Me pasó en Bariloche
Una chica que visita Bariloche con sus padres, se lo monta con un empleado del hotel, poseedor de una verga monstruosa.
Queridos amigos, este es mi relato, es un caso real y me paso en Bariloche (Argentina).
Voy a empezar del principio, ¿cómo? presentándome, mi nombre es L. María, tengo 19 años, soy chilena, soltera, mido 1,75 m. mis medidas son 89 - 60 - 90 y muy linda de cara, bueno, al menos eso dicen los chicos de mí, vivo con mis padres.
Hace unos días fui de vacaciones a Bariloche, ese hermoso lugar del sur de Argentina, fui con la idea de pasarla bien, y de paso por qué no, tener sexo, y en esto creo que conseguí mi objetivo, pues tuve sexo y del bueno, mejor dicho, muy bueno.
Todo comenzó un sábado por la tarde, había en la recepción del apart hotel dos recepcionistas, no siempre estaban juntos pero ocurre que a esa hora había cambio de turno, el que nos atendió era casado, (bueno en realidad los 2 son casados) y no me pareció del todo atractivo, el otro a quien llamaré Luis, estaba mirando televisión en el momento que llegamos, pues su turno había finalizado, este hombre era en realidad muy lindo y simpático, como de 1,80 m. morocho, en el momento de conocerlo vestía muy bien, con un chaleco negro que le quedaba a la perfección.
Por la noche fui con el pretexto de pedir un cigarrillo, de esa forma traté de entablar dialogo con la persona que nos recibió, pero este señor era muy aburrido.
Al otro día pude conocer bien a Luis, muy amable, cordial y simpático, me miraba con mucha atención y siempre me saludaba con un "buen día preciosa" ó "buen día linda", lo tomaba como un cumplido.
Como a los 3 días de estar en esa ciudad, conocí a otro pasajero de nombre Gerardo que visitaba Bariloche, un día este chico me fue a visitar al apart hotel, (por razones lógicas no diré el nombre del hotel) y quien lo recibió fue precisamente Luis, yo no quería que él me viera con otra persona, pero Gerardo ya estaba allí.
Con Gerardo hablamos de todo pero sin comprometerme a nada, tanto que ni siquiera nos comprometimos a vernos nuevamente. El último día fuimos a cenar al restaurant del hotel y allí estaba Luis, nos saludamos y nada más, él seguía con su trabajo y yo cené con mis padres, pero llegó un momento que mis padres se pararon para ir a pagar la cuenta cuando este morocho imponente se acercó a hablar conmigo, hablamos durante 10 ó 15 minutos más ó menos, me decía que a las 12:00 h. salía del trabajo y me preguntó si nos podíamos encontrar en el quincho, le dije que sí, pero que tenía que esperar a que mis viejos se durmieran primero.
Como a las 00:50 h. vi que se retiraba a su casa, pero antes pasó por el estacionamiento a despedirse de un pasajero, justo en ese momento me vio y me dijo, pensé que ya no venías, a lo que le respondí que yo no fallo a mis citas, llegamos hasta el quincho y sin darme cuenta lo besé, bueno, en realidad tenía ganas de besarlo.
En ese momento me dijo que tenía que ir a la farmacia o a algún quiosco cercano porque no tenia protección, a lo que le contesté que no hacía falta, ya que yo tenía todo lo que necesitábamos para pasarla bien, tomaba las pastillas anticonceptivas y tenía preservativos, por lo que continué besándolo.
Quedé sorprendida por el bulto que sentí en su entrepierna cuando nuestros cuerpos se juntaron, de modo que no aguanté más y bajé mi mano a la altura de su verga, estaba en estado flácido y ya la sentí grande, tanto que algunos amantes que tuve, tenían una verga similar a ésa y estaban listos para penetrarme, entonces le digo a Luis, qué grande que la tenés, a lo que me responde, no, no está grande, esto recién empieza, no termina de decir esto cuando me bajó el pantalón y metió su mano en mi conchita, bastante estrecha por cierto.
Cuando estaba haciendo esto, me pidió que le desabroche el cinto y lo desvista, lo hago al tiro y puedo apreciar su majestuoso pene cómo se va endureciendo al compás de mis caricias, no aguanto más y lo meto en mi boca, en ella alcanza toda su dimensión, no daba crédito de lo que estaba viendo, esa verga medía fácil de 24 a 26 cm. y tenía un grosor similar a mi brazo, me dije; esta me va a llegar al ombligo, después pude comprobar que llegaba más arriba de este.
En mi corta vida nunca había visto nada igual, al principio me asusté pero qué podía hacer, ya estaba en el baile y no podía dar marcha atrás, de modo que nos terminamos de desvestir y ahí mismo en el quincho me acosté sobre la mesa y le supliqué que me lo meta hasta el fondo, algo que estaba segura no le causaba ningún problema dado el tamaño de su pene.
Primero fue lento, algo muy noble de su parte ya que si lo hacía fuerte pensé que me dolería mucho, una vez que mi vagina estaba lo suficientemente mojada, le pedí que sea más duro, este morocho no se hizo esperar, comenzó a taladrarme con toda su fuerza, de repente se detuvo y cambiamos de posición, esta vez estaba de espaldas sobre la mesa y él arriba, me dijo, ahora vas a ver las estrellas, puso mis piernas sobre sus hombros y comenzó un mete-saca espectacular, parecía que me partía al medio y me salía por la garganta, por lo que tuve unos orgasmos muy intensos, 3 para ser precisa. Por cierto, vi las estrellas ó mejor dicho me las hizo ver.
Luego de estar unos minutos en esa posición, y hacer que mis gritos se sientan en todo el hotel me llevó hasta la orilla de la mesa y me levantó sin sacarme la verga del interior de mi pobre conchita, me cargó en sus brazos y continuo martillándome, pensé que eso sólo se veía en las películas porno, sin embargo Luis me demostró que también ocurre en la vida real, así estuvimos unos minutos hasta que me sacó la verga y cambiamos de posición, esta vez me puse en la posición del perrito y nuevamente estaba siendo clavada hasta la matríz, me llegaba bien adentro, y eso que no la había metido toda, para ese entonces ya estaba por el sexto orgasmo cuando siento cómo se infla el preservativo y se viene adentro mío, luego estuvimos unos minutos hasta que Luis recuperó la erección, le coloqué otro preservativo, lo recosté en un banco que había en el quincho y me senté sobre ese mástil humano, me relajé y me dejé caer sobre él, cabalgaba como nunca, me estaba dando una flor de tunda de pene grande, yo no podía hacer otra cosa que disfrutar la largura y el grosor de ese pene, me propuso metérmela por el culo pero le dije que no la tenía nada chiquita para eso, por lo que desistió de la idea, por lo que estuvimos un buen rato en esa posición hasta que acabó nuevamente.
Luego nos vestimos, y antes de despedirnos le dije; tu esposa debe disfrutar mucho de lo que Dios te dio, a lo que me dijo que sí, que lo disfruta mucho, aunque tengo la idea de hacerlo con 2 mucamas que trabajan conmigo, una es casada y tiene 2 hijos y la otra es soltera, con una hija y mide como 1,60 m. ahí lo detengo y le digo; si lo haces con la petisa la vas a matar, a lo que me responde; no creas, sé cómo hacerlo con mujeres chiquitas. No es la primera vez que lo hace con pasaseras del hotel, pues me confesó que antes lo había hecho con 2 mexicanas a la vez, y espera tener otra posibilidad siempre y cuando esto no repercuta en su vida matrimonial. Por mi parte espero que les haya gustado este relato, que insisto, es real y que espero comentarios en la siguiente dirección:
Un beso a todos.