Me vuelvo a encontrar con Rocio
Después de años me cruzo con mi ex novia en un restaurante.
Cuarta parte de la saga tercera parte de Mi amiga Rocío resultó no ser tan pardilla , Roció me cuenta su negocio , Rocío me pone a Sofía a huevo y Pillo a Rocío sodomizada y meada . Mejor leerse los anteriores.
Una semana después de llegar a Madrid, Rocío me escribió, pidiendome vernos a lo que yo le pedí tiempo.
Una semana después volví a recibir otro mensaje, una semana después otro y finalmente recibí un email en el que Rocío me confesaba que desde seis meses después de empezar a convivir llevaba participando en sesiones de sadomaso.
Lo contaba con las mismas excusas supongo que el típico marido al que la mujer le pilla yendo de putas: que si era solo sexo, que si buscaba fuera de casa lo que allí no recibía, que si no significaba nada para ella, que si no se repetiría, que si me amaba, que si no podía vivir sin mi. La tía fue tan corta que hasta me contó detalles de sus infidelidades. Me contó que la primera vez lo hizo con uno de sus, nuestros, empleados pero rápidamente recapacitó dándose cuenta que no podía ser jefa y cliente a la ves y esperar mantener el respeto de los empleados y sobre todo la discreción, y empezó a traer amos de fuera de España. El dinero no era un problema. Cuando podía se iba de viaje con un grupo y ella misma usaba los servicios que los otros contrataban. Me contó que solo lo hacía una vez al mes y solo una vez al mes. La verdad es que me indigno aun más saberlo. Cogí tal ataque de ira que inmediatamente llamé a Yolanda la cual se había casado unos seis meses antes. La sodomicé con fuerza esa noche en un hotel de cinco estrellas, me corrí en su boca como hacíamos siete años atrás.
Le mandé una carta muy dura en la que la puse a caldo. Le expliqué las mil y una tentación que había tenido en esos seis años. Una a una. Le expliqué que la había amado con locura, le expliqué que si me lo hubiese contado es posible que hubiese admitido que eran sus necesidades, pero engañándome solo recibía mi rechazo. Le dije que no quería volver a verla en mi vida.
Rocío me escribió un par de cartas más pidiendo compasión en unas, en otras rogando por nuestro hijo no nato y en otras contándome sus miserias
A cada carta que recibía, yo la escribía con una contestación más fuerte.
Rocío me contestó en la ultima que lo sentía en el alma. Me imagino que por un impulso, o más bien por dejar una puerta abierta, Rocío me dijo que dejaba en mis manos todos sus negocios y que sus abogados se pondrían en contacto conmigo para darme poderes notariales. Me pidió que asistiese al parto y le dije que no pensaba volver a verla ni siquiera ahí.
Dos meses después nació Lucia, nuestra hija. Ni asistí al parto, ni a su bautizo y realmente hasta que la cría tuvo dos años no la empecé a ver.
A nivel social fui puesto a caldo, cosas como “si se veía venir” o “ siempre fue un cabrón y ahora dejó a la pobre Rocío con una niña encima”. Rocío sé que me defendió todo lo que pudo, pero bueno, en estos casos siempre la gente habla sin saber.
La vida seguía y personalmente volví a mi vida pre Rocío. La mujeres iban y venían de mi vida y cama. Cada dos semanas tenía a Lucia viviendo conmigo otras dos,. La verdad es que la niña no era consciente que sus padres no se habían visto nunca en su presencia.
Inocentemente Lucia me contó un día que su madre se iba a casar. Investigué un poco después de sonsacar a la niña y a amigos comunes. Por lo visto su madre se casaba con un banquero de inversión al que conocía de toda su vida, un capullo estirado clasista. Divorciado, forrado y bien posicionado socialmente, el típico con pinta de ser un soso en la cama, justo la pinta que daba Rocío. Un hombre que era lo que Rocío aparentaba querer pero el típico que a Rocío se le quedaba corto si la conocías de verdad. Me preguntaba si el tío sabría sobre el negocio de mi ex novia. Me imagino que no, desde luego el palomo no tiene ninguna pinta de ser de esos.
Me quedé con Lucía una semana más de lo que esperaba. Su madre me mando un seco y corto whatsapp, como todos los que nos cruzábamos sobre la niña, en el que me pidió que me quedase con la niña una semana más pues tenía que salir, obviamente era por su luna de miel.
Seguí con mi vida que en realidad se resumía en trabajar, atender a mi hija y follárme amigas.
Casi un año después de quedarme con la niña tres semanas seguidas, estaba comiendo con unos amigos en un exclusivo restaurante, cuando por el rabillo del ojo, vi entrar a Rocío. La verdad es que la tía estaba incluso más buena que antes. Estaba delgadísima lo cual marcaba más sus tetas, creo que todos los caballeros presentes la miraron de una manera u otra. Desde el momento que la vi casi perdí el hilo de la conversación que se mantenía en mi mesa y la mente se me fue a los años pasados con ella. Recordé como esperaba a estar corriéndose para contarme las buenas noticias por ejemplo cuando supo que estaba embarazada de Lucia, recordé nuestros viajes y sus orgasmos. Recordé nuestras tardes de cine, sus mamadas, los regalos de navidad. No se si fue mucho tiempo o poco el que me “ausenté” de la mesa.
Llamé a un camarero y le di la ficha del ropero
- tráigame por favor las llaves que están en mi abrigo en el ropero, un sobre, un papel y un bolígrafo.
Saqué una llave del llavero, escribí una nota y metí ambas cosas en el sobre.
- lléveselo por favor a la señora morena de aquella mesa de la esquina.
El camarero cruzó la sala y se agachó al lado de Rocío entregándole el sobre.
- Calle Rosalía de Castro 39 – Chalet, entra, sube a la segunda planta, la habitación del fondo. En el altillo del primer armario que te encuentres hay una arcón. Usa la banqueta a los pies de la cama para subirte. En el arcón saca un antifaz, un collar de perro con dos argollas a cada lado y unas muñequeras con dos enganches. Ponte el antifaz, después las muñequeras, engánchalas al collar y póntelo, es un poco complicado pero se puede. Espérame desnuda en la cama, de rodillas – decía la nota.
Rocío la leyó, ni siquiera miro alrededor del restaurante. Se levantó, se despidió de sus acompañantes y después de pedir su abrigo salió del restaurante más recta y altiva que nunca.
Acabé de comer y pedimos una copa. Sonreía pues quería que esperase. LA verdad es que el deseo puede más que la mente por lo que no me duró mucho la copa y en cuanto pude pedí la cuenta, invité yo por lo que las protestas de mis comensales fueron pocas. Me despedí de mis amigos y salí a la calle a coger un taxi.
Llegaba a casa medía hora respecto a Rocío. Cuando me bajé del taxi pensé por un momento que podría ser que no hubiese venido. Hubiera sido un problema porque solo tenia otra copia de las llaves en la oficina y me obligaría a volver a ella.
La puerta de mi jardín y de casa estaba abiertas. Me quité la chaqueta y entré en mi cuarto. Rocío me esperaba desnuda, con sus dos tetas apuntado al cielo, con sus brazos amarrados a su cuello. Rocío respiraba agitadamente. Bajé mi mano al arcón y saqué dos pinzas, ni la toqué, simplemente le puse una en cada uno de esos pezones que tanta veces había chupado. Rocío dio un respingo y después dio un gemido. Saqué mi polla y cogiéndola de su nuca la agaché hasta que mi empalmada minga tropezó con su boca. Rocío abrió la misma y poco a poco empezó a chupármela. Me iba preguntando en el taxi si actuaría con cierta vergüenza al principio o la engulliría con gula, su manera de lamerme la polla despejaba mis dudas.
La verdad es que la tía estaba más guapa que nunca. La hice tumbarse y le clavé la polla hasta el fondo, me imagino que llevaba años esperando esto sin yo saberlo, pero en cuanto la tuve a huevo no pude evitar metérsela hasta el fondo. Se notaba por como movía sus manos presas a su cuello que hubiese dado la vida por poder arañarme la espalda como a ambos nos gustaba, pero no pensaba soltarla pues me estaba gustando la sensación de tenerla a mi completa disposición.
Rocío no dejaba de correrse y de enlazar un orgasmo tras otro. No quise correrme en su coño, le hice darse la vuelta y se la clavé en el culo sin miramientos. Mi ex novia empezó a gemir como una loca hasta que ambos nos corrimos juntos.
No la desaté hasta que una vez vestido le solté la atadura del cuello.
- me voy a dar una vuelta, cuando vuelva no te quiero aquí.
Y me fui.
Me imaginé que Rocío me mandaría un SMS esa noche pero no lo hizo hasta el día siguiente
- estoy en casa sola. Ven y dame por el culo, aun me pica de ayer y necesito carne para calmarlo.
- Dile a tu marido que te lo haga – le dije
- No encontraría el camino.
- Vete poniendo vaselina
- No me hace falta. La llave esta donde siempre
Y siendo perfectamente consciente que estaba pensando con la polla y no la cabeza me dirigí hacía la que fue mi casa. Metí la mano en el hueco de la puerta y detrás de una piedra floja estaba la llave.
Hacia años que no entraba allí por lo que me resultó chocante.
Abrí la puerta y me iba a dirigir hacia la que fue mi habitación cuando vi la puerta de “gym” abierta. Sonreí y bajé hacía ella.
LA cosa seguía igual. Las juguetes de dominación, los potros, los aparatos sexuales y sobre un banco descansaba el cuerpo de Rocío que desafiante me mostraba su culo abierto.
Saqué mi polla y se la clavé sin pensarlo. No costó mucho aunque Rocío grito de dolor ante mi indiferencia. Agarré sus caderas y empecé a darle sin miramientos, no dure mucho, tampoco ella. Me corrí poco después de que ella tensase sus músculos y reventase de gusto. Inundé su ojete. Saqué mi polla me la guardé.
Ni dije adiós, la dejé con el culo supurando lefa. No me paró sencillamente se quedó inmóvil.
Su siguiente mensaje llegó tres días después. Se ofrecía a pasar por mi casa a comerme la polla mientras leía un libro como hacia en nuestro tiempo de vino y rosas.
- pero cuando me corra te piras.
- De acuerdo.
Efectivamente Rocío llego a mi casa, sin decir palabra se arrodillo a mis pies, sacó mi polla y se la metió en la boca. Me hizo una mamada de manual y no paso de comerme la polla hasta que exploté en su garganta. Me la lamió hasta que esta quedó como una patena. La volvió a meter en su sitio se fue sin decirme nada.
Me estuve follando a mi ex sin cruzarnos una palabra durante seis meses. Ella proponía y yo aceptaba o no. A veces ofrecía su coño en un hotel donde me esperaba abierta de piernas, a veces ofrecía su culo en su propia casa, chupármela en un garaje o cualquier sitio cada vez más enloquecido.
La verdad es que a esa altura del partido no sabía como su marido no se había enterado, pero bueno, ya se sabe que de estas cosas el cornudo se entera el ultimo. En realidad creo que nadie lo sabía.
En esa misma época el marido de Rocío me hizo una putada a nivel comercial. Llevaba meses intentando comprar un local y estando a punto de cerrarlo cuando una oferta mayor de este hombre frustró mis planes. No le hubiese dado importancia sin en los siguientes meses no hubiese visto como se me caían tres operaciones de la misma manera. Ya no era solo el trabajo tirado por tierra sino que la cosa había pasado a un ámbito personal.
Pagué un investigador para que me confirmase lo obvio. El informe del profesional fue devastador. Según pude leer el tal Matías, notario de profesión me odiaba desde que empezó a salir con mi ex novia. Me odiaba por haber sido el dueño de lo que él consideraba suyo, por ser padre de la hija de Rocío, por ser un empresario de éxito, en fin, me odiaba por existir. Por lo visto la catarsis de la actitud que estaba tomando en los últimos meses no era que supiese que me follaba a su mujer sino que el tema “yo” hubiese vuelto a salir en sus conversaciones y eso le jodia. Me imagino que si supiese que su mujer me la chupaba me hubiese intentado asesinar.
Seguí dándole de lo lindo a Rocío durante un par de meses más cuando recibí un SMS.
- hotel arts en Barcelona. Habitación 4301. Mañana 22 horas, estaré desnuda apoyada en la cristalera.
Ni contesté, no hacía falta.
Cogí un AVE a la hora de comer en Madrid, pasé hacer un par de encargos por Barcelona y para cuando se acercaban las 22 cogí un taxi y me llevó hasta el mejor hotel de Barcelona, para mi al menos.
Pedí la llave y subí.
Rocío me esperaba desnuda con su cuerpo pegado al ventanal. Si alguien hubiera podido ver desde abajo, hubiese visto sus tetas apretadas contra el cristal y su recortado coño abierto.
Pegué su cara contra el espejo y bese su cuello por primera vez en años. Sabía igual que años atrás. Metí mi mano por entre su cuerpo y el cristal hasta llegar a su coño el cual empecé a masturbar.
Rocío se dio la vuelta y me beso en la boca. El morreo fue largo y durante el que Rocío aprovecho para sacarme la polla del pantalón.
Con mi polla al aire Rocío aprovechó para agacharse y metérsela en la boca empezando a mamar como una descosida trabajando tanto mis huevos como mi tronco.
Dejé que chupase, lo estaba haciendo de maravilla. Aparté con delicadeza su boca y la hice tumbarse a cuatro patas en la cama
- ¿dónde lo tienes?
- En el neceser, en el baño
No hacía falta indicar que quería, los dos los sabíamos.
Clavé su vibrador de metal hasta lo más profundo de su ano. Rocío dio un respingo a con sus manos abrió sus cachas, no le hacía falta pero sabía que siempre me había gustado.
La mastubé con el hasta que se corrió como una loca. Cuando penetré su coño sin sacar el aparato de su culo quiso darse la vuelta pero lo impedí dándole con fuerza hasta que me corrí en su interior una vez más.
- quédate a dormir.
- Tengo una habitación en el hotel
- Da igual, quédate
- ¿A pesar de lo hija de puta que eres?
- Creo que ya he pagado suficiente por aquello, ¿no?
- ¿Tu crees?
- Si, además te lo ruego, me equivoqué y ya pague, no puedo pagar deudas toda mi vida, creo que esto ya yo pague perdiéndote y no permitiendo que nuestra hija tenga una infancia normal.
- Bueno la tiene con Matías.
- Matías es un buen hombre, pero no le amo.
- Matías es un gilipollas.
- ¿Y a ti que te ha hecho?
- ¿Qué me ha hecho? – y le conté los últimos meses, algo que por cierto afectaba a la propia Rocío, aunque ella no era consciente.
Los polvos con Rocío desde ese momento fueron polvos más normales, bueno depende del punto de vista desde el que se vea. Por lo menos nos hablábamos antes, después y durante las sesiones que nos dábamos. El gilipollas de Matías la seguía teniendo tomada conmigo en los negocios.
Rocío en alguna ocasión, cierto es orgasmo por medio, me insinuó que estaba dispuesta a dejar a su marido si yo la acogía en mi casa, simplemente me la follaba con más fuerza y no decía nada.
- ¿Te importa que la semana que viene no nos veamos el jueves y sea el viernes? – le pregunté por whatsapp una tarde que por motivos de trabajo tuve que cambiar mi agenda.
- Uy perdona, imposible, el viernes no puedo
- ¿Alguna cena?
- Más o menos.
- ¿Más o menos?
- En realidad me voy acompañando a un grupo – la perra no necesitaba decirme a lo que en realidad iba, tampoco tenía porque y yo tampoco se lo había preguntado, pero la verdad no había pensado nunca si Rocío seguía con su manía que la diesen caña.
- Ok.
No dije más. A través de un empleado me enteré donde se alojaban y donde iba a ser la sesión.
- tu mujer te es infiel. Compruébalo tu mismo en Copenhague. Código de reserva del avión VNBDJHDJAL, sale en 4 horas, en Dinamarca un coche te llevará donde esta pasando – le envíe al mamón del marido un whatsapp anónimo desde un teléfono de recarga que teníamos en la oficina. El tío estaba con la mosca detrás de la oreja y estaba seguro que no podría resistir la tentación.
A las 16 horas me confirmaron que Matías había cogido el vuelo. A las 20 horas que se había subido al coche alquilado por mi, y a las 21:15 que le habían hecho pasar a la habitación continua a donde Rocío estaba siendo sometida. La puerta fue cerrada con llave a su paso por lo que tuvo que ver más de dos horas de sesión hasta que el propio chofer le abrió la puerta y le llevó de vuelta al aeropuerto con el tiempo justo para coger el avión de la una de la mañana a Madrid vía Paris.
Lo que vio le dejo traumatizado…
CONTINUARA...