¿Me he acostado con mi hijo?

Clara se levanta desnuda al lado de la persona que menos se espera

Cuando me desperté mi cabeza parecía a punto de estallar. El sol entraba con fuerza por la ventana del dormitorio, lo que tampoco ayudaba. Cerré los ojos de nuevo e intenté acordarme de lo que había pasado la noche anterior, pero todo me daba vueltas.

Sentí el tacto de las sábanas en mi cuerpo desnudo. Un momento ¿desnudo? Mi corazón se aceleró, como una tonta empecé a tocarme para confirmar que estaba completamente sin ropa. Iba a levantarme pero noté que había alguien a mi lado. Estaba de espaldas y no le podía ver pero sentía su respiración ¿en qué me había metido?

Me quedé un rato en una situación realmente incómoda sin saber si levantarme o no, lo único que quería es que la persona que estaba a mi lado no se despertara y viviéramos una situación violenta para ambos.

Tardé bastante tiempo en tomar una decisión. Como a cámara lenta maniobré para levantarme sin despertar a quien quiera que estuviera a mi lado en la cama. De puntillas intenté buscar la ropa por el suelo, pero no había nada, tan solo mis zapatos. Agarré el pomo de la puerta dispuesta a salir pero me frené. Dudé si mirar atrás o no, y mi decisión cambió mi vida.

Lentamente giré la cabeza, como si deseara no hacerlo. Tumbado en la cama y durmiendo profundamente estaba mi hijo Alex. Desnudo. Completamente. No es que yo quisiera, pero era completamente imposible no fijarse en su pene, completamente erecto y duro como una piedra, que apuntaba desafiante al techo del cuarto.

A duras penas conseguí ahogar un grito, estuve a punto de derrumbarme allí mismo, ¿qué habíamos hecho?  Algunas lágrimas empezaron a salir de mis ojos ¿me había acostado con mi propio hijo? Mi corazón parecía querer salir de mi pecho y la cabeza me iba a reventar. Ni siquiera sabía muy bien donde estaba, aunque parecía una pensión o un hotel barato.

Me miré en el espejo del baño. Tenía restos de semen secos en mis pechos. Mi mundo pareció venirse abajo. Me abrí de piernas y comprobé que mi vagina estaba enrojecida, además allí también  había restos de semen. Me habían follado bien follada y después habían eyaculado en mis tetas y dentro de mí. Y además había sido mi hijo. Bonita forma de volver al sexo tres años después de mi divorcio.

¿Dónde demonios estaba mi ropa? De repente me vino un flashback. La noche anterior mi hijo y yo volviendo del festival de música al que habíamos ido con unos amigos suyos. Él tiene 19 años y yo 39, así que no había tanta diferencia de edad. Un grupo que nos gusta a los dos tocaba en un festival que se celebraba en un pequeño pueblo de la costa.

Recuerdo haber bebido. Mucho. Y haber fumado marihuana. Hacía años que no fumaba, desde que terminé la universidad, recuerdo como dejaba mi cuerpo híper sensible y me desinhibía, lo que a una chica tímida como yo en esa época ayudaba y mucho.

De repente, alguien llamó con fuerza a la puerta, sacándome de mis pensamientos. Casi se me sale el corazón por la boca del susto. Lo primero que hice fue mirar a mi hijo por si se había despertado, pero por el momento no parecía, ni siquiera había cambiado de posición.

De puntillas me acerqué a la puerta. Cuando fui a abrir me acordé que iba completamente desnuda. Con un brazo intenté tapar mis pechos y con la mano del otro mi entrepierna pero así ¿Cómo iba a conseguir abrir la puerta? En pánico por si la persona al otro lado de la puerta se impacientaba y volvía a llamar, decidí cubrir apenas mis tetas y ocultar el resto del cuerpo detrás de la puerta.

Abrí y la mujer al otro lado abrió los ojos como platos al verme así.

-Su ropa y la de su amigo-dijo entregándome dos bolsas.-Está seca y planchada

-Muchas gracias-dije con un hilo de voz

No pareció ser suficiente para ella que no hizo ademán de marcharse ¿a qué demonios esperaba?

-Son 5 euros-dijo tras unos segundos de tensión

-Ah sí, claro, disculpe

La situación no podía ser más ridícula, tuve que darle la espalda mostrándole mi culo a aquel desconocido y fui hasta el bolso, todavía cubriéndome los pechos con un brazo.

-Tome, puedo quedarse con el cambio, solo tengo este billete de 10 euros.

Me miró como si fuera tonta y por fin se marchó.

Estaba en pánico. Me vestí a toda velocidad en el baño y salí de allí sin fijarme siquiera en mi hijo que seguía en la cama.

Pensé que me estaba dando un ataque de ansiedad. Pasé por la recepción como un huracán y salí a la calle. El sol de verano impactó de lleno en mi cara, la cabeza me daba vueltas y me retumbaba, sin duda por la resaca de la noche anterior. Por lo menos pude ubicarme e ir adonde habíamos dejado el coche.

Caminaba como un fantasma, no pensaba en nada, tan solo en escapar de allí. Recordaba que mi hijo tenía previsto quedarse un par de días más y yo iba a volver hoy a casa, no quería ser un estorbo y que no se divirtiera con sus amigos por mi culpa.

Recorrí los apenas 100 km entre aquel pueblo y nuestra ciudad sin pensar en nada ni en nadie, tan solo quería escapar lo más lejos posible de mi hijo.

Cuando llegué a casa tuve tiempo para reflexionar lo que había pasado. Había altas probabilidades de que me hubiera acostado con mi hijo Alex, producto de la borrachera de la noche anterior. ¿Cómo proceder? Decidí llamar a mi amiga Rosa, que además era psicóloga.

Estaba atendiendo a un paciente pero me hizo hueco ante la urgencia que transmitía mi voz. Llegué a su despacho rápidamente y esperé a que terminara con el cliente, sin poder parar de caminar de un lado a otro de la sala de espera. Había apagado el móvil por si recibía alguna llamada de mi hijo.

Por fin, a los veinte minutos, se abrió la puerta del despacho y salió el paciente. No sé qué problema tendría, pero seguro que no se había acostado con su hijo la noche anterior. Mi cara era un poema así que Rosa me hizo pasar sin decir nada. Yo tampoco sabía que decir así que se formó un silencio incómodo.

-¿Qué tal el festival?-dijo para romper el hielo

-Me he acostado con mi hijo

-¿Qué?

-O eso creo

-Vas a tener que explicármelo mejor-dijo tras unos segundos de pausa y mirándome fijamente

-No puedo, no me acuerdo de nada, solo sé que hoy me he despertado con él desnudo a mi lado

-Vale, vale, vamos a ver, te has despertado al lado de tu hijo desnudo en una cama…

-De una pensión-la interrumpí

-¿Y no puede ser que os quitarais la ropa para evitar el calor?

-Tenía manchas de semen en mis pechos y en mi vagina cuando me he levantado

Rosa se acomodó en la silla y respiró.

-Clara, vas a tener que explicármelo todo desde el principio

A esas alturas mi barbilla estaba temblando y apenas conseguía aguantar las lágrimas. Exploté y mi amiga me ofreció unos pañuelos y se levantó de la silla.

-Ven, mira, túmbate en el sofá y respira hondo, relájate-dijo mientras yo no paraba de sollozar. Cuéntamelo todo tal y como te acuerdes

-No lo sé, solo me acuerdo que estábamos en un festival de música, habíamos bebido y fumado muchísimo, y lo siguiente que recuerdo fue levantarme con Alex al lado, los dos completamente desnudos ¡no recuerdo nada más!

-¿Has hablado con tu hijo?

-No, ¿qué opinas del incesto?-dije volviendo a llorar como una loca

-Joder Clara no sabemos nada, no demos nada por hecho

-¿Y si ha pasado?

-Habrá que asumir las consecuencias, la relación con tu hijo cambiará a partir de ahora

-Vaya no me digas-dije sonándome los mocos

-¿Hace cuánto que te divorciaste de Luis?

-Tres años ya

-Puede que en tu cabeza se hayan formado ciertas fantasías o imaginaciones, ¿has tenido relaciones sexuales desde que te divorciaste?

-Sí, ayer ¿no te lo he dicho?

-…

-Oye, no tendrás algún colega o compañero de la universidad que haga cosas de esas de recordar el pasado

-¿Hipnosis?

-Eso

-Hombre, claro, conozco a alguno, pero no es una disciplina muy seria para muchos psicólogos

-¿Pero funciona?

-Hombre, a veces…todo depende del profesional

-¿Conoces a alguno?

-Déjame mirar mi agenda-dijo no muy convencida

Tras hacer varias llamadas desde su móvil volvió a verme. Yo estaba más tranquila y la posibilidad de recordar lo que había hecho la noche anterior me había tranquilizado. Quizás todo fuese una paranoia.

-Hay una antigua compañera de la facultad que tiene su gabinete por aquí cerca. Ahora podría atendernos

Fuimos en mi coche y en menos de diez minutos estábamos llamando al timbre del despacho. Nos abrió la puerta una mujer de mediana edad como nosotras con aspecto desenfadado y simpático que nos hizo entrar. La casa era bastante acogedora y eso, unido al carácter abierto de la mujer, me relajó. Rosa ya le había contado a grandes rasgos el caso, y aunque le pedí que entrara conmigo, las dos psicólogas coincidieron en que lo mejor sería que se quedara fuera.

Se formó un silencio incómodo para mí mientras me tumbaba en un cómodo diván a escasos metros de la psicóloga. Hablamos de algunas nimiedades para romper el hielo, enseguida noté que aquella mujer sabía cómo ganarse la confianza de sus pacientes y eso junto al cansancio que arrastraba hizo que me fuera relajando.

Seguíamos hablando pero poco a poco iba introduciendo instrucciones. Me pidió que mantuviera las manos ligeramente separadas.

-Para comunicarnos con tu inconsciente vamos a dejar que se manifieste él mismo. Ahora, si tu inconsciente quiere asistirte para ponerte en trance, entonces encontrarás que esas manos se juntan. Si tu inconsciente tiene alguna objeción con la tarea que se le propone las manos se separarán

Asentí con la cabeza, sin darme apenas cuenta había cerrado los ojos y había hundido la cabeza en el cómodo cojín del diván.

Hablamos de mi infancia y de mi adolescencia, cuando tocamos el tema de mi exmarido mis manos automáticamente se separaron, por lo que evitó seguir tocando el asunto. Cuando poco después empezamos a hablar de mi hijo mi respiración volvió a acelerarse, sin embargo esta vez no paró y continuó haciéndome preguntas sobre la vida de Alex, íbamos avanzando cronológicamente.

Poco a poco fui notando iba abandonando el control sobre mi cuerpo y una gran sensación de tranquilidad me invadió, la psicóloga empezó a hacerme preguntas sobre el día anterior y yo, completamente relajada, comencé a hablar…

Estábamos en un área de servicio en la carretera, el calor era asfixiante y habíamos parado a beber algo, todavía nos quedaba como una hora de viaje. Junto a nosotros viajaban dos amigos de mi hijo, Sandra y Felipe. Alex, mi hijo, me había comentado que su amigo estaba loco por ligársela pero ella se hacía la dura, de hecho a sus 20 años la chica seguía siendo virgen. En un momento entraron varios amigos de Alex que también iban al festival de música. Él me los presentó y sentí que muchos de ellos me desnudaban con la mirada. Eran muy descarados. Yo iba con un top blanco bastante escotado y unos pantalones ajustados.

-¿Te gustó?-me interrumpió la psicóloga. Escuchaba su voz como si viniera del cielo

-Recuerdo que me subió bastante el ego que esos críos me miraran así, me gustó, desde luego

-Continúa por favor

Recuerdo haber bebido alcohol en el área de servicio  a pesar de que tenía que conducir, pero me sentía joven y aquello fue como un acto de rebeldía, había estado demasiado tiempo haciendo las cosas bien y quería cambiar. Yo conduje la última parte del viaje. Recuerdo que por el retrovisor podía ver al amigo de mi hijo aproximándose y asediar a su amiga, pero ella seguía haciéndose la dura.

Llegamos al pueblo donde se celebraba el festival, estacionamos el coche y fuimos a poner la tienda de campaña donde dormiríamos. Esta chica, Sandra, y yo continuamos hablando y bebiendo una cerveza mientras ellos lo montaban todo, recuerdo que yo miraba a los chicos de alrededor, todos jóvenes, y sentía el alcohol subiéndome a la cabeza. Incluso miré a mi hijo y a su amigo lo fuertes que estaban, a los dos se les marcaban mucho los músculos mientras montaban la tienda, por ejemplo. Me excité un poco.

Del maletero del coche habían sacado varias bolsas cuyo contenido yo desconocía, pero cuando terminaron de montarlo todo las vaciaron y era alcohol, vino, vodka, whisky, todo lo que se te ocurra. Yo me hice la ofendida y medio que regañé a mi hijo pero en el fondo me gustó y pronto el alcohol empezó a correr entre nosotros allí. Como ya he dicho yo no estaba muy acostumbrada a beber tanto y notaba que cada vez me hacía más efecto.

Fue oscureciendo y nublándose, a pesar de que el calor seguía siendo muy fuerte. En pocos minutos iba a empezar el concierto al que íbamos así que fuimos hacia el escenario

Lo siguiente que me acuerdo es de estar saltando como una loca mientras nuestro grupo tocaba, el estruendo era brutal y yo ya estaba completamente borracha. A mi lado estaban mi hijo y sus amigos. En un momento dado, no me acuerdo bien quien, me ofreció un porro. Yo hacía muchos años que no fumaba y sabía bien los efectos que provocaba en mi cuerpo.

-¿Por ejemplo?-preguntó la psicóloga interesada

-Me excita muchísimo. Sexualmente

-Sigue por favor

Fumé bastante de aquel porro que compartíamos entre varios. Una locura. Yo fumando marihuana con mi hijo. Me acuerdo que para aquel entonces el amigo de Alex había roto las defensas de la chica y se estaban besando como locos a nuestro lado, entre el gentío. Él le comía la boca con ganas mientras le metía la mano por debajo de la camiseta para sobarle las tetas. Y ella, tan modosita antes, no paraba de gemir como una guarra. Aquello terminó de excitarme y mis pezones se endurecieron inevitablemente, marcándose a fuego en mi top blanco. En ese momento aparecieron los amigos de mi hijo, aquellos con los que habíamos coincidido en el área de servicio. No iban mucho mejor que nosotros.

Después de la actuación fuimos tambaleándonos hasta el lugar donde habíamos acampado. Las sorpresas continuaban ya que enseguida comprendimos por qué habían desaparecido Sandra y Felipe. La tienda no paraba de moverse y se escuchaban los gemidos entrecortadas de la amiga de mi hijo. Estaban follando como locos en la tienda. La chica estaba siendo desvirgada en medio del festival con un gentío pasando alrededor. Nos quedamos a cuadros al ver esa escena.

-Joder se la está follando-dijo mi hijo

-Mejor que nos vayamos de aquí y no les interrumpamos

Nos alejamos pero no se me quitaban de la cabeza los gemidos y chillidos de placer de la chica.

-Me estoy meando ¿y tú?

-Yo también hijo pero hay una fila enorme en los baños

-Vamos a ese descampado que parece que está vacío.

Me tomó de la mano y tuve un pequeño escalofrío. Continuaba muy excitada.

El cielo estaba completamente cubierto y varios truenos anunciaron una inminente tormenta.

-Ponte detrás de estos arbustos, yo me quedo vigilando

-Gracias hijo

Me agaché junto a unos matorrales y me bajé las bragas hasta las rodillas, estaba cachonda perdida y el hecho de estar quitándome la ropa al lado de mi hijo no ayudaba. Intenté hacer fuerza pero no salía nada. Miré de reojo a Alex que observaba el sendero atento a que no viniera nadie.

Cerré los ojos pero no conseguía concentrarme, estaba demasiado borracha o excitada,  seguramente las dos cosas. Miré a mi izquierda y a escasos metros me llevé un susto de muerte. Una pareja estaba follando silenciosamente no muy lejos de mí. Él estaba sobre ella con los pantalones bajados hasta el culo y la penetraba rápida y velozmente. Ella se había subido el top hasta dejar ver sus tetas, que se balanceaban a cada embestida. Tenía la cara desencajada por el placer y en un determinado momento nuestras miradas se cruzaron. Estaba gozando como una perra siendo ensartada por aquel chico joven como mi hijo.

Llevé mi mano a mi entrepierna y comprobé que estaba completamente empapada. Aquella desconocida me estaba mirando y asintió con la cabeza. Cuando rocé mi clítoris con el dedo índice tuve que cerrar los ojos y no gritar de placer. Estaba muy cachonda.

-¿Mamá has terminado ya?

La voz de mi hijo me hizo dar un bote del susto. Miré hacia donde estaba aterrada por si me veía de esa guisa, agachada con las bragas por el suelo y masturbándome pero por suerte seguía con la mirada fija en el camino que llevaba al festival. Me subí rápidamente la ropa interior y me alejé de allí.

-Sí hijo perdona, es tu turno

Ajeno a todo lo que había pasado vi como Alex se bajaba la bragueta y me daba la espalda. Permaneció un rato con su polla en la mano hasta que empezó a mear. Yo no veía nada pero no podía dejar de preguntarme como la tendría, ya sé que era mi propio hijo pero estaba terriblemente excitada.

-No sé qué hacer, no quiero cortarles el rollo a Felipe y a Sandra

-No, con lo que le ha costado al pobre

Mi frase apenas fue audible ya que un gran trueno retumbó sobre nuestras cabezas. Alzamos la vista solo para ver unos gruesos nubarrones negros que anunciaban una tormenta inminente.

-Joder como llueva esto se va a poner como un campo de patatas

-Oye y en el pueblo no habrá algún hotel o alguna pensión donde podamos hacer noche-dije empezando a maquinar un plan

-Puede ser pero deben pedir precios absurdos

Emprendimos el camino hacia el pueblo pero no llevábamos ni cinco minutos cuando la anunciada tormenta empezó a descargar sobre nosotros. Una lluvia torrencial cayó sobre la zona alcanzándonos a nosotros y a las cientos de personas que se encontraban en los alrededores.

Intentamos guarecernos bajo un árbol pero fue imposible, la tormenta no daba señales de amainar.

-El pueblo debe estar a unos diez minutos, cinco si corremos

Avanzamos a trompicones, mi hijo me protegía pasando su fuerte brazo por mis hombros y guiándome, la lluvia era tan fuerte que apenas se podía ver nada, no sé ni cómo conseguimos llegar al lugar.

-Ahora encontrar un sitio que tenga una habitación libre

Esta vez sí tuvimos suerte. En la primera pensión en la que entramos tenían un cuarto disponible, es verdad que a un precio absurdo pero no estábamos para poner pegas.

-Si quieren les puedo lavar y secar la ropa-dijo el dueño del establecimiento

Estábamos completamente empapados y por si fuera poco al llevar yo ropa blanca se transparentaba todo, desde mis pechos hasta las bragas, cosa que no pasó desapercibida para aquel señor que no me quitaba el ojo de encima.

-Sí, claro ¿cómo lo hacemos?-pregunté yo que no estaba por la labor de desnudarme delante de aquel baboso

-Me quedo en la puerta y me entregan la ropa en una bolsa

-Vale, vale un segundo

-No se preocupe mujer, tengo todo el tiempo del mundo-dijo desnudándome con la mirada

Nos metimos en el baño del cuarto sin saber muy bien que hacer.

-Quítate la ropa y métela en la bolsa, luego meto yo la mía y se la doy al señor

-Vale, vale

Estaba tan nerviosa y excitada que ni le pedí a mi hijo que me diera la espalda, me empecé a quitar la ropa delante de él. Me bajé los pantalones y los metí en la bolsa. Hice lo mismo con la camiseta hasta quedar en ropa interior delante de Alex. Él mantenía abierta la bolsa con las dos manos. Intenté sacarme el sujetador pero estaba tan alterada que no podía.

-Espera, date la vuelta y lo hago yo

Le di la espalda y sentí la mano de mi hijo quitándome el sostén, tuve el tiempo suficiente para cubrir mis pechos con la mano izquierda. A continuación iban las bragas que me quité como pude, esta vez fue más difícil y mi sexo quedó durante unos pocos segundos a la vista de mi hijo, antes de cubrirlo con la otra mano que me quedaba libre.

-Mamá ahora te toca a ti-dijo ofreciéndome la bolsa

Le miré en plan “si sujeto la bolsa no puedo cubrirme” pero no pareció importarle desnudarse delante de mí ni verme desnuda. Así que un poco dubitativa dejé de cubrirme los pechos y el coño y agarré la bolsa, quedando completamente desnuda delante de él.

-Gracias

Intenté mirar hacia el suelo mientras se despojaba de la camiseta y los pantalones y los metía en la bolsa. Cuando fue a quitarse los calzoncillos no vi nada ya que, muerta de vergüenza, desvié la mirada todo lo posible. Estábamos los dos desnudos frente a frente.

-Dame, ya le doy la bolsa yo

Me la quitó de las manos y fue a la puerta, protegiéndose con ella llamó al recepcionista para entregársela. Yo ya no pude desviar la mirada y mientras camina hacia la puerta me ofrece una panorámica estupenda de su perfecto culo. Me mordí el labio mientras alucinaba viendo aquel trasero duro y firme. Si hay una parte del cuerpo masculino que me excita es el culo, y el de mi hijo parecía perfecto, rematado además con un par de hoyuelos.

Vuelvo a fijar de nuevo mi mirada en las baldosas del baño por miedo a ser descubierta mientras mi hijo vuelve y se pone una toalla alrededor de la cintura.

-Toma, póntela si quieres-me dice Alex alcanzándome otra

Cubro mi cuerpo y ya me atrevo a mirarle de nuevo. Percibo en su mirada algo diferente, algo que parecía presagiar como íbamos a terminar aquella noche, ya no me miraba como mira un hijo a una madre, porque yo ahora tampoco le veía solo como un hijo. Y aquello me gustaba. Mucho. Tan solo hacía falta encontrar la chispa adecuada.

-Creo que voy a ducharme, estoy muy mojada-dije sin darme cuenta de las implicaciones de la frase, haciendo que me arrepintiera al instante

-Sí, yo también quiero ducharme…después de ti, por supuesto-aclaró

Salió del baño y encendió la tele, pero lo que más le interesaba estaba en el baño, y no en la pantalla de aquel televisor. Dejé la puerta entreabierta a propósito, dejé caer la toalla para mostrar que mi culo tampoco estaba nada mal ¿me estaría mirando Alex desde la cama?

Me metí en la ducha y enjaboné mi cuerpo poco a poco, deseando que me estuviera viendo pues aquel espectáculo no se lo ofrecía a cualquiera. Dediqué especial atención a mis pechos y a mi coñito, lo hacía todo con los ojos cerrados para que no se sintiera cohibido de mirarme. Cuando me aclaraba pasé la alcachofa rápidamente por mi vagina, dejándome temblando de excitación. Cerré el grifo y me puse la toalla, satisfecha con el espectáculo dado.

-¿Hay algo interesante en la tele? –dije mientras me tumbaba a su lado en la cama

-En la tele y en muchos sitios-dijo sonriendo-Ahora es mi turno

Estaba claro que me había visto, y espero que me ofreciera un espectáculo semejante.

Al igual que yo no cerró la puerta del baño y dejó caer la toalla, el agua comenzó a correr por su ancha espalda y por su precioso culo, pero lo que más me interesaba en ese momento estaba al otro lado y él lo sabía. Yo le había dejado ver mi coñito y él tenía que hacer lo mismo con lo que le colgaba entre las piernas. Me torturó un poco más dándome la espalda, yo estaba como loca de excitación y dudé un poco si hacerlo o no…me llevé los dedos a mis labios y los mojé antes de dirigirlos a mi entrepierna, a mi clítoris que duro como una piedra solo esperaba que lo acariciase.

La tortura no duró mucho más y cuando Alex se aclaraba el pelo, frotándose los ojos,  pude ver su polla expuesta ante mí…sentí una punzada en el pecho pues era mucho más grande y gruesa de lo que había imaginado, mucho más, desde luego, que la de su padre. Me deleité unos segundos viendo cómo se balanceaba pero preferí romper el contacto visual y dejar de masturbarme por miedo a que me descubriese.

Al principio tenía mis dudas sobre si acostarme con mi hijo o no, pero después de aquellas escenas que habíamos protagonizado en la ducha exhibiéndonos uno para el otro no me quedaba ninguna duda de que esa noche íbamos a follar a lo grande. El asunto era, como he dicho antes, encontrar la chispa adecuada. Y no íbamos a tardar mucho en descubrirla. De momento, y mientras mi hijo se secaba, fui a buscar una cosa en el bolso…

-Me ha dejado como nuevo la ducha-dijo dejándose caer a mi lado en la cama, y con la toalla de nuevo anudada en la cintura.

-Me alegro, tengo aquí una cosa que había guardado para una ocasión especial-dije mostrándole un porro que había guardado

-Te advierto que puede traer consecuencias imprevistas

-¿Por?-le pregunté curiosa

-La marihuana me excita un poco. Bueno, un poco no, mucho

-Pues ya somos dos

-¿A ti también te pasa? Debe ser algo heredado, entonces

Fuimos pasándonos el porro, cada vez estábamos más colocados y mi cuerpo estaba súper sensible, a mí me dio por coger el mando de la televisión. Nos estábamos acabando el porro cuando sintonicé un canal que estaba emitiendo una peli porno. Un morenazo fuerte como mi hijo se follaba con violencia a una rubia sobre una mesa. La agarraba del pelo y la penetraba sin parar.

Excitados por la situación, nos empezó a dar la risa tonta mientras veíamos tan sugerente escena. En la toalla de mi hijo empezó a marcarse con fuerza un bulto enorme que no daba lugar a dudas sobre lo que era.

-¿Y eso?-le pregunté mordiéndome los labios

-No sé qué puede ser, ¿quieres verlo?

Ya estaba todo hecho. Fui quitándole poco a poco la toalla hasta que su polla saltó como un resorte. Definitivamente, ahora que la tenía a escasos centímetros, era muy grande y además estaba dura como un misil. El glande se mostraba desafiante y sus grandes testículos auguraban una abundante eyaculación.

La agarré pero no daba para rodearla completamente. Poco a poco fui subiendo y bajando mi pequeña mano alrededor de ese enorme mástil. Noté como su polla se puso al límite de su dureza, incluso tuvo una pequeña contracción. Mi hijo se dejó caer sobre la cama mientras yo le masturbaba frenéticamente.

-Para, para, o me voy a correr-dijo desesperado

Esa noche íbamos  a echar el gran polvo.

-Ahora me toca a mí

Me quitó la toalla y me quedé desnuda frente a él. Quizás por no tener un cuerpo tan perfecto como el suyo me dio algo de vergüenza que me viera así. Me tumbó sobre la cama y se puso sobre mí. Ante mi sorpresa no me penetró todavía, quería hacerme sufrir igual que yo acababa de hacer con él. Su lengua comenzó a recorrer mi cuerpo desde el cuello hasta los muslos prestando especial atención a mis pezones, que en ese momento ya estaban completamente duros, arrancándome los primeros gemidos de placer.

Pero cuando estuve a punto de explotar fue cuando noté que situaba su cabeza entre mis piernas…en pocos segundos noté su lengua jugando con mi clítoris y entré en un estado de excitación fuera de lo normal. Notaba su lengua recorriendo mi húmeda raja y masajeando mi clítoris, con extrema suavidad. A pesar de tener solo 19 años parecía saber mucho sobre cómo dar placer a una mujer.

Yo también quería correrme con la penetración, así que abrí bien las piernas, enseñándole el camino.

Él, algo nervioso, colocó su potente polla en la entrada de mi coñito y me sujetó la barbilla. Quería que le mirara a los ojos mientras me penetraba. Iba a volver a follar tres años después de mi divorcio y encima con mi propio hijo.

Poco a poco fui notando como su enorme miembro se abría paso en mi interior. Yo estaba muy mojada pero quizás por tantos años sin sexo mi coñito estaba muy estrecho y la penetración fue algo costosa, hasta que mi vagina se acostumbró al tamaño de aquel mástil. Por fin Alex consiguió introducirla del todo, la última parte de un solo golpe que me provocó un gemido mezcla de dolor y placer. Miré hacia mi coño y para mi sorpresa comprobé que aquel enorme trozo de carne me cabía entero.

Me la volvió a meter y a sacar un par de veces más para que me acostumbrara al tamaño hasta que me la encajó de una sola estocada.

-Deseo que me folles-le dije para provocarle

Me la empezó a meter con más fuerza.

-Fóllame fuerte

Nuestros corazones iban a mil por hora a la vez que sus pollazos ganaban fuerza y velocidad.

-Ahhhh!!

Se sucedían los acelerones, la cama golpeaba contra la pared mientras el ritmo de la follada crecía por momentos. Me besaba el cuello y bajaba hasta los pezones, mordiéndolos al mismo tiempo que no paraba la cadencia de las penetraciones ni un segundo. De mi coño salía líquido en abundancia que mojaba mis muslos y las sábanas, llegándose a escuchar incluso sonoros chapoteos entre las embestidas. Estábamos en el cielo. Miré al espejo del cuarto y pude ver mi delicado cuerpo envuelto por el musculoso torso de mi hijo.

Bajó los brazos del cabecero de la cama y se agarró a las sábanas. Con los movimientos, contraía y flexionaba los bíceps. Se le tensaban los abdominales cada vez que yo le llevaba al límite, supe que no iba a tardar en correrme así que me agarré a su espalda y me dejé llevar. Busqué el placer y contraje los músculos de mi vagina para apretar aquella enorme verga.

El orgasmo llegó como una oleada de placer que recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies. Alex no paraba de follarme mientras yo gritaba su nombre y experimentaba uno de los mayores placeres de la vida.

Perdí la noción del tiempo durante unos segundos y cuando volví en mí Alex me miraba divertido. Había sacado su dura polla de dentro de mí y estaba cubierta de mis flujos fruto del orgasmo y de la excitación.

Sin decir palabra volvió a situarse entre mis piernas y a jugar con mi clítoris. Mi coñito estaba muy sensible y a cada lametón me quería morir. Él todavía no se había corrido y consiguió su objetivo de que me entraran más ganas de follar. Abrí las piernas de nuevo y me penetró esta vez de un solo golpe. De nuevo lo tenía dentro de mí, a mi propio hijo.

Se suceden de nuevo los gritos y los gemidos mientras Alex me folla sin  contemplaciones. La follada se hace más dura y rápida, dura y rápida, dura y…

Experimenté unos espasmos rítmicos y alcancé otro orgasmo demasiado deprisa. Me tambaleé, con los sentidos embriagados.

Buscando su propio orgasmo, puso mi pierna en su hombro y me la metió de nuevo. Me folló con todas sus ganas, y yo le provocaba.

-Fóllate a tu madre, vamos, fóllatela

-Estoy a punto mamá

-Espera un poco por favor, espera que yo también estoy llegando

Me iba a correr tres veces en un mismo polvo, algo inaudito para mí.

Mi hijo cerró los ojos y se dejó llevar, hasta que se paró en seco con su polla totalmente clavada en mi interior. Con un grito ahogado noté como lo inundaba todo dentro de mí y esa fue la clave para desencadenar mi propio orgasmo. Notaba su polla explotando y con una última estocada se aseguró de rebañar hasta la última gota de semen dentro de mí, consumando el incesto entre los dos.

Ya desfogado se dejó caer a mi lado con la respiración agitada. Me acerqué a él y me quedé abrazada, besando su pecho para agradecerle lo que me había hecho pasar. Mi propio hijo…

-Joder mamá, esto vamos a tener que repetirlo

Teníamos toda la noche por delante.

En la televisión, ahora con el sonido apagado, seguían poniendo películas porno pero nada se comparaba a lo que acabábamos de experimentar en esa cama. La polla de mi hijo seguía igual de dura y estaba recubierta de semen. Es curioso porque cuando follaba con mi marido el semen me daba asco y siempre le pedía que usara preservativo. Su tacto viscoso y su olor me desagradaban, sin embargo ahora con Alex me atraía enormemente.

Mi hijo pareció darse cuenta y se inclinó para mirarse el pene.

-¿Le pasa algo a mi polla?-dijo sonriendo

Yo como hechizada me acerqué a ella y la chupé de arriba abajo, y el sabor no me disgustó en absoluto.

-Wow mamá-dijo mi hijo cerrando los ojos

-Quiero probar el sabor

-¿Lo dices en serio? A muchas chicas no les gusta

-Tengo ganas ok? Con tu padre nunca lo hice, me daba asco, pero ahora me apetece

-Como quieras, obviamente no te voy a pedir impedimentos

Me levanté de la cama y me puse de rodillas en medio del cuarto, invitándole a venir con el dedo índice. Mi hijo, como movido por un resorte, se aproximó a mí hasta que su polla quedó a la altura de mis labios.

Intenté tragarla de un solo movimiento pero era demasiado grande. El sabor de su semen mezclado con mis flujos no me molestó en absoluto. Me moví con más velocidad y él puso su mano en mi cabeza, acompañándome en el ritmo. Dediqué también bastante tiempo a chupar y masajear sus testículos, pero cuando verdaderamente noté que iba a correrse fue cuando me la saqué de la boca y jugueteé solo con la punta, lamiendo rápidamente su enrojecido capullo. Exasperado, dio un prolongado gemido y agarrándome de la nuca me la metió entera en la boca.

Una explosión de semen me llenó la boca de improviso, en un solo chorro el semen de mi hijo mi boca se inundó de esperma y cuando llegó la segunda andanada tuve que tragar la mayor cantidad de esperma posible. Al notar que la corrida se preveía muy copiosa, no tuve más remedio que sacármela de la boca. La hinchada polla de mi hijo seguía escupiendo semen sin parar y las siguientes descargas impactaron en mi cara, fueron tan abundantes que buena parte de la lefa cayó desde la barbilla hasta mis pechos, goteando sin parar. Una vez que hube engullido todo el semen que tenía en la boca me apresuré a chupar su verga de nuevo, ansiosa por tragar las últimas y menos abundantes expulsiones de mi hijo.

Subí mis manos para acariciar el fuerte pecho de Alex, orgullosa mientras él acababa de vaciarse en mi boca. Cuando terminó retiró su miembro aunque éste siguió palpitando un rato y goteando esperma que yo recogía y restregaba por mis tetas.

Tragué todo lo que pude y más mientras mi hijo se recuperaba sentado al borde de la cama. Bañada en un mar de sudor y semen supe que esa noche iba a entregarme a mi hijo muchas veces más, y así fue. Follamos en todas las posturas y por toda la habitación, en la cama, sobre la mesa, en el suelo, fue una locura en la que perdimos toda noción del tiempo y de la realidad.

De repente abrí los ojos y me encontré de vuelta en la consulta de la psicóloga. Mi corazón latía con fuerza y parecía querer salir de mi pecho. Había conseguido rememorar todo lo acontecido la noche anterior.

-Tranquila, Clara, tranquila, ya ha pasado, estás de vuelta en la realidad-dijo algo preocupada por mi reacción.

Me sirvió un poco de agua pero yo no paraba de temblar, así que era verdad, me había acostado con mi propio hijo y ahora había rememorado aquella situación con todo lujo de detalles. Me eché a llorar pues mis peores sospechas se habían confirmado.

Mi amiga Rosa, al oírme sollozar, entró rápidamente en el despacho de su amiga psicóloga. No dijo nada y se limitó a mirar al suelo.

La psicóloga empezó a intentar balbucear intentando tranquilizarme pero yo lo único que quería en ese momento era salir de allí.

Agarré mis cosas y me fui a toda velocidad sin mirar atrás, sin escuchar los gritos de Rosa que incluso salió a las escaleras detrás de mí.

Como pude salí de allí llorando a lágrima viva, la gente por la calle se me quedaba mirando y me preguntaban qué me pasaba “¡me he acostado con mi hijo!” llegué a gritar en mitad de la calle.

Por fin entré en mi coche y arranqué dando un gran acelerón.

Solo cuando llegué a casa me di cuenta del enorme calentón que tenía. Había recreado mi noche de sexo con mi hijo delante de una psicóloga y ahora todas las imágenes estaban frescas en mi memoria.

No lo dudé un segundo y fui hasta mi dormitorio, donde me desnudé y me tumbé sobre la cama. Con pasar la mano rápidamente por mi rajita fue suficiente para darme cuenta que estaba completamente mojada. Llevé los dedos a mi boca y los mojé para facilitar la masturbación, los llevé a mi clítoris para masajearlo suavemente, sabía que no iba a tardar en correrme…

-¿Mamá?

Di tal bote en la cama que me puse en pie del susto. Frente a mí estaba mi hijo, parado en la puerta de la habitación.

No supe que decir y solo acerté a taparme con la ropa que había dejado tirada por el suelo.

-Te he llamado miles de veces pero tenías el teléfono apagado, me ha traído un amigo, pensé que te había pasado algo-dijo tras unos segundos de silencio

-Alex, lo que ocurrió anoche…

-Mamá, lo que pasó pasó, los dos teníamos ganas y lo pasamos bien

-Pero somos madre e hijo

-Nadie lo va a saber, va a quedar entre nosotros-dijo mi hijo mirando al suelo-Además pensaba que te había gustado…

Allí, medio desnuda delante de él, me moría porque mi hijo me hiciera recordar lo vivido la noche anterior. La atracción era mutua y Alex no se esforzaba en disimularlo, se le marcaba un enorme bulto en el pantalón.

Sin aguantar más me acerqué a mi hijo dejando caer la ropa que cubría mi desnudez. Busqué su boca y le di un beso corto pero lleno de pasión.

-Tenía muchas ganas de volver a hacer esto-dijo Alex

-Anda, bésame y cállate

Nuestras lenguas se encontraron en su boca liberándonos definitivamente de cualquier prejuicio o tabú. Sentía mis pezones y mis pechos desnudos contra su ropa, era injusto que solo yo estuviera desnuda.

Le quité la camiseta dejando ver su fuerte torso.

-Así estás mucho mejor-dije mientras las yemas de mis dedos recorrían sus anchos pectorales y sus abdominales

Fui bajando hasta llegar a su pantalón, del cual le desprendí sin dejar de mirarle a los ojos. Su ropa interior apenas podía contener su potencia, que saltó como un resorte cuando le bajé los calzoncillos.

Fui hacia la cama dejándole con la palabra en la boca.

Sin decir nada me puse a cuatro patas y meneé mi culito, enseñándole el camino. Mi hijo, sin dudarlo, me agarró de las caderas y frotó la punta de su hinchada polla en mi clítoris, torturándome un poco más.

-¡Fóllame ya!-grité al borde de la locura

Me la metió de un fuerte empujón y comenzó a follarme con ansia, parecía que iba a atravesarme con aquella enorme verga.

-¡Dame más fuerte!

El ritmo de las penetraciones se hizo frenético, de mi coñito no paraba de salir flujo, llegándose a oír chapoteos y el ruido de sus pelotas cuando golpeaban mi castigada vagina. Yo me frotaba el clítoris mientras él me daba mi merecido, lo había seducido, me lo había ganado, no me importaba lo que dijeran los demás.

-¡¡Fóllame!! ¡¡Fóllate a tu madre!!

Mi cuerpo se estremeció, agarré las sábanas y un brutal orgasmo recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies haciéndome gritar de pasión y llevándose por delante mi ansiedad, mi inseguridad…

—AaaaAAAAHHHhHHHhHhHHH-chillaba histérica

Cerré los ojos e intenté rebañar al máximo aquel momento de placer máximo….

-Uff perdona, creo que me he corrido muy rápido…-dije con los ojos todavía cerrados

-Mejor…muy bien-dijo Alex resoplando y con su rígida polla todavía dentro de mí

No iba a haber tregua. Mi hijo movió las caderas hacia atrás y empujó de nuevo más fuerte, más profundo, enterrándola de nuevo dentro de mi castigada vagina.

Me la metió con ansia, y nuestros corazones se pusieron a mil por hora. La cama crujía y golpeaba la pared al ritmo de sus estocadas, me la metía cada vez con más fuera y yo notaba como si estuviera completamente llena, como si ni un centímetro más de su polla pudiera entrar en mí.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!-grité ante una embestida especialmente fuerte

-¿Te gusta así?

Miré al espejo que tenía al lado de la cama y me deleité viendo nuestros cuerpos bañados en sudor, mi hijo me agarraba con fuerza de las caderas penetrándome a un ritmo duro y constante, su cuerpo se movía al ritmo de las penetraciones sin darme un segundo de tregua.

Siguió empujando hasta que sentí de nuevo que me venía aquella cálida y agradable sensación, con un hilo de voz le avisé que iba a llegar al orgasmo y que no parara.

Grité de placer cuando me corrí, golpeé el colchón mientras el orgasmo volvía a apoderarse de mi cuerpo y me hacía perder la noción del tiempo, presa de un placer profundo y extremo.

Alex, como si hubiera estado esperando ese momento, enterró su polla y se corrió a mares, sentía sus cañonazos de semen abriéndose paso dentro de mí, tres, cuatro, cincho chorros que me llenaron por completo, volviendo a consumar el incesto entre los dos.

Caímos en la cama uno encima del otro disfrutando de los últimos estertores de nuestros orgasmos. Nos miramos y sonreímos con nuestros cuerpos entrelazados.

Mi cuerpo ardía como nunca, estaba en un estado de excitación extraño para mí, y tras un breve descanso con mis manos busqué la polla de mi hijo, no me decepcionó y seguía completamente dura, embadurnada con restos de semen y flujos. Sin dudarlo un segundo me abalancé sobre ella y la lamí hasta dejarla limpia, para sorpresa de Alex que me miraba sin poder creerse la inusitada actividad de su madre.

Como poseída, me senté sobre su verga y me la clavé hasta el fondo de una vez. No hacía ni cinco minutos que habíamos follado y allí estábamos de nuevo.

Recuperado de su sorpresa inicial, mi hijo me agarró de las caderas con fuerza mientras yo montaba su polla como loca. Subía y bajaba sobre su enorme mástil apretándolo con mi vagina para sentirlo en toda su dureza y longitud. Él aprovechaba para lamer mis erectos pezones y yo para acariciar sus fuertes pectorales. Me acercaba a su oído y le gritaba bien fuerte, le decía que se follara a su madre, que la dejara embarazada. Él se ponía brutísimo y me follaba con más fuerza todavía, perforando mi estrecho coñito.

-Me voy a correr, estoy a punto-dijo fuera de sí

-Espera un poco, espera que estoy a punto-dije cerrando los ojos y sintiendo la llegada del orgasmo

-¿Te gusta follarte a tu hijo eh? ¿Te gusta que te folle bien follada?-me provocaba

No pude evitar ponerme a chillar ante sus provocaciones, sacudidas orgásmicas invadieron mi cuerpo y me hicieron perder la noción del tiempo, mientras mi hijo volvía a vaciarse dentro de mí. Sentí su abrasador semen abriéndose paso en mi interior, mezclándose con el de su anterior orgasmo.

No acabó así el día. Durante el resto del fin de semana continuamos buscándonos el uno al otro, por toda la casa, probando todas las posturas.

Desde entonces nos comportamos como una pareja normal…de puertas hacia dentro. Solo mi amiga Rosa sabe de lo nuestro, hemos pensado en cambiarnos de ciudad para no tener que disimular, mientras tanto, en las reuniones familiares, cuando todos me preguntan por qué estoy tan contenta, no se pueden imaginar que es por la persona que está sentada a mi lado y con la que un día me acosté por error.


Visita mi blog: http://maria19801.blogspot.com.es/