Me vengué de mi primera novia (2)
Si no has leido la primera parte, te recomiendo empezar por ella para seguir el hilo de la historia. En esta ocasion, de vuelta al trabajo, continuan los abusos. Comentarios a Carlos_javier_gzlez@yahoo.es
A las 7:30 de la mañana siguiente desayuné con mis 5 compañeros auditores. Comentamos lo escandalosos que eran los pufos encontrados y la certeza de que con solo la mitad de lo que habíamos visto el primer día, no solo no iban a ser comprados, sino que les caería una inspección de Hacienda que posiblemente acabaría con los delirios de grandeza del propietario.
- "¿Cómo fue la cena ayer con la Financiera?", me preguntó Sabino.
- "Pues con deciros que es la hija del jefe os lo podéis imaginar".
- "¿Es la hija del Sr. López, el gerente?. No es por nada pero cuando veo a un crio o una cría monos en una posición de esas siempre es el hijo de papá. ¿Y ya se entera de algo o simplemente está ahí para llevarse el sueldo?.
- "Sí se entera sí. Sabe perfectamente lo que hemos visto y la gravedad de las consecuencias. De hecho me trató de sobornar para evitar que incluyese lo que vimos ayer en el informe final".
- "¡¡No me jodas!!", dijo Sabino nuevamente.
- "¿En serio?", dijo Javier.
- "De verdad. Nos podemos esperar cualquier tipo de presiones estos días que faltan o sea que yo solo digo una cosa. Nuestra profesionalidad debe estar por encima de todo e independientemente de lo que pase, el informe final contendrá hasta la última coma de lo que detectemos. Me la suda si estos nuevos ricos nos regalan una caja de botellas de vino, nos llevan a cenar a los mejores restaurantes o nos pagan las mejores putas de Madrid. El viernes el informe será completo e irá copiado inmediatamente a un contacto que tengo en Hacienda para que lo investiguen. Os lo quería advertir por si acaso hay problemas. ¿Estamos de acuerdo?".
Mis cuatro compañeros asintieron con total seguridad, experimentados como estaban en auditar este tipo de chiringuitos empresariales que habían proliferado los últimos años en España. El único con ojos de plato era Adolfo, el becario que nos acompañaba, que no se esperaba estar metido en un lio como este en su segunda experiencia como auditor fuera de la oficina.
En cuanto llegamos a las oficinas, el recibimiento fue el esperado en este tipo de ocasiones y con este tipo de personajes. Discurso inicial del Sr. López, optimista, reconociendo que sabía que habíamos detectado "pequeñas irregularidades en alguna cuentecilla", pero que se iban a aclarar sin duda. Incluyó en la agenda 3 horas para ir a comer a uno de los restaurantes más caros de Madrid y nos propuso terminar a las 4 de la tarde para que él mismo nos acompañase primero al hotel a "dejar nuestras cosas y darnos una duchita", porque luego nos quería invitar a una cena especial en un chalet privado "con unas amigas" a las afueras de Madrid. Nos pidió comprensión y tranquilidad a la hora de extraer conclusiones y dijo que le gustaría al día siguiente a la mañana poder ver exactamente qué pensábamos poner en el informe final, antes de fijar la agenda para el día siguiente.
- "Ningún problema, señor Lopez. Aceptamos sus invitaciones para comida y cena. Mañana por la mañana veremos con usted lo encontrado ayer y lo que podamos ver hoy", le respondí. "Chicos a trabajar", dije a mis compañeros.
El plan de trabajo para el día era que mis cuatro compañeros siguiesen cada uno con su parte de la auditoría, mientras yo aclaraba completamente todos los problemas detectados ayer, para darle forma a su redacción en el informe. Así mismo, a medida que fuesen encontrando más cosas me lo debían ir diciendo para que yo siguiese trabajando esos puntos ya detectados. Por tanto mientras mis compañeros fueron al área financiera, yo me dirigí directamente al despacho de la directora financiera donde entré sin llamar a la puerta.
- "Hola, ¿Cómo has pasado la noche?", le dije.
El despacho tenía una mesa de trabajo bastante grande, donde estaba el ordenador, una pequeña mesa redonda de reuniones para 4 personas, un armario bien ordenado lleno de carpetas, una pequeña caja fuerte en la pared, un dispensador de agua con una gran botella invertida encima y sobre un mueble de baja altura, frente a la ventana, una cafetera con varios tarros con azúcar, leche en polvo y otros elementos necesarios.
- "Eeeh, hola. ¿Cómo crees tú?. No he pegado ojo", respondió sentada tras su mesa.
- "Mal hecho, porque hoy va a ser un día duro, aunque tu papa parece que nos quiere llevar de comida y de putas por Madrid. Ponte de pie un momento por favor, a ver qué ropa has traído hoy".
Obedeció con cara de odio y como yo le había ordenado la noche anterior, llevaba puesto un elegante traje negro con minifalda por medio muslo muy ajustada, chaqueta cruzada y camisa de seda blanca.
- "Bonito traje. Veo que te has puesto minifalda como te ordené. Espero que también lleves puesto mi regalo de ayer. ¿Es así?".
- "Sí, pero te pido por favor acabar con esto. Mi padre esta tarde os va a llevar a conocer a las mujeres más espectaculares de Madrid y estaréis con ellas con todos los gastos pagados. Podrás hacerles lo que tú quieras, puedes estar seguro. Yo no te he hecho nada por favor, solo era una niña y entonces yo no sabía que "
- "Ya, ya , claro, no te preocupes. Me apetece un descafeinado. ¿Me lo puedes preparar?"
- "¿Qué?", respondió confusa.
- "Un descafeinado, te he pedido si me lo puedes preparar, , si no es mucha molestia claro".
- "Sí, está bien", respondió tras un pequeño silencio, levantándose y pasando a mi lado, visiblemente nerviosa, hasta llegar a la cafetera. Allí de pie, dándome la espalda, empezó a manipular la cafetera las tazas y el resto de accesorios mientras yo me sentaba en una de las sillas de la mesa redonda que estaba a escasos 50 centímetros de ella.
- "Es que tienes un culazo de impresión, tía", le dije colocando mi mano sobre su culo por encima de la minifalda, acariciándolo con delicadeza a un lado y a otro.
- "Por favor, te lo pido por favor. Aquí no me hagas nada. Luego a la noche, hablaré con mi padre para que puedas estar con la mejor mujer de Madrid, nosotro correremos con todos los gastos por favor, pero no me hagas nada", dijo retirándose un poco para que no alcanzase su trasero.
- "A la tarde ya veremos lo que pasa. De momento yo estoy contigo, que igual no eres la mejor mujer de Madrid, pero desde luego sí que eres una de las más putas y eres la que yo me voy a follar esta mañana. ¿Está claro o no está claro?. Ayer te lo dije y te lo repito por última vez. Si no quieres hacer lo que yo te diga, sabes lo que pasará en la auditoría y lo que ocurrirá con la puta mierda de empresa tuya y de tu papa. Tú elijes".
Quitándose las lágrimas de rabia que le corrían por la cara, sin decir nada volvió a colocarse de pie donde antes estaba preparándome el café, dejando nuevamente su cuerpo al alcance de mi mano.
- "Así me gusta. Que seas obediente, dije volviendo a poner mi mano sobre su culo. ¿Para qué voy a ir a follar a una puta si te tengo a ti y puedo hacer contigo lo que quiera?".
Mi mano esta vez se introdujo por debajo de la minifalda, haciendo que esta se subiese y quedase recogida en su cintura, dejando ve casi todas sus perfectas nalgas, en una imagen increíblemente sexy, cosa que aproveché para acariciar y sobar su precioso culo. Uno de mis dedos se introdujo por debajo del hilo que se escondía entre sus nalgas y fue directo a buscar su ano.
- "¡Aauuuu!", gritó al notar mi dedo violando nuevamente su agujerito trasero, en el que se introdujo hasta el fondo.
- "Pero, ¿qué tenemos aquí?. Un culito vacío. Te había pedido que llevaras puesto mi regalo de ayer, pero veo que me has engañado. Aquí no hay nada y este culito está muy apretado o sea que no has tenido mi juguete metido como te ordené, ¿verdad?"
- "Lo tengo en el bolso, joder. Es que no lo aguantaba, me lo tuve que quitar para ir al baño y luego no pude metérmelo. Me hacía mucho daño".
- "Ya, seguro. Pequeña zorra mentirosa. ¿Se puede cerrar la puerta de tu despacho?. Te voy a dar por culo ahora mismo por puta mentirosa".
- "¿Qué?, no por favor, aquí no. Puede entrar cualquiera, por favor te lo pido".
- "Pues espérame en el servicio. ¿Dónde está?".
- "Justo enfrente de mi oficina".
- "Muy bien, pues vete para allí, yo estoy contigo en 1 minuto exactamente. Cuando toque a la puerta quiero que estés completamente desnuda. Quiero que no tengas puestos ni los calcetines. Completamente desnuda. Venga, marchando", dije sacando mi dedo del culo, bajando la minifalda y dándole un azote.
Obedeció exactamente lo que ordené y salió hacia el cuarto de baño. Yo fui para allá en un minuto, cogiendo una pequeña bolsa de mi maletín, que guardé en el bolsillo de mi americana. El servicio de mujeres tenía un pequeño lavabo de acero inoxidable al que se entraba directamente y una puerta que cerraba el inodoro. Toqué la puerta y me abrió como le había ordenado.
Allí la tenía nuevamente desnuda para mí, con sus preciosas tetas de pequeños pezones, su cintura perfecta y su entrepierna perfectamente arregladita.
El espacio del interior era de no más de 2 metros cuadrados, ocupados parcialmente por un inodoro moderno e impecablemente limpio. Fue difícil cerrar la puerta sin rozar su cuerpo, dado la estrechez del sitio. Ahí estaba otra vez ese precioso y cuidado cuerpo a mi disposición.
- "La verdad es que estás buenísima", le dije una vez echado el pestillo de la puerta y mientras colgaba mi americana en un pequeño colgador de pared.
Su cara era una mezcla de miedo, vergüenza y odio que me excitaba enormemente y sus ojos parecían mirar al suelo aunque desde luego no se perdían ni uno de mis movimientos.
- "No quiero que utilices las manos en este ratito que vamos a pasar aquí juntos, o sea que permíteme que te las ate a la espalda otra vez", le dije sacando un pañuelo del bolsillo.
- "Por favor, no me hagas esto aquí. Puede que alguien quiera entrar y nos pille o simplemente pasando por el pasillo que nos oiga. Por favor te lo pido ".
- "Yo no voy a gritar. Me excita el silencio, o sea que más vale que no grites tú", le dije dándole la vuelta y atando sus manos a la altura de las muñecas en su espalda, justo por encima de su culo, el objeto de mi deseo nuevamente.
Se dejó dócilmente atar las muñecas a la espalda y tampoco se quejó cuando la di la vuelta y tras levantar la tapa y el asiento del inodoro, la obligué a sentarse en él. De esa manera, sin asiento, para evitar caer con su precioso culo tenía que mantener las piernas considerablemente abiertas, dándome acceso a sobar su divina entrepierna.
- "Abre la boquita preciosa y hazme una mamada muy muy despacito. Tiene que ser tan buena o mejor que la que me hiciste ayer en el hotel", dije abriéndome la bragueta y sacándome la polla semi erecta.
Sin más insistencia obedeció y con las manos inmovilizadas, abrió la boca y se metió mi glande en la boca. Mi polla estaba muy mojada de líquidos preseminales, que no debieron darle demasiado reparo, puesto que se la comió sin rechistar, comenzando al momento un rítmico movimiento de cabeza adelante y atrás.
- "Así, muy despacito y mirándome a los ojos. Quiero ver tu cara y disfrutar del momento, zorrita".
Obedeció sin rechistar y con la boca bien abierta para alojar mi polla ya completamente dura, me miraba a los ojos con sus preciosos ojos verdes, un poco llorosos por la humillación. Mis manos acariciaban su cabeza con suavidad, la misma suavidad con la que ella me mamaba la polla y pasaban de vez en cuando a coger una de sus suavísimas tetas estrujándola con fuerza.
- "Me encanta, preciosa. Eres realmente una buena comedora de pollas. De las mejores que he probado. Ahora simplemente abre la boca y me dejas a mí follártela a gusto. Y mírame a los ojos. Quiero ver tus ojitos verdes cuando mi polla te llegue hasta el fondo de la garganta".
Obedeció sin rechistar y abrió la boca, sacando la lengua para recibir a mi polla, que entraba y salía de su boca muy despacio al ritmo que ponían mis caderas, mientras mis manos sujetaban su nuca. Cuando empujaba hasta el fondo, mi polla desaparecía completamente en su garganta consiguiendo una leve arcada cada vez que entraba, pero se dejaba sin problema. Se dejó follar la boca como una puta de primera división. Incluso cuando dejé mi polla clavada en su garganta completamente, me aguantó la mirada, con una pequeña lágrima cayendo por sus ojos debido a la falta de aire y a la necesidad de respirar impedida por el objeto profundamente alojado en su garganta.
- "Eres buenísima cariño. Realmente buena chupando pollas, pero ahora que la tengo bien lubricadita vamos a volver a probar tu culito".
- "Por favor, no me hagas eso aquí. Te la chupo hasta el final. Voy a hacer que disfrutes, pero no me la metas por detrás por favor. Nos puede oir cualquiera que pase por el pasillo, por favor".
- "Levántate", le dije cogiéndola de los hombros y ayudándole. "Ahora me voy a sentar yo. Si no quieres que nos oigan no chilles. Cierra la boquita y ya está".
Bajé la tapa del inodoro y me senté con mi polla apuntando al cielo, mientras ella miraba aún con algún lágrima cayéndole por los ojos debido a la profundidad de la mamada.
- "Ahora quiero que te la claves tú solita. Esta vez va a ser tu culito el que follará mi polla. Tú siéntate aquí, que yo te ayudo dirigiéndola perfectamente a tu agujerito trasero".
Mi piernas estaban bastante abiertas dejándola espacio en medio para colocarse y para que se fuese "sentando" en mi polla. Dudo por un instante si hacerlo o no, dudó si tratar de suplicar o llorar para evitar la humillación, pero posiblemente lo consideró inútil y se colocó en la posición que yo le indicaba mostrándome la perfección de las formas de ese culo de gimnasio que me iba a follar.
- "Eso es, ahora agáchate poco a poco. Yo dirijo mi pollita a su agujerito favorito".
Comenzó a doblar sus rodillas, marcando su preciosa cintura y haciendo que sus nalgas se abrisen un poquito. La imagen de su culito visto desde atrás era preciosa.
- "Así no puedo, joder. Tengo las manos atadas y me caigo para atrás", dijo levantándose nuevamente.
- "No te preocupes. Yo te cojo por la cintura preciosa. Tú confía en mi que no te vas a caer al suelo".
Evidentemente su confianza en mi era ninguna, pero su única opción era acabar cuanto antes o sea que coloqué mis manos en su cintura y con mi polla dura como un palo apuntando al cielo se fue dejando caer.
Cuando mi polla rozó sus dos nalgas a la entrada de su ano, mis manos soportaban ya bastante peso en su preciosa cintura y mi polla gozaba con el roce de su delicioso culo.
- "Vamos ahora quiero que te la metas poco a poco. Quiero disfrutar de esta panorámica de un culazo de niña pija como el tuyo siendo petado por una polla obrera como la mía. Venga, déjate caer poco a poco puta".
- "No puedo. Me hace mucho daño, por favor. No va a entrar", dijo dejándose caer un poquito más apoyando ahora ya claramente su apretadísimo esfínter en mi durísima e hinchadísima polla.
Mis manos sujetando su cintura dejaron caer un poco el peso de su cuerpo, haciendo que mi polla ahora ya empujase claramente su ano, pero aún sin penetrarlo. La chica gimió como queriendo llorar o gritar, pero mordiéndose los labios.
- "No me dejes caer por favor. Por favor, no, nooooo", rogó con voz entrecortada, dándose cuenta de que su única protección de una penetración anal salvaje eran mis manos que la sujetaban la cintura.
- "Pues igual es buena idea, ¿verdad?. Dejarte caer para que te empales como una auténtica guarra, verdad.
Mis manos dejaron caer un poquito más su peso y ahora sí que su esfínter cedió y con un sonido que no olvidaré jamás engulló mi gordísimo glande. Sus músculos se tensaron, su espalda se encorvó, sus manos se retorcieron y su boca trató de lanzar un grito sordo, abriéndose al máximo.
- "Ahora si que estás impresionante, así empalada. Desde luego tienes un culazo precioso. A ver hasta donde entra "
En esa postura de total abuso, con mi glande metido ya en su culo, solté las manos de la cintura, que se dirigieron inmediatamente a sus tetas, cogiéndolas con fuerza y tirando de ella hacia atrás para garantizar que mi polla penetrase hasta lo más profundo de su culo. Agitó la cabeza frenéticamente de un lado a otro, con la boca abierta tratando de gritar, pero no haciéndolo para evitar ser descubierta. Trató de levantarse, pero mis manos aplastando sus tetas se lo impidieron.
- "Aquí quieta preciosa. ¿Ves como sí que entraba?. Y además bien dentro zorra".
Mi polla se había clavado hasta el fondo y su culo descansaba penetrado, encima de mis muslos. Así estuvimos un buen rato, yo disfrutando de la presión que su culito ejercía sobre mi polla y de la sobada y pellizcos de sus tetas mientras ella ahogaba una y otra vez sus gritos. Cerrando mis piernas la obligué a sentarse completamente sobre mí, abriendo sus piernas, descansando su espalda sobre mi pecho y cayendo todo su peso en la sodomización. Mis únicos movimientos eran pélvicos, haciendo que mi polla se mantuviese loca de excitación. Una de mis manos se dirigió a su entrepierna para tocar como mi polla dura como una barra penetraba el culo indefenso de mi ex novia. Dos de mis dedos se introdujeron por su coñito, sintiendo a través de su interior cada pliegue de mi polla y sobre todo la dureza del glande que perforaba su culito. Eso era algo que pude hacer con pocas mujeres pero me encantaba palpar mi polla penetrando su culo desde el interior del coñito de una mujer.
Después de bastantes juegos con mis dedos recordé que había metido en el bolsillo de mi Americana una pequeña sorpresa. No fue difícil alcanzarla pues estaba colgada y cogí con mi mano derecha un consolador bastante más grande que el que la noche pasada dejé metido en su culo. Esta vez el destino de la polla de plástico era diferente y en esa postura lo dirigí a la entrada de su coñito.
- "No por favor. No me hagas eso por favor. Me vas a reventar. Te lo pido por favor, rogó la humillada chica entre sollozos".
- "No creo que te vaya a reventar como tú dices. Seguro que este agujerito ya lo tienes bien acostumbrado a folladas de tu noviete, o sea que no te hagas ahora la estrecha".
Tras pasárselo por la boca para obligarla a lubricarlo con saliva, lo dirigí nuevamente a la entrada de su coñito y empecé a empujar. Mi polla alojada en su otro agujero notó perfectamente cada centímetro del consolador entrando en el interior de la chica, que apretaba los dientes con fuerza para no gritar. Entró entero. Hasta el último centímetro de los más de 30 que medía la polla de plástico quedaron alojados en su coñito, a pesar de la muy agitada respiración de mi ex.
- "¿Habías probado esto antes, zorra?".
- "¿El qué?", respondió gimiendo muy bajito.
- "Una buena doble penetración como la que te estoy zumbando ahora mismo. Tener los dos agujeritos bien abiertos por dos buenas pollas".
- "Por favor, me vas a destrozar. Por supuesto que no "
- "¿Estás segura?. No me mientas que va a ser peor. Te conozco bien puta", dije comenzando mis pequeños movientos pélvicos nuevamente que hacían entrar y salir muy despacio mi polla de su culito.
- "Solo una vez, joder. Un hijo de puta ex novio que tuve me engaño, me emborrachó y cuando me quise dar cuenta me lo estaba haciendo con un amigo. Estaban también borrachos y me violaron y no me dejaron hasta que conseguí que los dos se corriesen. De eso hace mucho tiempo y no quise volver a ver a ese hijo de puta. Le denuncié y le saqué un montón de dinero al muy cabrón".
- "Vaya, ¿o sea que te follaron como a una perra y encima les denunciaste?. Eres una hija de puta. ¿Cómo se llamaba ese ex novio, zorrita?".
- "Antonio. Bueno Tony".
- "Ya".
Sus ojos estaban con lágrimas por la humillación pero no me importó. Gocé esa postura durante mucho tiempo, pellizcando sus pezones, metiendo mis dedos por su conejito, clavándole una y otra vez el consolador y disfrutando de sus perfectos muslos y cintura, hasta que pasados unos minutos noté que o cambiaba de posición o me tendría que correr. Saqué el consolador de su coñito, la hice levantar liberando también su culo y la obligué a arrodillarse mirando al inodoro. Me levanté yo también, abriendo la tapa y el asiento del retrete, colocándome de pie tras ella.
- "Pon el culo en pompa, cariño que te lo voy a petar ahora de verdad".
- "Suéltame las manos para que me pueda apoyar, joder", rogó mirando hacia atrás.
- "He dicho que pongas el culo en pompa. Tienes el inodoro delante para apoyar tus tetas de zorra".
- "No por favor, suéltame las ".
Un empujón hizo que entendiese mis intenciones.
- "Al menos tapa el wáter, joder. No me hagas esto"
- "Quiero darte por el culo mientras miras al interior del wáter puta pija, o sea que venga".
Apoyó los hombros en el inodoro quedando su cabeza exactamente en el medio del inodoro mirando hacia un lado. Arqueó la espalda lo que pudo para dejar el culo a mi disposición y nuevamente llorando por la humillación se dejó hacer.
Me coloqué con mis piés por el exterior de sus rodillas, me agaché un poco en una postura un tanto acrobática, sujeté mi durísima polla por la base, apunté a su ya dilatado culito y de un solo empujón se la clavé hasta el fondo, excitándome aún más viendo como se mordía los labios para no gritar.
- "No te puedes imaginar el gusto que me da follarte el culo tan perfecto que tienes, zorra".
Repetí el movimiento una y otra vez, hasta que su culo se quedaba totalmente abierto tras la salida de mi polla. Lo había visto muchas veces en revistas y películas pornográficas, pero jamás me había follado un culo tan a lo bestia como para dejarlo así de abierto. Me hubiese encantado darle unos buenos azotes, pero temía que el ruido podía formar un auténtico escándalo en la oficina.
Se la metí nuevamente hasta el fondo, pero esta vez no la saqué. Apoyé mis dos manos en sus hombros y comencé un frenético mete y saca apoyando mi peso en sus hombros.
- "Basta, joder, por favor, basta", susurraba para no ser oída mientras la presión sobre sus hombros la obligaba a meter la cabeza parcialmente en el inodoro.
- "¿Qué te pasa, que no te gusta meter la cabeza en el wáter, zorra?. Pues ahora sí que la vas a meter", le dije.
Mientras follaba su culo como una bestia, una de mis manos se apoyó en su nuca empujando la cabeza dentro del inodoro, mientras la otra tiraba de la cadena, salpicando toda su cara de agua. Se movía y se retorcía tratando de sacar la cabeza del wáter, pero aún dio tiempo a otra descarga de la bomba antes de que llenase su culo con mi leche. La corrida tuvo que ser brutal, por que no recordaba haber tenido otro orgasmo parecido. Me tuve que morder los labios hasta hacerme daño para no gritar como un poseso en los últimos empujones.
Cuando la solté, se levantó como pudo, con la cara mojada y parte de su pelo también. Su mirada reflejaba un odio y una humillación tan extrema que me excitó más si cabe y cogiéndola nuevamente por la nuca la obligué a besarme mientras mi otra mano estrujaba su culo.
- "Eres una zorra de primera. Tengo que pensar algo para esta noche. Vistete y arréglate. Te recuerdo que estamos trabajando y no nos pagan por follar. Te espero en tu oficina", le dije mientras me arreglaba la ropa y salía del cuarto de baño cerrando la puerta tras de mi.
Entre en su despacho, dejé el consolador que le había metido hacía unos minutos encima de su silla y me senté a esperar, terminando de arreglarme la ropa y el pelo. Cuando oí sonar su móvil dentro de su bolso, recordé entonces un detalle que me había contado y que tal vez me serviría para mi siguiente juego. Busqué en su agenda y la muy imbécil aún no había borrado el contacto. Allí estaba el teléfono de una persona a quien seguro le "encantaría" ver: su otro ex novio "Tony". Apunté en un papel el número y seguí trabajando mientras la esperaba.
Pasaron unos 20 minutos cuando finalmente se abrió la puerta de su despacho y entró. Su ropa estaba completamente arreglada y su pelo bien peinado aunque aún se veían las puntas mojadas de la "fiesta".
- "Pasa, estás en tu casa", le dije. "He dejado una cosita en tu silla".
Cuando se acercó y lo vio me miró con ojos de odio como tratando de perforarme con sus preciosos ojazos verdes.
- "No me mires así. Ya sabes para qué es eso. Te retiras el tanguita, te lo clavas entero en el culo y te pones el tanguita por encima para que sujete un poquito. Ala, te puedes ayudar de la silla para sentarte encima y que te entre bien dentro".
- "Por favor, no me hagas esto. Me pongo el otro que lo tengo en mi bolso. Es mucho más pequeño y este me puede hacer daño ahí dentro".
- "Cuanto más tardes en metértelo peor, porque tu culito se va a ir cerrando de la anterior enculada y te dolerá más".
Increíble pero cierto. Me obedeció subiéndose la minifalda, retirándose el tanga un poquito y sentándose poco a poco encima del consolador. Sin duda era mucho más grueso y largo que mi polla o sea que sus gestos de dolor fueron un poema, pero se lo clavó hasta el fondo, volviéndose a colocar el tanga y la minifalda, para sentarse en la mesa con el cuerpo en una extraña postura de rigidez que me excitaba ver.
- "Ya está. Espero que tu informe final tenga en cuenta todas estas cosas que me estoy haciendo por ti cabrón", me dijo con ojos de odio.
- "Señora López, no tenga duda ninguna. El informe será como debe ser", respondí.
El día transcurrió como otro día de auditoría cualquier en cualquier empresa, con la única diferencia de que cada vez que me fijaba en su forma de andar, mi erección era monumental, pero no tuve otro momento de intimidad con ella en toda la jornada. A medio día fuimos a comer a un excelente restaurante con el equipo directivo y sobre las 6 y media de la tarde el Gerente nos dijo que nos tenía reservada una noche especial. Una cena con "todos" los gastos pagados, "TODOS" insistió, como señal de cortesía por el trabajo en equipo. Era evidente que quería comprar nuestros servicios con putas de muy alto nivel, lo cual era algo tentador, sin duda y dije a mi equipo que se aprovechase de ello, pero yo me excusé de la cena diciendo que no me encontraba muy bien, posiblemente por un poco de fiebre debido a la gripe.
No hubo preguntas y el propio gerente, el Sr. López pidió a su hija que me acompañase a mí al hotel y que él se iba con mi equipo de cena.
Durante los 15 primeros minutos de trayecto en coche hasta el hotel, sentado en el asiento del copiloto, me divertí haciendo sufrir a mi ex, sobándola las piernas, metiendo la mano en su entrepierna para tocar la puntita del consolador que sobresalía de su dilatadísimo culito, metiéndole un dedo por el coñito para tocar el consolador desde el interior, sobando sus deliciosas tetas, obligándole a darme un beso en cada semáforo. Fueron varios los conductores que se percataron de mis sobadas cuando nos adelantaban. Finalmente en uno de los semáforos le pedí dejarme conducir a mí, a lo que accedió con mala cara.
- "Ahora quiero que me hagas algo que he visto en las películas pero nunca me han hecho. Tenemos 10 minutos aproximadamente hasta llegar al hotel, o sea que sácame la polla y hazme una buena mamada mientras conduzco. Luego te tragas hasta la última gota de leche".
No dijo nada. Su mirada lo decía todo, pero accedió y sacándome la polla se reclinó sobre mí mientras conducía. Mientras su cabeza se movía arriba y abajo fueron varios los conductores que se quedaron mirando asombrados. Incluso uno me hizo un gesto inequívoco con la mano y la boca como diciendo "menuda mamadita que te están pegando". La muy zorra me premió con una mamada que hizo me corriese bastante antes de llegar al hotel.
- "Hasta luego. Nos vemos a las 9 y media en el hall del hotel. No faltes".
- "¿Otra vez?", se quejó.
- "9 y media. Sé puntual y ponte ropa bonita. Tendré una sorpresita. ¡Ah! Y el consolador del culete sácatelo ahora mismo. No quiero que tengas el culo demasiado abierto".
5 minutos después de las nueve y media tocaba la puerta de mi habitación. Abrí para dejarla pasar, solamente vestido con un albornoz. Ella vestía un traje de pantalón blanco y bajo la chaqueta se veía una camiseta de licra muy pegada azul oscura.
- "Hola, estás preciosa como siempre. Pasa", le dije a la vez que mi mano la empujaba a la altura del culo, estrujándoselo suavemente.
Sin duda no se había acostumbrado a que pudiese sobarla a mi antojo puesto que estuvo a punto de quejarse.
- "Me encanta tu culo. ¿Te lo he dicho verdad?. Y aún me gusta más saber que llevas un tanguita. Pasa hasta el sofá, que quiero que veas una cosa".
Me obedeció y al mirar al sofá se giró hacia mí con cara de rabia inmensa.
- "¿Qué coño pinta ese cabrón aquí?", me dijo.
- "Te dije que se iba a enfadar", dijo Tony, el ex novio al que había denunciado tiempo atrás, que estaba ahora sentado en el sofá de mi habitación vestido igual que yo con un albornoz.
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