Me voy a vivir con mi tia (1)
Mi tia convencea mi madre, para que me vaya a vivir con ella durante el verano.
Mi tía y mi madre en la cocina.
Tía: Que le pasa a Juan, me lo he cruzado en la escalera y no me ha dado ni un beso. Me ha soltado un gruñido en vez de un saludo y ni ha parado.
Madre: No se qué le pasa, está últimamente así, de pequeño era más cariñoso pero lleva un añito que no veas.
Tía: Eso es que está entrando en la pubertad y le da vergüenza todo, seguro que te pone las sabanas perdidas de semen. Ahora está en la edad. O se encierra en el cuarto de baño y se tira horas.
Madre: Pues no hace nada de eso. No creo que se masturbe todavía.
Tía: Pues eso si que no es normal, ya debería. Puede tener algún problema mental o físico. Recuerda que soy psicóloga y estoy harto de ver estas cosas.
Madre: Pues ahora sí que me has preocupado.
Tía: Pues no te preocupes porque, como te he dicho, esto les pasa a muchos chicos que no son muy abiertos, se encierran y hacen de todo un mundo. Mira, vamos a hacer una cosa, como tu empiezas a trabajar el lunes, dile que se venga a mi casa, que tengo mucho trabajo, como excusa. Lo tendré entretenido y de paso le hago la terapia sin que se dé cuenta.
Madre: Pues sería sensacional, pero no sé cómo te lo voy a pagar.
Tía: Tranquila Rosa, para eso estamos la familia. Tú estarás a tope de trabajo y yo ya apenas recibo clientes y me vendrá bien como experiencia. Desde que tengo éxito con los libros no necesito trabajar. Sabes que podemos hacer, que se quede 24/7 en mi casa.
Madre: ¿Cómo? . Que es eso.
Tía: Perdona es un argot de mi profesión. Quiero decir que se quede en mi casa a dormir. Tengo sitio de sobra. Si vuelve a la comodidad de su casa igual todo el progreso que podamos hacer por la mañana, se pierda por la tarde. Si quieres que te sea sincera, creo que lo mimas demasiado.
Madre: Pero es que es un desastre, no sabe hacer nada de la casa, ni siquiera sabe hacerse su cama.
Tía: No te preocupes, te lo voy a devolver hecho un hombrecito de su casa. Tiene que aprender educación y ser un chico cariñoso, obediente, y saber hacer las tareas de casa. Cuando se case, su mujer nos lo agradecerá eternamente, jaja. Rieron las dos.
En esto llegue yo. Mamiii tengo hambre que hay de comer. Me encontré en la cocina a mi tía y a mi madre riéndose y bebiendo cerveza.
Madre: Nada hijo mío, hoy no hay de comer nada. Mira Juan, como sabes a partir del lunes empiezo a trabajar todo el día y no me da la gana que estés en casa ganduleando, así que te vas este mes a vivir con tu tía. Necesita a alguien que le ayude en casa, así que vete haciendo la maleta que el lunes te vas.
Tía: No hace falta Rosa, yo tengo en casa de todo y si le hace falta algo se compra. Abajo hay un súper y cuando vayamos a la compra, que se compre lo que le haga falta. Hacemos una cosa. Echa en tu mochila unos vaqueros y un par de camisetas y con eso vas que te matas. Te vienes conmigo ahora y dejas tranquila a tu madre tranquila, que se prepare este fin de semana para el lunes. Además vivo cerca, ¡coño! ¡Dale un beso a tu madre y nos vamos!
Mi madre y yo nos quedamos mudos. Mi tía siempre hablaba con un leguaje exquisito y nunca le habíamos oído decir un solo taco. Obedecimos los dos. En cinco minutos estábamos de camino a mi nuevo hogar.
Mi madre esbozó una sonrisa y dijo: Un fin de semana para mi sola antes de empezar a trabajar. Tiró la cerveza caliente que le quedaba y se abrió una botella de vino rosado frío que le encantaba.