Me subastan por amor...4ª parte

Diego me penetró tan duramente como yo a él, sentirlo dentro de mí fue una gloria

ME SUBASTAN POR AMOR... 4ª PARTE

Nota aclaratoria.- Esta historia pertenece a la actualidad, no corresponde con mis primeras historias (Amigos y más amigos, Recuerdos)


Me han mimado y cuidado mucho, Diego no se separa de mi lado, ya puedo caminar mejor y no me duelen tanto las costillas, creo que has pasado casi dos semanas desde... la violación y la paliza, por parte de los ángeles de Kike el Turco, los primeros días lo odié con toda mi alma, pero recordé sus últimas palabras y comprendí, porque lo hizo.

Amadeo parecía muy atareado, no paraba de hablar por teléfono, por su parte Alejandro, continuaba trabajando, a veces lo pillaba mirándonos a Diego y a mí, con ternura, pero sobre todo cuando dirigía su mirada sobre Amadeo. Ahora la señora que antes hacía la limpieza, también cocinaba para todos al mediodía, dejaba la lista de la compra preparada, para que Amadeo lo trajera todo, a veces iba Diego con él, éstos días vamos los tres, lo pasamos en grande, nunca había comprado tantas cosas, estábamos felices, pero pronto se desvanecería todo.

Una tarde, Alejandro y Amadeo nos llevaron a unas tienda y nos ayudaron a escoger ropa nueva, la que teníamos estaba bastante gastada, compraron bambas nuevas. Esa noche a la hora de cenar, la mesa estaba puesta de una manera diferente, como más elegante, Alejandro había pedido la cena por teléfono y cuando la trajeron era comida japonesa, a base de pescado, arroz, sushi y algas y no sé cuántas cosas más, nunca lo habíamos probado, pero nos gustó mucho, cuando terminamos y los mayores tomaron café, Alejandro se levantó de la mesa  y se colocó delante de Amadeo, con la cara un poco azorada, dijo: ¡Espero que no te rías de mí! Puso una rodilla en el suelo y de su bolsillo, sacó una cajita, ofreciéndosela a su amigo, continuó: ¡Amadeo, nos conocemos de toda la vida y ahora estoy seguro de no poder vivir sin tenerte a mi lado, te quiero conmigo! ¿Te quieres casar conmigo? Amadeo casi se atraganta con el café, miró a los ojos de Alejandro y tomando la cajita, la abrió, dentro había una sortija de boda,  estaba formada por tres aros de oro de distinto color y unidos entre sí, era muy hermoso, en la caja ponía Dior, se lo probó y le iba perfecto, se agachó delante de Alejandro y lo besó en los labios y ambos degustaron sus besos, mientras Diego y yo aplaudíamos a rabiar, por fin algo salía bien, Amadeo respondió: ¡Sííí, quiero! Y se fundieron en otro beso, se levantaron y Alejandro dijo: ¡Y vosotros seréis los padrinos!

Esa noche al acostarnos, Diego y yo hicimos el amor, después de dos semanas yo tenía ganas de poder saborear a fondo el cuerpo de Diego, lo penetré con gozo, él estaba sorprendido de mi fogosidad, después de mi abstinencia forzosa, lo penetré con dureza, como le gustaba a mi niño, fuimos saboreando cada minuto de placer, mis empujes le hacían gemir y yo con él, me corrí dentro de su apetitoso culo, pasado un momento me puse sobre la cama boca arriba, levantando mis piernas y Diego me penetró tan duramente como yo a él, sentirlo dentro de mí fue una gloria, iba lentamente, pero se clavaba con profundidad, cada vez aceleraba el ritmo, llegando a ir tan rápido, que entramos en un paroxismo de placer y noté dentro de mi ano los trallazos que soltaba su verga, llenándome el culo con su semen, a pesar de haberse corrido, continuó penetrándome, su verga no se bajaba, seguía tan dura como al principio y el placer que yo tenía me provocó espasmos de placer, haciendo que mi verga fuera soltando semen sobre mi cuerpo, mientras Diego seguía agarrado a mis caderas y continuaba clavándome su gran verga. Y volvió a repetirlo soltando su semen dentro de mi ano, no sacó su verga de mi culo y pasó mi pierna por delante de su cuerpo, me colocó de lado y él detrás de mi espalda, continuaba clavado a mí, pasó su brazo sobre mi cuerpo y besó mi nuca, giré la cara y nos besamos, quedamos dormidos de ésa forma, yo feliz por tenerlo atrapado dentro y él satisfecho por estar a mi lado.

Al amanecer debí tener una pesadilla, Diego estaba un poco asustado, pero se abrazó a mí, besándome y acariciándome, me decía en un susurro: ¡Todo irá bien! ¡Todo irá bien! Debí calmarme porque nos quedamos dormidos de nuevo, por la mañana me lo contó, yo no recordaba nada, besé a mi niño y nos duchamos juntos, de muy buen humor, en la cocina nos encontramos con Alejandro, que preparaba el desayuno y poco después apareció Amadeo, se besaron y desayunamos todos juntos, se había vuelto una rutina, pero todo era fantástico, yo sólo pensaba en el momento de la separación y me entristecía. Amadeo le dijo a Diego: ¡Tendrías que llamar a tu hermana, para saber cómo se encuentra! Continuó: ¿No te gustaría visitar la tumba de tu madre y ver a tu hermana, algún día? Esto cogió por sorpresa a Diego, que añadió: ¡Estaría bien, ya que al irme no me despedí de ella, ni de mi hermana, que llevaba algún tiempo fuera de casa! Entonces le sonó el móvil, dijo: ¡Disculpad un momento! Se levantó y sin salir de la cocina, fue hablando: ¿Habéis repetido las pruebas varias veces? ¡De acuerdo, pasaré a recoger los resultados, gracias! Y colgó, entonces Alejandro le preguntó: ¿Algo malo? Amadeo negó con la cabeza.

Diego habló con su hermana y le comentó que tal vez la fuera a ver algún día, tomó nota de la dirección y le pregunto por su relación, con su novio y dijo, que estaban muy enamorados, que tal vez se casaran pronto, también le preguntó por la tumba de su madre, ella se lo indicó, diciendo, que tenía la llave de la casa, que pronto se pondría a la venta, se despidieron y colgó el teléfono.

La ceremonia de la boda, se hizo en el Ayuntamiento, por lo civil, al día siguiente, se hizo en un hermoso paraje de un hotel, se divisaba el amplio mar y unas enormes montañas, por parte de Alejandro asistieron sus padres y algunos familiares más cercanos, nadie comentó nada desagradable al respecto, ya que él había estado casado con una mujer y había tenido un hijo, ambos fallecidos, nadie se sorprendió por ésta boda. Por parte de Amadeo, también fueron sus padres, su hermano menor, con su novia y algunos amigos, pocos familiares y luego estábamos nosotros dos, que parecíamos pollitos fuera del corral, la gente nos miraba, pero nadie comentó nada o por lo menos no nos enteramos, pero el hermano de Amadeo, era casi una copia de él, con menos años, realmente estaba muy bueno, eso lo comentamos Diego y yo, íbamos muy elegantes, nos habían llevado a la peluquería e incluso nos hicieron la manicura, realmente al mirarnos al espejo de cuerpo entero, no nos reconocíamos apenas.

Alejandro y Amadeo estaban muy felices y nosotros también por ellos, se estaban portando de una forma espléndida con nosotros, sería doloroso separarse de ellos, no por las cosas que nos ofrecían, sino por la forma de tratarnos, demostraban un cariño inmenso hacia nosotros dos y les correspondíamos de la misma forma, la fiesta fue genial, nos divertimos mucho y cuando todo acabó y los invitados se fueron, nos quedamos los cuatro en la gran terraza mirando el mar, desde allí se veía una hermosa piscina, muy iluminada, entonces apareció un joven en bañador, todos lo reconocimos al instante, era Eduardo, el hermano menos de Amadeo, con el minúsculo bañador, estaba aún más espectacular que vestido, los cuatro mirábamos las perfectas y potentes brazadas que daba en el agua, entonces Amadeo soltó: ¡Se habrá deshecho de Carlota, su novia! En ése momento Alejandro dijo: ¡Podríamos bañarnos también en la piscina! Fuimos a nuestros cuartos y nos pusimos los bañadores y bajamos todos a la piscina.

Allí saludamos a Eduardo y nos zambullimos en el agua, estaba deliciosa, fresca y transparente, él se acercó a nosotros sonriendo y comenzó a salpicarnos con el agua, Amadeo se colocó sobre su cabeza y lo hundió dentro del agua, después lo soltó, al poco todos luchábamos con todos, pero cada vez que se acercaba a mí o a Diego notábamos su erección dentro de su bañador, Diego me lo susurró en un momento, estábamos agotados del juego y del ajetreado día, Alejandro y Amadeo, salieron y se secaron, Amadeo le preguntó a su hermano: ¿Has cogido habitación o te vas en coche después? Eduardo dijo: ¡He cogido una habitación pequeña! Se alejaban en dirección al hotel, Eduardo se quedó un rato más con nosotros y preguntó: ¿También os vais a la cama, como niños buenos? Sin contestarle le hundí la cabeza dentro del agua y volvimos a luchar los tres, ahora nuestras vergas, también se habían enderezado dentro de los bañadores, nos separamos un instante para reponernos, Eduardo parecía algo azorado, Diego y yo salimos del agua y nos fuimos secando, Eduardo salió y también cogió su toalla y se secó el cuerpo, entramos al hotel y pedimos las llaves de cada habitación, subimos en el ascensor, él bajó en el 2º piso y nosotros en el 3º, nos despedimos.

Diego y yo estábamos en la inmensa cama, acurrucados, hablando de Eduardo, cuando sonó una llamada a nuestra puerta, fui a abrir y me encontré con Eduardo, en albornoz con un cubo de hielo, unas copas y una botella de champan, entró con rapidez cerrando la puerta con el talón del pie, su cara estaba sonrojada. Se fue acercando a la cama y dejando el cubo con hielo y las copas sobre una de las mesitas, descorchó sin problemas la botella, llenando generosamente las tres copas, ofreciéndole una a Diego, otra a mí y una para él, mientras decía: ¡Por los novios, por sus amigos y por su familia!  Y los tres bebimos, dejamos las copas.

Eduardo aflojó el cinturón del albornoz, se encontraba desnudo y su verga muy erguida, Diego salió de la cama y poniéndose detrás de él fue deslizando la blanca prenda hasta el suelo, pasó sus manos por delante del cuerpo de Eduardo acariciándole el pecho, tenía un ligero vello, acercó su mejilla apoyándola en la espalda, su verga palpitaba en el aire enfrente mío, sus ojos no se apartaban de mí, me fui acercando lentamente, quedando tan cerca que notaba el calor que su cuerpo desprendía, cerró los ojos y acerqué mis labios a los suyos, paseé mi lengua sobre ellos mojándolos, entreabrió ligeramente su boca y mi lengua fue colándose dentro, mis manos acariciaron sus hombros, bajando sobre los musculosos brazos, apreté mi cuerpo al suyo, mientras que mis manos acariciaban a Diego, las manos de Diego deslizaron mi toalla hacia el suelo, mi verga encerrada en la prenda salió disparada, hice lo mismo con la suya y frotó su gruesa verga en el trasero de Eduardo, la boca de éste respondía con fuerza a la mía que era insistente, le costaba respirar.

Tiré ligeramente de Diego colocándolo de lado entre Eduardo y yo, nos abrazamos los tres y fuimos saboreando nuestros besos a tres bandas y las vergas palpitaban unas cerca de las otras, miré a Diego y comenzamos a besar ése fabuloso cuerpo e íbamos descendiendo, al llegar a su verga, Diego la cogió con su mano y la dirigió a mi boca, que la fui tragando lentamente, con mis labios apretados, provocándole mayor placer, así lo decían sus gemidos, su verga entraba y salía de mi boca, con suma lentitud, él quería más rapidez, pero yo no le dejaba, la lengua de Diego se unió a la mía y apartándome se la dejé toda para mi niño, Eduardo acariciaba nuestras cabezas, me desplacé colocándome en su espalda  fui besándole esa inmensidad musculosa, fui deslizando mi lengua y mientras me iba agachando colocando mi cara entre sus nalgas, que fui besando, separe los cachetes y mi lengua comenzó a saborear su lindo ano, muy chiquitín y cerrado, eso me encanta en un hombre, conseguir que su ano se vaya abriendo con mi lengua y eso sucedía siempre, incliné un poco su cuerpo hacia delante, dejándome más espacio para hacerle una buena comida de culo y suavemente comenzó a palpitar, al ritmo de sus gemidos.

Separé a Diego de la verga de Eduardo y lo fui empujando hasta tumbarlo de espalda sobre la cama, mientras sus piernas descansaban sobre el suelo, entonces Diego subió a la cama y se puso de rodillas, con la cabeza de Eduardo entre ellas y agachó su cuerpo cogiendo de nuevo la verga del invitado y chupándola de nuevo, la verga endurecida y los huevos de Diego, colgaban frente a su boca, tímidamente fue sacando su lengua y mojó los huevos del joven Diego, poco a poco fue lamiendo más y también la pasó por la gran verga, Diego gimió, Eduardo continuó lamiendo con más intensidad y por fin colocó la boca en la punta de la joven polla, comenzó a chuparla, por mi parte continuaba chupando su ano que se abría a mí, sus piernas descansaban sobre mis hombros, veía su verga desaparecer en la boca de Diego.

Me incorporé y levantando un poco más sus piernas puse mi verga cerca de su preciado agujero e hice un poco de presión y me fui clavando dentro de su culo, se quejó, pero la verga de Diego le impedía hablar y la mirada de mi niño seguía los pasos de mi penetración, mientras seguía chupándole la verga con más fuerza, mi verga quedó encajada, me quedé quieto, hasta que le pasó el dolor y mis movimientos acompasados lo hacían gemir de placer y cuando hice el movimiento de caderas, que tanto le gustaba a su hermano Amadeo,  Eduardo comenzó a correrse en la boca de Diego, diciendo:¡Dios!¡ Dios! Diego se fue tragando todo el semen y cuando levantó su cabeza lo besé saboreando el dulce néctar derramado en su boca, fui acelerando el ritmo de mi cuerpo y como había apretado el esfínter, finalmente solté mi semen dentro del recién culo desvirgado, mientras seguía penetrándolo, agaché mi cuerpo sobre el suyo poniéndome la verga de Diego dentro de mi boca, por encima de la boca de Eduardo, mis fuertes mamadas hicieron que Diego soltara su semen en mi boca, que yo dejé abierta y el semen  resbalaba de mi boca a la de Eduardo, que al principio la retiraba, pero insistí tanto que cedió dejando entrar el semen de mi amado Diego en su boca, su lengua iba recogiendo lo que se le escapaba, le estaba gustando y se relamía, cuando hubo terminado Diego, se retiró un poco y yo saqué mi verga del culo de Eduardo, mi verga fue sustituida por la boca de Diego, que comenzó a chupar mi semen, limpiándole totalmente el ano.

Al terminar de limpiarlo me chupó mi verga y yo la de él, nos deslizamos en la cama acariciando al joven Eduardo, se colocó entre nosotros dos, respirando hondamente, miraba al techo y no decía nada, me giré y llené las copas de nuevo y las repartí a cada uno, bebimos lentamente. Eduardo apoyó su espalda en el cabezal de la cama y suspirando dijo: ¡La verdad, no sé por qué vine aquí, tal vez, quería saber el porqué, de que mi hermano Amadeo estuviera tan enganchado! ¡Y he de reconocer, que ha sido la mayor y mejor experiencia, que he tenido en mi vida, el placer me recorría todo el cuerpo y dejándome llevar por ése placer! ¡Gracias, chicos! Se iba a levantar, pero nuestras manos lo detuvieron y yo dije: ¡Aún queda champan y más burbujas...! Incliné mi boca sobre la suya y lo besé de nuevo, añadiendo: ¡Si hubieras tenido los ojos abiertos todo el rato, tal vez te habría gustado más, de lo que solo sentiste! Continué: ¡Muy buena excusa, todo el día no sacaste tus ojos de nosotros dos! ¿Me equivoco?

Eduardo dijo: ¡La verdad, tú John, me llamaste mucho la atención y no podía apartar la mirada, tienes un no sé qué, que llama la atención! ¡Después cuando a un señor mayor se le resbaló la servilleta en el lunch, tu rapidez y la gracia con que la cogiste al vuelo y la forma de entregársela, me llenó el corazón, también me fijé en tu bonito trasero y tampoco sé por qué! ¡Te dedicabas totalmente a Diego, sin importar, que la gente mirara, vuestras miradas de complicidad, me producían celos y Diego tan delicado, feliz de escucharte, de estar a tu lado, sonriendo a todo el mundo, como si se tratase de ti, sus miradas te iluminaban aún más! ¡Los comentarios de la gente, que erais unos jóvenes muy guapos los dos! Y siendo mayor que vosotros pensé: ¡Nunca he encontrado a una persona que se comporte de ésa manera conmigo, excepto mi hermano Amadeo, cuando yo era más joven, me adoraba, pero con el tiempo cambió y tampoco sé por qué! Yo le dije: ¿Porque no se lo has preguntado nunca o te da miedo preguntárselo? Él añadió: ¡No lo sé...!

Mi mano le acariciaba el amplio pecho y Diego después de dedicarle una amplia sonrisa junto sus labios a los de él, ahora tenía los ojos abiertos y saboreaba los jóvenes labios de mi amigo, mi mano descansaba sobre el vello púbico de Eduardo, su verga iba creciendo lentamente al contacto de mis caricias y los besos de Diego, casi al mismo tiempo los tres estábamos empalmados de nuevo, la mano de Eduardo descendió agarrando la verga de Diego, que fue masturbando lentamente, parecía sorprendido por el grosor y largura de la verga del joven, pero su mano continuaba tocándola, cogí el cuerpo de mi amigo colocándolo encima de Eduardo, me coloqué detrás de Diego y clavé mi verga en su culo, él gimió en la boca de Eduardo, lo fui penetrando son suma lentitud, él frotaba su verga con la de Eduardo, poco después saqué mi verga de su culo, dejándome caer en la cama boca arriba y Diego hizo girar el cuerpo de Eduardo sobre mi cuerpo, separé mis piernas y Eduardo quedó entre ellas, las levanté colocándolas sobre sus hombros.

Su rotunda verga se acercaba a mi ano y fue metiéndola lentamente mientras miraba la expresión de mi cara, mis manos agarrándole las nalgas le urgía a clavarse del todo y eso hizo, de un golpe entró toda dentro de mí, gemí, la fue retirando lentamente y la clavó de nuevo, volví a gemir, quería jugar conmigo y yo encantado, sus manos acariciaban mi cuerpo, mi mano le cogió por la nuca acercando su boca a la mía y nos besamos, Diego se puso detrás de él y comenzó a lamerle el ano, entonces Eduardo me susurró:¡Me partirá en dos! Yo le dije: ¡No pienses en eso, relájate y sólo siente el placer, yo estoy aquí contigo! Y lo fui besando de tal manera, que no se percató de la penetración hasta el final, que le dolió un poco, pero no dejó de besarme como yo a él, su verga continuaba dentro de mí, ahora Diego dirigía los  movimientos, cuando se clavaba en él, éste clavaba su verga en mí y todos gemíamos, iban a buen ritmo, Eduardo había incorporado su cuerpo y me sujetaba los tobillos penetrándome tras las embestidas que le daba Diego y no pudo controlarse y fue soltando su semen dentro de mi culo llenándome totalmente.

Diego sacó su verga del culo de Eduardo y apartándole a un lado con suavidad, ocupó su lugar penetrándome de golpe, gemí de nuevo, ahora sus embestidas eran más brutales, que a Eduardo, éste para mi sorpresa, se colocó sobre mi verga y la cogió con sus labios y fue chupándola con la misma fuerza, que Diego en la penetración, una de sus manos hurgaba el ano de Diego, metiéndole los dedos en el culo, lo follaba con los dedos y Diego gemía al mismo tiempo que yo y me corrí soltando mi semen en la boca de Eduardo, que le iba costando tragársela y Diego soltó un largo gemido soltando su semen dentro de mi culo, con tanto semen dentro, me resbalaba sobre mis muslos, momento que Eduardo fue lamiéndolo todo, poco después Diego se unía a él chupándome el ano limpiándolo bien, luego se besaron, fueron subiendo sus cuerpos a mi altura y nos fundimos los tres en fuertes besos.

Agotados nos tumbamos de nuevo, le pregunté a Eduardo: ¿Cómo te encuentras, te han partido en dos? Me miró y soltó una ligera risa, respondiendo: ¿Me he quejado? Y yo enseñando mi mano la moví de lado a lado, diciendo: ¡Así, así! Y todos sonreímos, miré la hora y eran las 5 de la madrugada, el sol comenzaba a aparecer a lo lejos, dormitamos un rato abrazados los tres, Eduardo con sus brazos debajo de nuestras nucas y nuestros brazos descansaban sobre su cuerpo, estábamos acurrucados.

Me desperté a las 7,30 y noté la falta de Diego, fui al baño, allí se encontraba estaba a punto de entrar en la bañera, casi le doy un susto al acariciarlo y entramos los dos en la gran bañera, abrimos los grifos de la alcachofa superior y dejamos resbalar el agua sobre nuestros cuerpos, es muy original, de forma rectangular y pegada al techo, los chorros salían con fuerza y te mojaba entero, Diego estaba de espaldas a mí, besé las gotas que le resbalaban, se dio la vuelta y nos besamos con ardor, dio un salto y agarrándose a mi cuello, por detrás, cruzó sus piernas abrazando mis caderas, apoyé su espalda sobre el mármol de las paredes y cogiendo mi verga, se la clavé, ronroneó como un gatito, mientras lo penetraba nos besábamos, en ése instante entró Eduardo, al vernos en plena faena, se fue poniendo palote y entró dentro de la bañera, colocándose detrás mío, agarró su verga y me la clavó, mientras sus manos agarraban mis caderas, empotrándome más dentro del culo de Diego, poco después Diego fue bajando sus piernas y salí de su culo, Eduardo sacó la verga del mío y se puso entre Diego y yo. Levantó a Diego de nuevo, pasando sus potentes brazos por medio de los muslos y aguantándole por las nalgas lo penetró, apoyándole la espalda en el mármol, lo subía y bajaba, clavándose más en él, me acerqué por detrás y cogiendo mi verga, se la clavé con rudeza a Eduardo y lo penetré con ganas, haciéndole soltar gemidos, mis manos sobre sus hombros lo apretaba con fuerza y mis empujones también y entonces comencé a soltar mi orina dentro de su culo, mientras continuaba penetrándolo, el líquido le resbalaba por las piernas, gimió y comenzó a correrse o eso pensé, pero vi caer orina, que salía del culo de Diego.

Yo me separé y Eduardo descabalgó a Diego, mi joven amigo colocó su mano sobre mi hombro y me arrodillé delante de él, su verga entró rauda en mi boca y fue soltando su orina dentro, el líquido resbalaba por mis labios, al verlo Eduardo se agachó y chupó la joven verga, recibiendo en su boca el final de la cálida meada de mi niño. Y en ése momento sonó una llamada a la puerta, salí deprisa y la voz de Alejandro decía: ¡Estaremos en el comedor os esperamos para desayunar! Yo respondí: ¡Ahora bajamos! Entré en el baño y se lo dije a los dos, fuimos muy rápidos, Eduardo cogió su batín y bajó al piso de abajo, mientras nosotros nos vestimos y fuimos al comedor, acabábamos de sentarnos, cuando apareció Eduardo, saludó a todos y se sentó con nosotros, desayunamos muy bien, al pasar por recepción Alejandro pagó con su tarjeta nuestras habitaciones, incluida la de Eduardo, éste se lo agradeció.

Nos dirigimos al aparcamiento y Amado, le dijo a su hermano: ¿Parece que no has dormido mucho? El hermano menor contestó: ¡La verdad, no demasiado! Entonces Amadeo acercándose a Alejandro acarició su brazo y le dijo: ¿Te importaría que yo conduzca el coche de mi hermano, creo que no ha dormido bien...? Alejandro sonriendo contestó: ¡Yo llevo a los chicos y más tarde te recojo en casa de tu hermano! ¿Te parece bien? Amadeo asintió y se fue a coger el coche de Eduardo, se montaron en él y salieron poco después que el coche de Alejandro, con nosotros dos dentro.


Estamos de camino a mi casa, conduce mi hermano mayor Amadeo, estamos en silencio, pero de repente le pregunto: ¿Por qué te alejaste de mí, cuando aún era muy pequeño? Amadeo casi se atraganta y dijo:¡Cuando les dije a nuestros padres, que me gustaban los chicos, casi me obligaron a no verte tanto como antes, tal vez pensaban que sería contagioso para ti, por eso me fui apartando cada vez más, para evitar problemas familiares y que tú no tuvieras mi influencia! ¡Lo siento, siempre he querido lo mejor para ti! Yo le contesté: ¡No pasa nada y os veo tan felices, que siento un poco de envidia! Amadeo añadió: ¿Van mal las cosas con tu novia? Respondí: ¡No lo sé, no es como cuando os miro a vosotros! ¿Y por cierto cómo ha ido la noche de bodas, todo bien espero? Amadeo sonrió contestando: ¡Sí, de fábula! ¡Sabes me entró en la habitación en brazos, como marca la tradición! ¡El resto es privado!

Yo insistí diciendo: ¡Ya no soy un crio, cuéntamelo todo, así puedo comprender mejor vuestra relación! Amadeo dijo: ¿Sabes que eres muy zalamero? Continuó hablando: De los nervios que teníamos los dos, apenas comimos, pero brindamos con todo el mundo, al marcharse todos y verte en la piscina, nos despejó la mente un poco y como te he contado me entró en volandas en el cuarto, me comenzó a desvestirme y yo a él, todo muy romántico, al quedarnos desnudos me volvió a coger en brazos depositándome sobre la cama y me hizo el amor. ¡Ya está! ¿Cómo que ya está, cuéntamelo todo con detalle, quiero que me lo cuentes? Amadeo estaba reticente a contarle cosas de su intimidad, pero accedió. Siguió: Sabes que John y Diego llevan con nosotros mes y medio, de alguna manera fueron los causantes de todo, despertaron el afecto de Alejandro hacía mí, lo llevaba tan dentro que ni él lo notaba y ellos lo despertaron, para mí, se me entregó totalmente, desde ése día yo era su macho y él me dejaba quererlo, penetrarlo hasta que nos quedábamos sin aliento, pero ésta noche fui suyo por primera vez ¡Menuda polla tiene, muy gruesa y larga, más de 23 cm.! Yo añadí: ¡Debió dolerte mucho! Amadeo continuó: Me había tumbado sobre la cama y se arrodilló entre mis piernas y comenzó a chuparme la verga, su boca me producía escalofríos de placer, fue deslizando su boca por los genitales poniéndoselos dentro de la boca, primero uno, luego el otro, me levantó las piernas y enterró su cara entre mis nalgas, lamiendo y chupándome el ano, el gusto que yo sentía, era inmenso y mi ano palpitaba pidiendo guerra, depositó mis piernas sobre la cama y se tumbó encima mío y nos besamos con mucho frenesí, tiré de su braza, obligándole a que se sentara sobre mi pecho y fui chupándole ésa inmensa verga, que estaba dura como un poste de luz.

Me dio la vuelta, dejándome boca abajo, y agarrando su potente arma me la fue clavando, yo mordía la almohada por el dolor, pero quería tenerlo dentro y aguanté, cuando estuvo clavado dentro de mí se quedó parado, no quería hacerme daño e iba con sumo cuidado, cuando el dolor cedió se lo hice saber moviendo mi trasero y comenzó a penetrarme muy lentamente, salía y entraba de nuevo, estuvimos bastante rato en ésa posición, pero después, cogiéndome por la cintura me puso  de rodillas a cuatro patas, su brazo pasó por delante de mi cuerpo levantándolo y ambos quedamos de rodillas, él detrás y yo apoyando mi cuerpo contra el suyo, con su verga atravesándome, giró mi cara y nos besábamos, sus manos acariciaban mi pecho y vientre agarrando mi verga con su mano, me masturbaba con lentitud, entonces nos fijamos en la cabecera de la cama habían unos espejos cuadrados y nos reflejábamos en ellos, nuestra imagen  era de portada de revista, como él no podía moverse fui subiendo y bajando mi cuerpo, ya no me dolía, aunque parecía llegarme hasta la mitad del pecho.

Cambiamos de posición y de espaldas sobre la cama, levantó mis piernas y clavó de nuevo su verga dentro de mi culo, sus manos sujetaban mis tobillos, juntó mis piernas y ahora notaba más el roce de su verga entrando y saliendo de mi culo, mi verga botaba sobre mi plano vientre y gimiendo le dije: ¡No puedo aguantar más, voy a correrme! Mientras yo decía esto, separó mis piernas dejándolas sueltas agachó su cuerpo sobre el mío y nos besamos fuertemente al mismo tiempo que se clavaba más dentro de mí y comencé a soltar mi semen salpicando nuestros cuerpos, fue tanta cantidad, que hasta yo me sorprendí, ahora arremetía con fuerza en mi culo, mientras nos besábamos y soltó un gemido y noté su semen llenándome todo el culo, las palpitaciones de su verga continuaban, pasó mi pierna por delante de su cuerpo y nos quedamos de lado, con su verga clavada en mí, nos quedamos dormidos abrazados.

Al despertarme todavía estaba su verga clavada en mi culo, fui moviéndome y ésta comenzó a hincharse de nuevo, despertando a su dueño y en ésa misma postura me folló de nuevo, estaba en la gloria, se corrió dentro de mí de nuevo, poco después se puso entre mis piernas y fue chupándome la verga mientras su mano me masturbaba con fuerza y no resistí mucho más y me corrí dentro de su boca, al terminar fuimos a la ducha y allí me masturbé un poco y apoyando su cuerpo en la pared me clavé en su culo, al notarlo tan prieto y caliente solté mi orina dentro de él, después él soltó la suya sobre mí, nos terminamos de duchar y nos vestimos, ya sabes el resto, llamamos a los chicos y a desayunar ¿Contento?

Mi mirada descendió de su cara hasta su abultado pantalón, se notaba que su propio relato de lo sucedido, lo había puesto cachondo, alargué mi mano diciéndole: ¡Tú sigue conduciendo! Bajé su cremallera y separé el pantalón sacando su verga del slip, me fui agachando por debajo de su brazo en el volante y comencé a chuparle la polla ¡Que placer sentía al tener la verga de mi hermano en mi boca! Continué chupándola con deleite, mientras que mis manos habían abierto mi cremallera y sacado mi verga, masturbándome con furia, me fui abriendo la camisa, dejando mi cuerpo musculosa a la vista, Amadeo gemía mientras decía: ¡Esto no está bien, no está bien! ¡Ohhh, Ohhh! Mientras yo me corría sobre mi cuerpo apreté los labios como hacía John y Amadeo fue soltando su semen dentro de mi boca, gimiendo y me la fui tragando con lentitud, quería alargarlo lo más posible, cuando dejé la verga bien limpia, le subí el slip y le puse bien el pantalón, yo cogí de la guantera unas toallitas de papel y me limpié mi propio semen. Amadeo estaba callado y de pronto estalló: ¡Malditos críos los voy...! Yo lo hice callar diciéndole: ¡Ellos no tienen la culpa de nada, cuando me separé de ellos en la piscina, me tomé unos lingotazos de coñac, para tener valor y me presenté en su habitación, cuando estaban haciéndose el amor, llevé champan y bebimos, yo quise que pasara! ¡Quería sentir, lo que tú sentías y disfruté con ellos! ¡Diego es una ricura, pero John, es lo más, es sensible, cariñoso y un gran maestro, cuando me penetraba se movía de una forma, que me ponía a mil, parece un profesional! Amadeo soltó: ¡Era un profesional y subastó a su querido Diego! Estaba algo enfadado y me fue contando todo desde la subasta hasta ahora, cuando terminó, respiraba con dificultad y yo quitándole importancia repliqué: ¡Era para sacar a Diego de la calle, quería algo mejor para él, aunque lo subastara un día! ¡Pero le debes dar las gracias, por unirte a Alejandro! ¿No lo has pensado? ¡Y además ellos no tienen la culpa de estar enamorados el uno del otro, también les gusta compartir su amor con otros y eso es maravilloso!

Amadeo se calmó ¡Tienes razón, no quería meterte en esto! Yo repliqué: ¡Tú no has hecho nada, he sido yo solito y lo deseaba, al igual, que tú no has podido impedir que te chupara la polla y me tragara tu semen, que por cierto está muy rico! ¡Me das una sonrisa o tengo que hacerte cosquillas, para conseguirla! Amadeo lo miró un instante sonriéndole francamente y los dos soltamos una gran carcajada, pasado un buen rato, hablábamos de todo un poco y llegamos a mi casa, aparcó el coche y entró conmigo en la casa, le ofrecí una copa de coñac y yo tomé otra, poco después sonó el claxon del coche de Alejandro, acompañé a mi hermano a la puerta y saludé a Alejandro, se montó en el coche y se fueron a su casa, yo me quedé pensando en la dura vida de los dos jóvenes y a pesar de todo eran felices....

Continuará.