Me volví la puta de un viejo 2

En esta segunda parte les relato mi segunda experiencia con un hombre mucho mayor que yo y como este de divierte con mi cuerpo.

La  escuela a la que asisto queda a unos 25 minutos en autobús desde mi casa, pero la ruta solía pasar media hora antes por mi escuela cuando ya iba siendo la hora de salida, por eso mi madre le pedía a un conocido de la familia que me trajera después de clases y ya en la quincena le pagaba los viajes. Aquel hombre se llamaba Freddy, yo lo conocía de toda la vida, pues era buen amigo de mis tíos y era lo bastante confiable como para encargarle el transporte de encomiendas fuera del pueblo donde vivía. Don Freddy me había estado llevando a la escuela desde que tenía 13 años, conocía a su hija y teníamos casi la misma edad, ella me sacaba dos años. Cuando sucedió mi primera experiencia con un hombre mayor en aquel almacén, mi curiosidad aumento y me fije en Don Freddy, era alto, moreno, corpulento,  algo panzón, pero muy amable. Era puntual, amable y servicial, nunca había recibido una insinuación o algún tipo de irrespeto de su parte, y sinceramente dudaba que algún día lo hubiera, por esto no pude verlo con otros ojos. Ya tenía yo 16 años y nunca más tuve encuentros de ese tipo con algún hombre mayor, por lo que creí que esa etapa de mi vida había sido cerrada, que se trataba de un error o un desliz hormonal, pues ahora que tenía novio toda mi atención estaba fija en él. Llevábamos saliendo dos meses y él insistía en tener relaciones, a lo que no me negué pues también quería que eso pasara tan pronto como fuese posible.

Una tarde llamé a Don Freddy para que me recogiera dos horas antes en la entrada de mi preparatoria, me faltaba ese año y otro más para graduarme y ya que mis calificaciones eran buenas, no me importo escaparme aquel día para verme con mi novio y concretar eso que veníamos días planeando. Su casa estaría sola y mi periodo ya se había ido, todo marchaba bien para nosotros.

“Lléveme a esta dirección Don Freddy” le pedí nerviosa, el barrio quedaba cerca del mío por eso debía ser cuidadosa de no toparme con ningún familiar, el pueblo donde vivo es pequeño, así que era mejor tener precaución.

“Claro, mi reina” le respondió, era así como se refería a mí.

Cuando llegamos mi novio se bajó a recibirme y a pagarle.

“Tranquilo, mi mamá paga…” le dije tomándole del brazo “Vuelva por mí en… dos horas… vamos… a ver películas…” susurre nerviosa y avergonzada, sabía que no era una mentira creíble pero fue la primera que se me ocurrió.

“Buenas, mi reina, hasta luego joven” respondió sin su habitual buen humor, todo lo contrario, habló cortante y se marchó sin decir  nada más.

Entramos a la casa y nos preparamos algo de comer, estábamos algo nerviosos los dos, por eso pusimos una película en verdad, pero luego de diez minutos nos empezamos a besar, él me quito la ropa lentamente, beso mi cuello y mis senos delicadamente, yo solo suspiraba envuelta en nerviosismo y ansiedad. Poco a poco descendió por mi cuerpo y me despojó de mis calzones y beso mi vagina, aquello me sorprendió y avergonzó, mi rostro estaba rojo, agradecí que fuese lento y no me apurara. Se dedicó a lamer y recorrer mis labios con su lengua, los separaba con sus dedos y frotaba la punta de su lengua contra mi clítoris. Poco a poco la excitación fue apoderándose de mi cuerpo, mi cosita se iba mojando, aunque no tanto como lo hacía cuando yo misma me tocaba, la calentura era menos, pensé que tal vez se debía a que él aun no sabía cómo me gustaba.

“¿Te está gustando mi amor?”

“…Ah… s-sí, sí…” le respondí confiando que luego de un rato ya empezara a disfrutarlo más, pero no fue así, solo acerco su erección hasta mi con la intención de meterlo de una vez.

Estaba dispuesto a permitirlo, pero conforme fue presionando mi vagina, un dolor punzante me incomodó, trate de aguantarlo, pero al final no resistí y le pedí que parara.

“Duele, duele… para por favor”

Él me hizo caso y se detuvo, se disculpó, esperamos un rato y lo intentamos una vez más, pero paso igual, yo me sentí  muy apenada con él, por eso como compensación me animé a chupársela hasta que se corriera, le hice dos buenas pajas combinando besos, succiones, caricias con mis manos y frotes con mis pechos, sabía que no era lo mismo  pero era todo lo que podía darle por ahora.

Me despedí cuando Don Freddy llego en su taxi, a diferencia de otras veces me abrió la puerta de copiloto, porque en el asiento trasero traía una cajas.

“¿Qué tal la película?” preguntó arrancando luego de que me subiera

“Ah… pues… bien” dije incomoda desviando la mirada.

“Ya veo, mi reina, debo ir a comprar unas cosas antes, ¿está bien si nos demoramos un poco?”

“Si, no se preocupe…”

Saque mi teléfono para distraerme un rato mientras el conducía, solo pasaron unos diez minutos cuando alce la mirada y no reconocí el lugar por donde íbamos, habían pocas casas y pocos autos, pero no le di importancia, seguía estando temprano y lo mejor sería no quejarme pues él guardia mi secreto de lo que paso con mi novio. Pasaron otros diez minutos y ahora solo veía árboles, como si estuviéramos en las afueras del pueblo, en esa zona donde solo había casonas y haciendas, el sol aún no se escondía pero por alguna razón empecé a preocupare.

“¿Hay tiendas por aquí?” pregunté tímidamente guardando mi celular en el bolso a lo que él no contesto sino un rato después.

“Muéstrame los senos” dijo sin dejar de conducir

"¿Qué?"

"Las temas, muéstralas, quiero verte las teticas"

"......"

"Anda, no te hagas la santita, que seguro se las pelas al crio ese, muéstramelas o les cuento a tus papás que te escapas de clase y vas a casa de tu novio buscando que te claven"

Que dijera eso me paralizo, sentí mucho miedo y su voz sonaba tan imponente que temí que me hiciera algo si no obedecía, por eso abriendo un poco mi blusa deje a la vista mi sostente, lo alcé y mis pechos quedaron expuestos.

"Que ricas teticas tienes, para chupártelas mamita, venga jálate los pezones, muéstrame como te gusta que te los agarren"

Él continuó conduciendo y yo obedecí, manosee mis pechos y jalonee mis pezones, sabía que él me miraba de reojo cada tanto, pues se reía y suspiraba de gusto pidiendo que me los jalara más a lo que yo accedía retorciéndolos y apretándolos.

En un momento estiro la mano y me agarró uno de los senos, yo me exalté y gemí por la sorpresa. "No te las ha tocado un hombre de verdad, con una buena mamada veras como te empiezan a crecer" aseguró, no tenía idea de si lo que decía era cierto o si solo alardeaba, solo sabía que sentir su mano acariciándome me tenía paralizada, el don Freddy que yo conocía jamás hubiera hecho eso, parecía estar siendo poseído por la lujuria, parecía ser otra persona, un hombre completamente distinto. Orillando el auto se sacó el cinturón y finalmente me chupó los senos, los devoraba con desespero y hambre, parecía querer comérselos pues los mordisqueaba entre cada succión, yo gemía asustada a pesar de que comenzaba a gustarme me llenaba de miedo que actuara con tanto salvajismo y rudeza, mi novio había sido delicado y ahora él me chupaba las tetas hasta dejarlas coloradas y adoloridas de lo mucho que apretaba mis pezones.

"¿Don Freddy.. Porque... me hace esto...?" le pregunté sollozando y suspirando.

"Porque me gustas, mamita, te veía venir al carro con tu uniforme y te quería comer... y eso hare, te comeré todita"

"No... Por favor... no me toque más" supliqué queriendo bajar mi sostén y huir lejos de él y de sus lujuriosas manos, pero mi cuerpo estaba inmóvil, si él demostraba tanta dominación ahora, existía la posibilidad de que se pusiera agresivo si me resistía demasiado.

“No… no los muerda”

Le pedí tratando de alejarlo una vez más, pero él se resistió y me metió la mano bajo mi falda frotando sus dedos contra mi vagina, aquello me hizo cerrar las piernas al instante, creyendo ingenuamente que de esa manera se detendría.  Por supuesto, no fue así, yo estaba mojada, y él sonrió complacido. "Dices que no, pero te mojas como puta porque te chupan las tetas, que perrita más mentirosa" dijo enterrándome los dedos, como si quisiera penetrarme con el calzón aun puesto, solloce avergonzada y nerviosa. Ese hombre era como un animal hambriento, pero sabía cómo tocarme, pues me fui calentando y cediendo poco a poco, a diferencia de mi novio él tenía mayor habilidad, el calor que sentía en mi coño se iba expandiendo por todo el resto de mi cuerpo, estaba enloqueciendo a un nivel mayor de lo que lo había hecho en aquel almacén. Don Freddy me dedeó lo suficiente para tener que gemir sin contenerme, me retorcí en el asiento mientras él gatillaba mi coñito y me mamaba las tetas, sentía tanto placer que el miedo fue yéndose y quedo solo el deseo por más, porque no parara de ultrajarme y someterme, que me llamara puta no me molestaba, todo lo contrario, me calentaba más, lo era, estaba siendo una puta queriendo ser abusada a pesar de seguir pidiéndole que parara mientras lloraba.

Lo que decían mis labios de arriba lo desmentían los de abajo pues estos lo aceptaban y se abrían para él, gustosos de ser penetrados por primera vez, anhelaban ser atendidos por sus dedos gruesos y ásperos, llenos de callos, esas eran las manos de un hombre y me fascinaban. A pesar de que aún seguía con el calzón puesto cuando los sacó  sus dedos, estos se veían húmedos y pegajosos debido a mis cálidos fluidos, no me dio tiempo de decir algo o quejarme nuevamente pues él me los metió en la boca, los froto contra mi lengua de forma tan brusca que tosí un poco, ahogada y consternada por estar expuesta a mi propio sabor.

"hazme una paja y nos vamos" ordeno sacándose el miembro del pantalón luego de estimular lo suficiente mi boca como para que la saliva escurriera de la comisura de mis labios. Su pene era un poco más grande que el de mi novio pero mucho más grueso, como don Freddy era algo moreno, su pene lo era y su punta rosada, se veía jugoso y duro, listo para correrse con una pajeada, así que lo agarre y lo masturbe mirándolo atentamente, seguía respirando agitada y estaba algo frustrada por no haber culminado con mi orgasmo, pero el tiempo corría y no nos podíamos demorar, además de que la curiosidad que sentía por su sabor me animaba a seguir chupándolo.

"Chúpame los huevos" dijo y al instante se los chupe, el olor era fuerte, olía a sudor por estar conduciendo todo el día, pero no me molesto, olía a hombre, a uno maduro y bien desarrollado, por eso solo le chupe como me dijo, recorrí la base con mi lengua y metí uno de sus huevos a mi boca, chupándolo con delicadeza. Lugo engullí su erección y empezó a jadear complacido, eso me emocionó mucho y lo hice mas rápido, quería que se corriera pronto, su olor era tan fuerte que me mareaba. Me preocupaba que alguien viera ese auto orillado en la carretera y me viera como una puta come vergas.

"Que rico lo mamas, pero no te lo estás tragando todo" me regañó y empujo mi cabeza haciendo que entrara por completo y me ahogara un poco, sujetó mi cabello y me hizo mamarlo entero varias veces, apenas y podía respirar, el esfuerzo hacia que sonaran esas succiones húmedas y obscenas, me ahogaba con mi saliva y con su gruesa verga, cuando me dejo alzar la cabeza y respirar me beso los labios sin soltarme el cabello, todo lo contrario, me sostenía con brusquedad. "Te quiero bien obediente" me dijo antes de meterme su asquerosa lengua a la boca, estaba caliente y buscaba mi lengua ansiosamente, el beso que me daba era muy húmedo y lleno de saliva, no parecía saber besar o quizás solo quería comerme la boca y por eso era tan brusco.

"Ufff mamita me tienes la verga como un cacho" me dijo y me empujó de regreso a ella. Yo lloraba luchando por detenerlo ya que ahora estaba siendo más rudo que antes, no me daba pausas para respirar, me penetraba la boca y la garganta con velocidad, yo golpeaba sus muslos y eso más le excitaba porque más duro se ponía, cuando finalmente se corrió, lo hizo, mi boca y cara, obligándome a tragarlo. "¿Te gustó la leche, ternerita?" Pregunto con una sonrisa tras soltarme el cabello y poner el auto en movimiento otra vez.

Creí que finalmente todo había terminado, pero estaba equivocada, no estábamos regresando, él busco una trocha y metió el auto por ahí, abandonando el camino entrando por unos matorrales que debían serla entrada a alguna de esas haciendas, pues no  habían obstáculos que impidieran el avanzar del auto. Cuando la carretera dejo de verse un poco, lo detuvo y apagó. “Ya está tarde… don Freddy, lléveme a mi casa” le exigí, había obedecido hasta ahora todo lo que me había pedido, y si tardábamos más mi madre se preocuparía.

“Mi reina, pero si todavía no terminamos, no me he comido ese gallito” dijo manoseándome las piernas y jalarme la falda hasta quitármela, yo me cubrí con las manos, cosa que no le importó pues las aparto fácilmente y reclino mi asiento para que yo quedara casi acostada.

“¡¡Suélteme!!” grité al ver como acercaba su rostro a mi entrepierna y olía mi vagina con morbo. Apartando mis calzones dejo a la vista mi cosita húmeda y resbalosa, no dudo mucho en sorber mis fluidos haciéndome gemir desesperada. Separó mis labios y dio lamidas por cada pliegue de mi coñito, asegurándose de no dejar de lamer ningún rincón, yo gemía mas fuerte removiéndome, meneándome contra su boca, queriendo que me siguiera comiendo la el coño. Se sentida demasiado bien, no quería que se detuviera, casi quería suplicarle que me chupara más y más.

“Que cuca más rica tienes, se te moja todita… ¿te gusta mamita? ¿Te gusta que te coman el gallito?”

“Ahm… agh… n-no… don… Fre…ddy… déjeme…”

“Agh… que puta más mentirosa” dijo molestó y de un empujón metió su dedo en mi vagina, yo grite con dolor, mi novio no había conseguido llegar a tanto, aún seguía siendo virgen. Mi grito le sorprendió pues miró mejor y al verme tan cerrada y estrecha soltó una carcajada. “¿No se paró al muchachito?” preguntó pero no respondí nada, solo trataba de recuperar el aliento y reponerme del dolor que me había producido. “Bueno, tranquila, yo me encargaré de estrenarme esa panocha” dijo bajándose el pantalón y darle más libertad a su miembro. Yo pataleé y grité para que me soltara, para que me dejara ir, pero finalmente sucedió. Su ancha verga me penetro de una sola embestida. Grité al sentir como se abría paso en mis carnes con rudeza, me estaba violando, me montaba como a una perra en celo, sin piedad ni compasión. “Ay… mamita, que rico… tienes el coño chiquito” decía él moviéndose más y más, lo metía entero, sus huevos chocaban contra mis nalgas y sus manos me estrujaban las tetas tirando de mis pezones.

Verme llorar le excitaba, lo supe porque lamia mis mejillas y aumentaba la velocidad “Ufff que coño… me quiero correr” eso me asusté, no podía permitirlo, pero era imposible escapar de sus embestidas salvajes. Pasaron unos minutos y el dolor se mezcló con el placer, ardía pero me gustaba, mi cosita ya se había adaptado a su forma por lo que la fricción era menos dolorosa, era placentera y excitante. “¿Lo gozas mi reina? ¿Te gusta mi verga?”

“…Sí…” admití envuelta en la montaña rusa de emociones y sensaciones. Por una parte sentía asco y miedo de lo que me hacía, pero por otro estaba caliente, su pene era grueso, me dejaría la vagina muy abierta, podía ver como mis labios vaginales se separaban demasiado para que él entrara, me encantaba verlo así de caliente, de emocionado por la idea de estarme abusando, me llevaba unos 20 años más seguramente y violarse a una jovencita lo tenía duro como toro. “…que rica… verga tiene…” susurré nerviosa, no sabía por qué se lo estaba diciendo, pero era verdad.

Excitado me agarró de las manos y me hizo sostenerme de su cuello, así me pudo besar y embestir más rápido, me daba seguidillas tan rápidas que mis gemidos se hicieron más fuertes y sonoros. “Que rico… agh…. Ahmm…. Ay… si… ay si… mi coñito… métala…. Métala duro…” pedí moviendo mis caderas hacia él buscando más placer, buscando que ese pene violador me diera hasta dejarme coja.

“Mamita, me tienes alborotado… me tienes arrecho” dijo chupándome otra vez las teticas, aún me dolían por como las mordió antes, pero no me importó, podía mordérmelas y mamármelas todo lo que quisiera.

Cuando finalmente se corrió lo hizo dentro mío, y toda su leche caliente invadió mi intimidad. “Ay… reina, que buen coñito” dijo dándole una palmadita mientras yo gemida aun perdía en el orgasmo.

Él se arregló la ropa y busco pañuelos para limpiar su asiento manchado, me ordeno que me vistiera pues ya regresaríamos. Yo no dije nada, solo ordené mi uniforme y me limpie un poco su semen, pero este seguía corriendo por mi cosita, por eso cerré las piernas tratando de no dejarlo salir, ya cuándo llegará a mi casa me daría un baño y  me asearía bien. Estaba tan cansada por todo lo que había sucedido que me dormí un rato en su auto, él me movió del hombro cuando estacionó frente a mi casa y como si nada hubiera pasado, me abrió la puerta para que pudiera salir.

“Hasta mañana, mi reina” dijo como siempre me decía, solo que esta vez se relamió los labios dándome a entender que nada iba a volver a ser como siempre.