Me he quemado 4
Subimos las escaleras que llevaban a tu dormitorio desprendiéndonos de la ropa que llevábamos, que sobraba, que se interponía entre tú y yo, entre nuestros cuerpos que ardían de deseo
Sentada en tu cama ya amanece, los rayos de sol se asoman a un nuevo día y tú de nuevo no estás y yo muero por sentirte de nuevo, miel de tus labios que ya he probado y el calor de tu manos que tanto anhelé.
De ese beso furtivo llegamos a tu casa, aun no sé como porque me perdí en tu boca, en tu aliento, poco importaba donde me llevaras yo estaba en el cielo.
Subimos las escaleras que llevaban a tu dormitorio desprendiéndonos de la ropa que llevábamos, que sobraba, que se interponía entre tú y yo, entre nuestros cuerpos que ardían de deseo.
Tú mano se deslizó por mis pechos y yo creí morir, la respiración se hacía fuerte, se me iba el aliento en cada beso, en cada caricia, en cada mirada.
Me tendiste en la cama suave, como tú eres, la cama en la que ahora te recuerdo y sólo me queda tu olor.
Mis manos se perdieron en tu cuerpo, y mis piernas te rodearon. Nunca había deseado así, nunca me habían devorado como lo hiciste, cada rincón de mi piel fue tuyo, cada escalofrío.
Entraste en mi, perdí la poca cordura que me quedaba, enloquecí con cada embestida de placer, mis uñas se clavaron en tu espalda mientras me hacías tuya, y juntos llegamos al máximo placer.
Te quedaste tocando mi pelo hasta que me dormí.
Soñé que se paraba el tiempo, que solo existiamos tú y yo, y esa cama donde hoy no estás.