Me masturbo imitando a otras mujeres.
Imagino formar parte de una videollamada de un par de lesbianas. Y me masturbo muy rico con ellas!
Primero debo decir que si bien soy una muchacha bastante caliente, no es que este todo el tiempo así, sino que siempre hay algo que me hace encender y luego de eso me pongo cachonda muy rápido.
A veces eso que me enciende es algo que busco, como cuando comienzo viendo porno o algunos vídeos eróticos o si sexteo con alguien. Y otras veces es algo ajeno (por así decir) como cuando escucho a mis vecinos o si casualmente veo a alguien o algo que me excita.
Esta vez tuve una masturbación un poco distinta, pero fue igual de excitante y placentera que el resto de mis momentos a solas.
Comencé mi tarde viendo porno lésbico, como ya he contado es algo que me calienta mucho. Y por supuesto luego de unos minutos, ya estaba mojada.
Al terminar el primer video, seguí buscando otro para mirar y encontré uno de dos mujeres de unos 30 y tantos, muy bellas. En el vídeo se podía ver la pantalla dividida en dos, y en cada mitad estaba una de ellas en su cama. Básicamente, era una videollamada entre ellas. Asique le puse play y comenzó mi aventura.
Luego de unos minutos, comencé a jugar como si yo también estuviese incluida en esa videollamada. Por lo que fui tocando todo mi cuerpo al mismo tiempo que ellas. Les decía lo que quería hacerles y contestaba cuando ellas se decían vulgaridades.
Nunca había hecho algo así. Hice sexting varias veces, pero nunca por videollamada. Por lo que esto era una sensación nueva, además de que por supuesto era muy excitante ver cómo esas mujeres se tocaban a si mismas desde la pantalla de mi computadora y yo estar imitándolas. Y como si eso fuese poco, por supuesto que estar tocándome me tenía encendida a mil.
Estaba sentada con mis piernas abiertas, tocándo mi sexo. Veía mi conchita mojada y roja, recibir el placer que mis dedos le estaban dando.
En un momento, las mujeres del vídeo empezaron a jugar con sus tangas. Asique tomé la mía que estaba a un lado y comencé a imitarlas. La pasé por mi cuerpo, sensualmente. Por mis pezones erectos, hasta llegar a mi rostro. La olí, se podía sentir el olor de mi excitación en ella. La probé, le pase mi lengua. Pase mis dedos por mi concha y los metí en mi boca. Tenían el mismo sabor.
Al igual que las mujeres del vídeo, deje mi tanga en una mano y con la otra volví a tocarme. Pasaba mis manos por toda mi rajita hasta que metí mis dedos y continúe así unos minutos. Y finalmente me detuve al ver lo que ellas estaban haciendo, me sorprendió, pero parecían disfrutarlo y como las estaba imitando desde el principio, no podía negarme.
Tomé mi tanga de un extremo y comencé a meterla en mi, la metí lo mas que pude, deje solo unos centímetros fuera para luego poder quitármela. Se sentía un tanto extraño, difícil de explicarlo en palabras. Pero sin dudas era muy rico. Era raro pero excitante tener mi tanga húmeda dentro. Y después, al igual que ellas me dedique a darle placer a mi clítoris.
Empecé con movimientos suaves, hasta que encontré el punto justo. Ese punto en dónde lo tocas de cierta forma y explotas. Lo encontré y me detuve en él.
Me toque ahí y gemí más fuerte que antes. Seguí, seguí y grité. No podía parar de tocarme de esa forma. Ya ignoraba el vídeo y lo que estaban haciendo. Estaba de piernas abiertas, con mi tanga dentro mío. Los ojos cerrados y gritando de placer. Una de mis manos se aferraba al sillón y la otra no paraba de presionar y mover mi clítoris.
Ya no gemía, solo gritaba. Mi respiración estaba muy agitada. No sé cuánto tiempo estuve así, pero se sintió como una eternidad, y cada segundo explotaba del placer.
Seguía y seguía. No podía detenerme. Hasta que mi cuerpo se rindió en un orgasmo. Grité de la satisfacción de haber llegado. Abrí mis ojos y podía ver mis fluidos inundar mi tanga.
Cuando finalmente me relajé. Y volví a mirar mi computadora, ví que las mujeres estaban acostadas de costado, con las piernas un tanto abiertas. Acariciando sus colas. Dándose nalgadas y pasando sus dedos por toda su raja. Me quedé viéndolas, dudosa de si jugar o no con mi cola como ellas.
No me atreví. Pero me quedé viéndolas, por supuesto. Quizás más adelante me atreva a jugar de esa manera.