Medias con costura!

No soy un fetichista pero las medias con costura me chiflan y aquella mujer las llevaba.

MEDIAS CON COSTURA ¡!!!

No, de verdad, no soy un fetichista, pero las medias con costura…ah!. las medias con costura son un caso aparte; cuando veo unas piernas de mujer acariciadas por tan voluptuoso complemento mi mirada se desvía, golosa y lasciva.

No importan las circunstancias ni de quien esté acompañado; una fuerza superior me empuja a mirarlas obsesivamente mientras mi mente sube hacía el calido final de las dos oscuras líneas e imagina tacto y textura de seda, humedades que son promesa de seguros goces y mi sexo, juguetón, inicia una rápida ascensión urgido por tan placentera perspectiva.

Si las medias se complementan con unos zapatos de aguja y una falda por encima de las rodillas, no necesito más para disparar los niveles de testosterona en mi cuerpo.

Desgraciadamente, tan excitante espectáculo es cada día menos frecuente en nuestras ciudades en donde las mujeres han convertido el masculino pantalón en parte ineludible de su vestuario, en cualquier ocasión.

Doña Aurelia Gomez Villacorta, subinspectora de la Agencia Tributaria es un ogro. Dejó atrás los cuarenta hace algunos años, la celulitis y la buena mesa han dejado notables huellas en su cuerpo serrano…pero luce unas bonitas medias color carne (por supuesto: con costura) y un sobrio traje de chaqueta con una corta falda.

Doña Aurelia me mira, el gesto adusto, la cabeza inclinada sobre mi declaración del IVA, las gafas de hipermétrope sobre la punta de su respingona nariz.

-Señor Martinez, estos números no se los cree ni usted!

-Porqué no se pasa usted por mi tienda y comprueba su veracidad?

Doña Aurelia dulcifica su mirada, se quita las gafas y me mira interrogadora.

Se que le encanta salir de inspección, que no soporta la monotonía de la oficina y que no hace ascos a una buena comida.

-Si le parece bien, podemos quedar para ir a comer y luego pasamos por el local.

Aurelia esboza ya una sutil sonrisa mientras se ruboriza ligeramente.

-Tengo mucho trabajo..pero..bueno, un día es un día.

-A las tres en el "Txindoki"?

La buena cocina vasca es su debilidad, hace tiempo que estoy informado de sus gustos.

-Sea, a las tres en el "Txindoki".

-Doña Aurelia, es un placer tratar con funcionarios comprensivos como usted.

Vuelve a sonrojarse y se levanta para despedirme, extiende su regordeta mano que yo acuno entre las mías mientras la miro con una amplia y (creo yo) sugerente mirada.


Aurelia termina con delectación el cogote de merluza mientras alza su copa:

-Una merluza excelente y un blanco exquisito .Si no fuese por estos pequeños placeres, la vida no valdría la pena.

Aurelia quedó viuda hace diez años, no tiene hijos y vive con su madre.

-No digas eso (con el descorche de la segunda botella de vino iniciamos el tuteo), la vida tiene muchos otros placeres tanto o mas importantes que la buena mesa. Que me dices del sexo?,no te parece un gran placer?.

-Ay!, el sexo, ya no recuerdo que es eso, a mis años es solo una entelequia

Deja la frase abierta, esperando una respuesta que la complazca.

-A tus años!, estas en lo mejor de la vida, cuantos hombres quisieran sentirse en tus brazos.

-Calla, calla, no digas tonterías.

Se siente evidentemente halagada, una chispa de lujuria alumbra en su mirada.

-Si te dijese que hace tiempo que me siento atraído por ti creerías que estoy intentando seducirte…pero es así, me gustas, me gustas mucho.

-Es tarde, vamonos!

El sofoco acentúa sus graciosos mofletes, se pasa la lengua-nerviosa-por los labios.

Mientras salimos del restaurante paso mi brazo por su cintura. El tacto sedoso de su camisa sobre unos incipientes michelines me excita, noto como a ella se le eriza la piel y hace un protocolario intento de zafa que yo interpreto a mi gusto, acentuando la presión de mis dedos sobre su carne. Cede en el intento y se aprieta contra mí mientras suspira complacida o resignada.

-El contable no llega hasta las siete, si te apetece podemos ir al cine.

-Estupendo!,me muero por ver la ultima de Tom Cruise.

En la oscuridad de la sala, mi brazo rodea su hombro y ella-mimosa-apoya su cabeza en el mío.

Tiene las piernas cruzadas y mis ojos abandonan la pantalla seducidos por la visión de sus rotundos muslos y el tenue brillo del nylon sobre ellos. Mi mano se desliza sigilosa como una culebra hasta notar el tan deseado contacto; la sensación- inenarrable para quien no conozca estos lances-me retrae a tiempos pasados .Repta hacia la profundidad notando cada vez más calor y humedad.

Veo a Aurelia esbozar una sonrisa irónica al mismo tiempo que la mano topa con la faja. No hay camino posible, me entretengo unos minutos acariciando los muslos hasta que un suave ronquido me hace desistir de todo intento. Aurelia se ha dormido.

Por no estar ocioso, mi otra mano desciende sobre su camisa, sobo el pecho izquierdo y alentado por su consistencia desabrocho un botón, obvio el sujetador y alcanzo el grueso pezón.

Despierta Aurelia y su boca busca la mía. Una mezcla de allioli y tabaco llega hasta mi pituitaria pero supongo que mi aliento no debe ser mejor que el de ella, de modo que nuestras lenguas juguetean alegremente hasta que nos detenemos para recuperar la respiración.

Sin terminar la película salimos del cine, los dos estamos calientes.

-Ya habrá llegado el contable

-No me jodas con el contable. Haz algo

Solo se me ocurre ir al apartamento de la costa. Una hora de tráfico lento que Aurelia intenta aprovechar para hacerme una felación imposible y yo sigo excitándome con el tacto de las medias sobre sus muslos.

Es invierno, el apartamento está helado; casi vestidos nos metemos en la cama apretados el uno contra el otro. Poco a poco entramos en calor y bajo la manta comenzamos a explorar nuestros cuerpos.

La maniobra de desembuchado de la faja resulta laboriosa y cuando lo conseguimos, ambos respiramos aliviados. Ahora mis manos pueden ya ascender libremente por las medias (que no le permito quitarse) hasta llegar a la profunda calidez de su ingle y humedecerse en su sexo.

Libero también los orondos pechos que se desparraman generosos tras su forzado cautiverio y juego con mi lengua a provocar la erección de tan tremendos pezones.

Gime la condenada mientras retuerce mi escroto y ambos nos convulsionamos por muy distintos motivos. Finalmente empujo sutilmente su cabeza hasta la altura de la de mi pene y se aplica en una sabia mamada que me va conduciendo a un dulce orgasmo.

Se detiene y desde la profundidad de las sabanas le oigo decir:

-Ni se te ocurra correrte en mi boca, eh?

-No, mujer, pensaba avisarte a tiempo.(miento, en medio de mi frustración)

Cambiamos de posición, me sumerjo en la negrura más absoluta y mi lengua alcanza su ávido pubis forzado por la presión de sus manos sobre mis sienes. El olor es fuerte pero excitante; localizo a tientas el clítoris y le aplico una rápida lamida que hace rebullir todo su cuerpo. El acre sabor me impide seguir hacia ignotas profundidades a pesar de que sus manos mantienen inmovilizada mi cabeza sobre su vulva.

Miro el reloj con el rabillo del ojo: Las siete!,la tienda abandonada todo el día, a saber que tonterías habrá hecho la dependienta!.

Aliño la faena como puedo y entro a matar de una certera estocada que encuentra el camino expedito y lubricado.

Ovación, sin vuelta al ruedo ni petición de apéndices.

Ya de regreso a la ciudad, dejo a Aurelia en el portal de su casa.

Nos besamos en los labios y antes de cerrar la puerta le digo:

-Con respecto a la declaración del IVA

-Con respecto a la declaración del IVA, señor Martinez , es impresentable .Le sugiero que la rehaga de nuevo ,busque sus errores y regrese cuando la tenga en condiciones y encuentre un hotel con calefacción y agua caliente .Buenas noches!