Me transformo a los 18 años (2)

Mi vida se fue transformando con el amor de un hombre mayor en lo que me convertí, historia real de amor, drama y pasion.

Eduardo = Azul

Yo = Rojo

Para comprender mejor esta historia, les recomiendo leer primero la primera parte.

Desde que Eduardo me recogió, mi vida cambió drásticamente, pero el amanecer de este día yo estaba muy confundido, me gustaba estar con él, sus caricias, el sentir que mi cuerpo de 18 años despertara en el deseo de poseerlo me excitaba pero a la vez me confundía, yo sentía en él la imagen de un héroe, de un padre o algo por el estilo, y al sentir como me embarró de su leche y aunque no me penetró, solo se masturbó por así decirlo con mis nalgas me hacía sentir sucio, no sabía que hacer, pensar o decir. Solo sentía su cuerpo pegado al mío con un calor muy especial, era algo que después de mucho tiempo entendí. Me sentía usado pero a la vez amado.

Él me empezó a limpiar toda su leche que me dejó embarrada acompañada de muchos besos y caricias. Después me volteó y me beso en la boca.

-Te voy a hacer una pregunta José, y quiero que me respondas con la verdad ¿sí?

–Yo no pude articular palabras, solo asentí con la cabeza

– ¿Te gustó lo que hicimos o té molesto?

No sabía que contestar, por mi mente pasaban muchas cosas en ese momento; lo que mis amigos del crucero me decían, de los hombres que les gustan los niños, de los hombres que se llevan a pedir limosna a otras ciudades, de las golpizas de mi padrastro y de los malos tratos de mi madre, no sabía que contestar, estaba nervioso y aunque en efecto me había gustado lo que sentía en ese momento no podía contestar nada. Él al ver mi silencio se puso triste.

-Si no te gustó, dímelo, te prometo que no es mi intención hacerte daño, no quiero verte triste o enojado, pero esto que acaba de suceder es por lo que yo no quería que vivieras conmigo, porque tu me gustas mucho, desde siempre me han gustado los niños pero nunca me atreví a hacer nada por miedo. ¿Sabes que lo que hice contigo ahora me puede enviar a prisión? Por eso no lo había hecho, por eso no quería que sucediera nada contigo, pero la verdad es que me excitas mucho, te quiero mucho y quiero estar a tu lado, pero si esto té molesta, te prometo que de una u otra forma lo evitaré. Aunque para eso tengamos que...

-No... no me dejes, si quiero seguir contigo

– Intuí que lo que me iba a decir es que me dejaría, y eso no quería hacerlo, si bien no sabía si quería que esto se repitiera, era capas de hacerlo cuantas veces quisiera para que no me dejara –

Si quieres lo hacemos cuantas veces quieras pero no me dejes.

-Mi niño... no...

– se notaba triste

– no quiero que lo hagamos porque eso, quiero que lo hagamos solo si te gusto. No llores mi niño, no me gusta verte sufrir, si no quieres que lo volvamos a hacer, intentémoslo sin dejarte. Compramos otra cama y tu dormirás en otro cuarto, ya no entraré al baño cuando te bañas pero en todo lo demás seguiremos igual. ¿ Que me dices?

-No sé... la verdad es que si sentí rico.

No me atreví a decir que no quería que lo hiciéramos de nuevo por miedo a que me dejara. Pero de algo si estaba seguro, no quería dejar a Eduardo. Me hizo cariños en el cabello, ya lo note sin malicia y le di un beso en el cachete. Se levantó y se fue a bañar, no sé porque extraña razón pero lo seguí y me metí a bañar con él. Al verme entrar, rápidamente noté su expresión de sorpresa. Yo me metí a la ducha y vi que empezaba a crecerle el pene, no sé que me impulso, pero tenía ganas de agarrarlo, pero me sentí sucio de solo pensarlo, él vio como a cada rato me quedaba viendo a su paquete que ya estaba bien erecto. Empezó a enjabonarme la espalda como cuando estaba con el yeso. Sin saber porque, solo me le pegue a el, de modo que mis nalgas tocaran su muslo, empecé a repegarme y moverme de modo de sentir su cuerpo desnudo pegado al mío. El no tardó en reaccionar y empezó a acariciar mi pecho, me hacia caricias en todo mi pecho, mi espalda, mi cuello y brazos. En un momento no aguanté mas, me voltee y agarré su miembro, se sentía caliente, palpitaba, recordé como me acarició el mío justo hace un momento y empecé a acariciarlo, con cada movimiento le crecía mas y mas, al grado que ni con mis dos manos lo cubría.

El se agacho y empezó a acariciarme el pene con su boca, me lo chupaba divino, succionaba y rodeaba mi pequeño pene con su lengua, yo sentía que me moría de tanta dicha, me sentía en las nubes, el ya estaba hincado completamente y con sus manos me acariciaba las piernas, la espalda pero sobre todo las nalgas. Seguía succionando mi pene que a pesar de mi corta edad, ya sentía el placer que puede producir la boca de alguien que a pesar de ser su primer aventura, se notaba que había estudiado la manera de producir un placer inmenso, succionaba y rodeaba mi pene, en ocasiones lamía mis bolas y jugueteaba con ellas mientras sus manos me masajeaban el culo, ahora se entretenía su dedo con la apertura de mi culo, no metía el dedo, solo jugaba con el, me lo apretaba y lo soltaba, mientras sus labios, su lengua y en si toda su boca hacia lo mismo con mi pene, lo apretaba y succionaba, para después darle un poco de libertad.

Llego un momento en el que nuevamente sentí estallar dentro de mi una energía, algo recorría mi cuerpo haciendo incluso que temblara de placer y de mi boca solo pudo salir un suspiro hondo. El no dejo de hacer su maniobra, pero fue disminuyendo poco a poco la velocidad hasta que por fin se detuvo. Cuando por fin lo hizo, fue subiendo lentamente besándome cada parte del cuerpo hasta que llego a mi boca, hay me levanto en sus brazos y me beso con pasión, pero yo por mi inexperiencia no abrí la boca, solo se quedo en sus labios estrechando los míos con fuerza. Después de unos instantes, yo quise devolver el favor dándole a él el placer que me había brindado, pero mi pequeña boca no soportaba el tamaño de su pene y la verdad es que también me dio algo de asco, solo podía meterme la punta de su aparato pero no le provocaba mucho placer, así que me voltee y le ofrecí mis nalgas abriéndolas con ambas manos, el se agacho un poco y puso su aparato apuntando en mi agujero y empezó a presionar levemente. Yo sentí dolor y por inercia me separe y el como hacía un momento, acomodó su pene para masturbarse con mis nalgas, esta vez su aparato rozaba mi agujero completamente, me éxito, en verdad que si lo estaba gozando, me levanto en sus brazos y me subía y bajaba de modo que mis nalgas rozaran todo su pene, así estuvo un buen rato cuando de repente otra vez me chorreo de leche.

Me bajo y terminamos de bañarnos. Bajamos al restaurante y todo el día lo pasamos como antes, como padre e hijo. Como si no hubiéramos hecho nada en la mañana. Fue un día estupendo, hicimos de todo, esquiamos, nos subimos a un parachute, a la banana, nos deslizamos en tablas de surf de esas en las que va uno acostado, rento unas motos sky, etc. Fue un día inigualable, a cada rato me jalaba las mejillas, me alborotaba el cabello, me daba nalgadas, etc. Los cariños normales que un padre, tío, padrino, etc. Hacen a sus seres queridos. Ya entrada la noche, fuimos a un restaurante, cenamos de lo más exquisito y después fuimos a caminar por el muelle. Ahí conocimos a otro chico de 20 años que le pidió dinero para cenar, le dijo que mejor lo invitaba a cenar y fuimos a una fonda a que comiera.

La verdad es que ese chico (Antonio) realmente tenía hambre, se comió tres tortas y dos tacos, él era moreno claro, de estatura promedio 1.67 cm bien formado, se notaba que nadaba bien seguido, ojos y cabello negro, sus nalgas redondas y paradas pero mucho mas abultadas que las mías, su cabello era algo largo y sus ojos grandes y profundos. Sus piernas y brazos denotaban que hacía mucho ejercicio. En fin, era un muchachito precioso pero sucio. Eduardo le dijo que en la mañana le invitaría a desayunar, que nos veríamos en el muelle, en el mismo lugar donde nos encontró. Antonio se fue feliz y yo sentí celos de el desde el momento en que Eduardo lo invitó a cenar.

Esa noche, al momento de acostarnos me acomodé de frente a el, él me acariciaba el rostro y me decía que era lo más hermoso que había visto en su vida, que era el mejor regalo que había tenido y que no quería separarse de mí. Así nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente, cuando desperté el ya se había bañado y estaba arreglándose, me dijo que me bañara, que tenía ganas de explorar el lugar, me dio un beso en la boca y me saco de la cama. Yo me fui a bañar, eran las 8 de la mañana, era muy temprano para estar de vacaciones. Cuando salí del baño lo vi arreglándome la ropa, me vistió con mucho cariño y con lentitud al ponerme el pantalón me acaricio las piernas y las nalgas. Me dijo que estaba excelente, que no había nada mejor en este mundo. Por ese lado me tranquilice, ya que creí que se estaba arreglando porque iríamos a desayunar con Antonio.

Salimos del cuarto y fuimos a caminar por la playa, ahí nos encontró Antonio.

-Hola Toñito, apenas íbamos a ir al muelle.

-Hola Eduardo, Hola José, si, lo sé, lo que pasa es que andaba buscando clientes.

-¿Clientes? ¿Pues que vendes?

-Digo... a mis amigos... y tu José, ¿qué tal amaneciste?

-Bien gracias.

– realmente no sabía de que se trataba esto, ayer en toda la noche nunca le dijo toño, porque ahora sí, y hasta con diminutivo. No hallaba como poder deshacerme de el, así que se me ocurrió que si íbamos a desayunar el se iría.

– porque no vamos a desayunar, me muero de hambre.

-¿Te apetece desayunar ya Toñito? –

Toñito nuevamente, y que le pregunta si yo dije que tenía hambre; pensé para mis adentros.

-Si, como Pepito diga

–¿Pepito? De cuando acá tan amigos pensé yo.

Nos fuimos a un restaurante común que se encontraba a un lado de uno muy lujoso. Pensé rápido y creí que si le pedía a Eduardo que fuéramos al lujoso Toñito se sentiría incómodo ya que venia sucio y andrajoso.

-Eduardo, vamos a ese otro, se ve muy bonito por fuera ¿siii?

-No sé Pepito, creo que no es muy buena idea... tu que dices Toñito.

-Creo que es más rica la comida en este, pero si Pepito quiere ir a comer a ese, yo los espero aquí.

–calló, al menos ya lo hice sentirse mal.

-ah no, eso si que no, tu nos acompañas.

-Es que no me van a dejar entrar.

-Ya lo veremos, vamos a ese restaurante.

Enfilamos a cruzar la calle y entramos a ese restaurante, en la entrada un señor paro a Antonio, le dijo que no admitían a limosneros en ese restaurante.

-¿Cómo que limosneros? –Eduardo estalló en cólera – ¡me hace el favor de disculparse con este caballerito por favor y le ofrece la mejor mesa que tenga! Tengo pensado gastar una buena cantidad de dinero en el desayuno y él es mi invitado.

-Disculpe señor, pero muestra clientela es selecta, no podemos admitir a vendedores ni personas de dudosa reputación. – Yo estaba feliz en un inicio, pero al ver como Eduardo lo defendió, me dio mas rabia.

-Mire señor, será mejor que llame al gerente de este establecimiento, porque ni crea que voy a permitir que siga insultando a nuestro invitado. Mi Hijo y yo vamos a Desayunar aquí y tenemos a un invitado especial y quiero que lo atienda como cree merecer que lo traten a Ud.

El señor salió y regreso al momento acompañado de un señor de traje con cara de pocos amigos.

-Eduard, como estás hermano, tanto sin verte. Desde aquel congreso ¿Recuerdas?

Resultó que eran amigos de trabajo y por eso no quería Eduardo llegar a ese restaurante, me presento como su hijo, y diciendo que era el orgullo de su vida y que el señor que nos recibió me hizo sentir mal por ofender a mi amigo... ¿Amigo? Pensé yo, pidió que el señor se disculpara conmigo y mi amigo. El gerente le dijo a su empleado que el personalmente nos atendería y que cuando nos fuéramos a ir, si había una queja mas, lo pondría de patitas en la calle. Antonio se sintió feliz de que alguien lo defendiera con tanto ahínco, la verdad es que yo también me sentí bien por como había reaccionado él, pero me sentí mal conmigo mismo. El desayuno fue fenomenal, Antonio comió como si no hubiera comido en tres días. La verdad es que me estaba remordiendo la conciencia de lo malo que fui con él. Terminamos de desayunar y salimos a caminar.

-Ya que me invitaron a desayunar, déjame les hago un recorrido por la zona, es muy bonito por aquí, hay lugares muy bonitos, con muchos árboles, ríos y lagunas. En especial uno en el que Pepito se la pasará de las mil maravillas.

-No sé, ¿qué te parece Pepito?

-Me da lo mismo

–nuevamente me molesté, yo quería pasar el día con Eduardo a solas, no quería que se metiera entre nosotros dos. Creo que Eduardo se dio cuenta.

-¿Te parece mejor que sea mas al rato?, Vamos a dar un paseo por la playa a ver si veo a un amigo y luego te vemos.

-Claro ahí los veo.

Sin decir mas se fue, Eduardo no hablo mas en el camino hasta que llegamos a la playa, ahí se sentó y me pidió con una seña que me sentara a su lado.

-¿Sabes que pasa en estados unidos? ¿Eso del mal trato que reciben los Mexicanos que van a trabajar allá?

-Si, un tío mío se fue a trabajar allá y me platica de cómo los tratan.

-Pues bien, te ha de haber platicado que los que más mal tratan a los Mexicanos allá, son los Mexicanos que ya tienen papeles ¿o no?

–yo solo asentí con la cabeza, no sabía a donde quería llegar –

pues bien, ¿no te parece triste que una persona que padeció de lo mismo que otra, trate mal al que sufre lo mismo que él sufrió?

–nuevamente solo asentí con la cabeza –

porque es lo que hiciste hoy con Toño, ¿recuerdas como era tu vida antes de que nos encontráramos? ¿Recuerdas cuantas veces te humillaron por el simple hecho de ser pobre? ¿Recuerdas lo triste que es que te traten como si no valieras nada?

-Si...

– dije con el llanto a punto de salir, no era un regaño lo que me estaba dando Eduardo, era una simple plática en la que me hacía comprender lo mal que hice. –

Perdóname Eduardo, no sé que me pasó, pero no soy así.

-Lo sé mi niño, sé que eres muy bueno pero los celos te traicionaron, desde ayer vi en tus ojitos preciosos como lo mirabas con celos, pero no te preocupes, ¿recuerdas que al inicio yo solo te quise ayudar sin tocarte siquiera? Dentro de todos mis defectos, creo que tengo una necesidad de ayudar a los niños que veo con problemas, simplemente eso es lo que quiero hacer con Toño, de ti ya estoy enamorado, pero a el solo lo quiero ayudar, no hay mas que eso, con el que quiero vivir es contigo mi niñito precioso.

No sé que me paso, pero simplemente lo abrace como pidiendo que parara, que me hacía sentir mal lo que había hecho. Él me acarició el cabello luego me lo revolvió como suele hacerlo. Me dio un beso en la mejilla.

-El último en llegar a la alberca es un huevo podrido –

dijo esto y salió corriendo despacio hacia la alberca esperando que yo lo alcanzara, pero me quedé sentado, el regreso, se sentó a mi lado y me preguntó –¿

Qué té pasa chiquito? No te apures tanto, todos cometemos errores. Yo cometo muchos errores. Lo importante es comprender que cometimos el error y no volver a cometerlo.

-No, recuerdo que una vez que estabas al teléfono dijiste a no sé quién que no importaba cometer errores, que lo importante era corregirlos y no volver con lo mismo. Eso es lo que quiero hacer... buscar a “Toñito” para pedirle una disculpa y que nos lleve a conocer el lugar.

-Ese es mi Hijo, vamos pues.

Enfilamos camino a buscarlo, note como Eduardo caminaba con orgullo, como quien va a un lado de alguien importante o famoso, después, en su lecho de muerte me dijo que el momento en el que el se sintió más orgulloso, en el que podría sentirse más importante fue ese mismo instante.

Buscamos a Toño durante mas de 2 horas y no lo hayamos, fuimos a los barrios bajos y lo vi salir de un hotel de paso seguido de un señor gordo y feo. Toño caminaba aprisa, como queriendo huir de ese lugar. Le grite y corrió a esconderse, corrí tras el y Eduardo tras de mí. Al final lo encontré en un callejón, estaba llorando, Eduardo iba mucho mas atrás, así que no vio en donde me metí. Me senté junto a el.

-Vete, ya sé que no quieres que ande contigo y tu papá.

-No Toño, sé que me porté mal contigo, pero por eso te ando buscando para pedirte perdón, además quiero que nos lleves a conocer el lugar ¿Recuerdas?

-Si, pero no quieres que tu papá gaste su dinero en mi.

-Chale, si fui bien grosero contigo, pero ya me di cuenta de mi error, yo estaba igual que tu, vendiendo chicles en los cruceros y haciendo mandados a mis vecinos, fue cuando conocí a Eduardo, él me ayudo a salir de ese mundo, mi padrastro me golpeaba y mi mamá prefería atenderlo a el que a nosotros, siempre era lo mismo lo que hacían los hijos que tubo con ese señor, me culpaban a mi. Eduardo no es mi papá, pero lo quiero como si lo fuera.

-Entonces ¿qué es de ti?

-¡¡¡Pepiiiitooooo!!! ¡¡¡Hiiiijoooooooo!!!

-Vamos que ya esta aquí, límpiate las lágrimas y vamos a ver el lugar que dijiste. ¡Aquí estoy papi!

–le grite a Eduardo.

Esa mañana la pasamos explorando el lugar, Toño consiguió (no me pregunten como) un carro como los que se usan en el Golf para ir de un hoyo a otro y exploramos un montonal, hasta que llegamos a un lugar muy bonito, con juegos de video, alberca, toboganes, etc. Pero para puros niños, no podría entrar Eduardo. De cualquier forma me dijo que entráramos nosotros dos, que el se quedaría en el bar. Entramos Toño y yo y la pasamos súper bien, platicamos de todo, me dijo que si tenía papá y mamá, pero que eran muy pobres y que casi nunca tenían que comer, que eran tres hermanos y que el era el mayor. Que su papá era paralítico y su mamá era sirvienta en una casa de ricos. Que con lo que él llevaba a la casa comían y lo que su mamá llevaba era para las medicinas de su papá.

-¿cómo consigues el dinero?

-Pues... hago lo que se puede... a veces cargo cajas en el mercado, pero hay ya casi no dejan porque hay un sindicato o algo así... y atiendo señores... los llevo a recorrer los lugares así como a ti y a tu papá.

-pero ¿cuanto cobras por un recorrido así?

-poco, 25 pesos por hora cuando vienen en familia a veces me salen 1 o dos por día.

-¿Pero con eso no come ni uno? Te lo digo porque en mi casa éramos 4 y no nos alcanzaba con 150 al día.

-este... pues a veces hago otras cosas... pero no creas que robo ¿he?

-¿Que otras cosas?

-Pues... este... otras cosas hombre. Pero a ver, no me contestaste ¿qué es entonces Eduardo de ti?

-¿qué? Este... pues es como mi padre, me compra cosas, me cuida y me pone al corriente de la escuela.

-¿Y que más hace? Porque vives con él ¿no?

-Si, vivo con él, pues soy algo así como el hijo que no tubo.

-¿que no es casado o tiene novia o algo parecido?

-No nomás estamos el y yo, una señora que es enfermera va a la casa todos los días cuando el se va a trabajar y nos ayuda en la casa y cosas así pero se va antes de que él llegue.

-Entonces ¿tu y él?... son... como te diré... ¿son algo así como novios?

-No... como crees, él me quiere mucho... pero no...

En eso nos avisaron que estaban cerrando, ya eran cerca de las 7 de la noche. Salimos y ahí estaba Eduardo, se notaba que traía unas copas de mas, fuimos hasta el hotel y me dio dinero para que cenáramos Toño y yo, el se iría a dormir. Cenamos y nos fuimos por la playa a pasear, cuando llegamos a un lugar oculto se sentó y me senté a un lado. Me dijo.

-Te voy a decir la verdad... yo de donde realmente saco dinero es cuando atiendo hombres, es decir, ellos me pagan por hacer cosas con ellos.

-¿Cómo que cosas?

-Pues cosas como agarrarles el pito y acariciárselos y otras cosas, ¿tu y tu papá no hacen cosas así? –

no contesté, me quede callado pero él vio que mi respuesta era afirmativa y lo animó a seguir –

a veces me pagan hasta 500 pesos cuando quieren que pase toda la noche con ellos, a veces me hacen chapárselos, otras ellos me lo chupan... ¿No lo has hecho?

-Apenas ayer... pero ¿no se lo digas a nadie he? Me beso en la boca, y me agarró mi pene y lo chupo, después me puso su pene entre las nalgas y lo sobaba contra ellas.

-¿Pero no te metió su pene en tu cola?

-¡No!

-¿Y no tienes ganas de hacerlo? Se siente bien rico cuando lo hacen con cuidado, despacito pero hay unos que te lo hacen muy duro y si duele.

-¿Tu ya lo has hecho?

-Si, muchas veces, es por lo que más me dan dinero, a veces me piden que yo lo haga también con ellos

–

lanzo su mano a mi entrepierna y sintió que estaba duro, me besó en la boca y con su lengua me abrió la mía. Eso me dio asco al inicio, pero después me dijo que eso era realmente un beso en la boca, que yo debía chocar mi lengua con la de el. Él metió sus manos entre mi short y mi cuerpo y empezó a desvestirme, yo hice lo mismo, empecé a desvestirlo completamente, nos besábamos como me había enseñado mientras nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos, él me agarraba las nalgas y el pene con la otra mano, me lo acariciaba y me metía un dedo en mi virgen ano, cuando vio que entraba y salía fácil, se lamió dos dedos y me los metió los dos, los movía en forma circular. Sus besos fueron bajando por mi pecho, mi abdomen, mi vientre hasta que llegó a mi pene, se chupo buen rato, lo lamía muy bien, pero no como Eduardo, cuando de repente siento que me mete un tercer dedo.

-Ay

– me queje, la verdad es que si me dolió mucho, él me dijo que así dolería pero que solo un rato, que después me gustaría mucho, no movió los dedos hasta después de un rato con movimientos muy pequeños en forma de circulo, después los sacaba y los metía varias veces. Cuando vio que ya no me molestaba me dijo que me pusiera como de perrito. Se puso detrás de mí, me escupió en mi ano y empezó a meterme el pene, cuando dio el primer empujón me dolió y me dijo que me relajara, que me iba a gustar mucho, su pene no era grande, era mucho más pequeño que el de Eduardo, así que con el segundo empujón entro apenas la cabeza, me dolió y le dije que mejor no, pero el me dijo que eso le iba a gustar mucho a Eduardo, que la siguiente vez que estuviera con el, que lo iba a disfrutar tanto que me querría mas. Por un lado ante la perspectiva de saber lo que un niño como Toño me pudiera enseñar acepte, él siguió dando pequeños empujones, de modo que me fuera entrando poco a poco. Cuando por fin entro toda, se quedo quieto, yo sentía muy rico aunque con un poco de dolor, creo que facilito las cosas el tamaño de su pene, ya que no era ni la mitad del de Eduardo. Empezó a bombear, hacia adentro y fuera con mucha lentitud, me agarraba de las caderas, me acariciaba las nalgas, las piernas y la espalda, bombeaba rítmicamente, sentía sus bolas chocar con mis nalgas, me sentía en la gloria, empezó a aumentar el ritmo y luego lo bajaba, así estuvo como 15 minutos, cuando iba a terminar me la saco y me dijo que se la chupara, empecé a hacerlo, ese pene si me cabía en mi boca, lo lamía como el lo había hecho y a ratos succionaba como Eduardo me lo hizo, el gimió fuerte y sentí en mi boca un líquido salado y ácido muy caliente, lo iba a escupir pero me dijo que no, que me lo tragara, la verdad es que no me gusto en ese momento el sabor. Pero lo trague, después me dio un beso de lengüita, eso si lo saboreaba.

Después me dijo que me tocaba hacérselo, se puso en cuatro patas y sin saliva ni nada le metí mi pequeño pene, creo que ni lo sintió pero gemía como si le gustara mucho, en eso estábamos con él mete y saca cuando escuchamos que nos gritaban...

CONTINUARA...