Me voy a USA y...Cap V: dolor y placer

Se quitó los pantalones y los bóxers. Me los metió en la boca y la cerró con cinta americana. Se puso detrás de mí y rompió con sus propias manos el bóxers por la zona del culo. Sus dedos invadieron mi culo con paciencia haciéndome disfrutar.

No hay nada peor que la indecisión, bueno si, los prejuicios.

Los hay que no estamos hechos para llevar pajarita. Parecía un pingüino perdido en el polo sur, me molestaba aquel atuendo que en teoría era para fiestas. Lo único bueno era que él estaba encantado y eso lo merecía todo.

El muy cabrón se cachondeaba de mi , de mis nervios y reía mientras me repeinaba delante del espejo. El seguía sin vestirse, tirado en mi cama con unos bóxers míos puestos. Se tocaba el paquete disfrutando de mis nervios. Todo aquello era culpa de él y de su estúpida idea de ir a esa fiesta de etiqueta.

Se fue a su habitación a ponerse el traje y me pude relajar un poco. Aquí estaban acostumbrados a este tipo de cosas, pero para mí era muy raro. No tenía ningún esmoquin ni nada parecido. Afortunadamente, aquí en el campus había un sitio en el que los alquilaban. Para mí no era nada fácil esto, pero la insistencia de Mark me obligaba a ir.

Cuando volvió entendí ese fetiche de los tíos en traje. Le quedaba como un guante y lo hacía todavía más atractivo. Me hubiese gustado que la fiesta se hubiese quedado en mi habitación, y a ser posible, follando. Sin embargo, tuve que volver al sótano para la fiesta.

La fiesta era muy similar a cualquiera en España. Había barra libre, música, luces, mucha gente... La única diferencia es que la gente vestía mejor y la bebida la repartían unos camareros en bolas. Lo normal en la residencia.

Yo opté por la estrategia más simple, una copa en la mano y apoyarme en la barra. No conocía a mucha gente, pero charlaba con algunos recientemente conocidos. Mark por su parte estaba deseando que saliésemos a bailar, a lo que me negué en rotundo.

-Venga, no seas soso. Si no sabes yo te enseño-

-Yo no bailo, no se me da bien-

Mis palabras hicieron que se pusiera detrás mío y me cogiera los brazos. Apretaba su paquete a mi culo para intentar provocarme. Sin embargo, yo seguía decidido a no salir a la pista de baile. Pronto se cansó de mis intentos y pidió otra copa.

De repente se apagaron todas las luces y entraron los reyes acompañados de unos diez sumisos, estos se arrodillaron en el suelo. Algunos chicos se acercaban para que les chuparan la polla. Con esto se desinhibió más la fiesta, provocando que la gente empezara a perder la ropa.

Entre toda esta entropía, perdí de vista a Mark. Quería buscarlo para subir con él a la habitación y follar toda la noche. Entre la muchedumbre me costaba verlo, hasta que lo vi detrás de una columna. Iba a acercarme a él, cuando me di cuenta que estaba morreándose con un tío. Me quedé congelado mientras unas lágrimas se escapaban por mis ojos.

Salí lo más rápido que pude y me sequé las lágrimas con la chaqueta. En las escaleras me encontré con el rey afroamericano, visiblemente borracho:

-¿Te vienes a jugar conmigo, guapo?-

-No, me voy a dormir. Me duele la cabeza.-

-Sabes, tengo 23 cm de placer esperándote.- Se agarró el paquete y me guiñó un ojo.

Seguí mi camino a mi habitación y me acosté en la cama vestido. No era la primera vez que veía a mi chico besándose con otro en una fiesta, y dolía igual que aquella vez. Posiblemente se cumpla aquello que la vida es un círculo del que no podemos salir y todo se repite.

La puerta de mi habitación se abrió y entró Mark. Yo seguí boca abajo, fingiendo dormir para que se fuese. Él se sentó en la cama y me acarició la espalda.

-Lo siento vale. Soy un idiota y siempre nos hemos saludado así. Siento haber despertado a tus demonios. Ya sabes qué te quiero e intento hacerlo bien, pero no me sale. Me voy a mi habitación, si quieres algo avisa-

Se fue sin que le dijera nada. Ahora sentía que había montado un espectáculo para nada. Me di la vuelta y busqué mi móvil para escribirle. Sin embargo, no lo hice y esperé mirando su foto de perfil que pasara el tiempo. Respiré hondo buscando la fuerza que no tenía y tecleé:

-No me apetece dormir solo, vente si quieres dormir o no :)

No tardó en contestar:

-Vente aquí mejor.

Me levanté y me fui a la 827. Me esperaba en la pasillo, visiblemente nervioso dando vueltas esperándome. Intentó pedirme perdón pero lo interrumpí con mis labios. No quería más palabras, era el momento de la acción.

Pasaron las semanas desde el incidente de la fiesta y quedó en el olvido. Con las clases y demás accesorios de la vida universitaria las visitas al sótano se redujeron y Mark y yo teníamos una vida e pareja más o menos normal. Supongo que todo era como debía ser.

-Prométemelo, joder dime que si.- Metió de golpe su miembro en mi hambriento culo.- Dime que sí.-

Yo no dije nada, tan solo gemía ahogándolos con la almohada. Su polla entraba y salía de mi culo más y más rápido, haciendo que mi miembro expulsara precum al roce de las sábanas.

-O me dices que sí o no te vuelvo a soltar.-

Siguió penetrándome hasta llenarme de leche. No le dije nada, no quería dar ese paso con él. Llevaba semanas invitándome a pasar acción de gracias en su casa. Yo me negaba por activa y por pasiva, evitando que me presentase a su padre y, al parecer, a sus primas. No me importaba pasar unos días en la residencia solo, es más, lo prefería a pasar por ese trago. Yo no había salido del armario en mi casa y evitando ir a la suya no tendría que llevarlo a la mía. Eso me aterraba.

Mark ya no sabía cómo convencerme. Salía el tema cuando follábamos, cuando comíamos, al ver una peli o hasta estudiando. Se estaba convirtiendo en un tema muy molesto, demasiado hasta para mi paciencia casi infinita.

Se levantó de la cama y se fue al baño a asearse. Lo oí reír y volvió a subirse en la cama. ME acarició el culo que aún conservaba parte de su corrida.

-¿Se puede saber qué te pasa?- Le dije intrigado.

-He encontrado su armamento secreto, guarrilla. ¿No te doy el suficiente rabo?-

-Qué gilipolleces dices... Eres el mejor en la cama.-

-Y esto...- Me enseñó el consolador que había traído cuando aún era un novato.

Reí de su gracia y volvió al baño. Recordé cómo me habían follado, la sensación de indefensión y el culo lleno de lefa. Me puse cachondo y me fui a buscarlo al baño. Estaba duchándose y no me oyó entrar.

Me metí en la ducha dándole la espalda y abrí mi culo con las manos. No me hizo falta decirle nada y sus dedos empezaron a explorar mi interior. Seguidamente, su polla se abrió paso y bombeó con saña. Se acabó corriendo en mi interior y yo me masturbé hasta correrme sobre la mampara. Me agaché y lamí mi corrida. Después, limpié su polla.

-¿Cómo estas tan guarra?-

-Cosas que pasan. Vemos algo en el Netflix.- Dije cambiando de tema.

-Solo si me dices qué te ha pasado.-

-Me he puesto cachondo y tenía ganas de polla.-

-¿Te has corrido alguna vez sin que te toquen?-

-No.- Admití intrigado.

-Si lo consigo, te vienes para acción de gracias.-

-Hecho.-

Posiblemente, en el plano sexual fue la mejor decisión de mi vida. Estuvo varios días sin hablar del tema hasta que llegó el fin de semana. Me esperó al salir de clase y me condujo por los jardines en silencio. Me prohibió que hablase hasta segunda orden.

Al bajar al sótano recordé la apuesta y me empalmé. El guardia estaba sentado en la silla dildo, totalmente sentado y con una erección más que considerable. Mark acarició sus testículos y yo no me resistí en pasar la lengua por toda la longitud de su hombría.

Pasemos por la zona de los sofás en silencio. Cruzó la puerta del fondo y estaba el rey negro sentado en una silla.

-Bueno, tienes dos horas en la 2. No hay cámaras como prometí. Ya vendremos llegado el momento. Disfrutad guapos.-

-Gracias majestad.- Le contestó Mark.

Entré realmente asustado a aquel sitio. Miraba de un lado a otro asustado. El tema de los azotes me asustaba, la cera todavía más. Había hasta instrumentos de tortura medievales. Recordé una visita a un museo de la Inquisición de niño y mi empalme desapareció. Mis límites estaban claros y no tenía ganas de cruzarlos.

-Lucas, desnúdate y ponte esto- Tiró algo de ropa.

Una parte de mi quería irse, pero decidí confiar en él. Me quité toda la ropa mientras me miraba hasta llegar a mis bóxers. Los bajé con decisión y cogí los que me había dado. Parecían unos bóxers normales, eran unos CK negros con la cintura en rojo. Al ponérmelos me di cuenta que me estaban algo pequeños, pero estiraron lo suficiente. Lo otro era una especie de arnés de cuero, me lo puse en el pecho, aunque dudaba para qué servía eso.

  • Ahora pon las manos en tu espalda.-

Me puso unas esposas y me besó el cuello. Después bajó del techo unas cadenas que puso en el arnés, y del suelo sacó otras que fueron a mis tobillos. Cogió su móvil y me fotografió.

-Es para mis momentos de soledad.-

Se quitó su camiseta y se acercó a mí. Me cogió por el cuello y me obligó a chuparle el sobaco. Tenía olor a sudor, pero me molestó más su agresividad que el hecho de hacerlo. Otras veces había chupado sus depilados sobacos. Separó mi cara y me escupió.

Pasó sus manos por mi cuerpo, haciendo hincapié en mis pezones. Me los mordió con fuerza y me señaló los suyos. Intenté hacer lo mismo, pero retrocedió haciendo que lo buscase sin éxito por culpa de las cadenas.

Se quitó los pantalones y los bóxers. Me los metió en la boca y la cerró con cinta americana.  Se puso detrás de mí y rompió con sus propias manos el bóxers por la zona del culo. Sus dedos invadieron mi culo con paciencia haciéndome disfrutar. Después, me penetró con su ardiente polla. La sacó enseguida.

Movió una palanca y se movieron las cadenas, obligándome a que tuviese sin tocar el techo. Arrastró un potro y me puso sobre él. Me puso un vibrador en el culo y arrastró una mesa más baja que el potro. Se acostó sobre ella con su cara muy próxima a la mía. Solo podía verle a él tocarse. Me dolía la polla de estar aprisionada en esos bóxers pequeños.

Entró el rey negro, totalmente desnudo y le penetró de un golpe. Mientras tanto, yo noté que la presión sobre mi culo descendía. Tomé aire aliviado y sentí que algo más grande se abría paso. Gracias a mi mordaza no grite, pero estaba muerto de dolor. De repente, comenzó a vibrar, estaba tan hondo que vibraba hasta mi polla.

Por su parte, Mark seguía siendo sodomizado por la negra polla del rey. Le veía disfrutar mientras estaba intentando acostumbrarme a mi invasor. Sin previo aviso sentí algo por mi espalda, alguien se sentó sobre mí. Ese alguien empezó a azotarme las nalgas.

Perdí la cuenta de las veces que me corrí hasta perder el sentido. No sé qué pasó, solo que desperté en mi cama con Mark abrazándome.

-Lo siento si me pasé. Quería que lo pasaras bien. Si vienes a mi casa no tienes que llevarme a la tuya. Es solo que no quiero esconderme.-

No le dije nada, tan solo me acurruqué y seguí durmiendo.

Cuando llegó el día de la partida conocí una nueva faceta de él. Estaba muy nervioso, tenso y hasta algo borde. Aquella mañana se había cortado varias veces al afeitarse, cosa rara para su pulso de cirujano.

Antes de salir no dejaba de mirarme, hasta que me dijo que me sentara:

-Cari, ya sabes que te quiero. Pero no he sido sincero contigo y te debo la verdad. ¿Vale? Bueno, lo que te conté fue verdad, tan solo falta una parte. Puede qué en alguna ocasión follara con mi padre.-

Me quedé helado y él cayó sin decirme nada. Opté por la opción más sencilla:

-Cada vez me gusta más tu otra vida.-

No quise decirle nada más. Huxley Valley nos esperaba y no imaginaba lo que podría ser.