Me volví bisexual

El texto habla sobre como me volví bisexual después de mi primera relación lésbica estando casada hace 18 años.

Siempre he tenido y he sido afortunada al contar con un esposo que sexualmente es muy complaciente y que desde que nos casamos ha cumplido a cabalidad sus deberes de pareja. Lo que les voy a contar es una historia real que me aconteció hace dos años, que siempre me había pedido mi esposo y que después de ahí nos cambio la situación de nuestro matrimonio volviéndose más abierto a otras posibilidades y que en otros relatos les estaré confiando.

Llevamos dieciocho años de casados con dos hijos los cuales queremos mucho; mi esposo tiene en este momento 46 y yo 42 años; me llamo Angela, tengo una estatura de 1.60 m, esbelta de tez blanca grandes ojos marrones y con un cabello entre rubio y castaño, poseo unos labios no muy gruesos,buen cuerpo, buenos senos no muy grandes su talla es 34B, aunque si unos pezones muy fáciles de levantar a cualquier toque y en la cama como lo decía antes bastante ardiente donde siempre nos complacemos mutuamente con un 69 bien bueno para empezar...

En medio de nuestras relaciones platicábamos sobre gustos y en ocasiones me insinuaba porque no hacer otras cosas divertidas con alguien más sea mujer o un hombre a lo que siempre le decía que todo lo tengo contigo por lo que no voy a buscar a nadie más afuera. Sin embargo, por cuestiones de trabajo un día que estaba él de viaje y coincidiendo con una despedida de una compañera en la oficina sucedió algo que partió en dos nuestra vida sexual.

Ese día un viernes en la noche salimos de trabajar y nos encontramos en un bar con algunos compañeros de la oficina. Al calor de los tragos, la conversación y la música fue subiendo el ánimo de todos y en un momento dado les indiqué que me iba dado que estaba mareada y como mi esposo llegaba del viaje esa noche quería llegar pronto a la casa, por lo que fuí a pedir un taxi. En ese momento Ricardo el novio de una de las amigas me dijo no te preocupes yo te llevo a tu casa pero primero vamos a pasar por la casa de Sandra para recoger una chaqueta pues está haciendo demasiado frío, a lo que yo no le ví problema y accedí.

Estando en el apartamento de Sandra que así se llama mi amiga y en compañía de Ricardo nos pusimos cómodos y mientras Sandra traía su chaqueta me ofreció una copa más, colocó música y nos pusimos a bailar. Ricardo baila muy bien y en un momento dado empecé a sentir un mayor acercamiento de sus piernas rozando con las mías, la tela de los pantalones de él con la tela de los míos, se pegaba más a mi con cada movimiento, . . . al mismo tiempo que mi cara huele su cuello, rozándolo con la nariz, dejando que su olor despierte mis sentidos . . . qué delicia sentir su olor que va dejando entrar un calorcito en mi cuerpo que se aprieta más. No entendía eso que me pasaba y menos en la casa de una amiga y con el novio de ella. Esto era producto de las copas de más que ya tenía.

En ese momento nos sentamos y nos pusimos a hablar. Nada que salía Sandra para irnos por lo que pude notar el acercamiento de su boca a la mía y en un momento dado me dice Angela eres muy hermosa y esta noche quiero acariciarte cada rincón del cuerpo con mi lengua, quiero que te sientas más satisfecha . . . quiero hacerte sentir algo de lo mucho que yo estoy sintiendo. Desde que me casé ningún hombre me había hecho semejante propuesta por lo que le indiqué que era casada y que debíamos irnos. Ricardo con su sutil determinación me dijo Angela tu esposo no se va a dar cuenta salvo que tu le digas y por lo que he visto en ti en este momento tu lo quieres. La verdad estaba muy excitada y talvez por lo que había bebido me sentía muy arrecha, estando en esas cavilaciones sentí como su boca se acercó a mis labios y empezó a buscar la manera de entrar en contacto con mi lengua; en ese momento sentí como me acarició el muslo y el inicio de la nalga bajo el jean apretado que tenía.

Yo sabía que estaba mal pero desfallecí y empecé a responder a sus besos y caricias, nos besamos intensamente mientras nuestras lenguas jugaban la una con la otra, y nuestras manos acariciaban todo lo que podían. Bajé mi mano a la altura de su cinturón y sentí su excitación, esto realmente logra acrecentar, si es que lo creía posible, mi excitación, mi deseo de tener, de saborear, de acariciar. Me empezó a tocar mis senos por encima de la blusa, se apretaba cada vez más contra mí y yo cada vez más agitada.

Mi corazón estaba a punto de estallar cuando en ese instante salió Sandra muy arreglada no con una chaqueta sino con una blusa muy transparente que dejaba ver sus senos y con unos jeans bastante ceñidos donde su figura lucía muy esbelta, me dice, veo que no has perdido el tiempo con Ricardo a lo que le digo que mejor nos vamos pues se está haciendo tarde y me esperan en casa.

No sabía que hacer a lo que sólo atiné a decir Sandra discúlpame pero no pude responder y me dejé llevar. No te preocupes por eso, se me acerca al oído y me susurra que tiene algo que confesarme, que tiene una fantasía que nunca me había querido contar... y me dice que está loca por mí, ¡¡que está arrechísima!! le pregunté que ¿cómo así?... que ¿por qué? ¡Yo no soy lesbiana; me dice yo tampoco pero voy a hacer que está noche veas las cosas desde otra perspectiva y no vas a salir mientras no las pruebes.

No salía de mi asombro con lo que me acaba de decir cuando me dice, tranquila corazón, todo está bien, ya verás que los tres la vamos a pasar muy bien. Me paré y les dije me voy, en ese instante sentí los brazos de Ricardo en mis hombros deteniéndome y diciendo que no me fuera que si ya había olvidado lo que estábamos haciendo y que más tarde iba a poseerme. En eso me dijo Sandra hacer el amor entre mujeres no es deshonra sino más bien una manera de aprovechar nuestros cuerpos, fue entonces cuando ella se acerco a mi y empezó a rosarme con sus pezones duros y erectos... sentía una extraña sensación y mi respiración empezó a agitarse; de repente con su mano suave tomó una de las mías y dos de mis dedos los metió en su boca saboreándolos, los sacó; me miró a la cara y me dijo déjate llevar que vas a disfrutar lo que siempre has soñado y te lo has negado.

Cierra los ojos y déjate acariciar. Estaba confundida con esto cuando acercó su boca a la mía con suavidad, nunca había tenido una boca de una mujer explorando mis labios para besarme; sin embargo, fue tan dulce que empecé a sentir placer y me dejé llevar. La reacción fue inmediata en el cuerpo de Sandra, extendió sus brazos y piernas para facilitar así las caricias que me hacía, Sandra abrió mi boca y su curiosa lengua exploró toda la mía, en este momento jamás pensé que se sintiese tan rico que otra mujer me besara, mis pezones empezaron a endurecerse a consecuencia de los besos y caricias recibidas de las manos de Sandra, lentamente sin prisa Sandra fue bajando su boca y pasando su lengua por mi cuello y fue desabrochando mi blusa hasta dejarla totalmente abierta, me la quitó y empezó a tocarme los senos, soltó mi brassier y por espacio de unos cuantos minutos se dedicó a lamerme los pezones hasta que me los mamó completamente; emití unos quejidos de placer y ya en este momento había perdido el control y empezaba a vivir mi primera experiencia lésbica.

La lengua de Sandra fue descendiendo hasta mi ombligo para luego continuar desabrochando mi jean hasta retirarlo completamente. Quedé en bragas y empezó a jugar con sus dedos en mi vulva, entraron a mi vagina, me bajó las bragas y me relamió demostrándome las bondades de un buen sexo oral. Y me dijo que sólo otra mujer sabe dónde y cómo hacerlo, "ya que entre nosotras sabemos lo que nos gusta que nos hagan en cada centímetro de nuestra piel".

En este momento era yo quien le suplicaba que continuase que no se detuviese, al principio con un tono de voz tan bajo que apenas ella misma podía escuchar. Yo no daba más de deseos y gemía, me mecí hacia atrás para que me enterrara la lengua a fondo. Sandra tenía unos gruesos labios amarronados, y me hacía en silencio. Era una diosa colosal. Y yo tenía la fortuna de tenerla entre mis piernas haciéndome el amor además de sentirme amada por ella.

Ahhhhh, sí, ámame... -decía a cada lenguetazo y mis piernas temblaban de placer. Minutos después se quitó la ropa dejando ver un cuerpo espectacular y un coño muy bien afeitado; nos tiramos al piso y se subió encima frotando su sexo sobre el mío, me refregaba su duro clítoris, me rozaba sus senos a los míos y nos besábamos salvajemente como dos perras hambrientas. Mi sexo arrojaba líquidos continuamente mientras nos movíamos, y Sandra gemía como una hembra inconsolable. Me estaba poseyendo completamente, y no me resistía. Empecé a pedir más... y más. Y la acción continuó con absoluta naturalidad, empecé a sentir el formidable arribo del orgasmo, ella moviéndo sus grandes glúteos encima mío, ahhhhhh... ahhhhh. Y el orgasmo de ella, cuando pegó gritos histéricos y se tiraba de los cabellos, colorada, jadeante, envuelta en sudor. Ese se instante se grabó para siempre en mi memoria. Nos echamos sobre el piso, las dos caímos pesadas, medio embobadas de placer, pero enseguida nos erguimos para seguir besándonos y tocar nuevamente nuestros clítoris. Ese día supe del amor entre mujeres. Tuve mi primer orgasmo, y descubrí que ambas éramos multiorgásmicas.

Desde entonces, hemos ensayado todas las variantes posibles de este juego. Y por nada del mundo renunciaremos a él. Espero que ustedes hayan gozado tanto al leer, como yo gocé al rememorar este episodio. Besos donde más les guste. Ah, y en otro relato les contaré que pasó con Ricardo quien todo el tiempo nos vió con su verga levantada.