Me siento atraido sexualmente por mama
La historia de sexo de joaquin y su mama se parecen mucho a una de las tantas novelas de amor prohibido, pero con mucho contenido sexual.
ME SIENTO ME SIENTO ATRAIDO SEXUALMENTE POR MAMA
AUTOR: MANNARINO - LISANDRO OLMOS
Me llamo Joaquín, pero me suelen llamar Joe, tengo 25 años, soy alto, moreno de piel y de pelo, fuerte, ojos azules, etc. Lo que os voy a contar me sucedió cuando aún me quedaban unos cuantos meses para cumplir los diecisiete. Ha pasado mucho tiempo desde entonces pero aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Yo era un chico bastante problemático, y por circunstancias que no vienen al caso, me rompí un brazo (el derecho), me hice un esguince en el tobillo izquierdo y tenia el brazo izquierdo entumecido y morado, y casi no lo podía mover. Estuve en el hospital una semana, durante la cual lo pase muy mal, sobre todo al tener que hacer mis necesidades fisiológicas. Cuando por fin me dieron el alta y pude volver a casa, me pegaba el día viendo la tele, oyendo música y aprovechándome de mi condición de tullido y escayolado. Mi padre no hacia otra cosa que echarme la bronca, no solo por estar así, sino por no hacer nada por recuperarme, en cambio mi madre era más comprensiva, y me mimaba como si aun fuera su chiquitín. Los dos primeros días los pase con dolores terribles a la hora de ir a mear y tal, y pegaba gritos que casi se oían en todo el edificio, solo mover los brazos para intentar sujetármela era un infierno. A mi madre le di pena y me dijo que la próxima vez le avisara para ayudarme, que podía contar con ella para lo que quisiera. A pesar de ser un tipo "duro" con los amigos y demás, había ciertas cosas que me daban mucho reparo, como por ejemplo que alguien de mi familia me viera desnudo. Esto hizo que cuando empecé a sentir ganas de mear, me aguantara durante mucho rato, esperando a que mi madre saliera de casa, para poder gritar a gusto, y no quedar mal con ella por no pedir su ayuda.
Pero ella no salio de casa, y yo ya no podía mas, así que me dirigí al baño, ella me vio y me dijo que me iba a ayudar, por mis movimientos (aunque tenia escasa movilidad en ese estado) ella dedujo que me estaba meando. Entramos al baño, fui hacia el váter e intente bajarme el pantalón del pijama, pero entonces aparecieron sus manos, que terminaron de bajar el pantalón, y me la sujeto muy suavemente, como con miedo, y bromeando me dijo que ella no tenia muy buena puntería, la risa hizo bajar mi nerviosismo pero solo durante dos segundos.
Tarde un poco mas de lo normal en empezar a mear, por los nervios, pero empecé, ella apuntaba al váter, y el movimiento de sus dedos hizo que me recorriera un escalofrió seguido de un calor, que se empezó a notar algo en el estado de mi pene, se endurecía un poco, aunque no demasiado porque yo intentaba hacer todo lo posible para que no se pusiera erecto, algo que me costaba muchísimo.
Termine, y mi madre me dio dos ligeras sacudidas, diciéndome: "¿así coge mi hijo?" y dedicándome una sonrisa. Aquello debió suceder en tan solo 2 minutos, pero a mi me pareció una eternidad.
A falta de cosas que hacer, no podía dejar de pensar en aquello, me había excitado con los dedos de mi madre, pero por otro lado intentaba convencerme a mi mismo de que era algo normal, que llevaba dos semanas sin masturbarme, y cualquier estimulo por mínimo que fuera me hacia efecto. Me pegaba el día empalmado intentado disimular las erecciones para que no me viera nadie de mi familia.
Se repitió la escena de la meada, ese mismo día, y días siguientes, en todas las ocasiones, mi polla se hinchaba pero sin llegar a estar dura, porque yo no quería e intentaba evitarlo. Al día siguiente de la primera vez que mi madre me ayudo a mear, se acerco a mi, y me dijo que me tocaba una ducha, que ya olía a tigre, y que no me preocupara, que ella me iba a ayudar en todo lo posible. Con miedo y nerviosismo dije que si, que ya era hora, entonces me levante y me fui hacia la ducha, ella fue a coger unos plásticos, y me los puso alrededor de las escayolas, para que no se mojaran. Entonces me quito la camisa, y luego me bajo los pantalones, me quedé desnudo delante de ella, volvía a tener la polla un poco animada y ví como la veía de vez en cuando, la miraba como algo que llama la atención, pero que se procura no mirar por algún motivo. Me metí en la ducha, ella puso el agua caliente, y empezó a mojarme, se subió las mangas, cogió una esponja la llenó de jabón, y empezó a enjabonarme el pecho y la espalda. Me enjabonó el pelo y me lo aclaró, y luego siguió enjabonándome, siguió con las piernas, dejando olvidada mi entrepierna, yo pensaba que no me lavaría en esa zona o algo así, pero entonces se echo jabón a las manos, y empezó a frotarme con ellas los huevos y el pene, pasando la mano entre mis piernas, lavando mi culo también. Me limpiaba el glande, y debajo de él, mientras me decía que si no me lavaba así algún día tendría fimosis. Entre el agua que resbalaba por sus brazos, y la que salpicaba de la ducha, tenía su camiseta bastante mojada, y se le transparentaban sus pechos. Eran grandes, con un pezón oscuro, y algo caídas y hacia los lados.
La visión de sus tetas y el lavado que me estaba dando hizo que se me empezara a endurecer de una manera tal que me era imposible controlar. Mi pene estaba ya completamente erecto y duro, me palpitaba de la excitación, mientras mi madre me aclaraba el cuerpo, pasándome sus suaves y finas manos por todo mi cuerpo. Ella no dejaba de mirar mi verga de reojo, no sabía que decir, y yo no sabía que hacer. En ese momento se decidió a hablar y me dijo mirando mi aparato: "Hijo, veo que la ducha caliente te esta sentando muy bien", yo le dije que era algo que no podía evitar. Cerraba los ojos y los apretaba, no solo por la vergüenza sino porque intentaba pensar en algo que no me excitara, pero era imposible. Mi madre veía mi cara que debía ser un cuadro, y me decía que si estaba bien, que si me dolía algo, yo le conteste que estaba demasiado bien.
Se alejo un poco de mí, y se descalzó, se bajó los pantalones de estar por casa, y se quedó solamente con la camiseta y las braguitas, entro en la ducha conmigo, y se puso en mi espalda. Se abrazó fuerte a mi, y con una mano me cogió el pene con fuerza, y empezó a masturbarme ligeramente, mientras me daba besos en el cuello, se puso de espaldas a mi supongo que para no mirarme a los ojos, y así no sentir vergüenza de lo que estaba haciendo. Escalofríos recorrían mi cuerpo, comenzando en mi cuello y terminando en mi pene, de mi boca solo salían suspiros y leves y roncos gemidos, estaba apunto de correrme no aguantaba mas, ella lo debió notar, y se paso enfrente mío, y agachada a mis pies siguió masturbándome un poco hasta que yo me corrí soltando todo lo que tenía almacenado en mis testículos, que era mucho. Salían chorros de semen sin parar, que caían sobre su cara, su boca y su camiseta mojada, encima de sus pechos, casi visibles. Su cara es muy fina, tiene la piel muy suav! e, con unas ligeras arrugas que la hacen aún más bella, unos labios de un color rosa tirando a rojo, medianos, tersos y humedecidos por su lengua de vez en cuando. No reconocía a mi madre, sus ojazos azules miraban mi verga con lujuria, observaba cada uno de sus movimientos y solo los cerraba cuando introducía mi pene en su boca, cosa que hacia suave y lentamente. Me siguió masturbando un rato hasta que dejó de salir líquido, entonces me dió un par de lamidas al glande y luego un beso en la frente. Terminó de aclararme y no hablamos de lo ocurrido. Yo tenía otra vez ganas de eyacular, y también muchas ganas de mear, así que le dije, "Mamá, tengo ganas de mear otra vez", y ella me dijo: "voy a ayudarte cariño". Me puse enfrente del váter, me agarró el pene otra vez, pero ahora ya no podía o no quería disimular, así que se me puso completamente duro, mi madre lo agarraba con fuerza, ver su delicada mano agarrando mi pene me excitaba más todavía, y se me endurecía más si es que eso era posible, empecé a mear, la meada salía dispara, muy fuerte debido a la erección. Cuando terminé, mi madre bajó la tapa del váter, sin soltar mi pene, se sentó en ella mirando hacia mi, y empezó a meterse mi polla en su boca, lo hacia con tanto entusiasmo que parecía que era lo que más le gustaba en este mundo, su lengua recorría toda la base y el tronco del pene, rodeaba el glande, se intentaba introducir en la puntita, y lamía sin cesar el pellejo del pene mientras con una mano masajeaba mis testículos, grandes y caídos, que aún tenían mucho semen en su interior. Ella procuraba no mirarme, solo miraba lo que estaba haciendo, pero de vez en cuando lo hacía para ver mis reacciones, cuando lo hacía yo parecía ver el cielo en esos ojazos azules, que me miraban curiosos. Ver a mi madre en bragas, con la camiseta mojada, sentada delante mío chupándome la polla es algo tan excitante que no podía aguantar, y como si de un sexto sentido se tratara, ella volvió a detectarlo, se la sacó de la boca, y se quitó la camiseta, cuando ví aquellas tetazas bamboleándose delante de mi, mojadas, caídas pero tersas de piel suave, casi eyaculo allí mismo sin ni siquiera tocármela, pero aguante. Me agaché y empecé a lamerle los pezones, ella movía sus pechos por mi, ya que yo no podía, se las chupaba enteras, rodeaba su pezón con la punta de mi lengua, me las introducía en la boca, y ella empezaba a soltar pequeños gemiditos, cerraba los ojos y me decía: "sigue así cariño, son todas tuyas". Instintivamente ella se iba abriendo de piernas, miraba hacia el techo y gemía cada vez más, yo para no perder el equilibrio intente sentarme en el poco trozo que quedaba de la taza del váter, cuando me senté tenia mi polla erecta encima de su vientre, con mis huevos sobre sus bragas, notaba el calor que desprendía en ellos. Bajo sus manos hacia sus braguitas, y empezó a tirar de cada lado de la goma, subiendo y juntando sus piernas, empezó a bajárselas, se le enrollaban mientras recorrían sus preciosas piernas morenas, llegando a sus hermosos pies, donde sus lindas uñas pintadas lucían resplandecientes, con esa visión, no se me ocurrió otra cosa que empezar a chupar sus pies, pasaba mi lengua entre sus deditos, lamía cada centímetro de sus pies, mientras subía con mi lengua por sus piernas, notando el sabor salado de su ligero sudor hasta llegar a su culito, lo empecé a lamer, de abajo a arriba, hacia círculos alrededor de él con la punta de mi lengua, lamía toda su agujero con pasión, mientras mi madre gemía sin parar. Saboreaba cada milímetro de aquel precioso chochito, jugando con su clítoris, introduciendo mi lengua en su húmeda vagina. Tenía un sabor y un olor exquisitos, y su aspecto era fino y delicado, con poco pelo, rosado y en aquel momento muy mojado. Seguí chupándole un buen rato, hasta que mi madre me dijo: "hijo, penetramé, quiero sentirte dentro cariño mío", aquellas palabras me excitaron más todavía, y guié mi verga hacia su vagina con dificultad, no podía apuntar bien sin manos, así que ella me ayudo agarrándomela y metiéndosela en la vagina, entro fácilmente, estaba muy mojada, pero yo sentía como sus paredes presionaban mi pene, la fricción que había era exquisita. Sus piernas me rodeaban y me atrapaban en el calor de su entrepierna, no pare de mover mi pelvis, sacando y metiendo mi pene completamente hasta que mi madre se corrió, mojándome parte del vientre y los huevos con sus jugos mientras gemía de una manera escandalosa y me decía: "hijo, dame toda tu lechecita, quiero sentirla dentro de mi", poco después, yo ya no podía aguantar y eyaculé en el interior de su vagina, notaba mi semen brotar a golpes, y luego mojar aquella deliciosa caverna en la que se encontraba mi pene. La saque de su coño y ella se abalanz! ó sobre mi pene para chuparlo, estaba resbaladizo lleno de semen y jugos vaginales, lo lamía con pasión, le gustaba su sabor, en su cara había muestras de satisfacción. Cuando termino con el, me dio un beso en los labios, y me dijo que quería ducharse y pensar un rato invitándome a salir del baño, me puso el albornoz y salir. Ella se encerró en el baño, poniendo incluso el pestillo. Desde fuera oía como lloraba ligeramente, de alguna manera silenciada para que no pudiera oírla. Me encontraba aturdido, no solamente por haberlo hecho con mi madre, sino porque no sabía porque ella estaba llorando, tal vez se arrepentía, tal vez tenía miedo de que se supiese, etc. Se me pasaban por la cabeza muchas cosas, sobretodo teorías del motivo de su llanto. Un Saludo, Gracias por leer mi relato.
MANNARINO - LISANDRO OLMOS -