muy buen ambiente. Me dio una invitación de las que proporcionan a los hoteles y varias consumiciones gratis. Le correspondí con una buena propina y me subí en un taxi. Cuando estábamos a punto de llegar, recordé, consternado, que mi celular estaba dentro de la maleta. Bueno, tampoco era tan grave, no creo que me llamara nadie a esas horas. Entré en el garito aquel y tuve que reconocer que se habían gastado una pasta. Era realmente preciosa, decorada con muy buen gusto. El ambiente era genial, parecía que toda la farándula financiera de la city estaba allí. Mucha gente trajeada, aunque, ya a esas alturas, con la indumentaria bastante arrugada. Ejecutivas agresivas, vendedores que aun no satisfechos de currar todo el día y hablar del trabajo, seguían dando la tabarra a sus cansadas y aburridas acompañantes. Me acerque a la primera barra que vi y pedí un whisky con soda. Junto a mi se presentaron 3 señoras muy bien arregladas. Eran ya veteranas, sobre los cincuenta, pero estaba claro que habían jugado casi toda su vida en primera división. Muy cuidadas para su edad, elegantes, con esos ojos que con solo mirarlos, ves la experiencia reflejada en ellos. Dos de ellas francamente guapas. Iban algo chispadas y se reían con discreción, pero, constantemente. En un momento determinado el codo de una de ellas golpeó mi vaso y lo hizo precipitarse hasta mis zapatos, con el correspondiente estrépito y los bajos de mis pantalones chorreando de whisky.

-Ohhhh, lo siento…..permítame que le deje un pañuelo y le pague su consumición. Estaba desolada. Le contesté que no se preocupara y le devolví el pañuelo sin usarlo Me dijo que se llamaba Carmen y me presentó a sus compañeras, todas divorciadas. Estuve un rato hablando animadamente con ellas. Eran inteligentes, divertidas y con pocos perjuicios. La verdad es que pasé un buen rato escuchando sus chismes y comentarios. Estaba una de ellas explicándome la última movida, mientras, lo reconozco, me dio tal ataque de risa que estuve a punto de mearme encima. El rumor, consistía en un adulterio que acababa de ser descubierto para escarnio de los implicados en el , al tener los bomberos que sacar al supuesto amante de una claraboya donde se había quedado atascado por la cintura. El marido ofendido, en vez de usar sus cuernos para embestir la parte visible del fulano, sujetó a su mujer y poniéndola de rodillas a su lado, para que supongo, no perdiera detalle de lo que pensaba hacer, decidió coger un palo de golf de su colección y comprobar su elasticidad y resistencia, estrellándolo con enorme entusiasmo contra las nalgas del dolorido amante, probando una y otra vez su swing hasta que los bomberos llegaron al recate. Cuando se cansó de las nalgas del amante, quiso comprobar la resistencia de las costillas de su mujer, trabajándole la espalda con el mismo palo y similar entusiasmo. Por fin, entre policías y bomberos consiguieron reducir al jugador de golf. Me imagino como les debió quedar el cuerpo a los amantes de Aranjuez. Aun me caían las lágrimas de risa, cuando me fijé en la otra barra de bar. Entonces, la vi. Elena, estaba detrás de ella sirviendo copas. Bueno, el mundo es un pañuelo. La chavala se había buscado la vida y seguramente había dejado atrás al borrico musculado de su ex novio. Seguía igual de requetebuena y provocativa. Ahora llevaba el pelo liso hasta los hombros con el flequillo cortado. Le quedaba de puta madre.

Me despedí de mis entretenidas amigas y prometí volver por allí a ver si nos veíamos. Vi algo de decepción en Carmen, le guiñe un ojo y le di un pico rápido en la boca. Me sonrió mientras me alejaba. Me acerqué a la barra de Elena y me situé en uno de las esquinas. Que rica estaba. Ropa ajustada y colocada de tal manera que insinuaba todo pero no enseñaba casi nada. Tenía para no perder la costumbre, la barra esencialmente llena de tíos. Era un auténtico imán. Conseguía hacer su trabajo mientras soportaba insinuaciones, algún comentario muy cargado de tono y daba contestaciones graciosas y originales. Era una buena profesional, no solo una cara guapa, seguro que su caja rendía mucho más que las demás. En un momento determinado me vio. Sonrió y me guiño un ojo. A los pocos minutos se puso frente a mí y alzándose un poco sobre el mostrador, me dio un beso rápido en la boca, mientras os juro que a pesar de la música estridente, escuché el rechinar de dientes de todos los varones presentes y algún murmullo no muy agradable sobre algún miembro de mi familia.

  • No te muevas de aquí, dentro de 10 minutos tengo un rato libre. ¿Vienes solo, no?.

Volvió y me dejó mi habitual whisky , sin yo pedírselo, pasándose por el forro, la cola de peticiones de otros clientes. La estuve observando y me vino a la cabeza la paliza que me dijeron, le propinó el subnormal de su novio. No apreciaba ninguna señal producto de esa barbaridad en las zonas visibles. Aunque, mi formación me hizo observar un cierto envaramiento en su cuello que antes no estaba allí.

Quince minutos después, Elena me abrazó por la espalda y me dio dos besos seguidos. Era muy espontánea. Me cogió de la mano y nos fuimos a un reservado alejado de la pista de baile. Hablamos largo y tendido de cómo nos había ido la vida desde nuestro último encuentro. Me explicó por encima la movida con su novio, resumiendo, tenían un juicio pendiente y además, el, una orden de alejamiento. Me preguntó por mis planes para el resto de la noche. Le dije que estaba técnicamente tirado y que no me apetecía ya coger un taxi a estas horas.

- Te esperas a que termine y duermes en mi casa. Recuerda que tenemos cosas pendientes. Me lo decía con su mejor cara de golfa mientras yo, recordando viejas batallas, ponía mi mejor cara de gilipollas.

Al cabo de una hora y medía, Elena y yo entrábamos en su bloque de apartamentos. Tenía uno con cocina americana y dos habitaciones, decorado con bastante acierto y buen gusto. Nos servimos una copa y nos sentamos en el sofá. Entre besos, sobos y abrazos no decíamos todas las cochinadas que nos pasaban por nuestras enfebrecidas mentes. Tengo que reconocer que Elena era capaz de sacar de mi hasta mi última gota de energía. Era tan basta y bruta follando que la expresión "combate" le venía como anillo al dedo. Conseguía hacerme aflorar mi parte más salvaje. Le gustaba a rabiar, ponerse a cuatro patas y que le zumbara buenos pollazos alternando sus dos agujeros, mientras mis manos le zurraban las nalgas. No le gustaba hacer el amor, le gustaba follar duro. Cuando consideró que yo no me encontraba ya en condiciones de de soltar ni una gota de leche más, parece ser que se dio por satisfecha y me dejó reposar con mi cabeza apoyada en su tetas.

-Elena…. te noto una cierta rigidez en el cuello. ¿Es producto de la paliza?¿te lo hizo ese cerdo?

No me contestaba. Pensé que se había dormido. Empezó a sollozar muy bajito. No me lo esperaba y me incorporé sobre su pecho, besándole en los labios mientras trataba de tranquilizarla.

-Ese hijo de puta estuvo a punto de dejarme paralítica. Me pegó con tanta saña que me machacó una vértebra. Sigo en tratamiento y voy dos veces por semana a rehabilitación, Fede…me hizo tanto daño…no pensaba que se pudiera sufrir tanto.

Que hijo de puta. Estoy seguro que disfrutó como un cerdo mientras la machacaba sin piedad. Que valiente.

-Elena, venga, debes borrar a ese cabrón de tu vida, tu tienes carácter para tirar millas sola. Supongo que la policía te ha informado de que vigiles más atentamente tu entorno, pero quiero que te cuides y no bajes la guardia…..me oyes. Si ves que te merodea, debes llamarlos .

-Bueno Fede ¿ y tu que piensas hacer ahora?. Le había explicado un poco mis penas y glorias. Me gustaba hablar con ella, era como hablar con un tío. Casi siempre, cuando hablamos con una mujer a solas, no usamos el mismo lenguaje corporal o hablado que si tu acompañante es un varón. Ella sabía tener el lenguaje coloquial adecuado, con el que uno se siente a gusto.

- No lo sé. Pero quieres que te diga algo, no tengo prisa, soy joven y quiero disfrutar de la vida. Elena, mi trabajo es como todos, pero en demasiadas ocasiones debo dar malas noticias o tomar decisiones dolorosas y eso quema bastante. Si no contrapeso, terminaré como muchos, abrazado dentro de 25 años a una botella de alcohol.

-A mi me va de perlas tu situación querido, además ahora puedo hacer lo que me salga del coño sin tener que dar explicaciones a nadie. Estoy libre como tú y si te parece nos vamos llamando para vernos. Se tumbó encima de mí y noté que su peso era muy superior al de Valeria, de hecho, era mucho más alta e igual de definida que ella. Comenzó de nuevo a besarme y me señaló un morado en mi hombro y otro en mi clavícula.

-Ya….todavía me duele…, no pongas esa cara Elena, has sido tu joder. Eres un poco bestia.

-¿Y tu que? Me dijo mientras señalaba varias marcas rojizas que estoy seguro que eran de mis dedos, amén de su culo, de color rojo intenso. Me sonrió con cara de depredadora y decidió que mis dos pequeñas fábricas ya debían tener algo de producción, lanzándose a degustarla de nuevo.

Me desperté a las 10 de la mañana. Elena no estaba conmigo. Me puse una toalla en la cintura y me acerqué a comprobar un ruido constante y apagado que veía de la habitación vecina. Abrí la puerta y la vi encima de una cinta de correr, estaba trotando a buen ritmo, vestida solo con un top negro deportivo y unas bragas muy pequeñas del mismo color (joder que bestia la tía, me pongo yo a correr a esas horas, después de las copas nocturnas y seguro que vomito). Al estar de espaldas a mi, más el ruido de la máquina, ni se enteró de mi llegada. Que rica estaba, la transpiración formaba gotitas que luego corrían haciendo ríos en su piel morena. No la interrumpí, la verdad es que estaba disfrutando tanto de su figura y sus movimientos, como un gourmet lo hace de un gran paté de foie.

Giró la cara hacia la puerta y me vio, paró la máquina y se acercó a mí para darme un beso. Cuando me abrazó, noté la humedad de su cuerpo y el olor de su sudor. Me resultó irresistible. Las sensaciones que me transmitían sus feromonas consiguieron que mi rabo alcanzara una dureza que me hacía hasta daño. Me quitó la toalla y me pegó un empujón para que me tumbara de espaldas. Con los ojos entrecerrados y la respiración agitada por el ejercicio, se puso de cuclillas sobre mi y apartándose la braga, ella misma se empezó a empalar

Salí a las 12 del medio día. Pasé por el hotel y recogí mi maleta. Un taxi me dejó en la estación de autobuses. Había llegado a tiempo por los pelos. Antes de subir, busqué mi celular para llamar a la fonda. Sentado en mi asiento, comprobé con rabia, como se había agotado la batería.

Cuando entré por la puerta, había bastante gente tanto en el restaurante como en la barra del bar. Me senté en uno de los sillones de la sala de entrada. A los pocos instantes, vi pasar a Simona a toda velocidad con una caja de lechugas. Se metió en la cocina. No me vio, me pareció que estaba muy seria y algo crispada. Escuché el rumor de una especie de discusión entre ellas. Al momento, por la otra puerta, Valeria se dirigió a uno de los teléfonos del bar y estuvo un rato llamando. De golpe, colgó con tal furia que pensé que había roto el auricular. Está claro, había algún problema gordo. ¿Habría pasado algo? Joder, debería haberlas llamado antes, igual tienen algún problema y yo sin saberlo. Estaba ensimismado en esos pensamientos cuando a mi espalda escuché una voz familiar, su tono era de un cabreo monumental.

-Serás….ya te vale Fede, estábamos preocupadas.¿Que coño te a pasado que no nos has podido llamar? Se supone que llegabas a las 10 de la noche.

-Mira Simona, lo siento de verdad, os pido disculpas, es culpa mía no haber llamado antes (ya sabía quien era el causante de sus enfados. Yo, por supuesto, ya la había vuelto a cagar). Ayer, el avión salió tarde de Madrid y no pude enlazar con el último bus. Llamé aquí a la fonda, pero no me lo pudisteis coger, me imagino que fue una noche de mucho trabajo. Cené en un hotel que conozco y me quedé dormido del cansancio. He despertado a las 12 y he tenido que correr para coger el bus. Cuando iba a llamaros, el celular estaba sin batería. Ya ves …. ¿Por que no le comentaba el tema de Elena?, ¿debería hacerlo? No lo se, la verdad. Preferí no mencionar nada, yo tampoco les preguntaba por sus líos, si es que los tenían, que tampoco me he preocupado nunca de vigilar sus movimientos... .

Apareció Valeria y se paró con su hermoso cuerpo a escasos centímetros de mi cara, su mano llevaba un fajo de correspondencia. Su mirada lo decía todo. Pensé por un momento, que podría acabar como el espachurrado teléfono .-Tienes unos cojones que te los pisas. Serás golfo, ¿donde has estado que vienes medio apaleado? Me lo decía con cara indefinida. Pero en sus ojos notaba la preocupación aun.

Me señaló algunos morados, bastante visibles en algunas partes de mi cuerpo. Me encogí de hombros y les di un beso a cada una, diciéndolas que estaban cada día más guapas. Quedamos para vernos con tranquilidad después del servicio de comedor. Me metí en mi habitación y me puse solo el pantalón del chándal y me tumbé en la cama. Estuve revisando mi correspondencia. Había un telegrama desde EEUU. Lo abrí casi con miedo. Su texto era muy escueto "LLEGO EL MARTES PROXIMO. VENGO A VERTE .RECUERDA NUETRA PROMESA" Firmando: Montse

Eso no me podía estar pasando a mí. Se había vuelto loca o es que ya no le importaba nada. Los cursos a los que asistía eran muy rigurosos y salvo vacaciones, enfermedad o situación familiar grave no podían dejarse así como así. Las peticiones que tenían esos centros eran tantas que el asistente que no respetara el reglamento, perdía el dinero pagado y debía abandonar las clases, sin poderse inscribirse en el curso de nuevo, durante dos años.

Me tenía pillado. Ella sabe que acostumbro a cumplir mis promesas y me forzó a volvernos a ver, casi inmediatamente después de la ruptura. En fin, como "lo cortés no quita lo valiente"procuraría ser atento y amable con ella, pero si no me mentalizaba bien, volvería a sentirme pescado por sus redes. Esta historia no debe seguir. Sería un buen anfitrión, pero de sexo….nada de nada…..bueno esperaba que fuera así. Tampoco soy de piedra.

No había manera de que todo esto se acabara. Parecía que algún ser superior , muy cabroncete por cierto, se estaba divirtiendo un montón haciéndome la vida imposible.

Llegó el martes, Estaba bastante inquieto. Me encontraba terminando de enviar unos informes por fax frente a la ventana de administración, mirando distraídamente el paisaje, cuando vi subir un coche por la calle. Me pareció reconocerlo. Era el coche del padre de Montse, un Saab descapotable rojo y dentro iban dos ocupantes ¿dos?. Aparcó frente al dispensario y la puerta del conductor se abrió. Era ella, estaba realmente guapa. La vida en América le estaba sentando muy bien. En ese momento, la puerta del acompañante se abrió también y pude contemplar con cara de pasmado a la pelirroja más impresionante que he visto en mi vida. Alta , algo pecosa, con una melena rizada frondosa de un tono rojizo brillante. Los ojos azules, unas tetas pequeñitas con pezones puntiagudos, se le marcaban mucho en la camiseta y luego un pedazo de piernas acompañadas de un culo a conjunto. Madre mía, madre mía, por favor…..mejor no miro.

Montse le dijo algo y ella volvió a meterse en el coche. Mi querida enfermera entró y me dijo "Doctor, tiene una visita que supongo está esperando"

Crome