Me lo hice con el director del banco
Me sentó en la mesa y noto mi chochito humedecido, metió sus manos por debajo de mis nalgas y tiró de mi llevándome al filo de la mesa, subió mis piernas hacia arriba, con sus pulgares abrió mi concha y se comió todo...
El titulo seguro que os sorprende pues ya sabéis que no soy homosexual y puede chocar que yo me lo haga con el director del banco. Es que en esta ocasión os voy a relatar en primera persona el fragmento erótico que me ha pasado una amiga que le ocurrió en la sucursal del banco para que lo publique yo. Es un relato muy bueno e inusual que os va a poner calientes, sobre todo a las chicas.
Soy una mujer casada de 25 años de edad, buenos pechos, figura aceptable y siempre dispuesta a tener relaciones sexuales con o sin mi marido.
En esta ocasión os cuento lo que me ocurrió en la sucursal de una entidad bancaria.
Esperaba en la fila a que me tocara el turno para pasar a hablar con el director. Jugueteaba con mi móvil cuando de pronto me saltó un mensaje “hola guapa sé que estás aquí”
Ostias, miré a mí alrededor y no vi caras conocidas por lo que seguí con mis asuntos cuando un segundo mensaje hizo acto de presencia “no disimules, estoy aquí, no hagas que no me has visto”. Miré rápidamente a mí alrededor, habría unas 12 personas, me fijé en quien podría estar con el móvil en la mano pues acababa de mandar el mensaje, además tenía que ser alguien conocido pues conocía mi número de teléfono. Dos estaban siendo atendidos en sendas mesas, 3 eran mayores y no creo que tuvieran móvil, por lo menos no estaban usándolo, de los siete que quedaban había dos usando el móvil, dos chicas, pero yo no las conocía. No había posibilidades de que fueran ellas, el director estaba ocupado y las chicas que atendían también. Mosqueada seguí con mi móvil y de vez en cuando miraba de reojo por si pillaba al mensajero.
Un tercer mensaje hizo aparición “cada día estás más guapa y me gustaría tener algo contigo”.
Ya se estaba pasando, ¿quién coño es?, volví a mirar a mi alrededor sin resultados positivos.
Iba a contestarle con un mensaje cuando me tocó el turno y pase al despacho del director.
Estaba sentado detrás de la mesa del despacho cerré la puerta a mi paso y me ofreció sentarme frente a él.
Entonces bajó sus manos por debajo de la mesa un momento coincidiendo con un nuevo mensaje a mi móvil. No presté atención por educación pero me indicó que lo cogiera al oír que había sonado, no había problema podría esperar.
“Creía que no entrarías nunca”, ponía el mensaje, me dieron ganas de darle una ostia en toda la cara, al gilipollas este, que se creía que yo era una cualquiera. Me callé y comenzamos a tratar el tema que me había llevado por allí.
Al rato volvió a sonar el aviso de otro mensaje coincidiendo con que el director había salido para hacer unas copias de unos documentos. No lo miré esperé a que regresara.
Cuando se volvió a sentar le pregunté si me veía bonita. Se sorprendió y me contestó muy cortésmente que por supuesto, había conocido pocas mujeres tan guapas como yo.
- Entonces dejémonos de bobadas – dije mientras me desabrochaba el botón de mi camisa provocativamente dejando entrever mis considerables pechos casi saliéndose del sujetador.
El director alucinó, seguro que no esperaba esta reacción, a mí no me molestaba que alguien me enviara mensajes, me fastidiaba no saber quién lo hacía. Una vez que lo tuve claro actué en consecuencia.
Por favor Elena, aquí no… -
Déjate de chorradas, le corté sin dejarle terminar la frase, que esperen un poco, yo también he esperado, ahora es mi turno –
Me estaba incorporando encima de la mesa de su despacho
- Por favor Elena, no… -
Le tapé la boca con mi dedo índice indicándole que no dijera nada, esta es tu oportunidad de tenerme entre tus brazos le dije.
Se calló, se levantó y fue a la puerta para bajar la persiana quitando la visibilidad del público. Cerró con pestillo la puerta y se volvió a sentar en su sillón.
Sonó el aviso de otro mensaje en mi móvil, y otro más. No hice caso sería mi marido o alguna amiga.
La verdad es que llevaba mucho tiempo sin tirarme a un hombre que no fuera mi marido y me apetecía, además nunca se lo había hecho a un director de banco y este era muy guapo. Ahora entiendo por qué tenía mi número de teléfono.
Apartamos las cosas que había encima de la mesa y subida en ella de rodillas me destapé los pechos ofreciéndoselos a su gusto.
El me quitó la falda, la blusa y las braguitas, me tumbó encima de la mesa boca arriba, me rozaba con su lengua desde el pie subiendo por la pierna pasando por la ingle hasta los pechos, lo que hacía que me estremeciera, después me besó en la boca.
Se quedó mirándome, me miraba anonadado, no se creía lo que estaba pasando, ¡¡¡ pues que no me hubiera provocado ¡¡¡, creo que él no esperaba esta respuesta tan rápida y brutal cuando me mandó los mensajitos.
Me puso de rodillas sobre la mesa y sentado en su sillón cogió mis pechos acariciando los pezones con los pulgares y lamiéndolos lentamente. Metía la cara entre los dos y la restregaba, yo me los cogí desde abajo y los apretaba contra su cara, moviéndolos circularmente.
Le levanté la cara y le besé apasionadamente en la boca, me cogió con fuerza de la nuca y me apretó no soltándome en un rato que estuvimos morreándonos.
Me sentó en la mesa y noto mi chochito humedecido, metió sus manos por debajo de mis nalgas y tiró de mi llevándome al filo de la mesa, subió mis piernas hacia arriba, con sus pulgares abrió mi concha y se comió todo. Metió la lengua entre mis labios vaginales lamiéndolos de arriba a abajo y metiendo la punta de su lengua en mi agujerito. Joder que lengua experta tiene el director, suave, caliente y dura.
Me acariciaba los pechos mientras se comía el chochito, lengüetazos en el clítoris que hacían que me sobresaltara, así estuvo un rato, yo me deshacía, cada vez tenía más mojado el coño hasta que me corrí la primera vez en su boca, este al olor de mis fluidos se enloqueció y movía la cabeza desenfrenadamente absorbiendo los derrames y humedeciendo el agujerito de mi culo con esos fluidos que restregaba con su lengua. Un inmenso placer recorrió mi cuerpo y el seguía imagino que con la polla más dura que la porra de un guardia.
Me estaba comiendo el agujero del culo con todas sus fuerzas al tiempo que limpiaba mi chochito cuando bajaba su lengua. Era un placer inmenso el pensar que sería lo siguiente que me haría, esa incertidumbre me ponía cachonda. Yo estaba con las manos apoyadas en la mesa sentada en el borde.
Entonces se levantó y pude ver su enorme polla, oscura pero gorda y grande como dos veces la de mi marido, que me vas a hacer, pensaba yo, disfrutando de esa incertidumbre que te entra cuando es alguien nuevo y no sabes por donde va a salir.
Me puso la punta del capullo entre los labios vaginales y lo paseaba de arriba abajo, yo sentía esas caricias en todo mi cuerpo, volví a segregar fluidos empapando su polla que al momento y no aguantando más la agarré.
Enorme, vaya pedazo de polla, la cogí con mi mano y me apetecía que con ella me partiera el culo, me tenía que hacer gozar, así es que le indiqué lo que tenía que hacer poniendo su capullo lubricado en la entrada de mi culo.
Apretó ya lo creo que apretó, me estaba partiendo este cabrón, joder que gozada, dame, dame…, dame…., dame…, necesitaba una polla en la boca, dame otra polla mientras me partes cabrón, hazme gozar, sigue…, sigue…, sigue…, cabrón. Me Tumbó encima de la mesa, me agarre los pechos y los restregaba con ansias, arremetía contra mí de tal manera que pensaba que en realidad me estaba rompiendo el coño. Por favor rómpeme, apriétame, así…, así…, así…, cuando yo le pedía que me rompiera él apretaba más, me abrazaba y me apretaba contra el de tal forma que yo no podía hacer nada me tenía a su merced, haz de mi lo que quieras pero enloquéceme, hazme gozar, sigue…, sigue…, sigue… y llegó mi segundo orgasmo cuando me acaricié el clítoris volviendo a llenar de fluidos su gran tranca que follaba mi culo desesperadamente.
Sacó la polla de mi culo, me agarró con sus fuertes manos y rápidamente me puso tumbada boca abajo y entonces fue cuando vi lo enorme que era aquella polla, la cogí y sin mediar palabra me la metí en la boca y comencé a chupar aquella enorme verga tiesa como la de un militar que ahora me penetraba la boca ferozmente mientras yo me pajeaba el coño.
Durante un rato se la comí, se la lamí, se la mordí hasta que noté el primer chorro de semen cliente y a presión en mi boca, después vino otro, que gozada me corrí al mismo tiempo, su semen se escapaba de mi boca chorreando mis pechos bajando hasta el coño, me abracé a él, a su cuello y con la polla que saqué de mi boca me restregué el semen por toda mi cara, ya la tenía morcillona y con ella me golpeaba yo misma la cara, castigándome y volviéndomela a meter en la boca para sacarle lo que le quedara dentro.
Quedé tumbada encima de la mesa boca arriba, extasiada por este tremendo polvazo que me acababa de echar este cabrón. Ahora necesitaba ir al baño para asearme y limpiarme por dos los sitios. Como ya habíamos tardado bastante tiempo, dejamos para otro día los asuntos que me llevaron a la sucursal, así es que me despedí le pregunté dónde estaba el baño y dándole un beso me fui a asearme.
Estaba limpiándome la boca en el lavabo cuando noté unas calientes manos en mis nalgas, una de ellas paso a acariciarme el clítoris, levanté la cabeza y ahí le tenía de nuevo, le vi por el espejo, detrás de mi susurrándome en la oreja y besándome el cuello, con las dos manos abrió los labios de mi coño y metió esa enorme polla en mi agujero vaginal, se me entrecortó la respiración, otra vez la tenía dentro de mí, caliente, rompedora, dame otra vez… si, dame más.. más… mas… le atraje con mi brazo hacia mi cuello y empecé a disfrutar de esa verga bestial que ahora me estaba partiendo el coño en dos, la sentía caliente, brutal, rómpeme… rómpeme… no lo dejes cabrón, sigue… sigue… sigue…
Me estaba penetrando brutalmente, que gozada esto no me lo esperaba, estaba ardiendo por dentro y por fuera, no podía aguantar más y me corrí a fuerza de apretones en mi coño, yo gemía lloraba, me tapaba la boca para no gritar, me llegó el orgasmo justo cuando sentía esos chorros de semen en mis entrañas, calientes y repetitivos, el semen y mis fluidos resbalaban por mis muslos cuando el sacó la polla de mi interior.
Así finalizó esta corta pero desgarradora historia.
Cuando salía del banco miré los mensajes que tenía en el móvil y entre ellos había uno que decía:
“ eres una guarra, te crees que no se que te los hecho con el director, me has dejado esperándote y no te lo perdono”
Este mensaje la hora de envío era cuando yo estaba atareada con el director.
Me follé a la persona equivocada…
Pero no me arrepiento de nada, volvería a hacerlo.