Me huele la mano a culo

Un chico, no tan chiquillo, me da esta clase de mamada que ahora solo pienso en la proxima vez que me lo encuentre...

Me huele la mano a Culo

Hoy en la noche he visto en el supermercado a un chico que aparentaba unos 17 o 18 años. Delgado, fibroso, trigueño, cabello corto, ojos almendrados. Media como 1.70 y si pesaba 140 libras era mucho. El cabello negro azabache, lacio, lleno de gel, lo tenía alborotado. No era como quien dice un modelo pero tenia su gracia particular. Ya casi cerraban, eran las 11 de la noche y salí con un par de paquetes y lo vi caminar lentamente, como si no se quisiera ir.

Tengo un carro muy llamativo y con los vidrios oscuros. Decidí echarle un vistazo mas de cerca y le pregunte para donde iba, la misma conversación insulsa dedicada a los levantes. Apenas le ofrecí llevarlo me dice que él "cobraba". Cuanto, pregunto, ya un poco desanimado. Lo que me quieras dar. WAO, ¿baratillo?

Lo llevé a mi casa y le serví una cerveza. Ya viéndolo mas de cerca me fijo que tiene las uñas bien cuidadas, limpias y huele bien. Tiene 23 pero cara de niño. Me le acerque y comencé a lamerle las orejas, a besarle el cuello y a mordisquearlo por atrás. Enseguida puso sus manos en mi verga y comenzó a masajearlas lentamente. Todo un experto arrechandolo a uno. Me muevo sobre sus nalguitas paradas y duras y siento con mis manos como se va endureciendo la pinga, parece que no es una de esas vergas de película pero se siente dura como una piedra.

Nos vamos a la cama y mientras yo me acuesto, el se arrodilla a un lado y me saca el short y los calzoncillos. Comienza a lamerme los huevos, con una mirada de lujuria que parece genuina. Luego el chico me pasa la lengua en mi verga, que es responsablemente grande, y recorre con la punta toda su cabeza, deslizándose como si fuera un barquillo derretido. Me fijo que me babea como una perra en celo, mojando toda mi pinga con saliva resbalosa para que la sensación sea más intensa. Que rico mama este cabrón.

Se quita la ropa y veo sus tetillas paraditas del frió, el pecho, los abdominales, sus brazos delgados pero fuertes, todo eso me calienta más. Lo acerco a mí y le quito el pantalón, sacándole su pinga y comienzo a mamar mientras él sigue con la mía.

Me abrió las piernas y lamió mi ojete con tanto gusto que solté su pistola para concentrarme en mi propio placer. Me ponía el dedo meñique en el culo, junto con su lengua y recorría mis nalgas con sus manos. Mientras hacia esto yo me pajeaba con tanta facilidad con la saliva que ni siquiera pensé en ponerme lubricante.

Te gusta que te coma el culo, yo solo gemía y gemía, sintiéndome tan arrecho que lo único que hice fue sobarle las nalgas y comencé a pasarle los dedos por el culo. La tenia bien velludo, como si fuera una cueva. Le comencé a meter los dedos así, a lo seco, que rico se sentían esas nalgas suaves con una matita de pelos lacios. Me olí la mano, que rico sentir ese olor a machito limpio, como si fuera un bebe crecido. Que calentura!!!

Lamió, chupó, mamó y mamó hasta que casi perdí la sensibilidad de mi verga. Me apretaba los huevos, me pasaba la lengua por el culo y me ensalivaba el glande para poder tragárselo mejor. Cambie de posición y me puse encima de el. Se tragaba la verga hasta el fondo, lentamente. Yo tenia la luz encendida para poder ver como iba entrando hasta su garganta y luego la sacaba brillante. Él me agarraba las nalgas y se las empujaba, imagínense como se sentía de delicioso.

Yo seguía sobandole el culito, apretándole las nalgas y acariciándole la espalda. Me acosté bocarriba y él seguía mamandome la pinga con muchas ganas, le agarré la cabeza y me comencé a venir en su boca. La leche salió disparada dentro de su boca caliente y se la tomó toda, lamiendo y succionando para que no se perdiera nada. Podía sentir su garganta mientras tragaba mi leche, mamando y pasando la lengua por los bordes de mi verga para recoger todo lo que quedaba. Chucha madre, me sentía en el cielo, casi me mareé del placer. Me apretaba los huevos para exprimirme y yo solo sentía como la leche salía y entraba en su boca y se perdía entre sus lamidas y chupeteadas.

Me quede un rato tirado mientras el se lavaba, ni siquiera escupió. Llame un taxi y le puse un par de billetes en su bolsillo. El domingo lo llamo de nuevo y ahora me acosté y sentí ese olor tan rico de culo en mi mano derecha. ,.. . .. . . .