Me violaron en la disco

Una discoteca muy especial, dotada de ciertos rincones de privacidad, permite a un extraño personaje violar a una chica.

El furor que la nueva discoteca había causado era fenomenal. Hacía un mes que la habían abierto y la mayoría de mis amigos habían elogiado enormemente el lugar, pues la decoración, el servicio, los cocteles y el ambiente en general eran para bailar y disfrutar toda una noche sin parar.

Mi parche y yo planeamos entonces ir a divertirnos allí y de paso, corroborar si todo lo que se rumoreaba era cierto. Nos reunimos en casa de una de las chicas para arreglarnos y juntar el dinero que nos íbamos a gastar. Como a eso de las diez estuvimos en el susodicho lugar y ¡¡vaya que era fenomenal!! La decoración era sencillamente soberbia y la música que ponían era para todos los gustos. Los cocteles estaban de lujo y la forma en que los servían era exquisita. Para cuando fueron más o menos las doce, dos de nuestros compinches que además eran novios aparecieron con cara de fatigados en la barra y se bebieron los cocteles como si llevaran varios días al borde de la sed. Yo supuse que el baile los había agotado y que el calor del lugar ponía así a cualquiera. Hasta que me contaron la verdad: En el perímetro de la discoteca habían una especie de pequeños salones decorados de forma muy bonita, con cojines en el piso y cortinas de protección con letreros de "ocupado, no molestar", que permitían "divertirse" a cuerpo de rey.

Yo no pude contener la risa ante semejante ocurrencia.

-Una discoteca motel, nada menos – les dije yo con sorna.

-Es una buena idea y de seguro venderá cuando el rumor se corra- respondió Alan

A mí me siguió causando mucha gracia la cuestión y la verdad empezaba a aburrirme en la barra y quería ir a bailar y cómo si hubieran escuchado mis deseos un chico con máscara se acercó y se sentó a mi lado, iniciando conversación, al tiempo que me invitaba un par de cocteles que en su momento me parecieron muy suaves.

Después de unos quince minutos de estar hablando me invitó a la pista.

-¿Quieres bailar Juliana?- Me preguntó y yo sin más le dije que sí y él me tomó de la mano y nos fuimos a la pista. Mientras caminábamos hacia la zona de baile, pensaba que el chico en cuestión estaba bastante guapo y que había tenido suerte de encontrármelo. Por otra parte empecé a notar el efecto de los cocteles en mis sentidos, pero no me importó mucho, pues eso estimulaba el baile, que en aquel momento era de música electrónica. Llegamos al fin a la pista y sin más nos pusimos a bailar al ritmo que el dj nos ponía; sin embargo yo a cada momento me notaba más débil y más ebria, pero me imaginaba que había combinado muchos cocteles y ahí tenía el efecto. De repente todo se volvió borrones de colores ante mis ojos y no tenía ni idea de en dónde estaba o lo que me estaba pasando.

No sé cuánto tiempo estuve así, pero el hecho es que cuando reaccioné la música todavía seguía sonando fuerte y la rumba estaba en su apogeo. Yo por mi parte me encontraba totalmente desnuda y con las manos amarradas alrededor de una barra, por encima de mi cabeza, mientras el chico con el que había bailado me estaba manoseando y lamiendo a su antojo. Noté también que tenía la boca amordazada, por lo que gritar me sería imposible, además caí en la cuenta de que daría igual que gritara o no, pues la música impediría que cualquiera me escuchara y por ende nadie podría ayudarme.

Empecé a forcejear para tratar de quitarme al susodicho de encima, pero no sirvió de mucho, aparte de que me tomara con fuerza de los hombros y me hablara de forma bastante odiosa.

-Te quedas quieta, mocosa malcriada o te puede ir muy mal. Te voy a quitar la mordaza, porque igual nadie te puede oír. Pero donde intentes morderme o hacer cualquier tontería, te aseguro que lo vas a lamentar.-

Me quitó la mordaza y pude respirar más tranquilamente. De forma extraña noté que no tenía miedo ni ganas de llorar y me dejé hacer a cabalidad lo que el tipo quiso. Como ya me tenía totalmente desnuda y además despierta, se deslizó hacia la parte de debajo de mi cuerpo y abriendo sin dificultad mis piernas, buscó entre mi orificio mi botoncito que para colmo estaba ya bastante hinchado y comenzó a lamerlo con técnica experta.

Desde su primer lengüetazo, empecé a retorcerme de placer, pues aunque ya antes había practicado el sexo oral, ninguno de mis amantes había lamido mi clítoris de la forma tan experta como lo estaba haciendo aquel perfecto desconocido. Daba vueltas con su lengua alrededor de mi botoncito, provocándome verdaderas descargas, además de cuando en cuando lo succionaba con maestra habilidad, lo cual me llevó a correrme en muy poco tiempo y a inundar de mis líquidos su boca.

Parecía muy satisfecho con mi corrida, por lo que procedió a quitarse el pantalón, y los bóxer que era lo único que tenía puesto y poniendo la punta de su bien erecto y enorme miembro en la entrada de mi vulva, que estaba lubricada sobremanera después de mi monumental corrida, por lo que no le fue difícil penetrarme hasta el fondo. Yo sentía su enorme pene dentro de mí, entrando y saliendo sin problemas y con cada embestida me calentaba más y más. Mi lado lógico me gritaba que hiciera algo, aquel tipo me estaba metiendo mano y violando a placer y yo sencillamente me dejaba como si tal cosa. Pero mi cuerpo no respondía, por lo menos no a las conjeturas de mi cerebro, porque a las penetraciones del chico y a sus caricias y lametones, que en aquel momento estaban concentrados en mis senos sí que respondía, pues me retorcía de placer y para satisfacción de mi violador, empezaba a gemir de forma bastante audible.

El tipo debía ser un amante fenomenal, pues era capaz de embestirme sin piedad y tocar mis bien proporcionados senos al mismo tiempo, sin perder el ritmo con ninguna de las dos cosas. Debíamos llevar en aquello por lo menos veinte minutos, en los que no había dejado de poseerme ni por un segundo; para aquel entonces mis pezones estaban enormes y rojos como dos pequeñas cerezas y enormemente sensibles a sus caricias y lengüetazos. Mi vagina por otro lado, aunque estaba super dilatada empezaba a irritarse, pues mi abusador parecía ser de aquellos duraderos que tarda buen rato en venirse, mientras yo entre tanta penetración y tanto meterme mano por todos lados ya me había corrido más de tres veces, lo que parecía arreciar sus arremetidas cada vez que notaba que mis líquidos mojaban su miembro. Finalmente y después de unos treinta o cuarenta minutos eyaculó cada gota de sus semen dentro de mi agitada vulva, sin regar absolutamente nada.

Siguió metiéndome lado por un buen rato, aún después de correrse, lo que me hizo venirme una vez más , mientras sus manos escarbaban de forma experta en mi vagina y su lengua recorría mi abdomen y mis senos con renovada lujuria.

Finalmente cuando se hubo cansado, se vistió con lentitud y me soltó las amarras. Luego me indicó donde estaba mi ropa y salió del cuartito para regresar a la rumba. Yo tenía problemas para vestirme, pues el roce de mi vagina y mis senos con mi ropa íntima, me lastimaba un poco. Conseguí vestirme al fin y salir a la disco, en donde no había ni rastro de mis amigos entre tanta gente. Resignada salí a la calle y tomé un taxi que me llevó a casa, en donde después de tomar una renovadora ducha de agua caliente me acosté a dormir, soñando con aquel desconocido y fenomenal amante.

He vuelto a la discoteca esperando encontrármelo.