Me la volvió a hacer...

Mi novio-amante Víctor me vuelve a vender con extraños.

ME LA VOLVIÓ A HACER

Hasta hoy, domingo, me sentí con ánimos de levantarme y escribir… me gustaría transmitir los sentimientos, de todos, que me invaden.

Pero no, sería muy difícil y además, faltarían palabras para comunicar ese cúmulo de sentimientos encontrados que me dejaron la experiencia que voy a narrarles.

Víctor, mi amante-novio Víctor que se considera (y lo es, para que negarlo) dueño de mi vida y de mi cuerpo me volvió a prostituir de la manera mas abyecta que a sido concebida.

Porque estoy acostumbrada a prostituirme, si, pero bajo mis condiciones y con quien yo quiera. Por algo fui tantos años puta de lujo. Pero lo que me volvió a hacer me lastimó físicamente y al principio sentimentalmente.

Aunque ya debería estar acostumbrada, no es la primera vez, y lo peor, estoy segura que no será la última. Pero así somos las mujeres como yo, siempre dispuestas a hacer lo que nuestro hombre, nuestro macho deseé.

Nosotras, las transexuales, somos tal vez el grupo más vulnerable dentro de la comunidad homosexual, posiblemente debido a la inseguridad que nos da el no ser definidas dentro de algún género, pues estamos como quien dice "a medias".

Al asunto: teníamos más de dos meses de no tener algún encuentro, ni sexual, ni romántico, ni siquiera personal por lo que yo ya estaba desesperada y… deseosa. Deseosa de sentirlo, besarlo, abrazarlo, de sentir una y otra vez sus embates amorosos, sus embestidas en mi cuerpo; en fin, de que me cogiera.

Nos pusimos de acuerdo por teléfono y quedé de pasar por él a un lugar cerca de su casa y me ordenó que me vistiera lo mas sexy que pudiera, en lo que se refiere a la ropa íntima. No me extrañó su petición, pues a él siempre le a gustado usarme con ropa íntima, por lo que me esmeré en vestirme para ser usada por quien me ha hecho gozar (y también sufrir) tantos años.

Llegué por Víctor al sitio donde quedamos de reunirnos y sin más se subió a mi auto y sin más trámite, me dio una bofetada a la vez que me gritaba:

— ¡Puta!, me hiciste esperarte más de cinco minutos. Te he dicho que debes estar SIEMPRE antes de que yo llegue.

Perdóname mi amor, es que el tráfico

No me dejó terminar y me aplicó otra fuerte bofetada, que me hizo sangrar dentro de mi boca.

— Cállate y maneja, perra. Te haré pagar tu falta de disciplina. Anda, vamos al taller donde trabajaba.

Esto me pareció raro, pues hasta donde yo sabía, ese taller ya estaba cerrado, pero como no debía de replicarle nunca, me dirigí a ese lugar.

En el camino, Víctor iba mirándome y de alguna manera sentía que me estaba criticando, cosa que no me extrañó, pues ya era frecuente que le molestara alguna cosa de mi manera de vestir o de que ya me estaba poniendo más vieja, etc.

Mira pendeja, espero que traigas una ropa adecuada bajo ese horrible pantalón y esa no menos fea camisa, pues te tengo una sorpresa. Y no quiero que hagas ningún escándalo.

Me quedé fría, pues ya me imaginaba de que se trataría y me quise rebelar, pero él me amenazó con otra bofetada y me quedé callada.

Llegamos al ex taller y me ordenó que tocara el claxon tres veces seguidas.

Obedecí y casi inmediatamente se empezó a abrir el portón que lo cerraba. Metí el carro y se volvió a cerrar el portón inmediatamente, quedando casia oscuras el inmenso local. Este se encuentra en una zona separada de un populoso mercado y aislado por dos terrenos solos a sus lados. La calle donde está es poco concurrida y es raro ver por ahí algún viandante.

Temblando y al borde del llanto, abrí la puerta para bajarme, pero Víctor me tomó violentamente del brazo y dijo:

Quédate aquí. Te bajarás cuando yo te lo ordene.

Se bajó del carro y se dirigió a donde estaba la oficina, de donde salía la única luz que existía. Me sentía asustada, en verdad asustada, pues había notado que Víctor me miraba de alguna manera diferente a lo usual, tal vez con odio o con algún otro sentimiento. No tenía idea de lo que me esperaba.

En un momento dado, vi su figura recortada en la puerta de la oficina y no sé porqué me hizo recordar una vez que en ese mismo lugar, hacía ya mucho tiempo, Víctor me ofreció en holocausto a uno de sus compañeros, un muchacho que poseía un inmenso miembro y que me dejó baldada por casi un mes.

Sabía que ese muchacho ya no estaba en la ciudad, pues se había ido a los Estados Unidos a conseguir trabajo de semental y que le estaba yendo bien.

Así que por ese lado me sentí tranquila, pero de cualquier manera presentía que algo, tal vez muy malo, me iba a pasar.

Víctor me hizo una seña para que me acercara y dócilmente me acerqué a la oficina. Esta estaba alumbrada con una mediocre luz que no permitía ver más que algunos detalles, dejando a oscuras los rincones.

Lo que pude ver de inmediato, fue un sucio pero gran colchón que estaba en el suelo y de inmediato supe para que era. Me quedé parada a la entrada y Víctor, jalándome de los cabellos, me hizo entrar sin contemplación, arrojándome sin más sobre el colchón, que olía a orines y otras sustancias.

Me ordenó que me despojara de mis ropas masculinas, quedando con mi ropa íntima y casi totalmente expuesta.

Me extrañó al principio no ver a nadie más, por lo que me empecé a sentir tranquila y pensando que tal vez fuera un capricho de Víctor llevarme a ese lugar, para evocar pasadas aventuras.

¡Cuan equivocada estaba! Se aparecieron dos hombres en la puerta, grandes, desnudos, sucios. Me quedé pasmada y sin saber que hacer. Ahí estaba yo, otra vez rebajada a la calidad de depósito de deshechos por mi amante Víctor, mi amante de tantos años y tantas amarguras; otra vez ofrecida como objeto para la lujuria y el placer de otros, a quien yo no conocía.

Quise llorar, suplicarle a Víctor que no me violaran, que me amara un poco y no me regalara o me vendiera con otros. Pero no pude hablar. Sólo lágrimas de dolor y pena por mí misma rodaron por mi mejilla.

Me puso Víctor en las manos un lápiz labial de un rojo intenso y me ordenó que me pintara los labios. Sabía que a él y a muchos hombres les excitan los labios pintados de rojo. Llorando me los pinté y para no dar lugar a que me castigara, me apliqué dos capas gruesas del labial, que entre otras cosas, estaba muy grasoso por lo que mis labios quedaron con brillo y grosor exagerados.

En tanto, los dos hombres que habían aparecido, se masturbaban y hasta mí llegaba el fuerte olor de sus sexos. Ese olor tan característico de los hombres que tienen días sin asearse. Entre ácido y dulce, entre rancio y oleoso.

Sabía, sentía lo que venía a continuación. Lo que más me dolía era la tranquilidad de Víctor que observaba desde un rincón, sentado en una silla y él también con su verga erecta masturbándose.

Los hombres se acercaron más a mí que para ese momento estaba llorando calmadamente, como la víctima de un sacrificio que sabe que es inminente y que no tiene escapatoria. Lo único que esperaba era salir con vida de esa violación que sabía que iba a ser.

La ropa que llevaba puesta (la femenina) era, como siempre que me encontraba con Víctor de lo más sensual. Para esa ocasión había comprado un body de encajes color beige con ligueros, unas medias a tono, de las "sheer" (brillantes) y altas hasta los muslos. Sólo llevaba bajo el body una pequeña tanga que más que cubrir, destacaba mis carnosas nalgas.

A Víctor siempre le han gustado mis glúteos. Acariciarlos, pellizcarlos, golpearlos. Cosas que a mí me excitan mucho.

El olor que me llegaba de las vergas de los hombres que estaban ya casi encima de mí, era tan penetrante que sentía una mezcla de repulsión y deseo de acariciarlas. No tuve que esperar mucho tiempo para decidir, pues uno de ellos, sin más ni más me tomó de la cabeza y acercó su tremenda verga a mi cara, específicamente a mi boca buscando penetrarla.

Instintivamente abrí mis labios y permití (¿me quedaba otra?) su ingreso.

¡Uff! Aquello fue algo tremendo. El tamaño de esa verga era algo que no había estimado pues por la penumbra reinante no la había visto bien.

Enorme, pero no esa enormidad que se refiere a una extrema longitud o un diámetro exagerado. No, para nada, era una verga con esa enormidad monstruosa, deforme, asquerosa. Esa inmensidad que me hizo pensar en una verga de un ser mitológico. La bermeja cabeza parecía un enorme hongo casi plano y más ancho que el tallo. Al sentirlo en mi boca, esa boca que tantas vergas a mamado, sentí que me ahogaba pues de entrada la llenaba completamente. Con sus sucias manos me obligó a tragar una longitud de su verga que me pareció que no tenía fin. Confirmé que el tallo estaba repleto de venas que parecían gruesas raíces y me saturaba de sabor de sus excrecencias. No podía hacer nada, ni siquiera succionarla o mordisquearla pues mi boca estaba LLENA totalmente.

Sin compasión, me movía la cabeza de atrás adelante y acompasada con su verga que entraba y salía, casi vomitaba pues por su longitud me lastimaba la glotis. Apenas me daba cuenta de la cara y menos de la figura de mi atacante, pues estaba completamente pegada mi cara a su pubis, cuyos vellos se aplastaban contra mi nariz.

De mi posición en que estaba, semi-sentada en el colchón, me fui levantando a quedar de rodillas para no forzar más mi cabeza y evitar que por accidente mordiera la monstruosa verga que me estaba fornicando vía oral.

Ya estando hincada pude tomar con mis manos (si, con las dos), el grueso tallo que aun quedaba fuera. Apenas lo alcanzaba a rodear de tan grueso que estaba. Escuché algunos murmullos y el sujeto que tenía su verga en mi boca, se separó de mí y pude respirar un poco más desahogadamente.

Aproveché para darle un vistazo y saber con quien me estaba enfrentando y

fue grande mi sorpresa al ver que era un muchacho con el que Víctor había tratado de emparejarme hacía algunos años, para hacer algunas películas para vender entre sus amigos y a lo que yo me opuse completamente.

Quise ver al otro fulano pero en ese momento unas manos me empujaron sobre el colchón hasta quedar boca abajo. Sentí un cuerpo que se acomodaba en mi espalda y como hacían a un lado la tirita de la tanga y una verga que se abría paso entre mis nalgas. De momento no pude saber de quien se trataba, pues me tenían la cabeza empujada sobre el sucio colchón. La verga ya hurgaba mi apretado culo y no la dejaba penetrar. En eso unas manos me hicieron arrodillarme de nuevo y me doblaron hasta hacerme quedar culí empinada, dejándome completamente expuesta a cualquier ataque en/por mi culo.

Este no se hizo esperar y unos gruesos dedos llenos de algún lubricante se hundieron en mi culo haciéndome dar un grito de dolor pues lo hicieron sin ninguna delicadeza.

A pesar del lubricante sentía un fuerte dolor y cómo esos dedos se doblaban en mi interior lastimando también mi recto. Me los sacaron y creí que me iban ya a atacar con la verga, pero cual sería mi sorpresa cuando sentí no dos dedos penetrándome, sino cuatro que se clavaban profundamente y se abrían y se doblaban en mi recto. Yo gritaba del dolor que eso me estaba provocando y mi rostro ya estaba cubierto de lágrimas pero pude ver que Víctor se levantaba de su asiento y acercándose al colchón susurró algo a uno de los dos individuos (yo casi no veía), y halándome de los cabellos hicieron que levantara la cara y una verga no tan gruesa ni deforme como la anterior, pero aun muy grande, se introdujo violentamente en mi boca haciéndome callar.

En esto, la mano que hurgaba mi recto se salió dándome una pausa en el dolor, lo que no duró mucho tiempo pues fui penetrada por la mano completa.

Amordazada mi boca con la verga del hombre, no pude gritar pero el dolor era tremendo. Ya algunas veces me habían hecho eso y lo había no solo soportado, sino disfrutado. Pero reitero: es muy distinto a que te lo hagan sin tu consentimiento y sin desearlo.

Podía sentir como esa mano distendía hasta su máximo mi esfínter y como mi recto trataba de rechazarla, pero todo era inútil. Estaba penetrando más y más y la sentía en mi abdomen y mis ojos parecía que se salían de sus órbitas.

La verga en mi boca estaba en un rápido mete y saca y la sentía crecer cada vez más y más. Las manos del hombre me movían la cabeza de atrás a adelante y ya me sentía desfallecer. En un momento dado, se quedó quieto y sus manos aflojaron un poco mi cabeza. La verga la sentía palpitar y aumentar de tamaño y entonces gruesos y abundantes chorros de semen inundaron mi boca.

精液 (一滴精,十滴血

)

De tan abundante que fue la eyaculación, escurrían por mi barbilla gruesos goterones de ese áspero semen, pues no lo había podido deglutir en su totalidad. Esto molestó al gañán que me había cogido por la boca y me dio dos tremendas bofetadas que me hicieron retroceder, por lo que el brazo que me estaba penetrando se introdujo un poco más. No podía creer, aunque el dolor me lo indicaba, que estuviera recibiendo en mi culo, recto y parte de intestino grueso una mano con todo y antebrazo. Eso era algo que nunca me habían hecho.

Al ver esa imagen en mi mente, algo se iluminó en mi cabeza y como si me hubieran puesto una pantalla ante mis ojos, pude ver, verme penetrada por esa extremidad y mi boca escurriendo semen. Entonces el viejo instinto afloró en mí y deje de sentir dolor y algo parecido al placer me comenzó a invadir.

La mano que estaba abriéndose y cerrándose dentro de mí, la sentí como si me estuviera acariciando, acariciando en lugares jamás explorados, jamás ollados. ¡Oh Dulce lujuria! Volvía a hacerse presente, ahora en una forma insospechada.

En alguna parte de mi alterada mente algo me decía que no era correcto lo que estaba sintiendo, haciendo; pero en la parte más sensible al sexo lo que me estaba sucediendo estaba proporcionándome placer. En realidad algo más allá del placer.

Ver la inmensa verga aun goteando frente a mí; sentir la mano, el brazo destruyendo mis entrañas me ocasionó un espasmo de placer y quise seguir mamando aquella verga que hacia unos minutos era para mi, repulsiva, y que sin embargo en ese momento era el más hermoso objeto sexual que hubiera visto.

La tomé entre mis manos y pude sentir su textura, sus aun abultadas venas, la humedad que mis labios y la potente eyaculación habían dejado en ella.

Intenté llevarla a mi ansiosa boca, pero la intervención de Víctor lo evitó. Cambiando de lugar me puso su verga frente a mí y arremetió duramente con ella, metiéndola hasta el tope sin ninguna pausa.

¡Puta, puta, puta!, me gritaba Víctor mientras su verga penetraba más y más en mi boca. Con cierta desilusión sentí que el brazo y la mano que estaban metidos en mi culo, se retiraban lentamente. Quise apretar con el esfínter para que no se salieran, pero había sido tan fuertemente violada, que mi esfínter no respondió a mi deseo.

No puedo expresar con palabras la mezcla de dolor-placer que estaba sintiendo, sin embargo debido a mi lujuria todo lo traducía a placer. Cuando la extremidad abandonó por completo mi recto, sentí un vacío enorme y algo así como una brisa que acariciaba la enorme cavidad que en ese momento era mi culo.

Víctor se derramó en mi boca y pude tragar todo su semen, lo que me dio cierta sensación de satisfacción, pero yo necesita urgentemente que algo tan poderoso y grande como el brazo que me había penetrado, se adueñara de mi intimidad.

Para mi deleite, esta espera no duró mucho, pues sentí como un objeto (¿una verga?) muy grande me estaba intentando penetrar. En cuanto sentí el glande, supe que era el hombre con la verga deforme, monstruosa al que se la había mamado al principio. De tan enorme que era este bálano, tenía dificultad para acceder a mi recto a pesar de lo obscenamente abierto que me lo había dejado el brazo.

Desesperándose y pujando, y con ayuda de mi parte pudo penetrar lentamente al principio, y con brutalidad ya que estuvo bien ahincado, arrancándome un gemido más de placer que de dolor.

Una vez bien acomodado, el hombre dueño de tan monstruosa verga me tomó de las caderas y sin moverse pude sentir cómo su verga palpitaba en mi interior. Me sentía ahíta de semen y de verga, pero sin embargo mi organismo quería, exigía más y más de todo.

Pasaron varios minutos de esta inmovilidad aparente, pues por dentro sentía como la palpitante verga crecía aun más y buscaba lo más recóndito de mi culo. Esto provocaba en mí un cúmulo de sensaciones tan eróticas que en un momento dado eyaculé.

Al ver esto, Víctor arremetió contra mí abofeteándome y llenándome de improperios, pues sólo en dos o tres ocasiones él había provocado mi eyaculación a través de una fornicación.

Le ordenó al hombre que me estaba cogiendo que se acostara en el colchón y que lo hiciera sin sacarme la verga. Hicimos el movimiento y entonces yo quedé boca arriba y expuesta. Para esos momentos, mi tanga ya había desaparecido y mi diminuta verga se mostraba mojada de mi semen.

Me ordenó Víctor que abriera mis piernas a todo lo que dieran y le dijo al otro hombre algo en secreto. Se colocó con mi cabeza entre sus piernas y me dio a mamar su verga, que en ese momento estaba flácida, pero aun así, larga y gruesa.

Me apliqué a mamársela y en pocos minutos ya estaba otra vez dura y pungente. No sabía que iba a pasar, pero quería sentirme llena de vergas, por arriba y por abajo, por delante y por detrás. Mi mente ya no estaba enfocada en la verga, sino en mi satisfacción a través del sexo, sexo que quería tener por montones.

A pesar de que mi sucio, obsceno y goloso culo estaba ocupado en su totalidad, quería, necesitaba más verga. Como leyéndome la mente, el hombre a quien se había mamado y dejado erecta, se colocó entra las piernas del que me estaba cogiendo y las mías y

Me penetró, me penetró al par de la monstruosa verga que ya estaba dentro de mí. No podía creer que me cupiera tanta verga, pero ahí estaba la prueba.

Penetrada por delante y por detrás, y mi boca buscaba ansiosamente otra verga. Víctor entonces se acaballó en mi cara y penetró entonces mi boca.

Aquello era ya la locura. Todo se estaba descontrolando. El hombre que me estaba dando por detrás, el de la monstruosa verga, me subía y me bajaba impulsándose con los glúteos, el que estaba encima de mí entraba y salía sin dificultad de mi distendido ano y Víctor despiadadamente profundizaba en mi lujuriosa boca y yo se la chupaba, se la mamaba con la maestría que he adquirido a través de los años.

Mi mente podía ver la escena y esto me hacía excitarme cada vez más. Desbocada, literalmente, quería darles placer a todos, incluyéndome. Mi culo, a pesar de lo distendido, apretaba y aflojaba, aflojaba y apretada las dos hermosas vergas que estaban entrando y saliendo en forma descompasada.

Aquello no podía durar mucho y sentí cómo la verga más grande se detenía y profundizando aun más su penetración, llenaba el poco espacio que había en el interior con una increíble cantidad de semen. Semen caliente, espeso y podía sentir en la garganta, dulce como la miel.

Si, así es, no tenia nadie de los participantes condón. ¿Para que? Si estaban enfermos ya no me importaba contagiarme, pues era tanto el placer que después de esa que empezó siendo una violación, había sido una de mis mejores experiencias sexuales.

El hombre que estaba encima de mí, al sentir la eyaculación del anterior, se proyectó aún más dentro de mí y soltó chorros y chorros de su espesa leche, inundando totalmente mi cavidad rectal. La verga de Víctor se detuvo en el fondo de mi boca y soltó su descarga, misma que tragué en su totalidad.

Todo se detuvo, incluso el tiempo. Ahí estaba, entre tres hombres que me habían hecho sufrir y gozar. Que me habían dado todo su licor por todos mis conductos (

一滴精,十滴血).

Estaba exultante. Con todas esas vergas aun dentro de mí no podía pensar que nadie más en el mundo estuviera tan satisfecha como yo.

Pero como nada es eterno, se fueron separando de mí poco a poco. El Hombre que estaba debajo de mi, fue el último y que me costó más trabajo permitirle que se saliera. Su verga a pesar de la tremenda descarga, estaba aun dura y grande. Cuando salió por completo, borbotones de semen salieron disparados de mi ano, pues por el bombeo del que estuvo arriba de mí se me llenó de aire el recto con las consabidas consecuencias.

Víctor me la sacó de la boca y se inclinó a darme un profundo beso a la vez que me murmuraba un "gracias" en el oído.

No mi amor, gracias a ti; le dije. Gracias por este excesivo placer que me proporcionaste.

No dejas de ser la puta que haz sido siempre, ¿verdad?; me dijo

No Víctor, pero recuerda que soy y seré siempre tu puta, y que puedes hacer conmigo lo que quieras.

Ya se habían salido los dos hombres y ya estábamos solos Víctor y yo y no pude evitar llorar, pero no de dolor o amargura, si no de felicidad y placer disfrutado.

精液

= jīng yè (fluido o esencia) Semen.

一滴精,十滴血

= yì dī jīng, shí dī xuè (proverb.; "Una gota de semen es igual a diez gotas de sangre")

Georgina Machorro V.