Médico a domicilio

La visita de rutina al médico terminó con una terapia domiciliaria que seguramente se repetirá cuando menos una vez al mes... si no ocurre algo imprevisto...

ESOS MÉDICOS CALIENTES

Acudí a mi visita semestral de rutina con el médico familiar de la dependencia de gobierno donde me atienden desde hace muchos años.

Esta vez, el médico era otro. El anterior solicitó su cambio de asignación, tendría unos 48 años y ahora encargaban el consultorio a Ramiro, un hombrazo de unos 39 años, muy bien dado y muy atractivo, la primera impresión fue la mejor.

Revisó mi historia clínica de modo muy profesional, hizo algunas acotaciones, de vez en cuando separaba sus ojos de la ficha médica y me veía por sobre sus lentes.

Mientras Ramiro leía yo le observaba, era un buen tipo: Alto, pesado, ojos muy expresivos, cabello negro brillante, muy bien peinado, pestañas enormes, nariz recta, boca grande y jugosa, un discreto bigote y unos pelos tentadores asomando coquetos sobre el cuello V de su filipina. Observé atentamente sus largos y gruesos dedos y me pregunté si así tendría de largos y gruesos todos los miembros de su cuerpo. Esta situación me provocó una erección al instante.

De pronto, Ramiro me dijo que me quitara la ropa y me colocara boca arriba en la camilla de auscultación. No me dio tiempo de responder, preparó estetoscopio, baumanómetro, un abatelenguas y guantes de látex.

En tanto yo, algo apenado me despojé de mi ropa. Él fue a la puerta y puso el seguro, me pareció ver de reojo cómo acomodaba su paquete en la entrepierna y cómo su lengua recorría sus carnosos labios. Quizá eran suposiciones mías.

Cuando ya desnudo me recosté sobre el camastro, Ramiro se colocó los guantes, empezó a tocar mi cuello, mis hombros, las axilas, el área circundante a mis pezones, hizo algunos toquecitos discretos sobre mi barriga, se siguió por los costados hasta meter sus dedos en mis ingles y pulsó con cierta fuerza a cada lado de mi escroto.

Huelga decir que mi verga estaba chorreando líquido preeyaculatorio y se mostraba como un mástil grueso y moreno, sin embargo, el doctor no hizo comentarios.

Enseguida, se colocó el estetoscopio, me escuchó el pecho, me hizo colocarme de costado y escuchó mis pulmones y fue justo al hacer yo un movimiento cuando mi codo chocó con su enorme bulto. Qué verga de cabrón, estaba tan excitado como yo. Tampoco dije nada.

Siguió con toda la rutina del examen y finalmente me pidió que me vistiera. Sin comentarios.

Escribió una receta, la dobló y la puso bajo su carpeta de escritorio. Me vio directamente y me dijo:

"Diagnóstico: En lo general, clínicamente sano, pero en lo particular una fuerte temperatura corporal que debe atacarse de inmediato".

"Tratamiento: Terapia domiciliaria inmediata, luego de surtir esta receta".

Me entregó la receta y agregó una tarjeta personal con su domicilio particular.

La receta decía: "Dotación de preservativos para un mes".

Al reverso de la tarjeta decía:

"Es increíble lo que me gustaste, estoy tan caliente como tú. Necesito mamar esa verga y que pruebes la mía. Te espero hoy a las 9 de la noche en mi departamento. No me falles".

A las 9 de la noche en punto yo estaba tocando el llamador de su departamente. Para el momento me había dado un baño de tina perfumado, usé mi mejor colina y mis boxer más sugestivos, de seda oscura y con una bolsa especial para sostener los huevos. Lo conseguí en una sex shop para casos como ese.

Abrió Ramiro y vestía sólo un short azul eléctrico y sandalias. Se veía riquísimo el cabrón. Apenas entré me abrazó fuertemente, tanto que pude sentir su erección y luego, al separarnos, observé la enorme carpa que se formaba en su entrepierna. De inmediato me ofreció una bebida y empezó a platicar conmigo como si fuéramos amigos de siempre.

Me dijo que me pusiera cómodo, yo sentí esa confianza y me quité la ropa, quedando sólo en mi insinuante boxer.

Él me dijo que no había problema si nos quedábamos "a pelo", que estábamos solos.

Al retirar su short, asomó una hermosa verga no mayor de unos 18 cm. Sin embargo, el conjunto era bellísimo, su forma, su color, su olor. Además, era muy gruesa y eso para mí fue el atractivo número 1 después de la persona de quien se trataba.

Me ofreció tomar la iniciativa y fue cuando abrí mi boca y dulcemente comencé a chuparlo. Lo lamí de arriba abajo, de un costado a otro y chupe sus testículos peludos.

Me sujetaba la cabeza y con cada chupada su miembro llegaba cada vez mas adentro de mi boca. Hasta que eyaculó dentro de ella durante largo rato. Su leche era deliciosa.

"Esta es la primera parte del tratamiento", - dijo.

Descansamos un rato hablando de todo un poco mientras me acariciaba por todo el cuerpo. Después se paró y se dirigió hacia un armario .

Saco unos guantes de látex, cremas y condones. Listo para seguir con el tratamiento?, -dijo.

Claro que si respondí.

Me sacó el boxer y me pidió que me pusiera sobre la alfombra en cuatro.

Me abrió las nalgas con sus manos enguantadas y me dijo: "Está apetecible este agujerito . Se nota que tiene ganas de ser explorado"

Comenzó a ponerme crema alrededor del culo y luego llevó dos de sus gordos y largos dedos a mi agujero, los metió delicadamente, jugó con ellos dentro de mí, los circulaba, los entreabría y mientras su verga cobraba todo el vigor del mundo.... casi protestaba, golpeando mi pierna. Esto me producía un gran gozo.

Sacó los dedos y luego de ponerse un condón de superficie rugosa fue introduciendo su cabeza en mi hoyo, era doloroso y ardía al roce con la superficie del condón, pero era un placer innegable. Me cabalgó largo rato en varias poses. Me besaba y lamía por todos lados.

La metió tanto que entró toda y en una de esas embestidas soltó muchos chorros de calientes mecos dentro de mi culo al mismo tiempo que acababa yo.

Terminada esta sesión, me sirvió otra bebida, me mostró el condón con algo de mi sangre y unos centímetros de leche que fue a dar al retrete.

Me dijo que la terapia no había terminado, que necesitaba comprobar si todo funcionaba bien, pero que se requería asepsia pre y post operatoria. Con esa invitación, nos metimos a bañar y bajo la ducha nos besamos como si fuésemos una pareja de varios años.

Cuando salimos del baño, él tiernamente me secó, me peinó y secó el pelo, hizo lo mismo y en tanto me pidió preparar otras copas. Me confesó que estaba muy a gusto con su "paciente", que llevaba mucho tiempo solo y que los maduros vergudos le excitan demasiado y eso había ocurrido conmigo.

Agradecí la atención y Ramiro me tomó de la mano, subimos a su habitación con nuestros vasos en la mano. Entramos, el ambiente se inundó de música instrumental muy suave, Ramiro me dijo que tuvo qué hacer un gran esfuerzo para contenerse aquella tarde mientras me auscultaba en el consultorio, que mi verga le había atraído de una manera irresistible y que necesitaba comprobar si tenía la potencia que imaginaba y, sin más ni más, me tiró sobre la cama y se colocó entre mis piernas prendiéndose materialmente de mi garrote.

Qué delicia de mamada. Qué técnica mamadora de médico. Sus succiones eran breves, fuertes y electrizantes. La cabezota de mi verga estaba hinchada.

Ramiro me colocó un condón igual al que él había usado para cogerme y enseguida se montó sobre mi cipote de espaldas a mí. El panorama no podía ser más calenturiento, exhibía un culo peludito, oscuro, pero de un olor embriagante, a pulcritud. Lentamente, sin lubricación previa se fue deslizando y mi verga sentía el roce apretado de un culo cálido y receptivo.

Cuando mi garrote estuvo totalmente en su interior, con una habilidad propia de un contorsionista se giró en 180° y quedó frente a mí con su verga nuevamente dura. Así estuvimos un rato contemplándonos sonrientes.

Ramiro me dijo que estaba delicioso, que no se había equivocado, se inclinó hasta mis labios, nos besamos jugando con nuestras lenguas y yo sentía que la cabeza de mi verga estaba a punto de salir de su agujero, por lo que con un movimiento de caderas me impulsé y le di una penetrada que le arrancó un gemido placentero..

También yo hice gala de acrobacia, lo recosté de espaldas, me arrodillé y entonces inicié una de las cogidas más fantásticas que recuerdo en mucho tiempo, estuve "limando" su interior por unos minutos y finalmente, cuando Ramiro sintió que mi verga se hinchaba, hábilmente se sacó, me retiró el condón y todos mis mecos cayeron sobre su pecho peludo.

Los dos jugueteamos con mi néctar en nuestros pechos, nos besamos eróticamente y de nuevo nos fuimos a bañar.

La terapia terminó cuando mi médico me indicó que la siguiente consulta sería en ese mismo lugar en un mes exactamente, a la misma hora. Dio que sería tiempo de renovarme la receta.

Me dijo que recordara que era para un mes, que siempre usara condón, que esa era la condición para poder volver a atenderme.

Espero sus comentarios como siempre

Julián

Hermes_2003@hotmail.com