Me violaron en el servicio

Al hacer una parada en una gasolinera, por la incesante lluvia, fui atacada por un hombre con el que terminé gozando

Me violaron en el servicio

No voy a poner mi nombre ya que no le veo mucha trascendencia, les diré que soy casada, tengo un hijo, y voy a cumplir 30 años de edad. Soy profesionista, trabajo para una empresa que tiene varias plantas. Físicamente mido 1.65, peso 60k, considero que tengo buen busto y mis pompas son pequeñas pero firmes. Siempre había fantaseado con ser sometida, dominada, claro, era una fantasía y una la controla como quiere

El fin de semana pasado me sucedió algo que no se si fue advertencia, castigo o premio.

El miércoles de la semana pasada mi esposo salio de viaje, quedando de regresar el sábado, como yo tuve el viernes que viajar a una de las plantas que pertenecen a la empresa y que se encuentra en otra ciudad, a dos horas de donde vivo, le avisé a mi madre que dejaría al niño con ella y pasaría por él hasta el sábado. Esta no era mi primera visita a esa planta, pues ya sabía que era salir de ella cerca de las 8.00 de la noche, y más las dos horas de camino, según mis cálculos, estaría en mi casa a las 10:30 a más tardar.

El viaje lo hice en mi auto y tal como lo había supuesto, salí a las 8:10, solo que estaba lloviendo bastante, pensé que con la lluvia tardaría más de las dos horas para estar en casa. Arranqué mi coche y durante el trayecto, y durante una hora de recorrido, noté que la carretera estaba sola, y contrario a lo que pensaba la lluvia era peor. Vi una estación de gasolina con una supertienda abierta; llegué con la idea de comprarme un café para animar los sentidos, pero me sorprendí cuando al estacionarme vi que todo esta oscuro y que solo se vía iluminado el interior por una lámpara, sin duda que se había ido la luz.

La muchacha que atendía me gritó desde adentro que no estaban atendiendo, pensé en arrancar pero la lluvia era más fuerte aún, así que solo moví el auto y lo coloqué en la parte lateral de la tienda. Me quedé escuchando música y viendo la cantidad de agua que caía, aunado a los relámpagos en todo el firmamento. Recordé con tanto cariño, al ritmo de "You're in my heart", (Rod Steward), una tarde también lluviosa en la universidad, cuando mi novio de ese entonces me tenía abrazada, protegiéndome de los relámpagos y dándome su calor; pero ahora estaba ahí sola

No sé si por la intensidad de la lluvia o que sería, pero me dieron unas ganas horribles de ir al baño. «A buena hora», pensé. Me quité los zapatos y con el saco me cubrí la cabeza y baje. Corrí a la entrada de la tiene y le dije a la encargada que me prestara el baño, me dio la llave y una lámpara y me dijo que estaba del otro lado, contrario a donde había dejado el coche.

Corrí y entré, al estar por meterme al primer privado escuché como empujaban la puerta queriendo entrar, grité que en un momento salía, pues solo pensaba hacer pis. Volvieron a insistir y me imaginé que era la chica que atendía el súper y me dirigí a abrirle ya que el baño tenía lugar para tres personas. Quité el pasador y me di la media vuelta para dirigirme nuevamente al retrete. Dentro de la densa oscuridad, oí que entraba la persona que había tocado, y me dio por comentarle de lo fuerte que estaba la lluvia. No me contestó, entonces le pregunté que si toda la noche iba a estar trabajando, tampoco me contestó, fue entonces cuando me dio miedo.

Me quedé callada y fingí no prestar importancia a su silencio. En ese momento hubiera querido usar el celular pero recordé que estaba en el carro. Escuché que se alejaba y el ruido de la puerta cerrarse. Pensé que solo había ido a revisar que efectivamente estuviera ahí y que no me hubiera ido con su lámpara. Salí del privado y todavía le dije "hola" por si todavía estaba ahí. Me dirigí al lavamanos y coloqué la lámpara para lavarme las manos y arreglarme un poco el cabello. Cuando terminé, me dirigí a la salida y al momento de abrir la puerta vi una enorme figura frente a mí, me asusté y por instinto me hice para atrás; es cuando el hombre se movió para darme lugar para salir pero sin quitarse por completo.

Pasé de prisa diciéndole:

Con permiso-, dije y cuando le di la espalda sentí como una mano me sujetaba por la cara tapándome la boca y jalándome hacía si.

Traté de pegarle con la lámpara pero me la quitó con la otra mano y la aventó al suelo, me tomó por la cintura y me levantó mientras que yo solo atinaba a patalear en el aire. Me aventó dentro del cuarto de los sanitario y caí de nalgas en el piso. Te lo juro que me arrepentía de todo lo que había fantaseado sobre una violación. Estaba llorando y solo le decía:

No me haga nada por favor, le doy el todo dinero que traigo, pero no me haga nada… -, quise gritar pero de tanto miedo y llanto tenía la garganta casi cerrada.

Según he leído, en esas situaciones pongamos atención a todo detalle y que no violentemos a la personas, pero todo estaba oscuro solo se vía algo cuando los relámpagos iluminan. Le seguí diciendo con gemidos, que por favor me dejara ir

Cállate y no te muevas de donde estas, si haces algo voy a matarte a palos, es una muerte muy horrible-, dijo.

Yo lloraba más y más, nunca había sentido tanto miedo. Vi que salió del baño y me levanté; no alcanzaba a ver casi nada. Cuando me dirigí a la puerta, él volvía a aparecer; retrocedí un poco y le volví a implorar que no me hiciera nada, por respuesta, me alumbró con una lámpara mucho más potente. Me tapó los ojos ya que la luz era muy fuerte, entonces sentí como me jalaba fuertemente del cabello y me decía:

Cállate perra-, me aventó y caí nuevamente en el suelo. - Mira lo que tengo para ti si no haces lo que te diga, cabrona-, se alumbró la mano y vi un tubo o algo parecido a un bat. - Este puede destruirte cualquier hueso o prefieres esto-, y sacó de su gabardina un cuchillo grande.

Seguí llorando de miedo e impotencia, solo le decía:

¿Por qué, por qué a mí?... No le he hecho nada-, mientras que pensaba por qué no aparecía la encargada.

Cállate ya, hija de la chingada… -, continué llorando hasta que me ordenó levantarme.

Me puse de pie y me pidió que me quitara la blusa, le dije que por favor no, que no me hiciera daño.

Te va a gustar, te aseguro que te va a gustar, perra… Todas ustedes son iguales, todas son unas putas-, me contestó.

Las manos me temblaban y no podía desabrocharme los botones de la blusa. Vi como se acercaba, y me hice un poco para atrás, pero sentí dolor en el estómago, me había pegado con el tubo.

Haz las cosas bien o te ira peor, puta-

Me desabroché la blusa pero no me la quité, él se volvió a acercar y como pude comencé a quitármela para que no me pegara más; al ver que le obedecía, se hizo para atrás, tratando de no perder los detalles de mis encantos, y yo para no violentarlo, me quedé solo con el bra. Me resultaba difícil y estaba temblando, no sé si del frío o del miedo. Tenía la cabeza agachada y me ordenó levantarla. Me pidió que me diera la vuelta y quedé dándole la espalda; me alumbró las nalgas y de inmediato me las apretó con fuerza. Tenía mucho miedo ya que pensaba que me volvería a golpear.

Quítate la falda-, gritó.

Me desabroché el botón y bajé el cierre, dejándola caer y quedándome solo con el brasier y la tanga. Escuché su sonrisa al tiempo que me decía:

Te gusta la ropa pequeña, ¿verdad?... Te gusta mostrar, cabrona; te gusta calentar la verga… Te gusta que se note a través de tu ropa que llevas prendas chicas… -

Puso la linterna en el suelo y vi como se acercaba levantando la mano que tenía el tubo, me cubrí la cara y le grité que no me pegara, se sonrió, mientras que yo lloraba más y más…Solo me quería asustar, pues guardó el tubo en la bolsa de su abrigo o gabardina. Se acercaba más a mí y me pidió que levantara los brazos. Me comenzó a acariciar los pechos sobre el sostén. Sus manos son enormes, capaces de copar por completo mis tetas que las apretaba como desesperado.

¿Te gusta, te gusta, perra?... -, solo sollozos obtuvo por respuesta.

Me quitó el sujetador y con él me amarró las manos a la espalda. Entonces comenzó a pasar su lengua por mi cuello y con ambas manos me tomaba por atrás, manoseándome el culo como se le venía en ganas.

¡Qué ricas nalgotas tienes, qué culo te cargas, perra!... –, mientras que su lengua se deslizaba por mis pechos.

No puedo soportarlo e involuntariamente mis pezones se erizaron. Cuando llegó a mis botoncitos, pasó su lengua y les dio pequeños mordiscos.

No me digas que no estás cachonda, se ve que te encanta, hija de la verga, se ve que lo gozas-, seguí sollozando sin contestarle.

Sus manos separan mis carnosas nalgas y su dedo presionó mi ano, eso era más de lo que me habían hecho y empecé a excitarme mucho.

¿Te está gustando, perra-

Presionó su boca muy fuerte contra mi pecho y lo succionó, trastocando la lujuria que nadie había despertado en mí… Me empujó contra la pared de forma violenta, volteándome de espaldas y separando mis piernas. Me dio una fuerte nalgada al tiempo que apartaba mi tanga. Me abrió mis pompas y empezó a lamer mi ano. Jamás, jamás nadie me lo había hecho, por lo que me excité tanto que empujé mi culo hacía su rostro, mientras su lengua se movía alrededor de mi recto. Con su otra mano me empezó a frotar la rajita de mi almeja y al meter un dedo en ella, se dio cuenta que yo estaba muy mojada.

Te encanta, hija de la chingada, se que lo disfrutas, puta… ¿Verdad que te gusta?... Estas cachonda, porque quieres verga-

Su dedo era grande y me lo metía hasta el fondo sin batallar por lo mojada que estaba. Yo ya no sollozaba, solo cerraba los ojos y trataba de no gemir, pero mis caderas no dejaban de contorsionarse a cada lengüetazo que me daba.

Te gusta el dedo bien adentro, perra, te encanta cómo te lo meto-, me lo sacó y lo chupó, luego sentí algo de dolor ya que el muy sátiro, me había metió dos de un golpe… Puedes con todo, ¿verdad, puta?... –

Empezó a meterlos y sacarlos de mi gruta, primero despacio y luego con mucha violencia. Cuando estaban los dedos dentro de mí, los giraba y retorcía, logrando que me fuera imposible seguir con el papel de víctima; hice mi cabeza hacía atrás y sentí como lograba un intenso orgasmo solo con sus dedos, mientras él seguía revolviéndolos en mi interior y yo tenía que morderme los labios para no delatar el intenso placer que me estaba provocando.

¡Voltéate, mamita!... -, como pude lo hice, pues mis piernas aún vibraban por el orgasmo.

Me coloqué de frente a él, acercó la lámpara y me alumbró el rostro; volteé a un lado mientras él gruñía:

Agacha la cara y mírame, hija de la verga-, ahí estaba yo de pie, mirándolo de rodillas frente a mí, que acariciaba desde mis pies hasta mis muslos.

Hizo mi tanga nuevamente a un lado, así pudo ver todas mis expresiones pero yo a él no. Sentí como abría mis labios vaginales, y empezó a lamerme mi vulva y muy en especial mi clítoris, que estaba más hinchado que nunca. Uno de sus dedos se abrió paso en mi encharcada puchita, mientras él seguía pasando su lengua de un lado a otro, luego succionaba mi botón y me metía otro dedo. Yo de plano ya no aguantaba, estaba gimiendo de placer… Se despegó solo un poco de mi clítoris y me dijo:

¡Gózalo, puta, goza con todo lo que te hago, perra!... ¡Y aunque todavía falta que pruebes la verga!... ¡Me encanta cómo te retuerces!... –

Con su mano derecha acaricia una de mis nalgas y luego mi ano, quería meterme un dedo pero no entraba. Hacía presión en mi esfínter, y con la baba de mi rajita que estaba completamente mojada y con sus dos dedos que entraban y salían con facilidad, se dedicó a lubricar mi culito. Por otro lado su lengua me esta matando de placer, la mano que estaba en mi trasero la lleva a mis pechos y me los agarraba con fuerza. Estiraba mis pezones uno a la vez, retorciéndomelos entre sus dedos y jalándolos sin darles tregua.

No aguanté más, y me retorcí ante el magistral arte de ese hombre para violarme. Sacó uno de los dedos de mi raja y de golpe sentí como me abría mi trasero, para darle cabida a ese dedo. Me abrió las nalgas lo más que pudo, di un grito al sentirlo dentro de mí, expandiendo mi esfínter y comenzando a meter y sacar los dedos, uno en mi raja, y el otro de mi culo, mientras su lengua hacía lo que quería con mi clítoris.

Cada metida de dedo en mi trasero, era un grito cada vez menos de dolor y más de placer. Cuando me lo encajó de golpe, gemí y me retorcí, teniendo como consecuencia otro orgasmo… Sentí que las piernas se me doblaban, mi mente estaba embriagada de tantas sensaciones, mis jugos corrían sin control por mi vulva, mis tetas y mi clítoris más hinchados que nunca y mis agujeritos totalmente abiertos y ansiosos de un macho

Me sacó los dedos y sentí un vació cuando sufrí la ausencia de ellos. Se puso frente a mí y dándome una fuerte nalgada, me dijo:

Arrodíllate, puta que vas a mamar verga-, al no atinar moverme, me nalgueó nuevamente y tomándome del cabello me obligó a ponerme de rodillas.

Se desabrocho y se bajó el pantalón, frente a mí quedó oscilando un miembro grande, macizo y pletórico de lujuria, cuya insolencia me estremeció.

Mámamela y hazlo bien, cabrona, o te rompo tu pinche madre-, le obedecí de inmediato, abriendo la boca lo más que pude para tratar de alojar semejante palote.

Metí la punta de su falo en mi boca, envolviéndolo con la lengua para degustar su sabor… La verdad era algo difícil y más con las manos atadas, así empecé a mover la cabeza, y al ver que no abarcaba tanto, por instinto saqué la punta de mi lengua y comencé a lamer el tronco, mientras mi atacante me alumbraba para ver cómo se la mamaba y así pude apreciar toda la extensión de aquel órgano enhiesto y súper parado que se anidaba en mi boquita.

Así puta, así… Sigue mamando verga, pues se ve que lo disfrutas, perra… No eres más que una puta con ropa elegante, capaz de darle las nalgas a cualquiera… -, al escuchar eso, me excité aún más, y me di cuenta que ya no solo lamía aquel tronco venoso, sino que también lo succionaba y relamía una y otra vez

Decidí dejarme llevar mi lengua, que se adentró hasta sus testículos que eran grandes y su olor era algo desagradable, pero no me importó

Sé que lo estás disfrutando mucha, hija de la verga, pues se que te gusta tener la boca llena de pito… -, y cuando más disfrutaba de aquel enorme chorizo, me jaló con fuerza de mis cabellos y me hizo poner de pie.

Sin soltarme, echó mi cabeza hacía atrás y me lamió el cuello, de un lado y del otro. Me jaló nuevamente hasta que nos quedamos mirándonos. No sentía odio hacía él, solo un deseo exorbitante porque me hiciera suya; en cambio en su mirada, descubrí temor, lujuria y desenfreno, queriéndome domar como si se tratara de una yegua. Con un poco de desconcierto, sentí como su lengua me lamía las mejillas y buscaba mi boca, la dejé entreabierta y sentí que su lengua se unía con la mía, en un besito muy rápido y desesperado.

Ansioso por penetrarme, me aventó contra el lavamanos, me asestó otra nalgada y me colocó de espaldas, doblándome hasta quedar flexionada, con mi redondo culo en pompa. Una vez más traté de conminarlo, diciéndole que no lo hiciera, que por favor me dejara; pero más que rechazo, era justificar mi papel como señora de respeto y no como una puta cualquiera, pues deseaba tanto o más que él, que me empalara por completo. « ¿Por qué no me la mete? », pensé al notar su tardanza.

Se agachó, separó mis piernas, apartó mi tanga y abrió mis ampulosas nalgas, volviendo a lamer mi ano. Se dedicó a hacer círculos alrededor de él, escupiéndolo de vez en cuando uno que otro pelito que se desprendía de mi pubis, y logrando que nuevamente me excitara. Su lengua hurgaba en mi culo y sentía cómo mi ano se volvía dócil, en tanto que la punta de su lengua entraba y salía de mi anillito.

Me retorcía como pepita en el comal, pues el muy fresco, sabía como mamar un culo. Sus dedos volvieron a entrar en mi encharcada rajita que estaba más hambrienta que nunca, mientras seguía recibiendo su lengua en mi amplio trasero. Obviamente que mis nalgas tampoco pasaban desapercibidas, pues recibieron desde masajitos hasta mordidas, dejándomelas un poco magulladas. Pensé que me volvería loca, pues mi cosita era atendida por sus grandes dedos que entraban y salían, una y otra vez… Si no hubiese sido porque tenía las manos amarradas, me frotaría los pechos, tiraría de mis pezones y le enterraría más la boca entre mis nalgas.

Cuando nuevamente empecé a gemir, sus caricias fueron más feroces, ya que su lengua empezó a subir por entre mis pompas, y su lugar es tomado por uno de sus dedos que contrario a la lengua, trataba de entrar despacio, presionando suavemente mi esfínter y clavándomelo hasta lo más hondo posible. Hacía círculos dentro de mi recto, entraba poco a poco, y saliendo muy rápido, con lo que me mataba y boqueaba sin disimularlo. Disfrutaba tanto que por la misma excitación, empujé mi culo hacía él, para tener un contacto mayor; mi atacante sacó sus dedos de mi raja y colocó la cabeza de su miembro en la entrada de mi puchita.

Cerré los ojos y apreté los labios, pues el contacto de su miembro con mi intimidad, que ya lo esperaba, me hizo estremecer de pies a cabeza. Empecé a sentir como aquello se iba abriendo paso entre mis labios vaginales y luego entre mis paredes. Solo con tener la punta, había logrado que yo misma separara más las piernas, empujara mi trasero hacía él y me prestara para cobijar semejante badajo en mi interior.

Así nena, coopera para que también disfrutes y puedas salir de esta-

Comenzó a empujar con más vigor, hasta que creí tener más de la mitad dentro de mí. Era una sensación de dolor y satisfacción que no había sentido antes, y cuando empezó a bombear, metiendo la mitad de su gran miembro, supe que era otro macho que me estaba montado y no mi marido; un río de calor me inundó toda. Cuando mi rajita ya estuvo adaptada al siniestro invasor, me empujó para recibir más. Al sentir que me tenía completamente clavada, empezó a empujar su enorme falo hundiéndolo por completo, me retorcí, arqueando mi espalda y echando mis nalgas hacía él. Abrí los ojos y volteé a verlo, no distinguí nada de él, solo que era enorme y algo obeso.

Comenzó a limarme, rellenándome una y otra vez por completo, mientras que mi jugo escurría por entre mis piernas, y cada vez que sacaba su miembro de mí, sentía como si me orinara. Su dedo busco mi ano, y cuando me lo metió todo, lo removía una y otra vez, a menor velocidad pero sentía tan rico que no quería que esto se acabara. Una y otra vez mi culo era horadado, hasta que sentí como volvía a ensalivármelo; volteé a verlo y vi como llevaba su mano a la bolsa de la gabardina sacaba el cuchillo

Le grité que no, llorando le dije que estaba cooperando, que no me hiciera daño. Vi como lo llevó hasta mí, todo en cámara lenta y creo que hasta me oriné un poco en su miembro que seguía dentro de mí, del miedo… Sentí un tirón y escuché que algo se rasgaba; me quedé quieta, luego un tirón muy fuerte, con lo que me arrancó la tanga. Se repegó a mi espalda y me dijo al oído:

No llores cosita rica que no te voy a matar, a pesar de que me measte la verga… Si sigues portándote bien, te seguiré haciendo gozar y disfrutaras mucho, nomás no te pongas pendeja, mamita, y todo saldrá bien-, moví la cabeza afirmativamente y él continuó bombeando mi vagina.

Sentí como volvió su dedo a mi culo pero ahora me dolía más, me percaté que me estaba metiendo algo más grande, y al ver como batallaba para entrar, creí imaginar que intentaba meterme dos dedos a la vez. Dejó caer más saliva y empujó con fuerza.

Me duele mucho-, musité, combinando mis gemidos con pequeños grititos de dolor.

Sé que te duele, pero trata de resistir, después lo vas a gozar-, le dije que trataría… - Eso me gusta, me gusta que seas bien chingona, para la cama-, los empujó con tal fuerza que logró metérmelos por completo.

Gemí de dolor y placer, su enorme falo y sus dedos me abrían a más no poder, me dolía, sobre todo mi ano pero qué placer más grande. Me hubiese gustado tener algo en mi boca para sentirme llena totalmente y una puta ejemplar. Comencé a gemir muy fuerte, creo que me viene en otro orgasmo, pues su miembro seguía entrando y saliendo a mayor velocidad, así comencé a derramarme lenta y profundamente; mis gemidos se hacían uno igual de largo que mi orgasmo. Por instinto contraje mis paredes vaginales, triturando su tronco con mi cosita y es cuando sentí un mar de semen espeso, que me llenaba toda. Esperé que terminara y fue tal la cantidad que cuando mi atacante se movió un poco hacia atrás, la leche se desbordó y me resbaló por los muslos.

Sacó sus dedos de mi ano y colocó la cabeza de su instrumento en la entrada de mi culito, no pudo hacerla entrar pero alcanzó a descargar todavía algo de semen en ella, mojándome las nalgas y dejándomelas impregnadas con su aroma. Quedé exhausta sobre el lavabo, con el cuchillo rompí mi bra que sujetaba mis manos.

Mamita, todo salió bien, pero si quieres seguir viva no denuncies nada, tengo la matricula de tu auto y puede hacerte daño en verdad-, me jaló el cabello haciendo levantarme del lavabo, me besó y volvió a ordenarme: - Vístete y lárgate-

Inmediatamente me coloqué la falda, la blusa y tomé las llaves que había dejado en el lavabo y salí caminando aprisa pero con dificultad. Me subí a mi coche y creo que en medio de mi crisis, reía y lloraba a la vez. Arranqué y tomé la carretera a mi casa. Llegué cerca de la media noche; me duché y cuando estuve más relajada en mi camita, llegué a la conclusión que el ataque que sufrí, ME GUSTÓ MUCHO.

maguialdama@yahoo.com.mx