Me sorprendio en los baños del Casino del Morichal

Nunca imaginé comerme a una menor con cuerpo de mujer.

ME SORPENDIO EN LOS BAÑOS DEL CASINO DEL MORICHAL

Un gran saludo a todos los lectores de las buenas historias que no hace entretener y calentar a la vez que nos hace volar la imaginación y sentir que de alguna manera somos nosotros los protagonistas de esas historias.

Ya les he relatado en mis dos historias anteriores que todos los hechos que compartiré con ustedes son reales, y esta no es la excepción.

En esta mi tercera historia los hechos sucedieron en un centro comercial de la ciudad llamado Morichal. Yo me trasladé a jugar bingo en el casino de la parte alta del centro comercial luego de un día de mucho cansancio y stress ocasionados por el trabajo; llegaría a eso de las 8 o 9 de la noche. Así como ganaba, también perdía, aunque durante la jornada estuve mas o menos parejo. Como decimos los profesionales de la seguridad, la jornada estuvo sin novedad.

A las dos horas de estar en el casino, decidí salirme un rato para calentarme, pues el aire que tienen en el casino es muy frío por el aire acondicionado. Bajé hasta la panadería que está dos pisos más abajo y pedí dos cafés bien calientes y un pancito de jamón. Llené mi estómago y una vez pasado el frío volví al casino para seguir despejando la mente.

Ya en el casino me sorprendió ver el lugar donde estaba sentado hace rato disponible; está ubicada cerca de unos baños y se hace muy difícil la visión del camarero hacia esta mesa, por lo que para ordenar algo uno debe llamar a los asistentes que entregan los cartones del bingo para que ellos puedan venir.

Comencé de nuevo a jugar y en esta ocasión gané algo, lo que me permitió pedir una cerveza porque el café me habia producido mucha sed, y no tomé una, sino cinco en forma consecutiva. Cuando iba por la sexta, se sentaron al frente de mi mesa, tres mujeres, dos de ellas mayores y la tercera se veía menor que las otras dos anteriores. Me di cuenta que la menor del grupo estaba de cumpleaños porque la felicitaban y deduje que la premiaron trayéndola al casino donde se la pasa las dos mayores.

La más joven del grupo es decir la cumpleañera cargaba una blusa verdecita encima de una suéter negro que le lucía, una falda por debajo de la rodilla altamente oscura, y unas botas con tacones bien altos, piel blanca como la nieve, cabello castaño y unos sensuales ojos de gata color café.

Al pasar de la noche, ya andaba alegre con varias cervezas de más. En la mesa del frente, la cumpleañera con esos ojos de gata maluca me estado mirando de manera coqueta y penetrante, como queriéndome devorar con la mirada, y le respondí pues correspondiéndole las miradas, la miraba de arriba abajo, y de abajo a arriba, además de observar como se tomaba un trago y se lamía los labios con mucha lujuria. Aparte de ello, se cruzaba las piernas, a medida que poco a poco y con mucha lentitud para no ser sorprendida, se fue subiendo la falda y así ver sus bien formadas y blancas piernas; luego observé que ella anotaba algo en una hoja y me hizo señas muy bien disimuladas que más tarde me daría el papel. No me quedaba la menor duda que me estaba invitando a la lujuria y la pasión; la gran interrogante era dónde...

Cerca de la medianoche ya no habia casi gente en el casino aunque cerraba a las dos de la madrugada, y luego de varias rondas que me hicieron perder la cuenta de lo que había consumido, me dirigí al baño. Y cuando iba entrando, del baño de mujeres salió la chica que me estaba mirando toda la noche. Me quedé loco con ella. Yo que tengo un tamaño de 1.73 mts ella parecía ser una mano mayor que yo. Nuestras miradas se cruzaron cuando menos lo sentimos, y de repente siento que su mano tomó la mía en forma muy discreta y fingió tropezarla, pues sus dos compañeras mayores la vieron salir del pasillo que conduce a los baños, lo cual descubrí más tarde que sus dos acompañantes son nada más y nada menos que su madre y su hermana mayor.

En este lugar para llegar al baño, uno entra por una especie de pasillo hasta llegar al final donde se encuentran juntas las dos puertas que separan los baños de los hombres con las mujeres. Hice caso omiso de aquello de la mano y me traslado hasta una de las cabinas donde están las pocetas, pues los urinarios en ese momento estaban todos ocupados. La cabina donde estaba tenia dañada la cerradura, por lo que debía estar pendiente por si alguien venia a la carrera y se orinaba encima de mí. Saco mi miembro y me dispongo a orinar con toda la tranquilidad, cuando siento varios pasos que resultaron ser las personas que estaban usando los urinarios, pero ya era muy tarde para ir a un urinario.

Terminé de desahogar mi tanque y me acomodo el pantalón para salir a la mesa y jugar un rato de nuevo, cuando siento que se abre la puerta de nuevo. No habia nadie ni se veía nadie, lo cual imaginé que pudo abrirse sola cuando el lote de personas que estaba hace rato trancó mal la puerta.

Me salgo de la cabina donde estuve haciendo mi necesidad de orinar cuando oigo una voz que me decía:

  • He notado como me desnudabas con la mirada y quise conocerte.

Volteé a todos lados, pero no lograba ubicar la procedencia de esa voz.

  • Si, te estoy hablando a ti, que llevas puesta una chemise rosada con pantalón negro y un reloj negro de cuerda...

Si, es verdad, esa era mi ropa aquella vez. Pero ¿Cómo podía saber con precisión lo del reloj? Aquello me hizo buscar en todos los rincones y abrir todas las cabinas del baño; y cuando llego a la penúltima cabina, lo que vi me dejó pasmado: era la cumpleañera, quien no sé cómo logró volver tan rápido sin que nadie se diera cuanta, ni de qué manera se coló en el baño de hombres solo para conocerme. Sentada encima del tanque de la poceta, tenía una pierna en la tapa de la poceta, y la otra estirada hacia arriba, lo cual esperaba que yo descubriera y explorara un paisaje muy prometedor.

Entré a la cabina donde estaba, y una vez adentro me haló hasta ella y me dijo:

  • Hola, hoy es mi cumpleaños y estoy celebrándolo.

Yo le respondí:

  • Pues te felicito. ¿Te puedo dar un abrazo de cumpleaños?

Accedió e inmediatamente se lo di. Antes de separarnos, le pregunté:

  • ¿Te puedo dar un beso de felicitación?

Y no me contestó, solamente se levantó del tanque de la poceta, me sentó en la tapa de la poceta y trancó la cabina. Inmediatamente nos besamos juntando nuestras lenguas de manera salvaje y profunda.

Cuando hacíamos eso, empezó a bajarme el cierre de mi pantalón y yo desabotonaba su blusa. Al caer esas dos de nuestras prendas, le subí la falda oscura, y descubrí que no cargaba ropa interior; a cambio, pude observar la mejor conchita bien rasurada. Yo tenía guardado un condón en mi pantalón y de inmediato lo saqué; pero tuve dificultad en ponérmelo y ella se dio cuenta de ello, por lo que soltó:

  • Ven, dámelo que yo te ayudaré.

Ella lo abrió y se lo puso en la boca y de qué manera, y con la boca me lo puso en mi pene que está bien parado ¡y bien duro!

Empezó a masturbarme con la boca, mientras yo gemía de placer, así estuvo un rato hasta que estuviese segura que mi pene estuviese completamente duro. Rápidamente y sin perder tiempo, ella se subió con mucha delicadeza en mi verga parada, pero la agarré por la cintura y se la metí con fuerza dentro de su vagina que estaba muy apretada, lo cual hizo que mi mandarria sintiera un dolor muy grande. Ella también sintió mucho dolor porque se le reflejaba en su rostro, aguantando un grito que hoy en día no sé cómo lo aguantó, por lo que le dije:

  • Mira si quieres paramos esto porque veo que te duele mucho...

No me dejó terminar la frase y abrazándome con fuerza respondió con voz entrecortada:

  • No, no te pares sigue...

Viendo que ya estaba completamente clavada y sin sobrarle ni un centímetro, comenzamos con suavidad y luego empezamos a tener sexo de manera rápida, con el miedo que alguien abriera la puerta, pues lamentablemente no hay mucho tiempo para pensar ni planificar estas cosas.

Ella que es blanquita de piel estaba roja de excitación y yo sentía que me corría. Me logré aguantar un rato y la senté en el tanque de la poceta, donde por cada envión que le daba me dejó un chupón.

  • Hazme acabar bastante, contestó.

Cuando acabó soltaba bastante jugo que no paraba de mancharme el pantalón. Cambiamos de posición y empecé a cogérmela de perrito, de torito. Se podía escuchar mis testículos golpear su delicioso trasero...

Después de una rato ella no pudo aguantar más y gritó:

  • Ahhhhhh me voy, me voy, me voy...

Y después de decir eso, sentí sus jugos chorrearse por mis testículos.

Me salí porque ya estaba casi por reventar.

  • ¿Por que te saliste?

  • Ya casi voy a llegar.

  • Yo te ayudaré a llegar igual como me hiciste llegar a mí, dijo.

Me empezó a succionar mi pene que estaba por reventar, pero primero me quitó el condón que tenía puesto. Me agarró el pito con su mano y me masturbó con la boca en la cabeza. Y también sentí como su lengua jugaba mucho con la cabeza, haciendo acelerar mi proceso de llegar.

Empecé a sentir como mi semen se preparaba a salir, y cuando menos sentí, le dije:

  • ¡¡¡Me voy!!!. ¡¡Ya no puedo máaassssss!!

Traté de sacar mi pene de su boca al momento de llegar, pero ella se apretó contra él con mucha fuerza sin sacárselo de su boca, así que no pude aguantar más y le derramé un largo río de semen dentro de su boca, donde para sorpresa mía se lo tragó todito... se tragaba cada gota que salía de mi mandarria hasta limpiarme el pene completamente solo con su boca.

Debo confesar que ella es la primera mujer que se traga todo mi cargamento como si fuera agua, y duró un rato, pues hasta ese sorpresivo encuentro con ella yo tenia en ese momento casi dos meses sin tener relación alguna, lo que tenía mis bolas altamente hinchadas y abombadas.

Justo después de terminar nuestro salvaje encuentro, nos limpiamos, nos vestimos y me entrega una nota que había escrito en la mesa. Me dijo:

  • Mucho gusto, me llamo Lucía...

Salimos del baño por separado dando un tiempo prudencial para trasladarnos a nuestras mesas y así evitar levantar cualquier sospecha, pero había una de las asistentes que reparten los cartones del bingo y me vio como sospechando de algo.

Sintiendo una sospecha por parte de la asistente de lo que pasó, me retiré de inmediato del casino agotado y atontado por la explosiva y sorpresiva vivencia ocurrida allí con Lucia. En la calle procedo a leer la nota que me entregó en el baño; cuando leí la nota aparecía todo: su nombre, dirección, teléfono y todo donde poder ubicarla, incluyendo correo electrónico.

Pero al final de la nota lo último que vi me puso como si me hubiesen pegado al cuerpo un cable de electricidad con corriente de alta tensión: ¡¡ La cumpleañera era menor de edad !! ¡¡ Cumplía 16 añitos !! Esa fue una superbomba que yo no esperaba. ¿Cómo iba a imaginarme que la cumpleañera, a pesar del tamaño y de la estupenda formación corporal que tenía era menor de edad? ¿Cómo ella siendo menor de edad podía tener tanta fogosidad y experiencia en el sexo?

Y como lo dijera una vez una comiquita del personaje Cool Mc. Cool: " Yo Amo el Peligro ". Este fue uno de mis mayores peligros que jamás soñé que se iba a cumplir, y para aquellas que lean esta historia de la vida real ojalá escriban a mi correo para compartir encuentros de este tipo o tal vez conocernos para hacer una fantasía o un sueño realidad, pues yo siempre estoy dispuesto y abierto a todas las posibilidades. A pesar de ello, mis vertiginosos, peligrosos, ardientes, sorpresivos y explosivos encuentros sexuales con ella no terminaron allí.

Después del Morichal nos vimos diez veces más hasta que cumplió su mayoría de edad pero eso es harina de otro costal (como decimos aquí en Venezuela), que significa que eso es otra historia. Otra historia que la compartiré a su momento con ustedes.