Me gusta ser una perrita obediente
A pesar de siempre toparme con idiotas que solo querían tener sexo fácil, o fingir ser dominantes por fin conocí a alguien que me pondría en el lugar donde pertenezco.
A pesar de siempre toparme con idiotas que solo querían tener sexo fácil, o fingir ser dominantes por fin conocí a alguien que me pondría en el lugar donde pertenezco.
El era mas maduro que yo, me llevaba un par de años, me advirtió que sería una manera de vida y no un juego solamente, la verdad a mi no me importaba, ese hombre me hacía poner demasiado caliente y era lo único que me importaba, aparte de satisfacerlo a él que era mi prioridad, me hizo firmar un contrato y me fije algunos en algunos puntos, que en lugar de humillarme, me excitaron más, o no se siempre me gusto la humillación.
- A partir de ahora serás propiedad de __________ y podrá utilizarte de todas las maneras posibles.
- Tu cuerpo le pertenecerá a él, en cuerpo y alma, podrá hacer todas las modificaciones que quiera sobre tu cuerpo, no importa que sean irreversibles.
- Eres lo que el decida que seas, ya sea un objeto, una mascota, una esclava, una puta, el podrá casarse con quien quiera o salir con quien sea, y tu no tendrás opinión sobre eso, en dado caso que decida hacerse su esposa, serás su esposa puta, y obedeceras sus ordenes, aún así el podrá hacer lo que quiera, y cada mujer que él decida podrá hacer uso de tu cuerpo.
- El podrá humillarte todas las veces que quiera de la manera que quiera.
- Podrá castigarte de la manera más conveniente.
Y esos fueron los puntos que recuerdo, había más, eran demasiadas hojas, aunque realmente no lo leí todo, solo me importaba ser suya y que al fin me quitara mi cinturón de castidad.
El contrato solo era una mera formalidad, porque yo ya le pertenecía a él en cuerpo y alma. Y lo sabía pero le encantaba humillarme y a mí me encantaba ser humillada, vejada, tratada como la puta que soy.
Después de firmar fuimos a un local de piercings, donde me colocaron piercings en cada uno de los pezones, en la lengua, y un tatuaje en mi nalga que decía “Perrita propiedad de _______”
Posteriormente fuimos a una barbería lo cual se me hizo extraño, pensé que quería cortarse el cabello, pero vaya sorpresa, me hizo sentarme en una silla de barbero.
Como conocía al dueño nos dejo solos, me ato en esa silla mientras me decía que era hora de deshacernos de todo ese cabello estorboso.
Y ahora lo recuerdo, antes me pedía que me cortara el cabello y siempre me negaba, pero ahora ya era de su propiedad, podía hacer conmigo lo que quisiera, y aunque no me imaginaba calva, me excitaba que yo ya no podía decidir eso, el haría lo que quisiera conmigo.
Y antes de empezar me metío un vibrador en mi vagina, luego agarró una maquina de afeitar y la uso en toda mi cabeza, cuando ya no pudo, empezó a afeitarme con la navaja, nunca creí que estaría en esta posición, y que el se atrevería a dejarme calva. También se atrevió a quitarme las cejas y me dijo que la próxima semana iríamos a la depilación laser por lo que mi cambio sería permanente y ya no tendría vello en ninguna parte del cuerpo, ni siquiera en mi cabeza.
Yo estaba tan excitada por todo, no me importaba nada, con tal de ser su perrita obediente, que nada me importaba.
Sabía que esa noche me cogería duro y de todas las formas, pero ya les contare en otra ocasión…