Me llamo Inés
Soy una chica normal, creo; ahora sé que fui violada por tres individuos, trato de hacer memoria, pero no lo recuerdo con claridad. ¿Fuí violada?
ME LLAMO INES
Tres de la tarde. Tras dos largas semanas, me han dado el alta en el departamento de neurología del hospital Valmás. El doctor Sánchez, me ha recomendado que descanse unas semanas. Me siento bien, pero todavía estoy confusa. Mis padres me han referido lo ocurrido. En el accidente fallecieron las tres personas que iban en el coche que me embistió en la salida 4 de la autopista.
No recuerdo absolutamente nada de todo aquello. Dicen que es amnesia. Tuve suerte, mi coche se deslizó por la mediana, hasta detenerse sin golpear contra nada; estoy viva, que es lo que cuenta. Resulta extraño, pero no siento absolutamente nada por los que murieron en el otro coche, que según me han descrito se incendió y terminaron carbonizados. No recuerdo ni como era el coche, ni como ocurrieron las cosas. Así, por mucho que me digan, es como si no hubiera estado implicada en todo aquello.
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He decidido acudir a un psicólogo, me han dicho que hay uno muy bueno en los temas de amnesia, su nombre es doctor Bálmez; mis primos me dieron su nombre por que trató a un amigo suyo, que tuvo algo parecido a lo que a mi me ocurre.
Realmente no sé si el problema que tendré será amnesia, por que es muy raro, me acuerdo de todo lo anterior al accidente, y también a partir de recuperar la conciencia en el hospital, pero nada de lo ocurrido desde el choque, ni como fui atendida por los servicios de urgencia, ni como estaba. Esta tarde lo hablaré con el especialista, y a ver que me dice.
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Estas cosas ocurren, - dijo el psicólogo, un hombre maduro, con barba canosa, con una edad imprecisa, en esa nebulosa de la cuarta década. Parecía amable y era agradable, pero yo no acababa de sentirme cómoda. - ¿Usted, iba sola en su coche, verdad? -.
Si, ..., iba sola -, el me miraba fijamente con sus penetrantes ojos azules; - pero no recuerdo nada, absolutamente nada, ¿ve lo que me ocurre? -; él escribió unas notas en la hoja y volvió a mirarme, como esperando que continuara el relato que esperaba escuchar, yo continué callada; ¿qué le iba a decir?.
Bueno, pienso que este problema sólo va a tener una solución, y si quiere, hoy podemos realizar la primera sesión, a veces con una resulta suficiente, pero en su caso no lo sé; me refiero a la hipnosis -; mis ojos se abrieron como los de un búho; ¿hipnosis?, nunca me lo hubiera planteado.
Le explicaré cual es mi forma de trabajar, verá, usted se sienta en esta silla, y mira fijamente a esta pantalla, verá unas luces, y escuchará unas órdenes, ¿comprende? -, y se quedó mirándome a ver cual era mi reacción, yo le dije que sí con timidez y prosiguió.
Fíjese, aquí tenemos una cámara digital que grabará toda la sesión, y luego, si usted quiere podrá verla -, se movía tan cómodo en sus explicaciones, que se veía que tenía experiencia en todo aquello; yo, por el contrario, cada minuto me sentía más extraña e incómoda.
Comenzaremos, atienda a la pantalla y a las instrucciones -; así lo hice, hasta que...., ya no recuerdo más de lo ocurrido. Cuando volví en mi, estaba sentada en un confidente del despacho de mi psicólogo sin saber como había llegado hasta allí. Entonces el dijo lo siguiente.
Mi querida Inés, ahora quiero que se lleve este disco, contiene todo lo ocurrido durante la sesión de hipnosis, véalo con atención, y luego deshágase de él, quémelo, es la mejor forma de que desaparezca. Recibirá mis honorarios en su cuenta. Ha sido un placer conocerla, pero espero que no volvamos a vernos, será mejor para los dos-, le estreché la mano que me extendía, y me acompañó hasta la puerta, se despidió, y yo no daba crédito a sus enigmáticas palabras. ¿Por qué no quería que volviéramos a vernos?.
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Me fui para mi casa todo lo deprisa que pude, afortunadamente estaba vacía, me dirigí directamente al ordenador, que estaba encendido, metí el dvd en la disquetera, y entonces me reconocí ante aquel ordenador de la consulta, de pronto tenía los ojos cerrados y observé como el psicólogo hablaba conmigo, me hacía preguntas, con voz pausada, y yo respondía de la misma forma. Lo que sigue, fue lo que relaté a aquel hombre, no me extraña que no quisiera volver a verme.
"Me llamo Inés.... Si, doctor, era un chico que me gustaba desde hace tiempo, habíamos tomado un café en alguna ocasión, se llamaba Juan, estudiamos juntos en primero..... Por supuesto acepté, cuando me invitó a acudir a su casa, me apetecía mucho saber como vivía para conocerlo mejor, yo tenía claro que si se intentaba propasar, entonces le hablaría claro y me iría, acepto las estratagemas de los otros sólo cuando me conviene.
Tomamos mi coche, así me podría ir cuando quisiera.. Vivía en un apartamento de una urbanización de fin de semana, de esas que la gente utiliza para pasar los festivos y las vacaciones. No había mucha gente por allí, ni coches, ni personas. Subimos hasta el segundo piso, y me invitó a una coca-cola, yo acepté, y ....
Entonces me vi gritando ante la pantalla, ¿pero qué decía?, no resultaba audible por mis voces. Si, eso era, por lo visto había echado algo en mi refresco, una sustancia para dormir o atontar, entonces fue cuando entraron sus amigos en escena, mientras yo estaba aletargada en el sofá, el se levantó, y abrió la puerta a aquellos tipos extraños, que jamás había visto antes. Ellos le dieron varios billetes de cien euros, y le dijeron que se quedará, como habían acordado, yo estaba más dormida que despierta.
Aquel hombre mayor, que tendría unos cincuenta años, bien vestido, con su traje y su corbata, se acercó a mi, y me dijo al oido, "verás como nos divertimos, bonita", y no esperó para sacarse la polla que metió en mi boca, yo traté de apartarla, pero entonces me di cuenta de que una mano me sujetaba la cabeza por detrás y no podía moverme más que hacia delante; no tenía fuerzas para nada, me quedé quieta y creo que me dormí, en realidad no se lo que hice, si le hice una mamada o no se la hice.
La siguiente escena que recuerdo, (me veía mirando la pantalla cada vez más nerviosa), era sobre aquella mesa, mi cara aplastada contra ella y bien sujeta por una mano en la nuca, no podía ver nada, pero sentía como uno de aquellos cerdos me estaba penetrando por el ano, yo no tenía ni fuerzas para gritar, ni para moverme, aquel cabrón me estaba dando fuerte, muy fuerte, mientras su compañero metía sus dedos en mi vagina, lo que me obligaba a moverme, para intentar sacarlos, y eso le producía un gran placer al hijo puta que resoplaba a mi espalda como un búfalo. Después, ¿qué pasó después?.
¡Ah!, ya recuerdo, ¡cada uno de aquellos cabrones me folló!, como quisieron, uno me sujetaba por las piernas, y el otro por los brazos, y se iban turnando en penetrarme, yo estaba demasiado confusa para pensar; entonces reuní fuerzas para intentar gritar, pero cuando abrí la boca, una mano se puso sobre ella, y me lo impidió. No sentía nada, mejor dicho, sentía dolor en cada empuje de aquellos animales, que aún se regodeaban, "os dais cuenta como a la muy puta le gusta, le encanta, mirala que cara de viciosa pone", les escuchaba. Yo no podía verme.
Para finalizar, me dijeron que si les hacía una mamada en condiciones a los tres, me dejarían irme y no me pasaría nada; pensé que en el momento que metieran una polla en mi boca se quedarían sin ella del mordisco que les daría, pensé mal, por que cuando vi el brillo de la navaja próxima a mi cuello, comencé a comer la polla del primero como nunca antes lo había hecho. ¡Qué asco!, aquel tío con su barriga inmensa se movía en mi boca como si estuviera follándome por ella.
El siguiente, me mostró la navaja en mi cara, y me dijo que le hiciera la mamada muy despacito, utilizando solamente la lengua, si no quería que me marcase para siempre, lo hice sin rechistar, al menos este tío era más joven y más limpio; el anterior era un jabalí peludo, que olía a sudor rancio, me dan ganas de vomitar cuando lo recuerdo.
Por último, el chico que me había llevado hasta allí, aunque también me violó, dijo que prefería pasar de la mamada, tal vez por que no quisiera encontrarse con mis ojos.
Entonces, el gordito, me dijo lo siguiente, "bien, bonita, yo soy policía, y he tomado tus datos, y mira lo que tengo aquí, mostrándome una bolsa con un polvo blanco, 50 gramos de cocaína, ¿sabes cuanta cárcel te puede caer "por llevarla contigo"?, pues entre diez y quince años. Jajajajaja. Entre diez y quince años pudriéndote entre rejas por traficar, además he dejado en tu coche huellas de un par de narcos, bien conocidos, que declararían contra ti, solamente con insinuarles que su pena iba a disminuir. Ahora, límpiate y vete...; pero recuerda, una palabra de esto a alguien y te veré en la cárcel".
Me limpié y me fui, todavía estaba mareada, asqueda, hundida, me fui llorando, pensando que no sabía lo que haría, estos cabrones hablaban de verdad. Mis padres se morirían si pensaran que yo traficaba o algo así. ¿Qué debía hacer, dios mio?.
Abrí la puerta del coche. Me senté al volante y me eché a llorar. Tenía ganas de morirme, me sentía sucia, extraña, y muy triste. En un momento se me cruzó por la cabeza de estrellarme en el coche para no tener que enfrentarme al recuerdo.
Oí una puerta abrirse y vi salir a los tres individuos, e introducirse en un coche azul, se reían por su hazaña; yo no había encendido las luces del mío y ellos estaban lo suficientemente borrachos, como para darse cuenta de que estaba allí. Arrancaron y se fueron, yo arranqué y les seguí, sin encender las luces. Había luna llena, se veía bien.
Llegamos a la entrada de la autopista, vi aquel camión inmenso que venía a distancia. No tuve tiempo de pensar, aceleré, les embestí por detrás justo hasta que el camión pasó sobre ellos. ¡Adiós, hijos de puta!. A mi me cogió el rebufo, me arrastró, y terminé en la mediana. Las ambulancias, urgencias, el hospital, todo eso ya lo recuerdo.
Me llamo Inés, tengo amnesia.