Me miras y quiero abrirte mi piel
Me excitas con solo mirarte. No hace falta que me digas nada para yo abrirte mis piernas y ofrecerte todo mi cuerpo
Toqué a tu puerta y no paso ni un segundo cuando ya estabas en frente mío. No nos dijimos nada sino que bastó la mirada para saber que solo queríamos entregarnos el uno al otro. Sé que cuando me viste, te diste cuenta que mi cuerpo era tuyo, que te quería entregar mi piel y todo mi interior, que quería abrir mis piernas para que entraras en mí y me entregaras tu pasión y deseo y luego derramaras vida y energía para que todo mi cuerpo se estremeciera.
Nos abrazamos y cerré los ojos sintiendo esa energía del deseo recorrer tu cuerpo y el mío al mismo tiempo, dándome cuenta que tu cuerpo era mío y que no quería esperar para sentirlo desnudo y para sentir todo su peso de macho sobre mí. En ese abrazo restregué mis tetas sobre tu pecho y con mis manos te toqué por encima del pantalón tu rica verga y sentí que ya se estaba preparando para comenzar con sus embestidas.
Dejamos de abrazarnos y nos miramos. Comenzamos a besarnos de forma apasionada. Te quería chupar toda tu rica boca y meterte mi lengua para recorrer tu interior y sentir el calor que emanabas. Tú también me metiste tu lengua y la pasaste por toda mi boca mientras tus enormes manos me agarraban el culo y comenzaban a subirme la falda. Mis manos también comenzaron a recorrer tu cuerpo y a quitarte la camisa que llevabas puesta. Me subiste por completo la minifalda y me apretaste el culo. Con un movimiento y con tus brazos fuertes, me alzaste y yo te abrace con mis piernas alrededor de tu cintura. Me quite mis zapatos de tacón y volví a restregar mis tetas con tu cuerpo
No dejamos de besarnos y me llevaste hasta tu cama; me recostaste y te colocaste encima de mí. Tu pasión comenzó a elevarse y me besaste mis mejillas, me las chupaste. Luego besaste mi cuello y de un tirón rompiste mi blusa y comenzaste a besar todo mi pecho mientras yo te agarraba la cabeza y te apretaba hacia mí. Yo ya estaba gimiendo y quería que continuaras con todo el fuego que brotabas y que me quemaras. Dejaste de besarme y te ayudé a quitarme la blusa, luego me quitaste mi brasier y mis tetas quedaron al descubierto con sus pezones color café; te ofrecí mis tetas para que las chuparas y eso hiciste. Mientras lamías una teta y chupabas un pezón como queriendo sacar leche, me apretabas con tu enorme mano la otra. Luego intercambiaste de teta para que ambas quedaran bien chupabas y que el color café de los pezones se tornara rojo debido al calor de tu boca y a las mordidas que le hiciste a mis pezones.
Bajaste por mi vientre lamiendo todo lo que encontrabas a tu paso. Bajaste la cremallera de la minifalda y me la quitaste y con un solo movimiento me quiste las medias y la tanga. Ahora estaba completamente desnuda y te ofrecía mi cuerpo para que hicieras con el lo que tu deseo y pasión te dijera. Me colocaste al borde de la cama, comenzaste a lamerme mis piernas y a acariciarlas. Llegaste a mis pies y me besaste cada uno de mis dedos. Eso me daba placer y yo gemía, y podía ver por encima de tu pantalón, que tu verga ya estaba lista para atravesarme y para explorar todo lo que yo tenía para ofrecerte.
Volviste a lamerme las piernas y tus manos llegaron a mi cuca. Comenzaste a acariciarme el clítoris para luego introducir dos de tus dedos dentro de mí. Yo gemí de placer y abrí más mis piernas producto de la sensación que estaba sintiendo. Me sacaste los dedos de mi húmeda y viscosa cuca, te agachaste y cuando sentí que tu aliento caliente se acercaba a mi cuca, estuve a punto de enloquecer de placer. Comenzaste con un lengüetazo que recorrió desde abajo hasta mi clítoris. Luego fueron lengüetazos más rápidos hasta que uno se quedó en mi hueco. Entraste con tu lengua en mi cuca y comenzaste a lamer y te tragabas toda mi humedad. Comenzaste a jugar con tu lengua en mi cuca, intentabas hacer las letras del abecedario mientras yo ya me retorcía de placer. Te agarraba de la cabeza y te la empujaba hacia mí. Sacaste tu lengua y ahora comenzaste a chupar mi clítoris. Lo chupabas duro y lo hacías también con movimientos de tu cabeza de un lado a otro. Luego bajaste y chupaste mi cuca. Yo te decía que pararas porque me iba a venir, pero no me hiciste caso y me agarraste por mis piernas para que yo no me pudiera mover demasiado y seguiste chupando. Tuve mi primer orgasmo, intenso, delicioso. Mi cuca parecía una cascada por lo húmeda que estaba y porque quería más placer.
Dejaste de chuparme la cuca, te paraste y te quitaste el pantalón. Tu verga ya estaba tiesa y dura. No era muy larga, pero si era gorda, muy gorda. Me tomaste por los tobillos, acomodaste mis talones sobre tus hombros y me la clavaste. Me la metiste toda; tu verga se introdujo hasta el fondo. No importo lo gorda que era, mis líquidos ayudaron a que se metiera sin problemas. Comenzaste con tus embestidas deliciosas y estabas demasiado excitado porque fueron durísimas desde el principio. Yo gritaba de placer y solo pedía que me la metieras más y más duro. Tú, como mi machote, me hiciste caso y tus embestidas me iban a partir en dos. Me clavabas tu verga muy duro y me dabas un placer inmenso. Mis tetas se movían y parecían que se iban a desprender y a salir volando. Mis pezones estaban parados, duros y apuntando en dirección del machote que me estaba dando por mí cuca.
Me sacaste la verga y ahora me acomodaste en cuatro. Me la metiste también de una y tus embestidas comenzaron a estallarme la cuca. Me vine de nuevo, tuve otro orgasmo delicioso, mientras que tú me dabas durísimo y mis nalgas se estremecían cuando me lo metías y tu cuerpo chocaba con mi cuerpo.
Me la volviste a sacar y me acomodaste hacia el centro de la cama. Me abriste las piernas y te colocaste encima de mí. Me lo metiste duro y nuevamente te tenía dentro de mí, recibiendo tus embestidas fuertes. Me estabas dando demasiado placer y sentía que te amaba. Te lo dije con un grito, te dije que te amaba. En ese instante soltaste un chorro de semen caliente que salió con mucha presión y golpeó en todas las paredes de mi cuca. Me dijiste que me amabas y que me querías preñar. Yo me vine otra vez, sintiendo tu semen caliente que me quemaba y diciéndote que me preñaras, que era tu mujer.
Quedé agotada y me recosté en tu pecho, comencé a besarlo y terminé besándote en tu boca. Nos besamos apasionadamente y me apretaste el culo. Sentí que te reponías nuevamente; tu rica verga creció y se puso tiesa. Me colocaste boca abajo en la cama y te colocaste encima de mí. Me lo metiste por mi culo. Me dolió pero me diste más placer y tuve otro orgasmo. Tus embestidas fueron durísimas y nuevamente me llenaste de tu semen caliente. Nos recostamos abrazados y permanecimos unos minutos así. Recordé que me tenía que ir rápido hacia mi casa, porque le había dicho a mi marido que iba a llegar temprano y además no quería que llegara Lina, la esposa de mi machote, la cual era la empleada doméstica en la casa de mi mamá.
Me vestí, nos dimos un beso, me subió la falda nuevamente, me introdujo su mano entre la media y corrió un poco la tanga. Me metió un dedo en el culo. Nos dejamos de besar y me dirigí hacia la puerta. Pero ya me había excitado demasiado otra vez para irme, así que me subí la falda, me baje las medias y la tanga y me agache con las piernas abiertas ofreciéndole mi cuca o mi culo, lo que mi machote quisiera. Él sin pensarlo se bajó nuevamente los pantalones y me introdujo su verga en mi cuca. Me dio muy duro y me llenó de semen el cual quedó escurriendo por mis piernas, pero así tuve que salir.
Estoy esperando nuestro próximo encuentro mi amor. Me excitas demasiado y soy tu mujer y te quiero tener dentro de mí siempre y a toda hora. Te pareces a ese hombre de Dallas, Texas, el cual es mi excitación y que llevo siempre en mis pensamientos. Ustedes, hombres, los amo y quiero que me sigan dando placer. Yo les seguiré dando mi cuerpo y mi cuca para que disfruten y para que me llenen con todo su deseo y excitación.