Me llamo Sonia y 5
Diario y experiencias de una chica de este siglo
Habíamos terminado los exámenes de Junio en el Insti. Hacía calor y nosotros habíamos terminado los estudios con buenas notas. Teníamos unos días de vacaciones antes de marcharnos a campos de trabajo, algo a lo que mi hermano y yo éramos aficionados; a nuestros padres les venía bien, pues así no tenían que estar preocupados por nosotros durante el verano y de paso no les suponíamos demasiado gasto.
Cada uno de nosotros iba a sitios distintos; yo, al sur de Francia y él a Alemania. Teníamos unos días aún y nos entregamos a la molicie y a salir con nuestros amigos. El calor empezaba a ser fuerte y ya todo el mundo íbamos más ligeros de ropa. Las noches se hacían apetecibles para salir o para acostarse tarde, aprovechando el frescor nocturno.
Una noche, mientras estaba acostada en la cama leyendo, escuché cierto rumor en la habitación de al lado, la de mi hermano, como si hablara con alguien. Me extrañó escucharlo, ya que sabía que mi hermano estaba solo. No me atrevía ir a su cuarto, por si las moscas; así que quité el cuadro que tapaba el dichoso agujero que mi padre había hecho; saqué el papel que lo tapaba con mucho cuidado de no hacer ruido y miré.
Pude ver que mi hermano tenía una página porno en el ordenador y que él, mientras, se estaba masturbando. Me quedé perpleja. Nunca lo había asociado con esas prácticas. Era mi hermano. Como a mis padres tampoco; eran mis padres. Una tiene esa santa inocencia de no relacionar a los seres queridos con práctica sexual alguna. Luego, reflexionando un poco había de admitir que, al igual que yo, ellos también eran humanos, con mis mismas necesidades.
Al final la cosa me hizo gracia y, en mi inconsciencia, decidí hacerle una visita en ese momento, a ver qué cara ponía cuando me viese entrar.
Ni corta ni perezosa me fui a su habitación y entré. Abrí la puerta de golpe, saludando con un despreocupado
— Hola Santi
— ¿Es que no sabes llamar antes de entrar? Me espetó escondiendo su empalmado pene bajo los slips, sin poder evitar el bulto de su miembro.
— No me digas que te he pillado masturbándote, ja, ja jaaaa
— ¿Se puedes saber de qué te ríes? Me dijo malhumorado
No le dije nada; solo me sonreí con mucha sorna
— ¿Qué pasa, es que tú no te masturbas nunca?
Aquella conversación me estaba haciendo gracia; de pronto mi hermano y yo ¡hablando de intimidades! ¡Aleluya! Aunque no me esperaba su reacción agresiva:
— Seguramente no; además dudo que ni siquiera sepas
— ¿Ah, no? ¿Se puede saber por qué lo dices?
— Porque tú y tus amigas siempre me habéis parecido unas estrechas
— Hermano, te sorprenderías si supieras lo equivocado que estás
— Ja, no me digas, rugió
— ¡Tú que sabrás!
— Eso lo vamos a averiguar ahora; dime, ¿tú has visto un pene alguna vez en tu vida, lista? ¿tú sabes cómo se masturba un tío?
Yo le contraataqué rápido, pues me estaba sacando de mis casillas:
— ¿Y tú has visto el sexo de una chica? ¿Tú sabes cómo se masturba una tía?
— Pues claro, me dijo; la que no lo sabes eres tú
Yo sabía que no era cierto; pero seguí su juego hasta ver dónde nos llevaba
.. que además de estrecha eres una reprimida
¡Eso era el colmo! Noté que la sangre se me subía a la cabeza y le dije:
— ¡Ah, sí! Ahora vas a ver
Y me abalancé sobre él; fui directa a su miembro; le bajé los slips y tomé su verga, aun dura, con mi mano. La tenía tiesa y, para mí, grande; no me cabía en la mano; al final asomaba una cabeza sonrosada, con una raja que la dividía en dos y que me recordó la sonrisa lateral de una boca. Me di cuenta de que en el ordenador, la escena porno seguía y la actriz lamía con su boca el pene masculino y lo tragaba. Yo, ni corta ni perezosa la imité. Santi emitió un Uffff que me confirmó que aquello le gustaba; ahora vería si yo sabía o no.
Su polla llenaba por completo mi boca empecé a producir tanta saliva que chorreaba por su miembro hasta los testículos; con la mano, se los acaricié con el ánimo de limpiárselos, lo que le produjo mayor excitación; se movía de arriba y abajo, penetrando mi boca; me llegó hasta la garganta y tuve arcadas.
Mientras la chupaba, él me bajo los tirantes de mi camiseta y empezó a sobarme las tetas; aquello escapaba de lo previsto; me sorprendí gratamente y le dejé hacer, enfrascada en el descubrimiento sexual que estaba teniendo y empeñada en demostrar a mi hermano que yo sabía hacer las cosas.
De pronto sacó su miembro de mi boca, me cogió en volandas y me acostó en su cama; me quitó mis braguitas y abalanzo su lengua sobre mi sexo mientras sus manos seguían sobando mis tetas, con sus pezones duros y de punta. Su lengua recorrió mis labios vaginales, me mordisqueó y yo sentí una descarga eléctrica; aquella situación tenía mucho morbo; era mi hermano; me estaba lamiendo el sexo; a mí me gustaba; lo estaba dejando y sentía un enorme placer. Dioooossss, qué gusto... estaba caliente; yo diría que ardiendo de placer. Y quería más…
Tomé a mi hermano por la cara y lo atraje hacia mí. Lo bese en los labios, que sabían a mis flujos. Ya los había probado con Luz, pero esta vez sabían mejor; las sensaciones con mi hermano eran más fuertes y más placenteras. Su miembro quedó a la altura de mi coño; yo lo tomé en ms manos y lo pasee por mi raja, húmeda y ardiente. Así estuve un buen rato, sintiendo su cabeza gruesa, cada vez más, intentando entrar en mi cueva. Me gustaba hacerle sufrir; hacerle desear mi sexo; hacerme desear. Me gustaba que mi hermano estuviera tan excitado conmigo; que me deseara. Me sentía mujer de verdad, una auténtica hembra. Y estaba dispuesta a satisfacerlo y a satisfacerme a mí también.
Le hice todo lo que se me ocurrió, luego él me preguntó si estaba lista y yo… obvio, abrí mis piernas todo lo que pude, y el entró. Y no, no fue ni maravilloso ni como un sueño (así lo pintan la mayoría), fue caliente, morboso y muy carnal sentir eso, como él se adentraba en mis entrañas y se aferraba a mi cuerpo como un animal, sentir como me desgarraba la vagina y entraba y salía y entraba y salía es imposible para mí describir cabalmente esa sensación. Como estaba tan apretada a él sentí cada descarga de semen que él me daba, sentía como su pene tiritaba, como tenía espasmos dentro de mí. Luego, cuando terminó, quedó como sin fuerzas sobre mi cuerpo mientras me besaba tiernamente.
— No sabes hermanita, las ganas que te tenía, me confesó de golpe dejándome con los ojos como platos.
— ¿De verdad?
— Si, de verdad
— Nunca me lo habría imaginado
— Claro que no; nunca te has dado cuenta de nada; siempre ibas a tu bola, con tu amiga Luz. Me he hecho muchas pajas pensando en ti
— ¡Degenerado!
— Mira quien habló
— Ja, ja, jaaaa reímos al unísono….
Finalmente nos levantamos, nos vestimos y cada uno volvió a lo suyo, sorprendidos y felices por lo que había sucedido.
Esto fue el comienzo de una maravillosa relación; luego me di cuenta que las relaciones normales en la vida no lo son todo, y poco a poco fuimos fantaseando juntos y en nuestra imaginación, morbo y calentura descubrimos un mundo nuevo; y en verdad puedo decir que no hay fantasía que no hayamos imaginado, placer que no hayamos compartido y seguridad en nosotros mismos que no nos hayamos dado, lo que nos ha llevado a comprendernos mejor y a amarnos más, en todos los sentidos; el sexo ha sido la puerta por donde hemos entrado a una nueva dimensión; nos amamos más y mejor; el sexo va dejando paso a otras dimensiones, y aunque cada uno busca su pareja fuera de nuestra relación, ésta nunca la podemos descartar.