Mediaterranean Cruise (3: Islas griegas)

Varias islas, relato de una.

Estando ya por el ecuador de nuestro viaje, Alex y yo comenzamos a planear lo que haríamos cuando llegaríamos a Barcelona. Había pasado todo tan rápido en casi una semana pero estábamos locamente enamorados, queríamos compartir nuestras horas en su piso. Me contó que su ex, lo abandono por una mujer que lo reclamo tras haber tenido un bebe de este. Estuvo tan destrozado que se metió tanto en su trabajo que apenas salía de ahí y del gimnasio. Por eso un día decidió salir de esa coraza que se había hecho y preparo un viaje para despejarse de sus males. Comentamos varias veces lo de sus primos italianos, y acabamos siempre tan calientes que terminábamos los dos dentro de la piscina o en su cama...

Una de las noches que fuimos a pasar a la discoteca del barco note como un mozo de unos veinte y pocos años, nos observaba a los dos de una forma constante. Avise a Alex de forma que el chico no se diera cuenta, y como que no quiso la cosa Alex miro y me comento lo siguiente:

Es uno de los marineros del barco, será su noche libre – y con un encogimiento de hombros y cerrando los ojos dirigió su mano a la copa y otra a mi cintura.

Pero es que mírale como mira el tío – respondí asombrado – tendríamos que cobrarle-.

Jajaja, no me importaría cobrarle en carne la verdad – sonrió mientras le echaba otro vistazo.

Desde luego no haces ascos a nada jajaja – y poniendo media sonrisa dirigí la mirada al chico que estaba en la barra del bar.

Joven, pelo moreno y rizado, unas cejas gruesas, algo pecoso de piel muy blanca, y grandes ojos verdes claro. Una estatura medía, y flaco, muy flaco, pero unas buenas posaderas. Desde luego Alex tenia buen gusto. Ese muchacho seguía mirándonos esta vez sin tanta cara, se había puesto de lado, y miraba con el rabillo del ojo, pero como nosotros lo mirábamos a él, parece como que sentíamos su vergüenza.

¿Quieres que lo invitemos a tomar algo? – me pregunto de repente.

Ummm, estaría bien – respondí sorprendido.

Y a la vez, parecíamos sincronizados, nos levantamos y fuimos acercándonos cada uno por un lado de aquel marinerito.

Hola tío, ¿te hace una cerveza o algo? Nosotros te invitamos – se presento Alex con una sonrisa colgate de morirse.

Ah... gracias, una cerveza estaría bien – respondió el joven, con un gracioso acento francés.

Me llamo Alex y mi amigo Dani, somos turistas de Barcelona, tu pareces francés, ¿we? – bromeo Alex.

Sí... exactamente de Poutier – Respondió todavía cabizbajo. – Me llamo Jean-Louis, pero me llaman Jean -.

Ah, bonito nombre – respondí – ¿y aquí no tienes compañeros del trabajo o a alguien para pasar el rato? -.

No... – cogió la cerveza servida y pego un trago y siguió hablando ya mas relajado - he empezado este año y aún no me he dado a conocer.

Bueno si quieres, aquí tienes a los tíos mas embrollados del segundo titanic – y como de un gran chiste Alex soltó una risotada enorme, haciéndonos reír a Jean y a mí.

Estuvimos la noche hablando los tres juntos, sobre la mierda que es la vida, lo difícil que es encontrar un buen curro y que te paguen dé acuerdo con lo que trabajas. Y empezamos a hablar de nuestro tema favorito: el fantástico sexo. Jean sé confeso bisexual. Tenia novia en Poutier, pero de vez en cuando iba con amigos a Paris. Le gustaba mucho sobar pollas. Esas, palabras resonaban, tan placidamente en mi mente, que mi nabo empezó ha ponerse duro. De vez en cuando pasaba mi mano apretándome la morcilla, dándome ganas de sacármela debajo de la mesa y pajearme. Alex me miraba y también pasaba su mano sobre mi muslo y por mi culo, haciéndome sentir mas ganas de hacer lo antes mencionado.

Claro que como si de la nada, apareció mi hermana, sin Emilio a su lado, con una borrachera bastante gorda. Con cara de niña buena, mi hermana me pidió que la acompañase, a su habitación, ya que Emilio esa noche, estaba indispuesto. Lo que ocurre al mezclar alcohol con algún porro, es lo que le pasaba a mi amigo Emilio. En fin tuve que despedirme de Jean, aunque no de Alex ya que este se ofreció acompañarnos. Cuando deje a mi hermana, en su camarote, al lado del mío, le dije a Alex:

¿Te gustaría probar a hacerlo dentro de una lata de sardinas? – y haciendo un gesto con la cabeza, dirigiéndome a mi camarote.

Pues no sé... – me respondió seriamente -.

¿Cómo que no sabes? – respondí medio enfurruñado.

Es que igual las sardinas, pierden el aceite – de nuevo una gran carcajada se apodero de mis oídos y dándole un capón, nos fuimos metiendo rápidamente a mi camarote.

Allí estuvimos follando casi toda la noche. No parábamos de chuparnos las vergas y nuestros culos, dándonos pellizcos en los pezones, besos en la espalda, caricias en los muslos, magreos en los glúteos y lo mejor de todo, besos intensos, y abrazos interminables, el tacto de nuestras pieles, inundadas en sudor, nos ardía la sangre, queríamos estar así durante toda la noche abrazados uno frente al otro, sin importarnos, una cama de una sola persona. Él encima de mí, aplastaba su vergón contra el mío, arrastrándolo con fuerza sobre mi abdomen. Yo le metía dedos en su ano, haciendo que abriría la boca y cerrase sus ojos pudiendo aprovechar la ocasión para besarlo de nuevo. El calor era intenso, se había acumulado demasiado en ese lugar así que decidimos levantarnos y metérnos en la pequeña ducha casi pegados, pero como era lo que queríamos pues ni tan mal. Con el agua de nuevo corriendo por nuestros cuerpos calientes, le pedí a Alex que me follase, pero en esa ducha no podríamos hacer gran cosa, eso pensé, hasta que, Alex me puso contra la pared mirándole a los ojos y cogiéndome de las piernas quede suspendido en el aire, yo con las piernas abiertas, dejándole paso a mi entrada placentera, él apunto muy certeramente bien, y clavo como un torero, en el blanco. Sus grandes brazos marcaban sus venas y su cuello tensado por el esfuerzo me ponía mas caliente, su polla abatía con fuerza, y me hacia sentir como un rey. Al final se corrió fuera de mí, pero yo me corrí entre él y yo en nuestros abdómenes y dejándome en el suelo de nuevo nos besamos ya con ambas pollas desinfladas, colgando como bates de béisbol tras un partido. Después de unos movimientos mas nos dormimos en mi cama, ambos desnudos yo encima de él, abierto de piernas sintiendo el calor del cipóte que sentía entre mis nalgas.

Unos golpecitos aporreaban la puerta de mi camarote. Era mi hermana, así que rápidamente tape a Alex con la sabana de la cama, y me puse algo que pille.

¡Hola, hermanito! – dijo mi hermana, entrando sin pedir permiso – siento haberte fastidiado el plan de ayer... – y mirando a Alex quedo boquiabierta - ¡Madre de Dios!, Ósea que ¿los gays son los mejores de la cosecha?.

¡Marta! – chille descontrolado – anda vete preparándote que vamos a llegar a una de las islas griegas.

Jo chico que despertar. Por cierto bonitos calzoncillos pero creo que no son tuyos – y con una graciosa sonrisa agito la mano despidiéndose de nosotros dos. – Por cierto hoy no saldré del barco voy a estar... ocupada -.

Baje la cabeza mirando lo que me había puesto, ¡eran los calzoncillos de Alex! Me estaban algo grandes pero no eran feos, aunque a mí me quedaban ridículos.

Que mujer más pesada – dije dejando los ojos en blanco – menos mal que hoy no la veo mas-.

Que exagerado eres – respondió Alex – solo es algo inquieta, pero es muy salada. Por cierto, ¿puedes desnudarte?

¿Te has levantado con calentón? – respondí mientras me quitaba ese calzoncillo.

No pero hay que vestirse para salir a tomar el aire y eso es mío – y dándome un cachete en el culo me cogió los calzoncillos y levantándose con un hábil gesto me beso.

Te espero fuera.-Y velozmente, se vistió, y se fue.

Ahí estaba yo con la polla colgando y con un calor insoportable. Me duche con calma, y escogí unos pantalones cortos, una camisa naranja, para lucir un morenito ya algo cogido, para algo servia estar una hora tumbado al sol. Cogí un pañuelo rojo y unas gafas negras, me coloque unas chancletas y puse la cartera en su sitio. Preparado, me acorde de los condones y los saque para sí la ocasión lo requería. Dos condones que caducarían ese invierno. El tiempo que hacia que no follaba y ahora estaba siendo un perro en celo. La verdad es que me encantaba follar siempre y cuando estaría Alex conmigo. Era como el afrodisíaco de mi existencia. Me había enamorado de él, y en tan poco tiempo, y el también lo había hecho hacia mí, puesto que nos lo confesamos días antes, aun estando en aguas de Italia.

Bajando por la rampa, vi ya en tierra, a Alex con Jean al lado. Los dos me miraban tras sus gafas oscuras, con ambas sonrisas blancas y sinceras. Alex levanto su brazo y me saludo gritando: ¡Venga vamos tío lento! Mientras bajaba, con la mirada perdida en la multitud y pensando en que podríamos hacer durante todo el día. Zakinthos era una de las islas más bonitas que había visitado nunca. Sus playas parecían sacadas de documentales del Caribe. Había una playa cerrada, donde podríamos tumbarnos a tomar el sol después de haber dado una vuelta por los alrededores. Así que, como todo el mundo, los tres, nos fuimos ha hacer un poquito de turismo, sacándonos fotos de bonitas vistas de fondo. Como se nos olvido el traje de baño, decidimos comprarnos uno nuevo cada uno. Entramos en una tienda donde había una mujer madura y un hombre también bastante más maduro que ella. Fuimos donde estaban los bañadores, y allí empezamos a escoger.

¡Mira, si que es pequeño este traje de baño! – grite mirando asombrado a un tanga de hombre color verde pistacho.

Anda, pues a mí me gusta – sugirió Alex mirándome – Deberías de comprártelo -.

¡Anda ya! – respondí en coña, con un sonrojo enorme.

¡Yo creo que no te quedaría nada mal! – me animo Jean -.

Mirar, me lo compro con una condición – según dije esto me miraron los dos con cara de susto – Tranquilos no es nada malo. Solo quiero que os los compréis del mismo modelo pero diferente color, para ir iguales, ¿Os hace? -.

Jajaja, ¿perderías la vergüenza por verme en tanga? – dijo Alex, cogiendo uno de color naranja butano.

Yo si la perdería por veros a los dos – dijo Jean, cogiendo a la vez que Alex uno color rosa chicle.

Cuando fuimos a pagar, la mujer mostraba una cara sonriente y divertida, lo contrario que el hombre que parecía que le había dado un espasmo. Ya en la playa, tras unas rocas, nos quitamos la ropa y quedamos desnudos. A Alex, como siempre, le veía requetestupendo, en cambio Jean era el "nuevo" y le eche un buen vistazo. Su figura era escuálida como la de un quinceañero a pesar de tener diez años más, su polla era corta pero bastante gruesa, lo que compensaba, pero lo mejor era su retaguardia, que cuando se agachaba poniendo en pompa ese culito, tenía que apartar la vista porque se me ponía dura. Le observe un buen rato mientras se colocaba el rabo en una tela tan diminuta.

¡Si te empalmas se te va a notar! – me dijo Alex mientras me daba un codazo.

Eh... no, no, estaba viendo el tanga haber como le quedaba a Jean, tenía curiosidad – dije medio acalorado.

No pasa nada, si Jean tiene un culete para comérselo – respondió Alex dándole una palmada a Jean.

Ey cabrón, que pica... – dijo Jean refunfuñando.

Más tranquilos y con la polla tranquila también, nos fuimos adentrando entre la gente, cada uno con nuestro tanga, llamando la atención con esos colores. Estaba pasando la mayor vergüenza del mundo, las mujeres maduras giraban la cabeza para observar nuestras nalgas desnudas, bajo un sol reluciente. Las muchachas jóvenes se miraban entre ellas echándonos piropos tipo: "esos cuerpos", "Ya le haría a ese un traje de saliva" o incluso una señor se atrevió a comentarnos que parecíamos los Ángeles de Charlie en tenga. Jean y Alex se lo pasaban pipa pero yo estaba cada vez peor así que decidí ir a nadar un rato. El agua estaba bastante fría pero quería desaparecer un rato. Desde el agua observaba como Jean y Alex tomaban el sol, pero no solo eso. Si no que se empalmaban de vez en cuando así que nada mas verlo fui corriendo a tirarles agua encima, para relajar el "asunto".

Cuando el atardecer estaba a punto de caer, Alex sugirió vestirse para ir a un mirador de la costa, donde había estado anteriormente. Así que nos vestimos pero dejándonos el bañador puesto. Le habíamos cogido el gusto de sentir una tira metida por ahí... Cuando llegamos al mirador había una pareja que estaba metiéndose mano, pero al entrar nosotros en escena les jodimos bien. Se fueron pitando y nos acercamos a las vistas. Los tres estábamos allí arriba sin que nadie nos molestase, con las pollas desbocadas, tras vernos en unos paños muy sexys. Nos apoyamos en la barandilla los tres y comenzamos a hablar sobre cosas.

Que bonito esta esto sin nadie ¿verdad? – dijo Alex tirando indirectas – esta súper solitario ¿no? -.

Aha, si es verdad, sé esta muy bien – note como Jean nos miraba a Alex y a mí, con cierta forma.

Bufff pues yo tengo un poco de frió – comente por cambiar de tema. - ¿Y si vamos a un bar de estos? -.

Mira que abrazo te doy a ver si te calientas – y acto seguido note como Alex se abrazaba haciendo de manto sobre mí.

Yo también tengo frió – dijo Jean entre risas.

Así que yo lo mire y lo abrace a él. Parecíamos las clásicas muñecas rusas, una tapando a la más pequeña. Jean se acercaba más hacia mí dejándome los labios a mi alcance, y Alex fue acercándose por detrás lamiéndome el cuello entonces bese a Jean como si lo conociese de siempre. Sus labios sabían a caramelo, su lengua tímida se movía dentro de su boca y lentamente la uní junto a la mía. Separamos la boca y le dije si tenia frió y me dijo que por la espalda. Así que le di la vuelta y pasándole las manos por la espalda le frotaba muy suavemente quitándole poco a poco la camiseta. Alex me quito la mía y la suya, y volvimos a juntarnos. sentia ambos latidos del corazón en mi espalda y pecho. Alex acariciaba mi paquete mientras besaba a Jean, pero mientras yo les cogía de las pelotas y se las movía hacia todos lados. Entonces nos quitamos los pantalones y vimos como nuestros tangas bajo una luz tenue, brillaban dejando apreciar las formas viriles que nos dotaba la naturaleza. Los tres nos juntamos en un circulo cerrado chocando nuestros paquetes y besándonos, y lamiéndonos los cuellos. Éramos tres en uno, ambas manos en dos culos, con dos pollas, era lo mejor del mundo.

Alex nos ordeno a mí y a Jean que nos apoyáramos en la barandilla y abriésemos las piernas. Así lo hicimos, y tras eso, Alex nos aparto con suavidad la tira, dejando nuestros hoyos abiertos para él solamente. Empezó a lamer a Jean, mientras que a mí me acariciaba con un dedo, subiendo y bajando por mi raja. Cuando empezó Jean a gemir, paso de culo y empezó conmigo. Note como su lengua se movía con habilidad cerca de mi ano, haciéndome sentir gloria. Cuando paso un rato, Alex pidió que me follara suavecito a Jean, y tal cual, coloque uno de mis condones en mi polla y con un dedo abrí paso en ese fantástico culo francés. Se la metí, tranquilamente y empecé con un inagotable vaivén. Mis pelotas daban en las suyas mientras este se masturbaba. Alex se ponía cerca de nuestro lado besándonos a ambos, pero enseguida se coloco un condón para ponerse detrás de mí, y follarme. Dios que placer sentí. Un culo que era de un dios, y la polla de un hombre que me amaba, ¿qué más podía pedir? Empezamos a gemir como machos, incansables, moviendo nuestras caderas como si en ello nos fuera la vida, sintiendo nuestros cuerpos. Alex echándose encima de mí y yo apoyado en mis brazos sobre la barandilla, mientras que Jean se masturbaba con sus manos libres apoyado con el pecho, gimiendo sin pausas. Sudábamos a borbotones, acariciándonos, tocándonos sin poner tabúes, esos tangas nos habían quitado el tabú de todo, y nuestra sexualidad estaba esa noche salvaje. Alex dijo que se iba a correr así que, nos sacamos las pollas, y Jean y yo nos pusimos de rodillas esperando esa leche sobre nuestras caras. Lamiendo ese rosado capullo, empezó a brotar un chorro espeso de leche dejándonos a Jean y a mí más cachondos todavía, entonces esta vez nosotros nos pusimos de pie, y mientras nos besábamos, Alex se metió ambas vergas en la boca succionando con gran poderío. Cuando notamos que nos corríamos le advertimos y ponía la cara para recibir la leche. Entonces le llenamos con una gran cantidad de lefa, su hermosa cara que besamos para limpiarle bien de esa cremosa leche.

Muy sofocados nos colocamos toda la ropa y nos fuimos rápidamente al barco puesto que faltaban pocas horas para que zarpar e ir a otras islas.

Los siguientes días fueron parecidos, pero con diferentes vistas. Ahora nos movíamos solitarios junto al Mediterráneo, hasta llegar a Marruecos, pero mientras se acercaba ese momento, pensaba junto a Alex, lo curioso que era nuestra forma de compartir sexo sin sentirnos infieles, ya que lo compartíamos todo. Y Marruecos no iba a ser una excepción.