Me subastan por amor... 1ª parte
: ¡La primera vez duele, pero iré despacio y luego te gustará! Y agarrando su verga la fue acercando a mi agujero y comenzó a presionar, me quejé, pero fui aguantando, me besaba con ardor, seguía penetrándome
ME SUBASTAN POR AMOR... 1ª PARTE
Estaba deprimido, pero expectante por si aparecía el revisor del tren en el que me había colado, no sabía a donde iba, pero quería marcharme del pueblo, desde allí había llamado a mi hermana, que está en una pensión para chicas, en la capital de la provincia, estudia y trabaja, así que no podía refugiarme con ella, pero después de hablar, tomé la decisión de irme lejos, lo más que pudiera.
Cabizbajo rememoré los últimos instantes, mi madre llegó temprano a casa y me pilló, en mi cuarto chupándole la polla, a su último amigo, éste le dijo, que yo lo había despertado en el sofá chupándole la verga y cuando nos pilló, él me llevaba castigado a mi cuarto, pero que me lancé sobre su polla, para seguir chupándola y mi madre se lo creyó, no quiso escucharme en ningún momento, entonces me dijo, que si me gustaban las pollas, que me fuera de su casa, que no quería tenerme allí, que me buscara la vida por mi cuenta, esa noche dormí en el parque, y al día siguiente, pensé que se le habría pasado, pero no fue así, me llamó: ¡Maricón de mierda y roba hombres! Y que no volviera más por allí, llamé a mi hermana y se lo conté, no podía ayudarme mucho más, había metido en mi mochila, algo de ropa, bambas y algunas monedas que tenía sueltas en un cajón, así me encontraba en ése momento.
Por fuera iban pasando pueblos y más pueblos, unos más grandes que otros, vi al revisor y me encerré en el baño, cuando pasó de largo, salí de nuevo, durante bastante rato fui dormitando, intentaba pensar, que iba a pasar a partir de ahora, me quedé dormido de nuevo y al despertar, noté que el tren estaba frenando de nuevo, miré el reloj y había pasado bastantes horas, desde que subí al tren, me asomé a la ventanilla y llegaba a una gran estación, con un letrero que ponía “BARCELONA”, al parar salté deprisa, mezclándome con la gente, entré en los urinarios, para mear y mientras me lavaba las manos, de uno de los reservados, salió un hombre mayor, bastante gordito, se miró en el espejo y se fue, me sorprendió, que del mismo sitio, saliera un joven, guardándose dinero en el bolsillo del tejano, se acercó a los lavamanos y con su mano bajo el chorro de agua, hizo enjuagues, después se mojó la cara y el largo pelo, yo seguía mirando al joven, lo encontraba fascinante y atractivo, debía tener tres o cuatro años más que yo, o eso me parecía, mientras él se secaba la cara, miró mi reflejo en el espejo, me sonrió y salió afuera.
Fui paseando por la gran terminal del tren, no tenía prisa y todo me parecía grandioso, la gente con mucha prisa, salí al exterior la gran cantidad de coches, me asombraba, metí mi mano en el pantalón sacando las pocas monedas que tenía, me moría de hambre, no había comido desde el funesto día anterior, vi una sombra a mi lado, giré la cara, encontrándome con la cara sonriente del chico del lavabo, me preguntó: ¿Tienes hambre? Yo tímidamente asentí, me pasó el brazo sobre mis hombros diciendo: ¡Vamos a comer algo, te invito! Por cierto me llamo John, Juan en inglés, yo respondí: ¡Me llamo Diego, como mi abuelo! Comenzamos a andar, íbamos pasando por diversas calles, terminamos cerca de las Ramblas en un local, que tenía olor a pollo frito, entramos y nos sentamos en una mesa.
Pedimos medio pollo con patatas y un refresco, para cada uno y me encontré contándole mi vida y la de mi familia, le conté, que tenía una hermana mayor, pero de diferente padre, mi madre no se había casado nunca, trabajaba mucho para sacarnos adelante, pero sus amigos, a cual peor, el último manoseó a mi hermana, por eso ella se fue de casa, se puso a trabajar y estudiar, después me tocó a mí, entrando durante la siesta, me forzó a que le chupara la polla, a pesar del asco que me daba y lo mal que olía, fue entonces cuando entró mi madre y armó el escándalo, por eso llevaba sin comer desde el día anterior.
John, por su lado siempre con una ligera sonrisa en los labios, me dijo, que él se había fugado de un orfelinato, hacía unos años, había conseguido su partida de nacimiento del director del centro, después de hacerle una mamada y desde entonces vagabundeaba por la gran ciudad, no robaba a nadie, solamente buscaba a gente mayor, que quisieran usar su boca, para desahogarse y le pagaban por ello, añadió: ¡Ahora estoy viviendo en un ático, con buenas vistas! ¡Te quedarás conmigo y así nos haremos compañía! ¿Te parece bien la idea? Le di las gracias, pagó y salimos al exterior, andamos durante un buen trecho, llegamos a unos bloques de pisos, bastante antiguos, me dijo, que a la zona lo llamaban El Ensanche y la gente que vivían allí, eran personas algo mayores, pero una zona muy tranquila, sacó una llave y abrió la puerta, subimos por la escalera, después de subir cinco pisos, más principal y entresuelo, llegamos arriba del todo, abrió una puerta y nos encontrábamos en la gran terraza de la finca, se dirigió a uno de los lados y entró en una caseta, la puerta no tenía cerradura, entré detrás de él y había un gran colchón, sobre unos palés de madera de unas obras, tenía puestas unas sábanas y en un rincón, doblado, había una manta, una colcha y un edredón, al lado de la cama una lamparita pequeña, en el otro lado una mesa redonda de centro con dos sillas, en un rincón un enorme perchero de pie, antiguo, con algunas prendas y en el lado opuesto, un lavadero antiguo con un grifo, que salía agua fría, no había cocina, pero sí una estantería con algo de comer y cosas para lavar a mano.
¡Mi ático, ya verás que es muy acogedor! Y John comenzó a quitarse la ropa, me sorprendió que no llevara calzoncillos y quedó desnudo totalmente delante de mí, se tumbó sobre la cama y dijo: ¡Voy a descansar un poco, ésta noche tendré que trabajar, para que mañana tengamos algo que comer! Yo dije: ¡Me sabe mal, tal vez es por mi culpa! Él sonriendo como siempre, lo negó con un movimiento de cabeza, se puso de lado y se quedó dormido. Entonces comencé a observarlo detenidamente, si su cara me había llamado la atención, su cuerpo era increíble, no era un musculitos, era delgado y muy fibroso, se le marcaba un bonito pectoral, su vientre plano me atraía enormemente, entre el vello del pubis sobresalía una bonita verga, tirando a gruesa, larga, medio cubierta por la piel, sus piernas parecían potentes, el culo pequeño pero duro y su cara dormida, seguía sonriendo.
Me saqué la ropa, me quedé solamente con el slip puesto, le di un vistazo y salí al exterior, el sol se ocultaba y realmente la vista era magnifica, iba refrescando, entré de nuevo, me tumbé a su lado y me puse de costado rozando ligeramente la espalda de mi nuevo amigo, cerré los ojos y me quedé dormido profundamente, solo recuerdo haberme despertado al notar unos labios sobre los míos, mojándomelos con la lengua, abrí los ojos y John, estaba mirándome, deslizaba su mirada sobre todo mi cuerpo, entonces noté que mi polla salía por la parte superior del slip, me sonrojé, bajé mi mano para cubrirme, pero él la apartó, diciendo: ¿Por qué quieres tapar tan grandiosa polla? Continuó: ¡Tienes un bonito cuerpo, digno para pagar por él! Se levantó, su verga estaba algo más dura, que cuando dormía, se vistió, me dijo, donde poder hacer de vientre y donde orinar, añadió: ¡Intentaré no volver muy tarde, pero nunca se sabe, lo que aparece! ¡Hasta luego y descansa un poco más, mi niño! Y se fue, me quedé dormido de cansancio.
La siguiente vez que desperté, vi, que John entraba y comenzaba a despuntar el día, se acercó al fregadero, después de desnudarse y sacando una palangana de debajo, la llenó de agua y con un jabón se fue lavando la verga, el pecho y después se dedicó a lavarse el trasero, en esa zona se entretuvo bastante más tiempo, yo miraba sus movimientos a través de mis pestañas, luego se refrescó el resto del cuerpo y también las axilas, se tendió en la cama de lado, rozando su fresco cuerpo con mi espalda, pasó su brazo sobre el mío y se durmió, pero al poco rato notaba su mano acariciándome el pecho y la deslizaba hacía abajo, metió sus dedos por debajo de mi slip y acariciaba mi vello púbico, yo notaba una sensación agradable, entonces me giró boca arriba y apoyándose sobre su codo, acercó sus labios a los míos, me sorprendió su frescor, su lengua mojaba mis labios, que fui separándolos ligeramente y su lengua fue invadiendo mi boca, la movía dentro palpándome todo el interior, mi lengua se juntó a la suya y fuimos chupándolas mutuamente saboreándolas.
Ahora se había puesto tumbado encima mío, seguíamos disfrutando de nuestro beso, pero su verga se frotaba contra la mía encerrada en el slip, sus manos me acariciaban el cuerpo y yo gemía, él también, mis manos acariciaban su espalda de arriba abajo, le tocaba las nalgas sin miedo alguno, su lengua fue bajando sobre mi cuello, lo iba besando pasando la lengua, era tanto placer, que me derretía, su cuerpo fue deslizándose hacia abajo, mientras que sus manos me bajaban el slip, los sacó por los pies y agachándose sobre mis piernas, fue pasando la lengua a lo largo de mi polla y poco después comenzó a chuparla, al principio la puntita, pero cada vez estaba más ansioso de tragársela toda y lo hizo, yo solté un largo gemido de gusto, lo tuve que parar, para no terminar tan rápido, entonces me dio la vuelta, se levantó trajo la palangana con agua y jabón, comenzó a lavarme el culo, se untaba los dedos con jabón metiéndolos dentro de mi ano, primero uno y luego dos, se limpiaba los dedos en la palangana y volvía a meterlos de nuevo, limpiándose después, pasado un rato, apartó la palangana y deslizó su cuerpo sobre mi espalda, yo me dejaba hacer, estaba a gusto notando sus caricias, no importaba nada más...
Me besaba la nuca, mordisqueaba mis hombros y lamía mi oreja, metiendo su lengua dentro, me hacía cosquillas, pero era muy agradable, notaba su verga endurecida sobre mis nalgas, entonces me dijo: ¡La primera vez duele, pero iré despacio y luego te gustará! Y agarrando su verga la fue acercando a mi agujero y comenzó a presionar, me quejé, pero fui aguantando, me besaba con ardor, seguía penetrándome, mi culo parecía que iba a partirse en dos, pero al poco, tenía toda la verga clavada dentro, se quedó quieto un rato, movía sus caderas y dejó de dolerme, me separó las nalgas y de un golpe se clavó dentro, gemí, entonces me hizo poner de rodillas, apoyando las manos en el colchón, él detrás, seguía con su verga clavada en mí culo, sus manos agarraban mis caderas y comenzó a follarme, con suavidad al principio, luego más fuerte, ahora su verga entraba y salía de mi ano, sin dolor y con mucho placer.
Me dio la vuelta, tumbándome de espaldas sobre la cama, me levantó las piernas y se clavó de nuevo en mi culo, dobló su cuerpo hacia abajo agarrando mi verga, que iba chupando, me sorprendió la facilidad de agacharse tanto, me seguía penetrando y notaba su verga bien dentro de mí, sus chupadas me daban tanto placer, que lo avisé, pero continuó chupándola y estallé dentro de su boca, soltando mi semen, al hacerlo apreté mi ano y noté las sacudidas de su verga, llenándome con su semen y al terminar se derrumbó sobre mi cuerpo, nos besamos de nuevo, pero esta vez fuimos los dos los que saboreábamos nuestras bocas y a placer. Dormimos abrazados unas horas más.
Al despertarnos después de besarnos un rato, me enseñó la manera de limpiarme el trasero, después de una penetración, me dijo que me seguiría enseñando todo para dar y recibir placer. Ésa misma tarde, tumbados en la cama, me fue enseñando la mejor manera de chupar una verga y lamer el culo, cuáles eran las zonas, que más placer notaban los hombres, también añadió: ¡Con tu verga, podríamos tener más dinero! ¡Y tu culo pequeñín, se rifarían por conseguirlo! ¡Todo tú eres divino!
Durante la semana, teníamos sexo continuamente, me fue enseñando la manera de follar, en diversas posturas, no solo en la cama, también de pie, en una silla o sobre una mesita, él se clavaba mi verga con deleite, a veces se movía él, otras yo lo penetraba con fuerza, él me animaba a follarle con más contundencia, mi boca aprendió rápido, lamer y chupar, mis dedos largos hacían estragos en el ano de John, mi verga, que nunca le había dado importancia, era bastante más grande que la suya y más gruesa, unos 21 cm. Al día siguiente, me dijo, que haríamos una prueba con un hombre diferente a él y fuimos a los lavabos donde nos conocimos.
Entramos los dos y me dijo la forma de provocar, al del urinario de al lado y salimos de nuevo a esperar un posible cliente, quería ayudar a John con nuestros gastos de comida, entraron algunos hombres, pero apenas nos miraron, John, me decía con la cabeza, una señal negativa, pasado un buen rato se acercó un hombre uniformado de militar, éste nos dirigió una mirada a los dos, entró John y al poco hice lo mismo, el militar estaba en el urinario del medio, John a su izquierda y yo me puse en el de la derecha, miraba nuestras vergas, decidiendo cual le gustaba más, dejó de tocarse la suya y pasando sus manos a ambos lados cogió nuestras vergas , las fue masturbando ligeramente, entonces, con una indicación de cabeza nos indicó de entrar, dentro de uno de los W.C. y entramos los tres, se quitó la chaqueta militar y la gorra, dejándola sobre la cisterna del wáter, me bajó el pantalón, no llevaba slip y agachó su cuerpo sobre mi verga, comenzando a lamerla y a continuación chuparla, sus manos habían bajado sus pantalones, dejando su trasero delante de John, éste se agachó y pasó su lengua por el ano militar, el hombre gimió, pero continuaba chupándome la verga, al rato mi amigo lo penetró de un solo golpe y lo folló con ganas, agarrándole por las caderas, mis manos le apretaban la cabeza sobre mi verga, mientras acariciaba su pelo y la nuca, con cada embestida de John, el hombre se tragaba más mi verga, casi hasta ponerse colorado, John se había puesto un condón y le avisó, que se iba a correr y el militar empujó su culo hacía atrás y John soltó su semen dentro de la goma, el militar se masturbaba con mucha frecuencia y rapidez, y comenzó a soltar su semen sobre el suelo, al notar su explosión, fui soltando mi semen dentro de su boca glotona, mi líquido se lo fue tragando, continuó chupándola bien hasta dejarla limpia, poco después se incorporó, se puso la chaqueta y la gorra, de la cartera sacó unos billetes y se los dio a John, se despidió de nosotros soltando: ¡Estoy encantado con los dos, tal vez otro día, nos encontremos de nuevo, sería un placer! Y salió, John miro los billetes y soltó un silbido, eran dos billetes de 100 euros, salimos rápido, pero no lo encontramos, éramos honrados y pensamos que se había confundido de billetes.
Pasados unos días, en una tienda de fotocopias John imprimió como unas tarjetas de visita, que ponía:
El sábado a las 22 horas, se subastará un joven, muy agraciado, buen cuerpo y verga digna de mención, los interesados tendrán que presentar una de éstas tarjetas, la puja mínima será de 300 euros por hora, no se admitirán maltratadores.
Lugar: Octava planta del edificio de Parking de Urquinaona
Se empezará con puntualidad. Gracias.
Hizo un montón de ellas y las fuimos repartiendo en diferentes sitios, saunas, bares, pubs y por supuesto enganchadas someramente en las puertas de los lavabos de diferentes zonas.
En otra zona de la ciudad un militar cuarentón, hablaba por teléfono con un amigo suyo diciéndole: ¡Amigo, ya ha pasado un año de la muerte de tu hijo, es hora que salgas a la vida de nuevo! ¡Me gustaría, que me acompañaras a una subasta, que promete ser entretenida y algo divertida! ¿No te lo vas a creer, subastan a un joven y piden de mínimo 300 euros por hora, que te parece? ¿No es una locura, por ése precio, se ha de ver la mercancía? El amigo del otro lado del teléfono dijo: ¡No tengo muchas ganas de salir, pero iré si te hace feliz, nos vemos a las 21,30 te paso a recoger! El militar añadió. ¡Gracias Alejandro, nos divertiremos un rato! ¡Gracias Amadeo, hasta luego! Respondió el otro.
John, con unos conocidos, prepararon una tarima, cubriéndola con tela azul oscuro, colocaron unos focos en unos ángulos del parking, dirigiendo la luz al centro de la tarima, aparte de esos focos, solamente había una pequeña lamparilla sobre una mesa cerca de la entrada, en ésa planta nunca subían coches, estaba demasiado arriba, yo estaba muy nervioso, no sabía dónde me había metido, pero John, me acariciaba y besaba constantemente, dándome ánimos y que todo saldría bien.
A media tarde, llamé a mi hermana por teléfono y estuvimos hablando, me contó que había recibido una llamada de la policía, nuestra madre había tenido un accidente de coche, junto con un hombre y los dos habían fallecido, como no podía localizarme, fue al funeral y le dieron una carta dirigida a los dos y comenzó a leérmela:
Queridos hijos:
Quiero disculparme con vosotros, siento no haberos escuchado antes, tenías razón, no es un hombre de fiar, lo encontré tonteando con los hijos de nuestros vecinos, ahora reconozco que os fallé a los dos, perdonadme, hice lo mejor que supe para veros crecer, pero ahora creo que es hora de despedirnos definitivamente, espero, que estéis bien, os quiero mucho. Besos.
Mamá
Me caían lágrimas de los ojos, le di las gracias a mi hermana y que volvería a llamarla otro día, hoy no tenía ganas de hablar, no podía articular palabra, nos despedimos y colgué., John me abrazó y acarició mi espalda para consolarme, sin importarle que la gente mirara.
Se acercaba la hora de la subasta, un conocido de John, estaba de pie detrás de la mesa de entrada, la penumbra hacía que no se le viera la cara, solamente la luz de la lamparita y sus manos, verificando las tarjetas, otros conocidos de él estaban en el piso inferior indicando donde podían aparcar, al mismo tiempo que daban la tarjeta, se les entregaba una linterna, con un número pintado en el cristal, al encenderse el número se reflejaba sobre el suelo de hormigón, eran las instrucciones, que iban recibiendo y llegó la hora, en el piso inferior se colocó una cadena, para que no pasara nadie más, de los que ya estaban, habría alrededor de unas 50 o 60 personas reunidas, entonces John subió a la tarima y les dio las gracias de antemano por su visita, volvió a repetir lo de la linterna y la manera de la subasta, no se veían las caras de los asistentes, pero éstos estaban pendientes de cada palabra del joven.
Apoyado en una columna, se encontraba Amadeo, el militar, muy atento en todo, a su lado Alejandro su amigo, que no miraba y jugueteaba con su linterna, John alargó su brazo hacia el rincón donde yo me encontraba, me fui acercando lentamente, mientras sonaba una música muy sensual, que salía de un radio-casete, subí a la tarima, iba con la cara tapada por una máscara, y mi cuerpo con una larga capa, que arrastraba por el suelo, mi cabeza cubierta con una capucha de la misma capa, era plateada y brillante, se la había prestado un transformista conocido, no se me veía nada del cuerpo, la música paró.
John, comenzó hablando de mí, halagando y ensalzando mi persona, yo tenía la cabeza inclinada hacia delante, entonces con su mano fue deslizando la capucha hacía atrás, dejando ver mi pelo largo, castaño muy claro, apartó las partes frontales de la capa, dejando ver mi cuerpo desnudo, excepto las caderas, que estaba cubierta con una pieza de tela dorada, me cubría las nalgas y la parte delantera, ahí colgaba el final de la tela como si cubriera mis atributos y comenzó la subasta.
John, los animaba a pujar más fuerte, estábamos por los 500 euros la hora, la mano de mi amigo deslizó la capa hasta el suelo, quedando como si fuera una lámpara plateada, me hizo dar la vuelta lentamente, volvió a sonar la música, pero esta era más movida, un tema de los 80 muy conocida en el ambiente gay y de repente me fue estirando la tela dorada, mientras yo giraba mientras él la recogía, me quedé totalmente desnudo, se oyeron varios ¡Ahhh! Algún que otro comentario ¡Menuda verga tiene el chaval! Y comencé a bailar al ritmo de la música, mi verga bamboleaba con mis movimientos, las pujas subían de nuevo y entonces me arranqué la máscara de la cara, mi cara sonriente los dejó mudos junto a mis ojos verdes, eran todo un espectáculo, no podía parar de sonreír, la puja estaba por los 1000 euros la hora y seguía subiendo.
En aquel momento, una de las linternas, se encendía y se apagaba constantemente, de pronto se apagó y una voz dijo: ¡3000 por hora! Casi todos se volvieron para mirar quien había ofrecido tanto dinero, John miró al resto de personas y preguntó: ¿Alguien da más? ¡A la una... y alargó el momento, a las dos... volvió a retardarlo y a las tres..., adjudicado al caballero con el número 23! Continuó: ¡Caballeros la subasta ha terminado, gracias por su visita! El resto de hombres se fueron a coger sus coches y solamente se quedaron dos. John, me acercó la ropa y me fui vistiendo sobre la tarima, mis vaqueros gastados y ajustados marcaba mi verga a lo largo, con mi camisa blanca y las bambas del mismo color, me fui acercando a la zona un poco más iluminada.
Allí descubrí al militar, con el que habíamos tenido sexo en el lavabo, a su lado otro caballero muy bien parecido, que hablaba con mi amigo John, mientras los amigos de John, recogían todo, dejándolo vacío como estaba al principio, John, me presentó a los dos hombres, el militar Amadeo y su amigo Alejandro, el ganador de la subasta.
Bajamos al piso inferior y montamos los cuatro en un coche de gama alta y partimos hacia nuestro destino, pasado un buen rato el coche atravesó una verja metálica, que habían accionado con un mando, dejaron el coche delante de una magnifica casa, rodeada de árboles, flores y un inmenso jardín, Alejandro abrió entrando el primero, seguido de Amadeo y cerrando el sequito nosotros dos, si por fuera era magnifica, su interior era muy lujoso, pero muy actual y elegante, nos condujo al salón y nos indicó, que nos sentáramos, Alejandro salió, Amadeo estaba poniendo dos bebidas con hielo, apareció de nuevo Alejandro con unos vasos llenos de refresco con hielo y se sentó en uno de los sillones, Amadeo en otro.
Amadeo, el militar, hablaba con John, de lo divertido de la subasta y que nos había reconocido al instante de verlo sobre la tarima, iba diciendo, que había pujado, pero no podía llegar a la cifra ofrecida por su amigo, Alejandro y se alegraba por él, mientras yo paseaba por el salón, algo nervioso, miré unas fotos de un chico, algo más joven que yo, era guapo, aunque el pelo cortado de forma muy clásica, le hacía mayor, me llamaron la atención sus verdes ojos, en ése momento noté una suave mano sobre mi hombro, mientras la voz de Alejandro decía: ¡Era mi hijo, murió el pasado año! Me giré y mirándole a su cara, cara de sufrimiento, solté: ¡Lo lamento, señor! Él dijo: ¡Alejandro, por favor! ¡Vamos al cuarto, dejemos solos a estos tortolitos!
Oí, la voz de Amadeo, preguntando: ¿También me cobrarás hoy, con el pastón, que te vas a llevar? Y la risa de John, mientras acercaba su cuerpo al del militar y lo besaba, mientras susurraba: ¡Hoy corre por mi cuenta, el otro día nos distes dinero de más! John, miró la hora en el reloj grande del salón y comentó: ¡La primera hora empieza, ya! ¡Son las doce, como la Cenicienta!, Amadeo tomó de la mano a John y subieron unas escaleras hacia el piso superior, mientras yo continuaba al lado de Alejandro, su cálida mano seguía sobre mi hombro, dijo: ¡Vamos!
Y me llevó al fondo de la casa, abrió una puerta y entramos en su dormitorio, se fue quitando la ropa y la dejaba bien colocada, yo comencé a desnudarme, pero su voz me detuvo ¡Me gustaría ayudarte a desnudarte! Paré y esperé a que él se desnudara del todo, se quedó con un calzoncillo muy liviano, se acercó a mí y me fue quitando la camisa, colgándola en una percha, sentándose en la cama, se agachó y me fue sacando las bambas y los calcetines, separó sus piernas y tirando ligeramente me colocó entre ellas, posó sus manos sobre mi espalda, acariciándola, su cara me iba oliendo desde el cuello deslizándola hasta el pantalón, me apretó contra él y su mejilla se apoyaba sobre mi plano vientre, noté la humedad de algunas lágrimas, puse mis manos en su cara, la levanté y comencé a besarle los ojos, mi boca fue bajando y al llegar a la boca, deslicé mi lengua sobre sus resecos labios, empapándolos, los abrió ligeramente y mi lengua fue entrando en su interior, nos fundimos en un tierno beso de amor, sus mano continuaban acariciándome la espalda y mi verga dentro del vaquero estaba creciendo, debió notarlo, ya que a continuación, abrió el vaquero y lo deslizó hasta el suelo, se levantó y cogiéndome en brazos me depositó sobre la cama, él se quitó el calzoncillo y se tumbó a mi lado, abrazándome y buscando mi boca con ganas, parecía tener urgencia en saborearme totalmente.
La boca y su lengua, lamía cualquier rincón de mi cuerpo, primero el cuello y orejas, después se deslizaba hacía abajo, chupándome las tetillas, poco después su lengua se deslizaba sobre mi dura verga, ésta palpitaba, de gozo al contacto, poco después mientras acariciaba mis huevos se tragaba mi verga, iba soltando saliva sobre mis huevos provocándome mayor placer, con sus manos suaves, ahora su cabeza estaba entre mis muslos y continuaba bajando besándome las piernas, llegando a los tobillos y continuando con los pies, me fue lamiendo dedo por dedo, me producía cosquillas, pero era agradable la forma, en que me besaba y lamía, me giró las piernas, poniéndome boca abajo y continuó besándome desde abajo hacia arriba.
Se detuvo enterrando su cara entre mis nalgas, su lengua frotaba mi ano, sus manos separaban mis cachetes buscando meter más su lengua dentro del ano, éste palpitaba de placer y comenzaba a abrirse lentamente, entonces noté el peso de su cuerpo sobre el mío y sujetándose la verga la fue metiendo dentro de mí, me quejé ligeramente, pero él no cejó de entrar dentro, quería tenerme, mordí la almohada, me costaba respirar, me dolía bastante, su verga era tremendamente gruesa y larga, yo no la había visto, pero sí notado sobre mi cuerpo y ahora me atravesaba totalmente, su pelvis se movía retirándola y a clavarla de nuevo, su boca buscaba la mía, nuestros gemidos morían en los labios, la penetración era lenta, pero contundente, el placer me recorría por todo el cuerpo desde los pies hasta la cabeza, fue acelerando sus embestidas, cada vez, con más fuerza y explotó dentro de mi culo, llenándome con su semen, mientras gemía en mi boca.
Giró nuestros cuerpos, quedando él boca arriba y mi espalda pegada sobre su cuerpo, me desplazó un poco la parte superior y de ésa manera continuábamos besándonos, mientras su verga seguía clavada dentro de mi culo, una de sus manos me acariciaba el pecho y la otra me masturbaba con suma lentitud, el gozo, que yo sentía, hizo que levantara mi pelvis y la dejara caer de nuevo, clavándome su verga dentro del culo, fue acelerando su mano y yo movía mis caderas, subía y bajaba mi pelvis, notaba la rigidez de su verga dentro, estaba dura como una roca, fui acelerando mis movimientos y su mano también, ahora era yo el que gemía de placer mientras estallaba, soltando mi semen sobre mi cuerpo a través de su mano, que seguía masturbándome y mi culo volvió a recibir otra oleada de semen, me pasé las manos, porque tal cantidad de semen comenzaba a resbalar, fui recogiendo todo el semen que escapaba y me lamía los dedos, Alejandro me cogió una de las manos y se dedicó a lamer su propio semen, poco después lo saboreamos en nuestras bocas, su mano fue recogiendo mi semen de mi cuerpo y lo fue degustando con complacencia, volvimos a besarnos.
Pasado un buen rato, nos duchamos, más para quitarnos el sudor de encima, que por otra cosa, me limpié bien el ano, como me había enseñado John, esto le sorprendió a Alejandro, que preguntó: ¿Cuánto tiempo llevas haciendo la calle? ¡Te ves muy joven! Yo contesté: ¡Llevo varias semanas en Barcelona y aparte de John, tuve contacto con tu amigo en unos lavabos! ¿Y qué es hacer la calle? Soltó una carcajada y me acarició la cabeza mojada y continuó: ¿Amadeo, te tuvo antes que yo? Respondí: ¡Se corrió chupándome la verga, mientras mi amigo lo penetraba! Añadió: ¡Eso está mejor, me alegro! Después de secarnos nos tiramos en la cama, su brazo abrazaba mi cuerpo y mi cabeza descansaba sobre su pecho, que respiraba muy agitado.
Me taladró tres veces más, tenía el culo ligeramente dolorido y mi cuerpo estaba agotado, me quedé dormido sobre su amplio pecho, estábamos totalmente desnudos, Alejandro estaba despierto mirando como yo descansaba y entonces se abrió ligeramente la puerta, apareció la cara preocupada de John pidiendo disculpas y continuó: ¡Quería saber, que no había ningún problema y recordarle, que ya son las 3 de la madrugada y esto va por horas! Entonces Alejandro, se colocó la almohada doblada y mirando al joven John, le preguntó: ¡En que te gastarás la fortuna, que te vas a llevar de aquí! ¿Tal vez en drogas y juergas? ¿Y venderlo de nuevo?
John, bajó la cabeza, para que no viera sus ojos anegados en lágrimas y con una suave voz comentó: ¡El dinero que saque hoy, es para que Diego continúe con sus estudios y si hace falta más, puedo sacarlo yo, él no merece esta manera de vivir, me gustaría que fuera más feliz, no se me ocurrió otra forma de conseguir dinero en cantidad! En ése momento levantó la mirada, conteniendo sus lágrimas, Alejandro dijo: ¡Hoy es domingo, no hay prisa por marcharos, desayunaremos todos juntos, aunque el reloj siga corriendo! ¿Por cierto donde está Amadeo? A lo que John respondió: ¡Está dormido, hemos tenido unas ligeras batallas! Alejandro acarició mi cabello y le preguntó a mi amigo: ¿Lo quieres mucho, no es así? John respondió: ¡No sé lo que es el amor, pero es bien seguro, que es lo más puro que me encontrado en ésta vida y nunca le haría daño, es mi hermano, mi amante, mi alma gemela y prefiero mil muertes para mí a que le ocurra algo malo a él! Y salió rápidamente, ocultando sus ojos lacrimosos.
Entonces abrí los ojos y miré la cara de Alejandro, éste sonreía, al verme dijo: ¡Te quiere, pero no lo sabe demostrar, su vida no habrá sido fácil! ¿Oíste, lo que dijo sobre el dinero, para tus estudios? Yo asentí con la cabeza y añadí: ¡Seguro, que les dará algo a los amigos que ayudaron a montar la subasta! ¡Creo que sería lo justo! Alejandro insistió: ¿No te das cuenta, que John, te quiere mucho, su cara de sufrimiento al vernos desnudos, fue impactantes sus ojos llorosos, me dolió mucho al verlo de esa manera? ¡Bésame, antes que me arrepienta! Y nos besamos con mucho ardor, pero en mi cabeza, se repetía una y otra vez ¡John, me quiere, me quiere! Y poco después nos quedamos dormidos abrazados...
(Continuará)