Me lo recordó el programa de radio

Infidelidad y sumisión. Sabiendo que es infiel la obedece.

Me lo recordó el programa de radio

Mientras conducía escuchaba ese programa de radio. Hablaban de divorcios y le preguntaban a uno que por qué se había divorciado...

Mi mujer era una adultera, vamos que me puso los cuernos.

Me hizo gracia que usara esa expresión tan vieja, tan arcaica...

Si... es que tenía unos gustos especiales o bueno, raros... Y yo no participaba... Ni hablar... Claro, pedí el divorcio... faltaría más... Cornudo y consentido no te fastidia, ni hablar...

Que diferente a mí pensé.

Yo era un cornudo, y encima consentido... pero teníamos algo en común, yo tampoco participaba...

No sé si todo comenzó aquellas vacaciones, pero lo que sí tengo claro es que ese día tuve que ponerlo fin y no dejar que siguiera, hubiera acabado como hubiera acabado. Pero estaba demasiado enamorado de ella. Y lo malo es que sigo igual.

Recuerdo el enorme balcón del apartamento. Fue lo primero que vio y lo que más la gustó. Luego vino la decepción. Delante había unas obras y no se veía directamente el mar. Eso si, se podía tomar allí el sol.

Un día salí al balcón. Estaba tumbada en l hamaca, medio desnuda, bueno, en topless. No me molestó aunque me excitó la idea. Nunca lo había hecho en la playa... pero cariño qué bobadas dices, si no nos ve nadie... ¿y los obreros de allí qué, no te ven? Se incorporó un poco y miró por encima de las gafas de sol. Sus tetas se movieron como flanes.

Qué bobo eres... pero no contestó, si miraban podían verla perfectamente. De cualquier forma tenía razón qué más daba, no serían las primeras tetas que verían... no nos conocían...

Una noche, cenando en la mini cocina, con un calor infernal, bastante bebidos.

Estaba envuelta en la toalla de ducha, la recuerdo perfectamente aun. Era de listas o a rayas. Blancas y grises en dos tonos.

La tenía envuelta anudada, o trabada justo por canalillo de sus pechos.

Generosos senos Grandes.

Salimos al balcón, calor seguimos beiendo y jugando...

Se puso de pie y zas se abre como una gabardina. Un meneo. Sus enormes tetas bailando como locas de un lado a otro. Boquiabierto, dejo caer la toalla. Era de noche nadie nos ve imbécil pero si quieres me tapo. Embobado negué, ciego por las ganas de hacerla el amor dije que si a todo.

Al día siguiente como siempre estaba en el balcón. Salió de la ducha, envuelta igual que la noche anterior. Un beso.

Risas... y esa mirada tan suya, cargada de picardía... Y en menos de un segundo la toalla voló hacia el salón.

Allí tenía a mi mujer completamente desnuda, dando la espalda a los obreros, con su culo apoyado en la barandilla...

Y mi pene arriba...

Zas se da la vuelta. Volví su cara hacia mí. Siempre sonriendo. Sus manos bajo los senos, sopesando sus tetas... ofreciéndoselas a los obreros... Picándome, provocándome... Celosón... mi niño está celoso... no me digas que e enfadas...

Los trabajadores estaban relativamente cerca. Más de uno la hacía gestos obscenos...

Ven aquí bobo... Unos besos... unas caricias... y sin darme cuenta fui metiéndome en su trampa... ¿estoy buena?¿Les gustarán mis tetas? Mira mis pezoncitos... Y no podía apartar mi mirada de esos pezones redondos... enormes... que no me cansaba de lamer de mil formas. ¿Tú crees que querrán hacerme cositas? Pues enséñales de quien es esta mujer que está tan buena... Vamos cariño, tócame las tetas... eso es... sóbalas bien sobadas... que vean de quien son... Vamos... Mirad... mirad mis tetas... son de mi marido... las veréis pero no las catareis, decía riéndose y llevándome la mano por los contornos de sus pechos...

Sin que yo hiciera nada por evitarlo o por poner algún freno a esa situación me hizo arrodillar y lamer su sexo. Ella de cara a la calle sin que yo pudiera ver los gestos de los obreros. Y terminó como tenía que terminar. Allí mismo, en las tumbonas del balcón nos pusimos a follar como locos. Sabiendo que nos podían ver, sabiendo que más de uno nos estaba mirando, sin importarnos que nos estuvieran espiando o lo que pudiera pensar de nosotros...

Desde ese día, casi siempre salía desnuda al balcón. Raro era el día que se ponía algo. El efecto era inmediato, la veía exhibirse y mi pene subía disparado hacia arriba, no podía resistirme a los botecitos de sus tetas, a los meneítos de las nalgas. Su coño negro, cubierto por ese tupido vello contrastaba con su piel.

Cuando vinieron los vecinos, justo a nuestro lado, parece que se cortó un poco. Nos han fastidiado me decía riéndose, podían haber alquilado el otro... Eran extranjeros. Alemanes, ingleses, suecos, yo que sé, solo que eran rubios hasta las pestañas, de los que se ponen al sol y en 5 minutos están rojos como tomates. Los llamábamos las gambas.

Pero a los dos o tres días volvimos a las andadas, aunque eso si, ya no era tan descarada. Primero miraba a ver si estaban o esperaba que se fueran a la playa. Si, ponía cierto cuidado, pero aun así, la mayoría de los días hacía top less. Un día lógico la pillaron luciendo las tetas, se lo había advertido, Allí estaban asomados al balcón, como quien no quiere la coas y uno de ellos mirando con todo el descaro del mundo los melones de mi mujer.

No pasa nada además no nos conocen, no importa, no seas tonto me decía mientras se untaba de crema. No me hizo gracia y me metí adentro.

Al día siguiente, entre risas, la dieron una lata de cerveza por la terraza... No paraban de mirar sus pechos. Se los comían con los ojos. Y eso que tenía puesta una camiseta. En cuanto se tumbó en la hamaca y se puso a tomar el sol la sacaron hasta fotos. Me puse a mil. Ella me calmó. Se burlaba de mi. Celoso, carca...

La resultaba divertido... Mira, seguro que se matan a pajas en su país... dirán mira la puta que me tiré decía riéndose.. Pero cariño, ¿no te importa que digan eso de ti? Serás idiota....

Sentí un terrible ataque de celos, pero duró muy poco. Se transformó en algo que no supe identificar. No sé. Mi pene reaccionó. Esa sensación pudo conmigo El morbo de saber que mi mujer estaba fotografiada desnuda por unos desconocidos, que la iban a exhibir... que se iban a excitar contándose cosas que no habían hecho.. que iban a despertar envidia a otros hombres...

Me miró y se sentó a mi lado. Se quitó la toalla y completamente desnuda, susurrando al oído, contándome historias, comenzó a acariciar mi pene... Seguro que están diciendo... me follaría a esa tía... la haría... se la metería en la boca... a que sí... a que los tíos sois unos cerdos diciendo guarradas de las tías a que si... Me la sacó y me masturbo riéndose. Me corrí salpicando hasta la pared...

Pero serás marranón... te has corrido mientras te contaba lo que me hacían esos cerdos... ¿será posible?... Y ahora, ¿yo qué hago cariño?... Mira, tócame aquí... decía llevándome la mano a su entrepierna... ¿ves que calentito está?... si cariño... está pidiendo guerra... ¿Y qué hacemos?. ¿Llamo a una gamba? decía riéndose y burlándose de mi mientras paseaba desnuda por la habitación.

Se tumbo en la cama y abrió las piernas. Ven aquí...

Cómeme el chocho.

Aluciné en colores. Jamás había dicho eso ni nada que se le pareciera... Y obedecí. Claro que obedecí. Lamí y lamí hasta que me dolió la lengua.

Mi mujer no para de sorprenderme en esas vacaciones. Estaba de locura. Yo encantado. Estaba desatada, a tope.

Un día tuvimos una breve conversación. Cariño, ¿no te importa que te vean follar? No sé... los obreros o los gambas... ¿No te importa lo que digan de ti?...

Sus risas... Cariño, a las mujeres nos gustan los piropos, aunque sean groseros... En cierto modo nos da algo de seguridad... No paraba de dar esas estúpidas explicaciones que yo aceptaba a pies juntillas, sin plantearme si eran verdaderas o falsas. Mira... las mujeres somos presumidas... nos gusta lucirnos...

Y yo, todo orgulloso y contento, negándome la verdad, que ella disfrutaba exhibiéndose... excitando a los hombres, provocándoles, que lo que era es muy simple, una calienta pollas, una puta calientapollas... Es lo que diría si no fuera mi mujer...

Y la seguía la corriente, y me encantaba verla saltando sobre mi polla en el balcón, me fascinaban los botes de sus tetas, sus gemidos, sus cada vez más obscenos gestos, sus palabrotas, el que ya no la importara si nos veían los gambas o nos espiaban los obreros...

Y no para de decirlo: Fóllame, soy una puta y cosas así.

Volvimos a casa, a la normalidad. El trabajo. La locura, la rutina diaria, sus retrasos en todo, su caos personal.

Un día, recién levantado de la siesta, con el pijama aun puesto, fui a la cocina. Estaba todo sin recoger y la tocaba a ella. Se lo eché en cara.

La discusión se inició a lo tonto, como siempre, y subió de tono. Cada uno chillando a su bola, diciéndonos de todo. Sin saber cómo dijo si.

No era la pregunta, se equivocó pero sin querer confeso su infidelidad.

¿Qué? Ella estaba tanto o más sorprendida que yo. Su subconsciente la había traicionado y había confesado lo que no tenía que confesar. Había llegao tarde porque se había acostado con otro...

Caí al sofá en estado de shock. Permanecí en silencio, sentado, sin digerir lo que acababa de escuchar.

Era una cosa sin importancia, solo había habido sexo, solo lo había hecho por diversión, por probar, era su explicación, la explicación que yo no la había pedido y que me estaba dando... No debía tomármelo a mal, si no les quería...

¿Les? ¿Es que habían sido varios?.

De nuevo su nerviosismo. Ahora sí que se había metido en un callejón sin salida. Tartamudeaba... No... bueno... veras... Joder no sé ni por donde empezar... Bueno mira, la primera vez fue allí, durante las vacaciones... fue con las gambas... Un día... pues pasó lo que tenía que pasar, subiendo en el ascensor se arrimó... bueno más o menos que se rozaron más de la cuenta.

Ella estaba muy, pero que muy caliente. Venía de la playa y había visto a unos que estaban muy buenos... el caso es que subía súper sensible, excitada, en una palabra, con ganas.

Recuerdo el día perfectamente el día en cuestión. Fue cuando tuve que regresar a casa. El día que me dijo que se había apuntado a la excusión o al paseo en motora. Según ella se había olvidado no se qué en el apartamento y al ir a buscarlo coincidieron en el ascensor.

Me di cuenta de su excusa era mentira, estaba premeditado, no sé de qué forma, pero eso estaba premeditado.

Bueno, pues al salir del ascensor, al llegar a la puerta, no se que me dijo y volvimos a rozarnos. Y no sé, bueno que acabaron dándose un morreo y claro la mano de él subía por la espalda, bajaba por el culo... empujaron y para adentro. Venia de la playa en un pis pas, las tetas al aire, y la braguita, pues no duró nada en su sitio.

¿Por qué lo hiciste?

Curiosidad. No hubo otro motivo. En serio, de verdad, solo por curiosidad. ¿Por curiosidad?

Si. Mira... Le vi desnudo en el balcón, y no veas lo que tenía... Su gesto haciendo un círculo con los dedos de las dos manos para explicarme "su calibre" me pareció exagerado. Tenía que probar aquello. Por eso lo hice.

Y lo demás salió así. El otro estaba allí y les vio... Ni ella se lo creía, pero en dos minutos todos desnudos, y ella entre dos hombres, los dos sobándola, los dos tocándola por todo el cuerpo, besándola, acariciándola. Y uno de ellos, con un pene gigantesco, el más grande que había visto en su vida y por si fuera poco, estaba durísimo, como una barra de hierro.

Pensó eso de, si solo será una vez, por un día no pasa nada, ya te imaginas, una y no más... y se dejó llevar. ¿El otro? Pues ya metidos en harina qué más daba que fuera más de uno. Lo importante era probar esa maravilla. Si luego lo hacía con el otro, pues no pasaba nada, daba igual.

Ese fue el primero, me tumbó en la cama, me lo hizo espatarrada, cara a cara. La locura. Una pasada. Fue como si me abrieran al medio. Y no paraba de darla menudos, menudo aguante. Luego la hizo subirse encima y a cabalgar, terrible. No paró de tener orgasmos. Uno tras otro. Mientras ella saltaba el otro se cansó de esperar, y zas, se tiró encima de ella y sin preguntar ni nada se la clavó por el culo.

Di un grito, o más bien eso quise hacer. Si porque no fue un grito. No salió de mi garganta. Tan solo fue como un lastimero susurrito, pero te dejaste dar por el culo, lo dije casi gimoteando.

Me contestó sin darle importancia, como si no la afectara para nada, no seas burro, fue una penetración anal, una simple "doble penetración". Así de sencillo, como si eso sucediera todos los días y a todas horas. Te la meten por detrás y solo es una penetración anal, eso no es dar por el culo.

Si es que se subió por detrás, me empujó un poco y... Joder es que estaba muy caliente, ya sabes me pilló justo en ese momento que... Esa era la eterna disculpa, estaba muy caliente.

Me la jugué. Hice mal, a veces es mejor no preguntar.

¿El otro que hacía? Si, joder cariño, que eran tres gambas...

Bueno pues el tercero... Ya no me sorprendía nada de nada. Mi imaginación me mostraba sus gestos, sus posturas, sus caras de placer... Se me representaban las pollas de los tres barrenándola como a una puta...

... Bueno pues el tercero también me lo hizo.

Claro no me diga mas, y como estabas ocupada pues te la metió por la boca.

Mira, no seas idiota, si te pones así no te digo más (Encima se sentía ofendida) Bueno sí, se la chupé, pero no me lo hicieron los tres al tiempo. Yo supongo que se la chuparía a los tres, pero ni me salió la voz para preguntarla.

Y luego ese, pues me lo hizo por detrás. Fue un poco burro y me dolió... pero es que lo de adelante, con ese pollón lo tenía súper irritado.

En ese momento mi pene asomaba del pantalón del pijama.

Caramba, pero mira quien se asoma... mira al pajarito... dijo burlona. Su mano aprisionó mi pene. Un movimiento rápido y su blusa apareció abierta de par en par, con sus enormes tetas frente a mí.

Solo fue sexo cariño. Sabía que me estaba... no mintiendo, pero si que no estaba contándome toda la verdad. No fue como dijo uno rápido, breve pero intenso, sino que fue mucho más. Ese sería el primer polvo. Fue el día que yo tuve que volver a casa por lo del garaje, pasé fuera dos días y ella en el apartamento sola. Tal vez la primera vez fue como ella me contó, pero hubo más.

Entendí que la excusión en aquella barca no la hizo sola, que fue con ellos, y que por supuesto tuvieron sexo. Ellos ya sabían que estaba casada y que podían hacerla de todo. Así que allí solos, alejados de la costa, una sola mujer, con las tetas al aire.. Fijo que se la folló hasta el capitán de la motora, por eso cuando fuimos a alquilarla me miraba de esa forma... por eso ni miró cuando se desnudó a tomar el sol o cuando nos bañamos desnudos... ¡se conocía el cuerpo de aquella zorra de memoria!

Debieron ser, no, fijo que fueron dos días de orgia completa. Ahora lo entiendo. Estoy convencido de que mi mujer estuvo follando como una puta con todos los que se la ponían delante...

La miré Sonreía. Su mano seguía agarrando mi polla y masturbándome como antaño. Con dulzura, mirando mi pene como si nunca hubiera visto una polla. Acercando sus tetas a mi boca para excitarme.

Si mi amor... Me lo tuve que hacer con los tres, dijo con falsa resignación...

Solo lo has hecho aquel día o lo has repetido muchas veces, pregunté.

Su sonrisa... Su mano acariciando mi frente, cornudín... susurrando lasciva, lamiendo mi oído, sin dejar de mover mi durísimo pene: cariño, estoy muy follada... Eso te gusta...

De nuevo me ganó la partida. La leche salió disparada, y la salpicó la blusa.

La vi. Sonriendo ganadora, manipuladora, las tetas fuera del sostén, asomando por la blusa, mi semen escurriendo de la mano. Había vuelto a ganar. Me había derrotado.

Quise insultarla, pero solo un susurro, puta. Me traicionó la voz.

Visto y no visto. Su sonrisa de sádica. El bofetón con la mano sucia de mi semen que marca la cara.

Cornudo, su mano que se agarra mis pelos y tira con fuerza hacia el suelo. A gatas tengo que arrastrarme. Ella camina hasta la mesa.

Eso es cornudo desahógate, llámame puta... decía mientras me arrastraba a cuatro patas.

Se sube y abre las piernas apoyando una en el suelo. Levanta la falda sin dejar de tirar de mi pelo.

Mira cornudo, dice abriéndose el coño con los dedos, separando los labios de su sexo desnudo.

Chúpame el potorro cornudo de mierda

No llevaba bragas. Las medias estaban sujetas con el liguero que la regalé en nuestro aniversario. Preciosa, estaba preciosa.

¡Que chupes cornudo!

Acababa de llegar de su trabajo, sin bragas, oliendo a preservativo y a semen, seguramente usada por su jefe, o por alguno de sus compañeros, o por algún cliente o por todos a la vez. Quién sabe si por turnos. Qué más daba. Estaba follada, olía a otro hombre y yo obedecía sus órdenes. Si, seguramente follada por varios. ¿Por varios? Pero no pude abrir la boca para preguntar. Mi cuerpo no me respondía. Era de ella. Y solo servía para darla placer y obedecer.

Me había vencido. Mi boca estaba enterrada, apretada contra su vulva, casi ahogándome. Lamiendo su sexo y ella gimiendo. Desde abajo miro como se inflan sus pechos, la veo jadear, sus espasmos me hipnotizan, y paladeo ese sabor, el sabor a yo qué sé.

Soy suyo, soy su marido y estoy arrodillado lamiendo su coño usado, como se lo lamí aquel día en el hotel cuando ella me masturbó y no pude darla placer.

Me voy hundiendo, sé que es una puta. Que no ha parado de ponerme los cuernos. Y a ella la da igual. Solo está gimiendo.

Chupa cornudo, repetía con la voz cargada de vicio, de sexo. Lo decía y ni me miraba. Solo movía sus caderas y se acariciaba los pechos ella sola. Sin duda acordándose de lo que su amante la acababa de hacer.

Con mis manos aprisionaba sus nalgas para acercar más y más mis labios a los suyos. Así la gustaba más. Lo sabía, lo estaba notando por la enorme cantidad de sus flujos. No recordaba ningún día en que estuviera tan húmeda, tan mojada. Estaba súper excitada. Y se corrió. Cuando acabó me volvió a agarrar del pelo. Un tirón y un simple gracias cornudín, un empujón y me arrojó con desprecio al suelo.

Supe que era un cornudo, y además consentidor.

Tardé tiempo en lo del divorcio, bueno no tardé, tardo ella, porque fue ella quien me pidió el divorcio para irse con otro tío. La follaba mejor, tenía que comprenderlo. Es mejor que tú en la cama cariño, me contaba mientras arrodillado y desnudo lamía como siempre su sexo lleno de semen de otro.

Lloré, supliqué, imploré... me dio igual.

O eso... o se viene aquí a vivir y tu a dormir en el suelo. Pero tú no sufras cornudo... si quieres te dejo que de vez en cuando me sigas chupando el coño... pero me tienes que prometer que solo me lo chuparás cuando yo te deje. Cuando yo quiera y que vendrás cuando yo te llame.

Y dije que sí. Perdí la poca dignidad que me quedaba y lloriqueando, la dije que sí, que lo haría, que se lo prometía.

El teléfono móvil... toma llámale y díselo...

Cuando su amante llegó esa noche estaba atado como un perro a la cama. Desnudo. Humillado, con ojeras de haber llorado. Se besaron delante de mi. La desnudo delante de mí. La penetró en mi cama. La oí gemir con él.

El mismo día del juicio, en los servicios de los juzgados me arrodillé y volví a chupar el pene a su amante. Luego cuando se corrió dentro de su coño lo lamí mientras los dos se burlaban y reían de mí. De eso hace ya... ¿cuántos años hace ya?

csdsumiso@hotmail.com