Médico de pueblo 3

Federico se está metiendo en un buen lío. Veremos a ver si puede escaparse de las consecuencias.

MEDICO DE PUEBLO III

Hace ya dos meses que volví de Madrid. Mi vida en el pueblo transcurría con bastante monotonía. Desde mi llegada, Tanto Elvira como las chicas se dieron cuenta de mi cambio de humor. Estaba mucho menos tenso, como más satisfecho, pero a la vez me veían más retraído y con menos confianzas con ellas.

Durante ese tiempo, su trato como siempre fue exquisito, Simona y Valeria estoy seguro que intuían cambios en mi vida sentimental. Elvira, me trataba con más cariño que antes, pero se mantenía a distancia y no me dio en ningún momento la sensación de que quisiera volver a estar conmigo en la cama.

Monste y yo nos veíamos todo lo que nuestros trabajos y la distancia nos lo permitían. Teníamos encuentros apasionados y extenuantes. Empezamos a proyectar el futuro de forma que yo pudiera volver a desarrollar mi trabajo cerca de ella. Acordamos tener sobre aviso a todos nuestros contactos para aprovechar la oportunidad, si esta se presentaba.

Una noche, hacía ya 15 días que no veía a Montse, me encontraba algo deprimido y bastante caliente. Se presentó en mi consulta una chica que había tenido una caída haciendo senderismo. Nada grave ni peligroso, salvo ella, que estaba para mojar pan, me encendí tanto que antes de hacerle alguna proposición poco honrosa, decidí visitar esa noche la ciudad. Me topé con mis colegas montañeros y me temí lo peor. Afortunadamente, me escapé de sufrir de nuevo una borrachera de miedo, pero llevaba bastante calientes las orejas. No quise embestir el capote que Elena, una espectacular chavala que servía copas en mi pub favorito, con picardía me lo tendió . Llevábamos tiempo pegándonos tiritos los dos y esa noche, ella me presiono a dar un paso más, cuando me dijo que nos fuéramos a tomar una copa cuando cerrara. Me disculpé diciéndole que me encantaría tomar algo en su casa, pero que desgraciadamente entraba de guardia a las 6 de la mañana. Lo comprendió y quedamos en vernos la próxima semana o antes, si ella venía por mi zona. Le había dicho una media mentira pero tenía visitas a las 8 de la mañana y no quería joderla.Mi antigua mentalidad de procurar ser fiel si tenía pareja o ser un desmadrado si estaba a mi bola, se empezaban a mezclar peligrosamente. Había sufrido la infidelidad en algunos momentos de mi vida y ya que tenía cuernos, es posible que los usara para embestir a cualquier hembra sabrosa que se pusiera a tiro.

Conduje de vuelta con relativa calma y moderada velocidad. El alcohol me afecta bastante y no quería sufrir un accidente. Por fin llegué al pueblo y decidí evitar que me volvieran a ver borracho, además, el colgador de prendas en fina madera de teka que seguro le debío costar un huevo y la yema del otro a mi buena Elvira, ocupaba el lugar de fallecido jarrón Era bastante bonito para romperlo en una mala noche. Aparqué en el parking y entré por la puerta trasera de mi habitación. No me fue fácil, entre la oscuridad reinante, mis giroscopios algo averiados por el alcohol y la cerradura a todas vistas, demasiado pequeña para acertar con la llave dado mi tembloroso pulso. Solté algunos tacos e incluso di un puñetazo de rabia, hasta que conseguí entrar. Ya en mi habitación y mientras me desnudaba como buena mente podía me pareció que la luz del pasillo se encendía y alguien se acercaba. Luego volví a oír los pasos alejarse. Supongo que alguna de las chicas oyó ruidos y vino a ver.

Me sequé la cabeza, pues llevaba todo el día lloviendo y me tumbé en la cama. A los pocos minutos, escuché una tremenda explosión producida por un trueno que retumbó en toda la casa y al instante se fue la luz. La habitación estaba totalmente a oscuras.

Estaba casi dormido, cuando volví a escuchar el roce de unos pies por la alfombra del pasillo. Se detuvo frente a mi puerta. Me quedé quieto y tenso en la cama. La puerta se abrió lentamente, (quien fuera tenía una llave) y alguien entro en completo silencio, sin hacer ruido. Se acercó a mi cama, era una mujer, puede olerla aunque no verla. Olía a limpio y ligeramente a flores, quizás era su ropa y lo que olía era el suavizante.

No podía ver nada en absoluto, estaba totalmente a oscuras. Escuché como cerraba las gruesas cortinas de la ventana. La relativa claridad que de tanto en tanto se producía con la caída algún rayo quedó bloqueada totalmente. Se acercó de nuevo, esta vez a los pies de mi cama y empezó a arrastrarse en dirección a mis partes. Hice el intento de incorporarme, pero ella, me empujó sin dejar tocarla y me volví a recostar mientras escuchaba "sssssssssss. No quería que la tocara ni tampoco que hablara. Noté unas manos en mis muñecas y me sentí atado al cabezal. Repitió la misma operación con el resto de mi extremidades. El alcohol parecía haberme dado un valor extra para permitir esa situación, eso de estar atado a la cama boca arriba, en pelota picada con una desconocida en una habitación totalmente a oscura acojona bastante, te puede echar un polvo como también puede cortarte los huevos y tu "atado". Cuando terminó de atarme el pie izquierdo, me empezó a entrar miedo, protesté y casi chillé que me desatara. Nuevamente volvió a susurrar para que me callara.. Me acarició todo el cuerpo y me hizo gemir de placer. Me pasaba las uñas suavemente por toda mi piel, provocándome escalofríos. Me comió el rabo mientras me acariciaba el pecho y cuando lo puso a punto de caramelo, noté su culo en mi cintura, se había puesto de espaldas. Cogió mi polla y noté como empezó a penetrar en su coño. Me cabalgó un buen rato y se corrió entre apagados gruñidos. Yo estaba excitado como un semental pero el alcohol ingerido me impedía correrme. En un momento determinado, se la sacó y note que empezaba a presionar con la punta su esfínter. Se enculó lentamente ella sola y volvió a cabalgarme hasta conseguir que le llenara el culo de leche. Mientras yo gemía y me retorcía de placer, apretó sus nalgas lentamente para asegurarse de dejarme bien seco. Se levantó y sin decir nada, tiró de uno de los nudos de mi mano izquierda. El pañuelo se soltó y quede libre de esa mano. Me lancé a desatarme torpemente los demás nudos, algo mareado aun. Cuando conseguía desatar el último, y mientras le susurraba –espera, espera, por favor…..escuché como la puerta volvía a cerrarse. Me levanté todo lo rápido que pude, pero cuando llegué a la puerta y conseguí asomarme, al pasillo o lo poco que se podía apreciar de el, estaba vacío. Por la mañana, sobre las 7, me levanté. Me di una buena ducha y bajé a la cocina para desayunar. Las tres estaban levantadas preparando la nueva jornada laboral. Las saludé algo más calidamente que en los últimos días y les di un beso en la mejilla a las tres, mientras comentaba la tormenta nocturna, me miraron con cara de sorpresa (no era normalmente tan efusivo) y mientras me tomaba el café las observé con disimulo. Estaba casi seguro que había sido Elvira pero ella se comportaba con su habitual corrección y frialdad. No podía descartar a Simona y estaba casi seguro que no había sido Valeria. Su relación conmigo era más superficial. Se comportaban como siempre y me fui al consultorio totalmente desorientado. La verdad es que la experiencia me encantó. Sentirte indefenso ante alguien que quiere hacerte gozar es sublime.

En medio de las visitas, recibí una llamada de Elena la camarera del pub. Me preguntó si estaba libre para comer, pues tenía que pasar cerca y le gustaría verme. Le dije que de acuerdo y seguí con mis pacientes. Se presentó en el consultorio y casi arruina mi plan de medicina preventiva del corazón. Cuando abrí la puerta de mi despacho ella estaba justo en medio de la sala de espera, Varios abuelos estaban casi cardiacos, respirando con dificultad y hasta alguno babeando, viendo semejante bombón frente a sus ojos. Mientras, las señoras buscaban desesperadamente defectos en semejante ejemplar de la raza humana. Comprobé con cierta satisfacción como se daban por vencidas y arrugaban el morro con desespero. Joder, es que no era para menos.

Me dio dos besos en la mejilla que sonaron como taponazos de champaña y se abrazó riendo como si no me hubiera visto en meses. Iba vestida con una especie de gabardina larga de cuero negro muy estilizada. Botas altas a conjunto del mismo material, medias negras lisas que perfilaban sus bonitas y poderosas piernas. Un pantalón corto de cuero que terminaba casi en su ingle, negro y como de serpiente (tenía tacto de escamas) y una camisa blanca con flores que resaltaba su busto escotado mientras su sujetador hacía esfuerzos hercúleos por mantener dentro de las cofias semejantes melones (pensaba que operados) pero visualmente casi perfectos. Su ojos algo rasgados y perfilados como una egipcia, profundamente oscuros, me miraban con un mohín algo socarrón. Parecía decirme, estos van a darle a la lengua sobre "el doctor y sus amiguitas " hasta que les salgan callos en ella. La metí en mi despacho antes de que alguno sufriera un sincope.

Fuimos a comer a la fonda único lugar con garantías de comer bien por la zona y comprobé que los clientes habituales, así como el equipo femenino estaban totalmente pendientes de mi acompañante. No sabía interpretar sus miradas. Valeria se mantenía bastante neutra pero con una sonrisa misteriosa. Simona, intentaba disimular, pero está claro que no le gustaba mucho verme acompañado de mi invitada. Elvira, con un aplomo acorde a su regia figura, me sonrió e hizo un gesto como dándome a entender que tenía buen gusto con las mujeres (fue solo un segundo, pues cambió con su rapidez habitual y volvió a estar seria). Los especimenes del sexo masculino estaban todos más calientes que el rabo de una sartén, yo el que más..

Después del postre, nos levantamos y para envidia cochina del personal, se puso a mi altura y mientras nos dirigíamos a la salida, me cogió de la cintura como diciendo a sus muchos admiradores, "señores este es el afortunado, los demás, a cascársela" seguimos un caminito que hay para poder rodear el parking y entramos discretamente por mi puerta privada, no quería que las chicas o los clientes me vieran entrar por el pasillo de habitaciones, fue extrañamente pudorosa mi reacción en ese momento. Fue una tarde agotadora. Era una máquina de follar. Su anterior trabajo de gogo de discoteca le daba un fondo y una potencia tal que en algún momento pensé que un solo tío para ella, le debía saber a poco. No le gustaba follar, le encantaba. Más relajados y fumando un cigarrillo, me dijo que podíamos vernos de vez en cuando, que se sentía a gusto conmigo. Me dijo que el montaje que tenía yo aquí, la fonda, la comida y mi puerta secreta eran ideales para vernos discretamente. Era la novia oficial del dueño del pub y no quería tener problemas con el porque era algo violento y muy vengativo. Le contesté que su abrazo en el restaurante delante de todo el mundo había contribuido mucho a la discreción en general. Me dijo que cuando entró, comprobó que no conocía a nadie, continuando para decirme que a ella no se le olvida una cara. Bueno, pensé si tu lo dices

Nos duchamos juntos y volvimos a follar, esta vez en la bañera, ella apoyando los brazos contra los azulejos, mientras yo la penetraba azotando su duro trasero. Se marchó, pienso que muy relajada y satisfecha con mi tratamiento, aunque a mi me dejó para el arrastre. Me fui a lavar los dientes y vi restos de polvo blanco en la superficie del lavamanos. Al ser de color marrón brillante se podían apreciar bien el blanco de la sustancia aunque no había a penas. Los apreté con mi dedo índice y los probé con la lengua. Estaba claro que se había esnifado cocaína. Así se puso de acelerada Elena. Mal asunto querida, siempre he procurado alejarme de esos rollos pero en alguna ocasión muy concreta. me había metido algunas rayas y conozco su sabor, su olor y sobre todo sus peligrosas consecuencias.

Bueno, nadie es perfecto. Además Elena como compañía es la hostia, amena, divertida, amén de cachonda y golfa, eso sin entrar a valorar el cuerpazo que se gastaba. No me extrañaba nada que en la barra del pub donde trabajaba, la cola para pedir bebida era tan grande como innecesaria. Ella era el gancho de ese local. De hecho, empecé a ir allí para pasar un rato mirándola y hablar con ella, cuando la dejaba algo tranquila el respetable. Ya intuía en esas fechas que el dueño del pub era su novio. Musculazo aunque algo artificial, llevaba la cabeza rapada porque tenía unas entradas rozando ya la calvicie. Sobre los 40, no muy alto y con una mirada de loco cuando alguien se acercaba "demasiado" a ella. Algún tatuaje advirtiendo al personal de lo fiero que era el portador, aunque cuando lo mirabas con más detalle, sus músculos delataban claramente el uso generoso de los anabolizantes y no tan generoso de pesas. Ya veras en unos años, como te van a quedar las arterias….y algunos órganos.

Bajé a cenar y como faltaban unos días para navidad, a esas horas el comedor estaba casi vacío. Elvira se encontraba sentada en una zona con sofás y leía un libro. Me senté con ella y nos saludamos. El comedor se abriría en 30 minutos. Dejó el libro y me miró con socarronería y simpatía, cruzó una pierna sobre la otra y a pesar de su falda larga, solo tuve que cerrar los ojos para imaginar ese cruce de rotundas extremidades sin ropa que las ocultase. Tenía su cuerpo nítidamente dibujado aun en mi mente. Supongo que interpretó mal mi turbación.

-Como va la tarde doctor? Me imagino que ha debido ser muy movida. Te felicito porque la chica es espectacular, pero no me imagino a un chico como tu, con esa clase de mujeres.

-A que clase de mujeres te refieres Elvira?

Bajó mucho la voz y me dijo: - no me has pedido mi opinión pero te aprecio mucho, si la quieres para pasar el rato me parece bien, pero si buscas algo más, estás equivocando el camino. No me malinterpretes, no son celos por su juventud o su bonito cuerpo. He vivido lo suficiente para saber como son. De hecho hace unos años yo también vestía como ella. Excitando a todas los rabos que pululaban a mi alrededor, follándome gratis a los que me gustaban y también a los que no, siempre que su cartera estuviera llena de dinero. Siendo pareja de dueños de locales o discotecas caras, que me utilizaban para su disfrute y lucirme ante los demás.

Disfruta con ella pero no busques nada más o te sentirás defraudado. Si puede, te va a cazar, lo he visto en sus ojos y tengo algo más de experiencia que tu, aunque al paso que vas …..lo dijo sonriéndome con picardía (Tengo que confesar que las conversaciones con Elvira me dejaban fuera de juego, me sentía casi un niño escuchando su duras y crudas palabras, dichas con aquel tono impersonal que las hacía aun más terribles y ciertas).

-Elvira, esa chica solo es una conocida que me gusta, nada más y no creo que sea tan mala . Te agradezco tu consejo, aunque me sorprende la crudeza con que hablas de las mujeres así y encima siempre te pones tu de ejemplo. Me asombra el mal concepto que tienes de ti misma. Te aseguro que para mi y quiero que entiendas que no soy propenso al halago, eres realmente casi perfecta. Tienes tanta clase que a veces me siento casi un crío cuando estás presente.

Me sonrió, sus ojos verdes me miraron con intensidad y me acarició solo un momento la mejilla, retiró rápidamente su mano, Simona entraba en ese momento. Se levantó y con un suspiro, dijo – venga que el comedor está abierto, doctor, procure cenar bien, se que sus ocupaciones le producen un gran desgaste físico y no es bueno acostarse con hambre. Nunca se sabe lo que puede deparar la noche… .Hostia lo que había insinuado. Me quería dar a entender que fue ella la visitante misteriosa? Juro que esta mujer me tenía totalmente desconcertado. Simona que es muy larga, pilló la indirecta de Elvira y vi como giraba su cara con algo de enfado. No me gusto que Simona se enfadara. No la amaba, pero en cierto sentido me gustaba tenerla cerca, quizás era debilidad por ella, tan lista y tierna, siempre pendiente de mí. También pensé en ese momento que pudo ser Simona la visitante y la indirecta no iba dirigida a mi, la hipótesis de que Elvira espiara a Simona colándose en mi apartamento aprovechando las circunstancias del apagón, tampoco debía descartarlas.

Mira quiero reflexionar un poco en voz alta. Para los lectores masculinos, especialmente para aquellos que debido a su físico, simpatía o palique nunca han tenido demasiados problemas para relacionarse con todo tipo de señoras (entre los que pensaba que estaba yo incluido, hasta que intimé con ella y vi claramente que no). Que siempre se han sentido relativamente seguros de sus encantos y que se han jactado de ser poco influenciables, me gustaría verlos frente a Elvira. Una mujer en plena flor de la vida, con una belleza madura y arrebatadora, una inteligencia privilegiada, elegante y culta

Una capacidad camaleónica de cambiar de señora casta y distante a zorra viciosa y complaciente. De hablar con una elegancia propia de una reina a soltar tacos y guarradas como la más vulgar de las putas. Vamos que cuando te hablaba mirándote con esos ojos verdes, profundos y fascinantes, te quedabas en pelotas mentales. Hacía años, creo que desde la adolescencia, que no tartamudeaba con una mujer, pero con ella de vez en cuando me pasaba y nadie se puede imaginar lo que me jodía eso.

Terminé de cenar y me fui a mi habitación. Estaba cansado. Cuando llevaba unas 3 horas dormido, me avisaron al móvil médico de una urgencia en una urbanización cercana al pueblo. Volví a las 2 horas. Eran las cuatro de la mañana y los ojos se me cerraban de cansancio. Siempre duermo en bolas. Es una costumbre que la tengo de adolescente. Apagué la luz y me metí en el nórdico. No la escuché entrar, seguramente dormía hacía rato y quien fuese no hizo ruido.

Me despertó el siseo de las cortinas de la ventana. Había vuelto, mi inteligencia le aconsejó a mi curiosidad que si encendía la luz jodería la sesión. Me quedé totalmente quieto, expectante. Volví a oír que se paraba frente a mis pies. Me entró un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Comenzó igual que la noche anterior. Fue casi una total repetición de la jugada, salvo que esta vez me vendo los ojos, al marcharse, no esperó a que me quitara todas las cuerdas y desapareció en la noche. Me quedé respirando entrecortadamente y totalmente agotado. Me vino una idea a la cabeza. "No es Elvira quien me visita por la noche. Elvira tiene una abundante cabellera rubia hasta la cintura y en algún momento tendría que haber notado su melena mientras estaba encima mío. Intenté rememorar ese hecho y no pude recordar que notara el pelo de la mujer en mi piel. Joder, entonces era Simona, ella como Valería tenían el pelo por encima de los hombros y con solo hacerse una pequeña coleta era difícil que notara su contacto dada mi casi total inmovilidad.

Que golfa estaba resultando ser mi Simona. Y que especial también. Mira que ideas se le ocurrían para calentarme. Desde luego si le gustaba jugar así, de momento le seguiría el rollo. Me alegraba estar casi seguro que era ella. Desde que la conocí, me gusto mucho tanto físicamente como en otros aspectos. Quizás lo único que me agobiaba un poco era su vigilancia discreta de todos mis movimientos y una anticipación a mis peticiones que rozaba lo mágico. ¿Me leía el pensamiento?. Cuando hablaba con ellas de su país siempre me contaban leyendas y misterios que a veces me intranquilizaban un poco. A ver si van a ser brujas….jajajaja ,que chorradas me estaban viniendo a la cabeza. Caí rendido en los brazos de Morfeo.

Desperté a las 7 y me baje a desayunar. Solo estaba Valeria. Casi media hora más tarde aparecieron con cara de habérseles pegados las sábanas, las dos casi a la vez. Venían perfectamente arregladas. Nos sentamos a desayunar con total normalidad. Nada en sus movimientos me permitía comprobar mis teorías. Las dos posibles culpables de mis corridas nocturnas tenía casi el mismo aspecto. Valeria, en cambió sonreía más de lo habitual.

No he mencionado que para dificultar más aun la ecuación, mientras Valeria y yo esperábamos a las otras dos para empezar a desayunar, se giró hacia mi y enseñándome descaradamente el canalillo de sus grandes tetas, ( en algún momento he comentado que si bien Simona tenía un culo de campeonato y unas tetas medianas, Valeria tenía el culo bonito, pero unas tetas lozanas y con mucho volumen ) se puso a servirme una taza de café solo. Me quedé mirando fijamente su canal mientras ella me miraba con cara divertida. –Doctor, me está mirando las tetas?

-Valeria te juro por Díos que te estaba mirando con toda intención ese par de grandes y maravillosas tetas que te gastas, ¿contenta? Le dije sonriendo y haciendo algún gesto obsceno como de tocarlas a distancia.

Mientras reía de mi gesto, n i corta ni perezosa se abrió el uniforme y me las enseñó. Me quedé embobado. Mira que he visto tetas en mi vida particular y aún más senos en mi vida profesional, pero es que aquellas eran preciosas. Me cogió la mano y la posó sobre su pezón, empecé a acarícialas mientras le susurraba lo bonitas que las tenía, entonces escuchamos pasos.

Por hacer algo, ante lo nervioso que estaba, le di un trago a mi café y me quemé los labios y la lengua. Cuando ellas entraron a desayunar, Valeria estaba cerrándose el último botón y yo bebía un vaso de agua para aliviar mi boca achicharrada.

Llegué a mi despacho y pasé la consulta. Montse me llamó para decirme que vendría a verme esta semana. Había hecho algunos favores en el tema de guardias y tenía 4 días libres, de jueves a domingo. Quedamos de acuerdo para el horario de vuelo y recogerla en el aeropuerto. Estaba realmente entusiasmado. 4 días con ella. Tenía algunos días de vacaciones que podía coger y comenté el tema con mi superior. No puso pega alguna. El servicio a nuestro cargo estaba funcionando muy bien y yo tenía cierta libertad en algunos asuntos que le descargaban a el de trabajo. "Favor, con favor se paga". Me mandaría a un sustituto.

Decidí que Montse no debía estar demasiado tiempo en mi pueblo de destino. Ya cuando conociera a mi familia de acogida, a pesar de haberle comentado por encima, estaba seguro de tener que dar más explicaciones que un hindú por asesinar a una vaca sagrada en mitad de Bombay. Diseñe una pequeña ruta, romántica y encantadora que nos permitiría estar juntos en ambientes íntimos y relajados para dedicarnos a nosotros. Solo el día de llegada dormiría en mi cuarto, las otras dos noches serían casas rurales estratégicamente escogidas.

Les comenté el tema a las tres, lo dije como de pasada. Nunca les había confirmado que tenía novia y ahora, esta total desconocida, estaba a punto de llegar. Les insinué que rodeado de tanta belleza, tendría que dar muchísimas explicaciones para evitar que mi novia me diera una paliza. Aceptaron el cumplido y la advertencia implícita en mis palabras. Joder, que listas eran las tres. A veces me sentía como un pobre ratón en manos de tres gatas. Se echaron a reír, incluso Elvira rió con ganas. Me dijeron las tres casi a la vez que no me preocupara. Mi novia saldría convencida de que me encontraba en buenas manos y otra vez las risitas, mientras contemplaban mi preocupada cara. Sabía que me ayudarían con empeño a salir un poco del lió, pero sus risitas perversas me acojonaban un poco. ¿A vosotros no?

Continuará

CROME