Me sentí la más puta de las putas..

"Y ahí estaba yo, provocándote, seduciéndote, buscando lo que ambos deseábamos. Y ahí estabas tú, cediendo al placer y a la lujuria..." Autor anónimo. Me estoy iniciando en esto de los relatos, sin alguien gusta de leerme, adelante. Acepto todo tipo de críticas y sugerencias. Gracias.

Y ahí estaba yo, provocándote, seduciéndote, buscando lo que ambos deseábamos. Y ahí estabas tú, cediendo al placer y a la lujuria.

Nos miramos, nos deseamos. Saber que mi cuerpo te provoca, es lo que me motiva. Te acercaste a mí, me besaste, me excitaste, te excité. Recorriste cada rincón de mi cuerpo con esas manos tuyas, que me excitan, las deseo.

Un beso llevó al otro, y ese otro llevó a algo más. Cuando mordías mi cuello supe que ya no podría más. Te desnudé, observaba entonces lo que más anhelaba: Tu cuerpo (ahora mío), tus brazos, tu abdomen, tus piernas, tus nalgas, esos pies que me encantan, tu pene, a la medida exacta, a mi gusto exacto. No resistí entonces y fui sobre ti a recorrer cada parte de tu cuerpo, cual si fueses un dulce, no dejé parte por lamer.

Tu pene, a su máximo esplendor, aclamaba ya estar dentro de mi boca. Sin hacerme del rogar, le di lo que pedía. Te volvía loco mi forma de mamar, me pedías que no parara, pero yo necesitaba algo más.

Así, de pie, desnudo, mostrándote lo que más placer te provoca: mi culo y mis piernas; tome tu pene lubricado por la saliva de aquella rica mamada, y sin pensarlo dos veces… Me senté de golpe sobre él. Sentí como forzaba su entrada, no pude evitar gritar de dolor, de gozo, de placer, aquel mismo placer que tu rostro reflejaba. Lo sabías, lo estabas disfrutando, fuiste el primero.

Después de acostumbrarme a esa deliciosa sensación, cual poseído comencé a cabalgar como si la vida se me fuera en ello. Me pediste que parara, no querías terminar aún.

Te levantaste, me besabas, sentía tu cuerpo hirviendo junto al mío. Me sorprendió la fuerza que mostraste al levantarme en tus brazos con tal facilidad. Abracé tu cintura con las piernas, sentirte tan próximo, tan mío, no resistía más. Apoyaste mi espalda sobre la pared más cercana y ahora fuiste tú quien llevaba el control, sentí de nuevo tu pene dentro, que placer más exquisito.

Eras todo lo que esperaba: un macho semental.

Sin siquiera tocarme, eyaculé de una forma espectacular. Lo veía venir, deseaba que llegara ya. Estaba próxima tu corrida, qué placer reflejaba tu rostro, tu hermoso rostro. Más y más fuertes fueron cada vez tus embestidas. Llegó el momento, el orgasmo estaba cerca, de tu garganta brotaron gemidos desgarradores, primitivos; nos besamos con lujuria y con placer. Sentí tu semen caliente dentro de mí, ¡No me la creía!. Me sentí pleno, satisfecho, había logrado mi cometido… ¡Me hiciste sentir la más zorra de las zorras, la más puta de las putas, la más golfa de las golfas!

Desperté al otro día sin ti a mi lado, estaba húmedo, erecto a lo máximo y deseando que ese momento de sexo, no hubiese sido sólo un sueño.