Me voy a USA y.. Cap II: atado y follado

Aquella persona se acercó a mí y me quitó el consolador. Metió un dedo y lo movió en círculos haciendo que saliera la leche almacenada. Él puso su lengua en mis testículos y fue lamiendo el camino de estos hasta mi culo que lamió con mucho empeño.

Tuve un sueño muy raro, de esos de los que no se pueden salir y sabes qué tiene que ser un sueño. Estaba atrapado en un cúmulo de imágenes de humillaciones, desnudos y mamadas. Dormí dando vueltas y vueltas en la cama. Incapaz de dormir profundamente de lo cansado que estaba por la aventura del día. Solo tenía ganas de descansar. Oí como se abría la puerta de mi habitación pero no abrí los ojos. Quería seguir en la cama y que desapareciese mi agotamiento.

-Buenos días, novato. No te levantes, esto será rápido.-

Agarró mi brazo derecho y lo sujetó con fuerza. Después sentí un pinchazo y abrí los ojos de golpe:

-¿Qué haces cabrón? ¿Me estas drogando?- Tenía una jeringa en el brazo.

-Tranquilo, no inyecto nada solo estoy sacándote sangre.- Me sonrió mientras empezó a sacar la sangre con la tranquilidad de haber lo hecho más de una vez.

Sacó de mi brazo la jeringa llena de sangre. Me guiñó un ojo y se fue como había venido. Me di cuenta que seguía desnudo por la residencia. Eso me hizo confirmar que no era muy pudoroso, por no decir nada pudoroso y que le encantaba exhibirse. Por mi parte, me puse a dormir ignorando lo que había pasado.

Tres horas después, abandoné la cama mucho más despejado. Me puse la ropa que me había puesto para la reunión de los novatos. En el suelo también estaba la ropa de mi hermano mayor, del que conocía su polla pero no su nombre. La dejé en el suelo en un acto de rebeldía, me había follado la boca y eso no me convertía en su criada.

Mi móvil seguía en el bolsillo del pantalón. Contesté algunos mensajes de España, que por el cambio de hora se hacía algo raro. Supongo que no podía tener jetlag tras tanto tiempo sin dormir. También revisé el correo y tenía algunos mensajes sin leer del mismo contacto. Todos tenían el mismo encabezado:

Estimado novato:

Tú hermano mayor ha indicado que tu calificación suba en 10 puntos.

Enhorabuena.

Recuerda que si llegas a 200 puntos serás un hombre.

Saludos !!!

Sumé mentalmente y ya tenía sesenta. Respiré hondo al sentir que aquello marchaba bien. Saqué mi portátil y me dediqué a investigar un poco de la hermandad (sin éxito) y de  la universidad. Estaba olvidándome de todo el lío de la hermandad y volviendo a la vida normal. Tenía acceso a contenidos del curso y empecé a descargar y leer los apuntes. Me puse un podcast en los airpods y seguí organizando todo aquello. Supongo que no os había contado a que me dedico a la arquitectura. Pero bueno, estas cosas pueden aburrir un poco.

Como suele pasar con estas cosas, cuando nos sumergimos en una dimensión, la otra nos arrastra fuera. Sorprendentemente, mi silla se separó de la mesa, alejándome de la arquitectura.

-Novato, ¿Quién te ha dicho qué te vistas?- Preguntó mi hermano mayor todavía desnudo.

-Nadie me dijo que no lo hiciera.-

No le gustó mi respuesta y me lo hizo saber frunciendo el ceño. Me miraba en silencio, buscando una respuesta, que podía oscilar entre muchos posibles flancos. No sabía cómo debía comportarme, o si incluso, debería hacer algo diferente que obedecer.

-Bueno, ahora lo sabes. La ropa fuera. Venga, date prisa qué hoy termina esto-

-Pero... pero es una semana esto- Pensé que podía estar suspendiendo la prueba.

-No, te voy a dar los puntos que mereces. Así te puedo enseñar cosas más divertidas.- Otra vez usó su sonrisa lujurioso y llena de morbo.

Me desvestí mientras inspeccionaba sin perder un segundo en parpadear. Cuando me saqué los bóxers, me indicó que me apoyara en la puerta. Se acercó otra vez a mí, al igual que la noche anterior, me besó el cuello y magreó mis nalgas. También me metió un dedo, añadiendo la diferencia que me susurró:

-Ahora sé que estas limpio, por lo que voy a disfrutar de este culito que tienes. Ponte a cuatro patas en la cama mientras te ato.-

Sentí miedo por lo que me esperaba. Me aterrorizaba lo que pudiere hacerme, en especial si me ataba como un animal y me follaba como si fuera un caballo. Lo que me dijo de estar limpio explicó el significado de su visita para sacarme sangre. La habría analizado para descartar ETS´s.

Me subí a la cama, y a la vez él sacaba de una bolsa una serie de cuerdas y juegos de esposas. Me ató con cuidado, para que no me apretase demasiado. Tenía las palmas de las manos para apoyarme en la parte delantera. En la parte trasera tenía de apoyo las rodillas, y me ataba los tobillos a los márgenes de la cama, dándole una visión y acceso directo a mi ano.

Empezó a jugar con mi ano, alternando sus dedos exploradores con su lengua, lubricándome poco a poco. Sus dedos entraban progresivamente al relajarme y empezar a disfrutar con su buen trabajo. Sin embargo, pronto noté como algo duro sustituía a sus dedos. Pensé que era su polla taladrándome, pero fallé. Se bajó de la cama y mi culo seguía lleno, así que deduje que debería ser algún dildo.

Su puso delante de mi cara y me dio para que mamara su miembro. Estaba muy húmedo, lo que me dijo que estaba al menos tan cachondo como yo. Fue casi directo a alojarme en mi garganta provocándome arcadas y sacándola de golpe uniendo su polla con mi boca por los hilos de saliva. En ese momento me miró con su cara de morbo y rompió los hilos que nos unían al comerme la boca.

Se volvió a bajar de la cama y agarró mi camiseta. La trenzó y se subió encima de mí. Me ató la camiseta en la cabeza, improvisando que no pudiera ver nada y amordazándome. Descendió y volvió a jugar con mi culo sacando aquel dildo e intercambiándolo por su polla.

Me la metió con cuidado y decisión, demostrando que tenía mucha experiencia en el arte de petar culos. En aquella situación entendí para qué servían las cuerdas y las esposas, al obligarme a mantener casi de forma involuntaria la posición y él solo disfrutar de penetrarme. Por mi parte hubiera agradecido que lo acompañara con una paja, o al menos, con haber podido gemir. No sentía casi ningún dolor, a pesar de las dimensiones de su miembro.

Al estar privado de algunos de mis sentidos, me concentré más en el placer y en los sonidos. Me sorprendió mucho su forma de gemir, lo que nunca había reparado tanto, ya que yo también me dedicaba a gemir en condiciones normales. En algunos momentos pensaba que me correría sin tocarme, pero no conseguí hacerlo. Al rato, sentí como su polla se hinchaba y sus gemidos aumentaban en número y volumen. En consecuencia, me llenó el culo de su semen. La sacó y volvió a ponerme el consolador y dejando su leche dentro de mi culo.

Oí como entraba en mi baño y como se duchaba. Después cogió su ropa del suelo y se fue dando un portazo. Yo intenté desatarme sin éxito, no podía pedir ayuda, aunque habría tenido dificil explicar a alguien porqué tenía el culo lleno de leche y estaba atado. Al rato sentí el dolor en mi espalda, y en las manos y rodillas. Además, me molestaba el consolador que me invadía el culo. Desesperado, intenté refugiarme en pensamientos y recuerdos y huir (de forma casi espiritual) de aquella cama.

Degraciadamente, mi huída llegó a poco. Volví a escuchar la puerta de mi habitación. Quise pensar que había venido a liberarme, pero no era él. Escuchaba un calzado pesado, como unas botas y la mano que me acarició el culo era más grando. Me quitó el consolador y se desabrochó sus propios pantalones, deduciendolo por el sonido de la cremallera.

Su polla se abrió paso por mi húmedo culo, haciendo que la lefa de mi hermano mayor chorreara. Su polla tenía que ser mi grande, porque me sentí más lleno que nunca. Se me escaparon algunas lágrimas. Me folló muy rápido y de forma algo apresurada, ya que sentía que no se había quitado los pantalones.

Tras un fuerte aullido, descargó en mi culo. Desgraciadamente, volvió a ponerme el maldito consolador. A diferencia de mi hermano mayor, no se fue. Se sentó en la silla del escritorio y empezó a chatear por el sonido que emitía su teléfono.

Pasados unos diez minutos, la puerta se volvió a abrir:

-¿Ya has acabado?- Conocía esa voz, pero no supe donde la había oído.

-Es una maravilla. Juega con él mientras llega Mark.- A este también lo conocía, pero no lo identificaba.

Aquella persona se acercó a mí y me quitó el consolador. Metió un dedo y lo movió en círculos haciendo que saliera la leche almacenada. Él puso su lengua en mis testículos y fue lamiendo el camino de estos hasta mi culo que lamió con mucho empeño. Después, su lengua fue a parar a mi polla que chupó como si fuera un helado. El placer se borró de golpe al notar otra nueva invasión en mi culo. Por el tamaño, supuse que era el invasor número uno. Tardé poco en correrme en la boca del invasor 2. Pasado un rato, me llenó de nuevo el culo el invasor 1.

Cuando se acallaron los gemidos, se oyeron unos aplausos. Eran de una sola persona la que aplaudía y me hacía sentir más y más humillado.

-Joder, veo qué os ha gustado. ¿Quieren sus majestades seguir o le damos ya su premio?- Era la voz de mi hermano mayor.

Me soltaron las esposas de los pies y por fin pude bajar las rodillas y la espalda. A continuación, pude volver a ver poco a poco al acostumbrarse de nuevo mis ojos a la luz. Me dejaron solo las esposas en la mano derecha, pero pude girarme para ver a mis invasores. El invasor 1 era el rey afroamericano y el invasor 2 el otro rey. Mi hermano mayor estaba vestido, pero ellos no. Quería hablar, pero no sabía el qué. Podría haber dicho que eran unos hijos de puta violadores o unos dioses del sexo o unos enfermos. Opté por el silencio.

-Bueno, por el poder que me ha sido concedido te nombro hombre. Buen trabajo Mark.- El rey 2 dijo eso y se fueron ambos, despidiéndose de mi hermano mayor con un generoso morreo.

De la bolsa en la que estaban las esposas sacó un libro. Lo tiró sobre mi cama y me quitó la última esposa.

-Lee eso y te enterarás de cómo va esto. Puedes comer en el comedor y comprar algo de comida. Vente esta tarde a la 827 y te pongo al día.- Se acercó a mí y me morreó.- Buen trabajo novato.

Al irse, volví a recuperar poco a poco la capacidad de moverme. Me levanté y sentí de nuevo el dolor en mi cuerpo. Antes de ir a la ducha, miré el consolador que había estado en mi culo al que le quedaban restos de lefa. Una parte de mi quería tirarlo, y otra, de chuparlo y volver a metérmelo en el culo mientras me tocaba.

Finalmente, elegí la tercera vía. Lo dejé en el suelo y me fui a la ducha. Recordé que elegí esta facultad porque solo había hombres y me reí de mi mismo al pensar que me habían petado el culo atado como una putilla.

Me vestí y salí huyendo de aquel consolador que me tentaba. Salí de la residencia y entré en aquel parque que me separaba del comedor. Allí me sentí mejor, al pensar que no había quedado tan mal parado con mi aventura. En una mesa estaba un chico atado a un árbol y una fila de chicos esperaban para que les chupara la polla. Más adelante, otro caminaba a cuatro patas, paseando al que parecía su hermano mayor.

En el paseo también vi bastantes folladas al aire libre y humillaciones varias. La que más me sorprendió fue un chico desnudo, con un plug con forma de cola de perro, paseando con una correa.

Compré una hamburguesa y una cocacola y tomé el camino de vuelta disfrutando de nuevo de las vistas de toda aquella perversión. Estuve tentado a hacer cola para una mamada pero no lo hice por empatía.

Pasé la primera parte de la mañana leyendo el libro que me había dodo mi hermano mayor. Al ser un hombre en la hermandad tenía privilegios como limpieza y colada. Los más llamativos eran derecho negarme a cualquier acto sexual o poder obligar a cualquier inferior a hacerlo. Los reyes tenían asignadas labores de justicia y organización, mientras que los sumisos se encargaban de las tareas las denigrantes. Descubrí que no salían de la hermandad porque tenía muchas ventajas, como descuento en el comedor o becas.

En la segunda parte de la tarde, fui a la 827. Toqué la puerta y pasé con dudas. Mi hermano mayor tenía una habitación similar a la mia, con la principal diferencia que en mi cama no había un tio esposado. Estaba con una cadena de perro cogido a la cabecera de la cama. Obviamente, estaba desnudo, amordazado y con un dildo en su culo.

-Hombre novato, o Lucas, qué alegría. Bueno, ponte cómodo o follate a este si quieres.-

Me senté en una silla y me fue relatando cómo era la vida de la hermandad. Me enteré de muchas cosas, desde su nombre (Mark) hasta cómo me identificaba como un hombre (una pulsera que me dio). Me iba a ir a mi habitación y me dijo que esperara. Me dio la correa con el chico.

-Es un regalo por lo bien qué te has portado. Este es un sumiso de los buenos.-

Estaba demasiado cansado como para follarmelo sin parar. Así que opté por petarle el culo un rato y acabar en su boca. Tras quitarle el collar, le dije que se quedara a dormir y me despertase con una mamada.

A medianoche, desperté para mear. Mi pie pisó el consolador que había estado casi toda la mañana en mi culo y lo cogí. Lo lamí en el baño un buen rato hasta que mi rabo se puso firme. Después, desperté al sumiso al llenarle el culo con mi polla. Tras esto, intentemos dormis abrazados y bastante sudorosos.

-¿Cómo acabaste así?- Le pregunté porque no sabía qué había hecho bien para no estar en su posición.

-Pues muchas cosas. Supongo que lo peor fue que le pedí que no se corriera. O mi hermano mayor quería que me pusiera un tanga y me negué.

-¿Por qué no te vas?-

-Bromeas, follo y me follan, tengo beca, descuentos y me regalan cosas.-

-¿De dónde sale el dinero?-

-De los basura. Son los que se saltan las normas y quieren seguir siendo de la hermandad. Esos hacen cualquier cosa para seguir, ya sabes, comen pollas a gente importante o hacen videos para nuestra productora-