Me gustas mas que comer con los dedos
... No pasara nada, dijiste que no había tensión sexual conmigo -le dije al marido de la mejor amiga de mi madre, rozando su ereccion-
Acababa de llegar a ver a mi madre, estábamos charlando en la cocina cuando llegó una de sus amigas.
Hola Juana –la saludé cortésmente-
Cuanto tiempo sin verte, ¿Cómo va todo?
Pues bien
¿El trabajo?
Perfecto tengo unos días de vacaciones, por eso mi visita entre semana a mama
Que bien, ¿y tu novio?
Trabajando, bien también –mentí-
No estábamos en un buen momento, pero no iba a decírselo. No quería preocupar a mi madre, que acababa de unirse de nuevo con un café para su amiga.
¿Y tú qué tal?
Bueno regular, no sé si sabes que Mario tuvo un accidente y anda todo el día por casa agotándome con su mal humor
No sabía nada, acababa de llegar y mi madre aun no me había puesto al día. Lo siento ¿fue muy grave?
Pues bastante, pudo ser peor aunque la recuperación nos está destrozando los nervios a ambos.
Charlamos un rato más y luego ella se fue quedando con mi madre para verse después.
Cuando esta se fue mi madre me contó todo lo sucedido y lo desquiciada que estaba su amiga.
-Está muy agobiada, por tenerlo tanto tiempo en casa, no es que se llevaran fatal pero al estar él todo el día en el trabajo se veían poco y no discutían continuamente como ahora.
Al irme bajé por las escaleras y estuve tentada a pararme en casa de Mario a ver como estaba pero no quise molestar. De camino a casa recordé lo mucho que me gustaba Mario en el pasado, siempre le miraba embelesada y suspiraba porque me mirara igual. Pero nunca lo hizo y luego al irme de casa empecé a verle mucho menos, ahora apenas le veía.
Las vacaciones no resultaban ser como las había planteado, me aburría horrores, por eso dos días después volví a comer con mi madre.
Estábamos terminando de preparar la comida cuando me dijo:
- ¿Te importaría bajarle esto a Mario?
Me conto que Juana había salido unos días de viaje por unas cuestiones familiares y que ella se encargaba de sus comidas, ya que él en su estado no podía.
Toqué al timbre a pesar de llevar la llave, después abrí y entré.
- Soy Estela. Te traigo la comida.
Oí un ruido y vi aparecer a Mario por el pasillo.
Vaya sorpresa, ¿cómo estas, guapísima?
Mejor que tú –le sonreí-
Para eso no hace falta demasiado
Fui a la cocina seguida por él y dejé la olla, busqué un plato y puse la mesa.
- No te molestes, ya lo haré yo poco a poco
Vi la férula en su brazo y el yeso en su pierna.
Le miraba mientras ponía la mesa y pensé que ni los arañazos de la cara y cuello le restaban atractivo, al menos para mí que seguía viéndole igual que hace años cuando me tenía loquita.
Me movía con la facilidad de haber estado muchas veces en esa cocina
Bueno misión cumplida, voy a comer con mi madre, ¿necesitas algo más?
No que va, tu pobre madre viene luego y lo recoge todo, siento dar tantas molestias.
Lo hace a gusto. Bueno siento lo sucedido
Gracias ya estoy mucho mejor, cuando pueda poner la cafetera será ya una delicia.
Me había despedido y ya me iba cuando volví atrás.
Si luego me abres pasaré a hacerte un café
¿De verdad harías eso por un viejo amigo?
No eres viejo
No le conté nada a mi madre. Nada más comer me despedí de mi madre y baje las escaleras, pero esta vez sí paré. Toque al timbre y un minuto después me abrió.
- Siento tardar tanto, pasa.
Fui directa a la cocina, llené la cafetera y la puse al fuego. Estaba algo nerviosa.
Siempre tuvimos charlas muy amenas y se mantenía el buen rollo con el paso de los años. Poco a poco fui relajándome y sin darnos cuentas se nos pasó la tarde.
Se ha hecho tardísimo –le dije-
Lo siento, llevaba mucho sin hablar con nadie tanto tiempo
Me levanté a recoger las cosas del café y cuando volvía sonó el timbre, ambos nos miramos sintiéndonos extrañamente culpables.
Es tu madre
No quiero que me vea.
Segunda puerta en el pasillo, te avisaré cuando se vaya.
Entré en la habitación en el mismo momento que la puerta se abría y oí tras la puerta la conversación.
Mañana vas al médico ¿de verdad no quieres que te acompañe?
No reina
Mañana bajaré a ayudarte con la ropa, con el pijama te apañas pero no podrás con la ropa de calle.
Al día siguiente toque el timbre y enseguida me abrió.
Vaya ya te han quitado el yeso de la pierna
Si esta mañana; pasa.
¿Ya has comido?
Si, hoy tu madre me bajó la comida antes de que llegara, luego insistía en bajar a ayudarme pero la relevé del cargo. ¿Vienes a hacerme otro maravilloso café?
Si, además después del entusiasmo de ayer te he traído uno muy bueno a ver si te gusta
Si no es indiscreción ¿cómo tienes tanto tiempo para esto?
Estoy de vacaciones y te confieso que me aburro como una ostra, mi novio iba a cogerse unos días pero no ha podido.
Vaya lo siento
No pasa nada, bueno si pasa
Las palabras salieron a borbotones y le conté como me sentía por las ausencias de mi novio, sus cambios de humor y su distanciamiento.
Lo peor es que cada día me importa menos
Tampoco creas que puedo darte muchos consejos cielo, tampoco lo mío está muy bien.
Me contó lo mal que se llevaban desde que él estaba tanto en casa, me dijo que ella estaba en la boda de una sobrina y que casi había escapado, el agradecía la soledad sin reproches.
Al principio no quería irse toda una semana por dejarme en mi estado, pero le insistí y no tardo en decidirse.
Venga dejémonos de lloriqueos, llama a mi madre y dile que no te baje cena, que estás cansado y comerás un par de yogures que he visto en la nevera y te invito a una piza, así nos animamos un poco ¿quieres?
Lo siguiente que dijo fue al teléfono a mi madre justo lo que yo le había dicho. Y luego llamé para encargar una piza.
Mientras comíamos hablamos de cine, de libros, del trabajo y casi a las doce le dije:
Debería irme, al final terminaré agobiándote
Ni lo sueñes, eres un soplo de aire frio
Me levanté, y me disponía a coger mi bolso cuando me di cuenta de algo.
Hoy no llevas pantalón de elástico y camiseta, ¿podrás quitarte la ropa? –le dije mirando una de sus manos vendada y la otra inmovilizada-
No sé si lo conseguiré. Dormiré vestido, mañana me ayudara tu madre. La pobre me ayudaba hasta con la bolsa en la pierna cuando estaba enyesada para que pudiera ducharme
Venga te ayudo yo
No quiero abusar
No seas tonto, vamos a tu habitación, ¿está allí tu pijama no?
Me adelanté y el me siguió por el pasillo, entramos en su habitación y desplegué un pijama limpio que me hizo sacar de un cajón y volví donde él estaba, me acerqué y empecé a desabrochar su camisa.
Me puse nerviosa al instante, no sabía dónde mirar y me decidí por mirar al suelo. Tiré de la tela sacándola del pantalón. Al abrirla mis dedos rozaron su piel y casi di un salto; él parecía tan incómodo como yo con las manos separadas del cuerpo dejó que sacara las mangas y terminara de quitársela.
Me faltaba el pantalón, podía hacerlo me repetía mentalmente. Era solo un hombre en calzoncillos, había visto a otros.
Desabroché el botón, la cremallera y lo bajé.
- Dame un segundo, deja que me siente –su voz sonaba rara, nerviosa-
Al levantar la vista, vi porque estaba nervioso. Ni el ancho calzoncillo de tela disimulaba la tremenda erección que había debajo. Al sentarse pretendía ocultarla pero era demasiado tarde ya la había visto.
Miré hacia abajo para intentar disimular y no incomodarle, entonces vi la cicatriz en su muslo derecho.
Vaya, esto debió doler –dije para rebajar la tensión-
Solo dolía cuando me reía –quiso también enfriar el ambiente-
Saqué el pantalón, le quité los calzoncillos y aun había restos del polvo del yeso.
Primero tendrías que darte una ducha, ¿cómo te organizas?
Demasiado mal para hacerlo ahora
Cuéntame cómo, porque no voy a dejar que duermas de esa guisa.
Tu madre, me prepara la ropa, luego mientras yo sujeto una toalla como puedo me quita la ropa interior y me pone los plásticos para que me lave como pueda, luego de nuevo cojo la toalla que ya ha preparado y la sujeto para que me ponga la limpia.
Vaya ajetreo, ¿todo eso para que no te vea desnudo? ¿No te duelen? -dije señalando sus manos-
Si, pero solo es una vez al día.
Mario voy a ayudarte, pero lo haremos a mi manera.
Puedo esperar a mañana
No seas crio Mario he visto a otros hombres desnudos antes
Miró hacia abajo claudicando y tras sacar una toalla me fui al baño a esperarle, dos minutos después entró y el baño se volvió pequeño, sin apenas espacio para movernos.
- Prometo no hacerte fotos, ni contarle a nadie lo que vea, si quieres firmo un contrato de confidencialidad –dije haciendo que sonriera-
Le bajé el calzoncillo y no pude evitar mirar su sexo, había bajado, pero seguía medio en pie de guerra.
Los plásticos Estela
No los necesitaras, voy a darte una buena ducha, levanta los brazos.
Vaya con la chiquilla, que mandona.
Decidimos reírnos de la complicada situación haciendo comentarios jocosos para no caer en la tentación de profundizar demasiado, sobre todo yo pensé al sentir el calor recorrer mi cuerpo al verle completamente desnudo.
Veo que eres feliz –dije enjabonándole la escasa tripita-
Ya ves, nena la edad no perdona
Me arrodillé y le enjabone bien los pies, las piernas y con mucho cuidado los muslos.
Entonces me di cuenta que su sexo tenía el doble de consistencia, sin estar empalmado a tope estaba a media asta.
Me puse tras él y empecé a frotar su espalda con avidez y de nuevo quise disminuir la tensión.
Mario no te avergüences, eres un hombre al que después de días sin sexo, una mujer lo mira, le frota… es normal que reaccione.
Lo siento, de verdad
Lo sé y créeme que no pasa nada lo entiendo.
Ojala solo fueran días –dijo con una carcajada triste-
Ya estamos quejándonos
Los dos nos reímos, siguiendo en la misma línea divertida mientras le lavaba la cabeza.
Uf deberías dedicarte a esto, es una gozada, llevaba meses sin un buen meneo como este, yo apenas podía
Esas mujeres son unas antiguas, en el fondo son más mal intencionadas, yo simplemente pensé en darte alivio, ellas con sus prejuicios lo exageran aún más.
Rompiendo una lanza en su favor te diré también que es más normal que el tema cobre otra dimensión con tu madre, amiga de mi mujer, más o menos de mi edad… en cambio tu eres una chica mucho más moderna y no existe la posibilidad del tema sexual contigo.
No sé cómo explicarlo pero me dio rabia que insinuara que entre nosotros no había química sexual y algo dentro de mí se reveló.
Desde atrás agarré su sexo con una de mis manos y levantándolo empecé a enjabonar sus testículos mientras mi mano apretaba con decisión su polla que ahora si estaba en pleno apogeo.
El no dijo nada solo apoyo sus manos vendadas en la baldosa, mirando hacia la pared, reparé en que cogía aire y lo soltaba de golpe.
Coloqué el chorro fijo pero lo bajé lo más que pude.
- Ponte debajo y sube las manos todo lo que puedas así no se mojaran.
Solté el agua y esta caía justo sobre su cabeza. Moví mis manos en su suave pelo y el champú resbalaba junto con el agua por su espalda ancha, por su culo y sus piernas; con la mano separé su sexo agarrándolo y dejé que el agua resbalara por sus testículos, por sus piernas. Vi como su sexo crecía en mi mano y él apoyando las manos en las baldosas de enfrente suspiró.
Estela no juegues
No pasa nada dijiste que no había tensión sexual conmigo
No quise decir eso, dije que lo normal sería que no lo hubiera contigo, entre otras cosas porque te conozco desde los diez años, te he visto crecer y además estoy casado
Lo siento, me he pasado –reconocí al sentir como su polla palpitaba-
Debí explicarme mejor y debí suponer que mis palabras te alentarían a esto, con lo cabezona que siempre has sido –intento camuflar la cosa de nuevo con ligerezas-
Primero dices que no te gusto para nada y ahora ¿me llamas cabezona? –dije con los brazos en jarras fingiendo estar enfadada-
Nunca dije que no me gustaras, tu misma has comprobado que eso no es cierto, solo insinué que no debería haber tensión sexual entre nosotros y cabezona sabes que lo eres.
¿Llevas mucho sin sexo?
Más tiempo del que quiero recordar, pero no es excusa aun así no soy un asalta jovencitas… ni maduras.
No me siento asaltada, es más me siento culpable, yo he provocado eso solo para demostrarte que si podía haber tensión sexual -dije mirandole-
Sin poderme resistir volví a agarrar su polla con mi mano y esta vez empecé un suave vaivén, deslice mi mano de arriba abajo y el volvió a apoyarse en las baldosas.
Estela será mejor que pares…
¿No te gusta? Dime cómo quieres que lo haga Mario, porque voy hacerlo de todos modos, tú eliges como quieres disfrutarla. Tómatelo solo como otro favor que me deberás
Mario jadeó ya sin esconder el placer que mi mano le proporcionaba. Noté como cedia a sus necesidades.
- Entonces si puedo elegir, despacito Estela deja que disfrute del momento.
Lo hice como me pedía, alargué y ralenticé cada movimiento de mi mano sobre su polla.
¿Así Mario?
Si preciosa, no pares
Agarré sus testículos y apreté ligeramente sin dejar de meneársela como me había pedido. Sus jadeos aumentaron y unos minutos después me decía con voz entrecortada.
- Voy a correrme Estela, esto es demasiado… –dijo casi sin voz-
Incremente los movimientos y vi como su cuerpo se tensaba; un potente chorro de semen llenaba las baldosas, un segundo chorro caía sobre el grifo y un tercero sobre mi mano.
Cuando se relajó cogí el telefonillo de la ducha y limpié el semen el jadeaba aún apoyado en las baldosas.
- Llevaba tanto tiempo sin correrme que aunque lo he intentado…
Volví a lavar su sexo y a echarle agua y después le sequé. Volvimos al dormitorio y allí le puse el pijama limpio.
No sé cómo alcanzaré a agradecerte esto Estela
Un día te pediré un favor y tendrás que hacérmelo –le dije con voz ronca imitando al “padrino” y el sonrió-
Me fui, salí de allí feliz, había disfrutado masturbando a Mario más de lo que estaba dispuesta a admitir, pensé con una sonrisa.
Esa noche mi novio llegó tarde y algo pasado de copas, decidí que no iba a tolerar más esa situación y al día siguiente hablamos, más bien hable yo.
- Creo que será mejor dejarlo aquí, no creo que esto dé para más.
Él se enfadó y me dijo de todo, entre todo eso me dijo que no encontraría a nadie como el a lo que le contesté enfadada
- Esa es la idea -lo cual le encendió más y siguió jurando-
Me dijo incluso que iba a arrepentirme de haberle dejado y que volvería a por el
- Ni tu eres para tanto, ni yo soy para tan poco
Seguimos discutiendo pero esa misma tarde se fue del apartamento. Al irse mi valentía se evaporó y me dio el bajón, pasé el resto de la noche llorando.
No fui a casa de Mario, me negaba a correr a contarle mis problemas. Al día siguiente me sorprendió un mensaje de texto de un número desconocido.
- Ayer eché de menos tu café y tu compañía, ¿estas enfadada por lo que paso?
Supe que esperaba ese mensaje aunque no quisiera reconocerlo, me vestí y fui a casa de Mario. Cuando me abrió la puerta se sorprendió al verme.
Hola, pensé que no volverías
¿Porque no debería volver?
Por lo que pasó en la bañera
Mario pasó lo que quise que pasara, no le des más vueltas y no te sientas mal por ello, aunque si te hace sentir mejor olvida que sucedió –le dije yendo a la cocina-
Olvidémoslo Estela, por favor
Preparé café para ambos y fui a la mesa con lo necesario.
¿Como esta esa pierna?
Muy bien ya puedo andar solo cojeando un poco, ahora solo faltan las manos.
Vi que habían cambiado los vendajes de una mano, estos eran menos aparatosos pero en la otra aun llevaba la férula.
¿Te ha ayudado mi madre con la ducha?
Si
Esperé más de su respuesta, pero en un acuerdo no verbalizado habíamos decidido pasar página y olvidar lo sucedido. Porque ambos sabíamos que no ignorarlo era demasiado complicado a estas alturas.
Un par de horas después y tras charlar un poco de todo me despedí con un simple beso en la mejilla que a ambos nos supo a poco y ninguno lo hubiera admitido en alto, porque hacerlo también era demasiado complicado.
Al día siguiente volví a prepararle el café, de nuevo llevaba ropa limpia y al saludarle olí su esencia y desee no alejarme, pero de nuevo me recordé lo complicado que era todo.
Me fui de allí con la sensación de que me vaciaba en cada visita dejando una parte de mi alma en cada momento pasado a su lado. Cada día salí con la sensación de que un día ambos nos arrepentiríamos de esos días.
El último día cuando llegué le habían quitado el vendaje de una mano, vi lo maltrecha que estaba y quise besar cada cicatriz, pero otra vez algo dentro de mí me frenó.
Como cada tarde de las últimas cuatro pasamos la tarde contándonos cosas, discutiendo, riendo y ocultándonos lo que realmente sentíamos, le conté mis anhelos sin decirle que anhelaba sus caricias, le conté mis días omitiendo las horas que pasaba pensando en él y solo al final, cuando salía por la puerta le oí decir:
- Saber que mañana no estarás, llena mi vida de tristeza
Y hasta en ese momento intentó aligerar lo que acaba de admitir diciéndome:
Mi mujer no hace un café tan rico como el tuyo y mucho menos se sienta frente a mí durante dos o tres horas para simplemente hacerme compañía. Valoro mucho lo que has hecho Estela porque pienso sinceramente que es de agradecer a quien te dedica su tiempo, porque ese tiempo es algo que no recuperara jamás.
No quiero irme Mario
Ojala pudieras quedarte Estela –había tanta tristeza en sus palabras-
Abrí la puerta y salí arrepintiéndome en ese mismo instante de haberlo hecho, pero me fui a mi casa, me metí en mi cama deseando no sentir ese vacío, esa sensación de…
Me extraño oír el timbre y me paralizo ver a Mario por la mirilla. Le abrí y me hice a un lado para que pasara.
Siento molestarte a estas horas. ¿Dormías?
No, demasiadas cosas en mi cabeza
Cuéntamelo Estela, dime porque no querías irte de mi casa
¿Porque ahora si nunca has querido hablar de lo que estaba sucediendo?
Porque ahora necesito saberlo
¿Por eso estas aquí? ¿Solo para saber lo que quiero?
Si, ¿qué quieres Estela?
Llevé mis dedos a la camisa de mi pijama y desabroché cada botón lentamente, quería ir despacio, pero temía que me parara.
Cuando acabé con los botones separé la tela un poco, entonces le miré y esperé que fuera el quien decidiera.
Ya sabes lo que quiero Mario, ¿qué quieres tú?
Abre más tu camisa, enséñame esas tetitas con las que llevo pensando cuatro largos días, estoy cansado de huir
Con una sonrisa la abrí más y al ver su hambrienta mirada me la quité y la tiré al suelo a mis pies.
- Sigue Estela, enséñame el resto
Bajé lentamente el pantalón de mi pijama por mis muslos, rodillas y lo dejé caer al suelo, deshaciéndome de ellos.
- !Más Estela! –dijo con voz ronca-
Me quité las braguitas que siguieron el mismo camino y acabaron junto al resto en el suelo…
- Viéndote uno se olvida de todo, no puedo dejar de pensar en ti, en tus manos, en tu cuerpo, en tu voz. Te deseo tanto Estela que he dejado de pensar en las consecuencias, porque tú ocupas cada rincón de mi cerebro.
Me acerqué y Mario me abrazó, pegando su rostro a mi vientre. Yo me incline hacia adelante y acaricie su pelo, su nuca y pegué mi cuerpo más a él.
Mañana nos arrepentiremos, Estela –dijo en tono pausado-
Pero hoy aun no es mañana, ahora estamos aquí y los dos queremos lo mismo
Él se levantó y yo empecé a desabrochar su camisa, metí mis manos dentro para acariciar su pecho, mis dedos jugaron con el poco vello que había, abrí más la camisa y besé cada espacio de piel que quedaba al descubierto mientras el inmóvil miraba mis maniobras. Tiré de su camisa y sacándola del pantalón se la quité, me puse detrás y besé su espalda.
Poniéndome de nuevo ante él y sin dejar de mirarnos desabroché su pantalón y dejé que este resbalara por sus muslos hasta caer a sus pies. Me puse en cuclillas y besé sus muslos mientras él se quitaba los zapatos. Se deshizo del pantalón y miré el bulto que formaba su sexo erecto bajo el calzoncillo, sin apartarlo llevé allí mi boca y lamí hasta mojar la tela, sintiendo el calor debajo. Él se apoyó un poco en la mesa y dejó que siguiera.
- Quítamelos Estela
Le miré a los ojos mientras bajaba su calzoncillo y su polla se erguía ante mis ojos, tan cerca de mis labios que no pude evitar rozarla con ellos, luego saqué la lengua, agonizaba por saborear a Mario.
El gemía y su cuerpo tembló cuando mi lengua recorrió su pene sin detenerme en ningún punto, simplemente pasaba la lengua pesadamente por toda su extensión.
Tras dos pasadas lentas, dejé su sexo húmedo y lamí sus pesados testículos levantándolos y moviéndolos solo con la lengua.
- Estela… necesito tocarte
Me puse en pie y cogiendo su mano herida lamí sus cicatrices como había deseado hacer y no hice y con cuidado llevé su mano entre mis piernas, noté como sus dedos rozaban mi sexo caliente y dispuesto para él. Entonces me subí a la mesa del comedor, abrí las piernas y el jadeando se acercó más; de nuevo sus dedos recorrieron mi vulva con mi mano sobre la suya. La llevé a la entrada de mi vagina y separando dos de sus dedos hice que estos se adentraran en la caliente y húmeda gruta.
¿Te duele?-le pregunte al oír un quejido-
No me duele, me encanta tocarte y notarte tan dispuesta –dijo con la voz entrecortada-
Moví las caderas y busqué sus dedos, apreté esos dedos que me llevaban a la meta, mientras su pulgar rozaba ligeramente mi clítoris y pronto me lancé y llegué a esa meta en forma de orgasmo. Me retorcí y apreté con cuidado para no dañar su mano.
- No lo frenes cielo, no me duele –le oí decir mientras jadeaba su nombre al correrme-
Tumbada en la mesa apoyada en mis codos gemía aun con mi orgasmo cuando noté su polla en mi palpitante sexo, se frotó hasta dar con el sitio donde ansiaba estar y con un solo envite llenó mi vagina de polla.
Abrí mucho los ojos por la sorpresa y al ver su oscura mirada volví a encenderme, subí las caderas y el empujó aún más adentro y empezó a moverse sin clemencia dentro de mi apoyando la mano plana sobre mi pubis mientras su pulgar presionaba mi puntito de encendido. Gocé de cada arremetida retorciéndome en la fría y dura mesa, mientras un Mario desconocido para mí no paraba, no aflojaba sino que cada vez incrementaba más sus movimientos enloqueciéndome completamente, haciendo que cada célula de mí ser sintiera placer en cada sacudida.
Los dos gemíamos y jadeábamos al borde de un abismo por el que ya ansiábamos despeñarnos.
- Esto es la leche Estela
Notaba como su polla rozaba las paredes de mi vagina y apreté los músculos aprisionándola, le abracé con mis piernas para no dejarle escapar
- No pares Mario, voy a correrme
Arquee la espalda sintiendo como llegaba el orgasmo
Hazlo Mario, córrete –le supliqué-
¿Puedo dentro?
Si, si, si
Empecé a gimotear mientras me corría y justo cuando estaba en la cresta de la ola Mario tensó su cuerpo y su polla descargó su semen dentro, noté el chorro en mi vagina y el orgasmo lejos de empezar a decaer volvió a la cresta alargándose hasta que casi pierdo la razón.
- Mario aun no es mañana, quédate solo esta noche
Me ayudo a bajar de la mesa y fuimos a mi habitación, tras asearnos un poco nos metimos en la cama y desperté a mitad de noche al sentir su lengua entre mis piernas
Aun no es mañana cielo mío, no quiero dormir y perderme mi noche
Estoy de acuerdo –dije agarrándole del pelo-
Me corrí en su boca, luego se sentó a mi lado en la cama apoyado en los almohadones y yo poniéndome en pie en la cama separé las piernas y bajé lentamente para penetrarme con su polla. Me agarré al cabecero y empecé a mover las caderas mientras sus manos me sujetaban débilmente de las caderas.
- Si Estela muévete, haz que sienta de nuevo que soy el dueño del mundo, porque así me siento cuando estoy dentro de ti.
Su mano libre subió tímidamente y apresó uno de mis pechos, retorció el pezón entre dos dedos y tiró hasta que chillé de… placer corriéndome de nuevo.
Me di la vuelta sobre él y bajé a saborear su polla húmeda de mí.
Follar con Mario me hacía sentirme primitiva y excitada continuamente. Lo quería todo de él pensaba, mientras para mi sorpresa sus dedos resbalaban de nuevo por mi hendidura y se colaban en mí.
Esta vez metió y sacó tres de sus dedos mientas yo succionaba su polla. Durante unos minutos ambos nos dimos placer sin prisas.
- ¡Ponte de rodillas al borde de la cama! Estela quiero ver como mueves ese culito con mi polla dentro.
Mario estaba irreconocible cuando se excitaba así, le miré asombrada levantarse y de pie detrás de mí volvió a poseerme como un salvaje. Ambos temblábamos de placer, queriendo alargar el final, él ralentizaba las acometidas tanto que yo lloriqueaba de impaciencia.
¿Quieres córrerte verdad Estelita?
Si, Mario
Yo también quiero
Pues dame duro
Estela ahora mismo te daría lo que me pidieras cielo, lo que quisieras…
Y empezó a moverse condenadamente rápido hasta que ambos volvimos a alcanzar el punto álgido de placer.
Aun no podíamos apenas respirar cuando tumbado a mi lado dijo:
- Al final voy a tener que darle las gracias al que me dejo así
Y ambos reímos hasta quedar exhaustos. Luego tras besarnos mil veces nos quedamos dormidos.
Le desperté temprano
Mario, ya es mañana. ¿Te arrepientes de lo sucedido?
No Estela no me arrepiento –dijo antes de abandonar mi cama y mi casa-
Dos días después llovía a mares cuando al llegar al portal de mi madre le vi en la calle.
Hola Estela, te estaba esperando, me enteré que venias y quería hablar contigo, pero no has contestado a mis llamadas
Hola Mario vaya tormenta. Quería darte unos días de reflexión ¿Cómo te sientes?
Como este tiempo, removido; me siento como en medio de esa tormenta, sin saber si quiero que me arrastre o esperar a que pase.
Mario ¿porque en vez de esperar a que se calme la tormenta no aprendes a bailar bajo la lluvia? No hace falta que amaine a mí me fascinan las tormentas, como la que estalló la otra noche en mi casa, ¿no te gusto “bailar” conmigo?
Más que comer con los dedos –contestó entendiendo mi metáfora-
Nunca a estas alturas te pediría que cortaras todos tus amarres, pero ahora sabes dónde y cómo estallan las “tormentas”…
Entré con él en el edificio y en el ascensor, sin mediar palabra Mario pegó su cuerpo al mío para devorar mi boca, yo devoré la suya durante todo el trayecto hasta su piso.
A mí también me encantan las tormentas cariño y me gustaría volver a “bailar “contigo
Esta tarde puedes escaparte para tu clase de “baile”-siguió jugando con mi metáfora-
Allí estaré preciosa –dijo besándome de nuevo-
¿Me direis que os ha parecido?