Me transformo a los 18 años

Un hombre me ayuda despues de una golpiza de mi padrastro y pese a sus negativas terminamos amandonos.

Me transformó a los 18 años

Eduardo = Azul

Yo = Rojo

Soy José, tengo 26 años ahora y soy de México. Todo empezó cuando tenía 18 años, siempre he aparentado menos ya que soy chaparro y muy lampiño, en aquel entonces, usaba el cabello largo, era lacio y castaño claro, nariz y boca pequeña, ojos grandes castaños y delgado, cintura muy definida, nalgas redondas y paraditas y mi voz muy aniñada.

Mi padre murió cuando tenia 8 años, por lo que mi imagen paterna no estaba bien fijada. Mi madre era muy estricta, nuestra situación económica no era nada envidiable, mas bien padecíamos de necesidades. Para ese entonces yo sacaba algunos pesos de mandados con los vecinos, de vender algunos dulces en los cruceros y cosas por el estilo. Mi madre para ese entonces ya tenía un novio que no tardo en ir a vivir con nosotros. El era un hombre de unos 45 años, alto, moreno claro, un poco gordo y muy enojón.

Cuando regresaba de la escuela, dejaba mis útiles y me iba a hacer mandados o a algún crucero. Cuando regresaba a comer a la casa, cerca de las 7 de la noche, mi madre no se encontraba y mi padrastro siempre me mandaba a comprarle unos cigarros con el dinero que hubiera ganado. Cuando no lo completaba, me daba una regañada o algunas veces unas nalgadas. Pero en la última ocasión que lo vi, me dio soberana golpiza que me dejo con un brazo adolorido, una pierna toda marcada y con un dolor profundo como si me picaran desde adentro de la pierna hacia la piel. Me mando a que juntara más dinero y me fui a un crucero. Tarde mas de 2 horas en llegar ya que con la pierna derecha no la podía apoyar.

Cuando llegue, no estaba sacando nada ya que no me podía mover entre los carros por los golpes que me había dado. Pero en eso, un señor (de unos 30 años, güero, delgado y estatura media, el me dijo que se llamaba Eduardo) detuvo por completo su carro y me pregunto que me había pasado (ya lo había visto en varias ocasiones, imagino que era su camino de regreso a casa), yo solo le dije que me habían robado y me golpearon, pero no le dije que fue mi padrastro. El me dijo que me llevaría con un doctor y que después avisaría a mi madre. Yo le dije que no era necesario, que ya casi ni me dolía, pero el me dijo que si no aceptaba pararía a una patrulla y diría que me golpearon mis padres. Por un momento dude, pero el me volvió a amenazar con que me llevaría con mi madre para explicarle lo sucedido y por miedo a que me regañara acepte que me llevara al doctor.

Me subió a su carro y me llevó a un centro hospitalario (de los mas caros en la ciudad), me atendieron de maravilla, tenia una costilla y mi pierna rotas, así como muchos golpes que los doctores le dieron un nombre incomprensible para mi en ese entonces: hematomas. Como yo no le quise decir quienes eran mis padres ni mi nombre completo, el dijo que era su sobrino y que me habían golpeado unos vagos para quitarme el dinero.

Fueron dos días los que estuve en el hospital y el cual, todos los días el iba a verme, tanto en las mañanas un rato, como media hora, y en la tarde desde las 6 hasta que me durmiera. El día que me dieron de alta, me llevo ropa nueva, calzado y una silla de ruedas y unas muletas. Al salir del hospital me pregunto:

  • Ahora si me vas a decir en donde vives, no te puedo dejar en el crucero porque de seguro tus padres van a estar molestos contigo por no aparecer en tres días.

  • Lo que pasa es que no tengo papá, murió hace 3 años.

  • Cuanto lo lamento... pero debes tener mamá o alguien que se haga cargo de ti, o no.

  • Si... si tengo mama... y un padrastro – realmente no quería regresar a casa porque vi de lo que era capas mi padrastro de hacerme. – pero no recuerdo la dirección, mejor déjeme en el crucero en el que me recogió.

  • No, no puedo hacer eso, a ver – detuvo el carro – dime la verdad, ¿fue en tu casa donde te hicieron esto?

  • No... este... como cree que... – realmente estaba sorprendido por la actitud de este señor, desde el inicio creí que me quería hacer algo, varios amigos del crucero platicaban que había tipos que les gustaban los niños y que había otros que usaban a niños para pedir limosnas en zonas del país lejanas, pero este hombre solo quería regresarme a casa. El al ver mi titubeo comprendió que le mentía.

  • ¿Entonces que es lo que quieres hacer? Porque es claro que no quieres regresar a tu casa... ¿quieres que te lleve con algún otro familiar? ¿O quieres que te lleve a una casa hogar?

  • ¡Nooo! Eso no.

  • ¿Entonces quieres que denunciemos a quien te haya hecho esto? Te prometo que no te pasara nada malo – todo esto me lo decía acariciándome el cabello, como dándome la tranquilidad que da un padre a su hijo cuando tiene miedo de hacer algo -. Porque tenlo por seguro que no te dejare que vivas en la calle.

  • No quiero vivir en la calle, pero si tengo miedo de volver a la casa, se que me van a golpear nuevamente...

Sin decir nada nuevamente tomo marcha el carro y llegamos a una zona residencial, accionó un botón del carro y se abrió una puerta de la cochera (garage) de una casa y se metió en el. Bajo del carro, armo la silla de ruedas y me paso del carro a la silla. Me encaminó a la casa que era pequeña pero muy lujosa, tenía muebles muy bonitos, una televisión enorme, computadora, sonido, etc. El tomó el teléfono y empezó a hablar con una mujer, le pedía que viniera inmediatamente.

  • Mira José, va a venir una amiga mía, ella te va a cuidar mientras yo esté en el trabajo y nos preparará de comer. Cualquier cosa que requieras pídeselo sin problemas, yo saldré a comprarte una cama y algo más de ropa. En el momento en que te sanes completamente, buscaremos a tu madre para arreglar las cosas. ¿ok?

  • Pero esque yo no quiero regresar a la casa – dije esto último llorando, el se acerco a mi y me dio un abrazo tierno, considerando que mi torso estaba todavía adolorido por la costilla rota.

  • Mira José, yo no me puedo ocupar permanentemente de ti, no estoy listo para hacerla de padre sustituto de un niño, pero por ahora solo nos ocuparemos de tu recuperación, ya cuando estés recuperado hablaremos largo y tendido. ¿te parece?

Yo acepté sin pensarlo, este hombre no era para nada como de los que mis amigos hablaban, era un hombre joven, con un buen nivel de educación y muy cariñoso, supe en esos días que era soltero y que tenía un buen trabajo. La mujer que había llamado llegó muy tarde, por lo que ya no consiguió ir a comprar la cama. Así que esa noche dormí en su cama y el estaba acostado en un sofá, pero como era muy angosto no se pudo acomodar y me preguntó si no había problema de dormir conmigo, desde luego que le dije que no, usaba pijama y se acomodó a un costado, como era cama matrimonial, cupimos perfectamente. No me hizo ningún cariño ni nada.

La mujer que llegó era enfermera amiga de el. Se notaba que lo respetaba mucho y después de días, me dijo que el ayudó a su madre cuando por la desesperación por no tener que darle a sus hijos pequeños que comer, intentó robarlo, el no solo no la denunció, además le ofreció trabajo y becó a sus hijos para que entraran a la escuela. No quedaba duda que era un buen hombre.

Cuando el llegaba a casa todo era felicidad, me gustaba mucho jugar con el a cualquier cosa, juegos de mesa o con un videojuego que llevo a la casa para que no me aburriera, incluso me ayudaba con mis clases que estaba perdiendo, consiguió los libros del quinto grado de primaria. Me acariciaba el cabello y en algunas ocasiones llego a darme un beso en la mejilla o la cabeza, yo realmente me sentía muy bien ya que nunca recibí ningún cariño de otro hombre, ni de mi padre o de mi padrastro, menos de algún tío. Durante dos meses estaba en recuperación, me llevaba al doctor, me compraba ropa, me hacía de comer los fines de semana o nos salíamos al cine o a comprar helados, parecíamos padre e hijo ya que el me trataba como si fuera su hijo. Me cargaba de caballo en sus hombros, bromeábamos y jugábamos. Todos los días me ayudaba con el baño, ya que como tenia yeso las dos primeras semanas en el pecho, me bañaba con una esponja y veía que se sonrojaba cuando me limpiaba entre mis piernas y mi trasero, ya cuando no tenía yeso, de todos modos entraba a acompañarme cuando me bañaba y la verdad extrañaba que el fuera el que me bañara.

En una ocasión, al estar jugando yo puse mi mano en su paquete y por alguna razón no la quite, el se puso rojo y retiro mi mano pero sin enojo. Cuando el doctor me dio de alta, me llevo al cine, después a MacDonald, un helado, al día siguiente a un balneario y esa tarde me dijo que teníamos que hablar, así que nos fuimos a su casa.

  • Mira José, yo te quiero mucho, he pasado un tiempo increíble contigo, eres un niño muy bueno, de buenos modales y sentimientos, pero yo no puedo hacerme cargo de ti, espero que comprendas que soy un hombre soltero y que no es correcto que tu vivas con un hombre soltero.

  • Y quieres que me valla, - dije entre sollozos – ya no quieres que viva contigo... – solté el llanto abierto – me portaré bien... no te haré enojar por nada... – por primera vez me abalance sobre el para abrasarlo.

-No José, no es eso, yo te quiero mucho, pero no te quiero como un padre o padrastro, no puedo serlo... te puedo conseguir una buena familia que te cuidarán como un hijo, yo no quiero hacerte ningún mal. ¿o si prefieres te llevo a tu casa? Te quiero mucho para lastimarte.

-Dime que puedo hacer, haré lo que quieras... pero por favor no me dejes.

-José... José –ahora el también lloraba – no te puedes quedar conmigo, en este tiempo me has conocido solo las cosas buenas, pero tengo muchos defectos... y sobre todo tengo uno que no conoce nadie y por el cual no me puedo hacer cargo de ti.

-No me importa cual sea, quiero vivir contigo.

Paso saliva, se notaba que el no quería decirme ese defecto que tenía, no dejaba de abrasarme y llorar. No se atrevió a decírmelo, solo nos quedamos abrazados llorando los dos hasta un buen rato me dijo:

-Haremos una cosa, seguirás viviendo aquí, pero en el momento en que quieras irte me lo dirás, si digo o hago algo que no te guste iras a vivir con Norma, la que te estuvo cuidando, ella y su marido no han podido tener hijos y se que te cuidarán muy bien. ¿Te parece?

Por respuesta solo le di un beso en la mejilla y como siempre se puso rojo y me separó. Preparó la cena y después de un rato nos fuimos a dormir, ahora se portaba mas distante de mi, no me abrasaba o acariciaba el cabello como antes, a la hora de estar dormido me pegaba a el como antes para que me abrazara pero el me alejo y solo me revolvía el cabello. Yo creí que estaba enojado pero igual prefería ese trato que el de mi madre o mi padrastro. Así pasaron los días, las semanas hasta que me dijo que si quería ir de vacaciones a la playa, yo no conocía el mar, así que con mi cara de ilusión le dije que si con una gran sonrisa. El fin de semana nos fuimos a Puerto Escondido, el hotel era de lujo, el mar impresionante, sus playas y su vegetación sorprendente. Esa tarde, nos fuimos a nadar al mar, y como estábamos con traje de baño, notaba que cuando nuestros cuerpos se rozaban su paquete se agrandaba. Ya en la noche a la hora de dormir, me abrazó como cuando tenía el yeso en la pierna. Yo me pegaba a el y sentí que su paquete estaba duro y caliente. Empezó a acariciarme la pierna, subía desde mi rodilla, acariciaba mi muslo lentamente, con mucho cariño, seguía subiendo hasta que llegó a mi cadera, volvía a bajar y repetía la operación.

Yo estaba tan cansado que me quede dormido, en la mañana me despertaron sus besos en mi cuello y sus caricias, me recorría desde las piernas hasta mi pecho, muy lentamente, se detenía en mis caderas y luego bajaba pero ahora si por la parte interior de mis piernas. Yo desperté y me voltee, le di un beso y lo acaricié por su espalda, abrazándolo. El seguía con sus caricias desde mis piernas hasta el hombro y en eso al bajar su brazo me toco mis nalgas. Se detuvo a estudiar mi reacción, yo me quedé un poco tieso pero no me alejé, el volvió a acariciarme las nalgas con lentitud, me acariciaba mis nalgas de una a otra y respiraba profundamente, agitado, en eso me da un beso pero ahora en la boca, no supe como reaccionar, solo me quede con los labios cerrados pero ni me aleje ni dije nada, entonces me volvió a besar pero ahora fue mas apretado, no sabía que hacer, solo me quede quieto. Después de un momento, metió la mano por debajo del calzón y continuo acariciándome, a mi me excitó sentir su mano en mis nalgas y solté un pequeño suspiro. El hizo una mueca y se levantó.

-José, definitivamente no puedo seguir así, no quiero herir tus sentimientos, deberás vivir con Norma y su esposo.

-No, por favor. Quiero vivir contigo. ¿Es que acaso hice algo mal?

-No José, no eres tu, soy yo, no debo seguir con esto, lo que estaba haciendo, no es correcto, no debo hacerlo, no es correcto. Siempre me han excitado los niños y no debo seguir así. Eres un niño precioso, muy educado y no te quiero lastimar. Te quiero mucho y...

-Yo también te quiero, quiero seguir contigo y no me importa lo que pase, tu has sido muy bueno conmigo y quiero ser bueno contigo. –me lance a sus brazos, no quería que Eduardo me dejara, el ha sido lo mejor que me ha pasado. Empecé a besarlo en la boca, no sabía como así que lo besaba como cuando se lo daba en la mejilla, o sea, sin abrir la boca. Lo acariciaba desde el cuello hasta donde llegaban mis manos que era el inicio de sus nalgas.

El me respondió también, me beso y nos tiramos a la cama, me acariciaba completamente, me beso desde la frente hasta las piernas, me recorría con sus manos haciendo especial cuidado en mis nalgas. Hasta que me quito mi ropa interior, sentí sus manos y su aliento en todo mi cuerpo, en mi paquete pequeño me dio besos y me lo chupaba, me sentía en el cielo, el que yo despertara en el la necesidad de acariciarme y besarme con ese deseo. El sentir sus manos abriendo mis nalgas para sobar mi ano, me metía apenas la punta de su dedo y lo acariciaba en forma circular, me tenia a mil, suspirábamos ambos. Cuando el se quitó su ropa interior por fin pude ver su paquete, era enorme, sus venas parecía que querían salirse, me dio vuelta y me acarició las nalgas con el, después lo acomodó entre ellas sin penetrarme y empezó a pasarlo una y otra vez mientras me agarraba mi pene y lo masajeaba de arriba abajo, con mucha delicadeza, yo sentía su pene entre mis nalgas como lo movía como si se masturbara con ellas hasta que sentí como ganas de ir al baño, mi pene pequeño explotó en un electrizante espasmo, no eyaculé, pero sentí riquísimo. El al poco momento si eyaculó en mis nalgas, me embarro toda su leche entre ellas.

CONTINUARA...