¿Me has levantado la voz?

...Entonces abrió más sus piernas, casi de manera obscena, y yo que ya estaba en el suelo, me arrodillé y metí mi cabeza por debajo de su vestido, le hice tal comida de coño que fue la primera vez que se corrió sin que le quitara las bragas.

Julia era mi mujer, pero también era mi Ama.

No teníamos contrato ni nada de eso, ella ni siquiera sabe lo que el BDSM, ni falta que le hace, pero su naturaleza es muy muy dominante, y desde bien pequeña estuvo acostumbrada a mandar, y si no era obedecida, no le dolían prendas para castigar al desobediente, y el castigo era indefectiblemente una buena zurra. Julia no sólo había nacido para mandar, también lo había hecho para azotar.

Todo ello unido a su temperamento volcánico hizo que empezara a pegarme desde que éramos novios. El lector puede preguntarse, que porqué aguantaba yo semejante tropelía, y tenía dos razones para hacerlo. En primer lugar porque los azotes normalmente precedían al sexo, un sexo torrencial, que nos dejaban a ambos, derrengados, sobre todo a mí, a qué negarlo, y otra razón era que a mí me atraían los azotes, me atrajeron desde siempre, pero aún más cuando conocí a mi Diosa, y vi su forma de actuar.

El suceso que les cuento ocurrió en una casa de campo que teníamos en el pueblo donde pasábamos fines de semanas y los veranos, era un sitio fresco, agradable, y estábamos ambos muy integrados en aquel pueblo que era donde Julia se había criado, y llevábamos casados unos meses.

Era pleno verano, y Julia se había comprado unas sandalias que según ella eran divinas, y parece ser que yo no les hice el caso que debería haberle hecho a su, según ella, gran adquisición.

-¿No me dices nada de mis sandalias?

-Eh, ah sí, muy bonitas.

-Pues hijo son de Ralph Lauren…

-Ah vale.

A mi realmente me la sudaba(si me oye hablar así me mata  a palos)si eran de Ralph Lauren o eran marca la pava, el único calzado femenino que me atrae son las zapatillas de casa, me fascinan, me pirran me chiflan, y en ese sentido tuve suerte, mi Julia era una mujer muy muy zapatillera, y las tenía de todas las formas y  colores, me encantaba especialmente que llevara zapatillas incluso en verano, no es que no me gusten las chanclas tipo havaianas, que también tenía, es que me gustan más las otras, como las que llevaba aquel día, unas zapatillas de una material semejante a la toalla, eran rojas y el empeine era como dos tiras cruzadas de unos tres centímetros de ancho que permitían la visión de dos o tres dedos, con las uñas siempre pintadas de rosa, y una suela de goma  que me hacía aullar en menos que canta un gallo.

-¿Eso es todo lo que tienes que decirme de mis sandalias?"¡ Aborrecío!"

Me soltó con su habitual  gracejo.

-Hija mía, ¿qué quieres? ¿que te dore la píldora a todas horas? Pues  la verdad es que hoy me has pillado sin ganas.

Cuando acabé de decir la frase sabía que acababa de firmar mi sentencia, un desprecio así a algo suyo era intolerable para ella,  pero ya era tarde, se vino para mí, y se encaró conmigo.

-¿Se puede saber que te pasa hoy?

Julia era una mujer normal, ni especialmente guapa ni atractiva, pelo castaño media melena, ojos pardos,  su atractivo y su encanto para mí residían en su temperamento, sus ojos echaban fuego cuando se enfadaba, incluso la voz se le tomaba un poco cuando me abroncaba, además  su carácter fortísimo lo acompañaba con poses absolutamente maravillosas como ponerse en jarras como ella decía, acompañado de cientos de frases tan amenazantes como excitantes al menos para mí. Aquel día llevaba un vestido ligero y fresco por encima de la rodilla, era un vestido claro con adornos de pequeñas flores que le mejoraba sus grandes curvas, sin ser una mujer gorda, sí que estaba un poco de “buen año” algo que la hacía aún más apetecible.

-No me pasa nada.- dije sabiendo lo que se me venía encima

-Entonces se puede saber¿ a qué viene esa chulería?

-...

-Contéstame cuando te hablo.

-Que no es ninguna chulería , JODER.

-¿ME HAS LEVANTADO LA VOZ?

-La que estás levantando la voz eres tú

-PLASSSSSSSS ( guantazo) ¿ME HAS LEVANTADO LA VOZ ANTONIO? ¿TÚ?¿A MI? ¡¡¡ANTONIO!!!

Yo ya sabía la que se me iba a caer, entonces me agarró de la oreja y me la retorció, y me dijo.

-¿Te caliento?¿Quieres que te caliente verdad? ahora te vas a enterar tú de lo que vale un peine.

Y diciendo esto dio una patada que salió su zapatilla roja disparada a un par de metros de donde estaba.

-Cógela

-Pero ¿Porqué?

-Cógela (PLASSSSSSSSSSSSS( otro guantazo)

-Pero si yo...

-Que la cojas y me la des, te voy a dar una azotaina que la van a oír en el pueblo (vivíamos a casi medio kilómetro de la casa más cercana)

-No he levantado la voz (ya empecé a recular)

Me agarró de nuevo de la oreja y me llevó donde estaba su zapatilla, y allí me bajó para que la cogiera.

-DÁMELA, Y TRAEME MI SILLA DE AZOTAINAS!!!

La silla de azotainas, era una silla de madera muy pesada con el asiento de esparto, donde ella se sentaba para darme largas y dolorosas zurras, cuando la tunda era en la silla, era mala señal para mi culo. Incluso algunas veces después de la tunda me obligaba a sentarme en el esparto y aquello era un suplicio absoluto.

-¡¡¡Hoy vas a comer caliente!!!

-Pero cariño por Dios...

-¿Quieres que saque la silla a la puerta?

Julia era capaz de eso y de mucho más, así que me apresuré a ir a por la silla, se la coloqué donde me dijo, y con la zapatilla en la mano que yo le había dado previamente me dijo.

  • Bájate los pantalones!!

Me quité el pantalón corto de deporte que llevaba, y me quedé desnudo de cintura para abajo, como ella me quería.

-Tú aprendes hoy, ya verás como la próxima vez que me compre algo me haces caso, que vas muy a la tuya, y ya sabes que conmigo no, conmigo no es así, ¿estamos?

-...

-¿Estamos o no estamos?

-Sí, ya lo sé. Dije lo más sumiso que pude para intentar no enfadarla más.

-Pues ya sabes dónde te quiero. Dijo dándose un par de azotitos en sus muslos.

Así que me encaminé a su regazo, y allí me acomodó a su gusto, y me dio una de zapatilla de las que ya me tenía acostumbrado en el poco tiempo que nos conocíamos

PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

La primera salva de zapatillazos me pareció durísima, empecé a llorar mucho antes de lo habitual, pero a lágrima viva

-Ahora lloras ¿verdad? Pues llora llora  PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS LLORA QUE TE VOY A DAR UN PALIZÓN QUE TE VAS A ACORDAR GOLFO PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSS TE BUFO ME OYES, TE BUFO PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Conforme me iba a azotando se iba calentando, Julia tiene un punto de vengativa que hace que sus azotainas sean muy muy severas, aunque he de decir que cuando ve que se pasa en la zurra, se desvive en los cuidados, pero eso sucedería bastante más tarde.

-No te han gustado mis sandalias ¿verdad? PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS CLARO, EL NIÑO VA A LA SUYA, PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSS PUES TOMA TOMA TOMA TOMA PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS TE MATO A PALOS ME OYES, TE MATO!!!

Ella era así, en caliente era muy severa y se iba calentando durante la paliza, a veces por motivos bastante irracionales como celos, venganza por alguna supuesta falta de respeto que sólo ella veía, o por algún otro motivo igual de insignificante.

Cuando ya creía que no podía aguantar, y sentía la zapatilla hasta en los huesos, oí como me dijo.

-¡¡¡Al rincón!!!

Me fu como pude casi a rastras debido al palizón que llevaba en el cuerpo, pero quería huir de aquel infierno.

Por si no eran suficientes las zurras que me daba, después de aquello me mandaba al rincón, supuestamente a pensar y a avergonzarme por mi comportamiento.

-¡¡¡Ahora hablaremos tú y yo!!!

-Si amor mío

Cuando ella salió de la habitación me vi de reojo en el espejo, y el culo tenía absolutamente el mismo rojo que la zapatilla que me había estado fustigando durante los últimos minutos, aquella visión me excitó y mi pito se enderezó hasta casi tocar la pared.

Si entraba y me pillaba así, me diría algo así como.

-Serás vicioso… ¿ese es el respeto que le tienes a tu esposa golfo, golfo y más que golfo…

Estas últimas palabras las acompañaría a buen seguro de unos sonoros y duros azotes, y tendría suerte si me los daba con la mano, porque lo más seguro es que se volviera a descalzar, para darme otro repaso con la zapatilla, pero aquel día me sorprendió.

La oí entrar sin decir nada como siempre, entonces de reojo vi cómo se sentaba en su tocador, abría un cajón, sacaba un cepillo para el pelo y empezó a cepillarse su bonita cabellera. Así estuvo casi cinco minutos que a mí se me hicieron largos.

-¿Has visto que cepillo me he comprado para el pelo?

-Sí, es muy bonito la verdad.- dije yo con la lección bien aprendida.

-Es de caoba, me encanta.

-Me alego cariño.

-Y …¿sabes que no sólo sirve para peinar?

….- tragué saliva sin decir nada, porque empezaba a intuir lo que se me venía encima.

-¿Se te ha comido la lengua el gato?

-No cielo.

-¿Y se te ocurre para que puede servir más esta maravilla?

-Pues se me ocurre, que para azotar culos traviesos.- le dije para intentar contentarla.

-Me casé contigo porque eres listo coño!

A mí no me hizo ninguna gracia la gracieta, pero por si acaso guardé un prudente silencio.

Entonces giró la silla donde estaba sentada, y dándose con él en su muslo me dijo:

-Ven aquí anda, que te voy a peinar…

Ella era así, usaba cualquier símil o e incluso eufemismos para anunciarme una paliza o un castigo, y a mí eso me excitaba sobremanera, aunque en este caso intuía que se me venía encima una muy dura paliza y no me iba a equivocar.

El cepillo era grande, era casi como una pala de pin-pon aunque más estrecho, pero rabo era largo para cogerlo bien. Lo que es difícil de explicar es la sensación de dolor al chasquido tremendo siguió un dolor agudísimo que hizo que acudiera a mi culo toda la sangre de mi cuerpo para intentar paliar el dolor, tanto me dolió que me dejó sin habla, pero sin solución de continuidad llegó otro azote, y otro y otro y así hasta 10 seguidos, 5 en cada nalga, rápidos, duros y dolorosísimos.

-Auuuuuu  ahhhhhh ayyyyyyyyyyyy noooooooooo yaaaaaaaaaa auuuuuuuuuuu buaaaaaa, no paró hasta que rompí a llorar, y entonces aprovechó para volver a abroncarme…

-A ver si vamos aprendiendo PLASSSSSSSSSS a estar más atento PLASSSSSSSSSS ¿estamos? PLASSSSSSSSSSSSS ¿estamos o no estamos? PLASSSSSSSSSSSSSSSSS

-AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU SIIIIIIIIIIIII PARA PARA PARA POR DIOS, PARA QUE ME MATAS.- Entonces empecé a patalear, aquel dolor era insoportable e inaguantable, y no pude evitar aquel pataleo, pero aquello me valió una salva de cepillazos en mis muslos que me hizo aullar como nunca, tanto patalee, que finalmente me caí de su regazo, pero esta vez no siguió con la tunda en el suelo como ocurría cuando me pegaba con la zapatilla, en esta ocasión se quedó sentada , abrió un poco las piernas, el vestido se le subió a medio muslo y ella empezó a subírselo aún más con el cepillo.

-¿Has aprendido la lección?

-Si amor mío.

-¿Sabes lo que quiero ahora?

-Si cariño

-Pues estás tardando.

Entonces abrió más sus piernas, casi de manera obscena, y yo que ya estaba en el suelo, me arrodillé y metí mi cabeza por debajo de su vestido, le hice tal comida de coño que fue la primera vez que se corrió sin que le quitara las bragas.

A partir de aquel día, cuando quería amenazarme por alguna trastada gorda o cuando me quería anunciar algún castigo severo me decía, incluso delante de gente

-Sube, que voy a peinarte…