Me provocas
Una amiga mía tenía ganas de ir más allá, y de verás que lo hicimos...
De verdad que eres superior a mis fuerzas....
No sé, tal vez estabas cansada de estudiar y te apetecía estirar las piernas, o simplemente tenías ganas de volverme loco, o tus labios pedían que los mordieses, por una u otra cosa, viniste a mi cuarto esa tarde tontorrona, como tú, de esas que tanto me gustan...de nuevo como tú.
Se me emborrona la memoria al tratar de saber que hacía antes de que llegases, pero sé que tan pronto como entraste por la puerta de mi cuarto, la luz parpadeó.
Señal inequívoca de que algo se palpaba en el ambiente...
Voy al baño dijiste. Y cuando volviste. No te pude siquiera preguntar por qué, pero traías una ligerísima bata, que tapaba lo que quisieses tapar, ni más...ni menos.
Tumbada de pronto en la cama, te pusiste a hablar, de tiempo pasados, yo que sé, estaba tan distraido, tan... cuando te pones así, de verdad me superas, como esperas que escuche tus palabras cuando lo que grita en tí son otras cosas que no se pueden evitar.
Te movías sabiando lo que hacías, lo sé perfectamente. Ese primer ligero acomodamiento que dejó ver de lo que yo podía imaginar. Ese segundo bostezo con brazos, que abrió inusitadamente la bata. Querías y no querías, seguías con tu provocación, porque por si no os lo he contado. Ibas con la bata.
No había más, y por momentos, había menos.
Suponía que era un delirio, una alucinación, suponía que hablabas cuando movías tus labios, no podía, no sabía.
Si o no, no o si, si volvías a hacer ese leve movimiento que era un terremoto en mi interior, si volvías a morderte los labios recordando cuando eras pequeñita y compartiamos tantas cosas, si te atrevías a llevar tus dedos al lugar adecuado, yo tendría que decir que si, que era lo que tú esperabas...
Y acabaste por matarme cuando las manos fueron a tu pelo recogido, instantes después, eres totalmente natural, totalmente mujer, con el pelo entre los dedos, electrizándote, hipnotizándome.
Dije si, ¿esperabas otras cosa? Esperabas lo que hice, decir si sin decir nada.
Y nos quitamos la ropa, y apagamos las luces, y cerramos las ventanas. No queriamos ojos indiscretos, ni siquiera queriamos a nuestros ojos, el olor a pasión, el constante tacto de nuestro cuerpo nos bastaba.
Empezamos muy despacio, con la ternura de unos jóvencitos con miedo, pero se acabaron por desatar las más oscuras pasiones, y cuando te penetró, cuando llegó el momento en que tus ojos, en mitad de la oscuridad, se volvieron totalmente blancos, comenzó la más loca de las fiestas de la lujuria y el placer, tus pechos, tanto tiempo atrás deseados, ahora superaban con creces todos mis sueños, te dejabas hacer lo que fuese, entregándote al desenfreno, sin pensar en el arrepentimiento que tal vez tendriamos mañana.
Yo estaba fuera de mí, tratando de hacerte mía una y otra vez, con locura pero al mismo tiempo sin dejar de lado la ternura que me inspirabas, nada hice que no quisieses, nada me negaste que yo no hubiese soñado antes.
Y así amanecimos al día siguiente, como un buen sueño de verano, desnudos compartiendo camas y pasado, pensando en si habría otra ocasión de repetir y superar todo lo que ocurrió la noche anterior....