Me llevan a merendar

Dos amigos me llevan a merendar pero nuestra cafetería favorita está hasta arriba

Buenas. Antes de empezar el relato quiero contestar algunas preguntas que me habeis hecho a raíz del último.

-Sí, soy ninfómana diagnosticada.

-Sí, trabajo realmente como niñera.

-Mi primer relato y los que suba siempre serán reales, no tengo la capacidad como para inventarme historias de este tipo.

-Tengo novio pero entiende mi problema y lo disfruta.

Como siempre, podeis hacerme cualquier pregunta en mi correo y podemos hablar de lo que queráis 😊

Lo que cuento en este relato ocurrió ayer mismo (27 de marzo de 2021) y lo disfruté tanto que he pensado que vosotros lo disfrutaríais tanto como yo o incluso más.

Me llamo Laura, tengo 18 años y soy ninfómana. Tengo el pelo largo y castaño, de piel morenita, ojos marrones y, a pesar de sonar creída, muy guapa de cara. Soy bajita, aunque considero que estoy en la media femenina. Sin duda hay mujeres más bajas que yo. Soy delgada, pero tengo buen culo y unas tetas lo suficientemente grandes como para jugar con ellas pero lo suficientemente pequeñas para no llevar nunca sujetador.

Ayer iba a quedar con mi novio, pero a última hora no pudo porque estaba preparándose un exámen y me quedé sin planes, pero gracias a dios mi móvil sonó.

-Laura, ¿te vienes a merendar?

El mensaje era de mi amigo Rubén, si aceptaba vendría a recogerme con el coche y seguramente iríamos a tomarnos un té. Rubén era un tío de 190cms, moreno, fuerte, hacia varios deportes como tenis y fútbol. Tenía el pelo megro, una barba frondosa pero recortada y cuidada. Basicamente eemstaba buenísimo.

El verano pasado, en julio concretamente, me follé a Rubén. Nadie lo sabía, ni siquiera nuestros amigos, ya que él tiene novia y no era algo que quisiera ir publicando entre la gente. Fue uno de los mejores polvos que eché en verano, así que mi imaginación echó a volar y me puse un poco contentilla cuando lo recordé.

-¿Con quién? -le pregunté.

-Vienen Jaime y Lidia.

Lidia es su novia, que además es algo así como mi "colega". Para poneros en contexto, considero que no tengo amigas mujeres exceptuando a dos. Sus novios siempre quieren algo conmigo y, personalmente, pienso que los hombres son mejores amigos que las mujeres. Dicho esto, Lidia me caía muy bien. No éramos amigas, pero me lo pasaba bien con ella, era muy buena chica y muy graciosa. A pesar de esto, si venía Lidia significaba que no pasaría nada con Rubén.

Por otro lado, Jaime es nuestro amigo. Forma parte del grupo con el que salgo y, a veces, me he masturbado pensando en él ya que es muy guapo y muy guarro, y eso me encanta en un tío. Nunca he tenido nada con él, pero no lo rechazaría. Él es todo lo contrario a Rubén, es más bien delgado aunque lo suficientemente definido como para ser considerado "fuerte. Era rubio y siempre iba completamente afeitado. Tenía la actitud de tipico chaval estúpido adolescente y eso, después de los hombres maduros, es lo que más me pone en un hombre.

-Perfecto, recogeme en media hora.

La media hora pasó, y yo decidí ponerme un pantalón corto y una sudadera. Sinceramente me estaba muriendo de frío, pero me encanta enseñar las piernas cuando estoy con algún tío, así que un pantalón corto era la mejor opción ya que una falda iba a desentonar demasiado.

Rubén llegó y para mi sorpresa el coche estaba vacío. Desde verano habíamos quedado un par de veces pero siempre con más amigos, y a él no le gustaba hablar estas cosas por whatsapp, por lo que no habíamos tenido oportunidad de hablar de lo sucedido. Si de algo tiene fama mi amigo Rubén es de ser un cerdo, por lo que sabía que no se arrepentía, y yo muchísimo menos, pero que viniese a por mi, que vivo a las afueras del centro, antes que a por Jaime o su novia que viven en la misma calle que él me dio a entender que quería hablar sobre el tema.

Sin pensarlo mucho más me monté en el coche.

-Hola -le di un beso en la mejilla.

-¿Qué tal? No quedamos desde navidades.

-Ya tío, pero es que la carrera y cuidar de los críos me tiene ocupadísima, a penas quedo con Carlos.

-Tienes al pobre a palo seco, ¿no?

-Solo porque él quiere.

Reímos y, tras ponerme el cinturón, retomó la carretera. Podía ver cómo miraba de reojo mis piernas y ya sabeis que si siento el deseo de un hombre mi problema se activa.

-¿No tienes frío? -me preguntó acariciando mis piernas.

-Un poco.

Decidió poner el aire caliente y a los cinco minutos ya me sobraba la sudadera. Debajo de la sudadera llevaba una camiseta fina y blanca, y como siempre sin sujetador. Los pezones se me transparentaban por la tela desgastada de la camiseta que era ya un poco antigua y podía notar cómo Rubén no apartaba los ojos de ellos.

-¿Qué miras tanto? -le pregunté sonriendo.

-Tus tetas -resopló coml un animal-. ¿No te apetece repetir lo de verano?

-¿A ti te apetece?

-Muchísimo.

-A mi también -le dije sonriendo.

En pocos minutos estábamos en su garaje con las luces apagadas y yo sobre sus piernas.

Me estaba sobando el culo sobre los pantalones con una mano mientras que con la otra me apretaba una teta y me pellizcaba el pezón. Nos besábamos. Más bien nos comíamos la boca y sentía cómo su lengua practicamente estaba follandome la noca. Notaba su saliva mezclándose con la mía y estoy segura de que nuestras lenguas chocando y nuestros labios chupándolas se escuchaba por todo el garaje.

Comencé a desabrocharle el pantalón cuando el salpicadero comenzó a vibrar. Rubén cogió el móvil conmigo todavía encima.

-Mierda Lidia -dijo antes de contestar-. Dime cariño... Sí, ya voy, es que estamos todavía por la carretera que a Laura se la ha olvidado la mascarilla y hemos tenido que volver a por ella. Ya vamos, no tardo.

-Joder -resoplé y me senté en el asiento trasero todavía desnuda.

-¿No te pones a mi lado? -preguntó confuso.

-Que se siente tu novia -corté la conversación mientras me ponía la camiseta y la sudadera.

Rubén abrió las ventanillas ya que, aunque no habíamos llegado a hacer demasiado, aquello había que ventilarlo.

Fuimos a por Lidia y me saludó con dos besos con las mascarillas puwstas y se sentó junto a su novio.

-Tía, ¿lo has dejado con Carlos?

-¿Cómo? -me pilló por sorpresa.

-Es que el otro día estábamos bebiendo en casa de Clara y escuché a Jaime diciendole a otro tío que... bueno que...

-¿Que qué? Habla Lidia -había que insistirle porque era muy pava.

-Que eras una experta masturbándote.

No sé como Rubén estaba con esta tía.

-¿Que me toco bien? En mi vida me ha visto Jaime haciendo eso y tampoco lo he dejado con Carlos.

-Tia, ¿he metido la pata? -preguntó asustada.

-No mencionéis esta conversación que ya hablaré yo con él.

Tras unos minutos de incómodo silencio recogimos a Jaime y se sentó a mi lado. Otro que ni paraba de mirarme las piernas, y hoy iba a caer. Me preguntaba de dónde coño sacaría que yo me masturbaba bien, como si le hubiese dadl un show privado o algo, pero pensar en el hecho de que él me imaginaba de manera sexual me puso algo cachonda. Mi objetivo ahora era Jaime.

Le puse la mano sobre el muslo y fui subiendo. Él me miró confuso, pero cuando llegué a su paquete la confusión se tornó en vergüenza y evitaba mirarme a los ojos. Cuando cruzamos miradas le guiñé un ojo y puse un dedo en mis labios señalándole que no hiciese ruido. Comencé a frotarle el paquete sobre la rela vaquera de su pantalón mientras Lidia y Rubén discutían por alguna gilipollez. Abrí un poco las piernas y los tímidos dedos de Jaime encontraron un camino hacia mi tanga blanco, que justo estrenaba en ese momento. Se me escapó un pequeño quejido cuando noté sus manos frías sobre mi muslo.

-Hostia, me he pillado el pelo con el cinturón -dije rápidamente cuando noté la mirada de Rubén por el retrovisor.

Seguimos un poco más hasta que llegamos a nuestra cafetería favorita. Era la mejor porque era barata, ponían comida de todo tipo y tenía una vista panorámica de toda la ciudad. Pasamos por al lado y no había ni una sola plaza de aparcamiento libre. El interior también estaba hasta los topes y hacía demasiado frío como para sentarnos en la terraza, que estaba desierta.

Rubén retomó la marcha y decidimos dejar esa cafetería atrás.

-¿Buscamos otra? -preguntó Jaime que pretendía seguir con nuestro jueguecito.

-Yo no puedo, mientras buscamos otra y merendamos se va a hacee tarde y necesito terminar un trabajo que entrego mañana -contestó Lidia.

-Bueno, ¿te dejo en la casa?

-Sí, mejor. Id vosotros si queréis y ya otro dia vamos los cuatro.

Dicho esto, pusimos rumbo a casa de Lidia. Por el camino ya fui mucho menos cuidadosa y, tranquilamente, saqué la polla de Jaime de sus pantalones y calzoncillos y comencé a pajearsela en silencio. Él estaba sentado justo detrás de Lidia, así que aunque se girase no podría ver lo que estaba pasando. El único que podía ver algo era Rubén pero no se giró. Yo abrí las piernas disimuladamente y Jaime metió su mano debajo de mi tsnga, y comenzó a meterme uno de sus dedos fríos. Me dio demasiado placer cómo lo hacía y estaba entrando en extasis, pero me controlé.

Cuando ya estábamos cerca de la casa de Lidia, Jaime se tapó la polla con su sudadera y yo me adecenté para despedir a la novia de mi amigo. Se despidió de nosotros y se fue.

Rubén retomó el camino pero, esta vez, fui mucho más allá. Agaché la cabeza con cuidado de que Rubén no se diese cuenta y comencé a lamer el capullo de la polla de Jaime. Estaba lubricada por el líquido preseminal, que me encargué de rocger con la lengua y tragármelo todo. Procuramos hacer el menor ruido posible y, gracias al sonido de los coches y la carretera, pudimos camuflarlo.

Rubén giró en una zona de la carretera y aparcó en un descampado. Jaime me apartó e intentamos aparentar normalidad.

-¿Qué pasa con vosotros? -preguntó Ruben cuando apagó el coche y se giró.

-¿Qué va a pasar? Nada -dije yo.

-¿Y por qué huele a polla y a coño calientes?

-Tío, ha sido su culpa -dijo Jaime intentando quitarse el muerto de encima.

-Eres gilipollas -le pegué un puñetazo en el brazo.

Rubén salió del coche y se volvió a montar por mi izquierda. Yo estaba entre Rubén y Jaime.

No se lo pensó ni dos segundos cuando ya tenía su lengua en mi boca y sus manos en mis tetas. Notaba cómo Jaime se quitaba la sudadera y colocaba mi mano sobre su polla mientras llevaba la suya a mi coño caliente. Metió dos dedos del tirón y me hizo pegar un bote de la impresión. Mientras con una mano yo intentaba desabrochar el pantalón de Rubén, este y Jaime tiraban de mis pantalones cortos hasta que me quedaron por los tobillos y me los quité de una pequeña patada. El tanga siguió el mismo recorrido y acabó en la alfombrilla del coche.

Rubén se puso de rodillas como pudo y dirigió su rabo, por fin liberado, hasta mi boca. Había una razón por la que era considerado el macho de nuestro instituto  y era por el tamaño de su polla, era la más grande de la clase, o eso decían.

No tardé nada en comenzar a lamerla. Jugaba con ella dentro de mi boca. La chupaba y pasaba la lengua entre el prepucio y el glande. Me la metía hasta el fondo lentamente y ñecaba unas cuantas cabezadas para que entrase lo máximo posible.

Mientras todo esto ocurría, Jaime se habia quedado completamente desnudo, dejandose puestos los calcetines y los tenis. Me giró lo mejor que pudo y, mientras yo le comía la polla a su mejor amigo, él se dedicaba a comerme el coño. Su lengua estaba dando en los puntos exactos, y combinando ponerla dura con ponerla suave me estaba dando todo el placer que necesitaba. De vez en cuando mordía los labios o me pegaba pequeños mordiscos en los muslos mientras hundía sus dedos en mis nalgas.

Rubén me agarró del pelo y comenzó a follarme la boca. Su polla era bastante grande pero, como buena chica, puedo aguantar lo que me den. Las babas recorrían mi barbilla hasta llegar al cuello y al pecho  y goteaban desde sus cojones hasta el asiento trasero.

Jaime decidió pasar a comerme el culo mientras me metía tres dedos en el coño. Estaba a punto de correrme así que me saqué la polla de Rubén de la boca.

-¡Me corro! ¡Me corro!

Jaime perdió cero segundos y, de un solo golpe, me metió la polla en el coño. La mezcla entre el placer y la pequeña punzada de dolor fue lo último que necesité para explotar. Comencé a correrme y a gemir como una loca, menos mal que el descampado estaba desierto.

El coche de Rubén era enorme, pero no cabíamos bien si queríamos hacer de todo. Jaime abrió lasu puerta y me arrastró hasta que mi culo quedó colgando del sillón. Él estaba de pie sobre la arena del descampado y siguió dándome por el coño, hssta que se cansó y pasó al culo. Se puso de cuclillas y comenzó, de nuevo, a comerme el culo.

Mientras Jaime hacia su trabajo, Rubén se movió y se colocó de cuclillas también pero mirando hacia Jaime, mientras quedaba sobre mí. Sabía lo que quería. Estiré el cuello y comencé a lamerle el culo mientras con una mano le pajeaba la polla. Sabía que a él le encantaban los besos negros y la monja de Lidia nunca se los hacía, y a mi me encanta comerle el culo a los tíos. Mientras tanto comenzó a frotarme el coño mientras Jaime metía la cabeza de su polla en mi culo. Empujó lenta y suavemente y consiguió meterla entera. Soltó un alarido y empezó a bombear mientras Rubén comenzó a mover sus caderas para frotar su culo contra mi lengua. Escuché cómo ambos reían y chocaron las manos y eso me puso aún más cachonda. La camadería entre dos tíos que están haciendo un trío.

Jaime comenzó a empujar y embestir cada vez más rápido y fuerte. Sabía que le quedaba poco.

-¡En el coño! -le grité sacando mi boca del culo depilado de Rubén.

-No... no llevo... condón -dijo faltoso de aire Jaime.

-Tío hazle caso -dijo Rubén.

Jaime obedeció y sacó la polla de mi culo y me la metió en el coño mientras Rubén me frotaba el clítoris. Sus gemidos fueron aumentando en volumen y sus embestidas en velocidad, y poco tiempo después explotó en mi interior. Su leche me llenó casi completamente y se dejó caer hacia delante.

-O te quitas o me la chupas -dijo Ruben bromeando, a lo que Jaime obedeció.

Rubén gateó hasta el sitio que Jaime había dejado libre y sin esperar un segundo metió si polla en mi coño relleno. La imagen de su polla siendo lubricada por la lefa de su mejor amigl me puso muy cachonda, y frotandome rápidamente volví a correrme entre quejidos y chillidos de placer.

Mientras Rubén me follaba, Jaime dio la vuelta al coche y se subió por la puerta donde había estado Rubén, dejandola abierta. Puso su polla en mi boca para que la limpiase y así lo hice.

Rubén estaba a poco también así que comencé a mover la cintura en círculos y a los pocos minutos noté cómo otra corriente de lefa caliente inundaba mis interiores, mientras que con una mano me apretaba el cuello. Al igual que Jaime se dejó caer encima de mi hasta que recuperó el aliento.

Nos metimos dentro del coche y Rubén empezó a liarse un porro. Estabamos en pelotas, tenía mis piernas sobre Jaime, notando su polla rozando mis muslos, y mi cabeza sobre el paquete de Rubén, notando su rabo cubierto de ambas lefas pegandose a mi pelo.

-¿De quién será el niño? -dije bromeando mientras me acariciaba la barriga.

Ambos sabían que nunca tomaba la píldora, así que ellos no lo encontraron gracioso pero aún así yo me reí.

-Oye, ¿y tú cómo sabes que me masturbo? -le oregunté a Jaime mientras le daba una calada al porro.

-Te vi en Benidorm cuando nos fuimos de viajez hice un vídeo.

Sacó el móvil y me lo enseñó.

-Todos los tíos que fuimos a Benidorm te espiamos y tenemos algunas fotos y algunos videos -dijo Rubén.

-Hijos de puta.