Me sentí violado en el parque.
Os voy a contar una historia que me paso hace seis meses, caundo conocí a un tipo que me siguio hasta el museo y allí en el baño hizo de mi lo que quiso.
Había pasado todo el mañana de aquel sábado viendo porno por internet y me dolía la vista, la espalda y la polla. Necesitaba descansar. Pero no quería irme a la cama porque sé que perdería también la tarde tumbado y lo más seguro que a media tarde cogería el móvil y me haría otra paja. Así que me levante de la silla, me duche y cogí el coche sin saber muy bien que hacer.
Me dirigí a la capital y aparque por la alameda donde fácilmente puedes encontrar sitio. Y como cerca de allí está el museo San Pio V decidí que era buena idea pasearme por los pasillos y volverme a enamorar del cuadro de un artista (cuyo nombre no nombraré para que no me robéis a mi amor platónico) que pintó a su mejor amigo en un retrato muy sencillo (yo siempre pensaré que lo de amigo que pone en el título es para no nombrar la palabra amante).
En dirección al museo nos encontramos con los jardines del Real, donde ocasionalmente encuentras abuelos o chulos que o te quieren pagar para que te la dejes chupar o te piden dinero para que se la chupes (gente muy maja, Jajaja). La cuestión es que era un sábado por la tarde y había mucha gente paseando por el parque, yo que soy un poco perro viejo en estos lares entre sólo a la parte del jardín viejo (así le llamo yo) al lado del estanque y me encontré a un chaval de mi edad (unos 30 años) que se tocaba el paquetón (tipo el del Piquetón). Me quede paralizado por que el tipo no disimulaba. Había un grupo de gente en la fuente del centro hablando y este a unos pocos metros ahí sobándose la polla. Y al ver que no le huía sin mucho disimulo se sacó la polla ahí mismo y empezó a pajearse. Yo no podía dejar de mirar ese pollota pero a la vez tenía un poco miedo (uno por que sería un puto y porque había gente cerca), asi que con un poco de pena mi sentido común me hizo salir de ahí corriendo.
Entre al museo y fui a la sala de Sorolla (un artista que me suele gustar en su justa medida) y me senté contemplando un cuadro que me suele gustar.
El museo estaba vacío, aparte de los guardas jurados no había ni un alama en todo el museo. (y no me extraña porque luego me entere que la mitad del museo esta en reforma y poco vale la pena ir para ver cuatro salas).
De repente apareció en la misma sala donde estaba el tipo de la polla del parque. El muy cabrón me había seguido. No sabía si el tipo era de fiar o no pero me puse muy cachondo al verle. El tipo me lo notó y porque me dedicó una sonrisa enorme y se fue a sentar a mi lado.
- Buenas. – me dijo el cabrón.
- Buenas, ¿qué tal?, ¿de visita al museo? – le respondí con ironía.
- Si, contemplando algo bonito – me dijo sin dejar de mirarme un instante de arriba abajo.
Estaba claro que ambos estábamos jugando con fuego y uno de los dos se iba a quemar.
- ¿Te gusta Sorolla? – le pregunte.
- Bueno, me gusta más otro tipo de arte. – me contestó.
- ¿Y qué clase de arte?
- Un arte más efímero y personal.
- Jajaja – no puede evitar una carcajada de risita tonta.
- Antes me huiste. ¿Qué te pasó? – pregunta directa y sin anestesia.
- Uf, no es que no me gustase tu polla, es que me dio corte con tanta gente por ahí, además no soy mucho del parque.
- Ya, corta un poco. Pero si no eres directo ahí no te comes nada.
- Nunca mejor dicho. Jajaja. – me reí.
- ¿Te apetece que demos una vuelta por el museo?
- Vale.
- Sígueme.
El tío tenía claro a donde iba y no disimulaba. Yo conocía bastante bien el museo y al verle pasar de largo la puerta de la sala de exposición temporal supe que me llevaba al servicio y no me equivoqué. El cabrón quería que se la comiera en pleno museo.
Entró el primero, yo me quede unos segundos en la puerta sin atreverme a entrar, muy dubitativo, pero al final me armé de valor y abrí la puerta.
- Pensé que me volvías a huir. – me dijo nada más verme.
- Pues casí, pero aquí me ves.
- Pasa aquí.
El chaval se encontraba dentro de la cabina del váter y me hizo un hueco para que pasara.
El pobre estaba bien empalmado y su pantalón de chándal no hacía esfuerzos para disimular la envergadura de su polla.
Nada más entrar nos cogimos mutuamente de nuestros bultos y empezamos a besarnos.
El chaval sabía muy bien lo que quería y no se hizo de rogar. Antes de que me diera cuenta se bajo el pantalón y los calzoncillos blancos y saco ante mi un rabo de por lo menos 20cm
- Coño, que polla más grande. – me sorprendí.
- Sí, sí, eso dicen.
Me cogió de los hombros y sin mucha fuerza me hizo bajar hasta tener su polla a la altura de mi boca.
Empecé lamiendo un poco, pero enseguida me puse a mamar.
No había pasado un segundo cuando ohímos entrar a alguien en el baño.
Los dos nos miramos un poco acojonados (aunque en su cara pude ver una risita malota).
Un señor había entrado y estaba meando.
El cabrón del parque en vez de quedarse quieto va y me coge la cabeza y me obliga a meterme la polla en la boca. Yo no pude hacer otra cosa que tragar pues si me hubiera resistido habría hecho mucho más ruido que simplemente mamando. Pero no sólo se conformó con que comiese la polla si no que el muy cabrón empezó a follarme la boca con un animal. Yo no quería hacer ruido alguno y llevado un poco por el éxtasis del momento mi garganta se abrió como nunca y su polla entraba en mi boca con una facilidad espantosa. De repente noté como su polla se iba hinchando y su velocidad aumentando. Sabía que venía su corrida inminentemente y me intenté separar de él pero el muy cabrón me cogió bien la cabeza y me la apretó todo lo que pudo y sin esperar mucho se corrió como un cerdo en mi puta garganta.
Yo aguante toda la corrida tragando lefada tras lefada sin una mínima arcada. En eso oímos que el señor del baño se cerraba la puerta y al fin me pude soltar la cabeza. El muy cabrón se subió el pantalón corriendo y se largó del baño mientras yo intentaba escupir el semen en el váter.
El muy cabrón se había corrido en mi boca y no había ni pedido perdón.
Me sentía sucio, violado, asqueado.
Este es un relato para dar a conocer que hay gente muy mala y capulla por el mundo.
Por cierto, desde entonces tenía mucho miedo por si el cabrón me habría pasado alguna enfermedad (seamos claros, SIDA). De eso hace unos 6 meses y las pruebas que me hice salieron bien, pero por culpa de ese cabrón no he vuelto a mamar una polla en todo este tiempo.