Me perdí en tus ojos (1)

Una profesora universitaria. Una alumna de último año. Un amor ¿imposible?

Me considero una buena profesional, en realidad muy buena, una de las pocas doctoras en mi epecialidad (ciencias médicas) que existen en el país y probablemente, la más joven. No es que sea una adolescente, vale, pero somos pocas las que tenemos este grado académico a los treinta y cuatro años. Trabajo en la Universidad hace 10 años, haciendo mucha investigación y supervisión, lo que hace que a menudo pierda la noción del tiempo estudiando, así logré terminar mi doctorado en sólo 3 años. Valoro mucho mi capacidad intelectual por sobre los aspectos físicos. Sin embargo, no me considero fea para nada. Soy de estatura normal 1,68 cm., pelo largo, ondulado y castaño claro, con reflejos dorados naturales. Ojos pardos verdosos, piel muy blanca, nariz fina y respingada. Mi cuerpo es delgado y con muy buenas formas, pechos medianos y, a juicio de muchos, un "trasero" perfecto. Me avergüenza un poco lucir mi cuerpo, creo que porque crecí en una zona fría donde la gente acostumbra a andar con mucha ropa de abrigo y era muy extraño ver a alguien lucir sus atributos, pero en mi interior soy muy coqueta y femenina y, como a toda mujer, me halaga recibir piropos.

En cuanto al amor, bueno, tanto tiempo dedicada al estudio me hizo posponer ese aspecto aunque tuve alguna relación que finalmente no prosperó y, sinceramente, no me preocupaba demasiado.

Al término de las vacaciones de verano inicié un nuevo período académico. Esta vez tendría más responsabilidades y quería afrontarlas de la manera más eficiente posible. Ahora no sólo investigaría, sino que también tendría que interactuar con algunos estudiantes, me provocaba una leve ansiedad saber que debía coordinar un curso de 20 alumnos que se encontraban en su último año de Universidad, esta vez tendría no sólo que encargarme de sus prácticas sino también de sus cátedras en mi asignatura… - Bueno - pensé mientras me dirigía al salón de clases - querías participar más, sentir la filosofía de la academia… aquí tienesahora apechuga y disfruta .

Noté que los estudiantes me recibían con mucha curiosidad, casi como si se tratara de una nueva profesora, bueno, era comprensible ya que sólo me veían presentando los resultados de alguna investigación o en la biblioteca o cuando salía de mi oficina o en las ceremonias y actos protocolares e hicieron referencia a las buenas expectativas que les generaba mi incorporación a la docencia directa. Luego de las formalidades iniciales, hice gala de mis conocimientos por medio de una magistral presentación del primer tema del año. Ja, ja, no suelo ser así, pero ya que era mi primera clase como docente, quería impresionar a mis estudiantes, y sinceramente… creo que lo logré.

Mientras guardaba mi notebook y mis apuntes, sentí una voz que me llamó la atención:

Profesora, aquí le dejo la lista de asistencia

Al levantar la vista, mis ojos se encuentran con los de una muchacha impresionantemente hermosa, más o menos de mi estatura, de tes clara, pero con un acabado mate espectacular que la hacía parecer bronceada, ojos claros de color indefinido y de mirada profunda, hipnotizante, acompañada por un rostro de facciones finas, muy dulces y armónicas, un pequeño lunar sobre el lado derecho de su labio superior, el pelo largo, liso, castaño con reflejos rojizos, muy brillante y un cuerpo simplemente de infarto… digna de aparecer en cualquier página de modelos. Sentí que mi corazón se aceleraba y me puse muy nerviosa, su mirada me embelesaba. Sólo atiné a decir - " gracias..." - Y quedarme como boba unos segundos mientras la veía alejarse hasta el final del salón con una sutil sonrisa en su rostro.

Pero ¿quién es esta chica?, cómo no la había visto antes…- pensé mientras trataba de recuperar mi "compostura" lo que afortunadamente nadie pareció notar.

Los días pasaron y me descubrí varias veces pensando en ella, buscándola, cruzando miradas fugaces, adentrándome en el infinito de esos ojos profundos. No sabía su nombre, pues aún no aparecía inscrita en mi asignatura. - Bueno, no importa - me decía - al fin y al cabo, no puede estar pasándote nada . - Con este pensamiento me tranquilicé hasta la clase siguiente.

Llegué al salón muy puntual y, mientras comenzaba la clase, mis ojos buscaban incesantemente entre muchos, a aquellos infinitos bajo el riesgo de perderme, pero no estaban. A los pocos minutos la puerta se abre y entra ella un poco avergonzada, pasando a ocupar una de las sillas del medio, logrando desconcentrarme por unas centésimas de segundo. Continué con mi charla el resto de la clase tratando de no mirarla demasiado pero sentía inevitablemente el escrutinio de sus ojos en mí, en lo que yo decía, en lo que yo hacía, en cada uno de mis movimientos, lo que me provocaba esa sensación de cosquilleo que hace mucho tiempo no sentía. Al final de la clase se me acerca nuevamente con una tímida sonrisa en sus labios y dice:

Profesora, yo aún no me inscribo en esta cátedra porque llegué recién a comienzos de semana y necesito que me incorpore a un grupo de práctica, pues no aparezco en los listados

Mmm, está bien… no hay problema ¿cuál es su nombre?

Daniela

Daniela… ehh… bien… ¿a qué grupo le gustaría incorporarse?

Hasta yo me sorprendí de lo que dije, no debería darle la opción a los estudiantes que elijan su grupo, porque si no, sería muy dificil darles en el gusto y coordinar a todos, pero esta vez… no sé por qué lo hice. Daniela pareció gratamente sorprendida.

Bueno… me gustaría estar en el grupo de Catalina, ya que somos amigas.

Bien… veamos… aquí está… ahora la anoto en este espacio… y listo.

Gracias… Srta. Valentina.

De nada… Daniela… que le vaya bien.

Se fue y me dedicó una sonrisa realmente angelical… la vi alejarse y mi mirada inevitablemente se quedó admirando todo su cuerpo de espaldas… hace mucho tiempo que no me perdía en la contemplación de un buen cuerpo… me turbé nuevamente y me pareció que esta vez se dio cuenta.

Así pasaron las semanas, ella no participaba mucho durante mis clases, pero no apartaba su mirada, incluso llegué a sentir que me buscaba. Me ponía nerviosa y mis ojos huían rápida e inevitablemente cuando se encontraban con los de ella. Yo trataba inconcientemente de impresionarla haciendo las mejores clases y cuidando mucho mi aspecto personal, mi estilo era muy distinto al de mis colegas, bueno, era del grupo de las de menor edad, generalmente usaba ropa juvenil pero elegante, "formalmente casual" como yo le decía a mi look, entre las risas de mi amiga y compañera de trabajo Fran quien decía que yo era una especie de hippie frustrada.

Mi relación con el curso era cada día mejor, en general me apreciaban y admiraban mucho, siempre me buscaban y se acercaban a mí para conversar, preguntarme cosas, pedirme ayuda o simplemente saludarme. Pero ella, Daniela, parecía no querer acercarse. – Tal vez no le caigo bien… Mejor – pensaba yo – sería realmente peligroso para mí que lo hiciera, si supiera lo que es capaz de provocarme. Pero no… ella no podría saber

Recuerdo una tarde mientras caminaba por los pasillos con Fran. Nos encontramos casi de frente con Daniela y su amiga, era inevitable cruzar un saludo y algunas palabras corteses. Daniela habló poco, sólo me miraba y sonreía, en cambio Catalina, más extravertida, conversó agradablemente con nosotras bastante rato, hasta que nos despedimos. Entonces Fran me comentó:

Esa niña está deslumbrada contigo

¿Cuál?

La más callada, la más bonita.

¿Por qué lo dices?

Mira, Vali, recuerda que soy psicóloga y capté su lenguaje gestual, pupilas dilatadas, nerviosismo, rubefacción… no es tan tímida… tú la cohibes, estaba muy nerviosa.

Ya, ya, déjalo hasta ahí

En serio, apostaría mi cabeza a que le pasan cositas contigo, jaja. Eres una rompecorazones.

Ridícula

A estas alturas de mi vida yo sabía perfectamente lo que me estaba pasando, me sentía completamente atraida por mi alumna y sólo quería que, con el tiempo, este sentimiento se apagara, total, mientras lo tenga sólo en mis fantasías, nada podría ocurrir, además ella era una alumna y… una mujer…¿Y si fuera verdad?

Una tarde, al finalizar mi cátedra, un grupo que había supervisado y con quienes había establecido una excelente relación, se acercó a mi para comentar algo visto en clases. Fue una conversación muy entretenida y les agradecí su interés ante lo cual se despidieron de mí con besos y abrazos muy efusivos. Mientras esto ocurría noté que Daniela miraba la escena desde el fondo del salón y me pareció ver un destello de rabia en su mirada antes de alejarse.

Desde ese día, cada vez que me dirigía a la sala de clases, la encontraba afuera en el pasillo o sentada en la escala, a veces sola, a veces con su amiga. Mientras yo saludaba, todas me respondían afectuosamente menos ella. Parecía que estaba molesta o simplemente le era indiferente, eso me dolía más.

Sumida estos pensamientos me encontraba una tarde en mi oficina, cuando sentí unos tímidos golpes en la puerta. Me levanté a abrir y mi corazón dio un vuelco cuando la ví parada en el umbral esperando que la invite a pasar. Debo reconocer que me costó unos segundos reaccionar antes de hacerme a un lado, haciéndole un gesto para que entre y tome asiento en el sillón que tengo a un costado del escritorio.

Quería conversar con Ud., Srta. Valentina.

Desde luego, Daniela, dígame ¿en qué la puedo ayudar? - dije mientras tomaba asiento frente a ella en la silla del escritorio, tratando de mantenerme lo más tranquila posible. Estaba preciosa, con unos jeans ajustados que le sentaban estupendo y una sensual blusa sin mangas que dejaba ver el inicio de su escote y atraía demasiado mi nerviosa mirada.

Me parece que Ud. tiene un problema conmigo… con todas mis compañeras es cercana y afectuosa… pero conmigo mantiene la distancia y es más fría… no me mira y casi no me habla… cuando le pregunto algo siempre me responde cortante… con monosílabos. Yo me he esforzado mucho en su cátedra… tengo buenas notas… pero parece que no es suficiente. Tal vez si me dice lo que está mal podría tratar de arreglarlo

A medida que decía todo esto, atropellada y nerviosamente, sus ojos se fueron humedeciendo, se notaba que hacía esfuerzos por controlar las lágrimas

Yo estaba perpleja, nunca me había imaginado que ella pensaba así de mí ¡¡¡tan lejos de la realidad!!! No pude evitarlo, quería consolarla y en un impulso me senté junto a ella y la abracé.

Tranquila, Daniela, por favor no piense así, nunca habría querido hacerla sentir mal…créame que no tengo ningún problema con Ud… al contrario… Ud. es

No alcancé a terminar la frase porque ella comenzó a llorar calladamente, aferrándose a mi abrazo casi con desesperación. Sólo atiné a acariciarle el pelo y la espalda hasta que se calmó, luego de unos minutos que me parecieron eternos. Tenía el hombro mojado con sus lágrimas y el aroma de su perfume me embriagaba todos los sentidos. Mis manos, realmente no sabía dónde ponerlas, me quemaba el contacto con su espalda y la piel desnuda de sus hombros, hice el intento de separarme un poco para ofrecerle un vaso con agua, pero ella me lo impidió poniendo un brazo en mi espalda y el otro rodeando mi cuello. Movió su cabeza de mi hombro y apoyó su cara más cerca de mi cuello haciéndome sentir la humedad de sus mejillas bañadas por las lágrimas.

Yo estaba perdida… total y absolutamente perdida… nunca la había tenido tan cerca… mi respiración se empezó a acelerar automáticamente y mi pecho a moverse cada vez más rápido, evidenciando todo el nerviosismo que me provocaba la situación, quería arrancarme, salir corriendo, pero mi cuerpo no me respondía.

Entonces Daniela levantó la mirada algo enrojecida por el llanto y la fijó en mis ojos, como queriendo decirme muchas cosas, estaba acongojada y me pareció la más dulce del mundo. No pude evitar darle un beso en los ojos, enjugando sus lágrimas, en un gesto casi maternal, como para aliviar su pena y su llanto, pero ella seguía mirándome de una forma profunda. Comenzó a acercarse… acercarse… más… sentía su respiración… más… hasta que sus labios se posaron en los míos. ¡Dios mío! Eran tan suaves, delicados, deliciosos y parecían querer pedirme todo sin atreverse. Me quemaban. Mi adrenalina estaba al tope y sentía latir mi corazón en mis oídos. Mi boca comenzó a acomodarse a la suya, lentamente sus labios se entreabrieron invitándome a recorrerlos con pasión y ternura. Bebí de su boca , acaricié con mis labios su labio inferior y finalmente ambos, su humedad se hizo mía, su aliento exquisito excitaba mi paladar, hice el gesto de morder suavemente su boca y succionar despacio ambos labios, cuando apareció su lengua tímida buscando la mía, acariciándola. Sentía su respiración cada vez más agitada y ya no era por el llanto, su abrazo me apretaba más contra ella y mis manos que recorrían su espalda, subieron hasta la nuca para ejercer una leve presión y profundizar, si es que cabe, aún más ese increíble beso.

Pasaron algunos minutos, no sé cuántos, nuestros rostros se movían lentamente en círculos, en distintas direcciones, sincronizados, haciendo rozar nuestros labios en un calce perfecto, sintiendo cada movimiento de nuestras lenguas y cada roce de nuestras narices. Yo ya estaba en el cielo cuando un suspiro contenido escapó de su boca, súbitamente llegó a mi mente la imagen de estar besando a una alumna ¡a una alumna! Y el miedo me invadió, apartándome brusca de aquellos labios.

Profe… yo

Daniela, perdóneme… yo no… no debí… - Trataba de decir algo para recuperarme a mi misma y acabar con esto que no quería que acabara.

En eso, tocan la puerta, me apresuro a abrir pensando "salvada por la campana". Era Fran.

Hola, colega… disculpa, no sabía que estabas atendiendo

No te preocupes, Daniela ya se iba.

Dicho esto, Daniela, que ya se había puesto de pie, se dirigió a la salida de la oficina, no sin antes lanzarme una mirada llena de tristeza que me caló el alma. Cerré lentamente la puerta como si me pesara una tonelada.

Pero qué haces amiga, otra alumna sufriendo con tu asignatura… ¡qué mala eres! Mira la cara que tenía la pobrecita, jaja.

Ya, loquilla, no es para tanto… tú sabes cómo son estas chicas…Pero bueno… cuéntame a qué debo el honor de tu presencia en mi oficina.

Vengo a pedirte… no… ¡a exigirte! que me acompañes a la fiesta de aniversario que organizan los estudiantes el Viernes en la noche.

Pero, Fran, tú sabes que no me gustan esas actividades

Sí pero yo estoy obligada a ir y no quiero hacerlo sola… además te vendría bien distraerte un poco… hace mucho que no sales y no todo en la vida se reduce a trabajar y estudiar… en una de esas conoces a alguien o por fin le das pelota al pobre Roberto y

Ya… déjalo hasta ahí… ¿a qué hora paso por tí?

Sabía que lo harías, jaja, por eso te quiero. ¿Te parece a las 11?

Vale.

El resto del día transcurrió sin novedades, yo estaba totalmente desconcentrada en mi trabajo, debía preparar unos informes, corregir pruebas, preparar la clase de mañana, pero sólo pensaba en aquel beso, uf, ¡qué beso! Me dolía el estómago del cosquilleo que sentía cada vez que aquella imagen invadía mi mente. Nunca había besado a una mujer, aunque más de alguna vez fantaseaba con ello, pero esto era superior… sus labios… su aroma…no eran un sueño.

Decidí irme a casa, tal vez allí en mi refugio podría tranquilizarme y avanzar un poco con el trabajo. Me di una ducha caliente, me puse un pijama cómodo y con un tazón de chocolate caliente pude trabajar algo, al menos la clase… la clase… ella estaría allí ¿qué ocurrirá ahora? ¿cómo podré hacerle clases sabiendo lo que había pasado? Me costó conciliar el sueño, cuando por fin lo hice, adivinen… ¡sí!… hasta en mi sueño se apareció ella… Daniela. Estábamos en mi casa, no sé por qué, pero así son los sueños. Nos empezamos a besar tan tierna y profundamente como aquella tarde en mi oficina, sus ojos no me miraban con tristeza sino con deseo, enredaba sus dedos en mi cabello, acariciaba mi cuello y mi espalda, me hacía estremecer con sus manos y sus labios. Yo quería más y me atrevía a más, lentamente comencé a acariciar sus pechos a través de la ropa… ella parecía disfrutarlo, posaba sus manos en mi nuca acercando mi boca a sus pechos, mientras yo desabrochaba los primeros botones de su blusa. ¿Qué hago ahora? ¿Sigo? Mis miedos fueron derrotados por el deseo. El primer contacto lo hice con los labios en su pecho… era maravilloso, suave y perfumado, pasaba mi lengua y succionaba suavemente, con desesperación contenida, sus manos me empujaban hacia ella como para asegurarse de que no me escape y créanme que no quería hacerlo, comenzó a gemir despacio excitándome aún más con sus sonidos. Lentamente se fue recostando conmigo encima para sentir el contacto de nuestros cuerpos, puso una pierna entre las mías y pude percibir los movimientos de su pelvis bajo mi vientre. Subí hasta su boca, necesitaba besarla con desesperación, al hacer este movimiento nuestros sexos quedaron en contacto presionándose a través de la ropa, sus manos bajaron a mis glúteos donde las sentía acariciarme en distintas direcciones, siempre apretándome contra ella, mi respiración empezó a entrecortarse y sentía oleadas de placer subiendo hasta mis oídos, este sólo contacto me provocó un orgasmo incontenible, no lo podía creer… mi cuerpo empezaba a tensarse y aún sentía las contracciones del éxtasis, cuando la campanilla del despertador me anunció que era hora de levantarse. Entre despierta y dormida me quedé unos minutos, absorta, reviviendo aquel sueño maravilloso e inquietante.