Me vestí como su puta
Espero que te corras leyendo esto...
Una de mis fantasias es vestirme y comportarme como una mujer para un hombre. Por supuesto lo iba a hacer con mi amigo Juan . La ocasión la propició el propio Juan, seguro que recordando como se corrio en mi boca en el jacuzzi semanas atrás. Me propuso que nos fuéramos de pesca juntos a una cabaña que alquilaban cerca de un río. Me pareció la excusa perfecta. Si dos hombres se van solos al monte, algo raro piensa la gente. Pero si van de pesca es de lo mas normal del mundo. Y además de pesca se va sin mujeres. Así pues nos fuimos en su todo terreno. Todo transcurrió de modo normal, como dos amigos cualquiera que van a pescar. Pero yo me había preparado: el día antes habia ido a un moderno salón de belleza unisex. Me depilé todo el cuerpo, me limpiaron los poros de la cara, me hicieron la manicura, etc. Les dije que era una sorpresa para mi mujer, aunque la realidad fuera otra. También había comprado ropa interior femenina muy sexy en un sexshop y un par de vestidos amplios de mujer y alguna minifalda. Cuando llegamos a la cabaña esta tenía dos habitaciones y un salón. En una había una cama de matrimonio, en la otra dos camas individuales. Juan se quedó la pequeña y yo la de matrimonio que tenia un baño con ducha incluido. Juan quiso ducharse. Lógicamente lo hizo en la ducha de mi cuarto. Cuando salió se secó en el baño y entro en mi habitación desnudo. Estaba medio empalmado. Yo supuse que me estaba provocando porque quería repetir la mamada del jacuzzi. - Vaya me estas provocando. ¿Es que quieres repetir lo del otro día? - Hombre, si tu quieres..por mí. - No me jodas Juan. Ni tú ni yo hemos ido de pesca en la vida. No diferenciamos una trucha de una piraña salvo que nos la sirvan a la navarra. Has montado esta excursión para que nos montemos una orgía tu y yo. - Vale, me has pillado. Pero si has venido es porque tú también quieres. - Por supuesto que quiero. Estoy empalmado desde que me propusiste el viaje. No pienso más que en tu polla. - En serio? - Por supuesto, además te he preparado una pequeña sorpresa. Mira en esa bolsa azul Juan revisó la bolsa y cuando me miró su cara mostraba una sonrisa picarona. - ¿Es para lo que yo creo? - Exacto. Forma parte de mi regalo para ti. Quiero ser tu mujercita durante estos quince días. Ponerme ropa sexy de mujer, maquillarme, cocinar para ti, tratarte como mi marido y señor. ¿Qué me dices? ¿te gusta la idea? - Que si me gusta? Estoy cachondo de pensarlo. Anda cariñito empieza por chuparme la polla como la otra vez. Al decirme esto se acercó a mí y me puso la polla frente a la cara. Yo me la metí en la boca y se la chupe con pasión un par de veces. Esa polla maravillosa que tanto recordaba. Ese capullo que descubrí de su capucha de piel con los labios. De pronto la saqué de mi boca. El protestó: No pares coño. Con voz sensual y femenina le dije: - Vete al río a darte un baño mi amor y deja que me ponga guapa para ti. - Pero ... - Venga vete, quiero prepararme para ti cariño. - Pablo? - Me llamo Paula cariño. Vete ahora. Finalmente cedió: - Si Paula cariño, en seguida vengo ponte sexy para mi - Me besó en los labios y succionó mi lengua con su boca, me dio un pellizco en el culo y sonriendo se marchó: - Hasta luego preciosa. Rápidamente empecé mi transformación. Me depilé de nuevo, me maquillé, me puse sombra de ojos y un pintalabios rojo. Me vestí con el tanga rojo de encaje y sostén a juego. Me puse unas tetas postizas que compré en un sexshop. Completé la faena con un vestido amplio de mujer, pero de falda corta. Me miré al espejo. Me gustó el resultado. No parecía una mujer como he leído en otros relatos. Parecía lo que era: un travesti de 1,85 m y 90 kilos de peso. Pero estaba seductora. La peluca pelirroja rizada y corta me daba un aire de puta de la calle. Y mis labios pedían una polla a gritos. Al cabo de unos minutos sonó la puerta. - ¿Eres tu cariño? - Si Paula, abre. Abrí. Juan me miró asombrado y acto seguido me abrazó por la cintura y me besó en los labios con pasíón. Me llevó de la mano hasta el salón y se sentó en una silla. - Sientate en mis rodillas cariño-. - Si amor. Me sente sobre el, frente a el. Nos besamos el me sobó las tetas falsas y el culo. - Arrodillate y mamamela Paula Obedecí. Me puse frente a él y saqué su larga verga medio empalmada del bañador. Ahi estaba otra vez. Mi objeto de deseo. Era hermosa. Larga, de unos 20 cms, pero no muy gruesa. Aún estaba recubierta por la piel. Su gordo capullo se adivinaba bajo los pliegues. La bese con cariño. La chupe manchándola de carmín. Descubrí su capullo con mi mano y me lo metí en la boca entero. Comencé a mamársela con ardor. - Aaaaaaaaaaaaaaah, no pares mi amor. CHupamela entera. Seguí mejorando en mi aprendizaje. COn las manos le frotaba los huevos mientras se la chupaba como una puta. Le pasé la lengua por toda la verga. Le chupe los huevos, le lamí el ojete. - Me corro amor, me corro chupala bien. La volví a meter en la boca y me esforcé aún más en dar placer a mi hombre. EL estaba entregado del todo. De pronto note que se corría. La saqué de la boca y apuntando a mi lengua sedienta seguí pajeándole. Un chorro de espeso y caliente semen brotó y manchó mi rostro. El segundo chorro cayó en mi boca. Sabía delicioso el jugo de mi hombre. Agridulce, sabor a macho. La volví a meter en mi boca para exprimir sus últimos jugos y se la dejé limpita. - Ha sido increíble Pablo, digo Paula. - Gracias mi amor. Mis ultimadas chupadas y la excitación que Juan sentía por la situación volvieron a excitarle. SU polla estaba lista para más. - Ven aquí Paula. - Claro cariño ¿qué hago? - Ponte a cuatro patas quiero ver tu culito. Me asusté, aquello no estaba en el plan. Pero estaba muy excitada así que obedecí. Me había metido tanto en el papel de sumisa esposa que no dudé ni un momento. Me puse a cuatro patas y el me levantó la faldita y me arrancó las bragas de un tirón. - MMMMMMMMMM que rico culito Paula. Voy a follarte. - Si cariño soy toda tuya. Sacó un bote de vaselina y me introdujo primero un dedo, luego dos, luego la lengua. Un mar de sensaciones me inundó el lugar hasta ahora virgen. De pronto dejó de tocarme el ano y se sentó otra vez en la silla. - Sientate en mis rodillas Paula. Me senté de nuevo frente a él. Me abrazó y me besó. Nuestras pollas se restregaban en nuestros vientres. El me pajéo mientras me besaba y me metía los dedos en el ano. No pude más y me corrí. Mi semen mojó nuestros vientres e hizo de aceite para lubricar nuestros cuerpos. El me ofreció sus dedos manchados de mis jugos. Los chupe, sabían distinto a su semen, luego lo chupó él y nos besamos mezclando nuestras salivas y mi semen. Mientras el seguía trabajando mi ano con la vaselina. Me susurró al oído: - ¿estás lista mi muñequita para perder la virginidad? Ni se me ocurrió negarme. EL me levantó por las caderas y acomodó su polla en la boca de mi ano. Lentamente comencé a descender. Noté como su capullo se hacía sitio por mi culito. Este gracias a la vaselina y sus dedos invitaba a su polla a penetrarme con avidez. Pronto media polla estuvo dentro. Nos mirábamos a los ojos. Su rostro mostraba una lujuria infinita. Los movimientos se aceleraron y finalmente noté sus testículos chocar con mis nalgas. Entonces fui consciente de que otro hombre me estaba follando, de que una polla estaba en mi culo. Esos testículos apretados contra mis nalgas me volvieron a la realidad. Notaba una polla, un pedazo de carne enorme en mi interior, unos testículos en mis nalgas, un macho sobándome y besándome. Me ví en el espejo con los labios pintados y la peluca. ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba loco? Nooooo. Estaba disfrutando. me sentía Paula. Me sentía una hembra con su macho. Y entonces dije: - Follame Juan follame como nunca has follado a una mujer. Empezamos a movernos freneticamente. Me estaba follando un hombre. Era increible. - Me corro me corro - Hazlo dentro de mi cariño. No la saques. - AAHHHHHHH De pronto le noté como se estremecía. Mi hombre se corre dentro de mí pensé. Note un chorro de calor que invadía mis entrañas. Me corri sobre su pecho a la vez. Acabamos abrazados y extenuados. Cuando me levanté note como su semen escurría por mis piernas. Nuevamente fui consciente de que Juan acababa de follarme. Me miró como los hombres miran a las mujeres después de follarlas. Le di un besito en los labios y fui a lavarme como haría cualquier mujer. Esos quince días fueron maravillosos. Incluso me llevó un día a cenar a una restaurante romántico y a bailar como si fuera Paula. Algún mozo del puesblo intentó sobarme y Juan me defendió. Esos días me sentí una mujer plenamente satisfecha de su hombre.