Me vio, me siguió y terminó dándome por el culo.
Empezó a subirme y bajarme la piel del prepucio, mientras me acariciaba los huevos con la otra mano, y con su boca pegada a mi nuca, me mordisqueaba la misma.
Andaba caliente y salido cómo una perra en celo. Ya había ido a varios aseos públicos, sin encontrar quien me metiera una polla en el culo; nada de lo que había encontrado me había terminado de convencer; así que esa noche antes de bajar al centro de la ciudad, se me ocurrió pasar primero por los aseos de la estación de ferrocarril, a ver que ambiente había.
No solía ir por dichos baños; no me gustaban mucho; por la cantidad de gente que solía haber, y yo era bastante tímido.
Serían sobre las 9 de la noche cuando entré en la estación de ferrocarril. Primero fui a los paneles donde anuncian las llegadas y salidas, miré la información que había, para luego ir a los baños.
Cuando entré había 3 personas, una lavándose las manos, y los otros 2 en los urinarios, por lo que fui directamente a meterme en uno de los aseos. Había entrado en el aseo del medio, que era el que estaba con la puerta totalmente abierta de los 3 aseos que había.
Cerré la puerta, quedándome leyendo los escritos que tenía esta, y viendo que había varios agujeros por donde espiar a los que se encontraban en los urinarios, y por donde también te podían espiar a ti. Miré por uno de ellos, viendo que el que se lavaba las manos se iba, lo mismo que hizo uno que estaba en los urinarios.
La otra persona que quedaba, al ver que entraba otro, terminó por marcharse. El que terminaba de entrar se colocó en el último urinario, giró la cabeza mientras sacaba la polla mirando para las puertas de los aseos. Miró hacia la puerta del aseo en que yo estaba, y sin guardarse la polla, fue a meterse en el aseo que estaba a la izquierda del que yo me encontraba.
Quedé escuchando y mirando hacia la pared que daba a ese aseo, cuando vi que caía una bolita de papel. Fue cuando me percaté de que, entre los azulejos de la pared, había un agujero, y que dicha bolita de papel que acababa de caer era lo que lo tenía tapado. Había que ponerse de cuclillas, para mirar por allí, por eso no me había dado cuenta hasta ese momento.
Me agaché a mirar, notando que el que terminaba de entrar, estaba mirando por dicho agujero. Al ver que yo también miraba, se apartó y se puso de pie, empezando a bajarse los pantalones y slip. Sabía que yo estaba mirando, por lo que prácticamente se puso a hacer un estriptis. Me enseñaba su polla, la meneaba, se sobaba los huevos, movía las caderas; hijo de puta, el muy cabrón me estaba calentando aún más de lo que ya estaba. No era muy guapo de cara, pero tenía una bonita polla. Lo conocía de verlo trabajar en una empresa que hacía cajas de madera para los exportadores del puerto, la cual estaba pegada a la jamonería Munín y casa Cuba. Al menos ahí era donde lo había visto, además de verlo por el puerto llevando dichas cajas.
Yo cómo no tenía mucha experiencia y era bastante tímido, esperaba que él se decidiera, y diera el primer paso. Al igual que hizo él, yo también me bajé el pantalón y slip, enseñándole la polla y huevos. Pero nada, ninguno de los 2 nos decidíamos, así que después de un buen rato, y con mayor empalme y calentura, abrí la puerta del aseo para ir a los urinarios, a ver si él abría la puerta y me llamaba.
Nada más abrir la puerta del aseo para salir, entraba un señor de unos 65 años; más o menos fue lo que le calculé; por lo que, en lugar de ir a los urinarios, me fui a lavar las manos, terminando por salir de los baños públicos.
El que había entrado no dejó de mirarme todo el rato, por lo que terminé saliendo de allí. Fui de vuelta a los paneles de información, y estando allí leyendo los paneles, volvió a aparecer aquel señor. Se quedó parado detrás de mí, y al yo ir hacia la puerta de salida, él vino siguiéndome.
Decidí salir de la estación de ferrocarril, y cruzar hacia los edificios que había enfrente a la estación, a ver si es que me seguía, o que era lo que pasaba.
Miré varias veces para atrás, viendo que él venía tras de mí.
Venía despacio y haciéndose el disimulado, pero sin perderme de vista.
Fui andando hacia un edificio que tiene en un costado unas escaleras que dan a una zona donde aparcan los coches, y donde hay unos soportales de dicho edificio, los cuales son totalmente abiertos; para lo que sirven es para que jueguen los niños y no se mojen cuando llueve. Era ya noche cerrada ya que estábamos en pleno invierno, y en aquella zona no había ninguna luz, por lo que era bastante oscuro.
Allí me metí esperando ver si aquel hombre me seguía. Y allí apareció. Se paró antes de entrar en aquellos soportales, esperando a ver que era lo que yo hacía.
Fui hasta la esquina más alejada, y allí saqué la polla haciendo que meaba.
Yo tenía un empalme de campeonato, y una calentura descomunal. Me meneaba muy despacio la polla, mirando de reojo si aquel hombre se acercaba.
Lo vi acercarse poco a poco, hasta que se colocó justo detrás mía. Miré cómo sacaba su polla totalmente empalmada, se pegaba a mi culo, me rodeaba con sus manos, haciendo que dejara de menearme la polla, y agarrármela él.
Empezó a subirme y bajarme la piel del prepucio, mientras me acariciaba los huevos con la otra mano, y con su boca pegada a mi nuca, me mordisqueaba la misma.
Mientras yo echaba mis manos hacia atrás, agarraba su polla acariciándosela, y dejaba que él empezara a soltarme el cinturón, desabrochara totalmente el pantalón, y me fuera bajando este junto al slip, dejando que fueran cayendo hasta que los tuve a la altura de los tobillos.
Luego fue subiendo sus manos por mi vientre y pecho hasta llevarlas a mis tetillas, allí se apoderó de los pezones, pellizcándolos mientras seguía mordisqueando mi nuca.
Notaba su polla caliente y dura pegada a mi culo, mientras me mordisqueaba la nuca y pellizcaba los pezones, de tal manera, que me hacía gemir y temblar de placer, ¡ooohhh! Gemía al notar cómo me mordisqueaba la nuca y pellizcaba los pezones.
Notaba su aliento en mi nuca y cómo sus manos me acariciaban todo el cuerpo, deseando que su polla me empezara a dar por el culo, ¡ooohhh! Méteme la polla, ¡ooohhh! Métemela, le pedía yo.
Estás calentita putita, ¿eh?
Tienes ganas de polla, ¿eh?
No te apures que ahora te voy a dar por el culo, maricón.
Estás muy bueno, tienes un culito muy rico y apetecible. Putitas cómo tu hay que disfrutarlas que hay muy poquitas.
Después de un buen rato magreándome y hacerme gemir desesperadamente, me subió la camisa y cazadora hasta la cabeza, haciendo que pasaran por ella y se quedaran delante de mi cara y brazos. De esta manera me tenía toda la espalda y culo al aire, y a su entera disposición; si llega a venir alguien, me hubiera visto prácticamente en pelotas.
Me hizo colocar los brazos sobre la pared, me sujetó por las caderas tirando de ellas para pegar mi culo a su polla. Colocó la punta de su polla en la entrada a mi ano, y poco a poco fue abriendo mi esfínter.
¡Ohhh! Suspiré al notar cómo entraba el glande.
Dio un meneo a su cadera, terminando de meterme toda la polla, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar entrar toda la polla en mi culo.
Con su mano derecha agarró mi polla, y dando pequeños meneos a su cadera iba dándome por el culo, a la vez que me iba pajeando.
Yo suspiraba de placer y gemía al notar como aquella verga, iba entrando y saliendo lentamente, rozándome la próstata, a la vez que la mano del viejo aquel me iba pajeando y sobando los huevos, ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras estaba con las manos apoyadas en la pared, prácticamente desnudo en los bajos de aquel edificio, echando el culo hacia atrás, dejando que el viejo aquel me diera por el culo. ¡Ohhh ohhhh! ¡ohhh ooohhh ohhh! Gemía y suspiraba entrecortadamente, a la vez que temblaba por el gusto y excitación que estaba sintiendo.
Me besaba y lamía la espalda mientras me follaba muy despacito, y me iba diciendo lo bueno que estaba, ¡ay maricón que bueno estás! Que gusto da follarte este culo, ¡ay que gusto!
¡Ohhh, ooohhh que culo! Joder que culito tienes, Ay que culo, ay que culo maricón, me decía mientras metía y sacaba lentamente su polla en mi culo, y seguía meneándome la polla con su mano.
Mi polla ya no paraba de gotear semen, y si no dejaba de menearme la polla, me iba correr enseguida.
¡Dios! Que bien me estaba follando aquel hijo de puta. Iba despacito, metía su polla a fondo para luego casi sacarla, y vuelta a meterla a fondo, escuchándose un chof, chof, chof, cada vez que me entraba su polla, mientras su mano meneaba mi polla, ¡ooohhh! ¡ohhh! Mordía los labios por el gusto que me estaba dando aquella polla en mi culo.
Empecé a gemir más fuerte al notar como mi polla empezaba a escupir semen, ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba a la vez que movía más mi culo para que me entrara más la polla de aquel hijo de puta, ¡ooohhh! Las piernas me temblaban, pero el cabrón seguía metiendo y sacando su polla en mi culo.
Así putita, así, mueve el culito. Mira cómo te has corrido, ¡aaahhh! Que culito de puta tienes. Te lo voy a preñar bien preñado, pedazo de puta.
Empezaba a follarme más rápido y fuerte, escuchándose su pelvis y huevos golpear mi culo, plof plof plof, y su polla entrar hasta lo más hondo de mí culo.
Aún estuvo un buen rato dándome por el culo desde que yo me había corrido, cuando empezó a gritar, ¡ahhh aaahhh! Me corro, me corro, ay maricón me corro, ¡ahhh! ¡aaahhh!
Soltó varios trallazos de semen, dejándolos en lo más hondo de mi culo, mientras me mordía el hombro.
¡Ay que gusto! ¡ay que culo tienes maricón! ¡Que gusto me has dado pedazo de puta!
Terminó de correrse y aún dejó un ratito su polla en mi culo, mientras me besaba la espalda, y con su mano derecha, me acariciaba los huevos y polla.
¡Estás muy bueno, pedazo de cabrón!
Tienes un culito muy rico. Calentito y suave que da gusto follarlo.
Cuando recuperamos el aliento, terminó de sacar su polla de mi culo, me acariciaba el culo y daba palmaditas con sus manos y me decía, que culito más rico tienes, cuando quieras te digo donde vivo y follamos en la cama.
Nos terminamos de vestir, me llevó a un bar donde me invitó a beber unas cervezas, Luego me dijo que se llamaba Antonio, donde vivía, que ya me conocía de verme por el barrio, y que cuando quisiera fuera a su casa que me follaría en la cama, que estaríamos solos y me haría disfrutar mucho más. Y sí, volví a verlo, me llevó a su casa, allí me volvió a follar y hacer de todo, pero eso ya lo contaré en otro relato.
Marché para casa con el culito abierto, bien preñado de semen, contento y muy feliz de encontrar quien me diera por el culo.