Me voy a USA y... Cap IV: novatos y castigos
Después se puso encima y se la metió de un golpe. Estaba follándole pero no tenía ningún tipo de iniciativa ante su superioridad corporal. Mientras me cabalgaba solo pude agarrarle su negro rabo para que disfrutase más.
El tequila tiene un mal mejor amigo: el resacón. Todo me daba vueltas, me dolía la cabeza hasta reventar y tenía ganas de vomitar. Recurrí al viejo tópico de "no bebí tanto", pero una botella vacía decía lo contrario.
Todavía seguía impresionado por la historia de Mark, quien seguía durmiendo en mi cama. Estuve tentado a despertarlo jugando con su jugosa polla, pero al estar boca abajo lo vi algo complicado. Así pues, cogí unos vaqueros y una camiseta y salí haciendo el menor ruido posible en dirección a la máquina de café del sótano.
No me crucé con nadie bajando las escaleras. Bajé de escalón en escalón recordando que ya las había subido como un perro y arrastrando a un perro. Eso provocó que mi miembro despertara. No le hice caso y seguí mi camino, ya había tenido suficiente acción la noche anterior.
En el sótano estaba una especie de portero vigilándolo. Bueno, a decir verdad, vigilaba poco. Era un chico afroamericano, estaba sentado en una silla, empalado por un dildo y con una jaula de castidad. Tenía cara de no estar pasándolo bien. Le enseñé la pulsera y entré en aquel sótano. Fui a la zona de las máquinas expendedoras y saqué dos cafés: uno para mí y otro para llevarle a Mark.
-Anda, si es el nuevo. ¿Llevando café a algún maromo?- Me giré y vi al rey blanco detrás de mi.
-Si majestad... Tengo que bajar la resaca.- Le sonreí y me fui algo incómodo.- Hasta otra.
-De eso nada. Ven que necesito un ayudante.- Hizo un gesto de mamada con sus manos.
-No, no. Tengo que llevar el café.- Intenté excusarme.
-Llévaselo a tu amante y te lo traes aquí. Tengo novatos que catar y quiero ayudantes pollones.
Me fui lo más rápido que pude. Estaba con los huevos de corbata, no sabía cómo decirle a Mark que casi me comen la polla. Nos habíamos acostado en un rollo algo romántico y no quería parecer un cerdo. Él me había contado sus secretos y yo al día siguiente estaba invitado a joder a otros novatos.
Al llegar a mi habitación lo encontré todavía acostado, pero despierto. Le di un vaso de café en silencio y me senté en la silla. Intentando encontrar las palabras exactas, él empezó a hablar:
-Café en la cama, menudo lujo. Ven que me gusta más con un poco de leche espesa.- Se reincorporó y se acercó a mi.
-Espera, tenemos que hablar.- Su cara cambió de repente.
-¿He hecho algo mal?- Me preguntó con un tono de preocupación.
-No,no. Es solo que me he encontrado con el rey y quiere que le ayudemos con el tema de los nuevos...-
-Joder, pues vamos. ¿El pollón o el chupapollas?
-Chupapollas- Contesté sonriendo por el apodo.
-Pues quítate los boxérs. Le gusta la gente sin ellos.
Me desaflojé el cinturón y desabroché los pantalones. Él me cogió de la cintura y tiró con fuerza hacia abajo.
-Mejor vamos desnudos. Así no manchamos ropa- Se levantó de la cama en dirección a la puerta.
-No, no. Me da palo.- Dije muerto de vergüenza.
-A lucir rabo, joder.-
Tiró de mi y salimos desnudos en dirección al sótano. Mi relación con el exhibicionismo era casi nula. Solo me desnudaba totalmente para ducharme y para follar. Nunca había ido a una playa nudista, y ahora, estaba paseando desnudo en una residencia llena de gente.
Muchos ojos se clavaban en mi rabo, y otros en mi culo. Nadie nos dijo nada, pero las miradas decían mucho. Las había de escándalo, otras de envidia y otras cargadas de morbo.
En la puerta del sótano había otro chico que a diferencia del anterior no tenía puesta una jaula de castidad. Mark pasó primero y le acarició las pelotas. Yo solo enseñé la pulsera. Fuimos a la parte izquierda, donde estaban los novatos.
Al vernos, el rey blanco nos sonrió y salió entre la muchedumbre a saludarnos. A Mark le dió un morreo que produjo en mi algo de celos. Después, hizo lo mismo conmigo acariciando mis testículos.
-Bueno, tengo a unos que no saben comer pollas, otros con culitos poco tragones y otros con demasiado orgullo. Os doy uno de los últimos a cada uno. Si los hacéis sufrir lo suficiente os los podéis quedar. Si no, os unís al grupo hasta esta noche.-
Me recorrió un escalofría al recordar que dos días atrás me estuvieron petando el culo como animales. No le guardaba rencor a Mark, aunque no le había perdonado del todo. En este caso, prefería ser un cabrón con un desconocido que acabar con el culo roto o una semana con un cinturón de castidad.
Mark fue decidido a la fila de los orgullosos y cogió a un mulato. Yo estaba más dudoso y me fijé algo más en ellos. De los cinco que había en fila me gustaba uno con los ojos azules y otro que parecía un puto caballo. Descarté a uno por demasiado bajito y a otro por pelirrojo. El tercer descarte fue a uno que tenía marcas de látigo en el culo. Al final, me quedé con el de los ojos azules recordando al dragón blanco de ojos azules. Le puse un collar y tiré de la cadena hacia uno de los sofás del sótano.
No tenía mucha idea de cómo hacer aquello. En mis polvos anteriores siempre había una componente romántica. Ahora, tenía que ser todo más cerdo. Le acerqué mi polla a la boca para que empezara a chupar. Enseguida entendí porque no le habían promocionado. Chupaba poco y solo la punto, sin pasión y sin ganas.
-No sirves ni de puta, joder- Le empujé contra el sofá y fui a buscar algún juguete.
En aquel sótano había un montón de artilugios sexuales, desde consoladores monstruosos hasta artilugios rarísimos. Cogí un consolador normalito, una cuerda, un bote de lubricante y unas pinzas.
Le puse las pinzas en los pezones y até la cuerda a sus testículos para poder tirar de ella cuando no la chupara bien. El pobre chaval se esforzó un poco más, aunque carecía de técnica. Un poco aburrido, miré lo que hacía Mark con su mulato.
Aprendí que así no lo estaba haciendo bien. El chico de Mark estaba empapado, supongo que se habría meado encima y tenía su polla alojada en la garganta. El mío chupaba aburrido. Pasé a la acción y le empecé a follar la boca. Supe que lo hacía bien al ver su polla crecer. La saqué llena de babas y la pasé por su cara. Cogí el consolador y lo metí en su boca a la vez que mi polla, forzando su postura. Cuando se humedeció se lo di:
-Ponlo en tu culo y vas a traerme una cerveza. A ver si haces algo bien.-
Se fue con el condensador en el culo a por mi cerveza, aproveché para sentarme en el sofá ymirar a Mark de nuevo. Ahora su mulato estaba masturbándose como un loco mientras le chupaba los pies a Mark. Esa escena me puso más burro que la mamada de mi chaval.
Miré al rey que estaba supervisando como el resto se metía unos dildos monstruosos. Recordé mi aventura con los dildos y cómo seguía en mi habitación el que habían usado conmigo. Me dieron ganas de repetir mi aventura con aquel instrumento y de probar yo solo cuánto placer me podía dar.
Borré mis pensamientos cuando volvió mi sumiso. Abrí la lata de cerveza y bebí un trago. Lo vi espectante y volví a beber dejando escapar un poco de mi boca que se deslizó por mi cuerpo.
-Te quedas parado o lames, joder qué lento eres-
El chaval se puso a lamerme todo el cuerpo mientras dejaba caer la cerveza. Mi polla se despertó de verdad y comencé a humillarlo más. Lo puso a lamerme los sobacos y el rabo. Después pasó la lengua desde la punta de mi cipote hasta mi raja.
Me levanté del sofá y lo puse a cuatro patas. Arranqué de su culo el consolador e hice círculos con mi polla alrededor de su ano. Antes de metérsela puse el bote de cerveza en su espalda:
-Si se cae el bote tendrás de lamer todo el sótano con tu lengua.-
Noté como se tensó al oir mis palabras. Así que le metí primero un solo dedo y comenzó a follarse él solo sin que le dijera nada. La lata se movía un poco. Cambié el dedo por mi polla y la lata se movía mucho. Supuse que se caería al bombear, así que quité la lata de su espalda y se la metí entera.
Comenzó a gemir enseguida mientras algunas lágrimas caian por su cara. Mientras lo empotraba pensaba dónde debería correrme. Miré a Mark que estaba observándome mientras su sumiso tenía la cara lefada. Le hice un gesto para que acercara a su sumiso. Aceleré mis embestidas hasta estar muy cerca de correrme. Salí del interior del culo del chaval y acerqué mi polla a su cara. Me corrí llenándole de blanco la cara. Cuando llegó el sumiso de Mark ambos se tuvieron que limpiar la leche.
Mark se puso a mi lado y no me resistí a acariciar sus nalgas:
-Sigues cachondo campeón.-Me dijo subiendo mi autoestima- Anda, deja que te limpie.
Se agachó y limpió los restos de mi corrida. Fuimos los dos donde estaba el rey, que descansaba en uno de los sofá.
-Bueno, bueno, bueno. Sois unos cerdos de cuidado. Tengo a dos castigados en la sala del fondo. Id a jugar con ellos.-
Mark me miró con su tradicional sonrisa lujuriosa y yo lo seguí. Movió su mano para atrás y agarró mi flácida polla, me acariciaba mientras caminábamos:
-Le debo mucho a tu polla, españolito-
-La tuya es más grande- Le dije admitiendo una verdad innegable.
-Pues a mi nunca me han invitado los reyes a la sala del fondo. Tienes al blanquito loco por que lo empotres como a una puta callejera.- Aquello me dejó helado.
-Está bien servido con el negro-
-Calla, si tienes ocasión follatelo. Es el mejor amigo que puedes tener aquí.-
Abrió la puerta del fondo y entramos en una sala muy extraña. Estaba iluminada con focos rojos y tenía una atmósfera de sexo impresionante. Mark soltó mi paquete cuando vio al otro rey sentado en una silla:
-Anda, vosotros venís a darme el cambio. Hay cuatro castigados. El dos y el tres están en las máquinas. El uno tiene que descansar, así que os toca el cuatro. Poneos las máscaras porque todo eso va para el estudio. Pasadlo bien, tenéis una hora- Se fue acariciando nuestros culos.
Había una especie de habitaciones cubiertas con una cortina. Nos pusimos las máscaras y fuimos entrando en las habitaciones.
El de la primera habitación estaba en una jaula muy pequeña. Era tan baja y estrecha que solo podía estar de rodillas. Estaba como dormido y Mark me hizo gestos para que saliéramos. El segundo estaba subido y amarrado a un potro. Tenía una especia de consolador automático que no paraba de follarle. El tercero estaba en las mismas circustancias.
Antes de entrar a la habitación número cuatro cogí del brazo a MArk y le dije:
-Tio, esto es pasarse. Vámonos de aquí-
-No sabes nada. Esos cerdos se lo merecen.-
-Nadie merece tanta tortura.- Me cogió de los hombros y entremos de nuevo a la habitación número dos.
-Mira el puto cartel- Leí con dificultad: cargos tenencia de pornografía infantil, distribución y torturas.
No le dije nada y salimos otra vez al pasillo.
-Te crees que esto es por diversión. Aquí no hay funcionan las leyes del país, las hacemos propias. Los que traspasan la línea lo pagan.-
Entró en la habitación cuatro y estuve a punto de salir de allí. Entré con la intención de ver sus delitos y me dejaron más tranquilo:
Cargos: robo en residencia.
Castigo: multa y potro.
Reconocí al chaval como uno de los que me habían llevado a la reunión. Estaba atado a un potro y desnudo.
-Tio, te dije que te ibn a pillar. ¿Cómo coño te se ocurre robar en este sitio?-
-Mark tio, ya sabes. Era mucha pasta y una cosa llevó a la otra. Además, menudo castigo. Me he corrido cuatro veces con el negrata-
Miré al suelo y confirmé que no exageraba. Mark me señaló el suelo y entendí su idea. Cogí con mis dedos el semen y lo fui restregando por su cara. Mark sacó un consolador y se lo puso en el culo. Se acercó a mi y metimos nuestras pollas juntas en la boca de aquel chaval. Era algo complicado, pero nos íbamos turnando. De vez en cuando, el chico temblaba y gemía. Mi acompañante tenía un mando a distancia y cada vez que pulsaba un botón vibraba. Estuvimos un rato hasta dejarlo lleno de leche.
Salimos algo cansados y me senté encima de él en la silla del pasillo. Estábamos en silencio, algo impresionados por lo que acabábamos de vivir. Entró otro chaval al que le dimos el cambio. El sótano estaba tranquilo hasta que vimos que los reyes estaban acostados en un sofá.
-Si son el doctor y su novato. Os hace un intercambio.- Yo iba a decir que no pero Mark se adelantó y fue directo a comerle la polla al blanco.
Fui a imitarlo, pero el negro apartó mi cara y me agarró con una llave a sus hombros. Me tiró a otro sofá y sobreentendí que tenía que poner el culo. Comenzó a reir y me agaarró de una pierna dándome la vuelta:
-No putito. Hoy quiero probar eso que tiene loca a mi hembra.- Se metió mi flácida polla en su boca que comenzó a despertar al sentir sus carnosos labios.
Después se puso encima y se la metió de un golpe. Estaba follándole pero no tenía ningún tipo de iniciativa ante su superioridad corporal. Mientras me cabalgaba solo pude agarrarle su negro rabo para que disfrutase más. Tarde poco en correrme.
-Ehhh, putilla. ¿Quieres lecha española?- De repente, el otro rey fue corriendo y le comió el culo tragándose de nuevo mi semen.
Mark se acurrucó a mi lado y cerró los ojos. Quería hacer lo mismo, pero me privé de hacerlo porque no confiaba en los reyes. Se fueron dejándonos en aquel sofá. MArk estuvo un rato durmiendo de puro agotamiento y yo me resistí.
Salimos rumbo a ducharnos. No tenía ganas de comer y me tiré en la cama. No sé cuanto estuve durmiendo hasta que me despertaron unos chupetones en el cuello:
-Despierta princesa, tienes que estar hambriento.-
Me había traído Mark algo para que comiese. Se acostó a mi lado y pasamos toda la tarde viendo Netflix. Cuando cayó el sol me insistió para que saliéramos al parque:
-Venga levántate. Vamos a dar un paseo.-
-Tío déjame, quiero dormir.-
-Joder Lucas, te vienes y punto. Y mañana salimos a correr, quiero que te se ponga el culo duro.-
Le hice caso para dejar de oírle. Fuimos hablando de cosas sin importancia por el parque hasta que estábamos en la parte central. Sin venir a cuento me besó con mucha fuerza y me empujó contra un árbol:
-¿Te puedo pedir un favor?- Me dijo sin apenas separar su boca de mi oreja.
-Si es sin ropa, mejor-
-Vamos al baile juntos- Me besó de nuevo.- Ya sabes, somos pareja o algo así.
-¿Y no me podías decir eso en la cama?-
-¿Y no puedo ser romántico?- Me volvió a besar. - O bueno, puede que quiera que me folles al aire libre.
Apretó mi hinchado paquete. Me sorprendí que me pudiera correr tantas veces en tan poco tiempo. Sin duda, mi viaje cumplía sus promesas.