Me gusta que vean a mi esposa. parte 2.

Espero le guste el morbo. Lo voyeur. El Exhibicionismo. Sexo con maduras y los cornudos. Besos. MUaAaA.

Como les contaba en la “primer parte de mi relato” vivo en el Norte de México pero soy nacido en el Sur. Moreno, gordito y de 1.60 de estatura. Calvo y uso lentes. Ingeniero, de los de verdad, que trabaja en la “chinga” del campo y soy un poco mal hablado.

Contrasta mucho mi mala educación y mi “piche” fealdad con mi hija y esposa porque son muy hermosas y llenas de bondad.

“Tere”, mi esposa, es muy blanca y alta, 1.82; una “güerota del Norte de México”. Maestra de kínder y los fines de semana es maestra de catecismo. Tiene un “culito" que me vuelve loco; nalgas grandes. Muy “chichona”, copa “E”, no me cabe una teta en la mano. Siempre bromeo con ella por sus pezones que me encantan; se levantan bien “chingón” como si fueran una especie de borradores de lápiz. Las aureolas grandes color café oscurito resaltan mucho sobre su piel blanca. Al pasar de los años todavía mantiene su abdomen plano y su cintura bien definida. Ojos azules y usa lentes. Cabello color negro pero le pedí lo dejara cortito y de rubio.

Mi hija, Lucy; es chaparrita, de mi estatura (1.60). Heredó la piel blanca de Tere. Cabello negro a la altura de los hombros. Ojos cafés. Carita angelical con pequitas en mejillas que parece no cambiar (ahora que tiene 33 años). Siempre ha sido vanidosa, le encanta a la “cabrona” que le diga que se ve guapa o hermosa. Antes de casarse no era tan “chichona” como su mamá, tenía un par de pechos bien levantados; duritos. Ahora se ve más tetona. Conserva una cintura chiquitita, grandes caderas y piernas contorneadas: gruesas. Siempre anda en “chinga” con el “ejercicio”.  Es “culona”, “nalgas” muy bonitas; grandes y redondas con la diferencia de que están muy levantadas. Cuando salíamos a la calle robaba miradas al igual que su mamá.

No sólo lo “curvilíneas” y estar bien buenas tienen en común mi hija Lucy y mi esposa Tere; tienen un “chingo de ingenuidad”… están medio “pendejas”. Nunca, y estoy seguro, descubren malas intenciones de los que las rodean y mucho menos las mías.

Para continuar relatando la segunda parte de mi experiencia tengo que explicarles algunas ocasiones que me empujaron a exhibirla, a que la manosearan y hasta muchas más cosas.

Al principio del matrimonio me la pasé siempre molesto.  Mi “mugre” fisionomía no ayudaba mucho a que respetaran a mi esposa. Si ustedes me vieran caminando al lado de ella no creerían que yo soy su esposo. Salíamos a la calle, surtir mandado, pasear, caminar al mercado y siempre descubría a todos los hombres viendo a Teresa. La culpé mucho. Intenté que escondiera su cuerpo lo más que pudiera. Cualquier “pinche” ropa que usara, sin querer, la volvía una prenda provocativa.

Por otra parte me comenzó a gustar que Teresa fuera tan “pendeja” y “despistada”. Siempre me hacia la observación: “-Mira amor me dijeron “mamacita” los señores de la esquina”- , -Creo que el “muchacho” allá está chiflándonos”- , -“El “Viejito” me mandó un beso”- Aproveché su “tonta” “inocencia”. Le manejaba el mismo cuento: “hermosa” “chiquita” “mamacita” “culona” “nalgona” “tetona” y toda vulgaridad que me contaba que le decían o le gritaban en mi cara se lo manejaba como si fueran halagos muy bonitos y que no tenía que molestarse ni tomarlos de mala manera. Yo me decía “cobarde” después de masturbarme en el baño recordando esas situaciones. Comencé a decírsele piropos y groserías en la casa. Le expliqué que tenía que agradecer los “cumplidos” con una sonrisa o un simple “gracias” pero alejarse rápido porque así hacen las mujeres casadas. Tere en casa respondía a mis apodos cariñosos “Mi nalgona” “tetona” y me atendía como si nada.

“A huevo” que permitir que le dijeran “peladeces” y acostumbrarla a tomarlas como normal empujarian a Tere para ser víctima potencial de “mañosos”, “groseros” y “pinche” “manos largas”. Me propuse no dejarla sola. La llevaba en las mañanas a la escuela y en las noches pasaba por ella. Intenté mucho estarla trasladando pero mis horarios me lo impedían. En ese entonces nunca la dejé subirse a un camión urbano. Siempre en taxi. Ir sola a surtir mandado era impensable. Asistir a reuniones sola era prohibido.

La “pinche” bebida estaba más presente. Desde ese entonces y hasta ahora comencé a “pistear” más. Inició con el estrés porque me sentía trastornado desde los recuerdos; “los viejos de la alameda”, la vez de la “montada de caballo”, “amigos hablando de ella” “el baile con sus sobrinos” “las groserías que le gritaban en mi cara” . Todo eso se volvió un afrodisiaco para mí y me conflictuaba. Se me volvió un gusto diario el “alcohol”. Teresa tomaba una “copa” y se volvía más “pendeja” y más feliz pero unas diez más y se me quedaba dormida. Desmayada. Sólo la “cerveza” no la hacía dormir, se mantenía feliz pero lo “pendeja” no se le quitaba, todo lo contrario. Así que tomaba solamente conmigo en casa o acompañada de mí.

En seguida de la boda ya estábamos viviendo en nuestra casita. Al entrar una cochera pequeña. Cocina y sala  juntas compartiendo medio baño con ventanilla al patio. Dos recamaras con baños completos, cada uno con dos ventanitas que igual daban al pequeño patio trasero, en el que estaba un lavabo y espacio para lavadora.

Pintaba la pared, era de mañana. Un “pinche” calor me antojó tomar una cerveza. Mi esposa andaba barriendo, trapeando y acomodando cosas. Sudaba y el mediodía apenas comenzaba. Le ofrecí cerveza pero se negaba porque no había desayunado hasta que prometí hacer una pequeña carne asada más tarde.

Tere traía su cabello sujeto por una liga de color rojo. Lentes de pasta gruesa. Blusa de tirantes delgaditos color rojo, de esas interiores para mujer. El escote era pronunciado gracias a los “Pechos” de mi esposa. El “jale” del brasier era evidente pues la “chichotas” estaban bien juntas, presentando el choque entre ellas con gotitas de sudor. Cada rato procurando subir la blusa de tirantes delgados que dejaba asomar su piel blanca y el inicio de su brasier color blanco. La tela roja de su blusa de tirantes delgados se ajustaba a su abdomen. Era como un “corsé”.

Traía puesto un pantalón de mezclilla deslavado. Nada ajustado a las piernas pero, como siempre, sus “nalgas” resaltaban mucho.

Eran casi las dos de la tarde. Teníamos “chingos” de hambre. Fui por la carne y más cerveza. Al regresar metí el Volkswagen Sedán color rojo. Tere salió sonriendo para ayudarme a bajar las cosas y detrás de ella venía un “VIEJITO”, como de unos 70 años. Era de esos señores vendedores de casa en casa. En su cabeza traía un sombrero todo “madreado”, camisa sucia de color beige y mojada de sudor. Pantalón color azul igual de sucio con botas aterradas. En la mano una bolsa llena con paquetes de “nopales” cortados.

-Deja te ayudo- Dijo Tere. Yo me estaba bajando. Mi esposa me explicaba la promoción de los “nopalitos”.

-Buenas tardes, señor- Me dijo el “VIEJITO” que tenía cara de buena gente.

Respondí el saludo. Mientras inspeccionaba la bolsita de nopales. Cuando levanté la mirada para decirle que le compraba unas dos bolsitas el “VIEJITO” estaba viendo a Tere. El Volkswagen Sedán color rojo, las bosas y los “doce packs” de cerveza obligaron a mi esposa a inclinarse. Su pantalón de mezclilla deslavado estaba ajustado, pegadito a sus “nalgas”  apuntando a donde estábamos el “VIEJO” y yo. Pensé que el “VIEJITO” era un “cabrón”. Ni me molesté, me causó gracia.

-Le compro todos los nopales- Dije interrumpiendo al “VIEJITO”.

Giro a verme sin pena, muy normal. Me agradeció mucho la compra.

-Deja ahí la cerveza, Amor. Llévate nomas las bolsas- Ordené a Tere.

-Ok. Amor- Respondía mi esposa, fuera del carro, parada frente a nosotros. En medio de los dos.

Las bolsas de camisa que llevaba en cada mano dejaron que su blusa roja de tirantes delgados pronunciara su escote. Ya estaba abajito. Mostrando el inicio de su brasier blanco. El “VIEJITO” y yo veíamos las “chichotas” de mi esposa. Su piel blanca. Un poquito faltaba para que se pudieran asomar sus aureolas café oscuro.

–Con permisito- Nos dijo simpáticamente Tere.

-Los bajo yo- De repente dijo el “VIEJITO” - ¿Dónde se los pongo?- Preguntó dándome la bolsa de los nopales y entrando al carro para comenzar a sacar la cerveza.

-Ahí. Siga a mi esposa- El “VIEJITO” entró a mi casa, hasta la sala, con tres paquetes de cerveza. Yo solo traía los nopales en mano. Me paré frente a él para decirle dónde dejar la cerveza.

-¡Amor!- Gritó mi esposa simpáticamente- ¡Cuidado con el “Viejito”!- Señaló –Deje le ayudo. Démelos por favor- En un instante. Tere se acercó hasta el “VIEJITO” tomó con sus manos los “doce packs” de cerveza. Sus caras se separaban nada más por la distancia de los paquetes. – Eres un desconsiderado, Amor- Me regaño Tere sin verme a la cara. El “VIEJITO” con las puntas de sus dedos extendidos  intencionalmente tocaba los enormes pechos de mi esposa.

-Gracias, Señora- Dijo el “VIEJITO” despegando los dedos de las “tetotas” de la inocente de mi esposa. Asintiendo con su sombrero “madreado” fue bajando las manos.

-De nada. No se apure- Dijeron sonriéndose frente a frente.

Tere tenía los brazos restirados hacia abajo, cargando la cerveza. La blusa roja de tirantes delgados estaba igual pero con la diferencia de que su brasier blanco ya mostraba el inicio de unas aureolas grandes de color café oscuro. El esfuerzo de sus brazos presionaba sus “pechos” enormes. Se fue caminando a la cocina. Yo encaminé al “VIEJITO”. Le pagué y se fue muy agradecido. Rápido la puse a tener sexo en la cocina. Sólo le quité su pantalón y ropa interior dejándole la blusa sin brasier.

Pasaron los días y siempre volvía la “pinche” culpa a mi cabeza.

Recuerdo que me decía Tengo que proteger a mi “vieja”. Hasta le pagué al “pinche” “VIEJITO” por tocarle los “pechos” a mi esposa.

Unos meses después decidí ayudar un poco más en casa. Los días de trabajo para Tere eran muy pesados. Los dos kínder le ocupaban la mañana y la tarde, aún no era maestra de catecismo. Terminé en el fastidio de lavar trastes pero me recomenzaba con el gusto de lavarle las playeras y blusas de varios colores que siempre se rendían a las formas de las “chichotas” de mi esposa. Faldas, pantalones, shorts y vestidos que enmarcaban las “nalgas” de Teresa que siempre obligaban a las prendas a recalcar las costuras de su ropa interior o hasta transparentarse un poquito para dejar ver su piel. Era un placer ver y recordar. Las blusas, fajadas o sueltas, se tensionaban para mostrar los contornos de sus “chichotas”. Sus camisas abotonadas se abrían un poco ente botón y botón. Era muy normal ver su ombliguito o abdomen plano y siempre sus enormes “pechos” en un brasier “apretándote”.

Ahí me di cuenta de que su “pinche” ropa interior no era “sexy”. En mis manos se veían como calzones grades, de abuelita, con encajes pero les juro que el cuerpo de mi esposa los hacia lucir bien “chingón”. Le quedaban perfectos. Se ajustaban bajo su cinturita dejando ver unas “voluptuosas” “nalgotas” contrastando el tamaño con lo bien definidas y bien formadas que eran. Ninguna vez un calzoncito de esos escapaba de meterse un poquito entre las nalgas de mi esposa.

Una de esas veces de tender ropa llegué a unos pants grises que le quedaban bien “chingón”. Se le repegaba un “chingo” a sus muslos, un poco sueltos a la altura de sus chamorros pero en las “nalgotas” era bien ajustado. Permitían notar las costuras de sus calzones a media “pompa”. Entre las “nalgas” quedaba bien metido.

Recordé que con ese pants Teresa salió conmigo a la tiendita de la esquina. Ya era un poco tarde. “Paquito”, el hijo de los dueños de la tienda, un “HUERCO” que apenas andaría como en primero de preparatoria atendía en ese momento. Tere traía una playera que le llegaba a la altura de su cintura color blanco, mangas cortas, sus lentes de pasta gruesa. El “HUERCO” tenía un cuaderno abierto sobre el mostrador y veía televisión. Hasta que mi esposa saludó con un “ buenas noches” . El “HUERCO” rápido contesto. Veía a la hermosa de Tere que se armaba una colita en su cabello. Mi esposa me me preguntaba ¿Qué se me antojaba comprar?

Veíamos la variedad de frituras en un expendedor. Mi esposa estaba parada en el pasillito, frente a las frituras, viendo de arriba abajo las ofertas. El pasillito está en medio de la tiendita, entre el mostrador, donde estaba el “HUERCO”, y de mí, que estaba casi en la salida.

No sé porque giré a ver al  “pinche” “Paquito” qué estaba  en el mostrador con las manos extendidas sobre el cuaderno. Concentrado viendo a mi esposa. Su mirada estaba sobre las “nalgotas” que sin querer posaban de perfil. Sentí mi erección. Le pedí a mi esposa las frituras que estaban más abajo. Ella se inclinó hasta tomarlas estirando un brazo. Sus “nalgas” estaban forzando a las costuras de su calzón de media “nalga” a mostrarse más. El “HUERCO” veía a mi esposa con las “pompis” levantadas de perfil. La obligué a estar ahí un rato escogiendo las frituras hasta que llegó la mamá de “Paquito”. La señora no notó que su “HUERCO” “viboreaba” a una clienta nalgona.

Mi esposa pagaba y elogiaba al “HUERCO” por ayudar a su mamá y estudiar.

“Chingada madre” pensé. Excitado tendía el pants gris de mi esposa, recordando al “MOCOSO” que la “viboreaba”. Quería mandar a mi esposa, que le rogara al “MOCOSO” que viniera a casa para que la viera frente a mí. Intenté no pensar más pero durante días me masturbaba pensando en Tere y el “HUERQUILLO” mirón de la tienda.

Teníamos sexo. Yo sólo podía eyacular cuando pensaba en mi esposa siendo manoseada o hasta teniendo sexo con otras personas en lugares públicos o con “HUERQUILLOS” “mañosos” “precoces”. Mi “pinche” perversión me llevo a hacer maldades a la ropa de mi esposa. Una tarde me decidí. Tomé su pants gris con tijera en mano. Al día siguiente Tere me gritó entre carcajadas desde la recamara.

-¿Qué pasó?- Me preguntó Tere sonriendo. Traía puesta una blusa rosa de mangas largas, ajustada hasta su abdomen. -¿Me lo hiciste short?- dijo señalando con sus manos el antiguo pants gris.

El short que confeccioné le quedó perfecto. Estaba corto hasta casi abajito de sus muslos descubiertos, enseñando un poco la ropa interior color rosa .

-Sí. Amor. Se me rompió un poco en la “tendida” pero todavía sirve- Le respondí. - A ver date una vueltecita, Amor.- Entre risas y agradecimientos comenzó a girar. En la parte trasera del short hice un mal recorte que subía desde el frente de sus muslos hasta dejar más de la mitad de sus “nalgas” al aire. Recorté  con mucho cuidado la costura que dividía sus “nalgotas”, costura que se perdía como una tanga en medio de su “culote”. El calzón color rosa impedía que se perdiera el hilo gris entre las “pompis” de Tere. La ropa interior cubría un poco la blanca piel de mi esposa.

-Pos yo digo que está rabón- Terminando de dar la vuelta me dijo apenada.

- No ¿Cómo crees? Se te ve hermoso - Le dije. – Es más. Desde ahora vas a usarlo en casa. Ok.

-Bueno, Amor. Muchas gracias, Amor- Me respondió. Asintió dándome un beso en la mejilla. Agradeciendo el detalle y el apuro.

Desde ese momento me animé a rehacerle su ropa para que anduviera cómoda en casa. “Así te ves mejor” le decía. “ Todas las mujeres en sus casas andan así, cómodas y guapas” . Una blusa que color azul marino se la recorté tanto que sólo cubría la mitad de sus “tetas”… Y no me dijo nada. Camisas a las que les quitaba botones. Pantalones hechos shorts. Faldas que dejé cortitas hasta el grado de dejar unas tiras que cubrían su “culo” y sólo me agradecía con besos y se ponía a limpiar la casa o hacer de cenar hasta que terminábamos “cogiendo”.

Aumentó tanto “el pedo” que le pedí no usar ropa interior con las prendas de la casa. Eso me calmó un tiempo. El sexo era normal porque no tenía necesidad de recordar nada de lo pasado.

Hasta que un pantalón jeans color negro trajo los deseos de nuevo. Era ajustadito, bien pegado, sus “nalgas” se veían enormes. La camisa de botones, color blanco de manga corta era sencilla pero como andaba fajada sus pechos querían salir brincando. Entró saludándome y dejando sus cosas sobre la mesita de la sala. Hablamos unos minutos. Se metió a bañar para cenar.

-Déjame la ropa afuera porque voy a lavar- Le dije y aproveché que se tarda mucho en la regadera. Ya no podía contenerme de esa “pinche” “maña” que agarré de deshacerle la ropa.

Esa noche mientras Tere hacia la cena estaba yo en el patio. Le hice un agujero grande a la altura de su “culo” evitando dejar muy descubiertas sus “nalgas”. Quité todos los botones de su camisa, la idea era que la amarrara sólo con un nudo.

Tere me llamó a cenar.

Al día siguiente no trabajábamos. La desperté y le dije que usara su mi nueva creación. Aceptó con una sonrisa. Se fue con su ropa nueva a bañar y yo a preparar el  desayuno.

-¿Pero cómo se cierra, Amor?- Me preguntó Tere en la cocina. Intentaba cubrir sus enormes “tetas” al estirar hacia abajo la camisa sin botones. Sus pezones grandes color café se trasparentaban. La mitad de sus grandes aureolas quedaban expuestas junto con una hermosa piel blanca.

-Amor. Te queda perfecta- Dije acercándome para darle un tirón fuerte a los extremos de la camisa blanca sin botones. La amarré como pude dejándole un nudo muy justo.

-Está un poquito apretado… pero no mucho- Explicó Tere viéndose las “chichotas” que parecían querer reventar el nudo para salir botando.

-A ver el pantalón, Amor- Tere rápido me hizo caso. Se dio la vuelta y aquel pantalón jeans negro no había perdido nada de elasticidad ni forma. Sólo tenía un agujero que quedaba justo en medio de las “nalgas”. Se veía asomar una piel blanca y parte de la raya que las dividía. -Te queda perfecto, Amor- Le dije soltándole un beso entre las “nalgas”. Las abrí para “mamar” su ano. Una pequeña parte de su vagina se veía, estaba húmeda. Con la punta de mi lengua la lamía. Intenté meter mi pene pero era muy corto para llegar a su vagina o a su ano. Sentía la presión en mi pene de sus nalgotas bien pegadas por el pantalón negro de mezclilla que me impedía su ano. Ordené ponerse en cuatro sobre el suelo. Estiré un poco el “agujero” del pantalón para poderlo abrir y por fin comencé a “cogerla” en “chinga” por su “rico” “culo”. Estaba tumbada pegando una parte de su cara en el suelo, con las “tetas” de fuera y aplastadas contra el mosaico. Le ordené que con sus manos abriera sus “nalgotas” para que yo intentara seguir metiendo mi pene en su ano… Yo estaba ahí, penetrándola, e imaginando que se la  “cogida”  el “VIEJITO” de los nopales. Los veía ahí en la sala. Frente a mí. El “ANCIANO” se sacaba una verga muy ancha que metía y sacaba fuertemente del “culo” de mi esposa. Tere gritaba, entre placer y dolor; intentando aguantar el “pene” grueso del “VIEJITO”… Me imaginaba a mi esposa parada en la tienda. Con su short gris, sin ropa interior y detrás de ella el “Paquito” hincado, abriéndole las nalgas para mamarle el culo. Mi esposa no decía nada. Sólo estaba quieta ignorando lo que pasaba en sus nalgas frente a mí.

Terminé eyaculando en su pantalón. Me sentí culpable otra vez.  Hasta casi un año y medio después qué fuimos a la misa.

Como les contaba. Fuera del templo Tere sacó de su bolsa sus lentes negros de pasta gruesa y se los puso. Me tomó de la mano a la vez que con la otra tomaba su bolsa. Caminábamos rumbo a nuestro Volkswagen Sedan rojo. Dimos unos pasos. Los carros pasaban sin parar por la calle frente a la Iglesia. Hicieron que mi esposa y yo esperáramos unos minutos entre un “chingo” de feligreses.

Tere se veía feliz.

Sentía la “pinche” sangre hervir.  Excitado pero molesto. Logré más de lo que me proponía y me gustó pero Tere era bien “pendeja”, “distraída” e “inocente”. Estaba bien que yo me aprovechara de ella porque soy su esposo pero esos “MOCOSOS” no.

La blusa color blanca, tipo chaleco (sin botones) yo se la regalé. Yo hice que el “PEQUEÑO HUERCO” rosara los brazos de mi esposa que estaban expuestos hasta la altura de los hombros. La “pinche” blusa blanca bien escotada, desde la altura del cuello hasta casi la mitad de los “pechos” apretados por un brasier de encajes blanco, que llamó las miradas de aquellos “MOCOSOS” y hasta provocó que uno le rosara con sus codos las enormes tetas a Tere yo se la regalé.

-Creo que estuvo hermosa la “misa de “PEQUES”- Interrumpió Tere muy alegre mi concentración. Recuerdo que me sujetó más fuerte por la mano como para pedir mi atención pero sólo contesté asintiendo y sonriendo.

Los carros dieron el paso al “genterío”. Soltó mi mano para apresurar el paso. Caminaba delante de mí hablando sobre el almuerzo y la ropa que dejó en la lavadora.

Se me olvidó el sentimiento de culpa al verla andar en el pantalón ejecutivo transparente de color negro y acampanado.

-Ahorita tendemos la ropa.- Contesté - Y ya vamos a venir todos los domingos- Respondí viendo la tela ya transparente gracias al sol que exponía la piel de sus “nalgas”, muslos y chamorros. Los hilos de su tanga blanca corrían sobre sus caderas hasta juntarse en un triángulo del mismo color de donde salía un hilo delgado que se perdía en medio de sus enormes “nalgotas”. La tela negra transparente quedaba suelta pero bien metida entre sus “nalgas”.

-Sí. Amor. Es que está bien llena de “PEQUES” acompañados de sus familias- Reafirmó Tere dando pasos frente a mí.

Me sentí más excitado porque me contestó muy contenta y reviví el momento en que el “pinche” “PEQUEÑO” clavó su dedito entre las enormes “nalgas” de mi esposa. El “PEQUE” “morboso” hacia lucir un “chingo” las “pompis” de Tere por sus proporciones. La mano pequeña y su “pinche” dedito clavándose entre sus nalgas mientras la “culona” de  mi esposa caminaba por la Iglesia como si nada pasara.

Le abrí la puerta del Volkswagen Sedan color rojo.

-¿Sabes qué me pasó en el pasillo de la Iglesia?- Preguntó mi esposa. Mi corazón se aceleró. Puso su bolsa en el piso del carro. En ese instante vi, desde arriba, la espalda, la cintura, caderas y las “nalgas” enormes de mi esposa enfundadas en ese pantalón de vestir negro transparente, los hilos y el triángulo de su tanga blanca. Sabía que su “boba” y “pendeja” ingenuidad me confesarían, en medio de la calle, que fue víctima de un “PINCHE MAÑOSO” que le pasó el dedo entre las “nalgotas” y hasta lo metió entre ellas. -¿Qué tienes, Amor? - Cuestionó sonriéndome aún en la misma posición.

Supongo que mi rostro reflejaba mi asombro.

-No nada, Amor- Respondí y sonreí. Se incorporó y sentó –Dime ya, Amor. Terminé rogándole.

Ya sentada y sin cerrar la puerta del Volkswagen Sedan color rojo bajó la ventana muy rápido.

-Me topé a una señora que es la encargada de dar pláticas. Catecismos para los que tomaran el sacramento del matrimonio- Comenzó mi esposa. Cerré la puerta. Yo estaba parado fuera del carro. Mi mano descansaba sobre el toldo caliente - Entre la plática me dijo que el Padre, que se llama “Pedrito”, buscaba a una maestra para el catecismo de los “PEQUES”- Continuó diciéndome Tere. Los lentes negros de pasta gruesa, sus ojos color azul, su hermoso rostro, junto con sus pechos que eran víctimas del pronunciar exagerado de su escote se apreciaban desde mi altura. -¿Qué te parece? ¿Tengo ganas de participar?- Me preguntó mientras yo veía sus dos enormes “melones” (lo puedo jurar, se veían enormes).Ya estaban cubiertos por unas simples tiras blancas que caminaban sobre sus voluptuosidades ajustadas.

- Sí.- Contesté rápidamente - Sí. Amor enséñales a los “PEQUES”- Agregué motivándola.

-Gracias, Amor. Creo que vendré hasta el Martes porque el lunes es “asueto”- Contestó muy feliz mi esposa.

Giré rápido para subirme a manejar. Quería llegar a casa para “cogérmela” pero en la banqueta, detrás de mí, cruzando la calle, estaban parados los “pinches” “MOCOSOS” “morbosos” secreteándose y volteando directamente a vernos. Frente a todos y con una sonrisa enorme estaba el “PEQUE” que  puso el dedo entre las “nalgotas” de mi esposa. El “PEQUE” movió su mano de lado a lado, me saludó desde lejos. Le respondí el saludo.

-Adiós… ¿Conoces al “CHIQUITO”?- Me Preguntaba Tere que saludaba al “PEQUEÑO” “pervertido” que le había metido mano.

-Sí- Respondí. Camine rápido para encender el Volkswagen Sedan color rojo. –Lo vi en la misa.- Agregué. Tere seguía saludando.

-Mira- Señaló mi esposa. -Ya tienes más amiguitos… ¡Adiós! ¡Tengan buena tarde! -Les gritaba la “Pendeja” de Teresa.

Ahora todos los “PEQUES” nos saludaban desde lejos. Arranqué.

Avanzábamos entre el “mendigo” tráfico, solazo y el calorón. Mi esposa seguía contándome sobre su idea de participar en la misa. La humillación que sentí al imaginar que los “MOCOSOS” hablaban de lo “buena” que estaba mi esposa me tenía excitado. Sabía que festejaban al “PEQUEÑO” más atrevido del grupo. El que rosó la “tetotas” de Tere y metió el dedito entre sus “nalgotas”. Todos se masturbarían mucho recodando a mi esposa “Pendeja”.

-…Ni modo. Hasta el Martes o el próximo Domingo pregunto sobre lo de dar “Catequesis”-. Dijo Tere llamando mi atención.

-Vamos de una vez, Amor- Interrumpí.

-Sí. Amor- Respondió.

Comencé a maniobrar para retornar. Esperaba llegar a tiempo para que aún estuvieran los “pinches” “MOCOSOS” pero el tráfico nos detuvo como treinta minutos. Me hizo desviarme como seis calles. Me arrepentí a medio camino. Tuve la suerte de encontrar un “expendio” de cerveza antes de llegar a la Iglesia. En el carro me tomé tres bien rápido justificando con el clima y apoyado por el lento tráfico. Me di valor.  Al final nos estacionamos casi a las puertas de la Iglesia.

-Parece que ya cerraron todo- Dijo mi esposa desanimada.

No se veía a nadie en las “pinches” banquetas. Muy pocos carros estaban estacionados.

-¡”Chingado”!- Dije buscando a los “PEQUEÑOS” morbosos. –No se ven los “HUERQUILLOS”… ¿Les hubiéramos preguntado?... Se me hace que ellos sí saben del catecismo.- Decía casi rezando por encontrarlos.

-¡Mira! Amor- Gritó emocionadísima mi esposa - Está tu amiguito en la tiendita- Señaló.

Arranqué y manejé hasta estacionarme afuera de la tiendita. El “CHUIQUILLO” estaba tomando una “Coca-Cola”.

-Bájate a preguntarle Teresa - Le ordené a mi Esposa. Mi erección no me dejaba bajar del carro.

Tere bajó sin su bolsa. Al ir saliendo del carro vi como su pantalón negro de vestir acampanado seguía mostrando casi por completo su triangulo blanco y las tiras delgadas. Caminó directo al “MOCOSO”. Tere sonreía y platicaba con él. Era el MUY “ENANO”. Su cabecita llegaba abajito de las “enormes” “tetas” de mi esposa. Muy delgado. No andaba como los otros niños con ropa de “domingo”. Una playera color azul. Pantalón de mezclilla y tenis grises.

Vi que Tere se despedía diciendo adiós. El “PEQUEÑO” seguía con la mirada el andar de las nalgas de mi esposa.

-Que hasta el otro fin de semana- Decía Tere abriendo la puerta- El Padre se fue a un pueblo- Dijo ya sentada y cerrando la puerta.

-A ver- respondí. Le pité al “PEQUEÑO”. Se aproximó rápido al carro. Su cabeza  estaba por fuera pero a la altura de la ventana.

-¿Qué haces ahí? ¿Esperas a tus papás?- Pregunté amablemente al “PEQUEÑO”.  Cambió enseguida su actitud confiada a ser un tímido “MOCOSO”. Evitaba ver las “enormes” “tetas” de Tere. El escote pronunciado desde el cuello hasta abajito de sus “senos” se volvía a convertir en dos tiras que sujetaban sus “enormes” “pechos”.

-No. Yo vivo aquí con el Padre Pedrito y otros dos de mi edad- Respondía el “PEQUEÑO” viéndome fijamente sin parpadear.

-Pobre “BEBÉ”- Dijo Tere enternecida. – ¿Y tus papis?

-Están en un rancho al que a veces va el Padre “Pedrito”- Contestó el “PEQUEÑO” que ya no pudo evitar ver los enormes “pechos” de Tere –Yo vengo a estudiar.

-¿Qué haces aquí afuera, solito?- Cuestionaba Tere.

-Nomás vine a tomar una “Coca” y me meto. –Explicaba el “PEQUEÑO” -Ahí espero al Padre. Se llevó a los demás pero yo estoy castigado porque salí mal en la escuela.

-Mi esposa es maestra- Interrumpí – Vamos a la iglesia. Ahí te explica rápido ¿Verdad Tere?- Dije ofreciendo a mi esposa.

-Sí. Ándale. Espero te pueda explicar algo.- agregó Tere.

-Deje aviso- Contestó emocionado el “PEQUEÑO”.

-Ve Tere- recomendé a mi esposa -para que vean quien eres y no desconfíen.

Mi esposa bajó del carro con su bolsa, pantalón transparente y blusa escotada. Cruzó la calle tomando por la mano al “pinche” “PEQUEÑO”. Se metieron a la iglesia aún tomados de la mano. Ya no pensé más. Aquel “PEQUEÑO” estaría viendo el  gran “culo” y las “tetas” de Tere justo en mi cara.

Tardaron mucho. Casi treinta minutos. Bajé a buscarlos. Fui hasta atrás de la iglesia. Don “Julito”, el Sacristán, me mandó a un pasillo con tres puertas que corrían a los lados. En el primer salón interrumpí a la nueva amiga de mi esposa que me mandó a la última puerta. Tere estaba sola hablando por teléfono con el Padre “Pedrito”. El “PEQUEÑO” me sorprendió saludando y quedándose a mi lado. Traía en la mano una bolsa de plástico con dos cuadernos. Mi esposa colgó.

-¡Listo! – Dijo sonriéndole al “PEQUE”.

Avisamos a la amiga de mi esposa. Nos indicó en que salón podíamos estar estudiando. Me animé a pedir permiso para llevarlo a comer, estudiar en casa y comprarle un regalo. La señora nos recomendó volver a llamar al Padre quien aceptó para regresarlo a las siete de la tarde.

Cuando le dieron permiso al “PEQUEÑO” sentí corriéndome un “pinche” calosfrío por el cuerpo. Estaba excitado de pensar que el “HUERCO” “MAÑOSO” estaría en casa viendo a mi esposa e intentando meterle mano.

Sin darme cuenta ya estábamos saliendo de la iglesia. Mi esposa se adelantó, caminaba delante de mí tomando por la mano al “PEQUEÑO”. La amiga de mi esposa me detuvo y me advirtió que era muy “pícaro” y “travieso” pero era buen niño. Sólo le agradecí y me despedí. Se quedó en la puerta de la Iglesia esperando que arrancáramos.

Fui hasta la puerta del copiloto. Tere me esperaba  sin soltar la manita del “HUERCO” “MAÑOSO”. Platicaban como si yo no estuviera. Les abrí la puerta.

-Pásale. “HIJITO”- Dijo Tere. Se inclinó. Sus nalgas metidas en la tela negra trasparente quedaron apuntándome. El “PEQUEÑO” paradito a su lado permitió ver las diferencias de proporciones. Las “pompis” se apreciaban “descomunales” comparadas al tamaño del cuerpecito. El “PEQUEÑO” no atendía el “culo” de mi esposa. -Te vas a sentar atrás- Le indicó mi esposa señalando con su mano, como invitándolo a pasar y con la otra aventando el asiento del copiloto contra el tablero del carro.

-Gracias- Respondió el “pinche” “morboso”. Sonreía. Comprendí en un instante, antes de que subiera su falta de atención. Los ojos grandes se clavaban la blusa blanca escotada de mi esposa que era sometida al  efecto de la gravedad. El escote grande, desde el cuello hasta debajo de sus “PECHOS”, dejaban columpiando sus enormes “TETAS”. Casi mostrando el inicio de su brasier  blanco de encajes.

El “HUERCO” se metió atrás con su “pinche” bolsa de cuadernos. Dijimos adiós a la nueva amiga de mi esposa que nos despedía desde la puerta del templo.

Arrancamos rumbo a la casa. Mi esposa me explicaba la llamada del Padre. Le comentó de las asesoría y sin preocupación acepto. Se dio de alta y ya era la nueva maestra de “CATESISMO PARA PEQUES”. El “PEQUEÑO” y mi esposa festejaban.

-¿Estás molesto?- Preguntó mi esposa.

-No- Respondí simpáticamente. En eso se acomodó mejor el “PEQUEÑO”. El retrovisor me permitía apreciar su totalmente su “carita” morena, su cuello, su torso cubierto por la playera azul, sus “bracitos” extendidos, ocultando sus manitas detrás de nuestros asientos.

Me sentí molesto. Pedí a mi esposa otra cerveza.

-Ya no tomes, Amor- Me señaló mi esposa.

-Hace calor – Respondí igual de simpático. –Tomate una, amor- Dije invitando a mi esposa.

- No. Amor tengo que dar clase ¿Qué ejemplo voy a dar?- Se negaba y se reía dando justificación. -¿Tu qué opinas, “HIJITO”?- Preguntó mi esposa al “PEQUEÑO”. – ¿A poco no se ve mal tu maestras tomando cerveza? ¿Verdad que sí?- Cuestionaba mi esposa.

-Que no pasa nada Tere- Respondí simpáticamente -¿Verdad que no pasa nada?- Dije preguntando también al “PEQUEÑO”

- No. Usted puede tomar “Maestra”- Respondió el “PEQUEÑO”.

-Bueno. Nada más por el calor - Dijo Teresa tomando una cerveza del paquete.

-No se preocupe. Señora- Dijo el “HUERCO”.

Sólo tomó cerveza porque el “PEQUEÑO” le dijo. Me molesté más pero pude disimularlo bien y aunque no pudiera calmarme mi esposa y el “PEQUEÑO” no lo hubieran notado porque no me hacían caso. El “ENANO” platicaba con mi esposa que veía atenta el camino y tomaba su cerveza. Se presentó como “LUISITO”.  Nos contaba su vida llena de pobreza. En el pueblo trabajó en la siembra y hasta fue ayudante de una “sanadora”. Su casa era de piso de tierra, techo de lámina y nunca se había bañado con “regadera”. Probó por primera vez una pizza llegando a la ciudad. Muy apenas sabía leer bien. Llevaba una semana en la secundaría pero no entendía nada.

Mi esposa terminó su cerveza.

- Agarra otra y pásame una de una vez- Dije a mi esposa. Quien me pasó enseguida mi bebida. Ella no agarró otra.

-¿Y la de usted?- Preguntó “LUISITO” a mi esposa.

-Nombre. Hijito. Casi no tomo alcohol- Respondió mi esposa a su alumno. ¿Verdad, Amor?- Me preguntó.

-Tomate otra- Respondí sin pensar y mi esposa destapó otra cerveza. Sólo seguí manejando. Veía el camino, escuchaba y reaccionaba a lo que platicaban.

A unas “cuadras” de llegar a la casa. Tere pidió detenerme en una tienda “Soriana” qué está a una “cuadra” de la casa para comprarle un regalo.

En la maniobra para estacionarme de reversa vi los ojos del “PEQUEÑO”. Su mirada se clavaba descaradamente en los “pechos” “enormes” que se asomaban por el escote  pronunciado de la blusa blanca sin mangas. Me di cuenta que desde que subió y todo el camino a casa su posición le permitió presenciar  los “brincoteos” de las “tetas” de mi esposa.

Ya estaba “estacionado”. Olvidé mi coraje y me sentí muy excitado.

Mi esposa le preguntó las tallas y se bajó. El retrovisor me dejó ver al “PEQUE” que veía a mi esposa caminar rumbo a la tienda. Ya me sentía bien “cachondo” por culpa del mirón.

“LUISITO” abandonó su posición para sentarse de forma correcta en su lugar. Nos quedamos callados unos minutos. Destapé una cerveza y me la tomé muy rápido.  El “PEQUEÑO” veía por la ventana trasera. Pensé que buscaba a mi esposa. Abrí otra después de encender el radio y sintonizar una “pinche” canción. La destapé y la tomé de “jilo”. Agarré otra cerveza. La destapé después de “repetir” muy fuerte. El “PEQUEÑO” se reía por el “eructo” igual que yo.

-¿Está buena, verdad?- Pregunté simpáticamente a “LUISITO”. El “PEQUEÑO” se cortó la risa. Dejó de ver la ventana para vernos directamente por el retrovisor y bajó la mirada.  Estaba muy apenado el “pinche” “morboso”.

-¿Qué? – Preguntó el “PEQUEÑO” sonrojado sin dejar de ver el suelo.

-Que mi esposa está bien “buenota”- Reafirme carcajeándome- No te preocupes la puedes ver. Yo sé que mi esposa es “hermosa”. No me molesta que la veas… me molestaría si me dices que no está “Buena”. - Expliqué a “Luisito”

- No sé- Respondió secamente. Sacó un cuaderno y comenzó a hojearlo.

-Apoco no le viste las “nalgotas” y esas “chichotas” “grandes”- Insistí de nuevo dejando mi cerveza en el porta vasos. Giré sobre mi asiento. -Dime. Ya te dije que no me molesta.- Agregué.

-¿En serio? ¿No sé enoja?- Preguntó “LUISITO” viéndome.

Me sentí más excitado por su respuesta. Se notaba simular que estaba apenado.

-Te digo que no - Le dije al “PEQUEÑO” Ahorita vas a ver. Te voy a dejar que la veas bien, nada más porque somos amigos pero no digas nada al Padre. Ok. Ya somos amigos de confianza.

-Sí está bien - Respondió “LUISITO”  guardando su cuaderno en la bolsa de plástico.

-¿Entonces eres mi amigo? ¿No va a decirle a nadie, güey?- Cuestioné buscando cerrar el trato. Sólo asintió y me dio la mano. -Es más si le dicen enfrente de mí algo no me molesta porque es verdad. A ella le gusta que le digan que tiene un “bonitas” “nalgas” o unas buenas “tetas”- Expliqué carcajeándome- Te lo juro. Le gusta y a mí también porque es verdad y es un alago para ella y para mí.

-Pensé que era malo - Dijo “LUISITO”. Confiando un poco más.

-No. Nada que ver… pero ni se te ocurra decirlo frente al Padre, ni a tus amiguitos. Sólo conmigo y Teresa. Es como fumar a escondidas o “chingarte” una cerveza- Expliqué.

-Bueno.- Respondió- Si usted dice.

-Te digo que no hay pedo. Es más. Te voy a enseñar que no me molesta para que se te quite lo “Pendejo”.- Le propuse a “LUISITO” en tono simpático. Sólo asentía ya sin pena -Unas veces le tocan las “nalgas” o las “pechos” y no dice nada… nada - Le dije riendo. El “PEQUEÑO” volvió a estar nervioso. –Yo te vi que le tocaste el “culo” a mi esposa en el Iglesia. Hasta le rosaste los “pechos” y ¿Qué te dijo?... nada .

-No. Yo no fui señor- Contestó viendo el piso del carro.

- Te vi. Yo estaba detrás de ti. No pasó nada. Ella estaba como si nada y todo normal. Soy tu amigo y te doy permiso… ¿Cómo ves?– Propuse de nuevo.

-Bueno- Contestó “LUISITO” sin quitar su mirada del suelo.

Yo estaba “cabronamente” excitado.

-Ok.Tenemos trato. Eres mi socio- Dije viéndolo por el retrovisor. Seguía con la mirada al suelo simulando estar apenado.

Bajamos del Volkswagen Sedán color rojo. Entramos “Soriana” hasta el área de ropa buscando a Teresa.

- Ahí está- Indicó el “PEQUEÑO” con su dedo.

Tere estaba en el área de ropa para “niños”. Empujaba un “carrito” donde llevaba varias prendas.

-No le hables- Le ordené a LUISITO.

Estábamos evitando que nos viera. Ella estaba inspeccionando dos playeras del mismo estilo pero diferente color. Los aparadores y escaparates sólo nos dejaban ver a Tere de cabeza a cintura. Se veía “guapísima” con sus lentes negros de pasta gruesa y su cabello cortito “rubio” suelto, rematado con un flequillo de lado. De lejos sus “PECHOS” metidos en su blusa blanca escotada de color blanco lucían “grandísimos”. Ayudaba mucho su abdomen plano a resaltar sus “voluptuosidades”.  De repente un “Joven” muy delgado, de casaca roja y playera blanca,  salió debajo de los estantes y aparadores de ropa que estaba a unos metros detrás de mi esposa. La veía descaradamente a distancia.

-Mira- le dije a “LUISITO” - Aquél “cabrón” anda viéndole las “nalgas” a mi esposa- Expliqué al “PEQUEÑO”. –Fíjate bien- Indiqué.

Dimos unos pasos cuidando que Tere nos viera. Llegamos a un lugar en donde pudimos ver que el “Joven” en cuclillas que disimulaba acomodar mercancía. Apreciaba las “nalgas” de mi esposa en su pantalón de vestir negro transparente a una distancia de unos 10 pasos. Cada que Tere daba pequeños pasos con sus tacones en busca de ropa para “LUISITO” sus “nalgas” subían y bajaban al andar frente al “Joven” que se aproximaba un poco más para no perder la vista tan “chingona” de las “nalgotas” de mi esposa. Hasta que Tere giró a ver para atrás. Nos ocultamos rápido el “Pequeño” y yo. Reíamos. Volvimos a ver. Tere hablaba con el “Joven” que tenía un celular en su mano.

-Ya descubrió al “Chavo” - Dijo “Luisito” preocupado.

-Nombre. Mi esposa está bien “pendeja”- Respondí.

Tere sonreía y le mostraba una playera al “Joven”. Giró y se fue caminando. El “Joven” la siguió hasta donde terminaba el área de ropa para niños. Nosotros caminamos hasta toparnos con el “Joven” que se encontraba acomodando unas prendas con su celular en mano en otra área.

-¿Qué onda con esa “vieja”?- Le pregunté al “Joven” que nos respondió con una sonrisa. “LUISITO”  estaba parado junto a mi.

-Es una clienta- Dijo el “Joven” riéndose y poniéndose de pie- Siempre viene a la tienda.- Especificó.

-Esta buena- Dije. – ¿Verdad?- Pregunté.

-Sí. La neta está “bien” “rica”- Respondió el “Joven” sin dejar de acomodar la mercancía. Sin importarle que el “PEQUEÑO” estuviera  a nuestro lado escuchando. –Siempre la atiendo cuando llega. La saludo pero nunca la había visto así. Se me hace que es “PUTA”- Dijo riendo con celular en mano.

- ¿Por qué dices?- Pregunté al “Joven” al momento que le cerré el ojo a “LUISITO”.

- Pos andaba enseñando el “culote” - Respondió -¿No la vio? Traía un “pantaloncito” bien transparente. Se le veía la “pinche” “tanguita”– Relataba el “Joven” - Mire – Dijo entregándome su celular. - Vea el “culote” que tiene. El celular reproducía un video. La toma estaba tomada desde abajo. Tere estaba parada. La piel blanca de sus “nalgas” y muslos estaba casi desvestida por el “flash”. La tela sólo hacia un poco de sombras. El “zoom” entraba a recorrer la raya que las divide, subía hasta el triángulo de su “tanga” blanca del que se tiraban dos hilos arriba de su cadera. En eso Tere volteo a ver directamente el celular . –Disculpe.- Decía amablemente sonriendo. Terminó cortándose el video. –Está con madre el “culote”- Afirmaba el “Joven” besando su celular.

-No “mames”- Dije emocionado .- Véndemelo- Le pedí.

-No. Se lo paso. Présteme su celular- Contesto amablemente el “Joven”.

-“Chingada madre” No tengo. Véndemelo- Insistí.

-Bueno. A parte siempre anda aquí la “nalgona”- Me dijo- Espéreme tantito para ir rápido a pasar el video a un compañero. No sea “gacho”- Rogó.

Acepté. Lo esperaría en las cajas con dinero en mano. “LUISITO” y yo caminamos hasta las cajas. Teresa estaba haciendo fila y nos descubrió. Les pedí que siguieran esperando su turno a pagar. Buscaba desesperado al “Joven” con mi nuevo celular. Ya estaban pagando y empacando la ropa de “LUISITO”. Mi esposa me llamó. Estaba a su lado junto con el “PEQUEÑO” mientras buscaba al “Joven” que no llegaba. Salimos por la puerta. Tere y “LUISITO” subieron con las cosas al carro.

-Señor- Gritó el “Joven”  que venía corriendo desde la puerta a mi dirección. No me dio tiempo de alejarme del carro. Esperaba que no viera a mi esposa –Tenga- Me dijo dándome el celular en las manos. Estaba agitado. Al darle el dinero vi como reconoció a mi esposa.

-Hola- Saludó Tere.

El “Joven” respondió el saludo. Me sentí excitado. Estaba ahí mi “vieja” “buenota” y “nalgona” saludándolo.

-Se llama Teresa- Dije riendo -Él es mi amigo– Indiqué a mi esposa que volvía a saludar. Le di una palmada amistosamente en la espalda al “Joven”.  - Dice que estás bien “buena”- Agregué.

-Muchas gracias- Respondió mi esposa amablemente. “LUISITO” atendía desde el asiento trasero.

El “Joven” se quedó congelado en el estacionamiento viendo como arrancábamos en el carro.

Le presumí el celular descuidado a mi esposa. La compra le pareció una estafa pero me felicitó porque ya teníamos como contactarnos.

“LUISITO” revisaba y agradecía los regalos de mi esposa. Ropa interior, shorts, pants, playeras, calcetines y un balón de “basquetbol”

Llegamos a la casa. Tere bajaba del carro. La mirada de “LUSITO”  se clavaba en las nalgas de mi Tere.

-Ven “LUISITO”- Dijo mi esposa abriendo la puerta de la casa.

Me bajé con mi medio paquete de cerveza.

“LUISITO” bajo tan rápido que ni lo vi entrar a la casa.

Al entrar estaban los dos sentados en el sillón de la sala frente a la mesita.

Me ofrecí a servir las bebidas. Pregunte a Tere si quería un poco de “ron”. Me dijo que no pero le insistí tomar y al fin aceptó. Le ofrecí al “PEQUEÑO” entre bromas “cerveza” o “ron”. Me contestó que “Coca-Cola” y aproveché para poner un chorrito de “ron”. Me preparé un vaso que tomé directo, y armé otro. Les llevé sus tragos. Tomaban y estudiaban.

Desde la concina veía el “video” de mi esposa. Lo vi muchísimas veces mientras seguía tomando “ron” y cerveza. Veía también al “PEQUEÑO” atento a los “melones” de mi esposa. Sus “pechos” estaban sobre sus muslos por culpa de la mesita de la sala que era muy baja y el sillón un poco más alto. Entré para ofrecerles más refresco. Aceptaron. Le llevé a mi esposa un vaso cargado de “ron” con “Coca-Cola”.  Al “PEQUEÑO” otro vaso con “ron”. Así estuve de mesero por casi una hora.

Mi esposa soltaba carcajadas con su alumno. Veía el rostro de Tere enrojecido. El “PEQUEÑO” estaba contentísimo.

-Ya terminamos- Me gritó mi esposa sonriendo.

Se puso de pie y el “PEQUEÑO” vio despistadamente las nalgas de mi esposa que tenía sus manos en la cintura. Quejándose de la incomodo que era el sillón y la mesita. Notó que lo observaba y rápidamente volvió la mirada al cuaderno. Tere se metió al baño.

-¿Qué pasa?- Le pregunté de buena manera al “PEQUEÑO” - Es normal- Le dije. Sólo me respondió con una sonrisa. -Es normal que quieras ver las “nalgas” de mi esposa. Es muy hermosa ¿O no?- El “PEQUEÑO” no me veía a la cara. –Mira ve el video. Mira pa´ que veas que hablo con la verdad. Quiero que seamos amigos. Te lo juro por “Diosito”.- Dije . El “PEQUEÑO” veía el video. Las nalgas de mi esposa muy de cerca. -¿Qué quieres tomar? Le pregunté invitándolo a pasar a la cocina- Tengo cerveza y vinos. – Dije señalando el refrigerador.

Le serví un poco de “ron” con “Coca-Cola”. “Luisito” veía otra vez y otra vez el video. Preparé otro para mi esposa y yo volví a destapar una cerveza.

-Ahorita que salga mi esposa le das el vaso- Le ordené al “PEQUEÑO”.

-Sí. Señor- contestó viendo el celular.

Tere llevaba poco tiempo en el baño.

-¿Bueno? Ya dime ¿Te gusta mi esposa?- Pregunte sonriendo.

-Sí. - Me respondió rápido con una sonrisa grande.

- Ya ves. Ya sé. A todos les gusta mi esposa- Le confesé – Pero tú eres mi amigo “LUISITO”. Mi “camarada”. Ahorita que salga le voy a decir que te de un besito en el cachete. Ok.

- Sí. Gracias- Dijo emocionado mientras bebía y volvía a ver el video.

-Pero primero me vas a decir  ¿Qué se sintió agarrarle las “nalgas” en la misa?- Sonriendo le dije. -Ándale cuéntame. Ya va a salir del baño ¿Cuéntame?...

En eso Tere se escuchó salir del baño. Me regresó el celular sin decirme nada. El “PEQUEÑO” le llevó su bebida a mi esposa.

-Gracias. Lusito- Dijo mi esposa.

- Dale un besito- Le ordené a mi esposa .- Se ha portado muy bien.

Tere me obedeció rápido. Se inclinó para darle un besito al “PEQUEÑO” en la mejilla. “LUISITO” casi se desmaya.

Mi esposa nos ofrecía de comer. Ya casi eran las tres de la tarde.  El “HUERCO” ya veía descaradamente a la nalgona de mi esposa que nos daba la espalda. Estaba parada frente a la alacena. ”LUISITO” y yo estábamos en la sala. El pantalón negro transparente de vestir estaba muy metido en medio de sus “nalgas”. El triángulo blanco y los hilos de la tanga se notaban igual que antes.

-No sé ¿Tu qué quieres, LUISITO? – Pregunté al “PEQUEÑO” dándole una palmadita en la espalda. Le hice una seña de aprobación con la mano. Me fui caminando para ponerme al lado de mi esposa.

Lo llamé con un gesto. Teresa sin percatarse qué “LUISITO”estaba a unos tres pasos detrás de ella nos enlistaba opciones de comidas. Tenía una mano en la cintura y en la otra su vaso de “ron”. Yo a su costado izquierdo, casi pegado a ella. Mientras Tere y yo conversábamos sobre qué comer. Me puse a acariciarle una nalga. El “HUERCO” veía sorprendido. Tere seguía como si nada dando ideas. Pasé despacio mi dedo por en medio de las nalgas de mi esposa.

-Bueno ¿Pues pedimos piza?- Dijo mi esposa cerrando la alacena y dando la vuelta .- ¡Hijito, casi te aplasto! - gritó mi esposa carcajeándose. “LUISITO”  quedó frente, a unos centímetros, de los pechos de mi esposa. Se veían descomunales. Mi esposa lo guio hasta lasala - Discúlpame “LUISITO”. Ando un poco mareada.

Nos sentamos “LUISITO” y yo en el sillón. Mi esposa sujetaba con una de sus manos sus lentes de pasta gruesa color negro. Buscaba el número de las pizzas en los cajones de la cocina.

Prendí la televisión, subí el volumen y puse un canal de videos musicales.

-¿Te gustan las “nalgas” de mi esposa?- Cuestioné al “PEQUE”

Sólo sonreía.

-Ya encontré el número- Dijo Tere - Voy a llamar- agregó mi esposa llamando desde el teléfono que estaba en la cocina.

Pasaron los minutos. Bebíamos los tres en la sala con música. Era una fiesta.

Tere estaba sentada en el sillón junto a “Luisito”. Yo traje una silla para sentarme frente a ellos. La mesita nos separaba.  Mi esposa estaba encantada con el “PEQUEÑO”. Hablaban de su futuro. Sus planes.

Mi esposa no se paraba para que yo pudiera aproximarme al “MOCOSO” para presionarlo.

En eso sucedió un milagro. Sonaba el Teléfono.

-Deben de ser las pizzas que no saben llegar- Dije pero mi esposa ni caso me hizo al estar entretenida platicando con “LUISITO”. Me paré. Apagué la televisión. Contesté y era el Padre Pedrito. Me pidió llevar al niño a la iglesia de una vez. Regresaría hasta el Lunes del evento en el rancho. Vi “valer madres” mis planes por la hora. –Está bien… Espéreme tantito- Le dije al Padre. Tapé la bocina del teléfono. Le hablé a Tere que rápido llegó. Le expliqué lo que pasaba y que le pidiera al Padre que el “PEQUEÑO “se quedara en casa. Que mañana lo llevaríamos cuando estuvieran en la iglesia.

Yo estaba cruzando los dedos para que aceptara.

Tere sin colgar y tapando la bocina dijo -Que el sacristán, don “Julito”, estaría para abrir la iglesia y recibirlo.- EL “PEQUEÑO” se quedaría con él en la Iglesia.

-¡Pero don “Julio” no está!- Dijo “LUISITO” que nos escuchaba desde el sillón.

Tere la comentó al Padre Pedrito.

- Sí. Sí. No se preocupe Padre. Mañana que llegué se lo llevamos. Deje se lo paso. – Contestó mi esposa. Le habló al “LUISITO” para que atendiera la llamada.

Juro que fue un milagro. Mi esposa estaba detrás de “LUISITO”. Lo agarraba por los hombros mientras daba pequeños brinquitos muy emocionada al igual que yo.

La pizza llegó. Fui a pagarla rápido. La dejé en la mesa.

-Qué bueno que te vas a quedar “HIJITO”- Escuché a mi esposa.

“LUISITO” y mi esposa estaban frente a mí. Abrazándose en la cocina. Tere estaba de pie, sin inclinarse. Los brazos de mi esposa se extendían alrededor del “PEQUEÑO” sobre sus hombros. Las manos se entrelazaban en la espalda de “LUISITO”. Su blusa escotadísima color blanco dio paso libre al “pinche” “MOCOSO” que rosaba con sus labios y nariz la unión de los pechos de mi esposa. Su cabecita, poco inclinada, se veía pequeña frente a las “enormes” “tetas” de mi esposa. Solamente vi uno de sus brazos pasando sobre el muslo, cubierto por el pantalón de vestir negro transparente, hasta una manita que se aferraba a la “nalgota” de mi esposa. Las “nalgas” de Tere eran tan grandes para esas pequeñas manos llegaban sólo a agarrar la mitad de una “nalga”. No dije nada. Solo los veía.

- Llegó la pizza- Dijo Tere sin dejar de sonreír. El “PEQUEÑO” soltó enseguida las nalgas y despegó su carita de los “pechos” de mi esposa. Tere lo soltó para solo dejar una mano en su hombro. “Luisito” estaba parado frente a mí. Tenía una mano en su costado y la otra se perdía atrás de mi esposa. Me veía sonriendo.

-Primero vamos a festejar- Dije.- Vayan para la sala. Mueve la mesita Tere- Ordené.

Se soltaron. Me puse a armar las bebidas. Llegué a la sala y “Tere” estaba bailando una canción con el “PEQUEÑO”. “LUISITO” la sujetaba con mucho pudor. Una manita tomaba la mano de mi esposa y la otra entre su cintura y abdomen. Dejaron de bailar para tomarnos las bebidas e hice un brindis.

-Amor. Ya se me subió- Dijo mi esposa sentándose. En el sillón. Estaba toda “colorada”.

“LUISITO” se sentó al lado de mi Esposa. Yo estaba parado. Atendiendo con las bebidas.

Comenzamos a platicar de varios temas.

Tere ya había roto su record de aguatar “pisteando”. La veía hablar más desenvuelta pero aun siendo muy “pendeja” e “ingenua”.

Desde mi posición el “PEQUEÑO” veía ya más descaradamente a mi esposa. Fui por una silla para posicionarme frente a ellos. Quería estar en primera fila para ver como mi esposa era “viboreada” por “LUISITO”.

Ella se comportaba extraño. Hablaba como que coqueteando con él y conmigo. Me sentía bien excitado. Tere reía y en ocasiones tocaba la “piernita” de “LUISITO”. Hasta que la dejó en su rodilla.

Mi esposa se paró para ir al baño. Al pasar frente a mi le di una nalgada. No me dijo nada. Ni me volteo a ver. Sólo se fue caminando hasta el baño. Me quedé platicando con “Lusito” del video de mi esposa. Al salir mi esposa del baño le di un apretón a una de sus “nalgas”. Se sentó.

-Ya déjame las “pompis”- Me dijo mi esposa riéndose. Estaba tomada pero muy “Feliz”. –Siempre me las andan agarrando- Confesó mi esposa llevándose la mano a la boca para reír sonrojada. Su otra mano la dejó sobre el muslo de “LUISITO”.

Me sentí tan sorprendido que escupí mi bebida al suelo. No terminaban las risas.

-¿Cómo que te las agarran?- Pregunté simpáticamente a mi esposa.

“LUISITO” Seguía bebiendo sin dejar de ver a mi esposa borracha.

Mi esposa no dejaba de reír. Ya tenía sus dos manos en su boca cubriendo su sonrojado rostro.

-O sea, Amor. Yo sé que si me dicen “Guapa” “Hermosa” “Nalgona” “Chichona” Es un alago pero a veces me dicen los “piropos” y terminan tocándome algo- Contaba mi esposa.

-Es normal. Amor- Expliqué- Es otra forma de alagarte. Ven. – Le dije a mi esposa tomándola por el brazo. Tere se puso de pie a mi lado. Su cinturita estaba a la altura de mi cabeza. – ¿Verdad que podría ser una modelo? ¿Está bien “buena”?- Dije levantando las cejas.

-Gracias, Amor- Respondió mi esposa carcajeándose.

El “PEQUEÑO” clava su mirada en mi esposa.

-Ándale - Le dije a mi esposa - Date la vuelta – Tere se dio una vuelta despacio. El “PEQUEÑO” veía las enormes nalgas de mi esposa en su pantalón de tela negra transparente. El escote de su blusa blanca sin mangas seguía igual de pronunciado pero su brasier la traicionaba. Se exhibía el inicio de sus grandes aureolas cafés.

-¡Ya!- Interrumpió Tere entre risas –Dejen voy por más refrescos… Ya ni comimos pizza- Se notaba la borrachera que tenía encima pero no tambaleaba.

-No, no- Le grité – Ven. Amor.- Volví a ponerla a mi lado –Mira. “LUISITO” te va a decir un “piropo”- Agregué.

El “PEQUEÑO” no decía nada. Sólo sonreía como tonto.

-Ya vez- Dijo mi esposa acomodando sus lentes negros de pasta gruesa- Ni estoy guapa.

-Sí está “guapa”, Señora- Dijo “Luisito”.

-Gracias- Respondió mi esposa llevando sus manos extendidas sobre su cara, dando brinquitos como tonta. –Pero él no me agarra nada- Señaló mi esposa viéndome a la cara e hizo como una especie de puchero – Otros sí, Amor- Confesó de nuevo riéndose en mi cara.

-¿Pero cuando? ¿Yo nunca he visto?- Pregunté a Tere buscando una “pinche” respuesta.

“Luisito” atendía nuestra conversación desde el sillón sin despegar los ojos del cuerpo de mi esposa.

Tere se volvió a sentar al lado del “PEQUEÑO”.

-Es que no te digo porque supuse que te enojarías- Respondió Tere acomodando sus lentes –Hasta cuando estás tú me han tocado y hasta peores cosas- Agregó riendo.

Varios minutos estuve rogándole a mi Esposa. Se negaba a contarnos. Le serví otro trago para que se animara.

-¡Bueno. Ya!- Gritó mi esposa simulando estar enojada. Tenía a “LUISITO” a un lado viendo el inició de sus enormes aureolas cafés asomarse por el escote pronunciado de su blusa blanca. Yo estaba literalmente hincado frente a ella. –Pues no sé. Siempre me han tocado las “pompis” o mis “pechos”. O sea… yo pensé que te molestaría, Amor .- Me dijo.

-Claro que no. Al contrario, Amor - Respondí- Me siento muy alagado que te agarren porque significa que eres más que hermosa- Terminé diciendo pero al ver al “PEQUEÑO” “pervertido” al lado caí en conciencia. Mi pinche moral me estiró el cabello –Pero si te molesta desde ya comienzo a cuidarte mucho más- Le dije.

“Luisito” cambió su actitud. Ya no veía a mi esposa al ver que cambié mi tono.

- No, no te preocupes- Dijo mi esposa sorprendiéndome - No pasa nada. Pues si está bien; está bien.

-Pos cuéntanos algo- Dije en tono gracioso aún hincado .

-No pero pues ¿Qué les cuento?- Preguntó Tere riendo y viéndonos a los dos espectadores –Bueno pues te voy a contar que cuando fuimos al “mercadito ambulante”  cuando comprabas un elote sentí una mano acariciándome mi “pompa”- Dijo riéndose y cubriéndose el rostro.- Me quedé calladita porque no quería que te enojaras y golpearas a alguien. Vi por encima de mi hombro y era un señor todo aterrado. Como que era albañil. No me veía a la cara pero tampoco dejó de agarrarme. Me acariciaba las dos “pompis” hasta que terminaste de comprar. Nos siguió desde lejos hasta que nos fuimos- Terminó contando mi esposa. - Ya. – Agregó sonriendo. Dando entender que no quería contarnos más pero “LUISITO” y yo volvíamos a rogar. -Bueno ya les cuento la última… pero me juras que no te vas a enojar .- Dijo haciéndome prometerle – Es que es una de las perores de todas. Tapate los oídos “Luisito”- Dijo mi esposa riendo y dando otro trago a su vaso de alcohol. Sólo fue como comentario porque el “PEQUEÑO” no atendió y ella no insistió. Bueno; no de las peores pero es una de las que me impresionó más. …No que pena… Ya no quiero contarte, Amor… - Decía toda apenada pero siguió contando- por el Kínder de la mañana está un “loquito” “viejito” todo cochino que siempre pide dinero. Ya te había dicho de él ¿Recuerdas?- Yo sólo asentí -Todas las maestras y mamás le sacamos la vuelta. Una tarde esperaba mi Taxi adentro del kínder con Sara, mi compañera. Salí para ver si llegaba. Vi que estaba el “loquito” y me volví a meter al Kínder. Sara cerró el portón con candado porque se arrancó caminando a donde estábamos. Del miedo hasta nos metimos a un salón y nos encerramos. El “Loquito” nos gritaba piropos y nosotras de estar asustadas pues nos comenzamos a reír. Hasta que se comenzó a bajarse el cierre frente a nosotras y nos lo enseñó -Terminó diciendo mi esposa carcajeándose con “LUISITO”.

-¿Y luego?- Le pregunté.

- Ya te dije que ya no- Dijo regañándome pero en el mismo tono burlón.

-¿Apoco has visto muchas “Vergas”? - Pregunté.

- No. Sólo la tuya y la del “viejito” ese. La del “Loquito”- Dijo Tere sonrojada.

El “PEQUEÑO” atendía las confesiones de mi esposa.

-¿Y cómo era?- Pregunté.

Todos volvimos a las risas de borrachos. Teresa sólo bebía para no contestarme. Se levantó para servirnos más y yo me levanté del suelo. Sacudí mis rodillas para sentarme al lado del “PEQUEÑO”.

-Sí… estaba grande- Respondió mi esposa sonriendo al entrar a la sala. Giró dándonos la espalda. Movió de un lado a otro sus nalgas metidas en su pantalón de vestir negro transparente. Se fue sentando lentamente en el espacio que le cedíamos  “LUISITO” y yo.

-¿Más que la mía?- Pregunté llevándome la mano al bulto de mi pantalón.

-Ajam…- Contestó Tere sin decir nada. Tomando su alcohol.

-¿Sí o no? Dime bien, Amor - Rogué si quitar mi mano de mi bulto. Apretaba mi pene que ya estaba mojado gracias a las confesiones de Teresa.

-Sí- Respondió llevando entre sus manos su vaso para seguir sujetándolo sobre sus muslos .- Bueno.  Sara y yo gritamos y pues nos sorprendió. Yo nunca vi otro “pene” más que el tuyo, Amor. Y era muy grande el del viejito. Mucho más que el tuyo –No dejaba de contarnos provocando que lubricara muchísimo - Era como que largo y muy ancho. Sara lo animó burlándose. El “Loquito” lo jalaba para atrás y para adelante, muy rápido y fue creciendo más hasta que llegó el taxista para correrlo a punta de golpes.

- Y le gustó. Doña Tere - Se escuchó el “PEQUEÑO” cuestionando desde el otro lado de mi esposa.

La “pinche” excitación se sentía en los tres que ocupábamos el sillón.

-Pues no sé…- Dijo mi esposa viéndome con sus ojos azules. A través de los lentes negros de pasta gruesa. Directo a los ojos. Sonreía cómo esperando autorización de decir algo .- Es que era muy grandota y nunca he visto otra más que esa y la de mi esposo… Se va a enojar tu novia- Advirtió mi esposa ya muy borracha al “PEQUEÑO”.

-No. No tengo- Contestó el “PEQUEÑO”. No perdía detalle del brasier color blanco que mostraba el inicio de sus aureolas café.

-¿Apoco no tienes novia?- Preguntó mi esposa –Pero si eres guapo. No te desanimes.- Agregó Tere sonriéndole para después Tomar un poco de “ron”.

- No señora. Soy feo- Decía el “LUISITO”.

-Nombre- Dijo Tere carcajeándose- Si yo no estuviera casada sería tu novia- remató diciendo a secas.

El “PEQUE” estaba todo sonrojado.

Yo no podía dejar caer el momento.

-¿Qué? ¿A poco no se te hace guapa mi esposa?- Pregunté a “LUISITO”. –Está hermosa ¿O no?- Pregunté de nuevo.

“LUISITO” Sólo asentía sonriendo.

-¿Se te hace guapo?- Interrogué a Tere simpáticamente.

-Sí- Dijo mi esposa al momento de llevarse las manos al rostro como un gesto de timidez.

-Y a ti te gusta mi vieja, “LUISITO”… Pues ya tienes novia – Dije. Todos reíamos. –Mira sirve que te entrenas para cuando tengas tu novia- Al soltar el comentario esperaba un regaño por parte de Tere, una llamada de atención.

-¿Cómo?- Me preguntó mi esposa directamente pero sin estar molesta -¿Quieres que le enseñe como tener novia?Pero yo no sé - Argumentaba riendo y sonrojada.

-Es más… agárrale la mano –Indiqué. Sin replicar y siguiendo el juego mi esposa tomaba al “PEQUEÑO” por la mano. Estaban sentados lado a lado. Juntos. -Júntate más Teresa. No seas “ranchera”- Ordené. Tere se reía. Dejó su vaso en el suelo. Se acercó más a “LUISITO”. Rodilla con rodilla. Mi esposa aún era mucho más alta que el “PEQUEÑO”. Le llegaba a la altura de la mitad de sus “pechos” enormes.

-¿Ahora?- Me preguntó mi esposa sin verme. Estaba frente a “LUISITO” viéndolo directamente a los ojos. Tere tenía la otra mano sobre la pierna del “PEQUEÑO”, arribita de su rodilla.

-Cierra los ojos “LUISITO”- Dije.

-Dale un besito- Ordené a Tere.

El “PEQUE” lentamente se fue haciendo para delante, levantando su cara, estirando su cuello con la intención de besar los labios de mi esposa. Yo estaba todo excitado. Me paré para verlos. Mi esposa acomodó sus lentes negros de pasta gruesa, estaba muy seria, se agachó un poco para estar a su altura y de repente le plantó un besito en los labios a “LUISITO”.

-Ya- Dijo Tere haciendo su rostro para atrás pero sin soltar la manita. Ni despegar sus rodillas.

El “PEQUEÑO” abrió los ojos.

- Gracias. Muchas gracias- Decía “Luisito”.

Mi esposa reía.

-¿Ya quieren comer?- Nos ofreció sin ponerse de pie. Ninguno tenía hambre. – ¿Entonces? Necesitas comer, “MIJO”- Dijo mi esposa a “LUISITO” sobando su muslo.

-¡Tere!- Dije simulando estar molesto- Recuerda que es tu “novio”.

-Es verdad ¿Qué quieres comer, mi Amor?- Dijo mi esposa burlonamente pero de una manera muy sensual.  Puso sus manos sobre el muslo de “Luisito ”.- ¿Vamos a comer tantita pizza, Amor?- Insistió al “PEQUE” viéndolo a los ojos.

- Sí. Vamos a comer- Dijo “Luisito” quedándose sentado.

Mi esposa se puso de pie con una sonrisa en su rostro. Fue por platos a la cocina.

La ropa, Amor!- Gritó Tere desde la cocina. -Se me olvidó tender y después se nos va apestar a humedad- Especificaba mi esposa. Se escuchó abrir la puerta del patio.

-Ya es tu novia “Güey”- Dije al “pinche” “PEQUE”.- Vente. Vamos para que le ayudes con la ropa.

-No. Mejor la esperamos- Dijo el “PEQUEÑO” sonrojado.

No se quería parar. Terminé levantándolo, jalándolo por el brazo. Hasta tiró su vaso de “ron”. Se mojó su playera azul y el pantalón en el jaloneo pero logré ponerlo de pie. Sin verlo lo solté. Caminé en dirección a la concina hasta la puerta pero no me seguía.

- Venté. Vamos con tu “vieja”- Invitando ya desde el patio a “LUISITO”.

-¿Me van a ayudar?- Preguntó mi esposa sonriendo a la vez que dejaba tendida una prenda –Ya queda sólo una- Agregó.

Se escuchaba “LUISITO” aproximarse.

Mi esposa ya estaba en la pequeña lavadora con media cabeza dentro. Los “pechos” enormes metidos en su blusa blanca los apretaba contra la parte de arriba de la lavadora. El sol brillaba mucho dejando un “chingo” de luz sobre el pantalón negro de vestir volviéndolos una tela translucida. Mi esposa estaba con las “nalgas” levantadas mostrando los hilos blancos de la tanga, el triángulo que tiraba un hilo delgadito que se perdía entre sus “enormes” “pompis” gracias a las piernas rectas y sus pies en puntas.

Giré buscando al “PEQUEÑO” que  se llevaría una gran sorpresa al ver a mi esposa.

-Ya me mojó todo- Decía parado en la puerta, viendo a mi esposa empinada en la lavadora.

Me sentí bien “pinche” apenado. El pantalón mojado de “LUISITO” calcaba una erección. El azul de la mezclilla dibujaba a la perfección el contorno de un “pinche” “pene” “grueso” que no concordaba con la fisionomía del “PEQUE”. Evidentemente yo no tenía al “verga” así. Nunca había visto un pene así pero…  quizá mi esposa tampoco esposa.

-¿Le ayudó?- Preguntó el “PEQUEÑO” pasando frente a mí sin despegar la mirada de las “nalgotas” de Tere.

-Nombre. Gracias “HIJITO”. Ya terminé- Respondió mi esposa saliendo de la lavadora. Sonriéndole frente a frente. Mirándolo a los ojos atreves de sus lentes negros de pasta gruesa.

No notó que estaba todo mojado. Ella siguió como si nada tendiendo la última prenda.

-Tere- Dije de nuevo simulando estar molesto. –Háblale bien. Es tu novio- Insistí.

-¡No. Muchas gracias, “mi amor”!- Gritó mi esposa terminando de tender la última prenda. – ¿Ya vamos a Comer, Amor?- Le dijo Tere mientras apagaba la lavadora.

-Tere- Dije volviendo a llamar la atención de mi esposa -Dale otro beso ¿A poco no te gusta tu novio?- Teresa reía. Se acercó al “PEQUEÑO” y se inclinó dejando una mano sobre un hombro del “PEQUEÑO” que tenía sus ojos cerrados y sus dos bracitos a los costados de su cuerpo.  Teresa acomodó sus lentes negros de pasta gruesa con su mano libre para después ponerla sobre la mejilla y parte de la oreja de “LUISITO”. Mi esposa comenzó a darle un beso de lengua mientras se reía. Despegaron sus labios y Tere le limpió la boca con uno de sus dedos -¿Qué pasó? Andas todo mojado- Señaló mi esposa tocando a la altura de su pecho dejando de acariciar su rostro y tocar su hombro. La playera azul estaba empapada. Me aproximé para ver la sorpresa que se llevaría. – Te vas a enfermar – Dijo para hincarse sin dejar de ver el rostro del “PEQUEÑO”. Quedó casi de su estura. –Mira- Dijo mi esposa muy emocionada. Veía el enorme bulto sujeto por los jeans de mezclilla. Nos sorprendió al “PEQUEÑO” y a mí poniéndose en cuatro. Inspeccionaba moviendo sus lentes negros de pasta gruesa con una mano dejando apoyada la otra sobre el piso del patio. Sus pechos colgaban sujetos por su blusa blanca de escote. Se columpiaban intentando no salir cada que Tere movía un poco su cuerpo. Sus aureolas cafés ya estaban casi a medio salir pues se observaban los “pinches” “pezones” de mi esposa doblados. Esperando botar fuera de su brasier blanco de encajes. Su mano dejó de sujetar los lente – Se te mojó tu pantaloncito- Dijo mi esposa pasando su dedo índice sobre el “pene” “grueso” que se calcaba. – Vamos a cambiarte. Mi amor- Ordeno mi esposa borracha a “LUISITO”. Se incorporó muy rápido. – No. Mejor lo bañamos- Me preguntó parada al lado del “PEQUEÑO”.

-Si- Respondí.

Mi esposa comenzó a acomodarse sin pena sus “enormes” pezones color café dentro de su brasier. El “PEQUEÑO” la observaba sonriendo y Acariciandose su “enorme” “paquete” frente a mí.

Vamos a bañarnos!- Gritó “LUSITO” dando una nalgada fuerte a mi esposa que dio un brinquito para adelante. Mi esposa reía. Paso frente a mí en dirección a mi recamara. Detrás de ella el “pinche” “LUISITO” caminaba pasando sus manos por todas las nalgas de mi esposa. –Vente- Me dijo el “MOCOSO”.

En la sala mi esposa caminó un poco más rápido despegándose las manos del “PEQUEÑO”. Se carcajeaba.

-¿Quieren otro trago?- Pregunté.

- Traite la botella- Me dijo mi esposa que caminaba de la mano de “LUSITO”. Tomé la botella. Caminé hasta la recamara donde el “PEQUEÑO” Se aventó a la cama. Mi esposa reía mientras se metía a preparar el baño del “MOCOSO”.

-¡Mi amor!- Gritaba el “pinche” “ENANO” que brincaba en mi cama. –Ven a darme otro beso- Le ordenó viéndome a la cara.

-Ya voy- Contestó mi esposa al salir del baño con una sonrisa.

Traía en las manos una toalla para “LUISITO”. No me vio y sólo se comenzaron a besarse frente a mí. El “MOCOSO” estaba de pie sobre mi cama. Ya a la altura de Tere besándola de lengua. Abrió el gran escote de la blusa blanca de un tirón y de la misma manera con sus manitas sacó uno de los “enormes” “pechos” de mi esposa del brasier blanco de encaje. Mi esposa me veía sorprendida sus lentes negros de pasta gruesa estaban fuera de lugar. No dejaba de verme mientras el “MOCOSO”  con las dos manos agarraba su “enorme” “teta”. Comenzó a meterse el pezón color café de mi esposa a la boca. Lo mordía.

- Se te va a enfriar el agua. Amor- Dijo  esposa separándose a “LUISITO” de su pecho. Estaba muy roja del rostro. En un movimiento rápido acomodo su “enorme” “teta” dentro de su brasier y  de su blusa blanca de gran escote.

Ella me veía bien “pinche” sorprendida. Yo tenía mi mano dentro de mi pantalón masturbándome sin sacar mi pene.

- Vamos a bañarnos- Ordenó el mocoso que sobre la cama se quitó la playera azul empapada.

- Espérate- Dije sin dejar de masturbarme. -Ayúdale a tu novio, Tere- Indiqué a mi esposa que estaba como paralizada. No respondía. Me deje de masturbar y la tome por el brazo. – Te digo que le ayudes, Amor- Insistí amablemente.

Mi esposa no hablaba. El “MOCOSO” tenía sus manos en su nuca. Estaba aún de pie sobre la cama. Me puse al lado de mi esposa. Le desabrochó su pantalón de mezclilla para comenzar a bajarlo despacio hasta sus pies. Un bulto enorme estaba en una trusa percudida. Mi esposa me veía sorprendida acomodando sus lentes negros de pasta gruesa.

-Ándale Tere- Dije.

Ella comenzó a ver de frente el bulto que ese escondía bajo la trusa percudida y poco a poco comenzó a bajarlo. Yo tocaba las tetas de mi esposa. Las sacaba de su blusa escotada color blanco. Le bajé su brasier y le comencé a estirar sus enormes pezones color café.

Dios mío!- Dijo mi esposa sorprendida al ver salir rebotando un pene de unos 17 centímetros. Muy grueso. Sus venas marcadas corrían por todo el contorno. El “MOCOSO” comenzó a mover su cintura de lado a lado haciendo que su “verga” se moviera al mismo ritmo frente a la mirada sorprendida de mi esposa –Ya- Dijo riéndose.

-Dale un besito, Tere.- Le dije a mi esposa estirándole fuerte los pezones grandes color café para que atendiera.

- Ven. Agáchate “MI AMOR”- Le dijo mi esposa al “PEQUEÑO” que no dejaba de mover su “verga” “gruesa” de lado a lado.

- No. Tere. Dale un besito a la “verga”- Le expliqué pellizcando sus enormes pezones. Estirando la hacía enfrente. Mi esposa no dejaba de ver la “verga” que se movía frene a su cara.  Poco a poco comenzó a ser golpeada despacio por el “pene” de “LUISITO” en el rostro.

- Es que no se deja de mover- Me dijo sin verme. Agarró la verga gruesa con sus dos manos. El “PEQUEÑO” sólo pujó. Mi esposa le dio un beso en la punta del “pene”. Despegó sus labios llevarse un hilo brillante en su boca que calló lentamente hasta sus “pechos” “enormes”.

CONTINUARÁ… si lo piden. Si no pos no. JA… Besos. Agradezco mucho a “SALPAPATROLL” Por ayudarme esta vez a escribir este relato basado en hechos reales pero con otros personajes y nombres. Besos.

Besitos. LUCHYDELAROOOO