Me pasé por la piedra al novio de mi hijo (2)

Continuación...

ME PASÉ POR LA PIEDRA AL NOVIO DE MI HIJO (2)

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  • Ehhh, señor Félix, yo... yo...
  • Tu quieres Pablito.. tú quieres, eso es todo, así que dejate de tonterías y quedate quietito, así tan bonito como eres y no me molestes con tus tonterías, de acuerdo?
  • No señor Félix, yo no.. no debemos...
  • Ssshhh carajito, qué habíamos acordado?, no quiero estar toda la noche repitiéndotelo, es mejor que te portes obediente conmigo y no te pongas necio si?

De improvisto me empujó y se separó de mi, justo allí tuve que decidir si iba a dejarlo tranquilo y me quedaría con ese deseo que me ardía por dentro o me iba a imponer como el hombre que era y hacerlo respetar de una vez por todas, opté por una alternativa en la que yo no podría perder, esa noche lo haría mío y él solito me iba a entregar su culo en bandeja de plata.

  • Está bien Pablito, está bien, no va a pasar nada que tú no quieras que pase, pero me va a romper el corazón contarle a mi Samuel, la forma en la que el putito degenerado de su novio se le insinuó a su propio padre
  • Pero de qué está hablando?, eso no es cierto, usted es el que se me ha estado insinuando toda la noche- Dijo desconcertado
  • Puede ser, pero Samuel no está aquí para verlo, y sabes, tenías mucha razón el otro día, mi hijo me adora tanto como yo a él, sólo nos tenemos el uno al otro, y en verdad dudo que desconfíe de mi palabra para creer en la tuya, por más que te ame como tanto dice
  • Usted, usted está loco, no puede hacerme eso
  • Pero si yo no te estoy haciendo nada, todo lo estás haciendo tú solito con esa actitud de niño desobediente- decía mientras me iba a acercando lentamente dentro del agua, viéndolo fijamente a los ojos, como el león a la gacela- Si te dejaras de tonterías y de falsos pudores, te entregarías por tu propia cuenta, que se te ve que te estás muriendo de ganas, yo obtendría lo que quiero, y tú también, no habría perdedores, lástima que me equivoqué al pensar que eras un poco más inteligente

Me pegué a él, con una mano lo sostenía por la espalda, pegado a mi pecho, ambos dentro del agua, con la otra lo tomé por la nuca y ante una ligera reticencia de su parte lo obligué a recibir mi beso, por fin podía saborear esos dulces labios, jugosos, rosados, deliciosos, su suave y cálido aliento, su cuerpo tembloroso, su piel mojada y tersa, me estaba volviendo loco ese muchachito, la diferencia de nuestros cuerpos era abismal, un hombre grande, musculoso y velludo y un chico delgado, atlético y lampiño, muy piel curtida y madura en contraste con su blancura inmaculada, era toda una delicia, él dejó de resistirse, en parte por mi amenaza, y en parte porque le gustaba, abría la boca para dar paso a mi ávida lengua, que invadía todos sus espacios, aunque se notaba su turbación, seguro se estaba debatiendo entre el placer que sentía y la culpa por estar en esta situación con el papá de su amado novio, el tenerlo entre la espada y la pared me excitaba mucho, lo tenía en mi campo, dominado, podría hacer con él lo que quisiera y vaya que quería muchas cosas, quisiera o no, ya eso era lo de menos para mi, iba a terminar pidiéndome más.

El beso ya era una cuestión lujuriosa, no había amor de mi parte, sólo el deseo de probar ese cuerpecito delicioso, de probar lo que mi hijo había probado ya y le había gustado tanto, de enseñarle al mariconcito ese lo que era un hombre de verdad, darle lo que su culo tanto anhelaba desde que decidió que era verga lo que quería, nos salimos de la piscina, ya afuera lo seguí besando, cada vez más salvaje, mi furia lo sobrepasaba, quería devorarlo, casi que engullirlo, por primera vez metí mis manos bajo el trajebaño de mi hijo y masajee sus nalgas, eran tan suaves y tersas como las imaginaba, las apreté, las separé, introduje mi mano en su raja por su entrepierna hasta casi llegar a sus bolas, él ya estaba muy excitado, su respiración acelerada, sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, mi espalda, mis hombros, mi pecho, se deleitaba con mi firmeza, le gustaba que lo tratara con disciplina, saqué mi mano de allí y la olí, era delicioso su olor a culo limpio, ahí me enceguecí, "cómo te lo voy a poner muchachito" susurré a su oido, justo antes de tomarlo por los cabellos y obligarlo a arrodillarse frente a mi, le pegué su cara a mi paquete y se lo restregué un poco, ya lo tenía bien duro, pero me faltaba su boquita para terminar de preparármelo bien para su culito.

Me bajé el trajebaño hasta las rodillas y mi tranca emergió como un resorte, grande y potente como siempre, desde joven me dí cuenta de lo bien dotado que estaba, apenas con 16 años ya me medía 19 cms por 4 de ancho, ahora con medio siglo de vida me llega a 24 cms x 6 de ancho, realmente grande, Pablo se quedó lelo al verla y pude notar el atisbo de miedo en su carita, antes de que dijera nada tomé mi verga con la mano y le pasé por sus labios, él abrió la boca y le introduje más o menos hasta la mitad, pero era muy ancho y le costaba meterla, se tensaban las comisuras de sus rojos labiecitos, eso me excitó mucho, puse mi mano en su nuca y empujé aún más, a pesar de que tenía arcadas él trataba de abrir más la garganta, y así entró un pedazo más, que cavidad tan húmeda y deliciosa era su boquita, cuando ya le costaba respirar se la saqué, él se recuperó y entonces me senté en la silla de playa, y él solito comenzó a lamerla, morderla con cuidado y darle besitos, la verdad que el putito de mi yerno era todo un experto en chupar güevos, sabía bien como usar su lengua y cómo succionarlo como un corderito pegado a la ubre de su madre, era una ricurita ese niñote.

Después que mi verga se sació de las caricias de su boca ya estaba como un fierro al rojo vivo, ya su culito me iba a sentir bien adentro, lo levanté y lo besé impregnando mi boca de los sabores de mi propio güevo, a punta de manoseos y besuqueos lo llevé hasta el piso superior, ambos ya desnudos, pasamos frente al baño, luego frente al cuerpo de huéspedes y después frente a mi cuarto, cuando él intentó entrar suavemente lo detuve y seguí la marcha, él me vió con cara de estupefacción, sabiendo lo que iba a pasar, pues sí, no ibamos a hacerlo en mi cuarto, su culito sería de mi propiedad en el cuarto y sobre la cama de Samuel, su novio, mi hijo, me daba un morbo absoluto hacérselo allí, en un lugar donde pudiera compararme con él en todos los sentidos y así se percatase de la superioridad de un macho de verdad, que sobre las sábanas, las almohadas y las ropas con el olor de mi muchacho, sintiera a su suegro taladrándole las entrañas, yo no estaba allí para ser cuidadoso y delicado con él, quería cojérmelo sin cuartel y hacerlo para él una experiencia que jamás olvidaría, y por lo visto lo estaba logrando.

Ya sobre la cama seguimos besándonos, ahora él no se negaba, lo estaba disfrutando mucho, me besaba y tocaba a sus anchas, así lo quería tener, bien dispuesto y participativo, no me interesaba obligarlo, el sabor del triunfo que me daba su entrega era suficiente para mi, así podría darme más placer, mientras me dedicaba a chupar con fruición su cuello y sus rosados y tiernos pezones, le metí los dedos índice y medio en su boquita para mojarlos en su saliva y de una se los enchufé de un solo golpe dos dedos en su culo, él se sorprendió y emitió un ligero gemido, a la vez que apretó el esfínter por la sorpresa, dándole una agradable bienvenida a los exploradores que se adentraban en él, comencé a moverlos sin ningún cariño, lo estaba follando con mis dedos, adentro, afuera y de forma circular, quería prepararlo para lo que le venía, a él le encantaba, lo sé, su culo estaba comenzando a encenderse, a picarle de esa forma en la que sólo le pica a un maricón cuando tiene un hombre encima y yo me iba a encargar de calmarle ese escozor a punta de machete.

  • Ya te viene yernito, ya te viene, ya vas a tener un hombre de verdad, eso quieres verdad?, eso quieres?
  • Ahhh, uhhh, señor Félix, ahhh
  • Si así es nene, Señor Félix, así me gusta que me llames, cuando te lo meta hasta el fondo quiero que grites mi nombre
  • Señor Félix, es que está muy grandote, tengo un poco de miedo, no quiero que me duela- Dijo tímidamente como si no tuviera derecho a pedir nada
  • Quédate tranquilo muchachito, yo no quiero lastimarte, en serio, pero no te puedo prometer nada, hasta ahora tu culito sólo ha probado niños, pero yo soy un hombre, y un hombre muy caliente y arrecho por cierto, lo que es casi lo mismo que un toro enfurecido, así que probablemente sí te duela, y mucho, pero eres un niño grande y sé que vas a aguantar no es cierto?- Dije bastante cínicamente
  • Pues supongo que sí
  • Pues deberías muchachito, deberías, y para motivarte vamos a hacer algo, por cada grito que des, te lo voy a meter más duro y a la primera lagrimita te voy a reventar de tal forma que mañana quizás ni puedas caminar, así que ya veremos si aguantas o no

Pablito tragó saliva y puso una cara de terror que me pareció muy graciosa, sabía que hablaba en serio, todavía no sabía si estaba dispuesto a hacerlo o si lo hice sólo por asustarlo, pero tampoco era mala idea, por lo menos me cachondeaba bastante, le indiqué que se pusiera en cuatro patas, como una perrita en celo, esa posición me vuelve loco con las mujeres y con él se me antojaba también, así el culito se le veía más apetecible si es que eso es posible, redondo, blanquito, con las nalgas entreabiertas dejándome ver ese pequeño anillo rosado y fruncido, con una mano le hice recostar el pecho del colchón para que sólo dejara su culo levantado, así me dediqué a mamar ese culito delicioso, su olor y su sabor me enardecían, el muchacho estaba retorciéndose de placer, gemía como una putita, alternaba mis dedos con mi lengua, después de un rato estaba bien dilatado, le cabían cuatro de mis dedos, que son lo bastante gruesos y largos, ya lo tenía listo para ensartarlo.

  • Recuerda nuestro trato Pablo, ya te voy a clavar, si te duele mucho muerde el colchón o la almohada, y no aprietes porque ahí sí que te reviento
  • Con cuidado Félix por favor- Dijo como asustado corderito
  • Félix?- espeté dándole una nalgada
  • Perdón, perdón, Señor Félix
  • Así me gusta, que belleza de culo que me voy a tirar, prepárate para sentirme en el fondo

Después de dejar su culo bien ensalivado por dentro y por fuera y de hacer lo propio con mi trabuco, coloqué con cuidado la cabecita en ese delicioso portal del placer, se le restregué un poco por la raja, lo golpee varias veces contra sus nalguitas, se lo puse sobre la espalda para ver hasta donde le llegaría y finalmente comencé a introducirlo, estaba muy apretado y caliente, yo me estaba volviendo loco de placer, no puedo decir lo mismo de mi yerno que ahogaba sus sollozos en la almohada y golpeaba furiosamente el colchón con el puño cerrado, me encendía mucho lastimarlo así, seguro cuando mi hijo lo desvirgó no le había dolido tanto, pues para mi calibre su recto era prácticamente vírgen, poco a poco se lo fui metiendo, el puto cabrón me apretaba como un guante de goma, hasta a mí me dolía un poco en la unión del prepucio y el glande, cuando ya iba la mitad le empujé un buen trozo, allí no pudo aguantar y pegó un pequeño grito.

  • Je je, hora de cumplir el trato Pablito- Dije sádicamente mientras lo tomaba de la cintura y de un empujón le encajaba varios centímetros más
  • Ahhhh, no Señor Félix, no, me está rompiendo por favor- gritaba con su voz ya quebradiza y yo muy cumplido como era con mi palabra, tomé impulso agarrándome de sus hombros y se lo mandé hasta el fondo

El muchacho se retorció y gritó ensordecedoramente, tanto que tuve que apretarle la cara contra la almohada, me quedé un rato quieto y cuando se calmó lo dejé respirar de nuevo, estaba llorando copiosamente y eso me ponía a mil, me acosté por completo sobre él, sujeté sus manos juntas por encima de su cabeza con mis piernas separé más las suyas, pegué mi pecho a su espalda y mi cara a su nuca y susurrando a su oreja le dije "Prepárate para saber lo que bueno", y me dispusé a follármelo tal como me imaginé aquella vez que lo vi haciéndolo con mi hijo en el cuarto de huéspedes, ahora ya no tendría que conformarme con una mísera paja, ahora su culo y todo su cuerpo me pertenecía por completo y podía servirme de él cuanto quisiese, había pecado al llorar tan pronunciadamente y me tocaba a mi castigarlo por eso, él lo sabía y aún así lo había hecho, me apoyé en mis rodillas y mi cadera se convirtió en un pistón, el sonido de la cama chocando contra la pared se mezclaba con mis jadeos y bufidos y con sus gritos y sollozos, era algo totalmente animal, yo estaba alienado de placer, poseso de deseo y de lujuria, como una entidad demoníaca que gozaba llenando de fuego ardiente las entrañas de ese joven mozuelo que me había sido dado en sacrificio.

  • Me sientes putito? te duele verdad?, vamos grita mi nombre, quiero que grites el nombre de tu hombre- Deliraba dentro de mi goce
  • Ahhh Señor Félix, Señor Félix, Ahhhh Señor Félix pare por favor
  • Ni siquiera he comenzado muchachito, me vas a aguantar un buen rato, te voy a dar caña hasta decir basta, putita, sé que te encanta que un buen macho te monte, notas la diferencia, yo si sé como darle a tu culo el trato que se merece, el de puta, seguro mi hijo Samuel no te lo hacía así, vamos dime cual te gusta más el padre o el hijo, quién es más macho
  • Ahhh, él, Samuel, me gusta él, lo amo, Samuel, él es el hombre de mi vida
  • Ah sí, yo me voy a encargar de que jamás me puedas sacar de tu cabeza puto maricón- Por alguna razón me sacó de mis cabales que habiéndome probado a mi aún lo prefiriera a él, le iba a dar la lección de su vida

Aceleré mi cojida a un ritmo infernal, ahora sí quería hacerlo pedazos, cómo se atrevía a retarme de esa manera, a desafiar mi virilidad, él no me había visto siendo violento, se lo saqué de golpe, no me había dado cuenta pero lo había hecho sangrar un poco, mi verga parecía un puñal de carne culpable de un asesinato, lo levanté de la cama rudamente y lo tiré al piso, quedando apoyado en el piso por los hombros y la cabeza, levanté sus piernas bien abiertas y así estando yo de pie lo clavé de nuevo, se lo hice aún más duro, coloqué mi pie en su cara y me lo cepillaba como a un muñeco de goma, la posición era más dolorosa para él pero eso le enseñaría a respetarme, para mi era menos que nada, un guiñapo de hombre, poco más que el culo con el cual me satisfacía, él no tenía derecho a desafiarme y a insinuar que mi hijo era más hombre que yo, ya me iba a conocer.

Luego de esa posición hice con él muchas más, ambos de pie, el misionero, de lado, él cabalgándome, tan vicioso que lo disfrutaba y se movía como toda una serpiente, pero cada vez que le repetía la pregunta respondía de la misma manera: "Samuel, él es mil veces mejor que cualquier hombre, lo amo", eso me hacía enloquecer más y darle más duro, pero a esa altura él solo gozaba de mi violencia, ya se me había salido de las manos, no estaba asustado, ni confundido, sólo se dedicaba a disfrutar el momento y a hacerme rabiar con sus desafíos, ahora era él el que me estaba usando a mi, ahora yo era su juguete sexual, disfruté de su culo hasta que me vine en torrentes dentro de sus entrañas, nunca antes había eyaculado tanto, aún se lo tenía metido cuando mi leche comenzó a salir por las comisuras de su ano, él también acabó copiosamente llenándonos a ambos de su caliente leche juvenil, al finalizar ambos quedamos exhaustos tirados uno al lado del otro en la cama de mi hijo, yo me había dado el gusto de mi hijo y a la vez había comprobado que él realmente amaba a mi muchacho, aún con todo el placer que le estaba dando nunca se dejó llevar y me declaró como su hombre, su gusto por Samuel iba más allá del sexo, al parecer él hizo la misma reflexión pues no lo notaba culpable o perturbado, sólo muy cansado y bastante adolorido.

Ya era bastante tarde y luego de bañarnos y ponernos ropa limpia, además de borrar los rastros del cuarto de Samuel, estabamos cambiando las sábanas cuando habló por primera vez después de la cojida

  • Sabe Señor Félix, estuvo muy bueno, si tira usted muy bien y gocé mucho, pero como ya debe estar claro, yo amo a Samuel más que a nada en este momento y creo que esto no se debe repetir- Me dijo en un tono calmado y decidido que sólo le había oído aquella vez que cenamos en el restaurant
  • Si muchacho, la verdad es que eres toda una delicia, me la pasé mundial, y si estiy seguro de cuanto amas a mi muchacho, cualquier persona que quiera así a mi hijo es digna de estar con él, pero con respecto a eso de que no se repita no te puedo prometer nada, ya veremos cómo se dan las cosas...
  • Pero Señor.. ya le dije que....
  • Sí, lo que me dijiste, si mal no recuerdo no te había quedado claro algo con respecto al bulbo raquídeo